“Como
no hay peor ciego que el que no quiere ver, no es posible
convencer al gobierno desarrollista
extractivista tardío de AMLO ni a MORENA que para el presidente es la quinta rueda del
carro. Tampoco sirve de mucho protestar sin movilizaciones y sin
formular propuestas y planes alternativos a los del capital. Sin dejar de
discutir hay que actuar directamente como hicieron
los obreros de Matamoros o los ferroviarios del Istmo. La
democracia se ejerce en el territorio
donde se vive y trabaja. Son necesarias Asambleas
para determinar cuáles son las necesidades y los recursos locales, qué planes
de trasformaciones son necesarios, cómo organizar su ejecución directa, en cuál
estrategia de lucha deben inscribirse”.
“Es
necesario imponer con la organización de los trabajadores tanto aumentos
generales de salarios para asegurar un
nivel de vida y de consumo dignos como la democratización sindical, barriendo de las organizaciones obreras a los corruptos y charros. Los fertilizantes
e insumos deben ser concedidos a grupos organizados de campesinos y controlados
por éstos, como en Guerrero. Se
necesitan, en efecto, trenes de carga y
de pasajeros pero junto con los ferroviarios
y las poblaciones hay que discutir y
planificar su trazado y sus efectos posibles sobre la ecología y el tejido social de la zona. Se necesita también desarrollar el turismo
pero sobre bases ecológicas sanas,
respetuoso de las condiciones sociales
locales y, sobre todo, sustentable.
Se necesitan bosques pero con
especies locales y con una
explotación razonable que no agote las maderas ni afecte la biodiversidad.
Hay que crear las condiciones para reemplazar los combustibles fósiles y
desarrollar las fuentes de energía naturales (paneles solares, eólicas,
mareas, geotérmicas) pero de acuerdo con la población local que debe ser la primera en sacar ventajas de ellas)
y hay que acabar con los asesinatos y
secuestros de mujeres y con el crimen organizado mediante la acción colectiva y
directa de los pobladores de las comunidades y localidades”.
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MÉXICO. ¿HACIA DÓNDE SE ABRE LA PUERTA?
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Guillermo Almeyra.
Rebelión viernes 25 de julio del 2019.
López
Obrador logró el gobierno reconociendo y pactando el hecho de que el poder real
quedaba en manos de las Fuerzas Armadas
y de los grandes capitalistas. La tríada AMLO-capitalistas-FF.AA. tiene
como función “controlar al tigre” o
sea el deseo de cambio social de
millones de trabajadores que votaron por MORENA. La inestabilidad y el
carácter efímero del acuerdo se basa en que millones de personas potencialmente anticapitalistas y deseosas de
transformaciones radicales, son orientadas
y manejadas por un injerto conservador y reaccionario antinatural. El
resultado fue un acuerdo entre quienes ya no podían gobernar y millones que todavía creen no saber ni
poder hacerlo y, por eso, buscan un Líder.
A esta
altura el gobierno de López Obrador todavía permite a muchos millones de mexicanos
honestos esperar que la 4ª Transformación abra las puertas al Paraíso pero
también permite a unos pocos cientos de miles entrever que, tras un derrumbe de
las ilusiones, puedan abrirse las del Infierno. De ahí la reaparición de la
consigna “O AMLO o la barbarie” de
los descontentos pero temerosos de caer en Guatepeor
que era falsa ya en los 70 con Echeverría.
El gobierno
actual es una versión muy débil y tardía del desarrollismo
de los gobiernos “progresistas” de tiempos de vacas gordas en Sudamérica que
produjo los Chávez, los Kirchner, los
Lula y Correas. No puede ni siquiera cumplir una parte importante de sus promesas electorales democráticas
porque está dominado por el gran capital
y no tiene ni una base social firme ni voluntad o capacidad para hacer frente
al capitalismo mundial actual que, además, se acerca a una nueva profundización
de la crisis del 2008. Ese gobierno
virtual tampoco puede producir cuadros para reproducirse o renovarse porque
la alianza con la gran burguesía excluye la existencia de un partido de masas
que podría llegar a controlar al
gobierno de los empresarios encabezado por AMLO.
Hoy las políticas gubernamentales son resistidas
por los restos de la vieja oligarquía que no entraron a tiempo en MORENA y las vociferaciones de ese
sector ocultan parcialmente las dudas y las críticas de vastos sectores
populares que votaron por AMLO con
esperanzas pero que empiezan a preocuparse y desilusionarse.
Por eso, si no lográsemos crear un eje social
alternativo en torno a la autoorganización,
la autonomía y la autogestión, México podría correr el riesgo de una desmovilización y desmoralización popular
masiva que abra una brecha para un sangriento gobierno dictatorial. Aunque la
historia no se repite, el nuevo Madero,
tan ciego e impotente como el anterior podría encontrar un nuevo Huerta apoyado en la embajada
gringa y México, dominado por una dictadura salvaje, perdería hasta su
independencia formal.
Como no hay peor ciego que el que no quiere ver, no es
posible convencer al gobierno desarrollista extractivista tardío de AMLO ni a MORENA que para el presidente es la quinta rueda del
carro. Tampoco sirve de mucho protestar sin movilizaciones y sin
formular propuestas y planes alternativos a los del capital.
Sin dejar de discutir hay que actuar directamente
como hicieron los obreros de Matamoros o
los ferroviarios del Istmo. La democracia se ejerce en el territorio donde se vive y trabaja.
Son necesarias Asambleas para
determinar cuáles son las necesidades y los recursos locales, qué planes de
trasformaciones son necesarios, cómo organizar su ejecución directa, en cuál
estrategia de lucha deben inscribirse.
Es necesario
imponer con la organización de los trabajadores tanto aumentos generales de
salarios para asegurar un nivel de vida y
de consumo dignos como la democratización sindical, barriendo de las organizaciones
obreras a los corruptos y charros. Los fertilizantes e insumos deben ser
concedidos a grupos organizados de campesinos y controlados por éstos, como en Guerrero.
Se
necesitan, en efecto, trenes de carga y
de pasajeros pero junto con los ferroviarios
y las poblaciones hay que discutir y
planificar su trazado y sus efectos posibles sobre la ecología y el tejido social de la zona. Se necesita también desarrollar el turismo
pero sobre bases ecológicas sanas,
respetuoso de las condiciones sociales
locales y, sobre todo, sustentable.
Se necesitan bosques pero con
especies locales y con una
explotación razonable que no agote las maderas ni afecte la biodiversidad.
Hay que crear las condiciones para reemplazar los combustibles fósiles y
desarrollar las fuentes de energía naturales (paneles solares, eólicas,
mareas, geotérmicas) pero de acuerdo con la población local que debe ser la primera en sacar ventajas de ellas)
y hay que acabar con los asesinatos y
secuestros de mujeres y con el crimen
organizado mediante la acción colectiva y directa de los pobladores de las
comunidades y localidades.
Todo eso es posible si los “morenos” combativos se unen con los simpatizantes de los diversos movimientos anticapitalistas. Nadie nos regalará el Paraíso: hay que construirlo.
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