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En Brasil, siempre hay lugar para el fútbol. Donde
sea. En la calle, en la playa, en canchas improvisadas. A quien le gusta este deporte lo juega descalzo, con deportivas, en
estadios, formando parte de un equipo o entre amigos como lo hiciera alguna vez
Pelé, Ronaldo, Ronaldiño o Neymar.
No es casual ver porterías en los lugares más inhóspitos, en el campo, en la
ciudad, en la selva, en aldeas indígenas
o en favelas. La mayoría de brasileños han jugado un partido o lo han visto
en directo en grandes estadios, en la televisión o sentados en la plaza de su
barrio. Pero a medida que el deporte se
ha convertido en industria y se ha hecho de élites ha ido desapareciendo
aquel juego lúdico y colectivo, la belleza que nace de la alegría de jugar
porque sí. Con el balón ya en centro de la cancha a día de hoy país conocido
como el gigante latinoamericano celebrará el Mundial de fútbol 2014, un mega evento creado por la FIFA que será el privilegio de pocos y
el dolor de cabeza de muchos. De hecho, la parte de los dolores de cabeza, ya ha comenzado y varios movimientos
sociales históricos en el país se han unido en forma de Comités Populares – en 11 de las 12
ciudades brasileñas que albergarán alguno de los partidos- para identificar los
legados que ya está dejando esta Copa, incluso antes de empezar. Exigen que no se
continúen violando los derechos humanos de los ciudadanos a costa de un
descomunal evento del que pocos podrán participar.
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Copa del Mundo.Brasil 2014. la Copa de las mega-corporaciones: Ropa deportiva (ADIDAS, NIKE), corporaciones TV, Corporaciones tecnológicas, corporaciones de publicidad digital, corporaciones de Líneas Aéreas, corporaciones de seguridad, corporaciones de prostitución, corporaciones de bebidas y cervezas, corporaciones de grandes eventos, corporaciones constructoras, corporaciones de mercados, corporaciones de un mercado de 8 mil millones de dólares para la moda deportiva. corporaciones dueñas de pases de jugadores, corporación de corporación la FIFA (La mega corporación del fútbol y la globalización del deporte "rey".
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BRASIL. UNA COPA
DEL MUNDO PARA LAS CORPORACIONES.
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Marta Molina.
Reporting in Resistances.
Rebelión sábado 14 de junio del 2014.
La FIFA juega sucio en
Brasil, mientras los brasileños se preguntan ¿Para quién es esta Copa?.
Después de 64 años de la
primera vez que organizaron una copa mundial de futbol, hoy empieza en São
Paulo la Copa 2014 que concluirá el 13 de julio en Río de Janeiro. Un mes de
fútbol para el que los ciudadanos brasileños han pagado ya un precio muy alto,
nada que ver con los 10 billones de reales que se embolsarán los organizadores
de la FIFA (Fédération Internationale de Football Association, con sede en
Suiza), el mismo valor que las dos últimas copas del mundo juntas.
En Brasil, siempre hay
lugar para el fútbol. Donde sea. En la calle, en la playa, en canchas
improvisadas. A quien le gusta este deporte lo juega descalzo, con deportivas,
en estadios, formando parte de un equipo o entre amigos como lo hiciera alguna
vez Pelé, Ronaldo, Ronaldiño o Neymar. No es casual ver porterías en los
lugares más inhóspitos, en el campo, en la ciudad, en la selva, en aldeas
indígenas o en favelas. La mayoría de brasileños han jugado un partido o lo han
visto en directo en grandes estadios, en la televisión o sentados en la plaza
de su barrio. Pero a medida que el deporte se ha convertido en industria y se
ha hecho de élites ha ido desapareciendo aquel juego lúdico y colectivo, la
belleza que nace de la alegría de jugar porque sí.
Con el balón ya en centro
de la cancha a día de hoy país conocido como el gigante latinoamericano
celebrará el Mundial de fútbol 2014, un mega evento creado por la FIFA que será
el privilegio de pocos y el dolor de cabeza de muchos. De hecho, la parte de
los dolores de cabeza, ya ha comenzado y varios movimientos sociales históricos
en el país se han unido en forma de Comités Populares – en 11 de las 12
ciudades brasileñas que albergarán alguno de los partidos- para identificar los
legados que ya está dejando esta Copa, incluso antes de empezar. Exigen que no
se continúen violando los derechos humanos de los ciudadanos a costa de un
descomunal evento del que pocos podrán participar.
