“Xi llama define a la política exterior de Bejing como “la diplomacia de un país importante con características chinas”, una doctrina que prioriza la cooperación pacífica que la dominación de
poder único, según asegura. Sin embargo,
independientemente de las intenciones de Xi, la
inversión de China ha impulsado el crecimiento económico africano y ha
ganado influencia política sobre los líderes africanos dispuestos que necesitan
ayuda técnica y desarrollo de infraestructura. Lo que es más importante, China ha demostrado que el modelo de
desarrollo dominante en Occidente, caracterizado por políticas económicas neoliberales y principios
políticos democráticos no es la única manera. Al hacerlo, China está desplazando la mirada de los asuntos mundiales
hacia el este, hacia Beijing".
“En junio, 43 países africanos
redactaron una declaración para oponerse al poder de veto de Estados Unidos sobre el nombramiento de los miembros del Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el tribunal de comercio más importante del mundo. Una vez más, se
pusieron del lado de China. China ha instado a la OMC a oponerse al poder de veto de Estados Unidos desde
principios de 2018. Zhang Xiangchen,
embajador de China ante la OMC, con sede en Ginebra, dijo que el sistema de
comercio internacional se enfrenta a “graves
desafíos”, en referencia a la política comercial del presidente
estadounidense Donald Trump".
“La pregunta más urgente que la
OMC tiene que responder ahora es cómo responder al unilateralismo y al
proteccionismo”, dijo Zhang. “Lo que es más peligroso y
devastador es que Estados Unidos está desafiando sistemáticamente los
principios rectores fundamentales al bloquear el proceso de selección de los
miembros del Órgano de Apelación”, añadió. Zhang consideró que la estrategia de Washington era la responsable
de llevar fatalmente a la OMC a “la parálisis”. El
desafío de China al orden mundial dominante, liderado por Estados Unidos, no se limita a la OMC. China ha establecido
instituciones internacionales como el Nuevo Banco de Desarrollo y el Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura, que consolidan aún más su posición protagónica como actor
financiero del Sur en desarrollo.
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El presidente de China, Xi Jinping, saluda a estudiantes, acompañado por
el entonces presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, al iniciar una gira por
varios países de África en 2013, dentro de la alianza privilegiada que Bejing
ha ido tejiendo con el continente. Crédito: Gobierno de China.
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LA ALIANZA DE CHINA CON ÁFRICA ESTÁ
CAMBIANDO EL ORDEN MUNDIAL.
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Daniel Yang.
IPS,
Miércoles 24 de julio del 2019.
NUEVA YORK, 22 jul 2019 (IPS) - Cuando allá en 2007, la Asamblea General de las
Naciones Unidas votó una resolución sobre el historial de violaciones a los
derechos humanos de Corea del Norte, solo 10 de los 56 países africanos votaron
con la coalición occidental liderada por Estados Unidos.
La abrumadora mayoría siguió a
China, bien con un voto en contra o con una abstención sobre la resolución.
Esto no siempre había sido el
caso. Tres décadas antes, el consecuente voto de la Asamblea General para
reemplazar a la República de China (Taiwán) por la República Popular de China,
que suponía el reconocimiento internacional del gobierno del Partido Comunista
de Beijing, se encontró con la resistencia de Estados Unidos.
Aunque la resolución fue
aprobada, los países africanos no respetaron ningún lado.
A lo largo de esas tres décadas,
China se convirtió en una de las potencias económicas y militares más
formidables del mundo, superó a Estados Unidos como el mayor socio comercial de
África y financió más de 3.000 proyectos importantes de infraestructura básica
del continente.
Más de 10.000 firmas chinas
operan en África y dominan casi 50 por ciento del mercado de construcción
contratado internacionalmente en África.
China pasó del proveedor mundial
de mano de obra barata a uno de los principales financiadores del Sur en
desarrollo, con el objetivo de construir puentes, tanto figurativa como
literalmente, a través de la cooperación económica.
Su principal proyecto de política
exterior, la Iniciativa de la Franja y la Ruta para la cooperación
internacional, que algunos denominan como la nueva ruta de la seda, ya ha
conectado a 152 países de todos los continentes y ha facilitado más de 1,3
billones (millones de millones) de dólares en el comercio.
Sin embargo, visto desde
Occidente, y en particular desde Washington, el ascenso de China significa un
desafío autoritario para el sistema internacional liberal.
En un discurso sobre política
exterior en diciembre, el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John
Bolton, advirtió que China ha estado “deliberada y agresivamente” socavando los
intereses de Estados Unidos, mediante lo que calificó de “prácticas
depredadoras”.
“China usa sobornos, acuerdos
opacos y el uso estratégico de la deuda para mantener a los estados en África
cautivos a los deseos y demandas de Beijing”, dijo Bolton, uno de los
“halcones” más prominentes del gobierno de Donald Trump. “Tales acciones
depredadoras son subcomponentes de iniciativas estratégicas chinas más amplias…
con el objetivo final de promover el dominio global chino”, añadió.
Aunque Washington está cada vez
más alerta sobre África, Beijing ideó su propia estrategia para África mucho
antes del siglo XXI.
Poco después de la proclamación
de la República Popular China, en 1949, gran parte del mundo en desarrollo
seguía luchando contra el anticolonialismo y el antiimperialismo. El entonces
primer ministro chino, Zhou Enlai, vio esto como una oportunidad para
posicionar a China, un país que se consideraba triunfador en la misma lucha,
como líder del mundo en desarrollo.
