lunes, 30 de junio de 2025

BRICS. (I) A TONO CON LA FRACTURA DE LA GLOBALIZACIÓN.

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“RESURGIMIENTO NEODESARROLLISTA. India, Brasil y Sudáfrica conforman un trío menor de envergadura, frente a los dos gigantes que comandan los BRICS. Aspiran a intervenir en la asociación como líderes y voceros de tres regiones del planeta. Auspician posturas de menor tensión con Occidente, toman distancia de la tensión geopolítica de Rusia con Estados Unidos y se desmarcan de la batalla económica sino-americana. Los tres países desenvuelven una estrategia dual de afianzamiento de vínculos con los dos conductores del grupo y de preservación de nexos con las grandes potencias de Occidente. India participa de una alianza militar con Estados Unidos en Asia, Sudáfrica es muy sensible a las presiones de la embajada yanqui y Brasil nunca rompe el estatus quo con Washington.

”Para mantener su influencia dentro de los BRICS, el trío hizo valer su lugar preferencial de fundadores ante la llegada de nuevos miembros. Los ingresantes participan como socios del BRIC plus, sin contar con las atribuciones que preserva el quinteto original en la toma de decisiones y en la distribución de cargos. Brasil e India pugnaron por limitar la incorporación de miembros que podían ensombrecer su protagonismo (Stuenkel, 2024). Con esa tónica Lula se dispone a tomar la posta anual rotativa de la conducción del grupo, en el próximo cónclave de Río de Janeiro. Desde esa dirección fijará la agenda, apostando a un mayor equilibrio con Occidente que el propiciado por Putin, en el evento anterior de Kazán. Por un lado, Lula participó en Moscú de la celebración del 80 aniversario de la victoria sobre el nazismo, compartiendo las denuncias contra la ultraderecha actual. Pero, por otra parte, el mandatario brasileño convoca a no confrontar con Trump, tendiendo puentes en la tensa relación de Moscú con Washington.

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Fuentes: Rebelión.

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BRICS. (I) A TONO CON LA FRACTURA DE LA GLOBALIZACIÓN.

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Por Claudio Katz | 30/06/2025 | Mundo.

Fuente. Revista Rebelión, lunes 30 de junio del 2025.

La próxima cumbre de los BRICS en Río de Janeiro se desenvolverá en un escenario crítico. El bloque incorporará nuevos integrantes y discutirá repuestas económicas a la agresión tarifaria de Trump. Pero también la guerra de Ucrania, el genocidio de Palestina y el bombardeo a Irán estarán en la agenda. Los BRICS concentran los grandes cambios de la época y su evaluación permite comprender el período en curso.

ORIGEN, FRUSTRACIÓN Y CONSOLIDACIÓN.

Es muy corriente recordar que un operador bursátil de Goldman Sachs introdujo hace veinte años la denominación BRICS, para retratar un conglomerado de países con grandes oportunidades de inversión financiera. Esa anécdota tiene poco parentesco con el surgimiento real del bloque, que despuntó con la coalición formada en el 2003 por India, Brasil y Sudáfrica (IBSA), para resistir el pago de patentes medicinales exigido por las OMC. En esa oposición germinó el quinteto posterior.



La convergencia inicial fue muy acotada por la estrecha relación de las clases dominantes locales con las empresas transnacionales. Ese empalme signó el debut del siglo XXI al compás de la euforia neoliberal, la veneración del Primer Mundo y la desconsideración de los bloques regionales.

La crisis financiera del 2008 sepultó ese idilio, pero no eliminó la expectativa en la globalización. Esa esperanza fue renovada por los gobiernos del epicentro capitalista (G7), que ampliaron su asociación a nuevos integrantes (G 20), para afianzar el rescate del colapsado sistema bancario. Los denominados países emergentes pusieron el hombro esperando una retribución por ese auxilio. Apostaron a lograr la primacía efectiva del G 20 sobre el G 7, la obtención de cargos en el Consejo de Seguridad de la ONU y la ampliación de su incidencia en el FMI (García, 2025).

La primera frustración sobrevino con la pandemia y el descarado egoísmo de Occidente, que protegió las patentes de sus compañías farmacéuticas, vetando la conversión de las vacunas contra el Covid en un bien universal.

Los desengaños posteriores fueron más explícitos. El G 20 quedó amoldado a la agenda del G 7, el Consejo de Seguridad de la ONU permaneció sin cambios y tanto el FMI como la OMC mantuvieron su tónica previa. Las potencias dominantes se negaron a compartir el control de esos organismos y esa negativa detonó el efectivo surgimiento de lo BRICS, como un bloque separado con proyectos propios (Prashad, 2023).

La primera cumbre en Ekaterimburgo (2009) inauguró una secuencia de cónclaves anuales con numerosas iniciativas. La incorporación de Sudáfrica (2010) fue el puntapié inicial de ese intenso programa, que sustituyó la estrategia de reformar los organismos internacionales existentes por la gestación de instituciones propias (Delcourt, 2024).

