miércoles, 30 de octubre de 2013

LA CRISIS SE ALARGA… LO QUE URGE ES SALIR DEL CAPITAL. La crisis civilizatoria y el agotamiento del modelo.....

&&&&&
Nuestro preocupación no es tanto “salir de la crisis” como salir del capitalismo, pensando que Las crisis son momentos de paradojas y de posibilidades. […] Podría ser que no hubiera soluciones capitalistas efectivas a largo plazo a esta crisis del capitalismo (aparte de una vuelta a las manipulaciones del capital ficticio). En este estadio, los cambios cuantitativos llevan a deslizamientos cualitativos y hay que tomarse en serio la idea de que podríamos estar precisamente en ese punto de inflexión en la historia del capitalismo. Cuestionar el futuro del capitalismo como sistema social viable debería estar por tanto en el centro del debate actual. Sabemos también, por otra parte, que las organizaciones obreras, los movimientos sociales y el marxismo y nosotros mismos mismo no escapamos a la crisis. Han sido conmovidos o trastocados los puntos de referencias (materiales, organizativas y conceptuales) que orientaron el combate por la emancipación social durante un largo período histórico que ha quedado atrás. No se trata sólo de la implosión del mal llamado “campo socialista”, sino de la completa integración al sistema de la socialdemocracia, los grandes partidos comunistas y los movimientos de liberación nacional, que habían jalonado políticamente el curso del siglo XX. Y la derrota o impasse de las corrientes de extrema izquierda. Junto a las transformaciones y tensiones que implica la crisis civilizatoria.  Incluso en Nuestra América, donde la cartografía del cambio viene siendo diseñada por múltiples luchas y organizaciones populares que son protagonistas o herederas de grandes confrontaciones con los gobiernos neoliberales, y en la misma Venezuela bolivariana y chavista que asume la perspectiva del socialismo del siglo XXI, está planteado el tremendo desafío de fecundar las luchas defensivas y reivindicativas con una concreta perspectiva emancipatoria que ensaye y articule desde ahora experiencias no capitalistas y formas de poder popular que las efectivicen y extiendan.
/////


“Asistimos al derrumbamiento de un mundo que se convertirá en escombros” 
***
LA CRISIS SE ALARGA… LO QUE URGE ES SALIR DEL CAPITAL.
La crisis civilizatoria y el agotamiento del modelo de organización económica, productiva y social.
*****

Herramienta miércoles 30 de octubre del 2013.

La crisis iniciada en los años 2008-2009 ha motivado incontables artículos periodísticos y académicos. Pese a lo cual, en el mainstream del pensamiento económico, brilla por su ausencia una reflexión crítica sobre las contradicciones y antagonismos del capitalismo que llevaron (¡una vez más!) a la catástrofe. Semejante ceguera ideológica y de clase fue denunciada hace ya mucho:

En las crisis del mercado mundial estallan las contradicciones y los antagonismos de la producción burguesa. Y en vez de indagar en qué consisten los elementos contradictorios, que se abren paso violentamente en la catástrofe, los apologistas se conforman con negar la catástrofe misma y, a despecho de su periodicidad fiel a una ley, se obstinan en sostener que si la producción se atuviese a las reglas de sus manuales, jamás existirían crisis (Marx, 1974: 31).

Los años pasaron, pero la ceguera persiste. Interpelados por la reina de Gran Bretaña Isabel II, los académicos de la London School of Economics confesaron que esta nueva crisis los había sorprendido porque habían perdido de vista “los riesgos sistémicos” y se habían extraviado “en una política de denegación” (Harvey, 2012:). Para los marxistas, en cambio, “hablar del capital es hablar de su crisis” (Joshua, 2012: 16) con explicaciones que ponen el acento, alternativamente, en el sub-consumo, la financierización, la sobreproducción o la caída de la tasa de ganancia (Katz, 2013: 24). Más que terciar en esas polémicas, pretendemos abordar los rasgos característicos esta crisis económica general, así como el contexto de crisis civilizatoria en que se inscribe. Concluyendo con una breve digresión sobre nuevos condicionamientos y desafíos que enfrenta el viejo y largo combate por la emancipación social. Para que el apuro por “salir de la crisis” no nos oculte que lo urgente es salir del capitalismo.

El legado de Marx.

La colosal empresa crítica de Marx es un apoyo imprescindible para indagar más allá de las apariencias y la confusa superficie de las cosas, buscando en el corazón del sistema las razones de la sinrazón, la lógica de lo ilógico, las contradicciones subyacentes a las crisis. Ya el Manifiesta Comunista se refería a “las crisis comerciales, que, en su periódica recurrencia, ponen en cuestión de manera cada vez más amenazante la existencia de la entera sociedad burguesa”, con una calamidad jamás vista en el pasado: “la epidemia de la sobreproducción”. Y avanzaba un diagnóstico que no envejeció:

¿De qué manera supera la burguesía las crisis? Por un lado, a través de la forzada aniquilación de una masa de fuerzas productivas; por otro lado, a través de la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensiva de los viejos. ¿De qué manera, pues? Preparando crisis cada vez más multilaterales y poderosas, y reduciendo los medios para prevenir las crisis. (Marx-Engels, 2008:32,33).

La multifacética crítica de la economía política y el capital desarrollada por Marx debía culminar un libro o capítulo denominado “El mercado mundial y las crisis”, concebida como una sección final …en la cual la producción está puesta como totalidad al igual que cada uno de sus momentos, pero en la que al mismo tiempo todas las contradicciones se ven en proceso. El mercado mundial constituye a la vez que el supuesto, el soporte del conjunto. Las crisis representan entonces el síntoma general de la superación de [ese] supuesto y el impulso a la asunción de una nueva forma histórica. (Marx, 1971: 163).

Lamentablemente, esa “sección final” nunca se escribió. Lo que sí tenemos son las tres determinaciones de la crisis expuestas en El capital: 1ª) en una sociedad productora de mercancías, la separación entre la esfera de la producción y la esfera de la distribución es la primera condición de posibilidad para una crisis; 2ª) se deriva de la diferencia entre el ritmo de rotación del capital fijo y el ritmo de rotación del capital circulante; 3ª) es la que se relaciona con la denominada “ley de tendencia decreciente de la tasa de ganancia”. Aunque estas determinaciones surgen de un formidable corpus de investigaciones y análisis, Marx concluye en un lacónico párrafo:

La inmensa capacidad productiva, con relación a la población que se desarrolla dentro del régimen capitalista de producción, y aunque no en la misma proporción, el aumento de los valores-capitales (no solo el de su sustrato material), se halla en contradicción con la base cada vez más reducida, en proporción a la creciente riqueza, para la que esta inmensa capacidad productiva trabaja, y con el régimen de valorización de este capital cada vez mayor. De aquí las crisis. (Marx, 1973: 262-3).

