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El último elemento a analizar es la información. Si
queremos que Internet llegue a todas partes
tendremos que tener hardware y software suficientes y además tendremos que
tener información. En la actualidad esto
puede parecer el punto menos controvertido pues, una vez obtenidos los
otros dos recursos, parece que la información disponible es suficiente. Se han hecho estimaciones sobre el tamaño
de Internet en términos de información y se calcula que asciende a más de 5
millones de terabytes o lo que es lo mismo, aproximadamente 1250 millones de DVDs. Esta información tampoco es
libre y es un elemento clave en el desarrollo del capitalismo cognitivo. Hay gigantes informáticos que controlan
toda esta información como facebook o google que escapan al control democrático
y que son usados por los estados para espiar y seguir a los ciudadanos. Google o Facebook se han convertido en
el Gran Hermano de Orwell ya que es el organismo que mayor cantidad de información ha
almacenado en la historia de la humanidad.
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La accesibilidad Web es el derecho al acceso
universal a la Web, independientemente del tipo de hardware, software,
infraestructura de red, idioma, cultura, localización geográfica y capacidades
de los usuarios.
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INTERNET,
¿UN DERECHO UNIVERSAL?.
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David Benavides Cuevas.
Profesor Titular de la Universidad de Sevilla.
La Marea.com lunes 23 de diciembre del 2013.
Esta pregunta no es
original, ya la formuló la cadena británica BBC a 27,000 personas en 26 países
distintos. La respuesta fue que de cada encuestados creía que el acceso a
Internet debía ser tratado como un derecho universal. Una respuesta similar la
pudimos constatar cuándo expusimos esta pregunta a los alumnos en las clases en
la calle. Partiendo de este sentimiento, aparentemente generalizado, cabría
preguntarse ¿en qué situación nos encontramos en cuanto a este pretendido
derecho?
La Unión Internacional de
Telecomunicaciones3, en un informe del 2012, estimó que aproximadamente un
tercio de la población mundial (es decir, 2.300 millones de personas)
utilizaban Internet a finales de 2011 lo que supone un ligero aumento con
respecto a años anteriores. Esta cifra está lejos del pretendido derecho y
vienen a reafirmar el conocido como Principio de Pareto por el cual un grupo
social se divide entre los “pocos de mucho” y los “muchos de poco”.
Y ¿por qué sucede esto? Si
el binomio hardware-software (necesario para que internet funcione) es un
concepto apolítico, ¿por qué se despliega de esta manera tan desigual? ¿Qué
podemos hacer para romper esta barrera para que el acceso a Internet pueda
realmente ser un derecho universal? Si quisiéramos aumentar el hardware para
tener más acceso nos encontraríamos con dos problemas fundamentales. Por un
lado la basura electrónica (e-waste). Se calcula que la cantidad de basura
electrónica que se genera en un año está entre 20 y 50 millones de toneladas.
Si toda la basura electrónica generada en un año se pusiera en contenedores de
trenes, la longitud del tren le daría la vuelta al mundo.
Una medida para evitar la
generación innecesaria de basura electrónica podría ser no desechar rápidamente
nuestros dispositivos electrónicos. Pero eso nos llevaría al siguiente problema
que es el sistema económico en el que vivimos que chocaría con esa dinámica no
consumista pues lo que impera y estimula es el consumo bajo cualquier excusa
que para protegerse ante esto usa lo que se conoce como “obsolescencia
programada, que hace que la duración de un dispositivo hardware esté programada
para tener una corta duración.
El software no tiene los
problemas que tiene el hardware. Los programas informáticos (software) son como
recetas de cocina que el cocinero (ordenador) entiende y procesa y el software
se puede multiplicar con un muy bajo coste. La barrera para poder multiplicarlo
es el uso de licencias de software privativo frente a las licencias de software
libre. El software libre es aquel cuya licencia permite usar, compartir,
adaptar y copiar el software libremente. Este tipo de software tiene un
concepto intrínseco que rompe con una de las barreras del sistema que es el de
la propiedad privada. En el software libre este concepto no existe, lo que la
comunidad produce, revierte en la comunidad. Lo que un equipo desarrolla, lo
comparte y queda libre para poder ser mejorado, adaptado, usado o copiado con
total libertad.
El último elemento a
analizar es la información. Si queremos que Internet llegue a todas partes
tendremos que tener hardware y software suficientes y además tendremos que
tener información. En la actualidad esto puede parecer el punto menos
controvertido pues, una vez obtenidos los otros dos recursos, parece que la
información disponible es suficiente. Se han hecho estimaciones sobre el tamaño
de Internet en términos de información y se calcula que asciende a más de 5
millones de terabytes o lo que es lo mismo, aproximadamente 1250 millones de
DVDs. Esta información tampoco es libre y es un elemento clave en el desarrollo
del capitalismo cognitivo. Hay gigantes informáticos que controlan toda esta
información como facebook o google que escapan al control democrático y que son
usados por los estados para espiar y seguir a los ciudadanos. Google o Facebook
se han convertido en el Gran Hermano de Orwell ya que es el organismo que mayor
cantidad de información ha almacenado en la historia de la humanidad.
El deseo de la gente para
que el acceso a Internet sea un derecho universal tiene algunas barreras en los
tres elementos fundamentales de la informática: hardware, software e
información. Cada una de ellas tiene sus problemas propios aunque hay algunas
semejanzas. Pero hay cosas que podemos hacer. Podemos reírnos de los cantos de
sirena de los cambios tecnológicos y frenar el sentimiento ansiógeno de consumo
de dispositivos informáticos. Podemos instalar software libre en nuestros
ordenadores y podemos criticar y vigilar los monopolios de información
promulgando el conocimiento libre. Podemos exigir a los gobiernos que decreten,
como ya lo han hecho en Finlandia y Estonia, que el acceso a Internet sea un
derecho universal.También podemos exigir, como han hecho comunidades como
Extremadura o Andalucía, que el software libre sea preponderante en la
Administración Pública.
Podemos dejar de caer en la
tentación de que todos los detalles de nuestra vida deben ser informados
electrónicamente. Podemos impulsar que la realidad cambie cambiando nuestra
realidad pero también actuando en comunidad para cambiar lo que es común. Sería
imprescindible un modelo descentralizado en el que los nodos de la red sean
homogéneos, que dichos nodos tanto de infraestructura como de información estén
controlados democráticamente por los ciudadanos. Un modelo que actualmente
choca con la centralidad y el monopolio de grandes corporaciones de las
tecnologías. Software libre y
conocimiento libre se pueden transformar en los prometeos tecnológicos que
roben el fuego a los Dioses 2.0.
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—
David Benavides Cuevas es Profesor Titular en la Universidad de Sevilla en el área de Lenguajes y Sistemas Informáticos desde 2010. Defendió su
tesis doctoral en 2007 con mención
de doctorado europeo y premio extraordinario de doctorado. Cuenta con varias
docenas de publicaciones científicas incluyendo revistas, libros y aportaciones
a congresos. Participa regularmente en comités de programa y edición de
congresos internacionales y revistas de prestigio en su área. Ha obtenido
premios en varios artículos de investigación y forma parte del equipo de
desarrollo del proyecto FaMa Tool Suite, un proyecto de software libre dónde
vuelva todos sus resultados de investigación. Forma parte del grupo de
investigación ISA (www.isa.us.es), de la Plataforma por una Universidad Pública,
Democrática y de Calidad y es militante
del Sindicato Andaluz de Trabajadores de la Universidad de Sevilla.ç
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