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Comprender las dificultades de Washington es el tema clave, ya que
es el actor que había construido el edificio de la gobernabilidad global que ahora se resquebraja.
Intentar restaurar su influencia pasa por un acuerdo con Teherán, pero no por los
motivos que se aducen. En efecto, es altamente improbable que Irán pueda
construir un arma nuclear en un plazo breve. Todo indica que en el futuro inmediato seguirá habiendo sólo una
potencia nuclear en la región, Israel.
Por otro lado, Paquistán e India se convirtieron en potencias nucleares sin
el consentimiento de Washington, pero el primero es ahora su aliado y coquetea
con el segundo. El problema para Obama
está en otro lado: necesita un urgente reposicionamiento geopolítico. La
creciente influencia de Rusia en la región y sobre todo de China en el mundo, llevaron al Pentágono a establecer la estrategia
del “pivote Asia Pacíficos eran incondicionales: Turquía, Israel, Arabia Saudí, Irak. Demasiada inestabilidad que le
impide concentrarse en Asia. Por eso el analista Pepe Escobar escribe: “Washington quiere
más influencia en el suroeste de Asia, y en toda Eurasia”.
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ACUERDOS
Occidente-Irán. EL YUAN EN LA MIRA.
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Raúl
Zibechi.
ALAINET
miércoles 4 de diciembre del 2013.
El acuerdo firmado con el mayor
enemigo de Estados Unidos desde la caída de la Unión Soviética, identificado
como el “eje del mal”, es un sacudón en la geopolítica mundial de incalculables
consecuencias. Lo que está en juego, además de la paz, es la continuidad del
petrodólar, o sea la hegemonía de la moneda estadounidense.
Hace unos meses parecía
inalcanzable. Antes de la primavera árabe era imposible. Pero después del
acuerdo que evitó una invasión a Siria, forzado por Rusia, todo parece posible
en Medio Oriente y, tal vez, en otras partes del mundo. El entramado de
alianzas que durante medio siglo mantuvo cierta estabilidad en la región se ha
desvanecido. Los tres aliados tradicionales de Estados Unidos, Israel, Arabia
Saudí y Egipto, van perfilando caminos divergentes respecto a la superpotencia,
mientras Rusia ensaya su retorno y China aumenta su protagonismo en una región
clave.
Como ya aceptan todos los analistas
y buena parte de los medios, Washington ya no juega solo en el tablero global.
Algunos asesores que siempre han jugado un papel determinante en las decisiones
de la Casa Blanca, como el influyente Zbigniew Brzezinski, Consejero de
Seguridad Nacional de Jimmy Carter (1977-1981), venían pregonando un acuerdo
con Irán desde la llegada a la presidencia de Hassan Rohani, conocido por su
pragmatismo. “El Congreso se está finalmente avergonzando de los esfuerzos de
Netanyahu por dictar la política estadounidense”, escribió en su cuenta twitter
días atrás (Eldiario.es, 15 de noviembre de 2013).
El acuerdo firmado entre los
integrantes permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Estados
Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia), más Alemania, con Irán, tiene una
duración de seis meses y establece una reducción del alcance del programa
nuclear iraní a cambio de suavizar el embargo internacional. Irán se compromete
a rebajar a la mitad el uranio enriquecido al 20 por ciento, no enriquecer a
más del 5 por ciento en el futuro, y a no aumentar la capacidad de
enriquecimiento de la planta de uranio de Natanz ni de los reactores de Fordow
y Araki, ni a construir nuevas instalaciones aceptando la supervisión de la Agencia
Internacional de Energía Atómica.
Washington a su vez se compromete a suspender el boicot al petróleo iraní, desbloquear fondos de Teherán en el exterior, suspender las sanciones sobre la industria automotriz y a los servicios aéreos, además de permitir la compra por Irán de alimentos, medicamentos y equipos médicos.
Washington a su vez se compromete a suspender el boicot al petróleo iraní, desbloquear fondos de Teherán en el exterior, suspender las sanciones sobre la industria automotriz y a los servicios aéreos, además de permitir la compra por Irán de alimentos, medicamentos y equipos médicos.