Ese giro consolidó el perfil de los BRICS y modificó el sentido de la asociación. Diluyó la prioridad previa de negociar un nuevo status en la ONU, la OMC, el FMI o el G 7 y apuntaló la formación de organismos paralelos y potencialmente competitivos de esas instituciones.

Es importante registrar ese cambio, para notar cuán distantes son los BRICS actuales de sus embriones previos. La crisis y declive de la globalización neoliberal, empujó a sus integrantes a diseñar un proyecto muy distante del imaginado inicialmente.

Ese viraje de la amalgama al conflicto con Occidente converge actualmente con la definitiva fractura de la globalización. La erosión del libre comercio y la extensión del proteccionismo han inducido a los BRICS a conformar una asociación comercial propia. Articulan cada paso de su agenda en respuesta a la agresiva política de Estados Unidos.


SANCIONES Y MULTIPOLARIDAD.

El acontecimiento que probablemente definió la impronta actual de los BRICS fue la sanción financiera de los bancos occidentales a Rusia, luego de la invasión de Ucrania. Esa represalia rompió con todas las normas previas (Ding Yifan, 2024). La confiscación de activos de un adversario que impuso Washington, impactó sobre el Estado moscovita y los millonarios rusos, que perdieron el manejo de 300.000 millones de dólares.

Esa incautación fue instrumentada incluso por Suiza un país que, por su larga trayectoria de neutralidad, era considerado por el gran capital itinerante como un refugio seguro para sus colocaciones. A través de esa nación se comercializaba el grueso de las mercancías rusas y allí estaba localizado el 30% de las grandes propiedades de ese origen en el extranjero (Gao Bai, 2024).

Con ese decomiso Estados Unidos prendió la alarma de muchos países, empresas y millonarios, que por primera vez registraron cuán vulnerables son sus fortunas a la discrecionalidad de Washington. Todos notaron la inseguridad de sus patrimonios, ante cualquier tensión con la primera potencia. El custodio mundial del capitalismo demostró con qué rapidez pulveriza los derechos de propiedad y la confianza en los bancos, cuando confronta con un enemigo.

La confiscación de los bienes rusos alarmó especialmente a los gestores de los BRICS que, observando la magnitud de esas represalias, confirmaron la necesidad de forjar organismos protegidos de los desquites norteamericanos (Nogueira 2024).

La incautación fue un golpe autoinfligido a la credibilidad de Occidente, que aceleró la conversión de los BRICS en un proyecto divorciado de los dictados de Washington. El propósito de transformar a Rusia en un paria internacional, desembocó en un proceso opuesto de despegue del bloque, en asociación con Moscú. El quinteto concebido para pulsear con Occidente mejores condiciones comerciales y financieras, derivó en un proyecto opuesto de creciente autonomía de la Tríada (Estados Unidos, Europa y Japón).

Los BRICS se amoldan al nuevo escenario de multipolaridad, que reforzó la crisis financiera del 2008. Este contexto de mayor dispersión del poder es un dato registrado por muchos analistas (Bello, 2025), que resaltan el debilitamiento de la omnipresencia estadounidense frente a la proliferación de competidores, en distintas áreas del planeta (Tooze, 2025). Este marco heterogéneo sucedió al fracasado intento unipolar de erigir ¨un nuevo siglo americano¨ luego del colapso de la URSS. Nadie sabe aún en qué medida los BRICS contribuirán a estabilizar o socavar el nuevo escenario (Savin, 2024).



SIGNIFICATIVA ATRACIÓN.

La incorporación de nuevos miembros a los BRICS confirma la consolidación del bloque. La ampliación fue propuesta en el cónclave de Johannesburgo (2023) y supone la inmediata inclusión de cuatro países (Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos), luego del rechazo dispuesto por Argentina y la indefinición que mantiene Arabia Saudita. Los cinco fundadores preservan un status de privilegio frente a los recién llegados, pero los BRICS plus recién despuntan y podrían sumar un número sorprendente de asociados.

Los pedidos de incorporación incluyen extensos listados. Entre 19 y 25 países han enviado solicitudes de membrecía y otros 40 expresaron en términos más informales su deseo de unirse al grupo (López Blanch, 2023). En cualquier caso, los BRICS ya han duplicado y tienden a triplicar sus integrantes. Esa atracción confirma que el bloque no solo expresa intereses específicos del quinteto inicial, sino también dinámicas subyacentes de un cambio de época.

La gestación de organismos internacionales en disputa con el FMI y la OMC es vista con simpatía por un sinnúmero de Estados, que desborda a los fundadores de los BRICS. Ese replanteo se desenvuelve en un contexto muy crítico de las Naciones Unidas, que afrontan una paralización de su funcionamiento efectivo. Algunos analistas ya comparan ese daño, con el deterioro que condujo a la disolución del antecesor de esa institución (Sociedad de Naciones) (De Sousa, 2024).

La ampliación de los BRICS ha sido motorizada por el comando ruso-chino y el acompañamiento del trío indio-brasileño-sudafricano. La invitación a los nuevos socios ha seguido el patrón de atractivos económicos, que China desarrolló con gran éxito en la última década. Ofrecen negocios y mercados de gran porte, sin las exigencias de subordinación que caracteriza a cualquier enlace con Estados Unidos. Los incorporados o candidatos a sumarse a los BRICS buscan aliviar ese sometimiento.



