miércoles, 31 de agosto de 2011

Ladrones del mundo, Uníos!!!. La única manera de salvarnos en estos tiempos difíciles es empobrecer más a los pobres y enriquecer a los ricos.

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Hay un viejo cuento sobre un trabajador sospechoso de robo: todas las noches, al salir de la fábrica, inspeccionaban cuidadosamente la carretilla que empujaba. Los guardias no encontraban nada, siempre estaba vacía. Por último, cayeron en la cuenta: lo que el trabajador estaba robando eran las propias carretillas. Los guardias obviaban la verdad evidente, del mismo modo que han hecho los comentaristas de los disturbios. Se nos ha dicho que la desintegración de los regímenes comunistas, en la década de 1990, marcó el fin de las ideologías: el tiempo de los grandes proyectos ideológicos que culminaron en catástrofes totalitarias había terminado, y habríamos entrado en una nueva era de políticas racionales y pragmáticas. Si el tópico de que vivimos en una era pos-ideológica es cierto en algún sentido, ello es visible en este reciente brote de violencia. Ha sido una protesta de grado cero, una acción violenta sin ninguna exigencia. En su intento desesperado de encontrar significado en los disturbios, los sociólogos y editorialistas han ofuscado el enigma que presentan los disturbios.


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Hemos y seguimos construyendo un Mundo de ladrones.

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Ladrones del mundo, Uníos!!!.


La única manera de salvarnos en estos tiempos difíciles es empobrecer más a los pobres y enriquecer a los ricos.


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Slavoj Zizeek.


Traducción por R, Seguí.


Rebelión. Miércoles 31 de agosto del 2011.


La repetición, según Hegel, tiene un papel crucial en la Historia: cuando algo sucede sólo una vez, puede ser descartado como un accidente, algo que podría haberse evitado si la situación se hubiera manejado de manera diferente; pero cuando el mismo evento se repite, se trata de una señal de que un proceso histórico más profundo se está desarrollando. Cuando Napoleón fue derrotado en Leipzig en 1813, pareció una cuestión de mala suerte; pero cuando perdió de nuevo en Waterloo, estaba claro que su tiempo había pasado. Lo mismo vale para la persistente crisis financiera. En septiembre de 2008, algunos la presentaron como una anomalía que podría corregirse mediante una mejor reglamentación, etc., pero ahora que los signos de una crisis financiera se repiten está claro que se trata de un fenómeno estructural.


Se nos dice una y otra vez que estamos viviendo una crisis de la deuda, y que todos tenemos que compartir la carga y apretarnos el cinturón. Todos, es decir, excepto los (muy) ricos. La idea de gravarlos más es tabú: si lo hiciéramos, nos dicen, los ricos no tendrían ningún incentivo para invertir, se crearían menos puestos de trabajo y todos sufriríamos. La única manera de salvarnos en estos tiempos difíciles es empobrecer más a los pobres y enriquecer a los ricos. ¿Qué deberían hacer los pobres? ¿Qué pueden hacer?


A pesar de que los disturbios en el Reino Unido los desencadenó el sospechoso incidente del tiroteo a Mark Duggan, todos coinciden en que expresan una inquietud más profunda. Pero, ¿de qué tipo? Al igual que en la quema de automóviles en las banlieues de París en 2005, los amotinados del Reino Unido no tienen ningún mensaje que transmitir. (Un claro contraste con las manifestaciones masivas estudiantiles de noviembre de 2010, que también fueron violentas. Los estudiantes dejaron claro que rechazaban las reformas de la educación superior que se proponían). Por esta razón, es difícil concebir a los alborotadores del Reino Unido en términos marxistas, como ejemplo de la aparición de un sujeto revolucionario; encajan mucho mejor con el concepto hegeliano de «chusma», es decir, los que están fuera del espacio social organizado y que sólo pueden expresar su descontento por medio de arrebatos “irracionales” de violencia destructiva, lo que Hegel llamó “negatividad abstracta”.


Hay un viejo cuento sobre un trabajador sospechoso de robo: todas las noches, al salir de la fábrica, inspeccionaban cuidadosamente la carretilla que empujaba. Los guardias no encontraban nada, siempre estaba vacía. Por último, cayeron en la cuenta: lo que el trabajador estaba robando eran las propias carretillas. Los guardias obviaban la verdad evidente, del mismo modo que han hecho los comentaristas de los disturbios. Se nos ha dicho que la desintegración de los regímenes comunistas, en la década de 1990, marcó el fin de las ideologías: el tiempo de los grandes proyectos ideológicos que culminaron en catástrofes totalitarias había terminado, y habríamos entrado en una nueva era de políticas racionales y pragmáticas. Si el tópico de que vivimos en una era pos-ideológica es cierto en algún sentido, ello es visible en este reciente brote de violencia. Ha sido una protesta de grado cero, una acción violenta sin ninguna exigencia. En su intento desesperado de encontrar significado en los disturbios, los sociólogos y editorialistas han ofuscado el enigma que presentan los disturbios.


Los manifestantes, aunque socialmente desfavorecidos y excluidos de facto, no vivían al borde de la inanición. Personas en mucha peor situación material, para no hablar de situaciones de opresión física e ideológica, han sido capaces de organizarse en fuerza política dotada de programas claros. El hecho de que los alborotadores no tengan programa es pues en sí mismo un dato que exige interpretación y que nos dice mucho acerca de nuestra situación política-ideológica y del tipo de sociedad en que vivimos, una sociedad que celebra la posibilidad de elección, pero cuya única alternativa posible al vigente consenso es un ciego acting out. La oposición al sistema ya no puede articularse en forma de una alternativa realista, o siquiera como un proyecto utópico, sino que sólo puede tomar la forma de un arrebato sin sentido. ¿Qué sentido tiene celebrar nuestra libertad de elección cuando la única opción está entre la aceptación de las reglas del juego y la violencia (auto)destructiva?


Alain Badiou sostiene que vivimos en un espacio social que se experimenta cada vez más como “sin mundo”: en este espacio, la única forma que puede tomar la protesta es la violencia sin sentido. Tal vez es éste uno de los principales peligros del capitalismo: aunque en virtud de su ser global abarca el mundo entero, sostiene una constelación ideológica “sin mundo” en la que se encuentran personas privadas de su modo de localizar significados. La lección fundamental de la globalización es que el capitalismo puede acomodarse a todas las civilizaciones, de la cristiana a la hindú o budista, del Este al Oeste: no hay una visión capitalista global, ni una civilización capitalista en sentido estricto. La dimensión global del capitalismo representa la verdad sin sentido.