¿De aquí las crisis? Tan simple constatación disimula una gran complejidad: …tras la apariencia económica de la ley de “la baja tendencial” se manifiesta el conjunto de las barreras sociales con que choca la acumulación del capital (…) No es esta una ley mecánica o física, sino una “ley social” (si es que el término ley es el adecuado). Su aplicación depende de múltiples variables, de luchas sociales de resultado incierto, de relaciones fuerzas sociales y políticas inestables (…) Las crisis no constituyen pues límites absolutos a la producción y al consumo de riquezas sociales, sino contradicciones relativas a un modo de producción específico”. (Bensaïd, 2009: s/n).


El capitalismo moderno ha llegado al final de su camino. No es capaz de sobrevivir como sistema,” ...“Lo que estamos viendo es la crisis estructural del sistema. Una crisis estructural que comenzó en la década de los setentas del siglo XX y que mantendrá sus nefastos estertores por diez, veinte o cuarenta años. No es una crisis a resolver en el curso de un año o un momento. Se trata, pues, de la mayor crisis de la historia. Estamos en la transición a un sistema nuevo y la lucha política real que se ha desatado en el mundo con el repudio de la gente, no plantean el nuevo curso del capitalismo, sino sobre el sistema que habrá de reemplazarle”. Inmanuel Wallerstein.
*****

Consideramos al capital constante como elemento explicativo de la caída en la tasa de ganancia (aumento en la composición orgánica del capital), y también como factor explicativo de la superproducción (sobre-acumulación de capital). Sin embargo, aunque el aumento en la composición orgánica del capital y la caída en la tasa de ganancia sean condiciones formales para la crisis, no explican la crisis misma. Lo mismo cabe decir del limitado poder de consumo de la sociedad, que es una condición general de la producción capitalista. Considerando que el proceso de valorización es la unidad del proceso de producción y del proceso de circulación, puede agregarse que la contradicción básica del modo de producción capitalista es

…la contradicción entre el desarrollo absoluto de las fuerzas productivas del trabajo vivo y el propósito de este desarrollo, específicamente la preservación y valorización del trabajo objetivado en el capital constante existente. Esta es la contradicción que lleva a la sobre acumulación de capital y empuja a que el capital excedente trate de encontrar un modo más insano de valorizarse “sin desempeñar ninguna función productiva, es decir, sin crear plusvalor excedente (Marx)” (Baronian, 2013:172/3).

Lo dicho no aporta una explicación pret a porter de las crisis, sino instrumentos teóricos para hacer abordajes concretos de crisis concretas. De igual modo, la periodicidad de las crisis (“ciclos constantemente repetidos cuyas fases sucesivas abarcan años enteros y que desembocan siempre en una crisis general, final de un ciclo y arranque de uno nuevo” (Marx, 1973: 536) no implica suponer que los ciclos sean monótonamente iguales a sí mismos. Por el contrario, difieren tanto en la magnitud como en su mecánica, desenlace y consecuencias.

Crisis de ayer y de hoy.

¿Cuándo y cómo terminará la crisis? Reconociendo la imposibilidad de “adelantar pronósticos cuantitativos precisos” hay quienes hacen “un pronóstico social y cualitativo” afirmando que una vez cumplida la labor destructiva de la crisis …estará en marcha la fase ascendente de un nuevo ciclo a nivel mundial. La crisis empieza a queda atrás y el costo principal de su solución habrá recaído sobre los explotados y oprimidos (…) la lección más importante que se puede sacar de todo esto es que en tanto no se cuestione la relación de explotación capitalista, esta historia estará destinada a repetirse, en sus rasgos más gruesos. (Astarita, 2009: 278/9).

Aunque así ocurriera, la concepción misma de una historia destinada a repetirse me resulta insatisfactoria. Pienso más bien que …la historia no se repite, ninguna crisis cíclica mundial se parece a otra y todas ellas para ser realmente entendidas deben ser incluidas en el recorrido temporal del capitalismo, en su gran y único súper ciclo, es lo que nos permite por ejemplo distinguir a las crisis cíclicas de crecimiento juveniles del siglo XIX de las crisis seniles de finales del siglo XX y del siglo XXI. (Beinstein, 2012: s/n).

Tenemos pues una crisis senil. Podemos dar un paso más y sostener la hipótesis de que estamos inmersos en una crisis sistémica que algunos prefieren denominar “crisis estructural” (ver Duménil-Lévy, 2011: s/n). Son crisis sistémicas las que dan lugar a cambios significativos en el ordenamiento y geopolítica del capitalismo. La que se produjo a fines del siglo XIX, derivó en el pasaje del capitalismo competitivo al monopolista; la que se iniciara en 1929 desembocó, luego de la Segunda Guerra, en el mundo de la ONU, la hegemonía estadounidense, las políticas “keynesianas”, el neocolonialismo… Y aunque sea imposible anticipar el desenlace de la crisis iniciada en el 2008, dado el pleno desarrollo del mercado mundial, la internacionalización de la producción y las finanzas y la decadencia de la hegemonía norteamericana, cabe suponer que sus consecuencias serán también significativas: “Asistimos al derrumbamiento de un mundo que se convertirá en escombros” (Lordon, 2012: s/n).

Después de superada la “crisis del petróleo” de 1975, los débiles índices de crecimiento económico en la economía mundial fueron interpretados como signos de salud del sistema y efectividad de las políticas neoliberales. Sin embargo, esos mismos indicadores pueden ser interpretados de manera radicalmente diferente. Es verdad que la crisis estalló al finalizar la fase de acumulación ininterrumpida más larga en la historia del capitalismo, pero no es menos cierto que el funcionamiento del sistema durante esos cincuenta y tantos años experimentó cambios significativos. Con la recesión de 1973-1975 se terminaron “los Treinta Gloriosos” años que habían sido posibilitados por la inmensa destrucción de capital productivo y de medios de transporte y comunicación que provocaran la recesión de los años 1930 y la Segunda Guerra Mundial. Y desde 1978, aproximadamente, los gobiernos de la Tríada (EE.UU., Europa, Japón) manejaron las contradicciones adoptando tres grandes orientaciones: las políticas neoconservadores de liberalización y de desreglamentación con que se tejió la mundialización, un nuevo régimen de crecimiento sostenido con el endeudamiento privado y el endeudamiento público y la plena incorporación de China en los mecanismos del mercado mundial (ídem: 16).

Aquellos manejos prepararon el actual derrape: una crisis de sobreacumulación de medios de producción, cuyo corolario es la sobreproducción de mercancías. Sobreacumulación y sobreproducción que son “relativas” en tanto su punto de referencia es la tasa mínima de ganancia con la cual los capitalistas continúan invirtiendo y produciendo. En un contexto tal que “las cuestiones esenciales: la sobreacumulación y superproducción, los superpoderes de las instituciones financieras y la competencia intercapitalista” sólo pueden abordarse en el marco de “la integración de China y la plena incorporación de la India en la economía capitalista mundial, [cuando] la densidad de las relaciones de interconexión y la velocidad de interacciones en el mercado mundial alcanzan un nivel jamás visto anteriormente” (Chesnais, 2012:).