El acuerdo alcanzado en la madrugada
del domingo en Ginebra tiene varias ventajas para las partes: se asegura que
Irán no desarrollará armas nucleares y preserva su derecho a desarrollar un
programa de energía atómica con fines pacíficos. Podría ser el primer paso en
35 años para llegar a un entendimiento de largo plazo entre la República
Islámica y Occidente, aunque persisten focos de tensión y desavenencias tanto
en la región como a escala más global. Por diferentes motivos, los principales
ganadores son Irán, Estados Unidos, Rusia y China, mientras los más
perjudicados son Arabia Saudí e Israel. Francia procuró descarrilar las
conversaciones, pero finalmente debió ceder.
El realismo de Obama.
El realismo de Obama.
Comprender las dificultades de
Washington es el tema clave, ya que es el actor que había construido el
edificio de la gobernabilidad global que ahora se resquebraja. Intentar
restaurar su influencia pasa por un acuerdo con Teherán, pero no por los
motivos que se aducen. En efecto, es altamente improbable que Irán pueda
construir un arma nuclear en un plazo breve. Todo indica que en el futuro
inmediato seguirá habiendo sólo una potencia nuclear en la región, Israel. Por
otro lado, Paquistán e India se convirtieron en potencias nucleares sin el
consentimiento de Washington, pero el primero es ahora su aliado y coquetea con
el segundo.
El problema para Obama está en otro
lado: necesita un urgente reposicionamiento geopolítico. La creciente influencia
de Rusia en la región y sobre todo de China en el mundo, llevaron al Pentágono
a establecer la estrategia del “pivote Asia Pacífico” para contener al país que
visualiza como su principal competidor. Todos sabemos que el futuro de la
economía mundial pasa por Asia. Además, desde el comienzo de la primavera árabe
en 2011 Washington perdió aliados vitales que antes eran incondicionales:
Turquía, Israel, Arabia Saudí, Irak. Demasiada inestabilidad que le impide
concentrarse en Asia. Por eso el analista Pepe Escobar escribe: “Washington
quiere más influencia en el suroeste de Asia, y en toda Eurasia” (Russia Today,
15 de noviembre de 2013).
“Con el acuerdo temporal obtenido
con Irán en Ginebra, Barack Obama acaricia el mayor éxito de política exterior
de su presidencia y Estados Unidos la mejor oportunidad de un rediseño de la
geopolítica mundial desde la caída del Muro de Berlín” (El País, 25 de
noviembre de 2013). Si ese acuerdo no se obtuvo antes fue porque el frente
interno estadounidense no lo permitía. Si se consigue ahora, es por la
necesidad de reposicionarse en una región a la que está atado de pies y manos.
Tres años atrás, cuando Brasil y Turquía llegaron a un acuerdo para que Irán
enriqueciera uranio fuera del país, “estaba haciendo una concesión que ahora no
necesitó hacer”, destacó el ex canciller y actual ministro de Defensa Celso
Amorim (Folha de São Paulo, 27 de noviembre de 2013).
Para Irán era urgente una tregua,
sobre todo aliviar las sanciones que sacuden su economía. La inflación alcanzó
el 30 por ciento, la desocupación el 20 por ciento. Las exportaciones de
petróleo, que representan el 80 por ciento de los ingresos del gobierno,
cayeron a la mitad. La moneda iraní, el rial, se devaluó el 100 por cien frente
al dólar y los precios de los alimentos se duplicaron. Es cierto que Irán
siguió exportando crudo a más de 30 países, entre ellos India y China, y que la
mitad de su comercio con Beijing se realiza en yuanes, lo que afecta al dólar.
Además el levantamiento de las sanciones aportará 8 mil millones de dólares a
Teherán por el acceso a activos congelados en el exterior y la reanudación del
comercio.
Si el acuerdo se consolida y avanza
en los próximos seis meses, la Casa Blanca tendrá las manos más libres para
dedicarse a lo que realmente le importa: cercar a China apoyándose en Japón,
Corea del Sur y Australia. Y, por supuesto, en su flota de portaaviones y su
red de bases militares.