La primera conclusión que puede extraerse de los disturbios, por lo tanto, es que tanto las reacciones conservadoras como las liberales ante el descontento no son suficientes. La reacción conservadora ha sido predecible: no hay justificación para este tipo de vandalismo, es preciso usar todos los medios necesarios para restaurar el orden, para evitar más explosiones de este tipo no hace falta más tolerancia y ayuda social sino disciplina, trabajo duro y sentido de la responsabilidad. Lo malo de este relato no es sólo que hace caso omiso de la desesperada situación social que empuja a los jóvenes a estallidos de violencia, sino, tal vez más importante, que no tiene en cuenta la forma en que estos arrebatos se hacen eco de las premisas ocultas de la misma ideología conservadora. Cuando en la década de 1990, los conservadores lanzaron su campaña de “vuelta a lo básico”, su complemento obsceno fue revelado por Norman Tebbitt: “El hombre no es sólo un ser social, sino también un animal territorial; debemos incluir en nuestros programas la satisfacción de estos instintos básicos tribalistas y territoriales.”


Esto es lo que la ideología de “vuelta a lo básico” fue, realmente: la liberación del bárbaro que acecha bajo nuestra sociedad aparentemente civilizada y burguesa, mediante la satisfacción de sus “instintos básicos”. En la década de 1960, Herbert Marcuse introdujo el concepto de “desublimación represiva” para explicar la llamada revolución sexual: era posible desublimar los impulsos, darles rienda suelta y mantenerlos sujetos al mecanismo capitalista de control, a saber, la industria del porno. En las calles británicas, durante los disturbios, lo que vimos no eran personas reducidas a bestias, sino la forma esquemática de la “bestia” producto de la ideología capitalista.


Mientras tanto, los progresistas de izquierda, igualmente predecibles, pegados a los mantras de los programas sociales, las iniciativas de integración, el abandono que ha privado a los inmigrantes de segunda y tercera generación de sus perspectivas económicas y sociales: los brotes de violencia son el único modo que tienen que articular su descontento. En lugar de caer nosotros mismos en fantasías de venganza, debemos hacer un esfuerzo para comprender las causas profundas de los estallidos. ¿Podemos siquiera imaginar lo que significa en un barrio pobre ser joven, mestizo, sospechoso por sistema para la policía y acosado ​​por ésta, no sólo desempleado sino también no empleable, sin esperanza de un futuro? La implicación es que las condiciones en que se encuentran estas personas hacen inevitable que salgan a la calle. El problema de este relato, sin embargo, es que sólo cuenta las condiciones objetivas de los disturbios. La revuelta consiste en hacer una declaración subjetiva, declarar de manera implícita cómo uno se relaciona con una sus propias condiciones objetivas.


Vivimos en una época cínica y es fácil imaginar a un manifestante que, atrapado saqueando y quemando una tienda, si se le presiona para que exponga sus razones, responda con el lenguaje utilizado por los trabajadores sociales y los sociólogos, citando cuestiones como escasa movilidad social, inseguridad creciente, desintegración de la autoridad paterna o falta de amor maternal en su más tierna infancia. Él sabe lo que está haciendo, pero no obstante lo hace. ***





!! Ladrones del mundo, Uníos ¡¡

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No tiene sentido reflexionar sobre cuál de estas dos reacciones, la conservadora o la progresista, es la peor: como habría dicho Stalin, las dos son peores, y eso incluye la advertencia dada por las dos partes de que el peligro real de estas explosiones se encuentra en la reacción predeciblemente racista de la “mayoría silenciosa”. Una de las formas de esta reacción fue la actividad “tribal” de los vecinos locales (turco, caribeño, sikh) que rápidamente se organizaron en unidades de vigilancia para proteger su propiedad. ¿Son los comerciantes una pequeña burguesía dispuesta a defender su propiedad contra una protesta genuina, aunque violenta, contra el sistema, o son representantes de la clase obrera en lucha contra las fuerzas de desintegración social? Aquí también deberíamos rechazar la exigencia de tomar partido.


La verdad es que el conflicto se dio entre dos polos de los más desfavorecidos: los que han conseguido funcionar en el marco del sistema en oposición a aquellos que están demasiado frustrados para seguir intentándolo. La violencia de los manifestantes estuvo dirigida casi exclusivamente contra su propio grupo. Los coches quemados y las tiendas saqueadas no lo fueron en los barrios ricos, sino en los propios barrios de los manifestantes. El conflicto no es entre diferentes segmentos de la sociedad; es, en su manifestación más radical, el conflicto entre una sociedad y otra, entre los que tienen todo y que no tienen nada que perder; entre los que no tienen ningún interés en su comunidad y aquéllos cuya apuesta es la más alta posible.


Zygmunt Bauman ha caracterizado los disturbios como acciones de “consumidores defectuosos y descalificados”: más que nada, una manifestación de un deseo consumista violentamente escenificado, incapaz de realizarse del modo adecuado: por la compra. Como tal, también contiene un momento de genuina protesta, en forma de una irónica respuesta a la ideología consumista: “¡Nos invitan a consumir, a la vez que nos privan de los medios para hacerlo adecuadamente; así que lo estamos haciendo de la única manera que podemos!" Los disturbios son una manifestación de la fuerza material de la ideología, lo que desdeciría la llamada “sociedad pos-ideológica”. Desde un punto de vista revolucionario, el problema de los disturbios no es la violencia como tal, sino el hecho de que la violencia no sea realmente auto-asertiva. Es rabia impotente y desesperación enmascaradas como exhibición de fuerza, es la envidia disfrazada de carnaval triunfante.


Los disturbios deberían enmarcarse en relación con otro tipo de violencia que la mayoría progresista actual percibe como una amenaza a nuestra forma de la vida: los ataques terroristas y los atentados suicidas. En ambos casos, violencia y contra-violencia se encuentran atrapadas en un círculo vicioso, cada una de ellas generando las fuerzas que trata de combatir. En ambos casos, estamos hablando de ciegos passages à l'acte, en los que la violencia es un reconocimiento implícito de impotencia. Lo distinto es que, a diferencia de los disturbios del Reino Unido o de París, los ataques terroristas se llevan a cabo al servicio del Significado Absoluto que proporciona la religión.


¿Pero no fueron los levantamientos árabes un acto colectivo de resistencia que evitó la falsa alternativa de violencia autodestructiva y fundamentalismo religioso? Lamentablemente, el verano egipcio de 2011 será recordado como el fin de la revolución, el momento en que su potencial emancipador fue sofocado. Sus sepultureros han sido el ejército y los islamistas.


