“Fue la dinámica de la sociedad la que
demandó históricamente la libertad de circulación mercantil,
contra el Estado pre-capitalista europeo, surgiendo de esa realidad la
teorización sobre el funcionamiento del sistema económico, reproduciendo una forma de producción que favoreció la apropiación
privada del excedente económico. Ese mecanismo se internacionalizó por vía del colonialismo, de lo que Nuestramérica
puede dar cuenta con la conquista y el carácter dual de su significado, sea
para las naciones vencedoras y las derrotadas. Estas pagaron con millones de muertos la explotación humana y la
apropiación y depredación de sus territorios. Queremos señalar que la lucha por la
libertad de comercio se transformó en
política del Estado capitalista para
estimular la expansión global del régimen del capital y solo ha sido frenado en
ocasiones de lucha social y política intentando otro rumbo del orden económico,
aun cuando no fue logrado”.
“Remito a las experiencias del socialismo, que más
allá de los balances necesarios a realizar, aun constituyen un horizonte
potencial para confrontar la situación
barbárica del presente: especulación financiera, depredación de la
naturaleza y acrecentamiento de
los problemas sociales por insuficiencias en el acceso a derechos en
condiciones de resolverse con la capacidad
intelectual, productiva, científico y técnica de la sociedad contemporánea,
incluso defendiendo los derechos de la naturaleza. El keynesianismo y el Estado del Bienestar solo
fue posible por la existencia de la experiencia socialista, aun con el
resultado conocido de su derrumbe en el Este de Europa hace tres décadas”.
“La caída del socialismo europeo desacreditó la posibilidad de ir más
allá del capitalismo, por lo que sorprendió y entusiasmó el debate reciente
en la experiencia latinoamericana y caribeña por la recreación del horizonte no
capitalista, algo que está todavía en proceso y en disputa con la lógica
discursiva del libre comercio. Pretendemos
enfatizar que no existe la libre competencia, que solo es un discurso del
poder que manipula la conciencia social. Al
mismo tiempo llamamos la atención sobre la potencialidad de un discurso falaz
para generar consensos ideológicos que soportan el injusto orden de cosas
actuales. Discursos falaces posibilitaron experiencias olvidables de la
historia humana. No es solo cuestión de racionalidad lo que se necesita para explicar ciertos
momentos de la historia social y este es uno de esos momentos, donde discursos
falaces generan consensos políticos para afectar la vida”.
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RECRUDECE LA PROPAGANDA NEOLIBERAL EN EL MERCOSUR.
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Julio
C. Gambina.
América
Latina en Movimiento.
ALAI
jueves 11 de julio del 2019.
Los
gobiernos de derecha de Brasil y Argentina apuraron la firma del acuerdo entre
el Mercosur y la Unión Europea en el marco de la reunión del G20 realizada hace
una semana en Japón. Los países miembros del Mercosur apoyaron sin
observaciones el protocolo que deberán suscribir los parlamentos nacionales de
los países que suscriben el tratado comercial y de inversiones.
Ahora, ambos
mandatarios, Bolsonaro y Macri, aceleran negociaciones para un tratado
comercial con EEUU, para compensar la iniciativa política desplegada con los
gobiernos europeos, y ratificar la cercanía ideológica y política con Donald
Trump. La agenda del ALCA, desechada en 2005 como un todo, está de vuelta en la
región.
En ambos
casos, con Europa y con EEUU, se sostiene propagandísticamente los beneficios
del libre comercio, incluso, señalan que favorecerá a los sectores pequeños y
medianos de la economía, como si hubiese paridad entre estos y los monopolios
más concentrados.
La realidad es
que en materia de producción se confirma el destino de especialización primario
exportador del orden económico para nuestros países, bajo la dominación del capital
trasnacional, mayoritariamente extranjero. Una lógica especulativa acompaña ese
perfil productivo y se asocia a la hipoteca de crecientes deudas internas y
externas, agravado para el caso argentino con la hipoteca suscripta con el FMI.
Se trata de la
profundización de la dominación de las transnacionales de la alimentación y la
biotecnología, a lo que se suma el complejo petrolero para la explotación de la
energía no convencional, sin descuidar, obvio, la energía convencional. No en
vano, algunos empresarios del poder económico sostienen la necesaria
desaparición de aquellos sectores económicos sin capacidad de competir. El
mecanismo de mediación para este resultado regresivo socialmente resulta ser el
Estado, hipotecado y condicionado por la creciente e impagable deuda pública,
interna y externa.
Esa lógica que
inspira la política oficial en Brasil y Argentina converge con el rumbo del
Paraguay, y salvo por la programática y el discurso del Frente Amplio en
Uruguay, tampoco desagrada entre los principales ejecutores de la política
oriental, tal como lo sostiene recientemente una declaración pública de la
Central sindical, el PIT-CNT.
Así, el
Mercosur, sin la participación ya de Venezuela, excluido por el cambio de la
agenda y las presiones de la política exterior estadounidense, avanza en la
recuperación de sus formulaciones originarias a comienzos de los noventa,
tiempo de fuerte ofensiva liberalizadora en el ámbito regional y mundial.
Vale
interrogarse sobre la respuesta de la sociedad ante el retorno explícito de un
discurso que enarbola las ventajas del libre comercio, la libre competencia y
el libre cambio. Es más, el interrogante es sobre cómo instalar vías de
discusión con la sociedad para imaginar otras posibilidades para la
construcción de la cotidianeidad y la satisfacción de las necesidades de la
población.
¿Libre competencia?
