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Las
principales fuerzas antiimperialistas de Asia y África no son los movimientos
progresistas, seculares, democráticos o socialistas. Los
movimientos que se enfrentan al imperialismo son religiosos, étnicos, misóginos y autoritarios con tendencias
irredentistas. Las viejas voces seculares y socialistas han perdido fuerza,
y proporcionan "justificaciones" perversas para las guerras de
agresión en Libia, Mali y Siria. Los
socialistas franceses, que se opusieron a la guerra de Irak en el 2003,
ahora tienen al Presidente Hollande
parodiando el militarismo brutal del señor de la guerra israelí, Netanyahu. El
punto es que tanto la tesis del "declive del imperio estadounidense" como su
corolario, "la crisis de EE.UU." es una exageración,
dependiente del tiempo y carente de datos específicos. En realidad no hay una alternativa al imperio ni
una tendencia antiimperialista en el horizonte inmediato. Mientras que es
cierto que el capitalismo occidental
está en crisis, la reciente curva ascendente del capitalismo asiático en China e India enfrentan diferentes crisis
producidas por la salvaje explotación de clase y por las criminales relaciones
de casta. Si las condiciones objetivas
están "maduras para el socialismo", los socialistas, al menos
aquellos que tienen alguna presencia política, se hallan cómodamente insertados
en sus respectivos regímenes imperialistas. Los marxistas y socialistas de Egipto respaldaron a los militares
para derrocar el gobierno conservador musulmán electo por el pueblo,
conduciendo a la restauración de un régimen pro-imperialista en el país. Los "marxistas" franceses e
ingleses han respaldado la destrucción de Libia y Siria por parte de la
OTAN. Numerosos progresistas y socialistas, en Europa y Estados Unidos apoyan a
los israelíes militaristas y/o se quedan callados ante el poder sionista interno en el poder
ejecutivo y en el legislativo.
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James Petras. El declive de los Estados Unidos ( y de los otros).
***
EL DECLIVE DE ESTADOS UNIDOS ( y de todos
los demás).
*****
James Petras.
Rebelión domingo 1 de diciembre del 2013.
Traducido para Rebelión por Silvia Arana.
La economía política del mundo es un mosaico de
corrientes opuestas: deterioro interior y enriquecimiento de la élite, nuevas
fuentes de incremento de las ganancias y de profundización del desencanto
político, caída de los estándares de vida para muchos y lujo extravagante para
unos pocos; pérdidas militares en algunas regiones y avances imperiales en
otras. Se habla de configuraciones de poder mundial de carácter unipolar,
multipolar e incluso despolarizada. ¿Dónde, cuándo, hasta qué punto y bajo qué
circunstancias tienen validez dichas caracterizaciones?
Las burbujas crecen y se desvanecen -pero hablemos
de los "beneficiados": Aquellos que causan las crisis, recogen las
mayores ganancias mientras sus víctimas no tienen voz ni voto. La economía
especulativa y el estado delictivo prosperan promoviendo la perversión de la
cultura y del lenguaje. "Periodismo investigador", o reportaje a
través de la mirilla, está de moda. El mundo del poder gira descontrolado:
Mientras se produce la decadencia, los poderes líderes declaran: "¡o
nuestro liderazgo o la ruina de todos!".
Configuraciones globales de poder.
El poder es una relación entre clases, estados e
instituciones militares e ideológicas. Cualquier configuración de poder depende
de las luchas pasadas y presentes que reflejan relaciones cambiantes de fuerza.
Las estructuras y los recursos materiales, las concentraciones de riqueza,
armamento y medios tienen una gran importancia; establecen el marco en el cual
se insertan los dueños principales del poder. Pero las estrategias para retener
o ganar poder dependen del tejido de alianzas, del desarrollo de guerras y de
la negociación de la paz. Por encima de todo, el poder depende de la fuerza de
los cimientos internos. Estos se basan en una economía productiva, un estado
independiente y libre de conflictos externos perjudiciales y de una clase
dominante capaz de recolectar recursos globales para "comprar" el
consenso interno de la mayoría.
