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Si se compara la Olimpiada con la globalización, respeto su opinión pero no la
comparto.
Sería interesante ver la globalización en su verdadera dimensión multidimensional - económico-financiera,
comercial, social,(pobreza, empleo, subempleo, salarios y derechos
laborales) tecnológica, comunicación, política, democracia, (liberal-
representativa) educación, (No cultura, porque el día que se globalice la
mundialización cultural, la occidentalización del mundo, simplemente desaparecen los países como
Naciones ) ciudadanía, sociedad civil,
riesgo global, terrorismo y economía criminal, industrias culturales, religión,
moneda, inseguridad, vida cotidiana,
etc. Ahí la globalización
no es la alegría que depara el deporte mundial, sano, rico, creativo,
competitivo, lleno de potencialidades personales, como las
Olimpiadas. La globalización y sus
políticas neoliberales es asimétrica, desigual, injusta - pero algo más -
salvaje, brutal, destructiva y fascista. Mire simplemente hoy Grecia, España, la educación en Inglaterra,
los salarios en Italia, etc. A nosotros en América latina, así con salvajismo
nos aplicaron las mismas políticas neoliberales que hoy lo aplican en Europa. Veinte años después el resultado
central es crecimiento (macro)
primero en el mundo, primer continente en desigualdad
económico social. Primer continente en salarios más bajos, Primer continente en eliminación de
derechos laborales y sociales. Más, primero
en informalidad y primero en tener una nueva Oligarquía financiero
comercial exportadora, beneficiada absoluta del crecimiento económico. La
democracia más débil, sin confianza, credibilidad y legitimidad institucional.
Hay más, mientras la globalización sea
dirigida, conducida, gestionada por el MERCADO, - empresarios,
transnacionales y corporaciones - será
siempre un peligro mortal (muy fácil)
para el ser humano. Pero si en mundo apostáramos todos por rescatar el valor de la
POLITICA y la importancia del ESTADO y la plena vigencia democrática de la SOCIEDAD CIVIL,
la globalización entraría en un camino más social, más humano. Necesitamos
trabajar en el "nuevo"
PARADIGMA GLOBAL DE LA COMPLEJIDAD, con nuevos Ciudadanos y Nuevos Líderes para las próximas
generaciones y con visión de futuro. Gracias.
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Juegos Olímpicos:la globalización en su máxima expresión.
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Stephen Keppel.
Ultimas Noticias. Jueves 16 de agosto del 2012.
Los
Juegos Olímpicos han restaurado mi fe en el poder de la globalización. He sido
un gran fan de los Juegos Olímpicos desde que era un niño creciendo en un
pequeño pueblo de Pennsylvania. Siempre me fascinaron el número de medallas,
las historia de éxito contra viento y marea de algunos participantes y el hecho
de que incluso las naciones al borde de la guerra podrían reunirse pacíficamente
en el campo de deportes.
El
pasado domingo por la noche, cuando los portadores de las banderas de cada
nación entraron al estadio Olímpico de Londres para cerrar los Juegos del 2012,
lo hicieron unidos como un conjunto y no como países individuales. Mientras
miraba la ceremonia de clausura en la comodidad de mi sofá en Miami y veía al
equipo holandés cantando Oasis, a los rusos bailando Fatboy Slim y a todo el
mundo animando a Pelé, me di cuenta que algo único estaba ocurriendo. Esto es
lo que la globalización puede y debe ser; la integración de sociedades y
naciones de todo el mundo apoyadas de la comunicación y la tecnología y unidas
por ideas y actividades comunes. Cada espectador, fan y atleta se sintió como
parte de los Juegos Olímpicos de Londres.
La
globalización a menudo obtiene una mala reputación y es cierto que tiene su
lado oscuro. Pocos defienden la globalización cuando una crisis de vivienda
doméstica conduce a una recesión global o el precio mundial del trigo o del
arroz conduce a disturbios en lugares como Egipto y Haití. Sin embargo,
ejemplos positivos del efecto de la globalización como los Juegos Olímpicos son
más comunes de lo que pensamos y deben ser celebrados y replicados.
Estas
son cuatro lecciones “Olímpicas” para nuestra economía global:
Los
Juegos Olímpicos han establecido un estándar de reglas y normas internacionales
que son acatados por más de 200 países. Los atletas cubanos siguen las mismas
reglas que los estadounidenses y viceversa. Cada equipo está comprometido con el
juego limpio y es juzgado por su desempeño.
Los
Juegos Olímpicos representan la esencia misma de la competitividad. La
excelencia se premia y promueve. Cada atleta trabaja para batir el récord
mundial y ganar la medalla de oro. La mayoría de los deportes son juzgados por
el reloj y los niveles de riqueza o poder no se traducen en ventajas. Mientras
que los países más grandes y ricos tienden a ganar más medallas, Jamaica y
Granada encabezan la clasificación en Londres, cuando se toma en cuenta el PIB
y la población.
Las
Olimpiadas modernas celebran la mezcla de culturas y personas. Durante dos
semanas, los atletas de todo el mundo comen, duermen y entrenan juntos en
la villa Olímpica mientras intercambian experiencias e ideas. Se celebra la
participación de inmigrantes y se les valora como adiciones a la selección
nacional. Una de las más grandes estrellas de los juegos fue el corredor
británico Mo Farah nacido en Somalia. Eso no impidió que la multitud británica
lo aclamara con tal fuerza que parecía, literalmente, que lo empujaron
alrededor de la pista durante las dos carreras en las que ganó medallas de oro.
El equipo de EE.UU. contó con 38 atletas inmigrantes en Londres incluyendo a
ganadores de medallas nacidos en Cuba, México, Jamaica y Hungría. No hay duda
de que son estadounidenses.
Por
último, los Juegos Olímpicos refuerzan el orgullo nacional, más no el
nacionalismo. Los juegos acercan a los países para agruparse en torno a sus
atletas pero también para celebrar el deporte mundial. Cuando Usain Bolt ganó
la medalla de oro en la víspera del 50vo aniversario de Jamaica de la
independencia de Gran Bretaña, los jamaiquinos sintieron orgullo, no por vencer
a los británicos, sino porque realmente brillaron en el escenario mundial. Los
británicos aplaudieron tan fuerte para Bolt, como sus propios atletas.
Cuando
era niño siempre me entristecía la culminación de los Juegos Olímpicos y
deseaba que todos los años fueran años olímpicos. Como adulto estoy mejor
preparado para manejar el final de los juegos, pero como alguien que cree
firmemente en la
promesa y el poder de la globalización, me gustaría que todos los días fueran
un poco más “olímpico”.
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