LOS OBJETIVOS DE CHINA.

China ha extendido esa estrategia a sus cuatro socios, haciendo valer su abrumador predominio productivo. Su economía supera en cinco veces a la India y en ocho, nueve y cuarenta y tres veces a Rusia, Brasil y Sudáfrica. Con varios integrantes del conglomerado, el gigante asiático mantiene relaciones semejantes al clásico patrón centro-periferia (exportación de manufacturas y adquisición de materias primas). China comanda las principales iniciativas de los BRICS, es la sede de sus instancias económicas y concibe a ese núcleo como parte de su vasta red de alianzas internacionales (Katz, 2023: 83).

Beijing aceptó el reto globalizador de Washington al final de la centuria pasada y terminó usufrutuando de ese desafío (Bello; Guttal, 2025). Cuando logró su maduración productiva interna, rechazó las demandas de mayor apertura de su economía, bloqueó la financiarización y acentuó la regulación estatal (Roberts, 2024).

Su aliento de los BRICS forma parte de esa estrategia y empalma directamente con la concreción de la Ruta de la Seda. Cinco de los seis invitados a sumarse a la asociación, están geográficamente situados en lugares claves del itinerario internacional que promueve Beijing. Los BRICS plus apuntalan los puentes propiciados con Medio Oriente y África que tanto interesan al gigante asiático. Egipto y Etiopía fueron seleccionados por su localización, siguiendo la pauta que previamente indujo a sumar a Sudáfrica (Tolcachier, 2023).

China también ha priorizado la provisión de energía y la consiguiente conversión de los BRICS en un gran protagonista del universo petrolero. La invitación a Irán, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita persigue ese evidente objetivo. Si el grupo logra sumar a esos tres integrantes, obtendrá el control del 41 % de las reservas probadas de crudo, el 53,1 % de su equivalente en gas natural y el 40,4 % de los depósitos de carbón (Amesty, 2024).

Por ese protagonismo petróleo, es tan intensa la disputa por la adhesión de Arabia Saudita. China ha buscado seducir a la monarquía wahabita con monumentales ofertas de inversión en la Ruta de la Seda. Riad respondió con guiños favorables, para empalmar esas propuestas con su programa de diversificación económica (“Visión 2030”). Pero Washington está empeñado en frustrar esa convergencia y despliega todo su arsenal de presiones, para mantener la ciega fidelidad de Arabia Saudita a Norteamérica.

Con mayor virulencia, Estados Unidos pretende obstruir la creciente conexión de China con Irán. La ¨guerra de 12 días¨ qué Trump y Netanyahu lanzaron contra Teherán apuntó a erosionar esa relación.

Beijing ha construido un ferrocarril que conecta a ambos países y permite sortear los trayectos marítimos controladas por el Pentágono. Ese corredor de rieles sustituye el transporte a través del Mar Rojo, que se ha tornado muy caro y peligroso por su creciente militarización. Irán ya suministra el 15% del petróleo importado por China y la nueva ruta ferroviaria permite reducir el tiempo de traslado de 45 a 14 días.

El bombardeo yanqui-israelí fue un mensaje guerrero contra los BRICS. Apuntó a obstruir la nueva presencia de Irán en ese bloque y a socavar su estratégico papel como proveedor energético de China (Pont, 2025).



LOS PROPÓSITOS DE RUSIA.

También Rusia apuntala la gestación de un mercado energético bajo la égida de los BRICS. Es un jugador de peso en ese ámbito y la conformación de un eje con Riad y Teherán, le aportaría a Moscú la solvencia requerida para concertar precios y ritmos de extracción del crudo.

Rusia buscó integrar también a la Argentina a los BRICS, para coordinar el manejo mundial del mercado de alimentos. Busca asociar a otros exportadores de granos para crear un pool de productos agroalimentarios, en confrontación con la plaza de Chicago (Pont, 2024).

La ampliación de los BRICS tiene para Rusia otro propósito de mayor gravitación inmediata. Intenta forjar una cadena defensiva frente a las sanciones de Estados Unidos y Europa, sorteando punciones con los nuevos socios (Patnaik, 2023).

China e India han actuado como los principales socorristas de Moscú para contrarrestar las penalidades. Adquirieron especialmente el combustible que Rusia dejó de exportar a Alemania.

Pero ese contrapeso no resuelve el duro golpe que sufrió el sistema comercial y financiero del país por su marginación del sistema SWIFT. Ese dispositivo opera como una red global de 11.000 entidades financieras en 200 naciones. La desconexión de ese mecanismo -que ya fue padecida anteriormente por Irán- obliga a improvisar formas de enlace muy provisionales y encarecidas.

Para contrarrestar esa adversidad Moscú impulsa la creación de un instrumento alternativo al SWIFT y estima que la ampliación de los BRICS facilitará esa iniciativa (Tyson, 2024). Los participantes de la cumbre de Kazán (2024) concibieron varios dispositivos de esa eventual estructura (BRICS Bridge, BRICS Clear). También consideraron la creación de una compañía de seguros para apuntalar la solvencia de esa red de pagos.