Para evaluar la posición de Estados Unidos en la
configuración global de poder es necesario analizar las cambiantes relaciones
políticas y económicas a dos niveles: por región y por esfera de poder. La
historia no transcurre siguiendo un patrón lineal ni ciclos recurrentes: las
derrotas militares y políticas en algunas regiones pueden ir acompañadas de
victorias importantes en otras. La decadencia económica en algunas esferas y
regiones puede estar compensada por marcados avances en otros sectores
económicos y en otras regiones.
En el análisis final, no se trata de marcar los
resultados en un tablero ni de sumar victorias y restar derrotas sino de
interpretar los resultados regionales y sectoriales extrayendo la tendencia y
las estructuras emergentes de la configuración de poder global. Comencemos por
examinar el legado de las guerras recientes en el poder económico, militar y
político global de EE.UU.
Mantenimiento del imperio estadounidense:
Derrotas, retiradas, avances y victorias.
Las perspectiva dominante en los análisis más
críticos sostien que en la década pasada el imperio estadounidense ha sufrido
una serie de derrotas militares, de decadencia económica y que ahora enfrenta
competidores más fuertes y la probabilidad de mayores derrotas militares. La
evidencia citada es contundente: EE.UU. se vio forzado a retirar tropas de
Irak, después de una ocupación militar extremadamente costosa que duró una
década, dejando un régimen que es un estrecho aliado de Irán, el adversario
regional de EE.UU. La guerra de Irak saqueó la economía, privó a las
corporaciones de EE.UU. de la riqueza del petróleo, incrementó el presupuesto
de Washington y los déficit de la balanza comercial y disminuyó los estándares
de vida de los ciudadanos de EE.UU. La guerra de Afganistán tuvo resultados
similares, con altos costos externos, retirada militar, regímenes subalternos
débiles, descontento interno y carencia de transferencia de poder (saqueo
imperial) hacia el Tesoro de EE.UU. o hacia las corporaciones privadas. La
guerra de Libia causó la destrucción total de una rica economía petrolera en el
Norte de África, la desintegración total del estado y de la sociedad civil y la
emergencia de milicias armadas tribales y fundamentalistas opuestas a los
regímenes subalternos de EE.UU. y la Unión Europea en África del Norte, en la
región al Sur del Sahara y más allá. Washington decidió que, en lugar de seguir
beneficiándose de los jugosos acuerdos de gas y petróleo con el gobierno
conciliador de Kadafi, iba a impulsar un "cambio de régimen",
mediante una guerra que arruinó Libia y destruyó la viabilidad de un estado
central. La actual "guerra por intermediarios" en Siria ha
fortalecido a los señores de la guerra musulmanes, ha destruido la economía del
país y ha incrementado la cantidad de refugiados -que ya contaba con millones
de desplazados de las guerras en Irak y Libia. Las guerras imperiales de EE.UU.
han causado pérdidas económicas, inestabilidad política y ganancias militares
para los adversarios musulmanes.
América Latina ha rechazado categóricamente los
esfuerzos de EE.UU. para derrocar al gobierno de Venezuela. El mundo entero
-menos Israel y Washington- repudia el embargo a Cuba. Proliferan las organizaciones
de integración regional, que excluyen a EE.UU. Ha disminuido la participación
de EE.UU. en la balanza comercial de la región, con Asia tomando el lugar
dejado por EE.UU. en los mercados latinoamericanos.
En Asia, China consolida y expande sus vínculos
económicos con los países clave, mientras que el "pivot" de EE.UU. se
centra principalmente alrededor de los asentamientos militares en Japón,
Australia y Filipinas. Es decir que China es más importante que EE.UU. para la
expansión económica de Asia, y al mismo tiempo, China financia el déficit de la
balanza comercial de EE.UU. y revitaliza la economía estadounidense.
En África, las fuerzas militares de EE.UU. llevan a
cabo operaciones para promover los conflictos armados e intensificar la
inestabilidad. Mientras, los capitalistas asiáticos, con grandes inversiones en
los países estratégicos de África, recogen los beneficios del boom de commodities,
expanden los mercados e incrementan las ganancias.