La nueva alianza saudí-israelí.
La diplomacia china aseguró que el
acuerdo firmado es “sólo el comienzo” y destacó que aún queda un largo camino
por recorrer (Xinghua, 25 de noviembre de 2013). “China continuará facilitando
las conversaciones y desempeñará un papel constructivo en este sentido”, dijo
el portavoz de la cancillería.
China es probablemente el país más interesado en evitar una guerra en la región, que involucraría a varias potencias y llevaría al cierre del Estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico, por donde pasa el 20 por ciento del petróleo que se comercializa en el mundo. Si eso sucediera, el precio podría duplicarse y los flujos podrían interrumpirse afectando principalmente a los países asiáticos y a Europa. Por el contrario, Washington camina hacia la autosuficiencia energética y sus fuentes de abastecimiento se encuentran más diversificadas que las de su principal competidor.
China es probablemente el país más interesado en evitar una guerra en la región, que involucraría a varias potencias y llevaría al cierre del Estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico, por donde pasa el 20 por ciento del petróleo que se comercializa en el mundo. Si eso sucediera, el precio podría duplicarse y los flujos podrían interrumpirse afectando principalmente a los países asiáticos y a Europa. Por el contrario, Washington camina hacia la autosuficiencia energética y sus fuentes de abastecimiento se encuentran más diversificadas que las de su principal competidor.
Para Moscú es importante poner fin a
la guerra en Siria y “cambiar el énfasis de derrocar a Bachar al Assad a
combatir el terrorismo” (The Brics Post, 25 de noviembre de 2013). Algo similar
sucede con el gobierno iraquí de Nouri al Maliki, que necesita superar la
terrible polarización entre sunitas y chiítas que ha sumido al país en el caos,
una década después de la invasión estadounidense. En ambos casos el papel de
Teherán no es menor. Aliado de los presidentes de Irak y Siria, puede
convertirse en pieza clave para bajar los decibeles, apoyándose en la cada vez
más influyente diplomacia rusa.
Pero la cuestión clave es la nueva
alianza entre Israel y Arabia Saudí. El primer ministro Benjamín Netanyahu
regañó en conversación telefónica a Obama ya que considera “un error histórico”
la firma del acuerdo con Irán, porque “el mundo se ha convertido en un lugar
mucho más peligroso” (Russia Today, 26 de noviembre de 2013). Por su parte, la
familia real saudí se mostró indignada con el acuerdo con Irán. Los saudíes
sufrieron en poco tiempo la doble derrota de ver cómo se les escapó de las
manos el esperado triunfo en Siria y ahora cómo su archienemigo Irán se
convierte en interlocutor privilegiado de Washington, desafiando su liderazgo
en la región.
Algunas fuentes sostienen que los
servicios secretos israelíes y saudíes están trabajando juntos para preparar
ataques en suelo iraní, mientras la BBC aseguró hace varias semanas que Arabia
Saudí pretende conseguir armas nucleares a través de Pakistán, cuyo programa
atómico apoyó en su momento. Más grave aún es que Riad está dispuesto a
facilitar drones, aviones cisterna y helicópteros, además de su espacio aéreo, para
un ataque israelí a Irán.
Lo más probable, empero, es que los
nuevos aliados no ataquen directamente a Irán sino que intensifiquen el
enfrentamiento en el frente sirio y, probablemente, en Líbano, donde la milicia
chiíta Hezbolá sigue siendo un problema para Tel Aviv. Al parecer el ataque
suicida contra la embajada de Irán en Líbano, que costó la vida a 23 personas
hace dos semanas, sería parte de la escalada que se prepara en la región para
intentar contrarrestar la nueva relación de fuerzas. El otro punto débil es la
Franja de Gaza, donde el delegado de la ONU declaró que la crisis humanitaria
como consecuencia del bloqueo israelí al gobierno de Hamas ha llegado a “todos
los servicios esenciales, como hospitales, clínicas, estaciones de bombeo de
aguas residuales” (Asia Times, 27 de noviembre de 2013).