Aunque Rusia tiene una economía con menor articulación externa que sus socios, su cadena de suministros quedó muy afectada por las sanciones euroamericanas. La ampliación de los BRICS facilita la sustitución de proveedores, clientes y mercados, que Moscú inició al comienzo de la guerra de la Ucrania. Ese reemplazo le permitió sostener el crecimiento del PBI en el escenario bélico y con los nuevos socios espera contrarrestar las presiones de Occidente (Sakwa, 2021).



RESURGIMIENTO NEODESARROLLISTA.

India, Brasil y Sudáfrica conforman un trío menor de envergadura, frente a los dos gigantes que comandan los BRICS. Aspiran a intervenir en la asociación como líderes y voceros de tres regiones del planeta. Auspician posturas de menor tensión con Occidente, toman distancia de la tensión geopolítica de Rusia con Estados Unidos y se desmarcan de la batalla económica sino-americana.

Los tres países desenvuelven una estrategia dual de afianzamiento de vínculos con los dos conductores del grupo y de preservación de nexos con las grandes potencias de Occidente. India participa de una alianza militar con Estados Unidos en Asia, Sudáfrica es muy sensible a las presiones de la embajada yanqui y Brasil nunca rompe el estatus quo con Washington.

Para mantener su influencia dentro de los BRICS, el trío hizo valer su lugar preferencial de fundadores ante la llegada de nuevos miembros. Los ingresantes participan como socios del BRIC plus, sin contar con las atribuciones que preserva el quinteto original en la toma de decisiones y en la distribución de cargos. Brasil e India pugnaron por limitar la incorporación de miembros que podían ensombrecer su protagonismo (Stuenkel, 2024).

Con esa tónica Lula se dispone a tomar la posta anual rotativa de la conducción del grupo, en el próximo cónclave de Río de Janeiro. Desde esa dirección fijará la agenda, apostando a un mayor equilibrio con Occidente que el propiciado por Putin, en el evento anterior de Kazán.

Por un lado, Lula participó en Moscú de la celebración del 80 aniversario de la victoria sobre el nazismo, compartiendo las denuncias contra la ultraderecha actual. Pero, por otra parte, el mandatario brasileño convoca a no confrontar con Trump, tendiendo puentes en la tensa relación de Moscú con Washington.

La diplomacia de Itamaraty propicia ese perfil para el próximo evento, en sintonía con discursos de Lula, que subrayan posicionamientos internacionales más conciliadores (El País, 2025). Su principal mensaje convoca a ¨favorecer el interés de todos, sin estar contra nadie¨ (O Globo, 2025).

Obviamente esa equidistancia es una ficción, que ilustra el interés de Brasil por mantener abiertos los puentes con las potencias hostiles a los BRICS. Esa misma actitud adoptó el gobierno de Sudáfrica, cuando actuó como huésped del cónclave de Johannesburgo (2023). La misma búsqueda de un lugar intermedio es más visible en el caso de India, que no olvida sus viejos conflictos bélicos con China y su ambivalente relación con Rusia.

Pero la incidencia del trío no se limita al protagonismo de esos países en América Latina, África y Asia. Ilustra también el peso creciente de las naciones situadas en las franjas intermedias de la economía mundial. Ese lugar es compartido por algunos ingresantes al grupo (Egipto, Irán), por otros candidatos a incorporarse (Indonesia) y ciertos jugadores que coquetean con el bloque (Turquía).

En todos estos casos se verifica la pretensión neo desarrollista de impulsar polos de crecimiento zonal, con políticas industrialistas de mayor intervención reguladora del Estado (Optenhogel, 2024). Ese viraje hacia estrategias keynesianas fue anticipado en el Sudeste Asiático por Malasia y Corea del Sur y despunta como la tónica actual de los BRICS. Es un perfil que explica la atracción que despierta esa asociación, entre los países que retoman el industrialismo.

Es importante registrar este cambio, para conceptualizar la presencia de un escenario muy distinto a los años de euforia neoliberal y cenit de la globalización. Ese contexto ha mutado y repetir diagnósticos añejos obstruye la comprensión del significado actual de los BRICS.

RESUMEN.

La guerra conta Irán apunta contra los BRICS y modifica la agenda de una coalición, que sustituyó la reforma de los organismos mundiales por la gestación de instituciones propias. La incautación de activos rusos precipitó ese giro que empalma con la multipolaridad. China apuntala su expansión económica y Rusia sus defensas geopolíticas, mientras que India, Brasil y Sudáfrica amplían su autonomía, manteniendo los puentes con Occidente. La atracción del quinteto converge con el rebrote general del desarrollismo.

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domingo, 29 de junio de 2025

DE LAS MONTAÑAS ROCOSAS A ESTOCOLMO: el G-7 ignora la crisis global.