Los contornos del pacto entre el ejército (que sigue siendo el ejército de Mubarak) y los islamistas (que fueron marginados en los primeros meses del levantamiento, pero que están ganando terreno) son cada vez más claros: los islamistas tolerarán los privilegios materiales del ejército y a cambio proporcionarán la hegemonía ideológica. Los perdedores serán los progresistas pro occidentales, demasiado débiles –a pesar de los fondos de la CIA que reciben– para “promover la democracia”, así como los verdaderos agentes de los acontecimientos de la primavera, la izquierda laica emergente que ha tratado incesantemente de crear una red de organizaciones de la sociedad civil, de los sindicatos a las feministas. Antes o después, la situación económica, que empeora rápidamente, sacará a los pobres, en gran parte ausentes de las protestas de la primavera, a las calles. Es probable que haya una nueva explosión, que plantee la difícil pregunta de quiénes son los sujetos políticos de Egipto capaces de canalizar la rabia de los pobres. ¿Quién va a traducirla a un programa político: la nueva izquierda laica o los islamistas?


La reacción predominante de la opinión pública occidental ante el pacto entre los islamistas y el ejército será sin duda una exhibición triunfal de sabiduría cínica: se nos dirá que, como quedó claro en el caso de Irán (país no árabe), los levantamientos populares en los países árabes siempre terminan en un islamismo militante. Y Mubarak aparecerá como si hubiera sido un mal muy menor: mejor seguir con el diablo conocido que enredar con la emancipación. Contra tal cinismo, uno debería permanecer incondicionalmente fiel a la esencia radical-emancipatoria del levantamiento egipcio.


Pero también es preciso evitar la tentación del narcisismo de la causa perdida: es muy fácil admirar la belleza sublime de los levantamientos condenados al fracaso. La izquierda de hoy se enfrenta al problema de la “negación determinada”: ¿qué nuevo orden deberá sustituir al antiguo después del levantamiento, cuando el sublime entusiasmo del primer momento se haya acabado?


En este contexto, el manifiesto de los indignados (1) españoles, emitido después de las manifestaciones de mayo, es revelador. Lo primero que salta a la vista es el tono deliberadamente apolítico: “Algunos de nosotros nos consideramos progresistas, otros conservadores. Algunos de nosotros somos creyentes, otros no. Algunos de nosotros tenemos ideologías claramente definidas, los demás son apolíticos, pero todos estamos preocupados e indignados por las perspectivas políticas, económicas y sociales que vemos a nuestro alrededor: la corrupción de políticos, empresarios y banqueros, que nos deja indefensos, sin voz.”


Protestan en nombre de las verdades inalienables que deberían regir nuestra sociedad: “el derecho a la vivienda, el empleo, la cultura, la salud, la educación, la participación política, el desarrollo libre y personal y los derechos del consumidor, para una vida sana y feliz.” En su rechazo de la violencia, instan a una “evolución ética”. “En lugar de colocar el dinero por encima de los seres humanos, lo pondremos de nuevo a nuestro servicio. Somos personas, no productos. Yo no soy un producto de lo que compro, de por qué lo compro y a quién se lo compro.”


¿Quiénes serán los agentes de esta revolución? Los indignados descartan a toda la clase política, derecha e izquierda, como corrupta y poseída por el ansia de poder, sin embargo, el manifiesto consiste en una serie de demandas… ¿dirigidas a quién? No a la propia gente: los indignados (todavía) no afirman que nadie más lo hará en su lugar, que ellos mismos tienen que ser el cambio que quieren ver. Y ésta es la fatal debilidad de las recientes protestas: expresan una auténtica rabia incapaz de transformarse en un programa positivo de cambio sociopolítico. Expresan el espíritu de revuelta sin revolución.


La situación en Grecia parece más prometedora, probablemente debido a la tradición reciente de auto-organización progresista (que desapareció en España después de la caída del régimen de Franco). Pero también en Grecia el movimiento de protesta muestra los límites de la auto-organización: los manifestantes mantienen un espacio de libertad igualitaria, sin autoridad central que lo regule, un espacio público donde a todos se les asigna el mismo tiempo de intervención, y así sucesivamente. Cuando los manifestantes comenzaron a debatir qué hacer a continuación, cómo ir más allá de la mera protesta, el consenso de la mayoría fue que lo que se necesitaba no era un nuevo partido o un intento directo de tomar el poder estatal, sino un movimiento cuyo objetivo sea ejercer presión sobre los partidos políticos. Esto claramente no es suficiente para imponer una reorganización de la vida social. Para conseguirlo se necesita un organismo fuerte, capaz de tomar decisiones rápidas y ponerlas en práctica con todo el rigor necesario.


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martes, 30 de agosto de 2011

Manifestaciones en Washington D.C. hacen temblar a las grandes petroleras.

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El “Cambio de Época”, en todo el mundo nos muestra en forma rotunda, palmaria, objetiva y transparente el nuevo escenario del proceso de acumulación del capitalismo mundial – la explotación, despojo y saqueo de los recursos naturales – los nuevos actores sociales y las nuevas formas de lucha a nivel mundial: Los conflictos Sociales, hoy en la puerta de la Casa Blanca. Las Clases y la lucha de clases, está presente en el “nuevo” escenario local-global, que hoy es la Sociedad Civil emergente, plural y democrática -. Y ahora qué dirán los intransigentes neoliberales, aquellos que aún piensan que el neoliberalismo nos está conduciendo al “Paraíso Celestial”. Las clases y la lucha de clases en las puertas de la Casa Blanca. En el propio “corazón” del imperialismo los Nuevos Sujetos Sociales Históricos, protestan, se movilizan, realizan plantones continuados los indígenas, en alianza y cohesión social y política con actrices, intelectuales, científicos, en defensa de sus propiedades ancestrales, en defensa de las Madre Naturaleza que hoy más que nunca en todo el mundo se siente realmente en peligro, pero en serio peligro de un desastre de incalculables consecuencias dentro de un escenario mundial de la crisis sistémica del Cambio Climático Global y los graves problemas que hoy va originando el efecto invernadero. Pero “siempre” estarán en la contra-ofensiva los responsables de la crisis mundial y actores principales de este nuevo proceso una “nueva” arquitectura financiera global y una “nueva” institucionalidad política mundial.


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Washington. Casa Blanca. Más de 10 mil ambientalistas, en alinaza con otros sectores sociales , este fin de semana protestaron en contra del Proyecto del oleoducto Keystone XL

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Manifestaciones en Washington D.C. hacen temblar a las grandes petroleras.


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Amy Goodman.


El País.cr. Viernes 26 de agosto del 2011.


La Casa Blanca sufrió una sacudida el martes, no sólo a causa del terremoto de magnitud 5.8, sino también por las crecientes protestas frente a la casa Presidencial. Más de 2,100 personas dicen que se arriesgarán a ser arrestadas en las próximas dos semanas. Se oponen al Proyecto del Oleoducto Keystone XL, diseñado para transportar crudo pesado de las arenas de alquitrán de Alberta, Canadá, a refinerías de Costa del Golfo de México en Estado Unidos.