Las revelaciones sobre la red de espionaje global
de la NSA de EE.UU. han perjudicado el accionar de los servicios de
inteligencia y las operaciones clandestinas. La inversión masiva de EE.UU. en
el ciber-imperialismo, aunque pudo haber beneficiado los intereses de algunas
corporaciones privadas privilegiadas, parece haber generado reacciones
diplomáticas y prácticas negativas para el imperio.
En suma, el actual panorama global presenta un
cuadro de derrotas significativas en las políticas imperiales, al igual que
pérdidas sustanciales para el Tesoro de EE.UU. y la erosión del respaldo
popular. Sin embargo, esta perspectiva presenta debilidades notorias,
especialmente en relación con otras regiones, relaciones y esferas de la
actividad económica. Las
estructuras fundamentales del imperio siguen intactas.
El poder militar de la OTAN, en evidente declive después de un intervención directa en los asuntos de los países como Egipto, Túnez, Libia y hoy Siria. Inventando una falsa democracia, que sólo es su experiencia de desastre político.
***
La
OTAN, la principal alianza militar liderada por el Pentágono, está ampliando su
lista de socios y expandiendo su campo de operaciones. Los estados
del Báltico, especialmente Estonia, son sitio de ejercicios militares a gran
escala a solo pocos minutos de las principales ciudades rusas. Tanto Europa del
Centro como del Este proveen bases para misiles que apuntan a Rusia. Ucrania
recientemente ha dado pasos para integrarse a la Unión Europea y para integrar
la OTAN.
La Alianza Trans-Pacífico (TPP) liderada por EE.UU.
ha expandido sus socios entre los países andinos: Chile, Perú y Colombia. Esto
funciona como un trampolín para debilitar los bloques de intercambio comercial
en la región como MERCOSUR y ALBA, que excluyen a Washington. Mientras tanto,
la CIA, el Departamento de Estado y las ONGs aliadas impulsan todo tipo de
sabotajes económicos y campañas de desestabilización política para debilitar al
gobierno nacionalista de Venezuela. Los banqueros y capitalistas pro-EE.UU.
siguen trabajando para sabotear la economía, generar inflación (50%),
desabastecimiento de artículos básicos de consumo y apagones eléctricos. El
control que ejercen sobre los medios de prensa de Venezuela les ha permitido
explotar el descontento popular echándole la culpa de la inestabilidad económica
a la "ineficiencia del gobierno".
Por sobretodo, la ofensiva de EE.UU. en América
Latina se ha enfocado en el golpe militar en Honduras, en el sabotaje económico
constante en Venezuela, en campañas electorales y de medios en Argentina, en la
guerra cibernética en Brasil, mientras que a la par EE.UU. estrecha vínculos
con los gobiernos neoliberales complacientes de México, Colombia, Chile,
Panamá, Guatemala y República Dominicana. EE.UU. ha perdido influencia en
América Latina durante la primera década del siglo XXI, pero desde entonces ha
recuperado parcialmente algunos de sus clientes y socios. La recuperación
relativa de la influencia de EE.UU. en la región ilustra el hecho de que los
"cambios de régimen" y la disminución en la balanza comercial, no han
desgastado los vínculos financieros y corporativos con los poderosos intereses
estadounidenses, incluso en los países progresistas. La presencia continua de
poderosos aliados políticos -incluso aquellos "fuera del gobierno-
constituye un trampolín para que EE.UU. pueda recuperar su influencia en la
región. Las políticas nacionalistas y los proyectos de integración regional
emergentes siguen siendo vulnerables a los contraataques de EE.UU.
Mientras que EE.UU. ha perdido influencia entre
algunos países productores de petróleo, por otra parte ha disminuido el grado
de dependencia de las importaciones de gas y petróleo gracias a un notable
incremento de la producción energética vía "fracking" y otras
tecnologías extractivas intensivas. Mayor autosuficiencia significa costos
energéticos más bajos para los productores internos, lo que aumenta su
capacidad competitiva en los mercados mundiales, y por ende la posibilidad de
recuperar espacio en los mercados para sus exportaciones.
