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“Hay que romper el silencio. No se puede ocultar
la gravedad de lo que sucede en Perú. No
se puede seguir mirando
para otro lado. Se criminaliza
la protesta. Se facilita la censura. Se persigue el disenso. Hay libros
académicos, de derecho penal alemán, prohibidos.
El Congreso aprueba la bicameralidad, cuando en un referéndum la propia población
votó, en 2020,
lo contrario: la unicameralidad. El Congreso, que vacó en
forma ilegal a Castillo, violando su propio
reglamento y con cinco votos menos de los que exige la ley
(algo que reconoció en una audiencia judicial el procurador
del Congreso), gobierna de espaldas al pueblo.
“Castillo no estaba equivocado en su denuncia: la fiscalía, que tanto lo hostigaba a él y a su familia (fue el primer presidente
en ejercicio a quien le requisan el palacio
presidencial, a ningún otro presidente le hicieron eso en toda la
historia, a Castillo sí, porque es un indio) fue suspendida por liderar, la fiscal misma,
una organización criminal.
La fiscal mintió para ganar un concurso. Nada de eso
fue tenido en cuenta. Esta es la organización
criminal que inició el proceso de destitución de Pedro Castillo, violando, en la vacancia,
tres artículos de la Constitución y el
reglamento del Congreso. La vacancia es nula tanto por la forma
procesal como porque ninguno de los tipos penales (rebelión, ni conspiración) se configuran. No han encontrado una sola prueba en su contra.
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PERÚ:
EL REINO DEL REVÉS JURÍDICO.
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Por Eugenio Raúl Zaffaroni y Guido Leonardo
Croxatto.
Fuente. Página/. Sábado 16 de marzo del
2024.
La condena de Alberto
Fujimori por
crímenes de lesa humanidad
en el caso Barrios Altos significó un avance
para Perú y para toda América
latina: esa condena fue una de las más simbólicas del sistema interamericano y marcó una hoja de ruta en materia de derechos humanos.
Muchos tribunales locales tomaron
las sentencias contra
Fujimori como paradigma o modelo a seguir. Como criterio. El indulto en materia de lesa humanidad está prohibido.
La libertad de Fujimori
en Perú hoy significa no
sólo un retroceso para el hermano país,
que ve en libertad
y con indignación a
uno de sus mayores verdugos, sino para toda América latina, ya que su libertad
significa una interpelación
y una cachetada
directa al sistema
interamericano y a su jurisprudencia,
replicada en muchos países, como Argentina. Aún
hoy cientos de mujeres esterilizadas por
la fuerza no
consiguen que se reconozca el crimen que han
padecido en sus cuerpos
por la dictadura de Fujimori,
como denuncia AMPAEF.
La libertad de Fujimori está lejos de representar un acto aislado. Se enmarca
dentro de un proceso
de degradación institucional que
viene viviendo el Perú desde la inconstitucional destitución del presidente Pedro
Castillo, arbitrariamente preso hace más
de un año: no han
encontrado una sola prueba en su contra. Todas las acusaciones resultaron falsas. Aun así, Castillo sigue preso. Y Fujimori, cuyo indulto Castillo
se negaba a instrumentar o autorizar, está libre.
Castillo derrotó en
el balotaje presidencial a Keiko Fujimori, hija del
dictador, ahora liberado. Fujimori acaba de constituirse en "garante" de la continuidad del actual gobierno hasta 2026, cuando vence el
mandato de Castillo. Hasta 2026 vencen las concesiones de recursos naturales de la época de Fujimori, que Castillo
ya había anunciado que no iba a renovar. Por eso
Castillo fue ilegalmente destituido. Su
prisión es una infamia
para todo el sistema internacional de justicia.
Y un severo llamado de atención para los gobiernos
progresistas de toda América latina.
Castillo no está preso por haber dado un discurso. Castillo está preso porque no
quería negociar nada con el fujimorismo, que ha cooptado una a una todas las instituciones del Perú, incluyendo el penoso tribunal constitucional,
que no ha dicho aun una sola palabra sobre la ilegalidad
con la que fue instrumentada la vacancia presidencial contra
Castillo por supuesta” incapacidad moral"
del presidente. Quienes votaron esa incapacidad fueron muchos partícipes directos de
los crímenes de lesa humanidad
de la dictadura de
Fujimori, ahora liberado. El reino del
revés jurídico.