En Arquitectura /Keystone/ que significa “piedra angular”, es la piedra en la cima de un arco que lo mantiene en pie. Sin ella, la estructura se caería. Al exponerse al riesgo de ser arrestados, como ya sucedió al momento de escribir esta columna con más de 200 activistas, estos practicantes de la orgullosa tradición de la desobediencia civil estadounidense esperan hacer colapsar no sólo el proyecto del oleoducto, sino también hacer tambalear la dependencia de los combustibles fósiles que está acelerando el cambio climático.


Bill McKibben fue uno de los arrestados. McKibben es uno de los ambientalistas y autor que fundó el grupo 350org. Nombrado así por el límite máximo seguro de dióxido de carbono en la atmósfera, que es de 350 ppm ( partes por millón. LEER PARTES POR MILLÓN) El planeta actualmente está en los 390 ppm ( LEER SOLO POR EL NUMERO).En el llamado a la acción para sumarse a la protesta, McKibben, junto a otros como la periodista Naomi Klein, el actor Danny Glover y el científico de la NASA James Hansen, afirman que en palabras del propio McKibben, el oleoducto de Kiystone “Equivale a encender la mecha de la mayor bomba de carbono del planeta. De modo que necesitamos que el Presidente y el resto del gobierno centren mucho más su atención en el cambio climático”.


El movimiento de oposición a Keystone XL abarca desde activistas y científicos, hasta pueblos indígenas de los llanos y bosques boreales que corren peligro en Canadá, donde se encuentran las arenas de alquitrán, pasando por productores rurales y agropecuarios de la región ecológicamente vulnerable de Sand Hills en Nebraska, estudiantes y médicos.


Cuando se le preguntó por qué las protestas frente a la Casa Blanca se desarrollaban mientras el Presidente Obama está de vacaciones con su familia en Martha/’s Vineyard, McKibben respondió “También estaremos aquí cuando regrese. Nos quedaremos durante dos semanas, todos los días. Se trata del primer acto de desobediencia civil de esta magnitud del movimiento ambientalista en años”.


Apenas a unos kilómetros al este Martha/’s Vineyard y hace exactamente 170 años en Nantucket, Frederick Douglass, el esclavo escapado, abolicionista, periodista y editor, dio uno de sus discursos más importantes ante la Sociedad de Massachusetts Contra la Esclavitud Douglass es famoso por haber pronunciado una de las verdades fundamentales acerca de la organización de las bases: “El poder no otorga nada si no se lo presiona. Jamás lo hizo y jamás lo hará”.


Exigir cambios es una cosa y lograr un cambio en Washington D.C. es otra, en particular considerando la hostilidad de la Cámara de Representantes, - controlada por los Republicanos- ante cualquier legislación contra le cambio climático. Es por eso que las protestas contra el oleoducto Keystone XL se están desarrollado frente a la Casa Blanca.


Obama tiene el poder de detener la construcción del oleoducto. La empresa canadiense que está detrás del proyecto TransCanada, solicitó un permiso al Departamento de Estado de Estados Unidos para construir el oleoducto. Si el Departamento de Estado niega el permiso, el oleoducto Keystone XL estará muerto. La gran devastación ambiental provocada por la extracción de petróleo de las arenas de alquitrán continuaría, pero sin fácil acceso a las refinerías y al mercado estadounidense, el proceso sin duda se demoraría.


Los ejecutivos de TransCanada están confiados de que Estados Unidos les otorgará el permiso a fin de año. Los políticos republicanos y la industria petrolera publicitan el proyecto diciendo que generará puesto de trabajo en la construcción bien remunerados, e incluso han tenido apoyo de algunos sindicatos.


En respuesta a esto, dos grandes Sindicatos, el Sindicato Unido de Tránsito y el Sindicatos de Trabajadores del Transporte, que representan a más de 300 mil trabajadores, pidieron al Departamento de Estado que negara el permiso a la empresa canadiense. Expresaron en un Comunicado de Prensa conjunto: “Necesitamos puestos de trabajo, pero no basados en aumentar nuestra dependencia del petróleo de las arenas de alquitrán… Se podrían generar muchos empleos basados en el desarrollo de la conservación energética, en la modernización de la red de electricidad, en el mantenimiento y la expansión del transporte público, empleos que nos pueden ayudar a disminuir la contaminación del aire, las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la eficiencia energética”.


Dos mujeres canadienses, la actriz indígena Tantoo Cardinal, que protagonizó la película “Danza con Lobos” y Margot Kidder que hizo el papel de Luisa Lane en “Superman” fueron arrestadas junto a más de 50 personas justo antes de que el terremoto sacudiera la costa este martes. El ambientalista Bill McKibben dijo desde Washington: Se necesitará más que un terremoto o un Huracán para lograr preocuparnos. Estaremos aquí hasta el 3 de septiembre” dijo, y continuó: “Tenemos la esperanza de generar un temblor de magnitud 8 en la escala Richter en el sistema político el día que Barack Obama diga /NO/’a los grandes proyectos petroleros y nos recuerde a todos por qué nos alegró tanto su elección. El oleoducto de arenas de alquitrán es la prueba a la que deberá someterse” concluyó.


Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.


Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición María Eva Blotta y Democracy Now en español.


Amy Goodman es la conductora de Democracy Now ¡¡ un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro. “Los que luchan contra el sistema. Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos” Editado por Le Monde Diplomatique. Cono Sur.


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Momento político en Chile: Globalización, ajuste económico y la educación.

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El proceso de gestación de la reforma educacional como un componente vital del ajuste, se inicia con la dictadura militar, que se implementa con una medida fuerza principal: en donde familias, sostenedores (dueños), apoderados, alumnos, y personal técnico y administrativo de la escuela conformen un bloque empresarial. El colegio es el lugar físico, las personas son sus productores. Entre ellos, el estudiante, que debe demostrar competencia para proseguir su educación. La reforma continúa en los años 90 con el advenimiento de la democracia. Tanto el soporte técnico como financiero de una reforma que no resolvió los problemas de fondo, como ha quedado demostrado por el registro político derivado del movimiento estudiantil, provienen de una estrecha asociación técnica y política entre el Banco Mundial y los gobiernos de la coalición de centro-izquierda llamada Concertación que gobernó en Chile 20 años
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Momento político en Chile: Globalización, ajuste económico y la educación.


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Lunes 29 de agosto del 2011.



Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)



El movimiento estudiantil que convulsiona el ambiente político en Chile y que lleva más de tres meses es un tema local con impacto internacional.



Si el movimiento es indicador de algo, es que la aplicación de casi tres décadas de reforma educacional en Chile no está funcionando. Aunque existe algo más profundo aún. Como educación ha sido uno de los “ejes ideológicos” del Ajuste, es probable que la evidente inadecuación del Ajuste Económico a la realidad del desarrollo chileno, se esté evaluando por los resultados en el sector de la educación.



