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FRANCIA. LA EXTREMA DERECHA GANÓ LAS ELECCIONES. OPINIONES.- "El triunfo de
la extrema derecha provoca un seísmo político en Francia.- Sin embargo, la líder del FN no
podrá formar grupo propio en el PE porque
su socio, el Partido Nacionalista
Eslovaco, no ha obtenido representación, según los sondeos. La líder del Frente Nacional francés,
Marine Le Pen, este domingo".
A su tiempo el Primer
Ministro de Francia, "Manuel Valls, estima que el resultado de las elecciones, europeas es un «seísmo
político nacional», en Francia. Según las primeras estimaciones de las
grandes cadenas de radio y tv, el Frente
Nacional (FN, extrema derecha) fue el partido más votado, consiguiendo el 25% de los votos, seguido de la UMP (derecha), que habría obtenido el 20% de los votos, y del PS que
habría obtenido un 14% de los votos. (Así estamos contando en directo
las elecciones europeas). Se trata de estimaciones oficiosas de BFM, la
primera cadena nacional de información permanente. Las estimaciones del resto
de las cadenas de radio y tv son muy similares. Históricamente, en Francia, las estimaciones oficiosas
avanzadas al cierre de los colegios electorales suelen confirmarse,
matizadas, a lo largo de la noche electoral. Según TF1, primera cadena de tv, el
FN podría conseguir unos 24 eurodiputados, la UMP podría conseguir 20 y el
PS solo obtendría unos 13 eurodiputados. Jean Marie y Marine Le Pen, padre e
hija, líderes del FN, fueron los primeros en reaccionar, al unísono: «El
presidente Hollande debe asumir sus responsabilidades: disolver la Asamblea
Nacional, para que el pueblo soberano pueda elegir una Asamblea auténticamente
nacional, independiente,
tal como ha votado en estas elecciones».
«Vivimos momentos muy graves para
Francia y para Europa»
"Minutos más tarde, Manuel Valls, jefe de Gobierno, lívido, con la voz temblorosa,
hizo una declaración solemne ante todas las cadenas de radio y tv, comenzando
con una frase lapidaria: «Vivimos momentos muy graves para Francia y para
Europa. Vivimos un choque brutal, un seísmo político. Debemos actuar con
rapidez. A través de la abstención y votando a la extrema derecha, los
franceses han expresado su profundo excepticismo. No debemos perder un minuto.
Francia es una gran nación». El seísmo anunciado por Manuel Valls tiene
proporciones históricas: la extrema derecha instalada en el podio de partido
más votado en Francia, relegando al PS del presidente Hollande a un humillante tercer
puesto, con uno de los resultados más catastróficos de la historia del
socialismo francés".
"La derecha tradicional de Nicolas Sarkozy sufre una humillación bastante
semejante, relegada a un segundo puesto, desbordada por una extrema derecha
triunfante. Sarkozy
intervino hace días, intentando «pensar» en el voto nacional. Con un
resultado aparentemente insignificante. François Fillon, ex primer ministro de
Sarkozy, reaccionó en nombre de su partido, la UMP, afirmando: «Se trata de
un nuevo voto de castigo contra el presidente Hollande, cuya política,
desastrosa, está contribuyendo al crecimiento de los extremos de izquierda y
derecha». En un segundo plano, las primeras estimaciones oficiosas anunciaban
estos otros resultados: la abstención habría sido del 58%,
catastrófica en términos de participación cívica. Los ecologistas podrían tener 6 ó 7
eurodiputados, tras haber sido votados por el 9% de los electores.
Los centristas podrían obtener 7 eurodiputados , tras haber sido votados por 9%
de los electores. El Frente de
izquierdas habría conseguido el 6% de los votos y podría aspirar a unos 3
eurodiputados. Por vez primera en la historia política de Francia, la extrema
derecha relega a las grandes formaciones gubernamentales de izquierda y
derecha a un segundo y tercer puesto. El seísmo político anunciado por Manuel Valls, primer
ministro, tendrá una onda de choque nacional y europea, inflamables".
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La troika europea. El gobierno financiero-político que impone políticas de austeridad, salvajes y fascistas. El Fondo Monetario Internacional. FMI. es el verdadero destructor y dinamitador del sistema. Ahora debe estar feliz, con el triunfo de la extrema derecha, fascista y xenofóbica.
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EUROPA: DIEZ TESIS SOBRE LA EXTREMA DERECHA.
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Michael Löwy.
Viento Sur martes 10 de junio del 2014.