Recordemos que
esas banderas “liberalizadoras” de los noventa del siglo pasado fueron el grito
originario de la emergente burguesía europea y sus intelectuales forjadores de
la nueva ciencia, la Economía Política, entre los Siglos XVI y XVIII. Fueron
concepciones que subsistieron en el sentido común de los que dominaron
históricamente en el capitalismo hasta la crisis mundial de 1930, aun cuando la
presencia de los monopolios negaba cualquier posibilidad de competencia.
El discurso
económico era y es fuertemente ideológico y propagandístico, por lo que también
hace rato existe la crítica de la economía política, que no solo confronta con
la realidad y su impacto regresivo sobre la mayoría de la sociedad, sino que
refuta los preceptos teóricos falaces de la apología liberal ejercida por la
academia y la corriente principal explicativa del orden económico
contemporáneo.
Pero no
alcanza con la crítica, por muy certera que sea si no es patrimonio de una
conciencia social masiva, más aún en tiempos de predominio del accionar
mediático vía internet y las redes sociales.
La apología
del orden vigente define al discurso hegemónico y la única forma de
confrontarlo es con la acción masiva de la sociedad en lucha por otro orden. Es
el aprendizaje que nos deja el 2005, coronando el rechazo al ALCA, vía la
confluencia de los gobiernos y especialmente de las luchas populares previas,
en una larga campaña motorizada por variadas organizaciones y redes sociales y
políticas.
En rigor, esas
campañas articuladas, portadoras de diversas reivindicaciones son las que
generaron la condición de posibilidad de los cambios de gobierno en la década
pasada, favoreciendo el accionar estatal en sintonía con la dinámica
reivindicativa del movimiento popular que demandaba otro mundo posible,
consigna generalizada en el cambio del siglo.
Fue la
dinámica de la sociedad la que demandó históricamente la libertad de
circulación mercantil, contra el Estado pre-capitalista europeo, surgiendo de esa
realidad la teorización sobre el funcionamiento del sistema económico,
reproduciendo una forma de producción que favoreció la apropiación privada del
excedente económico.
Ese mecanismo
se internacionalizó por vía del colonialismo, de lo que Nuestramérica puede dar
cuenta con la conquista y el carácter dual de su significado, sea para las
naciones vencedoras y las derrotadas. Estas pagaron con millones de muertos la
explotación humana y la apropiación y depredación de sus territorios.
Queremos
señalar que la lucha por la libertad de comercio se transformó en política del
Estado capitalista para estimular la expansión global del régimen del capital y
solo ha sido frenado en ocasiones de lucha social y política intentando otro
rumbo del orden económico, aun cuando no fue logrado.
Remito a las
experiencias del socialismo, que más allá de los balances necesarios a
realizar, aun constituyen un horizonte potencial para confrontar la situación
barbárica del presente: especulación financiera, depredación de la naturaleza y
acrecentamiento de los problemas sociales por insuficiencias en el acceso a
derechos en condiciones de resolverse con la capacidad intelectual, productiva,
científico y técnica de la sociedad contemporánea, incluso defendiendo los
derechos de la naturaleza.
El
keynesianismo y el Estado del Bienestar solo fue posible por la existencia de
la experiencia socialista, aun con el resultado conocido de su derrumbe en el
Este de Europa hace tres décadas.
La caída del
socialismo europeo desacreditó la posibilidad de ir más allá del capitalismo,
por lo que sorprendió y entusiasmó el debate reciente en la experiencia
latinoamericana y caribeña por la recreación del horizonte no capitalista, algo
que está todavía en proceso y en disputa con la lógica discursiva del libre
comercio.
Pretendemos
enfatizar que no existe la libre competencia, que solo es un discurso del poder
que manipula la conciencia social. Al mismo tiempo llamamos la atención sobre
la potencialidad de un discurso falaz para generar consensos ideológicos que
soportan el injusto orden de cosas actuales. Discursos falaces posibilitaron
experiencias olvidables de la historia humana. No es solo cuestión de
racionalidad lo que se necesita para explicar ciertos momentos de la historia
social y este es uno de esos momentos, donde discursos falaces generan
consensos políticos para afectar la vida.
Construir nuevos imaginarios populares.
Es cierto que
falta un imaginario alternativo, dificultado por los límites de la experiencia
humana por organizar económicamente la sociedad sin la perspectiva del lucro
individual y la apropiación privada del producto social del trabajo. Contribuir
a ese propósito es una dura tarea, siendo consciente que lo definitorio es el
accionar popular.
Se puede
explicar hasta el cansancio los efectos negativos de la apertura indiscriminada
sobre la mayoría de la sociedad, con cierres de empresas, suspensiones y
cesantías, del mismo modo que lo es el cierre de las fronteras para favorecer a
ciertas franjas del capital.
Es un debate
falso el de apertura o cierre de la economía. Lo que se requiere es una
apertura para otro orden económico, social y político, privilegiando la
satisfacción de necesidades ampliadas de la sociedad por encima de la lógica de
la ganancia.
Con los
acuerdos con Europa y con EEUU se privilegia un mecanismo de inserción
subordinada de los países del Mercosur, que demandará reaccionarias reformas
laborales y previsionales, con la consiguiente pérdida de derechas sociales.
Son debates que trascienden los procesos electorales
en curso en la región, casos de Argentina, Bolivia y Uruguay y que definen el
futuro cercano en nuestros territorios.
Buenos Aires, 5 de julio de 2019
-JULIO C. GAMBINA es presidente de la Fundación de Investigaciones
Sociales y Políticas, FISYP, Ciudad de Buenos Aires.
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