En el proceso de movilizaciones un aspecto central del problema ha pasado inadvertido y que sea tal vez lo más determinante. El modelo educacional chileno es obra y gracia de los programas de reforma sectorial implementados a escala mundial por el Banco Mundial y que las economías de cada país debían adoptar imperativamente para poder ser rescatados de las falencias económicas de la crisis de los años 70 que se prolonga en los 80 del siglo pasado .



Los que protestan para que la educación vuelva a ser gratis, en su mayoría ni siquiera habían nacido, aunque sí sus padres que sufrieron el cambio de rumbo de la economía, especialmente los de ingresos medianos y bajos.



Las economías de cada país, tanto de los agrupados bajo la OCDE y los más subdesarrollados, debían adoptar imperativamente para poder ser rescatados de la crisis, un modelo económico basado en la privatización, la desregulación y la apertura de mercados internacionales. Esta era una condición sine qua non, en el caso de países más endeudados como Chile, para obtener préstamos externos del FMI fundamentalmente.



La idea central consiste en aceptar la condicionalidad de la deuda externa de los países en vías de desarrollo para acceder a los recursos monetarios que les permitiera equilibrar sus economías. Esto es, reducir la inflación y contener tanto el gasto como la deuda fiscal y precarizar el empleo con la llamada flexibilidad laboral, para mejorar la competitividad. Un aspecto central del modelo es la reducción del costo del trabajo para la revalorizar el capital estimulando indirectamente el desempleo o empleo precario.



Los problemas de balanza de pagos y equilibrio fiscal para recomponer el valor del capital significó una transformación estructural de las economías con un eje: aumentar la rentabilidad en cualquier espacio de inversión de capital, independiente del origen y la velocidad de su recuperación.



Educación y salud, dos sectores de inversión de capital con rentabilidad de lenta maduración, (educación más que salud) fueron escogidos bajo el precepto de que el aumento de la eficiencia de estos dos sectores debería provenir de la libre participación en el mercado logrando así la competencia perfecta. El Estado en este caso (“propietario de educación) al alterar el libre juego de las fuerzas del mercado, impide el equilibrio de la competencia perfecta estimulada por el libre mercado, que es como se genera la mayor eficiencia. La figura teórica cuyo origen es Adam Smith, que podría ser viable en peras y manzanas, en educación concebida como otra fábrica que confecciona un producto que se coloca en el mercado es burda y raya en la falacia.



El proceso de gestación de la reforma educacional como un componente vital del ajuste, se inicia con la dictadura militar, que se implementa con una medida fuerza principal: la privatización de la enseñanza. El foco es que funcione en un sistema de rentabilidad para su gradual autofinanciamiento, en donde familias, sostenedores (dueños), apoderados, alumnos, y personal técnico y administrativo de la escuela conformen un bloque empresarial. El colegio es el lugar físico, las personas son sus productores. Entre ellos, el estudiante, que debe demostrar competencia para proseguir su educación. La reforma continúa en los años 90 con el advenimiento de la democracia. Tanto el soporte técnico como financiero de una reforma que no resolvió los problemas de fondo, como ha quedado demostrado por el registro político derivado del movimiento estudiantil, provienen de una estrecha asociación técnica y política entre el Banco Mundial y los gobiernos de la coalición de centro-izquierda llamada Concertación que gobernó en Chile 20 años.

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CHILE: Las causas del malestar social y la crisisd e la Educación.

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Es así que en toda la resonancia política generada por el movimiento, la gravitación del Banco Mundial en la educación en Chile ha estado ausente en el debate. Educación ha sido el “caballito de Troya” del sistema económico, sobre el cual de edifican desigualdades funcionales al sistema y en donde se genera la ideología del modelo desde el temprano aprendizaje. El niño apenas tiene uso de razón internaliza que el tema de educarse cuesta dinero, que el como sujeto forma parte del mercado.



El Banco Mundial ha invertido gruesas sumas en mejorar la calidad de la educación chilena. En 1992 con un préstamo de U$S 170 millones a 15 años, para el programa de mejoramiento de la calidad de la educación (MECE.1996). En 2006 aprobó otro crédito de U$S 60 millones, para el mejoramiento de la educación universitaria e investigación científica. De esos 170 millones de dólares una parte menor se destinó a la educación secundaria.



El Banco Mundial ha elogiado el resultado de la reforma educacional chilena y el rendimiento de sus componentes principales, descentralización, financiamiento, Jornada Escolar Completa (JEC), Ley Orgánica Constitucional para la Enseñanza (LOCE) y los sistemas de evaluación. “ El resultado es uno de los sistemas educacionales más innovadores, costo eficiente, y comparativamente equitativos entre los países en vías de desarrollo”. Así son las conclusiones del informe “ Education Reforms in Chile: A lesson in pragmatism”. (Banco Mundial 2000).



Si bien la Concertación de partidos por la democracia no inventó el Ajuste y la reforma de los 80, se vio obligada a mantener los principios y concentrarse a mejorar los aspectos de cobertura y calidad en la medida que los compromisos con el Banco Mundial no fueran alterados.



El Ajuste está explicado casi a la perfección en Crisis y Ajuste a la Economía Mundial (Arrizabalo, X. Editor, 1997) que debería ser un libro de cabecera para entender cómo funciona el sistema. Para los “cabezas de músculos” del modelo económico que pomposamente se le llama neoliberal, y que de liberal no tiene nada excepto el libre mercado, debería ser lectura obligatoria 365 días en el año como penitencia por haber provocado el actual fracaso.



Desafortunadamente se impuso como axioma en los años 80 y del cuál ha sido difícil desprenderse. Es como una ideología de punta en el actual entramado del conservadurismo protagónico en países que lideran al resto. Es la ideología del Tea Party de los republicanos en EEUU, de Sarkozy en Francia, de Cameron en Inglaterra, en el aspirante Rajoy en España.



En el cono sur de esta región, esa filosofía de la educación como producción para un mercado es liderada por la alianza conservadora que gobierna en Chile, y tiene muchos adherentes en la centro -izquierda particularmente en el sector tecnocrático.



Hay como un acto de fe en el sentido de la imposibilidad técnica (¿y política?), de echar pie atrás. Como que la educación privatizada como parte del engranaje del mercado está para quedarse porque el actual modelo económico lo exige. Es probable que estos adláteres de la educación como elemento central del modelo económico, no solo tengan la razón técnica sino que representan fielmente el desmán político causado por el triunfo del conservadurismo en esta época, porque la mayor parte de ellos provenían de sectores de la izquierda desencajada y desconsolada por épicas rasgadas en su propia ineficiencia. Ha sido una generación de técnicos y políticos que se ha equivocado dos veces, de allí ese marcado divorcio entre los que protestan y la elite política, donde no se hace distinción. En Chile vienen fracasando desde hace más de 40 años.



