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Ciudadanos Europeos, Uníos!! Contra
la poli-crisis global, estructural. Llamado
a los Ciudadanos Europeos. Hay oposición
política o NO. La llaman democracia, pero no es.
Tienen o no alternativas políticas, políticas de consenso, viables y
democráticas frente a la crisis estructural y
multidimensional. (La Poli-crisis). Ustedes
conocen que la lucha sindical y la propia resistencia del 15-M (Democracia
Real, Ya y otros) es muy limitada dentro del propio sistema. Hay o no Partidos
Políticos. Pero si, hay Ciudadanos,
Socialistas, Comunistas, Liberales, Demócratas con dignidad, responsabilidad y
compromiso con el derecho al futuro de las nuevas generaciones. En el
presente escenario complejo, múltiple, polarizado, producto de la crisis
estructural, que ha generado históricamente un “Cambio de Época”, cuál es su OPINION al margen de los
destruidos, podridos y corruptos partidos políticos. Hay que trabajar políticamente
para derrotar en los nuevos espacios públicos que a diario conquistan y
recuperan los sindicalistas y los
“nuevos movimientos sociales de los Indignados”, contra la “bancocracia”, este
espécimen político-financiero de banqueros, corporaciones, la Troika, y otros poderes fácticos globales que hoy imponen
autoritariamente sus políticas salvajes, brutales y fascistas. Hay que defender
la Democracia. y luchar por los grandes cambios sociales y transformaciones
políticas, reafirmando
nuestro derecho al futuro y la esperanza de conquistar una Nueva Democracia.
Defendamos con energía, fuerza, dignidad,
coraje y sobre todo teniendo compromiso, confianza social y democrática en el
futuro, que nos pertenece por Historia, creación y lucha, forja y construcción
de nuestros pueblos. La Democracia directa, participativa, solidaria, asociativa,
columna vertebral del Estado de Bienestar, la Democracia Moderna, base
principal del Modo Social Europeo, otrora el más grande legado que
Europa, entregó al mundo. Trabajemos
todos, articulando nuestra cohesión social y política, recrear y fortalecer las nuevas formas de comunicación intercultural,
desarrollando nuevos Liderazgos sociales
y humanistas, como producto de la nueva
Ciudadanía Multicultural que hoy emerge junto al poder local-nacional-continental,
de la Nueva Sociedad Civil, Real,
popular, autónoma, democrática, escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases que hoy marcan la
dirección, orientación y estrategia de que Otro Mundo Socialista, si es
posible.
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Los mercados contra la ciudadanía europea. !Evitemos la debacle!
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EUROPA: Frente a la política de austeridad,
activación de la ciudadanía.
“Una estrategia liberal-conservadora de
ampliación de la austeridad para las capas populares y debilitamiento de lo
público y el Estado de bienestar”.
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Rebelión Martes 4 de
septiembre del 2012.
El Gobierno
del PP, durante estos meses, ha reforzado y ampliado las medidas antisociales
de ajuste y austeridad, llevadas a cabo por el anterior Gobierno socialista
desde mayo de 2010. El Consejo de Ministros del 13 de julio aprobó un nuevo
conjunto de medidas de ajuste. Tienen un carácter profundamente antisocial y
reducen derechos sociales en tres áreas: protección al desempleo, servicios
públicos y condiciones salariales y laborales de los empleados públicos. A
ellas hay que añadir la última reforma laboral y las medidas fiscales
regresivas. Están inscritas en una estrategia liberal-conservadora de
ampliación de la austeridad para las capas populares y debilitamiento de lo
público y el Estado de bienestar, son injustas y tienen graves consecuencias
sociales y un gran déficit democrático.
