CONTRA EL FÚTBOL MODERNO.- EN LUCHA.- El fútbol es sin duda el deporte
más popular con más de 240 millones de personas que lo
practican, según una encuesta de la FIFA.
Un deporte que para muchas personas es el opio del pueblo con equipos
convertidos en sociedades anónimas y controladas por grandes capitales. El fútbol nació como algo popular en
escuelas públicas inglesas y pronto se extendió y empezó a ser practicado por las clases populares.
Sin ir más lejos en el Estado español
fue introducido por mineros ingleses que en sus horas de descanso practicaban
este deporte junto a sus compañeros de
Rio Tinto (Huelva). Desde que el fútbol se juega a nivel profesional con jugadores con sueldos millonarios
mientras otros en equipos modestos llevan meses sin cobrar, empresas sacando
grandes beneficios, deudas millonarias
con Hacienda y controlado por auténticos mafiosos, parece imposible pensar
que es un deporte practicado por y para el pueblo. Pero hay ejemplos que nos enseñan que podemos recuperarlo".
"A principios de los 80 en Brasil, durante los
últimos años de dictadura, nació un club democrático en decisiones y medidas llegando a convertirse en un bastión de lucha social y
política. Democracia
Corinthiana predicó con el ejemplo funcionando como una cooperativa social, dejando en
evidencia al régimen y sacando lemas en sus camisetas como “democracia ya” o “quiero votar para presidente”. El proyecto duró
unos cuatro años cuando tras unas elecciones internas Democracia Corinthiana es derrotada bajo una fuerte presión mediática y sospechas de
fraude. Hoy día, además de otros proyectos repartidos por el mundo, en el Estado español existe un club que
intenta abrirse paso de la forma más democrática
y honesta: el Club de Accionariado
Popular Ciudad de Murcia (ex-C.F. Ciudad de Murcia). Tras sufrir la venta
por parte del dueño a varias personas aficionadas, estas deciden unirse y crear
un nuevo club donde cada persona pasa a ser partícipe de su gestión y gobierno,
estando limitado a una acción (un voto) por persona. Ahora la afición decide quién es el entrenador, elige a la junta
directiva (una formalidad que carece de peso en las decisiones), el precio de
las entradas, etc. Bajo su lema “no al fútbol moderno” son un ejemplo de que otro fútbol es posible". Juan Antonio Casado es Jugador de la Liga Popular Los Chichos y militante de En lucha / En lluita.
No al fútbol negocio, fuera las mafias del deporte de multitudes. El "deporte rey" nuestro fútbol hoy globalizado ha sido tomado por un conjunto de corporaciones transnacionales del "fútbol como negocio, dominado y controlado por las mafias". Increíblemente hoy presentes en la Copa Mundo Brasil 2014.
***
“La Copa de la FIFA es carísima. Para un pobre, negro, asalariado,
obrero es completamente imposible estar en los estadios. Actualmente, hay una disputa ideológica muy
intensa donde para sectores de las capas medias y la burguesía, Dilma es vista como si fuera un gobierno de
izquierda. Entonces, hay oposición por derecha pero también por izquierda. La
manifestación en la apertura de la Copa
fue protagonizada por sectores de capas medias de derecha contra el gobierno
porque Dilma en su pasado fue una mujer
de izquierda que participó de la lucha armada. La manifestación fue un abucheo muy duro. Naturalmente,
también hay sectores de las capas medias y burguesas que apoyan al gobierno de Dilma, pero los chiflidos
fueron de sectores conservadores. Muy distinto de la oposición que se manifestó en las calles, que por el
contrario, son manifestaciones de un amplio
sector de la izquierda que fueron duramente
reprimidos como les anticipé hace un par de semanas que iba a ocurrir. Hay una represión
muy violenta silenciada por los medios que solo muestran las cosas buenas de la
Copa del Mundo. Esta es la situación actual en Brasil”.
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La convivencia de gobiernos e instituciones deportivas
con respecto a organizaciones fraudulentas. Lavado de dinero, coimas, evasión
fiscal, compra de árbitros, negocio (venta descarada y mafiosa) como mercancías
de jugadores, apuestas y sobreprecios son algunas de las prácticas que
evidencian este vínculo de las mafias en el “deporte rey”, el fútbol.
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FÚTBOL COMO
POLÍTICA Y LA POLÍTICA COMO FÚTBOL.
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Román Munguía Huato.
Rebelión lunes 23 de junio del 2014.
Parafraseando a Carl von
Clausewitz (teórico de la guerra moderna), el fútbol es una continuación de
la política por medio del deporte, de un deporte mercantilizado y enajenante.
Nunca, al parecer, ningún Mundial de Fútbol como éste en Brasil había tenido
tanta trascendencia mediática. Antonio
Gramsci decía y decía muy bien: "Todo
es político… es decir la vida misma.” Toda relación humana, toda relación
social, es una relación política. Aristóteles,
el filósofo, lo decía muy claro: el
hombre es un animal político [zoom politikón]. Nada tan cierto como
eso, y el fútbol,
se perciba como mero deporte amateur (actividad lúdica) o como deporte
mercantilizado (negocio capitalista), o como ambas cosas, es un hecho político, es una relación política; una relación entre
los propios sujetos deportistas y, en su caso, entre los jugadores
profesionales y el público espectador.