Como conclusión. Las misma escasez de posibilidades abiertas por las movilizaciones estudiantiles de 2006, continúan siendo válidas en la crisis política causada por el actual movimiento: a) que la calidad de la educación mejore bajo una moderada reforma de las actuales estructuras que han fallado; b) que el estado asuma un rol más protagónico en administración y finanzas, lo que requiere de una reforma tributaria y otra de tipo constitucional; y c) que el movimiento haya creado nada más que un nuevo clima de expectativas que después será imposible cumplirlas porque en el país no existe un clima para reformas profundas.


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lunes, 29 de agosto de 2011

Bancarrota capitalista: Se agotaron las aspirinas. Crisis, fraudes, penas, calamidades, recesión, depresión, default y bancarrota “final”.

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Una caída del America desataría quiebras generalizadas, pero lo mismo ocurriría con las alternativas para salvarlo. Una inyección de capital, del orden de los 60 mil millones de dólares, provocaría una reducción fuerte del precio de sus acciones (superior al derrumbe que ya experimentó: en lo que va del año, sus precios se derrumbaron desde 14 a 7 en el día de hoy, o sea un 50%) y la consecuencia sería una extendida depresión en la Bolsa. Si, como otra opción, declarara una quita del valor de sus préstamos para facilitar su cobro a los clientes, el resultado sería una depresión aún mayor en el mercado crediticio. La variante que se vislumbra es que sea adquirido por el J.P. Morgan, que para eso requeriría un fortísimo subsidio del Banco Central (FED), en momentos en que la emisión monetaria ha tomado proporciones gigantescas. Según las versiones, "el secretario (del Tesoro) se habría ya comprometido a facilitarle al comprador unos 100.000 millones de dólares con objeto de que la entidad (Morgan) complete la compra", pero se estima "que el Bank of America requiere una ampliación de capital de 200.000 millones de dólares". El costo del seguro contra un ‘defol' del Bank of America ha subido cerca de 500 puntos sobre la tasa que se usa como referencia. Todo lo que se creía sólido se deshace en el aire.


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Bancarrota capitalista: Se agotaron las aspirinas.


Crisis, fraudes, penas, calamidades, recesión, depresión, default y bancarrota “final”.


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Viernes 26 de agosto del 2011.


Jorge Altamira (especial para ARGENPRESS.info)



Cuando ingresa en su quinto año, la bancarrota capitalista que comenzó a mediados de 2007 avizora su fase más aguda. Se habla ni más ni menos que de la caída del Bank of America, uno de los primeros de Estados Unidos. El Bank of America había absorbido en el primer año de la crisis a rivales como Countrywide -el cual estaba hasta el cuello en créditos incobrables por hipotecas- y se había quedado con otro en el tope del ranking -el poderoso Merril Lynch. Semejantes bocados lo atoraron, debido a las enormes deudas que habían contraído estos bancos para financiar la especulación inmobiliaria.



A esta calamidad, se han sumado las penas y resarcimientos que deberá pagar por el fraude que cometió con otros bancos en oportunidad del ‘defol' de la mayor aseguradora del mundo, AIG. Por medio de la intervención del secretario del Tesoro norteamericano, el America se hizo pagar los créditos que tenía sobre AIG unas pocas horas antes de que la aseguradora declara la cesación de pagos; el mismo beneficio recibieron otros bancos, como el francés Société Gènerale.



Una caída del America desataría quiebras generalizadas, pero lo mismo ocurriría con las alternativas para salvarlo. Una inyección de capital, del orden de los 60 mil millones de dólares, provocaría una reducción fuerte del precio de sus acciones (superior al derrumbe que ya experimentó: en lo que va del año, sus precios se derrumbaron desde 14 a 7 en el día de hoy, o sea un 50%) y la consecuencia sería una extendida depresión en la Bolsa. Si, como otra opción, declarara una quita del valor de sus préstamos para facilitar su cobro a los clientes, el resultado sería una depresión aún mayor en el mercado crediticio. La variante que se vislumbra es que sea adquirido por el J.P. Morgan, que para eso requeriría un fortísimo subsidio del Banco Central (FED), en momentos en que la emisión monetaria ha tomado proporciones gigantescas. Según las versiones, "el secretario (del Tesoro) se habría ya comprometido a facilitarle al comprador unos 100.000 millones de dólares con objeto de que la entidad (Morgan) complete la compra", pero se estima "que el Bank of America requiere una ampliación de capital de 200.000 millones de dólares". El costo del seguro contra un ‘defol' del Bank of America ha subido cerca de 500 puntos sobre la tasa que se usa como referencia. Todo lo que se creía sólido se deshace en el aire.



Perdidos en Europa



De mayor alcance es lo que ocurre en Europa. Un banco pequeño de Grecia (de sólo 35 sucursales) tuvo que ser rescatado de la quiebra por parte de cuatro bancos de mayor porte para evitar una corrida de depositantes, que habría noqueado incluso a los grandes bancos de Europa que tienen una fuerte exposición a la deuda estatal y a los bancos de Grecia. El Banco Central Europeo, sin embargo, no aportó dinero a este operativo, porque los bancos griegos agotaron las garantías para acreditar ante el BCE. El pilotaje lo tuvo que asumir el Banco Central de Grecia, el que sumó así nueva deuda con el BCE, y la enorme deuda pública de Grecia, que es el garante último del Banco Central del país. Este rescate precario e improvisado ha aumentado las dificultades de España e Italia para acceder al mercado de créditos para financiar el pago de la deuda pública. La desvalorización que sufrirá esta deuda afectará fuertemente la solvencia de los bancos acreedores del Estado y la tendencia a una corrida contra ellos. Los bancos españoles están en la primera línea de fuego.



Como resumen general, se constata que los rescates de bancos realizados por gobiernos y bancos centrales a partir de comienzos de 2008 ha concluido con una nueva crisis financiera y fiscal aún mayor de los Estados, la cual repercute sobre los bancos que, durante toda la crisis, han especulado con la compra de deuda pública. Los ajustes fiscales, a partir de finales de 2009, y los despidos, reducciones en la jornada de trabajo y de los salarios golpearon fuerte a la demanda de consumo y de inversión, precipitando una nueva recesión. Estos ataques a los trabajadores aumentaron la tasa de explotación de la fuerza de trabajo por parte del capital, pero acentuaron la insolvencia financiera (la capacidad de repago de los préstamos) como consecuencia de la recesión. Se manifestó, de este modo, la tendencia de la crisis a quebrar las relaciones sociales propias del capitalismo (ausencia de crédito y una nueva crisis monetaria).