Amparado por
las instrucciones y las orientaciones de las instituciones europeas, con esta
política regresiva la derecha aprovecha la situación de crisis económica para
modificar los equilibrios anteriores de reparto de rentas y las garantías de
protección social y servicios públicos en beneficio de los empresarios y las
capas altas y en perjuicio de la mayoría de la sociedad, las capas trabajadoras
y, particularmente, los sectores más desfavorecidos y en desempleo. Esta política
liberal-conservadora supone un plan sistemático para cambiar profundamente el
modelo social y el Estado de bienestar y avanzar en una salida regresiva a la
crisis económica. No obstante, existe en ciudadanía una significativa falta de
confianza y legitimidad social hacia esas medidas y un justo descrédito de la
clase política, empeñada en hacer recaer los mayores costes de la crisis en la
mayoría popular.
La
estrategia liberal conservadora, dominante en las instituciones europeas, e
impulsada por el bloque de poder representado por Merkel, pone en primer
término la austeridad para las capas populares, principalmente, de los países
periféricos (España e Italia, junto con los rescatados Grecia, Portugal e
Irlanda). Prioriza los intereses de los grandes bancos y acreedores financieros
alemanes y centroeuropeos, para garantizarles el retorno de su capital (e
intereses), cuando han sido, en gran medida, causantes de las burbujas
especulativas. Ante las necesidades de los países débiles para su desendeudamiento
privado (y público) y conseguir nuevas financiaciones, utiliza el chantaje de
su capacidad financiera y la presión del mercado de capitales para imponer unas
condiciones injustas de ajuste económico. Su prepotencia es insolidaria
(nacionalista) en el marco europeo, y aboca al estancamiento económico y la
recesión, particularmente, en los países del sur europeo. Se invalidan así su
capacidad de recuperación económica y de empleo y provoca una prolongación de
la crisis y sus consecuencias. Esa política incluso no resuelve la garantía de
pago de las deudas contraídas por esos países, lo que es contraproducente para
los propios intereses a medio plazo del poder financiero centroeuropeo, como
indica la desconfianza de los grandes inversores en su mercado de deuda
pública. La política de austeridad parece que busca, dentro de un total de suma
cero, asegurar y reforzar las rentas y el poder de esas élites dominantes a
costa del mayor sufrimiento de las mayorías sociales del sur europeo y la
recolocación de esos países en una posición más subordinada. No obstante, no
sólo es injusta socialmente sino que tampoco es eficaz para generar la
suficiente actividad económica que permita recuperar sus préstamos y reproducir
los beneficios a medio plazo, y está agrietando la legitimidad de esos
poderosos y el marco institucional europeo.
En el plano
político e institucional es un intento de reforzamiento de la hegemonía de las
élites alemanas en las instituciones europeas, con su política de ajuste duro y
gestión regresiva de la crisis. Se amplían las diferencias entre bloques de
países fuertes (o acreedores y con ventajas competitivas de sus economías) y
débiles (o deudores, con una posición dependiente); se refuerzan las brechas
sociales internas y entre países. Esa estrategia puede aparecer como funcional
con los intereses de ese poder económico financiero y con beneficios relativos
para parte de la población de los países centrales, pero tiende a sufrir un
fuerte proceso de deslegitimación popular, sobre todo en los países
periféricos, así como reticencias de sus élites socioculturales y políticas y
parte de sus sectores económicos. A pesar de los grandes sacrificios impuestos
a las mayorías sociales y la impresionante fortaleza de su poder económico e
institucional, esa estrategia no asegura sus objetivos básicos: recuperar el
total de sus préstamos, estabilizar una dinámica económica que les reporte unos
beneficios seguros y suficientes, fortalecer su hegemonía política con una
mínima cohesión social y legitimidad ciudadana, mantener el marco institucional
de la eurozona y la Unión Europea. Se profundizan los desequilibrios europeos
(norte-sur), se amplía la subordinación de los países periféricos y se produce
un reequilibrio de las alianzas y núcleos dirigentes europeos a costa de
Francia, en una posición delicada económicamente.
