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El mismo conjunto de dobles raseros
funciona en relación con el programa de enriquecimiento nuclear de Irán que se supone sea un paso hacia una capacidad de
armas nucleares. Lo que es notorio es
que el único país en posesión de armas nucleares en Medio Oriente –Israel–
ha encabezado la amenaza de un ataque contra las instalaciones nucleares de Irán y que EE.UU. y Europa juegan
roles de apoyo e incluso de sumisión. Casi ninguno de los principales
comentaristas en Occidente, con la excepción de algunos especialmente valerosos
como Kenneth Waltz, se ha atrevido a
criticar la estupidez de esa política y a argumentar que la disuasión
nuclear podría hacer que Medio Oriente sea un sitio más seguro.
Sin embargo, el caso más asombroso de
dobles raseros porque involucraba a un miembro de la OTAN fue la posición estadounidense respecto al ataque
israelí contra el barco turco Mavi Mármara que participaba en el suministro de
ayuda a la sitiada Gaza. Nueve personas de origen turco –incluido un ciudadano
estadounidense– fueron muertas en aguas internacionales sin un asomo de condena
o incluso protesta por parte de Washington.
Es posiblemente la primera ocasión en la historia reciente en la cual el asesinato
de un ciudadano estadounidense por extranjeros no ha provocado por lo menos
una protesta pública formal del gobierno de EE.UU. ¿Fue porque el ciudadano
estadounidense era de origen turco y, por ello, percibido como fuera de la
esfera de la civilización occidental a pesar de que Turquía ha sido un aliado
leal de EE.UU. durante medio siglo? ¿O fue porque la tensión entre Turquía e
Israel es percibida en EE.UU. como parte de un choque de civilizaciones en el cual EE.UU.
tiene que solidarizarse con sus parientes y amigos?
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Otra mirada al choque de civilizaciones
¿Tenía razón Huntington?.
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Mohammed Ayoob.
Rebelión sábado 11 de agosto del 2012.
Traducido del inglés para rebelión por Germán Leyens.
En lo que
fue probablemente el ensayo más influyente publicado en los años noventa, Samuel Huntington argumentó en Foreign
Affairs que en el futuro “Las grandes divisiones de la humanidad y la
fuente predominante de conflicto serán de tipo cultural. Las naciones Estado
seguirán siendo los actores más poderosos en la política mundial, pero los
principales conflictos de dicha política se producirán entre naciones y grupos
de civilizaciones distintas. El choque de civilizaciones dominará la política
mundial. Las líneas divisorias entre civilizaciones serán los frentes de
batalla del futuro.” Huntington fue criticado por un sinnúmero de
académicos, periodistas y personalidades públicas por ser demasiado simplista
en su análisis, así como por convertir la religión en el indicador primordial
para su concepto de “civilización”. Tengo que admitir que fui uno de los que se
sumaron a ese coro de críticas.
A pesar de
todo, durante los últimos años he estado reflexionando sobre la tesis de
Huntington y revisando gradualmente mis puntos de vista aunque no lo he dicho
de un modo tan público porque no estaba absolutamente seguro de mi conversión a
la tesis de Huntington. Pero esta semana he visto la luz en el camino a Damasco
(de un modo más apropiado en el camino a Jerusalén). La luz brilló en la forma
de la declaración hecha por el candidato a presidente Mitt Romney en la Ciudad
Santa de que “La cultura hace toda la diferencia” en combinación con su apoyo
incondicional a la política belicosa de Netanyahu hacia Irán. ¿Qué podría
explicar semejante trastada de política extranjera”, en las palabras de Robert
Merry en National Interest, sino el parentesco basado en una
cultura común (“civilización en las palabras de Huntington)?
El
Choque de Civilizaciones según Huntington (1996), tal como se presenta en el libro. Occidente (azul), América Latina (violeta),
Japón (rojo), Mundo chino (granate), Mundo Indio (naranja), Mundo Islámico (verde),
Países ortodoxos (celeste), África negra (marrón), Países Budistas
(amarillo). Otros colores pueden indicar líneas de falla donde el choque de
civilizaciones puede ocurrir. Transilvania (en Rumania), el oeste de Ucrania, el norte de Serbia
y otros están en el "Mundo Occidental" de acuerdo con el libro. El
autor considera que en lugar de pertenecer a las civilizaciones
"mayores" Etiopía y Haití (en marrón claro) son países
"solitarios", y que Israel (turquesa) puede ser
considerado un único estado con su propia civilización. El Caribe angloparlante (violeta claro), antiguas colonias
británicas, constituyen una entidad diferenciada.