Europa, la zona-euro, es el epicentro de las grandes y masivas protestas sociales y políticas de una Ciudadanía indignada frente a las políticas que favorecen íntegramente a los bancos y destruyen los derechos sociales de los trabajadores y los jubilados.
***
Los usos de la crisis.

A un lustro del estallido de la crisis, la sobreacumulación de capital a nivel mundial se mantiene. En algunos lugares de Europa y los Estados Unidos hubo alguna destrucción de capacidades de producción, pero dicho “saneamiento” resulta insignificante en relación a la expansión del sector de bienes de inversión y el incremento de la superproducción en China. También subsisten el peso aplastante del capital ficticio y el desmesurado poder de las finanzas que, con fuertes respaldos político-institucionales y un grado inédito de mundialización financiera, puede imponer políticas y gobiernos que defienden los intereses económicos y políticos de los acreedores, a despecho de los sufrimientos sociales y el riesgo de nuevas convulsiones financieras. La intervención masiva de los Estados como “rescatista de última instancia” alejó la caída en una “Gran Depresión” en cadena pero ello no suple la ausencia o debilidad de instrumentos de política económica “anticíclica”.

Norteamérica exhibe un modesto crecimiento, pero renombrados economistas advierten que se ha ingresado en un período muy largo de crecimiento extremadamente débil y alto subempleo/desempleo (Krugman) y alguno (DeLonge) llegó a decir que la economía estadounidense no está recuperándose sino muriéndose. (Monthly Review, 2013: s/n).
Europa se mantiene en el centro del huracán. Aunque en septiembre 2013 Eurostat ha informado que se salió de dieciocho meses de recesión, no ha desaparecido el riesgo de nuevas crisis bancarias y las secuelas pesan fuertemente: creció la deuda pública pero se redujo la ayuda social y las políticas de ajuste hicieron que se extendieran la desocupación y la pobreza – en Grecia alcanza el 27,7%, en España el 25,5%, en Portugal el 25,3% y en Italia el 24,5%, según estadísticas del 2012. Frente a esto, un coro más o menos desafinado de neoliberales moderados, semi keynesianos y regulacionistas aconseja menos ajustes, más inversión y consumo para recuperar el perdido “círculo virtuoso” de posguerra. Diagnóstico y remedio inconsistentes, porque la realidad fue que terminados “los Treinta Gloriosos” el capital sobre-acumulado no pudo valorizarse al nivel deseado “arriesgándose” en el circuito productivo y se optó por la política de financiarización y desregulación, disimulando las contradicciones con el crédito al consumo hasta que explotaron las sub-prime (ver Tanuro, 2013: s/n).

China. Mucho se ha dicho (y exagerado) sobre la posibilidad de que “la locomotora china” saque del bache a la economía mundial. Y cierto es que el notable crecimiento de la “República Popular” aportó beneficios a los grandes capitales originarios de EEUU, UE, Japón convirtiendo a China en un factor de relativa contención de la crisis. Sin embargo, el aparente “desacople” de China se logró a costa de un desmesurado incremento de la inversión fija (hasta un 46% del PBI) que compensó la caída en las exportaciones y en el consumo, pero multiplicó la sobrecapacidad instalada y los préstamos impagos. Existe una tremenda “burbuja inmobiliaria” y desplazamientos hacia un sistema financiero tipo Ponzy. China no logra mantener el ritmo de crecimiento y puede ser alcanzada de lleno por la crisis. Ya está afectada por los problemas en sus principales mercados de exportación (EE.UU. y la U.E.) e internamente se ve jaqueada por (literalmente) cientos de miles de “incidentes de masas” por año, una “población flotante” de 220 millones (160 millones son desplazados rurales) súper explotados, en un explosivo contexto de polarización social, acumulación de tierras arrebatadas al campesinado y crecientes conflictos ecológicos (Bellamy Foster-McChesney, 2012: s/n). El crecimiento de China, caracterizado por el desenfrenado culto a la urbanización, la fascinación por el asfalto, las infraestructuras y el automóvil es deslumbrante, pasado lo cual veremos una tragedia de incalculables consecuencias: el país más poblado del planeta llegó (tarde) a una civilización en bancarrota (Poch-de-Feliú, 2009: s/n).

El neodesarrollismo latinoamericano se reveló frágil e iluso. El gobierno de Dilma Rouseff creía en el eslogan “Brasil es más fuerte que la crisis”, lo que no impidió ni la ralentización de su economía, ni “los desequilibrios macroeconómicos y las transformaciones cualitativas alentadas por la crisis” que “aceleran la tendencia a la regresión neocolonial que agrava los antagonismos entre desarrollo capitalista, igualdad social y soberanía nacional” (Arruda Sampaio Jr, 2012: 117/118). La masiva protesta popular de junio-julio de 2013 terminó de barrer las ilusiones. Y puede afirmarse para toda Nuestra América, aunque tal vez Argentina sea el ejemplo paradigmático, que “la crisis global en las áreas de la periferia capitalista adopta la forma de una profundización radical de los procesos de acumulación por desposesión”. En otras palabras: “mercantilización, apropiación y control por parte del gran capital de una serie de bienes, especialmente de aquellos que llamamos los bienes comunes de la naturaleza” (Seoane-Algranati, 2012:).

Pareciera que de la crisis no se salva nadie. Al mismo tiempo, hay que decir que no todos la sufren (o aprovechan) de igual manera, puesto que
la desigualdad social se incrementó pronunciadamente desde el inicio de la crisis, lo que significa que los beneficios de la crisis han llenado las arcas de las clases altas (…) El conjunto de la población está sufriendo, el capitalismo como un todo no goza de buena salud, pero la clase capitalista -particularmente la oligarquía- está extremadamente bien. Hay muchas situaciones en las que los capitalistas a nivel individual, actuando en función de sus propios intereses de clase, pueden hacer cosas que son perjudiciales para el sistema capitalista en conjunto. Creo que actualmente estamos en una situación de ese tipo. (Harvey, 2013: s/n).

Situación paradójica, donde todos hablan de “la crisis” para decir cosas distintas y las elucubraciones sobre “la salida de la crisis” o “la luz al final del túnel” son, más que confusas, confusionistas. Naturalizan la crisis, como si fuese una catástrofe inevitable a sobrellevar mientras dure como cada uno pueda y, al mismo tiempo, encierran la idea de que llegado el momento volverán los buenos y viejos tiempos del capitalismo “normal” (y entiéndase por esto lo que se quiera).