El aparente declive de la influencia imperial de
EE.UU. en el mundo árabe, posterior a las populares revueltas de la
"Primavera Árabe", se ha detenido e incluso se ha revertido. El golpe
militar en Egipto, y el establecimiento y consolidación de la dictadura militar
en El Cairo sofocó las movilizaciones de masa populares y nacionales. Egipto ha
regresado a la órbita de EE.UU. e Israel. En Argelia, Marruecos y Túnez los
viejos y nuevos gobernantes están aplastando cualquier protesta
antiimperialista. En Libia, la fuerza aérea de EE.UU. y la OTAN destruyeron el
gobierno nacional populista de Kadafi, eliminaron un modelo alternativo de
estado de bienestar social y lo reemplazaron con el saqueo neocolonial, pero
hasta el momento no lograron consolidar un régimen neoliberal aliado en Trípoli.
Pandillas musulmanas armadas adversarias, matones de grupos étnicos y
monárquicos saquean y asolan el territorio. La destrucción de un régimen
antiimperialista no condujo al establecimiento de un régimen proimperialista.
En el Medio Oriente, Israel continúa despojando a
los palestinos de la tierra y del agua. EE.UU. sigue escalando las maniobras
militares e imponiendo más sanciones económicas contra Irán -debilitando a
Teherán pero también disminuyendo la riqueza y la influencia de EE.UU. por la
pérdida del lucrativo mercado iraní. Como en Siria, los aliados de EE.UU. y la
OTAN destruyeron la economía nacional y fragmentaron una sociedad compleja, sin
lograr convertirse en los principales beneficiados del proceso. Los mercenarios
musulmanes han ampliados sus bases de operación mientras que Hezbolá se ha
consolidado como un importante actor en la región. Las negociaciones actuales
con Irán abrieron posibilidades para que EE.UU. reduzca sus pérdidas y la
amenaza regional de una nueva y costosa guerra pero esas conversaciones son
bloqueadas por una alianza entre el estado sionista-militar de Israel, la
monarquía de Arabia Saudita y la Francia "socialista".
Washington ha perdido influencia económica en Asia
-ante el avance de China- pero está implementando una contraofensiva regional,
desde su red de bases militares en Japón, Filipinas y Australia. Promueve un
nuevo acuerdo económico Trans-Pacífico que excluye a China. Esto pone de
manifiesto la capacidad de EE.UU. para intervenir y para delinear los intereses
imperialistas. Sin embargo, anunciar nuevas política y formas organizativas no
es lo mismo que implementarlas y proveerles un contenido dinámico. El cerco
militar tendido por Washington alrededor de China está contrabalanceado por la
deuda billonaria contraída con Beijín. Una política militar agresiva contra
China podría causar que China se decida a vender masivamente bonos del Tesoro
estadounidense y que las inversiones de
quinientas multinacionales se hallen en serio peligro.
El Pentágono Norteamericano. Su poder militar y político hoy está en declive producto del Nuevo Orden Mundial y el Multilateralismo?.
***
El
reparto del poder entre una potencia global establecida y una emergente, como
los son EE.UU. y China, no puede ser "negociado" a través de la
superioridad militar de EE.UU. Las amenazas y chicanas diplomáticas solo
consiguen victorias propagandísticas, únicamente los logros económicos de largo
plazo pueden constituir los caballos de Troya necesarios para erosionar el
dinámico crecimiento de China. Incluso hoy, la élite de China gasta cuantiosas
sumas para educar a sus hijos en las "prestigiosas" universidades de
EE.UU. y Gran Bretaña, donde se enseñan las doctrinas económicas de libre
mercado y las narrativas centradas en la noción de imperio. En la última
década, los políticos chinos más destacados y las corporaciones más adineradas
han enviado miles de millones de dólares de valores lícitos y no-lícitos hacia
cuentas bancarias en el exterior, para invertir en negocios inmobiliarios de
lujo en América del Norte y Europa y para lavado de dinero en paraísos de estas
actividades. Hoy, existe en China una facción poderosa de economistas y consejeros
de las élites financieras a favor de una mayor "liberalización
financiera", es decir, un dominio de las corporaciones financieras
especuladoras de Wall Street y la City de Londres. Mientras que las industrias
chinas pueden estar ganando espacios en la competencia por los mercados
internacionales, EE.UU. ha ganado y sigue ganando espacios en la estructura
financiera de China.