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“La economía estadounidense aún no está en recesión, pero si las ganancias de la empresa se ralentizan más o caen, entonces la inversión eventualmente las seguirá. Los economistas de JP Morgan advierten del peligro de estanflación de la economía estadounidense. La estanflación, un término de la década de 1970, es cuando la producción nacional está estancada, pero la inflación se mantiene alta e incluso aumenta, lo contrario de la teoría keynesiana. Los estrategas de capital de JPMorgan escriben:  «Después del reciente repunte, creemos que habrá debilidad, que puede parecerse al período de estanflación, durante el cual se espera que concluyan las negociaciones comerciales». La confianza de los consumidores se ha mantenido débil: «La práctica pasada de realizar pedidos por adelantado en vísperas de los aumentos arancelarios puede haber dado sus frutos, pero con el poder adquisitivo reduciéndose, el poder adquisitivo de los consumidores se debilitará. Incluso con un freno significativo, la situación arancelaria actual es peor de lo que la mayoría de la gente esperaba a principios de año».

“En opinión de JPMorgan, los mayores costes de los insumos y los gastos de intereses erosionarán los márgenes de beneficio y, por lo tanto, el crecimiento de las ganancias corporativas para las empresas S&P 500 puede caer bruscamente y la economía estadounidense se estancará. Esto es algo que predije en una nota en febrero pasadoolor a estaflación. Y los indicadores de actividad económica de las otras principales economías del G7 muestran que ya están estancadas o en recesión. El PMI compuesto de la zona euro de mayo indica que tanto los sectores de servicios como los manufactureros de la región se están contrayendo, este último en su nivel más bajo en tres años. La contracción de la región fue liderada por Francia (que lleva ya nueve meses de declive) y Alemania (donde el sector de servicios cayó a su ritmo más rápido de decrecimiento en más de dos años). El Reino Unido también continuó contrayéndose, impulsado por un sector manufacturero en su nivel más bajo en 19 meses. Así que la situación de las economías del Norte Global está empeorando. Pero no es nada comparado con la angustia interminable de las economías más pobres del mundo, donde la mayor parte de la humanidad intenta ganarse la vida. La carga de la deuda (la relación entre deuda y PIB que deben a los bancos y gobiernos de todo el mundo) de estos países sigue aumentando.

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Fuentes: Sin permiso.

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DE LAS MONTAÑAS ROCOSAS A ESTOCOLMO:

el G-7 ignora la crisis global.

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Por Michael Roberts | 28/06/2025 | Economía

Fuentes. Revista Rebelión sábado 28 de junio del 2025.


Mientras escribo, los dirigentes gubernamentales de los países del Grupo de los Siete (G7) – Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos – se están reuniendo en la remota ciudad de Kananaskis, Alberta, en las estribaciones de las Montañas Rocosas canadienses, para intensas discusiones.

Esta será la 51a cumbre de las siete principales economías capitalistas. El G7 todavía representa el 44 % del PIB mundial, pero ahora solo al 10 % de la población mundial. Sin embargo, el G7 y algunos de sus socios más pequeños constituyen el núcleo imperialista, el llamado Norte Global, que gobierna el mundo.

¿De qué están discutiendo los líderes del G7? Naturalmente, del agravamiento de la aceleración de la crisis de Oriente Medio después del ataque israelí a Irán; la continuación de la guerra en Ucrania y la necesidad de más sanciones contra Rusia y armas para Ucrania; qué hacer frente a los aranceles comerciales de Trump; cómo imponer una serie de recortes en la ayuda internacional a los países pobres por parte de la mayoría de los gobiernos del G7 para ampliar márgenes para un mayor gasto en armas; y la necesidad de una política común contra China.

Al mismo tiempo que la reunión de gobiernos del G7, en Suecia, un grupo de multimillonarios de tecnología, primeros ministros, plutócratas empresariales y el rey de los Países Bajos se han reunido en Suecia para la 71a reunión de Bilderberg en el elegante Grand Hotel de Estocolmo, propiedad de los oligarcas suecos de toda la vida, la familia Wallenberg.

El grupo Bilderberg es un cónclave secreto en el que los impulsores y pilares del capitalismo mundial pueden discutir en privado las estrategias y políticas necesarias para preservar el sistema, es decir, el imperialismo. En esta reunión estarán los jefes de la OTAN y el MI6, y dos de los oficiales militares de mayor graduación de Estados Unidos, junto con los directores ejecutivos de varios importantes proveedores de «defensa» como Palantir, Thales y Anduril. El anfitrión de la conferencia, Marcus Wallenberg, dirige su propia compañía armamentista, el mayor contratista de defensa de Suecia, Saab.



La discusión principal para los participantes de Bilberberg es cómo estrangular económica, política y militarmente a China. Como dijo el republicano estadounidense MAGA Jason Smith: estaba en Suecia para «seguir luchando para combatir la amenaza económica y de seguridad nacional que China representa para nuestra gran nación». Otro asistente de Bilderberg, Robert Lighthizer, asesor económico cercano a Trump, se hizo eco de ese sentimiento: «China para mí es una amenaza existencial para los Estados Unidos».