Para combatir esa falsa perspectiva, debemos agregar a lo ya dicho sobre el capitalismo y su crisis, que ésta conjuga la sobreacumulación de capital a nivel mundial con la crisis de un “modelo de desarrollo” que fue impulsado por la industria automotriz, el sector de obras públicas y la construcción, con pautas de infraestructura y hábitat de fuerte impacto en términos de empleo y creación de valor y plusvalor. De hecho, a nivel mundial el “desempleo estructural” comenzó bastante antes del estallido de la crisis, y no sólo por la competencia y la des-locación de empresas sino por el incremento de la plusvalía derivado de la utilización de maquinarias y tecnologías más eficaces y la intensificación del trabajo. La mayor productividad se volvió contra los trabajadores. Las empresas producen más con menos asalariados. Y los trabajadores que incrementan sus esfuerzos y multiplicado la productividad aumentan la ganancia empresarial, posibilitan nuevos despidos. Se ha producido un profundo cambio de régimen tecnológico con la irrupción de la microelectrónica en la esfera de la producción y de la informática en la circulación de informaciones. El trabajo muerto desplaza al trabajo vivo aunque esto acentúe la tendencia a la baja de la tasa de ganancia e incremente el precio de la energía y las materias primas, procesos que los capitalistas contrarrestan aumentando la tasa de explotación y acentuando el despojo de los bienes comunes de la humanidad en la búsqueda desenfrenada de “materias primas” (Chesnais, 2013: 17/28).

Llegado a este punto se advierte que la crisis desborda ampliamente lo “económico”. Y más que pensar en términos de “salir de la crisis”, conviene hacerlo en función de salir del capitalismo.


Vivimos un cambio de época histórica, entre otros puntos centrales ¿se acaba la hegemonía del imperialismo?. Su elevada deuda interna lo está destruyendo. Es el país más endeudado del mundo.
***

Crisis estructural, crisis civilizatoria.

En el esfuerzo de ampliar nuestro punto de vista, tanto las crisis breves y limitadas que se multiplicaron a partir de los años setenta del siglo pasado, como la crisis general o sistémica que está en curso, pueden ser consideradas y contextualizadas dentro del marco mayor, epocal si se quiere, de crisis estructural del capital. Immanuel Wallerstein, por ejemplo, sostiene que estamos ante una crisis estructural y que continuaremos en ella por otros veinte o cuarenta años (“es el promedio de tiempo que dura una crisis estructural en un sistema histórico social”), y explica que en este período “el sistema se bifurca, lo que esencialmente significa que emergen dos modos alternos para finalizar la crisis estructural cuando colectivamente se elige una de las alternativas”. Y otro autor, a cuyo punto de vista adhiero, considera que se trata de una genuina novedad histórica por cuanto

…una crisis periódica o coyuntural puede ser dramáticamente grave -como resultó ser la gran “crisis económica mundial 1929-1933”- pero a la vez capaz de admitir una solución dentro de los parámetros del sistema establecido (…) De igual manera, pero en sentido opuesto, el carácter “no explosivo” de una crisis estructural prolongada (…) también puede conducir a la concepción de estrategias equivocadas a consecuencia de una mala interpretación inducida por la ausencia de “tempestades”. (Mészáros, 2009: 399).

Esta “crisis estructural que abarca todo” no queda limitada a una determinada esfera (financiera, comercial o de tal o cual rama productiva, etc.), tiene alcance planetario, se inscribe en la larga duración y su despliegue gradual no excluye la hipótesis de violentas convulsiones. La dominación a escala mundial del capital con su intrínseca incapacidad para reconocer o fijarse límites, activa los límites absolutos del sistema y el orden del capital comienza a perder la capacidad de mantener un relativo control desplazando y/ o postergando el conjunto de sus contradicciones. Valga como ejemplo el antagonismo entre la emergencia de un capital global con objetiva tendencia transnacional y los Estados nacionales históricamente conformados. El Estado es la estructura de comando centralizada imprescindible para que el carácter antagónico y confrontativo del capital no desemboque en su estallido, pero el sueño de un Estado mundial que cumpla dicha función a escala global no fue más allá de la pesadilla del Gendarme mundial americano, que está en decadencia.

Vemos otro ejemplo cuando la expansión del capital lleva a destruir las condiciones de la reproducción metabólica social y desata procesos que amenazan la supervivencia misma de la humanidad, con requerimientos energéticos insostenibles, saqueo y despilfarro de los bienes comunes del planeta, descontrol de los recursos químicos y la agricultura global, despilfarro de un elemento tan vital como el agua.

Sumemos a lo antedicho los recursos volcados en cantidades siempre crecientes a proyectos militares e industrias bélicas según la demanda del complejo militar/industrial y la proliferación de armas nucleares en tales cantidades que el empleo de una ínfima parte de tales reservas bastaría para hacer estallar el planeta.

La activación de los límites absolutos del sistema significa que históricamente se ha pasado de la tan elogiada capacidad de “destrucción productiva” del capital al predominio de la producción destructiva. La incontrolabilidad del sistema se extiende a y con ello se multiplican los rostros de la crisis. “La crisis financiera es gigantesca pero también los son las ‘otras crisis’ unas más visibles o virulentas que otras convergiendo hasta conformar un fenómeno inédito”. Se trata de la crisis energética, la crisis alimentaria, el impasse tecnológico-civilizatorio, la desenfrenada expansión del complejo militar-industrial, las crisis urbanas todo lo cual se proyecta a la crisis ecológico-ambiental: “las diversas crisis no son sino aspectos de una única crisis” que expresaría la senilidad del capitalismo (Beinstein, 2008: s/n).

Decimos entonces que estamos ante una crisis civilizatoria. Esto provoca en un sector de la izquierda cierta incomodidad o perplejidad, por diversas razones: adhesión nostálgica al paradigma productivista del “socialismo real”, persistente influencia de la ideología (e ilusiones) del progreso, banalización del término en labios de personajes (desde Campdessus a Lula) que le restan contenido crítico hasta convertirlo en un flatus vocis. Sin embargo, entendemos por crisis de civilización “un momento histórico en el cual llegan a un punto crítico (…) no solo las estructuras socioeconómicas, sino también las instituciones políticas y culturales así como el sistema de valores que configura y da sentido a una cultura en la acepción antropológica del término” (Fernández Buey, 2009: 45), y advertimos que

El occidentalismo (…) cara externa del capitalismo en la era de la globalización (…) potencia la homogenización cultural, es prepotente y expansivo: desprecia o ignora las diferencias culturales; alimenta el neocolonialismo, la xenofobia y el racismo (…) trae como consecuencia el sentimiento de pérdida cultural en millones de personas en todo el mundo (…) Pocas cosas puede haber tan representativas de una crisis de civilización como el sentimiento de pérdida de los valores que han sido propios. Eso es lo que hay. (ídem: 51).