I. Las elecciones europeas han confirmado una
tendencia que veníamos observando desde hace algunos años en la mayoría de
países del continente: el espectacular crecimiento de la extrema derecha. Se
trata de un fenómeno sin precedentes desde los años 30 del siglo XX. En la mayoría
de los países este movimiento obtuvo entre el 10 y el 20%, y en tres países
-Francia, Inglaterra, Dinamarca-, entre el 25 y el 30% de los votos. Pero su
influencia es más vasta que su electorado: contamina con sus ideas a la derecha
"clásica" e igualmente a una parte de la izquierda social-liberal. El
caso francés es el más grave, el avance del Frente Nacional ha sobrepasado
todas las previsiones, incluso las más pesimistas. Tal como decía la web de Mediapart
en una edición reciente, "El tiempo se acabó": "Il est minuit
moins cinq".
II. Esta extrema derecha es muy diversa, se puede observar toda una gama desde partidos abiertamente neonazis,
como el griego Amanecer Dorado, hasta fuerzas burguesas perfectamente
integradas en el juego político institucional como el PPS suizo. Lo que tienen
en común es el nacionalismo chovinista, la xenofobia, el racismo, el odio a los
inmigrantes – sobre todo a los "extraeuropeos" - y a los gitanos (el
pueblo más viejo de Europa), la islamofobia, el anticomunismo. A esto se le
puede añadir, en muchos casos, el antisemitismo, la homofobia, la misoginia, el
autoritarismo, el rechazo de la democracia, la eurofobia. Respecto a otras
cuestiones – por ejemplo, el neoliberalismo o el laicismo – este movimiento
está más dividido.
III. Sería un error creer que el fascismo y el antifascismo son fenómenos del pasado. Es cierto que hoy no
encontramos partidos de masas comparables al NSDAP alemán de los años 30, pero
ya en esta época el fascismo no se limitaba a un solo modelo: el franquismo
español y el salazarismo portugués eran bien diferentes de los modelos italiano
o alemán. Una parte importante de la extrema derecha europea de hoy tiene una
matriz directamente fascista y/o neonazi: es el caso de Amanecer Dorado, el
Jobbik húngaro, de Svoboda y el Sector de Derechas ucranianos, etc.; pero
también hay otros, como el Frente Nacional, el FPÖ austriaco, el Vlaams Belang
belga y otros, cuyos cuadros fundadores tenían estrechos vínculos con el
fascismo histórico y las fuerzas colaboracionistas con el Tercer Reich. En
otros países -Holanda, Suiza, Inglaterra, Dinamarca- los partidos de extrema
derecha no tienen origen fascista, pero comparten con los primeros el racismo,
la xenofobia y la islamofobia.
Uno de los argumentos
utilizados para mostrar que la extrema derecha ha cambiado y que no tiene gran
cosa que ver con el fascismo es su aceptación de la democracia parlamentaria y
de la vía electoral para llegar al poder. Pero recordemos que un tal Adolf
Hitler fue aupado a la Cancillería por una votación legal del Reichstag, y que
el Mariscal Pétain fue elegido Jefe de Estado por el Parlamento francés. Si el
Frente Nacional llegara al poder a través de las elecciones -una hipótesis que
desgraciadamente no podemos descartar-, ¿qué quedaría de la democracia en
Francia?
IV. La crisis económica que asola Europa desde 2008, en general -con la excepción de Grecia- ha favorecido más a la extrema
derecha que a la izquierda radical. La proporción entre las dos fuerzas es
totalmente desequilibrada, contrariamente a la situación europea de los años
30, que vivió, en la mayoría de países, un aumento paralelo del fascismo y de
la izquierda antifascista. La extrema derecha actual se ha beneficiado sin duda
de la crisis, pero ésta no lo explica todo: en el Estado español y en Portugal,
dos de los países más castigados por la crisis, la extrema derecha sigue siendo
marginal. Y en Grecia, si bien Amanecer Dorado ha experimentado un crecimiento
exponencial, ha sido sobrepasada de largo por Syriza, la coalición de la
izquierda radical. En Suiza y en Austria, dos de los países a los que
prácticamente no ha afectado la crisis, la extrema derecha racista supera el
20%. Así que habría que evitar las explicaciones economicistas a menudo
avanzadas por la izquierda.