Pero aquí está la cuestión. Hay dos grandes temas que parece que ni los líderes del G7 ni los conspiradores de Bilderberg discutirán, obsesionados como están con las amenazas geopolíticas percibidas que plantean las potencias «resistentes» de Rusia, Irán y China. Habrá poca o ninguna discusión sobre el deterioro del panorama económico de la economía global, incluidas las principales economías del Norte Global; tampoco habrá mucha discusión sobre la amenaza existencial para las economías y los pueblos que supone el calentamiento global y el cambio climático. En el caso de este último, está cada vez más claro que los gobiernos y los Bilderbergs se han rendido; prefieren obtener ganancias en un mundo alimentado por fósiles mientras las cosas vayan bien.

Sin embargo, estos son los dos temas que probablemente socaven todos los esfuerzos de los gobernantes de las economías del Norte Global. Las principales economías tienen cada vez problemas más graves. Esto queda claro en el último informe profundamente sombrio del Banco Mundial sobre las perspectivas económicas mundiales. Como dice el informe: 

«Solo este año, nuestras previsiones indican que los problemas recortarán casi la mitad de un punto porcentual de la tasa de crecimiento del PIB mundial que se esperaba a principios de año, reduciéndola al 2,3 por ciento. Es el rendimiento más débil en 17 años, fuera de las recesiones globales directas… Para 2027, se espera que el crecimiento del PIB mundial medio sea solo del 2,5 por ciento en la década de 2020, el ritmo más lento de cualquier década desde la de 1960».

El Banco Mundial señala que esta desaceleración no es nueva.

«El crecimiento en las economías en desarrollo ha disminuido tres décadas seguidas, desde un promedio del 5,9 por ciento en la década de 2000 hasta el 5,1 por ciento en la década de 2010 y el 3,7 por ciento en la década de 2020. Eso sucede en paralelo a la trayectoria decreciente del crecimiento en el comercio mundial, que ha caído de un promedio del 5,1 por ciento en la década de 2000 al 4,6 por ciento en la década de 2010 al 2,6 por ciento en la década de 2020. Mientras tanto, la inversión ha ido creciendo a un ritmo progresivamente más débil. Pero la deuda se está acumulando».

El Banco Mundial continúa

|           «Los países más pobres sufrirán más. Para 2027, el PIB per cápita de las economías de altos ingresos estará más o menos donde se esperaba que estuviera antes de la pandemia de COVID-19. (Eso no dice mucho – MR). Pero las economías en desarrollo estarían peor, con niveles del PIB per cápita un 6 por ciento más bajos. A excepción de China, estas economías podrían tardar unas dos décadas en recuperar las pérdidas económicas de la década de 2020″. En otras palabras, los países más pobres, los más poblados, no solo no mejoran sus niveles de vida, sino que se están quedando aún más atrás. Las tasas de pobreza (incluso las establecidas de forma poco realista por el Banco Mundial) están aumentando.



La OCDE, que agrupa a las economías del Norte Global, se hace eco en un nuevo informe del deprimente análisis del Banco Mundial. Según las últimas perspectivas económicas de la OCDE, la economía mundial se dirige a su período de crecimiento más débil desde la caída del Covid-19″. Las débiles perspectivas económicas se sentirán en todo el mundo, casi sin excepción». Y eso incluye al principal poder imperialista. La OCDE prevé que el crecimiento de los Estados Unidos se ralentizará de forma particularmente brusca, del 2,8 por ciento en 2024 a solo el 1,6 por ciento en 2025 y el 1,5 por ciento en 2026, mientras que se espera que la inflación estadounidense aumente a casi el 4 por ciento a finales de 2025 y permanezca por encima del objetivo de la Reserva Federal en 2026, lo que significa que el banco central de los Estados Unidos no recortará las tasas para aliviar la carga de la deuda sobre los hogares y las pequeñas empresas.

En otras partes, el crecimiento del PIB real chino se ralentizará del 5 por ciento en 2024 al 4,7 por ciento en 2025 (todavía unas tres veces mayor que el de los Estados Unidos) y un 4,3 por ciento en 2026, mientras que la zona euro se expandirá solo un 1 por ciento este año y un 1,2 por ciento en 2026. La economía de Japón crecerá solo un 0,7 por ciento y un 0,4 por ciento este año y el próximo, respectivamente. Se prevé que la economía del Reino Unido se expanda un 1,3 por ciento este año, pero solo un 1 por ciento en 2026. Y todos estos pronósticos excluyen el impacto a largo plazo de los aranceles de Trump.



El comercio mundial se expandirá en un 2,8 por ciento en 2025 y en un 2,2 por ciento en 2026, muy por debajo de las predicciones de la OCDE en diciembre. Y los riesgos fiscales están aumentando junto con las tensiones comerciales, advirtió la OCDE, con exigencias de más gasto en defensa que se suman a las presiones de gasto en general.

Detrás de la desaceleración del crecimiento de la producción nacional se encuentra un mayor debilitamiento del crecimiento de la inversión productiva.


Aquellos lectores que conocen mi tesis de una larga depresión de la economía capitalista mundial durante los últimos 18 años reconocerán la trayectoria de la «raíz cuadrada invertida» de la inversión desde 2008. Después de cada crisis o caída en la acumulación (2008 y 2020), las principales economías no han restaurado la tasa anterior de crecimiento de la inversión empresarial.