La locomotora china del crecimiento económico, sin desarrollo económico social, comenzó a paralizarse y no tener respuesta social y política a los cerca de 186 mil conflictos sociales internos de origen cultural y ambiental.
***

La noción de crisis civilizatoria destaca el agotamiento un modelo de organización económica, productivo y social, con sus respectivas expresiones en el ámbito ideológico, simbólico y cultural: …la lógica capitalista ha incidido en términos espaciales en todos los rincones del planeta (con la incorporación a la producción y al consumo mercantil y la imposición de las relaciones sociales típica de este modo producción), en todos los ámbitos de la vida y la naturaleza (con la conversión en mercancías de los ecosistemas y su productos, así como de las especies vivas y de los genes) y hasta los aspectos más recónditos de la psique humana (con la generalización del individualismo, el carácter posesivo de la propiedad privada, el consumismo exacerbado y el egoísmo como pretendida característica de la naturaleza humana). Esa lógica demencial nos está conduciendo a una encrucijada que sólo puede sortearse mediante la superación de la civilización capitalista. (Vega Cantor, 2010: 26).

Se ha caracterizado que “el imperio del capital” puede ser considerado una especie de imperialismo colectivo en términos de gestión, bajo el liderazgo consentido de los Estados Unidos. La asociación económica así establecida, sin eliminar las contradicciones inter-imperialistas, explicaría que durante largas décadas éstas no condujeron a guerras entre los miembros de ese selecto “club” de potencias capitalistas. (Katz, 2011). Debemos ahora prestar especial atención al impacto dinámico y disruptivo que en éste marco adquiere la crisis en curso.

De hecho, capitalismo, imperialismo y guerra se entrelazan. La guerra es económicamente una forma de destrucción de capital y, políticamente, un instrumento para la reproducción de las condiciones de mando de las fracciones que predominan en el bloque dominante, en particular la financiera: “el uso de la fuerza armada es la estrategia impuesta al mundo por las altas finanzas estadounidenses como condición de su reproducción”, “la militarización es una modalidad de existencia del capitalismo” y “el papel del Estado (neoliberal) es fundamental para el capital [porque] el gasto militar se convierte en una fuente mayor de rentabilidad para el capital. Y, por añadidura, puede incrementar aún más el capital ficticio, sobre todo cuando está financiado por la deuda pública” (Herrera, 2012: 17/30).

Recordemos que el gasto militar de todo el resto del mundo no alcanza a ser ni la mitad del Norteamericano, hay más de mil bases yanquis en el planeta y el poder del complejo militar-industrial está controlado por la finanza. Al mismo tiempo, las interconexiones económicas mundiales y el agravamiento de la crisis sacuden los equilibrios en que se basaba esa especie de imperialismo colectivo y los Estados Unidos deben renegociar (y eventualmente ceder) espacios de poder con los BRIChS (con alguno de ellos, porque el término es engañosamente abarcativo). Si tenemos presente que los trances de quiebre hegemónico nunca ocurrieron de forma pacífica en la historia del capitalismo, que desde hace años las acciones bélicas se banalizan y encubren bajo el manto de “la guerra contra el terrorismo” y que la doctrina de “Seguridad Nacional” norteamericana considera “amenaza directa” el mero intento de contrarrestar su abrumadora superioridad bélica, el riesgo de aventuras militares de catastróficas consecuencias no puede ser ignorado ni minimizado. Nos lo acaba de recordar, con tintes dramáticos, la anunciada y suspendida guerra contra Siria.


Junio y julio del presente año, Brasil, el modelo del neo-desarrollismo, el reformismo sin reformas estructurales - el modelo Lula - respetable al principio, pero millones de ciudadanos insatisfechos, indignados se movilizaron e hicieron en tiempo real, pedazos de un modelo inconcluso políticamente.
***

La crisis y los desafíos de la transición.

Nuestro preocupación no es tanto “salir de la crisis” como salir del capitalismo, pensando que Las crisis son momentos de paradojas y de posibilidades. […] Podría ser que no hubiera soluciones capitalistas efectivas a largo plazo a esta crisis del capitalismo (aparte de una vuelta a las manipulaciones del capital ficticio). En este estadio, los cambios cuantitativos llevan a deslizamientos cualitativos y hay que tomarse en serio la idea de que podríamos estar precisamente en ese punto de inflexión en la historia del capitalismo. Cuestionar el futuro del capitalismo como sistema social viable debería estar por tanto en el centro del debate actual (Harvey, 2010: s/n).

Sabemos también, por otra parte, que las organizaciones obreras, los movimientos sociales y el marxismo y nosotros mismos mismo no escapamos a la crisis. Han sido conmovidos o trastocados los puntos de referencias (materiales, organizativas y conceptuales) que orientaron el combate por la emancipación social durante un largo período histórico que ha quedado atrás. No se trata sólo de la implosión del mal llamado “campo socialista”, sino de la completa integración al sistema de la socialdemocracia, los grandes partidos comunistas y los movimientos de liberación nacional, que habían jalonado políticamente el curso del siglo XX. Y la derrota o impasse de las corrientes de extrema izquierda. Junto a las transformaciones y tensiones que implica la crisis civilizatoria.

Incluso en Nuestra América, donde la cartografía del cambio viene siendo diseñada por múltiples luchas y organizaciones populares que son protagonistas o herederas de grandes confrontaciones con los gobiernos neoliberales, y en la misma Venezuela bolivariana y chavista que asume la perspectiva del socialismo del siglo XXI, está planteado el tremendo desafío de fecundar las luchas defensivas y reivindicativas con una concreta perspectiva emancipatoria que ensaye y articule desde ahora experiencias no capitalistas y formas de poder popular que las efectivicen y extiendan.

Vivimos una época de transición o, si se me permite decirlo así, una transición epocal. En condiciones sustancialmente distintas a las del siglo pasado, debemos repensar la “actualidad de la revolución” asumiendo que el siglo XX dejó lecciones difíciles de compatibilizar. Urge desarrollar una teoría de la transición. Sabiendo que el pasaje a una sociedad emancipada no es instantáneo, ni es acometido simultáneamente por los trabajadores del mundo. Sabiendo también que la transformación socialista es la subversión del trípode que sostiene al viejo orden, Capital, Trabajo asalariado y Estado, en un proceso que debe desplegarse a nivel internacional y requiere la activa participación de los trabajadores del mundo. Comprendiendo que hacer del socialismo una realidad irreversible requerirá muchas transiciones dentro de la transición y que el socialismo implica una constante auto-renovación de revoluciones dentro de la revolución (Mészáros, 201: 563). Comprendiendo, sobre todo, que “otro mundo es posible” sí y sólo sí nuestras prácticas presentes lo prefiguran. Hubo en el pasado y tendremos en el futuro situaciones en que la construcción del poder popular exigirá asumir la incierta conformación de un Estado-no Estado en ruptura radical con el Estado capitalista.

