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La Organización de Naciones Unidas es
constituida por un grupo de 193 naciones. En su
primera versión, como Liga de Naciones
después de la Primera Guerra Mundial, en su carta de arranque (1918),
consistía en adaptar sus funciones a las condiciones creadas por el nuevo
poderío asumido por los vencedores. EEUU
bajo la presidencia de W.Wilson rechaza la carta firmada en Versailles
porque un artículo aseguraba la mantención de las fronteras. Fue un indicador de la precoz desconfianza
en un sistema internacional para la administración de relaciones de poder,
haciendo prevalecer un claro interés por la expansión y el aumento del caudal económico. Los derechos humanos y
la paz eran demasiado intangibles a pesar de los 10 millones de muertos de esta
guerra. Había pasado poco más de una
década y comienza la Segunda Guerra (1939-1949) en donde participan
directamente 57 naciones. El número de muertes se eleva a 54.8 millones. Se acaba la Liga de
las Naciones y se refunda la ONU en San Francisco en 1945 con una
nueva carta: …. “Los propósitos de las
Naciones Unidas son mantener la paz y la seguridad internacionales, y con
tal fin, tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz y para suprimir
actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz”.
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NACIONES UNIDAS: Víctima del capital transnacional.
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Miércoles,
15 de agosto del 2012.
Juan
Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)
Naciones Unidas, por la
forma en que se originan los diversos formatos en su evolución, en muchos
aspectos es un remanente de siglos de cultura colonial en el manejo de las
relaciones internacionales. Si bien el problema en Siria aparece como un
problema de la ONU, transferir la cuestión central del conflicto a un ejercicio
de fuerza entre potencias que compiten por zonas de influencia o supremacía a
secas es confinar un tema mayor que está pendiente.
Es así que el problema
subyacente principal reside en la Carta de Naciones Unidas, documento que ha
permanecido como un documento sacrosanto. Se puede leer como un instrumento
democrático hasta el resorte del capítulo VII donde las medidas coercitivas y
de fuerza responden a un globo altamente militarizado y aun en estado colonial
donde predominan los países con constituciones de excepción nacidas en estados
de guerra debido a la expansión colonial con rostro de capital transnacional.
El problema hay que
pesquisarlo en el origen mismo de la idea de formar una administración de las
relaciones y de la paz cada vez más universal. La necesidad de una
administración más abarcadora es el puntal donde se afirma la noción de un
sistema colonial con la expansión del capital como trasfondo. Es así que cuando
emerge la noble intención de establecer cartas de principios donde se
establecen derechos para la protección de todas las naciones, en el orden de
internacional existía una línea divisoria marcada principalmente por los
detentores del poder colonial.
La Organización de
Naciones Unidas es constituida por un grupo de 193 naciones. En su primera
versión, como Liga de Naciones después de la Primera Guerra Mundial, en su
carta de arranque (1918), consistía en adaptar sus funciones a las condiciones
creadas por el nuevo poderío asumido por los vencedores. EEUU bajo la
presidencia de W.Wilson rechaza la carta firmada en Versailles porque un
artículo aseguraba la mantención de las fronteras. Fue un indicador de la
precoz desconfianza en un sistema internacional para la administración de
relaciones de poder, haciendo prevalecer un claro interés por la expansión y el
aumento del caudal económico. Los derechos humanos y la paz eran demasiado
intangibles a pesar de los 10 millones de muertos de esta guerra.
Había pasado poco más de
una década y comienza la Segunda Guerra (1939-1949) en donde participan
directamente 57 naciones. El número de muertes se eleva a 54.8 millones. Se
acaba la Liga de las Naciones y se refunda la ONU en San Francisco en 1945 con
una nueva carta: …. “Los propósitos de las Naciones Unidas son mantener la paz
y la seguridad internacionales, y con tal fin, tomar medidas colectivas
eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz y para suprimir actos de
agresión u otros quebrantamientos de la paz”.
El logro de este
propósito se realiza por “medios pacíficos y de conformidad con los principios
de la justicia y del derecho internacional”. También fomenta entre las naciones
“relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de
derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas
adecuadas para fortalecer la paz universal”.
Todo debería ocurrir a
través de la cooperación internacional estimulando “respeto a los derechos
humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por
motivos de raza, sexo, idioma o religión.” Todo va bien hasta que se llega al
Capítulo VII. La carta que se elabora deja un espacio amplio para que las
potencias ejerzan su prerrogativa: “El Consejo de Seguridad determinará la
existencia de toda amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de
agresión y hará recomendaciones o decidirá qué medidas serán tomadas de
conformidad con los Artículos 41 y 42 para mantener o restablecer 1a paz y la
seguridad internacionales”.
El actual sistema de
relaciones que gira en torno a la ONU con este tipo de instrumentos, no pudo
evitar el proceso que condujo a la invasión a Irak en 2003 donde existió una
evidente interferencia de las corporaciones transnacionales por el botín del
petróleo y el eje geopolítico de la región.
El sistema tampoco pudo
anticipar la situación por la que atraviesa Siria. El organismo multilateral creado
para la paz ha servido poco y la sensación es la de estar en presencia de una
institución disfuncional respecto a la realpolitik que emerge como tendencia.
Las informaciones que llegan desde China avalan esta visión. El ejército está
solicitando más injerencia en los asuntos de conducción política y la carrera
armamentista no cede en ninguna zona del planeta, donde nadie está dispuesto a
regalar nada.
La ausencia de un nuevo
orden internacional post confrontación bipolar entre la URSS y EEUU ha
resultado en que la víctima institucional principal de esta situación es el
principal organismo con llegada global para preservar la paz: Naciones Unidas.
Considerando las
actuales relaciones de poder entre la sociedad civil representada por el estado
y el gran capital transnacional, en donde se observa un considerable
desequilibrio a favor de éste último, la idea de un organismo con llegada
global para la administración de las relaciones y de la paz, pareciera haber
perdido validez.
Es tal la interferencia
y la distorsión que provocan las corporaciones del capital transnacional en la
política a nivel doméstico y en las relaciones internacionales que, para las naciones
del calado que sean se les hace cada vez más difícil concebir una política de
estado en materia internacional. El capítulo de economía y negocios puede
avasallar el resto de los temas. Ver el caso de Egipto y las relaciones entre
las Fuerzas Armadas y el capital de las transnacionales. (Egypt's Generals and
Transnational Capital .Marshal/Stacher. 2012).
Egipto se ha sumado a la
legión de países que impulsa el derrocamiento del gobierno Sirio, a la par de
las otras naciones en vías de desarrollo carcomidas en su autonomía por la
presión del capital transnacional. Si se revisa la lista de países dependientes
y subdesarrollados que han apoyado las resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de la ONU que abren
la posibilidad de la intervención militar para derrocar el gobierno de Assad, es conspicua la
presencia determinante en la economía de esos países del capital transnacional.
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