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“Todo cambió el día que María ingresó en una comunidad religiosa que la trata de ‘hermana’, se interesa por
su vida, la ayuda a superar
dificultades. Para consolidar ese reconocimiento,
abrazó la ideología de la comunidad. El pastor o el cura la convenció de que su sociedad –capitalista– le ofrece oportunidades a todos, basta con abandonar los vicios. Por tanto, dejó de gastar su menguado salario en apuestas
y cigarros. Ahora considera a las
familias acomodadas en cuyas casas
trabaja bendecidas por Dios gracias
a la prosperidad alcanzada. Aunque
sigan considerándola una ‘doña nadie’, María aprendió en la Iglesia
que Dios la ama como a una hija y
eso alimenta su autoestima. Aunque
el gobierno le dé a María una casa propia gracias al programa Mi casa, mi vida y una entrada adicional mediante la Bolsa Familia, y aunque sus hijos tengan escuela y empleo, María no dará el salto
epistémico de la ideología de derecha
a la de izquierda.
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Fuentes: Opera Mundi (Brasil) [Imagen: Graffiti de Karl Marx rotulado en la sección del antiguo Muro de Berlín conocida como East Side Gallery . Créditos: Pixabay, tomada de la Fundação Perseu Abramo]
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LA VICTORIA DE TRUMP Y EL
FUTURO DE LA IZQUIERDA BRASILEÑA.
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Por | 18/11/2024 | Brasil, Opinión
Fuente. Revista Rebelión lunes 18 de
noviembre del 2024.
«Si la izquierda brasileña no baja a Paulo Freire de las
repisas, reinaugura equipos y escuelas de educación popular, capacita a
militantes para que trabajen junto a las clases populares, asume la ética como
un principio innegociable y cambia el proyecto de poder por el proyecto de
Brasil, sufrirá en 2026 su peor derrota desde el fin de la dictadura en 1985»,
concluye el autor su artículo.
Como se solía decir muy correctamente a la luz de las categorías
marxistas, cambió la correlación de fuerzas. Después de la Segunda
Gran Guerra, el avance se la Unión Soviética y el triunfo de la Revolución China (1949), en el mundo se estableció un equilibrio pendular que se conoció con el nombre de Guerra Fría.
Los países capitalistas
metropolitanos, en especial los de Europa Occidental, adoptaron políticas socialdemócratas que beneficiaban
a la clase trabajadora. El objetivo del Estado de bienestar social era evitar
ser atraídos por la agenda comunista.
La elite entregó los anillos para no
perder los dedos.
Antonio Candido decía que la mayor
conquista del socialismo no había tenido lugar en los países que lo adoptaron, sino
en Europa Occidental que, por temerlo, concedió derechos a los trabajadores. Derribado
el Muro de Berlín (1989), los derechos
también se vinieron abajo.
Como Hitler y Mussolini encarnaban lo que se consideraba la derecha, asumirse como tal era tenido por políticamente incorrecto. En Brasil, después de la redemocratización (1985), en la polarización partidaria, el PT representaba la izquierda y el PSDB la derecha, aun cuando las siglas del partido eran las de la socialdemocracia.
Disuelta la Unión Soviética (sin que se disparara ni un tiro) y derribado el Muro de Berlín, la derecha decidió “salir del armario”.
Hoy la polarización ideológica no es
la existente entre izquierda y derecha,
sino entre derecha y extrema derecha,
como ejemplifican Kamala y Trump. En Brasil (igual que en España, Argentina y otros países), ante el avance de la extrema derecha, buena parte de la derecha trata de disfrazarse de “centro”.
Es el caso del PDT, el MDB y otros, que no abogan por una sociedad
poscapitalista.
La elección de Trump es la guinda que faltaba en el pastel del ascenso de la derecha en el
mundo. Sin duda, anabolizará a la extrema derecha en Brasil. La diferencia entre la derecha y la extrema derecha consiste
en que la primera respeta, aunque
sea en parte, las reglas de la democracia burguesa; la segunda las ignora y adopta medidas autocráticas. El tema ha sido
exhaustivamente tratado por autores como Roger
Eatwell, Matthew Goodwin y Cas Mudde.
¿Cómo quedan los partidos
progresistas como el PT, el PSOL, el PCdB, la UP y otros? Tal como andan las cosas (la elección de Trump y el resultado de las elecciones
municipales en Brasil) difícilmente alcanzarán
un número significativo de votos en
las elecciones de 2026.
El próximo Congreso, que se elegirá en 2026,
será tanto o más conservador que el
actual. ¿Cómo se garantiza ese
resultado? Con el presupuesto
secreto, ahora apodado enmiendas parlamentarias. Ningún cacique municipal o estadual correrá el
riesgo de perder ese caramelito en
la próxima legislatura federal. ¿Quién
va a querer renunciar a una cornucopia de la que chorrean cada año miles de
millones de reales que se embolsan los 81 senadores y los 513 diputados
federales?
¿Qué alternativas tienen la izquierda y los partidos progresistas? Uno de los desafíos es el
de lidiar política y profesionalmente
con las redes digitales. No se puede
depender de iniciativas personales o
grupales. Si un partido quiere
emitir mensajes (análisis de coyuntura, datos del gobierno progresista, desmentidos a las
noticias falsas o ‘fake
news‘ de la derecha, etc.)
tiene que contar con profesionales
especializados en medios digitales e
identificados políticamente con las propuestas de la izquierda. No debe repetir el error
de ciertas campañas electorales de candidatos
de izquierda cuyos especialistas en
marketing son de derecha… Hay que contar con equipos que se releven
cada ocho horas para actuar las 24 horas
de domingo a domingo. Y los
contenidos emitidos deben tener un
lenguaje popular y un fuerte impacto visual.