Pero ninguna “ley” histórica o “principio” teórico impone creer que todo cambio revolucionario queda supeditado al mítico momento del “asalto al poder”, y mucho menos autoriza a pontificar que recién entonces podrían abordarse las cuestiones de la transición... Por el contrario, la historia y la vida misma muestran que es posible y necesario desafiar desde ahora el orden del capital y construir poder popular poniendo en marcha al menos rudimentos de un nuevo metabolismo económico social. Para sobrevivir. Para empezar a vivir de otro modo. Porque sabemos que la revolución no consiste sólo en la expropiación del gran capital. Debe ser también una ruptura radical con la división social jerárquica del trabajo y el paradigma productivo-tecnológico-cultural impuesto por el capital. Debemos producir y consumir de otro modo, producir y consumir otras cosas. Terminar con la explotación del hombre pero también con la explotación de la naturaleza, haciéndonos incluso cargo del fardo que implica el cambio climático.


La pobreza creció Europa, producto del fracaso de las políticas de salvataje y austeridad, que antes de favorecer a los desempleados, migrantes y ciudadanos, fue a favor totalmente de los bancos, las bolsas, las aseguradoras, las cajas y ne general a las corporaciones.
***

Construir otras relaciones sociales en ruptura con el patriarcalismo, la alienación y los fetiches del capital. Existen infinidad de problemas específicos que no tienen respuestas válidas a priori, porque las respuestas sólo serán “correctas” cuando podamos “fabricarlas” colectivamente. ¿Por dónde empezar? ¿Qué es lo determinante? ¿Qué sujeto sociopolítico? En realidad, todas las esferas de la actividad social son terrenos de confrontación y de creación: la tecnología y formas organizativas, las relaciones sociales, los dispositivos institucionales y administrativos, los procesos de producción y trabajo, las relaciones con la naturaleza, la reproducción de la vida cotidiana y las especies e incluso las concepciones mentales del mundo. Todas y cada una estas áreas de la totalidad social existen en relaciones de co-dependencia y co-evolución, con tensiones y antagonismos que subyacen a la crisis y a los desplazamientos de la crisis. Nuestro punto de referencia deja de ser tal o cual aspecto de la crisis, sino la voluntad de ir más allá del capital poniéndonos en movimiento ahora mismo:

podemos empezar por cualquier parte y en cualquier momento y lugar, ¡con tal de no permanecer en el mismo punto donde comenzamos! La revolución tiene que ser un movimiento en todos los sentidos de esa palabra. Si no podemos movernos en y a través de las distintas esferas, en último término no iremos a ningún sitio. (Harvey, 2012: 118)

Sólo así podemos conformar el bloque social y político capaz de sostener el cambio radical al que aspiramos. No podemos dejar de ser utópicos. Tampoco debemos dejar de ser realistas. La revolución, el socialismo, el comunismo, entendidos como perspectiva y realidad en devenir y no como modelo a imponer, implica un largo combate que articula utopía y realismo de manera doblemente original. Un realismo estratégico que en las antípodas del inmediatismo y el posibilismo nos oriente a largo plazo, hasta obtener triunfos irreversibles. Una utopía cotidiana que no es promesa de futura felicidad sino esperanza colectiva con la cual aprender a “soñar con los ojos abiertos” impulsando la autoactividad y autotransformación de deposeídos y oprimidos, apostando a cambiar la vida y cambiar el mundo. Salir de nuestra crisis es recuperar la capacidad política de pensar y de actuar cotidianamente y estratégicamente a escala nacional, en el más amplio terreno de la lucha de clases que es nuestra Patria Grande e internacionalmente porque, en definitiva, nuestra Patria es la Humanidad.
/////

martes, 29 de octubre de 2013

ARGENTINA: “UN NUEVO ESCENARIO PARA LA IZQUIERDA”. Claudio Katz y Eduardo Lucita.

&&&&&
Fue una elección sin sorpresas porque las recientes primarias previas anticiparon el retroceso del oficialismo y la imposibilidad de una re-reelección de Cristina. La presidenta se ha quedado sin margen para definir la candidatura del próximo presidente como hizo Lula con Dilma en Brasil. Sin embargo con el 32% de los votos a nivel nacional sigue siendo la primera minoría y conservará el quórum en las dos cámaras. Lo más importante es la aparición de un fuerte eje de sucesión derechista, el Frente Renovador (FR), 43% de los votos en la estratégica Provincia de de Buenos Aires (37% del padrón), encabezado por un intendente del conurbano bonaerense, Sergio Massa, e integrado por un amplio equipo de ex kirchneristas y sectores del Partido Justicialista (PJ) y del sindicalismo tradicional. Al conseguir una distancia de 12 puntos sobre el candidato del gobierno se proyecta a nivel nacional en la perspectiva del recambio presidencial del 2015.

Eduardo Lucita. Hay ya demasiadas evidencias, que en un proceso de politización creciente, como viene pasando en nuestro país en los últimos años, hay que asumir con la claridad una alianza explícita con la izquierda orgánica, aún con las diferencias que indudablemente existen.
***

Con los datos que conocemos hasta ahora, los comicios cerraron hace unas diez horas, la izquierda sumada tal vez alcance 1.400.000 votos. Este caudal fue ampliamente capitalizado por el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) que recogió 1.250.000. Hay que recordar que varias fuerzas previamente no pasaron las primarias. Este gran salto fue preanunciado primero por el casi millón de votos que obtuvo el FIT en las primarias e inmediatamente después por ciertas elecciones provinciales, como Salta-Capital donde obtuvieron el 20%. En el medio hubo elecciones universitarias en la UBA, allí el FIT también ratificó su ascenso, ganando en la mayoría de los centros estudiantiles. La suma de votos que se ha logrado supera ampliamente las importantes elecciones que hicieron en otros tiempos el Frente del Pueblo (FREPU) y la Izquierda Unida (IU) -alianzas del MAS y el PC- o Autodeterminación y Libertad (Luis Zamora). El resultado es que el FIT obtuvo tres diputados nacionales, otros dos no ingresaron por muy poco, un diputado provincial y representantes en siete legislaturas, pero es muy temprano para tener un cuadro definitivo. Adicionalmente en la sureña provincia de Tierra del Fuego, un enclave de la industria electrónica y electrodomestica, un dirigente metalúrgico con pasado militante en la izquierda clasista, que se presentó con partido propio como candidato de los trabajadores, logró el 22% de los votos y la diputación nacional.
///// 


Claudio Katz. Me parece indispensable trabajar desde ahora en la preparación de una candidatura común para el 2015. Gran parte de los votantes de la izquierda comienzan a pensar: ¿Como sería un gobierno de este signo? ¿Qué haría si ganan la presidencia? La respuesta a esa expectativa es un enlace estratégico entre el acceso electoral al gobierno y la batalla por el poder, a partir de un programa que debemos elaborar colectivamente.
***

ARGENTINA: “UN NUEVO ESCENARIO PARA LA IZQUIERDA”. Entrevista con Claudio Katz y Eduardo Lucita.
*****

Franck Gaudichaud.