Los efectos
sociopolíticos de esta dinámica liberal-conservadora son la destrucción del
modelo social europeo, con la reestructuración regresiva del Estado de
bienestar y el deterioro de lo público y los derechos sociolaborales, el
debilitamiento de la calidad democrática de sus sistemas políticos, con
importante descrédito de sus élites institucionales y el empobrecimiento y
subordinación de las capas populares (y clases medias) periféricas. Las élites
institucionales y económicas de esos países débiles, desde la subordinación a
ese bloque de poder dominante, intentan un reacomodo de sus estructuras
económicas y productivas. Parten de la idea irreal de que la solución es
ajustar, esperar y seguir a la locomotora europea central, adaptarse a los
segmentos productivos y actividades económicas dependientes y poco
cualificados. Descartados una política activa de crecimiento económico y del
empleo, una financiación barata a medio plazo o una apuesta por la innovación y
la cualificación nos ofrecen su opción preferida: imponer un fuerte descenso de
los costes laborales y el gasto público social. Se trata de una redistribución
de rentas a su favor (grandes empresas, sector financiero y capas altas) a costa
de la calidad de vida, los servicios públicos y la protección social de la
mayoría de la sociedad. Y dentro de ese reajuste del conjunto del país,
intentan salir mejor librados, perdiendo la óptica del interés colectivo de la
población del Estado.
En la sociedad
se están generando tendencias ambivalentes. Por un lado, impotencia,
resignación, miedo, adaptación fragmentada y jerarquizada, así como,
reequilibrios competitivos de los grupos de poder nacional y las distintas
capas medias y trabajadoras. Por otro lado, en un primer nivel, disconformidad
con esa política, desde la deslegitimación pasiva y la indignación ciudadana
frente a sus medidas más impopulares y sus gestores, tal como indican numerosas
encuestas de opinión (según Metroscopia, hasta el 90% de la sociedad critica a
los partidos políticos por su distanciamiento de las preferencias de la
ciudadanía en la gestión de la crisis, siendo, junto con los bancos, la
institución en la que menos confían; al contrario, las instituciones mejor
valoradas -en torno al 90%- son la sanidad y la enseñanza pública). En un
segundo nivel, con la expresión de resistencias sociales y protestas
colectivas, masivas, pacíficas y democráticas. Todo ello con un peso
significativo de valores solidarios y de justicia social, así como con
exigencias de cambio hacia medidas socioeconómicas más equitativas y mayor
cultura democrática.
En España
llevamos más de dos años de una respuesta popular activa, con altibajos. Desde
la huelga general del 29 de septiembre de 2010 (y los antecedentes de las
amplias manifestaciones sindicales de enero y febrero de ese año contra el plan
gubernamental inicial de recorte de las pensiones y las movilizaciones contra
los ajustes de mayo) hasta la huelga general del 29 de marzo y las grandes manifestaciones
anteriores (19 de febrero) y posteriores (19 de julio). Al mismo tiempo, ha
emergido otra dinámica paralela de protesta colectiva, expresiva de la
indignación ciudadana y la exigencia de mejor democracia, representada por el
movimiento 15-M. Desde la gran manifestación inicial en esa fecha y las
siguientes acampadas y procesos asamblearios hasta las grandes manifestaciones
del 15 de octubre de 2011, diversas actividades locales y la última gran
movilización del 12 de mayo pasado. Este breve recorrido da un indicio de la
existencia de la expresión colectiva de una masiva ciudadanía activa, que
manifiesta su indignación de forma pública y plantea un cambio de rumbo. Es la
base para fortalecer un campo social, sindical y político que apueste por impedir
esta política de recortes sociales y pueda empujar por una gestión de la crisis
más justa y democrática y una salida más equitativa.