Me di cuenta entonces que el modelo de
dobles raseros que había estado presenciando en la política exterior
estadounidense hacia Medio Oriente forma parte integral de
un mundo en el cual diferencias supuestamente inmutables basadas en
civilizaciones forman la fuente primordial de conflicto. Huntington había
señalado proféticamente que “Un mundo de choques de civilizaciones… es
inevitablemente un mundo de dobles raseros: la gente aplica un rasero a sus
países congéneres y un rasero diferente a otros”.
Las
políticas estadounidenses hacia Israel, sea respecto al tema de Palestina o de
Irán, han estado notablemente sesgadas por motivos de afinidad basada en una
civilización común. Debería ser claro desde cualquier perspectiva objetiva que
Israel ha sido un valor pasivo en lugar de ser un activo estratégico cuando se
trata de las relaciones de EE.UU. con una gran mayoría de los países en Medio
Oriente. Esto ha sido particularmente cierto desde el fin de la Guerra Fría
cuando en las percepciones árabes y musulmanas la relación
estadounidense-israelí ha sido invertida. Israel ya no es percibido como el
peón de EE.UU. en Medio Oriente como lo fue antes del colapso de la Unión
Soviética. Ahora es al revés.
Sin embargo,
por razones relacionadas con el parentesco cultural, que ha adoptado diferentes
manifestaciones que van desde “el lobby” a los “cristianos evangélicos”, EE.UU.
ha permitido que su política hacia el problema Israel-Palestina sea en gran
parte dictada por Israel. Esto vale para una amplia gama de temas desde los
asentamientos judíos en Palestina ocupada al bloqueo israelí de Gaza.
El hecho de
que la narrativa del conflicto sea aceptada íntegramente por senadores y
congresistas estadounidenses así como por la mayoría de los miembros del poder
ejecutivo puede ser explicado solo a través del medio de la afinidad cultural.
Incluso los responsables políticos y publicistas estadounidenses que han sido
ligeramente críticos de las políticas israelíes lo han hecho para salvar a
Israel de sí mismo impidiendo que la bomba de tiempo demográfica le estalle en
la cara. La narrativa palestina de desposeimiento, exilio y ocupación y, por
cierto, de la transformación demográfica de Palestina bajo el mandato británico
no es solo ignorada sino tratada como ficticia.
El mismo
conjunto de dobles raseros funciona en relación con el programa de
enriquecimiento nuclear de Irán que se supone sea un paso hacia una capacidad
de armas nucleares. Lo que es notorio es que el único país en posesión de armas
nucleares en Medio Oriente –Israel– ha encabezado la amenaza de un ataque
contra las instalaciones nucleares de Irán y que EE.UU. y Europa juegan roles
de apoyo e incluso de sumisión. Casi ninguno de los principales comentaristas
en Occidente, con la excepción de algunos especialmente valerosos como Kenneth
Waltz, se ha atrevido a criticar la estupidez de esa política y a argumentar
que la disuasión nuclear podría hacer que Medio Oriente sea un sitio más seguro.
Sin embargo,
el caso más asombroso de dobles raseros porque involucraba a un miembro de la
OTAN fue la posición estadounidense respecto al ataque israelí contra el barco
turco Mavi Mármara que participaba en el suministro de ayuda a la sitiada Gaza.
Nueve personas de origen turco –incluido un ciudadano estadounidense– fueron
muertas en aguas internacionales sin un asomo de condena o incluso protesta por
parte de Washington. Es posiblemente la primera ocasión en la historia reciente
en la cual el asesinato de un ciudadano estadounidense por extranjeros no ha
provocado por lo menos una protesta pública formal del gobierno de EE.UU. ¿Fue
porque el ciudadano estadounidense era de origen turco y, por ello, percibido
como fuera de la esfera de la civilización occidental a pesar de que Turquía ha
sido un aliado leal de EE.UU. durante medio siglo? ¿O fue porque la tensión
entre Turquía e Israel es percibida en EE.UU. como parte de un choque de
civilizaciones en el cual EE.UU. tiene que solidarizarse con sus parientes y
amigos?
Ambas
explicaciones se ajustan al paradigma de Huntington porque –como señaló– los
dobles raseros forman parte integral de un modo de pensar que ve un conflicto
en términos del choque de civilizaciones. Hay que apoyar a sus parientes y amigos
tengan o no tengan razón. Cuando este fenómeno ocurre en Medio Oriente o África es
considerado como “tribalismo”. En Occidente es llamado “choque de
civilizaciones”.
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