Rebelión Martes 29 de octubre del 2013.

El domingo pasado se realizaron elecciones de medio término en Argentina sus resultados pueden tener importantes consecuencias para el país y la región. Entrevistamos a Claudio Katz y Eduardo Lucita, integrantes del colectivo EDI (Economistas de Izquierda) y referentes de todo un sector de la izquierda radical en ese país.
¿Cómo evalúan el resultado de las recientes elecciones?

CK: Fue una elección sin sorpresas porque las recientes primarias previas anticiparon el retroceso del oficialismo y la imposibilidad de una re-reelección de Cristina. La presidenta se ha quedado sin margen para definir la candidatura del próximo presidente como hizo Lula con Dilma en Brasil. Sin embargo con el 32% de los votos a nivel nacional sigue siendo la primera minoría y conservará el quórum en las dos cámaras. Lo más importante es la aparición de un fuerte eje de sucesión derechista, el Frente Renovador (FR), 43% de los votos en la estratégica Provincia de de Buenos Aires (37% del padrón), encabezado por un intendente del conurbano bonaerense, Sergio Massa, e integrado por un amplio equipo de ex kirchneristas y sectores del Partido Justicialista (PJ) y del sindicalismo tradicional. Al conseguir una distancia de 12 puntos sobre el candidato del gobierno se proyecta a nivel nacional en la perspectiva del recambio presidencial del 2015.

EL: En el nuevo escenario surgido de las primarias el gobierno asumió en los últimos meses buena parte de la agenda de la derecha, archivando los slogans de confrontación de “elegir” y “profundizar el modelo”. Se sometió a la conducción de su aliado derechista Daniel Scioli, asumiendo un discurso de mano dura en el delicado tema de la seguridad, mientras silencia la connivencia del aparato estatal con el narcotráfico. En el plano económico comenzó, además, un viraje hacia el re-endeudamiento, con los pagos al CIADI, acuerdos con el BM y el FMI. Veremos si es el prolegómeno del ajuste que demanda la clase dominante o le traspasa este paquete al futuro presidente. Estas dos alternativas dependerán de una elección estratégica. El kirchnerismo puede remodelarse al interior del peronismo aceptando el giro conservador o puede apostar a su propia construcción imaginando algún retorno futuro de Cristina. Hasta ahora emite señales en las dos direcciones

¿Cómo ven el panorama en relación al 2015?:

CK: Es evidente que ya comenzó en el Justicialismo la disputa por el 2015 entre Massa (FR) -un advenedizo intendente- que reclutó a las principales líderes de la industria, los bancos y el agro y Scioli, que exhibe credenciales de vicepresidente y gobernador. Este se presenta como garante de una transición ordenada, muy apreciada por el establishment, que no olvida el tormentoso fin de las administraciones de Alfonsín, Menen y De la Rúa.

EL: También hay que observar como intervendrá la derecha de Macri (Unión-PRO) en esas componendas, luego de la consolidación que lograron en la Capital Federal ( 39% y casi un 8% a nivel nacional), según que alianzas haga puede inclinar la balanza a favor de una u otra variante del PJ. No hay que descartar a priori el papel que pueden jugar los candidatos del pan-radicalismo, una suerte de centro-derecha republicana, como Binner (socialista triunfó con el 42% en su provincia-Santa Fé)) y Cobos (radical, ganó con el 48% en la Prov. de Mendoza)). Si finalmente el peronismo se presentara dividido es muy posible el ballotage. La elección del domingo ratificó este convulsivo escenario, con el novedoso ingrediente de un gran avance de la izquierda anticapitalista.

Me interesa especialmente este punto: ¿cuál fue la magnitud de ese avance y a qué obedece?

EL: Con los datos que conocemos hasta ahora, los comicios cerraron hace unas diez horas, la izquierda sumada tal vez alcance 1.400.000 votos. Este caudal fue ampliamente capitalizado por el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) que recogió 1.250.000. Hay que recordar que varias fuerzas previamente no pasaron las primarias. Este gran salto fue preanunciado primero por el casi millón de votos que obtuvo el FIT en las primarias e inmediatamente después por ciertas elecciones provinciales, como Salta-Capital donde obtuvieron el 20%. En el medio hubo elecciones universitarias en la UBA, allí el FIT también ratificó su ascenso, ganando en la mayoría de los centros estudiantiles. La suma de votos que se ha logrado supera ampliamente las importantes elecciones que hicieron en otros tiempos el Frente del Pueblo (FREPU) y la Izquierda Unida (IU) -alianzas del MAS y el PC- o Autodeterminación y Libertad (Luis Zamora). El resultado es que el FIT obtuvo tres diputados nacionales, otros dos no ingresaron por muy poco, un diputado provincial y representantes en siete legislaturas, pero es muy temprano para tener un cuadro definitivo. Adicionalmente en la sureña provincia de Tierra del Fuego, un enclave de la industria electrónica y electrodomestica, un dirigente metalúrgico con pasado militante en la izquierda clasista, que se presentó con partido propio como candidato de los trabajadores, logró el 22% de los votos y la diputación nacional.

CK: Se ha registrado la mayor presencia electoral de la izquierda desde el pre-peronismo, Salta a la vista la importancia de este dato y la consiguiente creación de un nuevo escenario con la izquierda. Lo novedoso se ubica en el terreno electoral y no en la existencia de la izquierda militante, que ha sabido mantener una significativa presencia en el plano sindical y estudiantil en los momentos de mayor predominio político del kirchnerismo.

Yo interpreto este importante voto a izquierda como un mandato de lucha. Recibió ese caudal de apoyo frente a la intuición popular de un próximo ajuste y la expectativa de lograr una defensa de los conquistas en la calle. Un sector importante de la población no quiere, además, que la experiencia kirchnerista termine en un giro pendular hacia la derecha. Hay un cambio en los niveles de conciencia que particularmente se verifica en el interior. Durante décadas la única posibilidad de la izquierda era colocar un diputado por la Capital o por Prov. de Buenos Aires (regiones de mayor politización), ahora se ha extendido esa pretensión al interior (por lo general más conservador), dónde los vínculos entre el gobierno y las oligarquías provinciales han sido muy estrechos. Allí el kirchnerismo no es la expresión de sectores más progres (como los intelectuales de Carta Abierta o el programa de la TV oficial 6, 7, 8), sino de gobernadores conservadores y del justicialismo ortodoxo.