Medio Oriente fue el nudo de la
hegemonía estadounidense desde 1945. Ahora ya no lo es y su interés se desplaza
gradualmente hacia Asia Pacífico. Pero en esta zona que sigue teniendo una
importancia estratégica, la cosas se han complicada demasiado para Washington.
Desde la caída de Hosni Mubarak durante la primavera árabe perdió el control de
Egipto. Israel se ha convertido en un aliado problemático y Arabia Saudí está
mirando hacia China. Las principales piezas del ajedrez estratégico se mueven
cada una por su lado sin un mando central que las pueda regular.
Petróleo y dólares.
El escenario sobre el que se mueven
las principales potencias en Medio Oriente fue diagramado, durante la Primera
Guerra Mundial, por Francia e Inglaterra a través del acuerdo secreto
Sykes-Picot, el 16 de mayo de 1916, arbitrando sus respectivas áreas de
influencia en la región cuando el petróleo adquirió importancia estratégica al
sustituir al carbón como combustible de las marinas de guerra. En febrero de
1945, retornando de la Conferencia de Yalta, el presidente Franklin Roosevelt
desembarcó en el Canal de Suez para reunirse con la autoridad saudita, Ibn
Saud, consolidando una alianza por la cual la potencia victoriosa de la Segunda
Guerra Mundial sustituyó el papel que había tenido Inglaterra.
La Casa de Saud se convirtió en el
principal abastecedor de petróleo barato a la potencia que era responsable de
casi la mitad del PIB global. El reciente informe de la Agencia Internacional
de Energía señala que gracias a las nuevas técnicas como la fractura
hidráulica, Estados Unidos alcanzará y superará a Arabia Saudí como principal
productor de petróleo. Y señala que eso se producirá en 2015. Como quien dice,
un viraje que está a la vuelta de la esquina.
Para Estados Unidos es importante asegurar su autosuficiencia energética, toda vez que la dependencia de las importaciones ha sido uno de sus flancos más débiles. Pero el papel de Riad queda en el aire. A comienzos de 2012 China y Arabia Saudí firmaron un acuerdo para la construcción de una enorme refinería para producir 400 mil barriles diarios en 2014, en el puerto de Yanbu, en el mar Rojo. La estatal china Sinopec será propietaria de un 37,5 por ciento de la refinería junto con la saudí Aramco que tendrá el 62,5 por ciento.
El acuerdo representa “una
asociación estratégica en la industria de la refinería entre uno de los
principales productores energéticos de Arabia Saudí y uno de los principales
consumidores del mundo”, afirmó el presidente de Aramco, Khalid Al-Falih (China
Daily, 16 de enero de 2012). China importa el 56 por ciento del petróleo que
consume; el reino saudita es el principal proveedor de petróleo de China y el
mayor exportador de crudo del mundo. China participa en proyectos de construcción
de infraestructuras en Arabia Saudí, incluyendo áreas como ferrocarriles,
puertos, electricidad y telecomunicaciones. Lo que se está gestando es un
viraje de larga duración en el área petrolera mundial y muy en concreto en la
presencia china en una región, y en un país, que fue pilar de la hegemonía de
Washington.
El año 2012 registró ese viraje:
China desplazó a Estados Unidos como principal importador de crudo saudí. Pero
el tema es más profundo: en 1972 Estados Unidos y Arabia Saudí acordaron que
todo el petróleo vendido por la monarquía sería nominado en dólares
estadounidenses. Así nació el petrodólar que fue adoptado por casi todos los
países y se convirtió en el sostén de la economía de la superpotencia,
otorgándole una ventaja que ningún otro país poseía.
En 1975, todos los países de la OPEP habían acordado fijar el precio de sus propias reservas de petróleo en dólares estadounidenses a cambio de armas y protección militar. Este sistema del petrodólar, más conocido como “petróleo por dólares”, crea una inmediata demanda artificial de dólares en todo el mundo. Al aumentar la demanda mundial de petróleo, también aumenta la demanda de dólares de Estados Unidos. De ese modo el dinero que gasta el mundo fluye a través de la Reserva Federal asegurando la financiación de la deuda estadounidense. Además, tiene el privilegio de hacerse con el petróleo del mundo gratuitamente, al imprimir los billetes con los que paga.