De nuevo la madre de todas las crisis: la monetaria



A este regreso de la crisis monetaria responde la suba descomunal del oro (llegó, hace tres días, a cerca de dos mil dólares la onza), mientras el precio del petróleo ha estado cayendo (algo que los analistas consideran relacionado con un horizonte económico recesivo). El oro no es considerado materia prima, sino refugio del capital bajo la forma metálica. El dinero y el capital se retiran del mercado y de la acumulación ampliada, y se repliegan al atesoramiento. Al mismo fenómeno responde -aunque no por mucho tiempo- la suba paradójica del precio de la deuda pública de Estados Unidos. Se trata de una forma disimulada de corrida bancaria: ocurre que los poseedores de enormes masas de dinero en forma líquida (4 billones de dólares) las están retirando de bancos y fondos especulativos por temor a una quiebra, para refugiarse en el santuario ‘políticamente seguro' de la deuda pública norteamericana. Pero la escasa remuneración que ofrece la compra de deuda pública de Estados Unidos perjudica el negocio bancario, que paga más por los depósitos que recibe que lo que cobra por los títulos del Tesoro que compra con esos depósitos. El resultado es que algunos de ellos (Mellon de Nueva York) han comenzado a desalentar el ingreso de depósitos mediante el cobro de una comisión.



La crisis monetaria ha retornado a la economía mundial, como ocurriera en las vísperas del derrumbe de Lehman Brothers en septiembre de 2008, cuando paralizó el comercio mundial y las transacciones financieras. El mercado monetario, donde se otorgan y renuevan los préstamos de cortísimo plazo (de un día hasta seis meses), ha sufrido una fuerte caída. Se comienza a hablar de un tercer plan de inyección monetaria para reactivarlo por parte de la FED, pero los principales observadores desechan que pueda tener efectos prácticos: los mercados están llenos de plata, no necesitan que ingrese más -el problema es que ese dinero se movilice. El recurso a la impresión de billetes para rescatar bancos se ha agotado; otra cosa sería que sirviera a un plan económico de conjunto para reconstruir a la sociedad sobre nuevas bases. El capitalismo se enfrenta a lo que procuró evitar: un replanteo político de conjunto. Ingresamos al punto más alto de la crisis.



El choque político



Varios comentaristas han atribuido la ‘politización' de la crisis mundial a la descalificación, que consideran arbitraria, de la deuda norteamericana por parte de las calificadoras de riesgo. En realidad, estas calificadoras llegaron tarde, si se tiene en cuenta que la deuda de conjunto de Estados Unidos es de 22 billones de dólares ¡un 150% del PBI! El monto suma la deuda federal (14,5 billones); las deudas de Estados y municipios (unos 2 billones de dólares) y la deuda de las agencias hipotecarias del Estado (5 billones y medio). Es impagable a su valor actual. El voltaje político que hay que asignar a esta rebaja de calificación pasa, antes que nada, por el hecho de que los acreedores más importantes son internacionales -China y Japón-, mientras que el principal acreedor interno es (como en la Argentina K) el Banco Central y los Fondos de Pensiones.



La rebaja de calificación desvaloriza la deuda: ‘licúa', por un lado, los activos en poder de los jubilados y de los consumidores y, por el otro, el de los rivales del exterior. Estamos ante una presión para que Japón y, en mucha mayor medida, China, revaloricen sus monedas, para que sustituyan así la desvalorización del dólar. Una revalorización de la moneda de China favorecería el comercio de sus competidores y aumentaría la deuda interna en China medida en dólares; lo que desataría una crisis en regla en el país asiático. China ha respondido con una advertencia política: le exigió a Estados Unidos una reducción de los gastos militares, para pagar la deuda, y botó el primer portaviones nuclear, que Obama cuestionó con una advertencia ‘dura'. China no tiene márgenes: ahora mismo la inflación en el país está creciendo -especialmente y en gran medida en los alimentos básicos, muy sensibles para la población.



Europa atraviesa un proceso de características similares (crisis monetaria y política). Su capacidad para financiar el pago de la deuda pública de sus países se ha agotado; lo mismo vale para los ajustes fiscales. Se ha puesto en marcha una reestructuración insignificante de la deuda de Grecia, que carece de magnitud o profundidad para resolver el ‘defol'. El reemplazo de las deudas nacionales impagables por una deuda única de Europa, para hacerlas más solventes, solamente cambiaría el asunto si la carga del endeudamiento sustituto la asumieran los Estados más fuertes (Alemania y Francia), pero esto sería equivalente a subsidiar el rescate de sus competidores.



Sólo podrían admitir ese rescate si antes el resto de los países cedieran sus soberanías para que, Alemania en especial, pudieran reorganizar sus economías en función de la industria alemana. La dimensión de la crisis la dejó ver recientemente el magnate George Soros, cuando planteó que Grecia y Portugal debían retirarse de la zona euro (no sin antes asegurar el pago de deudas y depósitos en euros) para cerrar filas entre los países restantes y de este modo salvar a la moneda común y a la Unión Europea. Pero esta salida implicaría un ‘defol' de esos dos países y la quiebra de los bancos acreedores de varios de los Estados acreedores de Grecia. Soros caracterizó una desintegración de la UE como la etapa última y final de la crisis en curso.



Nouriel Roubini, un economista con laureles, la ve de otro modo: es necesaria -dice- una reestructuración de la deuda hipotecaria de Estados Unidos, que saque del ‘defol' y del desalojo a 11 millones de familias y, en forma complementaria, obligar a los accionistas y acreedores de los bancos que dieron hipotecas a que carguen con las pérdidas correspondientes. A partir de aquí recomienda un fuerte aumento del gasto fiscal para recuperar la demanda. Que se diga esto, luego de que Obama pactara con los republicanos lo contrario, es un síntoma inconfundible de la violencia de la crisis política que asoma en Estados Unidos. Incluso el multimillonario Warren Buffet reclamó que los ricos paguen más impuestos para financiar un programa de obras públicas. La fase de las opciones políticas en el desarrollo de la crisis forzará a la participación masiva de las diferentes clases de la sociedad.



El núcleo



Las diversas explosiones -tanto económicas como políticas e internacionales- de la bancarrota capitalista se están acercando al núcleo del reactor. La vigencia de un programa de transición que opere como un factor de movilización de masas, entre la situación actual y la meta de la reorganización socialista de la sociedad (que la crisis la paguen los capitalistas), está más clara que nunca.


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Joseph Stiglitz: Del aula a la Puerta del Sol. Numerosos Profesores de Universidad y Catedráticos se han involucrado en el movimiento 15-M.

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"La intervención de Stiglitz fue la escenificación de algo que ya sabíamos: hay intelectuales de muy alto nivel que están promoviendo propuestas de la misma naturaleza que las del 15-M". Lo dice Bibiana Medialdea, profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid, que participó en el movimiento desde el mismo 15 de mayo, cuando acudió a la manifestación de Madrid. "Me gustaría que la gente que dice eso de perroflautas se pasara a ver, por ejemplo, una reunión de nuestra comisión. El nivel de la gente es altísimo, mucha está muy formada, y, si hay un tema especialmente complicado, se hacen talleres de formación o se buscan expertos; la capacidad de trabajo es ingente y va para largo", señala. Medialdea considera que lo que ha sucedido en los últimos meses supone un cambio que rompe con el panorama anterior: "Desde dentro, te das cuenta de que el movimiento, además de grande, es profundo".