La OCDE lo resume todo. «Las valoraciones de acciones «históricamente elevadas» están aumentando las vulnerabilidades a los choques negativos en los mercados financieros. Un largo período de inversión débil ha agravado los desafíos a largo plazo que enfrentan las economías de la OCDE, y esto está socavando aún más las perspectivas de crecimiento». Mientras tanto, «a pesar del aumento de las ganancias, las empresas han rehuido la inversión de capital fijo en favor de acumular activos financieros y devolver fondos a los accionistas».

Mientras los líderes y estrategas del capitalismo global se reúnen en Canadá y Suecia para discutir cómo manejar a Rusia, China e Irán, el panorama económico inmediato en sus propias economías se está volviendo cada vez más sombrío. Según la segunda estimación para el primer trimestre de 2025, el PIB real de EEUU cayó un 0,2 % en comparación con el último trimestre de 2024. Lo más preocupante es que las ganancias corporativas cayeron un 2,9 % trimestral, mientras que las ganancias corporativas no financieras cayeron un 3,5 %. El crecimiento de las ganancias se está desacelerando…



y los márgenes de beneficio (precio de venta menos los costes por unidad) han alcanzado su punto máximo.


La economía estadounidense aún no está en recesión, pero si las ganancias de la empresa se ralentizan más o caen, entonces la inversión eventualmente las seguirá. Los economistas de JP Morgan advierten del peligro de estanflación de la economía estadounidense. La estanflación, un término de la década de 1970, es cuando la producción nacional está estancada, pero la inflación se mantiene alta e incluso aumenta, lo contrario de la teoría keynesiana. Los estrategas de capital de JPMorgan escriben:

«Después del reciente repunte, creemos que habrá debilidad, que puede parecerse al período de estanflación, durante el cual se espera que concluyan las negociaciones comerciales». La confianza de los consumidores se ha mantenido débil: «La práctica pasada de realizar pedidos por adelantado en vísperas de los aumentos arancelarios puede haber dado sus frutos, pero con el poder adquisitivo reduciéndose, el poder adquisitivo de los consumidores se debilitará. Incluso con un freno significativo, la situación arancelaria actual es peor de lo que la mayoría de la gente esperaba a principios de año».


En opinión de JPMorgan, los mayores costes de los insumos y los gastos de intereses erosionarán los márgenes de beneficio y, por lo tanto, el crecimiento de las ganancias corporativas para las empresas S&P 500 puede caer bruscamente y la economía estadounidense se estancará. Esto es algo que predije en una nota en febrero pasadoolor a estaflación.

Y los indicadores de actividad económica de las otras principales economías del G7 muestran que ya están estancadas o en recesión. El PMI compuesto de la zona euro de mayo indica que tanto los sectores de servicios como los manufactureros de la región se están contrayendo, este último en su nivel más bajo en tres años. La contracción de la región fue liderada por Francia (que lleva ya nueve meses de declive) y Alemania (donde el sector de servicios cayó a su ritmo más rápido de decrecimiento en más de dos años). El Reino Unido también continuó contrayéndose, impulsado por un sector manufacturero en su nivel más bajo en 19 meses.

Así que la situación de las economías del Norte Global está empeorando. Pero no es nada comparado con la angustia interminable de las economías más pobres del mundo, donde la mayor parte de la humanidad intenta ganarse la vida. La carga de la deuda (la relación entre deuda y PIB que deben a los bancos y gobiernos de todo el mundo) de estos países sigue aumentando.



La deuda total en los llamados mercados emergentes (EM), excluyendo a China, aumentó en 3 puntos porcentuales del PIB en 2023 para alcanzar el 126 por ciento del PIB. La deuda en los países en desarrollo de bajos ingresos (LIDC) también aumentó y está por encima de los niveles anteriores a la pandemia. Los pagos de la deuda son ahora mayores que las nuevas entradas de crédito y capital. En 2023, los países de ingresos bajos y medianos (excluyendo China) experimentaron una salida neta al sector privado de 30 mil millones de dólares en deuda a largo plazo, un enorme drenaje para el desarrollo. Los costes totales de servicio de la deuda (principal más pagos de intereses) de todos los LMIC alcanzaron un máximo de 1,4 billones de dólares en 2023. Excluyendo a China, los costes de servicio de la deuda aumentaron a un récord de 971 mil millones de dólares en 2023, un aumento del 19,7 por ciento con respecto al año anterior y más del doble de las cantidades observadas hace una década. El stock total de deuda externa de los países pobres alcanzó un máximo de 8,8 billones de tiempos en 2023, un 2,4 por ciento más que el año anterior.