V. Los factores históricos juegan sin duda un papel: una larga y antigua tradición antisemita en ciertos países; la
persistencia de corrientes colaboracionistas después de la Segunda Guerra
Mundial; la cultura colonial, que sigue impregnando actitudes y comportamientos
mucho después de la descolonización, no sólo en los antiguos imperios, también
en el resto de países de Europa. Todos estos factores están presentes en
Francia y contribuyen a explicar el fenómeno del lepenismo.
VI. El concepto de "populismo", empleado por ciertos politólogos,
los medios e igualmente por una parte de la izquierda, es absolutamente incapaz
de rendir cuentas sobre el fenómeno en cuestión, y solo sirve para confundir.
Si en la América Latina de entre los años 19330 y 1960 el término correspondía
a algo más preciso - el varguismo, el peronismo, etc.-, su uso en Europa a
partir de los años 90 es cada vez más vago e impreciso. Se define el populismo
como "una posición política que toma partido por el pueblo frente las
élites", lo que es válido para casi cualquier movimiento o partido
político. Este pseudo-concepto, aplicado a los partidos de extrema derecha,
conduce -voluntaria o involuntariamente- a legitimarlos, a hacerlos más
aceptables, cuando no simpáticos -¿quién no está por el pueblo y contra las
élites ?- evitando cuidadosamente los términos que provocan rechazo: racismo,
xenofobia, fascismo, extrema derecha. "Populismo" es también
utilizado de forma deliberadamente mistificadora por las ideologías
neoliberales para crear una amalgama entre la extrema derecha y la izquierda
radical, caracterizadas como "populismo de derechas" y
"populismo de izquierdas", opuestos a las políticas liberales, a
"Europa", etc.
VII. La izquierda de todas las tendencias -con algunas excepciones- ha subestimado cruelmente el peligro. No ha
visto venir la ola parda, por lo tanto, no ha visto necesario tomar la
iniciativa para una movilización antifascista. Para ciertas corrientes de la
izquierda, la extrema derecha no es más que un producto de la crisis y del
desempleo, siendo éstas las causas a las que hay que atacar, y no al fenómeno
del fascismo en sí. Estos razonamientos típicamente economicistas han desarmado
a la izquierda ante la ofensiva ideológica racista, xenófoba y nacionalista de
la extrema derecha.
VIII. Ningún grupo social está inmunizado contra la peste parda. Las ideas de la extrema derecha, y en particular el racismo, han
contaminado no solo a una gran parte de la pequeña burguesía y de los
desempleados, también a una parte de la clase trabajadora y de la juventud. En
el caso francés esto es particularmente llamativo. Estas ideas no tienen
ninguna relación con la realidad de la inmigración: el voto por el Frente
Nacional, por ejemplo, ha crecido particularmente en algunas regiones rurales que
jamás han visto a un solo inmigrante. Y los inmigrantes gitanos, que han sido
recientemente el objetivo de una ola de histeria racista bastante impresionante
-con la complaciente participación del antes ministro "socialista" de
Interior, Manuel Valls- son menos de veinte mil en toda Francia.
IX. Otro análisis "clásico" de la izquierda sobre el fascismo es el que
lo explica esencialmente como un instrumento del gran capital para frenar la
revolución y al movimiento obrero. Pero como hoy el movimiento obrero es muy
débil, y el peligro revolucionario inexistente, el gran capital no tiene
interés en sostener a los movimientos de extrema derecha, así que la amenaza de
una ofensiva parda no existe. Se trata, una vez más, de una visión
economicista, que no tiene en cuenta la autonomía propia de los fenómenos
políticos -los electores pueden elegir a un partido político que no tenga el
favor de la gran burguesía- y parece ignorar que el gran capital puede
acomodarse a toda clase de regímenes políticos, sin demasiados escrúpulos.
X. No hay una receta mágica para combatir a la extrema derecha. Hay que inspirarse, con una distancia crítica, de las tradiciones
antifascistas del pasado, pero también hay que saber innovar para responder a
las nuevas formas del fenómeno. Hay que saber combinar las iniciativas locales
con los movimientos sociopolíticos y culturales unitarios, sólidamente
organizados y estructurados, a escala nacional y continental. La unidad con
todo el espectro "republicano" puede ser puntual, pero un movimiento
antifascista organizado no será eficaz y creíble si está impulsado por las
fuerzas que se sitúan hoy dentro del consenso neoliberal dominante. Se trata de
una lucha que no puede limitarse a las fronteras de un solo país, sino que debe
organizarse a escala europea. El combate contra el racismo y la solidaridad con sus
víctimas es uno de los componentes esenciales de esta resistencia.
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Traducción: José Gallego para VIENTO SUR
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