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Magáfono en mano, Joseph Stiglitz, Nobel de Economía, durante su intervención en una Asamblea del 15-M, el pasado 26 de julio.

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Joseph Stiglitz: Del aula a la Puerta del Sol.


Numerosos Profesores de Universidad y Catedráticos se han involucrado en el movimiento 15-M.


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Ana Requena Aguilar.


Madrid. Público. es Domingo 28 de agosto del 2011.


Un domingo de finales de julio, en plena actividad del I Foro Social del 15-M en el parque madrileño de El Retiro, el megáfono que pasaba de mano en mano se detuvo en un interlocutor algo especial. Era Joseph Stiglitz, profesor universitario y Premio Nobel de Economía, crítico con la globalización y el neoliberalismo, que se acercó para curiosear y compartir reflexiones. Muchos otros profesores, catedráticos e investigadores universitarios participan activamente en el 15-M desde sus comienzos y ayudan a generar un entramado teórico que sostiene las propuestas del movimiento.


"La intervención de Stiglitz fue la escenificación de algo que ya sabíamos: hay intelectuales de muy alto nivel que están promoviendo propuestas de la misma naturaleza que las del 15-M". Lo dice Bibiana Medialdea, profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid, que participó en el movimiento desde el mismo 15 de mayo, cuando acudió a la manifestación de Madrid. "Me gustaría que la gente que dice eso de perroflautas se pasara a ver, por ejemplo, una reunión de nuestra comisión. El nivel de la gente es altísimo, mucha está muy formada, y, si hay un tema especialmente complicado, se hacen talleres de formación o se buscan expertos; la capacidad de trabajo es ingente y va para largo", señala. Medialdea considera que lo que ha sucedido en los últimos meses supone un cambio que rompe con el panorama anterior: "Desde dentro, te das cuenta de que el movimiento, además de grande, es profundo".


Ayudan a fortalecer un entramado teórico que sostiene las propuestas del movimiento


Qué suceda en el futuro le parece imprevisible, pero asegura que sus expectativas respecto al 15-M han sido siempre rebasadas con creces. Sin embargo, ve las elecciones generales del 20 de noviembre como uno de los retos que el movimiento tendrá que afrontar: "No me cabe duda de que lo hará de forma inteligente, ya lo ha hecho antes, por ejemplo, ante la respuesta policial". Medialdea, que también ha venido acudiendo a la asamblea de su barrio, opina que el sustrato es "sólido" y que los consensos de las asambleas dan especial fuerza a las propuestas que se hacen.


A pocos metros de ese Stiglitz que intervino en zapatillas y camiseta, estaba Jorge Fonseca, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense y metido de lleno en la comisión de economía del 15-M. Desde allí, trabaja con los demás miembros, economistas y profanos, para elaborar una lista de propuestas y seguir de cerca la turbulenta actualidad económica. "Me gratifica ver la amplia implicación popular de distintos estratos sociales, edades, generaciones... con pluralidad de ideas aunque mayoritariamente progresistas. La actitud es solidaria, algo que parecía desaparecido, con voluntad de colaboración, respeto y sensibilidad. Esto ya, independientemente del derrotero que tome todo, es algo que nadie le podrá quitar a la sociedad española", asegura.


Para Fonseca, el 15-M servirá para activar un cambio a mejor en la sociedad, aunque se muestra prudente: "Dependerá de lo que hagamos, de la actitud de la sociedad, porque desde el poder económico se intenta deslegitimar el movimiento; saben que es una barrera para sus intereses, que consisten en profundizar en estas políticas de recortes".


Monedero considera una victoria "el proceso de politización" que se ha generado


Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Complutense de Madrid, ha sido, desde el principio, un asiduo de la Puerta del Sol y alrededores. Allí ha participado en la comisión de política a corto plazo, en asambleas y otro tipo de convocatorias, como las últimas marchas tras el desalojo de Sol. "El 15-M entronca con el pasado pero es radicalmente nuevo", dice Monedero, que habla, por ejemplo, del movimiento altermundista, del No a la Guerra o del movimiento V de Vivienda como importantes precedentes. Monedero argumenta que el 15-M ha entendido que el modelo actual "está agotado" y que necesita respuestas desde todos los ámbitos. "La gran victoria es el proceso de politización que se ha generado, ha aumentado la conciencia de la gente; hay que crear un nuevo contrato social, sentar las bases de una nueva convivencia y el 15-M se ha situado en esa grieta", afirma.


Asambleas vinculantes


En la asamblea del barrio, en los grupos de universidad y de economía, en los foros sociales... Concha Mateos, que da clases en Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos, procura participar todo lo que puede. Ha escrito incluso varias crónicas en inglés para trasladar lo sucedido fuera de España. Pertenecía a ese sector que urgía a acabar rápidamente la fase de la acampada de Sol: "El movimiento tenía que salir de ahí, porque era algo mucho más grande que Sol; se está construyendo un nuevo sujeto político, es un proceso a largo plazo".


Fomentar una ciudadanía "consciente y exigente de la política que quiere", objetivo clave


Mateos no cree que el 15-M deba sentirse concernido por las elecciones de noviembre, ya que se trata de la misma vara de medir que el movimiento intenta derribar. "Es muy importante que consigamos una ciudadanía consciente y exigente de la política que quiere. Además, creo que las asambleas populares deberían ser vinculantes y formar parte de la vida política", señala.


Cada día que pasa, Jon Sanz sigue sorprendiéndose con la alta implicación de la gente y las "ganas de resolver problemas, incluso a través de asambleas que se prolongan horas". Sanz es profesor de Químicas en la Complutense y, desde la manifestación del 15 de mayo, ha participado en asambleas y en varios grupos de trabajo. Ve por delante un otoño "interesante", tanto en el trabajo de base y los debates como en las movilizaciones.


"El movimiento siempre se va a poder regenerar, es lo bueno del sistema asambleario", afirma Ricardo Molero, investigador de la Facultad de Ciencias Económicas de la Complutense y un miembro más del 15-M. Molero ve en el movimiento la fortaleza suficiente para continuar adelante, aunque es consciente de las dificultades que se encontrarán para lograr que algunas de sus propuestas se lleven a cabo. "Creíamos que el verano iba a suponer un bajón, pero las manifestaciones por el desalojo fueron multitudinarias, los grupos de trabajo y los talleres siguen adelante, hay una actividad sorprendente", concluye.


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