“África siempre ha sido
importante para China desde la década de los 50”, explicó Stanley Rosen,
profesor de ciencias políticas en el Instituto Estados Unidos-China de la
Universidad del Sur de California.
Cumbre en Beijing, en septiembre de 2018, de Foro para la Cooperación
entre China y África. Crédito: Gobierno de China.
***
“En el período
anterior, bajo Mao Zedong, fue debido a la cantidad de países en África que
tenían votos en las Naciones Unidas y al hecho de que China estaba promoviendo
movimientos revolucionarios, por lo que es muy político”, dijo a IPS en una
entrevista.
“Poco después de que comenzaran
las reformas en China en 1979, África se volvió más importante económicamente”,
agregó Rosen.
En la década de los 90, el
entonces presidente Jiang Zemin, bajo la tesis de la “triple
representatividad”, lanzó un programa destinado a incentivar la presencia de
sus empresarios en el extranjero.
Co esa estrategia, el comercio
chino-africano creció 700 por ciento. Con la ayuda de los créditos a bajo
interés del estatal Banco de Exportaciones e
Importaciones de China, compañías
como Huawei encabezaron la búsqueda de una nueva generación de mercados en el
exterior.
Rosen aseguró que ahora China
busca construir relaciones mutuamente beneficiosas con países ricos en
recursos, independientemente de su situación política interna.
En septiembre del año pasado, el
presidente chino, Xi Jinping, prometió que China proporcionará 60.000 millones
de dólares adicionales en apoyo financiero a África, durante una cumbre en Beijing
del Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC), que impulsa la inversión extranjera directa y
los créditos para el desarrollo de infraestructuras.
Tal vez más revelador de la
atracción que China ejerce en el continente es el hecho de que más países
africanos asistieron al FOCAC que a la Asamblea
General de la Organización de
las Naciones Unidas, realizada en el mismo mes en Nueva York.
Xi llama define a la política
exterior de Bejing como “la diplomacia de un país importante con
características chinas”, una doctrina que prioriza la cooperación pacífica que
la dominación de poder único, según asegura.
Sin embargo, independientemente
de las intenciones de Xi, la inversión de China ha impulsado el crecimiento
económico africano y ha ganado influencia política sobre los líderes africanos
dispuestos que necesitan ayuda técnica y desarrollo de infraestructura.
Lo que es más importante, China
ha demostrado que el modelo de desarrollo dominante en Occidente, caracterizado
por políticas económicas neoliberales y principios políticos democráticos no es
la única manera. Al hacerlo, China está desplazando la mirada de los asuntos
mundiales hacia el este, hacia Beijing.
En junio, 43 países africanos
redactaron una declaración para oponerse al poder de veto de Estados Unidos
sobre el nombramiento de los miembros del Órgano de Apelación
de la Organización Mundial de Comercio (OMC), el tribunal de comercio más importante del
mundo. Una vez más, se pusieron del lado de China.
China ha instado a la OMC a
oponerse al poder de veto de Estados Unidos desde principios de 2018. Zhang
Xiangchen, embajador de China ante la OMC, con sede en Ginebra, dijo que el
sistema de comercio internacional se enfrenta a “graves desafíos”, en
referencia a la política comercial del presidente estadounidense Donald Trump.
“La pregunta más urgente que la
OMC tiene que responder ahora es cómo responder al unilateralismo y al
proteccionismo”, dijo Zhang.
“Lo que es más peligroso y devastador es que
Estados Unidos está desafiando sistemáticamente los principios rectores
fundamentales al bloquear el proceso de selección de los miembros del Órgano de
Apelación”, añadió.
Zhang consideró que la estrategia
de Washington era la responsable de llevar fatalmente a la OMC a “la
parálisis”.
El desafío de China al orden
mundial dominante, liderado por Estados Unidos, no se limita a la OMC. China ha
establecido instituciones internacionales como el Nuevo Banco de Desarrollo y
el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, que consolidan aún más su
posición protagónica como actor financiero del Sur en desarrollo.
Algunos, sobre todo en
Washington, han visto estas instituciones como rivales potenciales del Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras otros son más
cautelosos y presuponen que China está intentando cambiar el orden
internacional, aunque falte claridad en sus procesos de implementación de sus
estrategias y políticas.
Yuen Yuen Ang, profesor asociado
de ciencias políticas en la Universidad de Michigan, argumentó en ese sentido a
IPS que las intenciones de China “no son verificables”.
“Los observadores son libres de
especular sobre las intenciones de China”, dijo Ang, pero “lo que debemos y
podemos saber con certeza es que hay una brecha persistente entre la
formulación de políticas y la implementación”.
Para este académico, la
implementación de la nueva ruta de cooperación internacional china ha sido
“fragmentada y descoordinada”, causando confusión para los socios
internacionales y las empresas participantes y dejando difuminada la visión
estratégica de Beijing.
A pesar de sus defectos, sin
embargo, la Iniciativa de Franja y Ruta está mostrando al mundo a la manera
china.
En el 95 aniversario de la
fundación del Partido Comunista Chino, Xi anunció ante una audiencia de miles
de personas que el pueblo chino “tiene plena confianza en ofrecer una solución
china a la búsqueda de mejores sistemas sociales por parte de la humanidad”.
A medida que China continúa formando alianzas en África y en todo el
mundo, quienes ostentan el poder en Occidente pronto tendrán admitir, quieran o
no, la previsión de Xi.
T: MF
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