Mas allá de esta incoherencia ética, el proceso contiene innumerables incoherencias
formales, jurídicas. Se ha violado el debido proceso. La vacancia
se llevó adelante violando la inmunidad, el derecho de defensa y los pasos formales requeridos por la Constitución
para vacar a un presidente. Nada de lo que prevee la constitucional para estos casos fue respetado. Por eso la vacancia
es nula. La detención de Castillo es arbitraria.
Esta conclusión no es un capricho de la defensa.
Es la única conclusión posible de una mera y desapasionada subsunción normativa. No es una discusión política. Es una cuestión técnica procesal
sencilla. Vale para Castillo y para cualquier
otro presidente. Hoy le toca a Castillo. Mañana
le puede tocar a cualquier otro presidente. Arévalo,
Petro, AMLO, o Xiomara. Se trata de preservar los procedimientos constitucionales.
En solo pocas semanas se han aprobado en Perú 3 iniciativas de enorme impacto: una ley que facilita la deforestación de la amazonia peruana, una norma que permite remover –invadir- la junta nacional de justicia, coaccionando y medrando contra la poca imparcialidad de los magistrados, y una iniciativa reciente para amnistiar los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura de Fujimori por cualquier agente del ejército. Esta última iniciativa se suma al indulto instrumentado contra la jurisprudencia de la Corte Interamericana. Por eso el Congreso peruano proyecta abandonar el sistema interamericano. Darle la espalda, otra vez. No es la primera. ("Apuran ley de impunidad para delitos de lesa humanidad cometidos durante el fujimorismo", titula el Diario La República el 14 de marzo)
Perú está cada
vez más lejos de la senda democrática y del estado de derecho. El régimen
actual gobierna en
alianza con Fujimori,
"garante" de su continuidad, pero Boluarte, que designó en Ginebra a su renunciada
canciller para bloquear allí cualquier denuncia,
ganó con Castillo derrotando al fujimorismo. Esa alianza espuria configura
pues, como sostiene el presidente de Colombia, Gustavo
Petro, un fraude político y no solo jurídico a los millones de electores campesinos que eligieron a su primer presidente rural de la historia.
Cuesta creer el nivel de retroceso jurídico e
institucional que está viviendo el Perú.
También cuesta creer la inacción
o el silencio de
los organismos regionales e internacionales encargados
de velar por la legalidad y la democracia constitucional.
Hay que romper el silencio. No se puede ocultar la gravedad de lo que sucede en Perú. No se puede seguir mirando para otro lado. Se criminaliza la protesta. Se facilita la censura. Se persigue el disenso. Hay libros académicos, de derecho penal alemán, prohibidos. El Congreso aprueba la bicameralidad, cuando en un referéndum la propia población votó, en 2020, lo contrario: la unicameralidad. El Congreso, que vacó en forma ilegal a Castillo, violando su propio reglamento y con cinco votos menos de los que exige la ley (algo que reconoció en una audiencia judicial el procurador del Congreso), gobierna de espaldas al pueblo.
Castillo no estaba equivocado en su denuncia: la fiscalía, que tanto lo hostigaba a él y a su familia (fue el primer presidente
en ejercicio a quien le requisan el palacio
presidencial, a ningún otro presidente le hicieron eso en toda la
historia, a Castillo sí, porque es un indio) fue suspendida por liderar, la fiscal misma,
una organización criminal.
La fiscal mintió para ganar un concurso. Nada de eso
fue tenido en cuenta. Esta es la organización
criminal que inició el proceso de destitución de Pedro Castillo, violando, en la vacancia,
tres artículos de la Constitución y el
reglamento del Congreso. La vacancia es nula tanto por la forma
procesal como porque ninguno de los tipos penales (rebelión, ni conspiración) se configuran. No han encontrado una sola prueba en su contra.
La destitución
es ilegal y la detención, arbitraria. Castillo es
el único presidente legítimo del Perú. Si lo
quieren vacar, primero lo deben suspender. Y la suspensión solo puede ser
la consecuencia de un juicio
político conforme a derecho. Algo que hasta ahora Castillo no tuvo. Hablando con rigor jurídico, Castillo aun no fue "vacado". Fue "removido" de manera ilegal, violando sus derechos y
el procedimiento establecido en la Constitución
para destituir un presidente. Sea un indio. O no. La Constitución no dice nada al respecto. La Constitución peruana no
dice que los indios tengan
menos derechos. Aunque de la práctica procesal se
desprenda la doble vara.
No es lo mismo ser un maestro
pobre de Cajamarca que ser la hija de Fujimori. Aun así, el pueblo,
cuando tuvo que decidir, eligió al primero. No a la segunda, que gobierna actualmente junto a su padre, que se erige
en "garante" de la "continuidad".
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