El Banco Mundial en su último informe de la deuda internacional no evade la realidad. El economista jefe del Banco Mundial, Indermit Gill, lo dice con crudeza: 

«Las grandes cargas de servicio de la deuda en curso, especialmente en el componente público de la deuda, acompañadas del endurecimiento fiscal esperado, podrían obligar a algunos LMIC a gastar menos en otras prioridades, incluidas las redes de seguridad social y la inversión pública en capital físico y humano». Gill continúa: «Hace una década, en una época en la que el capital privado brotaba en las economías en desarrollo, los gobiernos y las instituciones de desarrollo pensaron que era exactamente lo que se necesitaba para impulsar el progreso en la reducción de la pobreza y otros objetivos de desarrollo. «La buena noticia es que, a nivel mundial, hay amplios ahorros, que ascienden a 17 billones de dólares, y la liquidez está en máximos históricos», dice un documento estratégico clave del Banco Mundial de la época. Eso resultó ser una fantasía. Desde 2022, los acreedores privados extranjeros han extraído casi 141 mil millones de dólares más en pagos de servicio de deuda de prestatarios del sector público en economías en desarrollo de lo que desembolsaron en nueva financiación. Durante dos años consecutivos, los acreedores externos de las economías en desarrollo han estado sacando más de lo que han estado invirtiendo».

Gill resume el estado de la «ayuda» extranjera y los créditos de los bancos y organismos de inversión del Norte Global a los gobiernos y al sector privado del Sur Global. «Refleja un sistema de financiación roto». En 2023, los países en desarrollo gastaron un récord de 1,4 billones de dólares solo para pagar su deuda. Eso ascendió a casi el 4 por ciento de su PIB. Los pagos de intereses aumentaron la mayor parte del aumento en los pagos generales de servicio de la deuda, aumentando en más de un tercio a alrededor de 406 mil millones de dólares.

Datos recientes del Organismo de Comercio y Desarrollo de la ONU, UNCTAD, revelan que 54 países gastan más del 10 por ciento de sus ingresos fiscales solo en pagos de intereses. La carga media de intereses para los países en desarrollo, como porcentaje de los ingresos fiscales, casi se ha duplicado desde 2011. Más de 3.30 millones de personas viven en países que ahora gastan más en el servicio de la deuda que en salud, y 2.1 mil millones en países que gastan más en deudas que en educación.

Gill de nuevo«El resultado, para muchos países en desarrollo, ha sido un desvío devastador de recursos lejos de áreas críticas para el crecimiento y el desarrollo a largo plazo, como la salud y la educación. La presión sobre los países más pobres y vulnerables ha sido especialmente feroz… más de la mitad de estos países están en dificultades de deuda o en alto riesgo de hacerlo. No es de extrañar que los acreedores privados se hayan estado retirando… Es fácil patear la lata en el camino, para proporcionar a estos países la financiación suficiente para ayudarles a cumplir con sus obligaciones de reembolso inmediato. Pero eso simplemente extiende su purgatorio».

Gill: «Estos países necesitarán crecer más rápido si quieren reducir sus cargas de deuda, y necesitarán mucha más inversión si el crecimiento se acelera. Tampoco es probable, dado el volumen de sus cargas de deuda: su capacidad de pago nunca se restaurará. Es hora de enfrentarse a la realidad: los países más pobres que se enfrentan a la angustia de la deuda necesitan el alivio de la deuda si quieren tener una oportunidad de prosperidad duradera». Pero ningún «alivio de la deuda» está en la agenda de las Montañas Rocosas o Bilderberg.

Y luego está el calentamiento global y el cambio climático. El calentamiento global se está acelerando. Las nuevas predicciones climáticas consideran un 70% de posibilidades de que las temperaturas globales superen 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales promedio durante los próximos cinco años. Y hay un 80% de posibilidades de que al menos un año entre 2025 y 2029 establezca un nuevo récord de temperaturas globales, según este análisis. Y por primera vez, los modelos climáticos han demostrado que existe la posibilidad de que la temperatura media mundial pueda superar los 2 °C por encima de los niveles preindustriales antes de 2030.

El presidente de los Estados Unidos, Trump, puede considerar que el cambio climático es un mito. El Banco Mundial no lo cree. El Banco Mundial advierte de una emergencia climática para 1.800 millones de personas en el sur de Asia mientras se avecina la crisis de calor. Ha emitido una dura advertencia sobre la creciente amenaza de calor extremo en el sur de Asia, proyectando que casi 1.800 millones de personas, aproximadamente el 89 % de la población de la región, estarán expuestas a temperaturas peligrosas para 2030. «Solo en 2021, países como Bangladesh, India, Pakistán y Sri Lanka vieron condiciones diarias promedio que eran demasiado calurosas para un trabajo seguro al aire libre durante unas seis horas», señaló el informe. Se espera que esa cifra aumente a siete u ocho horas al día para 2050, amenazando tanto los medios de vida como la salud. Según el Banco Mundial, más del 60% de los hogares y empresas de la región han experimentado climas extremos en los últimos cinco años y más del 75% espera que estos eventos aumenten en la próxima década.




Una desaceleración económica significativa hasta el estancamiento, junto con una inflación todavía relativamente alta; una carga de deuda paralizante para la mayoría de la población mundial que se gana la vida; y una crisis climática acelerada: ninguno de estos temas se discutirá en las Montañas Rocosas o en el Grand Hotel de Estocolmo.

Michael Roberts, habitual colaborador de Sin Permiso, es un economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Traducción: G. Buster

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