La participación de EE.UU. en el comercio de
América Latina puede estar en retroceso pero el valor absoluto del dólar se ha incrementado
varias veces en la última década.
EE.UU. puede estar perdiendo clientes de derecha en
América Latina pero los nuevos gobiernos de centro-izquierda están colaborando
activamente con las principales corporaciones mineras y agro-industriales y con
las empresas de importación-exportación de bienes. El Pentágono no ha sido
capaz de orquestar golpes de estado, con la patética excepción de Honduras,
pero todavía mantiene una estrecha relación con los militares de América Latina
de dos maneras: 1) realizando actividades "antiterroristas",
"antinarcóticos" y de "control de migración" a nivel
regional, 2) proporcionando entrenamiento técnico y adoctrinamiento político
mediante programas militares "educativos" en el extranjero y 3)
desarrollando ejercicios militares conjuntos.
En suma, las estructuras corporativas, financieras,
militares, políticas y culturales del imperio estadounidense continúan en su
lugar y dispuestas a recobrar hegemonía en el momento en que las oportunidades
políticas se presenten. Por ejemplo, un marcado declive en los precios de los
bienes (k) probablemente provocaría una crisis profunda e intensificaría
los conflictos de clase en los países gobernados por regímenes de
centro-izquierda, que dependen de las exportaciones agrícolas y mineras para
financiar sus programas sociales. En cualquier confrontación, EE.UU. impulsaría
el derrocamiento del gobierno y la reimplantación de un gobierno aliado
neoliberal en asociación con las élites económicas y militares. La fase actual
de políticas y configuraciones de poder post neoliberal es vulnerable. El
"declive de la influencia y del poder de EE.UU." es relativo y puede
ser revertido, incluso cuando no vuelva a su configuración anterior. El punto
teórico es que mientras las estructuras imperiales sigan vigentes y mientras
los colaboradores externos mantengan posiciones estratégicas, EE.UU. podrá
recuperar una posición dominante en la configuración global de poder.
Para que se concrete el regreso imperial no hace
falta que sigan "las mismas caras conocidas". Ya hay nuevas figuras
políticas, especialmente algunas con credenciales de progresistas y retoques
cosméticos de ideología "socialmente incluyente" con papeles
importantes en las nuevas redes de intercambio dirigidas por el imperio. En
Chile, la recientemente electa Presidenta "socialista" Michelle
Bachelet y el peruano ex-nacionalista Ollanta Humala son grandes defensores de
la Alianza Trans-Pacífico de Washington, un mercado regional que compite con
MERCOSUR y ALBA, y excluye a China. En México, el Presidente Peña Nieto,
cliente de EE.UU., está privatizando la "joya" de la economía
mexicana, PEMEX, la gigante compañía petrolera, fortaleciendo el poder de
Washington sobre los recursos energéticos regionales y aumentando la independencia
de EE.UU. del petróleo de Medio Oriente. El Presidente colombiano Santos, el
presidente de la "paz", está negociando el fin de la guerrilla para
expandir la explotación multinacional de minerales y recursos energéticos
localizados en regiones disputadas por la guerrilla, un desenlace que le traerá
grandes beneficios a las corporaciones petroleras de EE.UU. En Argentina,
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) ha firmado un contrato con el gigante
petrolero Chevron para explotar un gran yacimiento de gas y petróleo conocido
como Vaca Muerta. Este acuerdo expandirá la presencia de EE.UU. en Argentina en
el área energética, sumándose a la influencia ganada por Monsanto en el
poderoso sector agrícola.