La crisis
económica parece que va a ser prolongada, con un fuerte desequilibrio de las
relaciones de fuerza. Los riesgos de la gestión y los planes del núcleo de
poder hegemónico, con su política liberal-conservadora-autoritaria, son la
continuidad y la profundización de los recortes sociales, la persistencia de
una realidad de desempleo masivo, vulnerabilidad social y políticas
antisociales, con el deterioro de las condiciones vitales y laborales de la
mayoría social, la subordinación de las clases populares, así como con su
apuesta por el debilitamiento de la ciudadanía indignada, la izquierda y los
movimientos sociales progresistas. Pero, junto a ello, persiste una
significativa cultura popular contra la injusticia social y por la democracia y
se expresa una ciudadanía activa. Existen distintas representaciones y élites,
fragmentadas y a veces en conflicto: desde el sindicalismo, el movimiento 15-M
y los distintos grupos y asociaciones progresistas, hasta la actual
articulación de las diversas izquierdas políticas. En su conjunto todavía
presentan grandes insuficiencias y limitaciones para hacer frente a ese bloque
de poder hegemónico y forzar un cambio global de su política, más en el plano
europeo, donde los procesos sociopolíticos en Italia y, sobre todo, Francia son
relevantes para inclinar una tendencia u otra. Construir una alternativa
popular por una gestión y una salida justa y equitativa de la crisis es una
necesidad y, al mismo tiempo, una oportunidad para renovar y fortalecer ese
campo sociopolítico. Por tanto, existen grandes dificultades para promover el
cambio, a corto plazo, de esa política liberal-conservadora hegemónica en la
Unión Europea, y no son menores las que afectan a las propias debilidades de
las izquierdas, el sindicalismo y los grupos progresistas. Pero se abre la
posibilidad de ponerlas encima de la mesa y afrontarlas.
La opción
progresista debería ser la apuesta masiva, unitaria, democrática y contundente
para deslegitimar la política de recortes e impulsar el giro hacia una gestión
y una salida más justa y equilibrada de la crisis. Un proceso de movilización
sindical y ciudadana, con un clima sociopolítico de confrontación con esa
política. Una convergencia, desde la autonomía, del sindicalismo, las
izquierdas y el movimiento asociativo y cultural progresista. La articulación
de las protestas colectivas, desde la acción sindical en la negociación
colectiva y frente al paro y la presión empresarial, hasta las movilizaciones
sectoriales y ciudadanas y las grandes manifestaciones unitarias contra los
recortes sociales y en defensa de los servicios públicos y los derechos sociolaborales
y democráticos. El horizonte es un proceso creciente de activación de las
mayorías populares cuya culminación debe conllevar la confrontación por el
cambio global de esa política y la apertura de nuevas expectativas para la
sociedad.
En estos dos
años hemos realizado ya dos huelgas generales, positivas pero insuficientes
para detener esta involución social, así como grandes manifestaciones. Ahora el
reto es subir el listón de la implicación pacífica y democrática. Una apuesta
clave es la preparación de una huelga general total, productiva y ciudadana,
del tipo del 14 de diciembre de 1988 HG, cualitativamente superior a las
últimas. Constituiría un empoderamiento democrático de la mayoría de la
sociedad frente a los poderosos y la exigencia ineludible de un giro a la
actual política de austeridad, fortaleciendo el camino de la esperanza del
cambio social y político. Esa perspectiva puede ser motivo de reflexión
colectiva y deliberación unitaria.
En
definitiva, el reto para las izquierdas, el sindicalismo y los grupos y
movimientos sociales progresistas es impedir los recortes antisociales, hacer
fracasar esa estrategia, reactivar la ciudadanía y conformar un bloque social
unitario, en defensa del empleo decente, los derechos sociales y laborales y el
refuerzo del Estado de bienestar. Es momento de superar la fragmentación y el
sectarismo, renovar los proyectos y las ideas y estimular el esfuerzo unitario.
Las convocatorias de protestas colectivas, particularmente la gran marcha de
Madrid, del próximo día 15 de septiembre, y la participación masiva en la
consulta popular contra los recortes y los ajustes, junto con las distintas
movilizaciones en marcha, son un buen cauce para manifestar la indignación
ciudadana y exigir
un cambio de la política social, laboral y económica que garantice una salida
más justa y equitativa de la crisis.
Antonio
Antón. Profesor Honorario de Sociología
de la Universidad Autónoma de Madrid.
Rebelión ha
publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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