EL: Debemos considerar otro factor determinante del avance de la izquierda, como ha sido la abrupta erosión de la centroizquierda anti-K que se diluyó en el Pan-radicalismo, o la debilidad del progresismo mas genuino que buscando ocupar el espacio abandonado por la centroizquierda anti-K, no presentó objetivos más radicales. Los que quisieron penalizar al gobierno desde una óptica progresista sólo tuvieron como opción a la izquierda anticapitalista.

Sin embargo la izquierda se presentó muchas veces a elecciones y nunca logró estos resultados…

CK: Ciertamente. Esta vez el FIT hizo una campaña electoral centrada en demandas precisas (eliminación del impuesto al salario, denuncia de Chevron, salario igual a la canasta familiar, 82% móvil para los jubilados…), que contrastó con el vago mensaje de los partidos tradicionales, que apelaron a la felicidad, a la sonrisa y a la familia, como si estuvieran vendiendo dentífrico. La izquierda partidaria modificó sus viejas intervenciones en los comicios. No hicieron eje en el gobierno de los trabajadores o en el cuestionamiento a los candidatos patronales. Comprendieron que en un estudio de televisión no se habla igual que en un mitin y que la involución socialdemócrata no transita por el uso de la corbata. Incluso apelaron al voto útil, resaltando la necesidad de sentar diputados en el Congreso junto al resto de las bancadas. Esta maduración hubiera sido descalificada en otra época como una expresión de “parlamentarismo democratizante”.

EL: Hay que recordar también que la construcción de figuras electorales es un largo proceso con poca renovación y grandes oscilaciones. Esta persistencia ha premiado a Altamira (FIT) y Zamora (AyL), cuya instalación pública fue potenciada además por grandes hechos como las jornadas del 2001 o el asesinato del joven militante Mariano Ferreyra. Los grandes medios cumplieron además un papel clave al no hostilizar a la izquierda, puesto que apostaron a debilitar primero a su adversario inmediato que es el kirchnerismo. Trabajaron a favor de las opciones derechistas pero sin atacar a la izquierda. En un contexto de escasa movilización social suspendieron coyunturalmente el típico mensaje despectivo o atemorizador, que retomarán a pleno apenas resurjan los piquetes y movilizaciones.

De todas formas, en mi opinión personal, considero hay una carencia en el discurso de la izquierda y es que está ausente una crítica antisistema. Nuestra participación en el marco institucional no es solo un problema de levantar reivindicaciones sentidas por los sectores obreros y populares, sino también utilizar esas instancias para hacer docencia, para explicar que la principal traba para erradicar los males que el capitalismo nos produce, es el propio sistema del capital.

¿Este avance de la izquierda quiebra el dominio político tradicional del peronismo?

CK: Es casi un 6% a nivel nacional, con muy buenos resultados en zonas obreras y populares (por ejemplo en zona petrolera del sur del país obtuvo el 15% de los votos). Yo creo que por el momento erosiona ese dominio. La izquierda vuelve a despuntar en un contexto de crisis peronista, repitiendo una constante de la historia argentina. Se ha reabierto una oportunidad que puede consolidarse o diluirse. La izquierda ya despuntó varias veces en el pasado y no pudo afianzarse como alternativa. Lo consiguió en los años ‘70 con el clasismo y quedó neutralizada por el retorno de Perón, lo repitió al final de la dictadura y quedó opacada por la avalancha de Alfonsín, volvió a lograrlo a fines de los ‘80 con IU y el FREPU y se diluyó en divisiones, irrumpió con fuerza después del 2001 y no pudo construir colectivamente.

EL: Agregaría a lo anterior que ahora emerge una nueva generación buscando un canal de ruptura política y no sólo sindical con el peronismo. Un dato muy promisorio ha sido la primera intervención electoral significativa de la izquierda independiente, que ha provocado un interesante y útil debate en sectores que comenzaron a superar la paralizante tradición de autonomismo anti-electoral.

Pero en Rebelión hemos publicado más de un documento donde ustedes han sido muy críticos del FIT ¿Mantienen esa postura?

CK: Si, especialmente en tres planos. La errónea caracterización del kirchnerismo como una suerte de continuidad del menemismo (y consiguiente neutralidad ante los conflictos que lo enfrentaron con la derecha y los grupos concentrados); la reducción de toda la izquierda a un frente trotskista ortodoxo y la descalificación de los procesos radicales de América Latina. Pero estas diferencias no nos impiden reconocer la nueva realidad política que se está gestando en torno a la izquierda partidaria. Este cambio obliga a deponer prejuicios y viejas rencillas y nos exige buscar nuevos ejes de confluencia. Nos parece que el FIT debería abrirse más allá de las organizaciones que actualmente lo componen y el resto de la izquierda debería converger con esa apertura, a través de un proceso de mutua comprensión y aprendizaje.

EL: Hay ya demasiadas evidencias, que en un proceso de politización creciente, como viene pasando en nuestro país en los últimos años, hay que asumir con la claridad una alianza explícita con la izquierda orgánica, aún con las diferencias que indudablemente existen. En nuestro caso con banderas latinoamericanistas, no sectarias y proponiendo desde este alineamiento un terreno de acción común con el progresismo consecuente.

CK: Me parece indispensable trabajar desde ahora en la preparación de una candidatura común para el 2015. Gran parte de los votantes de la izquierda comienzan a pensar: ¿Como sería un gobierno de este signo? ¿Qué haría si ganan la presidencia? La respuesta a esa expectativa es un enlace estratégico entre el acceso electoral al gobierno y la batalla por el poder, a partir de un programa que debemos elaborar colectivamente.

Ciertamente que las generalizaciones son insuficientes. Debemos precisar nuestro camino para resolver los problemas del país, con medidas precisas en los delicados problemas de la deuda, los impuestos, el control de precios, las nacionalizaciones, el petróleo, el manejo del control de cambios.

EL: Precisamente desde el EDI ya estamos preparando un Taller-debate sobre la situación económica que esperamos desarrollar con toda la izquierda, para precisar el diagnóstico y las alternativas en juego.

Finalmente: ¿Cómo puede este impactar este resultado en las relaciones con Venezuela, Bolivia y Ecuador?

CK -Como ha sido una elección de medio término que no modifica la presidencia, en lo inmediato no debería traducirse en cambios significativos de la política exterior. Pero debemos registrar el tono fuertemente anti-chavista que los medios y la oposición derechista desplegaron durante la campaña electoral para fijar una agenda futura de realineamiento con Estados Unidos. Dirigentes de la derecha y centro derecha como Macri, Carrió y Binner apoyan abiertamente a Capriles y Scioli se inclina hacia el mismo campo. La crítica a Venezuela es la forma de presión que ha elegido el establishment para imponer un giro económico neoliberal.

*****
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

*****