¿Qué llevó a Lula tres veces a la presidencia de la república? No fueron la pericia de
los especialistas de marketing ni
las alianzas partidarias, sino el trabajo
de base, de educación política,
que acumuló en torno a él un abultado
capital electoral. Fue un trabajo
desarrollado en todo Brasil a partir de la década de 1970 por las comunidades
de base de las Iglesias cristianas,
los movimientos populares, el
sindicalismo combativo, la militancia
remanente de la lucha contra la
dictadura. Un trabajo conducido con
la pedagogía de Paulo Freire.
¿Por qué votaron por Trump las clases populares de los EEUU? ¿Por qué hay ‘pobres de derecha’? ¿Por qué en Brasil solo la derecha logra organizar manifestaciones con un número significativo de participantes?
Tomemos el ejemplo de doña María. Trabaja de sirvienta y se sentía excluida,
oprimida, condenada a la invisibilidad.
Ansiaba, como es natural, salir
de ese círculo infernal. Soñaba,
como todo ser humano, con ser socialmente reconocida y respetada. No le bastaba con tener un nombre,
documentos de identidad y un trabajo para garantizar malamente la sobrevivencia propia y la de sus dos hijos. Deseaba ‘algo más’ que
le brindara identidad social, fueran
bienes materiales (vivienda, escuela
para los hijos, mayores ingresos, salud)
o bienes simbólicos (cultura, calificación profesional,
perfeccionamiento de sus dotes artísticas).
María se sentía humillada por
la ardua jornada diaria. Abandonada por el marido, buscaba conciliar su trabajo de sirvienta con el cuidado de sus hijos. Además de trabajar mucho, se pasaba varias horas al día en el transporte colectivo y se sabía socialmente invisible. Su
hijo adolescente quería al menos
unos tenis de marca para ser socialmente reconocido. Los sueños de consumo podían hacerlo vulneraba a los tentáculos de la
delincuencia.
Todo cambió el día que María ingresó en una comunidad
religiosa que la trata de ‘hermana’, se interesa por
su vida, la ayuda a superar
dificultades. Para consolidar ese reconocimiento,
abrazó la ideología de la comunidad. El pastor o el cura la convenció de que su sociedad –capitalista– le ofrece oportunidades a todos, basta con abandonar los vicios. Por tanto, dejó de gastar su menguado salario en apuestas
y cigarros. Ahora considera a las
familias acomodadas en cuyas casas
trabaja bendecidas por Dios gracias
a la prosperidad alcanzada. Aunque
sigan considerándola una ‘doña nadie’, María aprendió en la Iglesia
que Dios la ama como a una hija y
eso alimenta su autoestima.
Aunque el gobierno le dé a María una casa propia gracias al programa Mi casa, mi vida y una entrada adicional mediante la Bolsa Familia, y aunque sus hijos tengan escuela y empleo, María no dará el salto
epistémico de la ideología de derecha
a la de izquierda.
Todos los medios que rodean a María (la cultura que
respira, las familias que la contratan, la televisión, la radio,
las redes digitales en su celular) la han inoculado con la naturalización
del sistema capitalista. Como
señala el sociólogo estadounidense Seymour Martin Lipset en su obra Political
Man, María admira a
las personas ricas y poderosas, y vota por políticos que prometen combatir la politiquería y la
corrupción y tratar con mano de
hierro a los delincuentes y los traficantes
de droga.
María solo dará el salto epistémico si participa en otra comunidad, una que la convenza de que Dios no creó el mundo para que la humanidad se dividiera en pobres y ricos, ni para que existiera una sociedad donde unos pocos se embolsan mucho y muchos claman por un plato de comida. O si se suma a un movimiento popular que, además de organización para adquirir una casa propia o un área en el campo en la que pueda producir, le ofrezca una educación política que le permita entender las causas de las desigualdades sociales, la delincuencia, la dependencia de las drogas.
En la cabeza de María, hombres como Trump o Bolsonaro
merecen su admiración, porque son duros con la delincuencia y por esos
los ‘llorones’ los acusan injustamente de toda suerte de mentiras. María no sueña con tener la vida de
las señoras para las que trabaja. Sueña con andar por las calles sin miedo a que le roben la cartera o el celular,
con ver a sus hijos empleados, con
que en su barrio haya alcantarillado
y calles asfaltadas.
Jamás ha imaginado que, si en la sociedad
hubiera menos ricos, también habría menos pobres. Nunca tuvo oportunidad de recibir educación política. Por eso, vota confiada en la derecha, como votaron mayoritariamente los electores estadounidenses por Trump, convencidos de que hará que la rueda de la historia
gire en sentido contrario y el sueño (norte)americano se haga realidad
para todos.
Si la izquierda brasileña no baja a Paulo Freire de las repisas,
reinaugura equipos y escuelas de
educación popular, capacita a
militantes para que trabajen junto a
las clases populares, asume la ética como un principio innegociable y cambia el proyecto de poder por el proyecto de Brasil, sufrirá en 2026 su peor derrota desde el
fin de la dictadura en 1985.
FREI BETTO es autor, entre
otros muchos libros, de “Por uma educação crítica e participativa” (Rocco).
Livraria virtual: freibetto.org
Traducción: Cubadebate.
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