Depende de las relaciones políticas que se establecen
entre los propios hombres, pues hay de relaciones políticas a relaciones
políticas. La
naturaleza humana es muy diversa y compleja, y depende de la
relación entre los sujetos, pues una cosa es la relación de convivencia entre
iguales y otra cosa es una relación de autoridad jerárquica entre los sujetos; una relación de poder, de poder político
de uno sobre otro. Esto acontece con las relaciones de poder entre las clases sociales; y el fútbol no escapa
a tal condición social. La historia verdadera del fútbol tiene cientos de
ejemplos al respecto. Más aún, impera el racismo en la fanaticada xenófoba hacia los jugadores
negros, mulatos o morenos. En la España
de hoy y en algunos países europeos eso está sucediendo. Y el racismo es una forma extrema de relación clasista.
Pero, ¿por qué esta Copa Mundial de fútbol tiene tal trascendencia inédita?
Una posible respuesta de la crítica de la economía
política del fútbol es la profunda imbricación
entre la problemática social brasileña,
su pobreza ancestral, y el despilfarro de grandes recursos económicos en la
construcción de infraestructura y equipamiento para tal acontecimiento
deportivo-mercantil y político. Las
fuertes protestas populares masivas no surgen de la nada, y en este caso
surgen de un profundo malestar social por problemas endémicos de una calidad de
vida precaria para la mayoría de la población brasileña. Los enfrentamientos
violentos entre los manifestantes que exigen un gasto público hacia las prioridades sociales y las fuerzas represivas del gobierno de “populista”
neoliberal forman parte de una conflictualidad social que va más
allá de este espectáculo mundial. El
contraste de calidad de vida entre una oligarquía
burguesa y la gente plebeya trabajadora es abismal. Guardando las
proporciones, podemos imaginarnos, por ejemplo, el despilfarro monetario
supermillonario gastado en la infraestructura de los Juegos Panamericanos realizados en Guadalajara en el 2011 y la omisión de las necesidades sociales de
la población metropolitana y de la entidad. Hubo saqueo, robo; además, una
profunda corrupción impune. “Pan y
circo”, pero hoy más circo que pan es una consigna visible en un mundo con muchísimas carencias económicas, sociales,
educativas, médicas, culturales, etcétera.
Dilma Rousseff, la mandataria brasileña,
destinó una enorme inversión financiera a las obras del Mundial también para propósitos electorales; sin embargo, no pudo
hacer ninguna declaratoria inaugural este 12 de junio por el visible rechazo
popular a su gestión política y el
temor a un abucheo. Hay un antecedente ocurrido en la Copa de las Confederaciones de 2013, el 15 de junio del año pasado Rousseff fue objeto de una generalizada
rechifla cuando expresó las palabras de apertura en el Estadio Nacional Mané Garrincha. Como bien señala Ernest Cañada en su
excelente artículo: Brasil 2014. El
campeonato de la desigualdad:
“La protesta ciudadana en Brasil se ha
organizado fundamentalmente a través de los Comités Populares da Copa… En ellos se han encontrado movimientos sociales, organizaciones
civiles y sectores universitarios. Sus movilizaciones han variado en
función de las agresiones particulares sufridas por la población local en cada
lugar: expulsiones de población en barrios
pobres, incremento del gasto público en estos fastos y desatención de las
necesidades de la mayoría, explotación
laboral, elitización, limitación del trabajo comercial de amplios sectores,
injerencia de la FIFA en la política
local, represión y criminalización de la protesta, y un largo etcétera.” Rousseff tuvo su
“Maracanazo” político.
El fútbol politizado exalta fanáticamente los nacionalismos más retrógrados, que de
por sí lo son en general. En México,
ha tomado visos grotescos de una Razón
de Estado donde la Selección Nacional es investida oficialmente por el
presidente del país en turno para generar un nacionalismo fútil. Solamente
falta que Enrique Peña Nieto viaje a
Brasil para ponerse la camiseta verde y echarle porras a su “dream team”. Hemos visto en los palcos
de los estadios brasileños a mandatarios europeos, a políticos estadounidenses
y africanos. En cierta forma es una pasarela para una proyección
nacionalista en la cual el poder político se funde es una sensiblería
mediática.
Como bien señala mi estimado Guillermo Almeyra, “El capitalismo
actual sabe utilizar la industria del espectáculo (el del fútbol-mercancía)
como herramienta para la dominación.” Por lo mismo, como acertadamente señala Jules Boykoff: “Hay que apoyar al
equipo de los que protestan”; al equipo de quienes protestan y luchan contra la
pobreza social, la injusticia, la inequidad social, la corrupción, el
autoritarismo, la monarquía, el militarismo, la violencia, el ecocidio… “En la Copa habrá
lucha”… en las canchas callejeras del mundo también.
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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