No hay dudas de que América Latina ha diversificado
el comercio y que la participación de EE.UU. ha experimentado un declive
relativo. Los gobernantes latinoamericanos ya no buscan ansiosamente la
"certificación" de los embajadores de EE.UU. antes de presentar una
candidatura política. EE.UU. está totalmente aislado en el boicot a Cuba. La
OEA ya no es un paraíso para EE.UU. Pero hay tendencias en el sentido
contrario, como las reflejadas por el TPP. Hay nuevos sitios de explotación
económica, que no se hallan bajo el control absoluto de EE.UU. que ahora sirven
como trampolines desde donde obtener un incremento del poder imperial.
Conclusión.
La economía de EE.UU. está en una fase de
estancamiento y no logra recuperar dinamismo debido a una serie de guerras
imperiales. Sin embargo, en el Medio Oriente, el declive de EE.UU. en relación
con el pasado, no fue acompañado de un ascenso de los viejos rivales. Europa se
halla en una crisis cada vez más profunda, con un ejército inmenso de
desocupados, crecimiento negativo crónico y pocos signos de recuperación para
el futuro cercano. Incluso China, el nuevo poder global emergente, está
disminuyendo su crecimiento, que ha bajado del 11% al 7% en la década actual.
Beijín enfrenta un creciente descontento interno. India, al igual que China,
está liberalizando su sistema financiero, abriéndolo a la penetración e
influencia del capital financiero de EE.UU.
Las principales fuerzas antiimperialistas de Asia y
África no son los movimientos progresistas, seculares, democráticos o
socialistas. Los movimientos que se enfrentan al imperialismo son religiosos,
étnicos, misóginos y autoritarios con tendencias irredentistas. Las viejas
voces seculares y socialistas han perdido fuerza, y proporcionan
"justificaciones" perversas para las guerras de agresión en Libia,
Mali y Siria. Los socialistas franceses, que se opusieron a la guerra de Irak
en el 2003, ahora tienen al Presidente Hollande parodiando el militarismo
brutal del señor de la guerra israelí, Netanyahu.
El punto es que tanto la tesis del "declive
del imperio estadounidense" como su corolario, "la crisis de
EE.UU." es una exageración, dependiente del tiempo y carente de datos
específicos. En realidad no hay una alternativa al imperio ni una tendencia
antiimperialista en el horizonte inmediato. Mientras que es cierto que el
capitalismo occidental está en crisis, la reciente curva ascendente del
capitalismo asiático en China e India enfrentan diferentes crisis producidas
por la salvaje explotación de clase y por las criminales relaciones de casta.
Si las condiciones objetivas están "maduras para el socialismo", los
socialistas, al menos aquellos que tienen alguna presencia política, se hallan
cómodamente insertados en sus respectivos regímenes imperialistas. Los
marxistas y socialistas de Egipto respaldaron a los militares para derrocar el
gobierno conservador musulmán electo por el pueblo, conduciendo a la
restauración de un régimen pro-imperialista en el país. Los
"marxistas" franceses e ingleses han respaldado la destrucción de
Libia y Siria por parte de la OTAN. Numerosos progresistas y socialistas, en
Europa y Estados Unidos apoyan a los israelíes militaristas y/o se quedan
callados ante el poder sionista interno en el poder ejecutivo y en el
legislativo.
Si el imperialismo está en una fase de declive,
también lo está el antiimperialismo. Si el capitalismo está en crisis, los
anticapitalistas están en retirada. Si los capitalistas buscan nuevos rostros e
ideólogos para restablecer su prosperidad, ¿no es hora de que los
antiimperialistas y anticapitalistas hagan lo mismo?
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso
del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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Es cierto que el poder de Estado Unidos a menguado, soy de los cree que estamos a las puertas de un cambio de poder en el mundo, por lo demás nos están arriconando y eso tiene que tener concecuencias.
ResponderEliminarnuestras opiniones.wordpress.com
Es cierto que el poder de Estado Unidos a menguado, soy de los cree que estamos a las puertas de un cambio de poder en el mundo, por lo demás nos están arriconando y eso tiene que tener concecuencias.
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