Si el petrodólar se derrumba, el dólar se termina como moneda de reserva lo que marcará el fin de la hegemonía estadounidense. Los países integrantes del BRICS empezaron a comerciar en sus propias monedas, en particular China y Rusia. La llave la tiene Arabia Saudí. El día que deje de vender su petróleo en dólares, el sistema financiero y Wall Street sentirán un impacto demoledor. Recordemos que la verdadera razón para la invasión a Irak fue que Saddam Hussein decidió vender su petróleo en euros.
En 1975, todos los países de la OPEP habían acordado fijar el precio de sus propias reservas de petróleo en dólares estadounidenses a cambio de armas y protección militar. Este sistema del petrodólar, más conocido como “petróleo por dólares”, crea una inmediata demanda artificial de dólares en todo el mundo. Al aumentar la demanda mundial de petróleo, también aumenta la demanda de dólares de Estados Unidos. De ese modo el dinero que gasta el mundo fluye a través de la Reserva Federal asegurando la financiación de la deuda estadounidense. Además, tiene el privilegio de hacerse con el petróleo del mundo gratuitamente, al imprimir los billetes con los que paga.
Si el petrodólar se derrumba, el dólar se termina como moneda de reserva lo que marcará el fin de la hegemonía estadounidense. Los países integrantes del BRICS empezaron a comerciar en sus propias monedas, en particular China y Rusia. La llave la tiene Arabia Saudí. El día que deje de vender su petróleo en dólares, el sistema financiero y Wall Street sentirán un impacto demoledor. Recordemos que la verdadera razón para la invasión a Irak fue que Saddam Hussein decidió vender su petróleo en euros.
El declive del dólar se acelera en
los últimos años con acuerdos entre China y Emiratos Árabes Unidos, Brasil,
Rusia y los BRICS entre ellos, pero también Japón y Australia, para utilizar
sus propias monedas (Geab 72, febrero 2013). A comienzos de 2013 el Laboratorio
Europeo de Anticipación Política señalaba que “levantar las sanciones a Irán es
la primera etapa para el pago en euros del petróleo importado por Europa” y
añadía que el viejo continente no debería “hacerse cargo de la inestabilidad y
la debilidad de la economía estadounidense”.
Esta tendencia choca de frente con la internacionalización del yuan, la moneda que más se ha apreciado frente al dólar. Síntoma de lo que se viene es el vertiginoso aumento de las compras de oro por los bancos centrales en 2012, las mayores desde 1964 (CNBC, 14 de febrero de 2013). El Banco Popular de China acaba de informar que “el país ya no se beneficia con el aumento en sus tenencias de moneda extranjera”, por lo que puede frenar la compra de dólares (Bloomberg News, 21 de noviembre de 2013). China tiene reservas de 3,6 billones de dólares, el triple que cualquier otro país y más que el PIB de Alemania.
Una característica de los tiempos de transición suele ser la aceleración de los cambios y, sobre todo, la tendencia a resolver los conflictos por la vía militar. El acuerdo con Irán aplaza una guerra en Medio Oriente, pero puede acelerar la tensión en Asia Pacífico.
Esta tendencia choca de frente con la internacionalización del yuan, la moneda que más se ha apreciado frente al dólar. Síntoma de lo que se viene es el vertiginoso aumento de las compras de oro por los bancos centrales en 2012, las mayores desde 1964 (CNBC, 14 de febrero de 2013). El Banco Popular de China acaba de informar que “el país ya no se beneficia con el aumento en sus tenencias de moneda extranjera”, por lo que puede frenar la compra de dólares (Bloomberg News, 21 de noviembre de 2013). China tiene reservas de 3,6 billones de dólares, el triple que cualquier otro país y más que el PIB de Alemania.
Una característica de los tiempos de transición suele ser la aceleración de los cambios y, sobre todo, la tendencia a resolver los conflictos por la vía militar. El acuerdo con Irán aplaza una guerra en Medio Oriente, pero puede acelerar la tensión en Asia Pacífico.
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-
Raúl Zibechi,
periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada y es colaborador de ALAI.
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