Entre los legados que ha
dejado esta Copa murieron 8 personas durante la construcción de los nuevos
estadios y 3 en otros estadios; 250 mil personas fueron desalojadas de sus
casas, comerciantes y artistas independientes no podrán trabajar, aumentó la
explotación sexual de mujeres, niños y adolescentes y la violencia contra los
indigentes. Además, varios espacios públicos fueron cedidos sin concesiones a
empresas privadas.
A todos estos legados se
les suman la elitización del acceso a los estadios de fútbol, inversiones
millonarias en armamento para la policía, leyes de excepción que sirven para
criminalizar la protesta y una enorme y cuestionable deuda que deberán pagar
los ciudadanos brasileños.
Danilo Cajazeira es
corinthiano –hincha del Corinthians Paulista, el “Timão” (equipazo)- y
apasionado por el fútbol. Juega en un equipo amateur, el Autonomus F.C y es
parte del Comité Popular de la Copa en São Paulo. Nos cuenta de forma muy clara
lo que está pasando en su país: “Si tu padre invita a alguien a tu casa y el
invitado dice: voy a tu casa pero saca a tu hijo de su cuarto, construye una
oficina para mí, en la nevera sólo puedes tener la bebida y la comida de la
marca que yo quiera, tu abuela se tendrá que ir porque no me gusta, vas a tener
que contratar seguridad para que pueda estar ahí, vas a tener que desalojar a
tus vecinos para construir un estacionamiento para mis carros y tu hija de 14
años va a tener que danzar semidesnuda durante toda la visita. Esto es
exactamente lo que está pasando aquí”, comenta Danilo indignado para hacernos
entender que el gobierno brasileño invitó a la FIFA para realizar una Copa en
Brasil imponiendo sus condiciones al país y a sus ciudadanos. Brasil aceptó y
quien está pagando las consecuencias es el pueblo.
Según Danilo y los Comités
Populares, las reglas del juego impuestas no son justas. ¿Copa para quién?, se
preguntan. La respuesta: “la Copa no es para la gente. Es para las
corporaciones, para las constructoras, para los turistas, pero no para el
pueblo brasileño.
El pueblo, los Comités Populares y los Movimientos Sociales en las calles y plazas públicas reclamando semejante inversión, para sus dirigentes lo contrario de la inversión en educación, salud, transporte, para el gobierno se ha realizado mayor inversión en lo que el pueblo reclama, pero el gran problema, es la ausencia de Ciudadanía y Servicios de Calidad como reclama en pueblo en las calles.
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“Copa sem povo, to na rua de novo”.
“Copa sin pueblo, salgo a la calle de nuevo”, este es uno de los lemas de los Comités Populares que llevan ya 3 años
funcionando, organizando manifestaciones en la calle, “Copas Rebeldes”
–partidos de fútbol entre movimientos sociales – y actividades de denuncia
púbica como la que tendrá lugar el próximo día 10 paralelamente al Congreso de
la FIFA en São Paulo que reunirá 209 federaciones afiliadas a la entidad. Para
ese día el Comité se reunirá con todos los colectivos afectados por la
realización de esta Copa y los movimientos sociales históricos que no han
parado de movilizarse hasta hoy por demandas de vivienda, transporte digno y
derecho a la ciudad.
En 2007, en el año en que
Brasil estaba en pleno crecimiento económico, salió su nombre para recibir la
Copa del Mundo 2014. Por ese entonces se estaban celebrando los juegos
Panamericanos en Río de Janeiro. “Esta fue una de las primeras experiencias
para ver qué tan excluyente es un mega evento como este y de los resquicios que
dejan antes, durante y después en los territorios”, comenta Vanessa Santos,
miembro del Coité Popular da Copa de São Paulo.
En efecto, los
Panamericanos sirvieron como ensayo para ver lo que podría ocurrir con un mega
evento como el Mundial: gente desalojada, trabajadores ambulantes fuera,
mujeres traficadas explotadas sexualmente. Además, el complejo que se construyó
especialmente para estos juegos, hoy día, está abandonado.
¿Quién pierde con la celebración de este mega
evento?
“¿Qué diferencia hay si el
Mundial se celebra en mi ciudad si yo no puedo ir a la cancha, ir a las fiestas
que lo retransmitirán en directo y además, mi vida empeora?” se pregunta Danilo
quien insiste en que las ciudades ya son excluyentes, represoras y están
militarizadas, pero con esta Copa todo esto incrementa.
Desalojos, militarización
de la policía y represión son 3 de los factores centrales de denuncia de este
movimiento de movimientos aglutinados en los Comités.
“Por culpa de la Copa
varias personas están siendo desalojadas de forma violenta, con el uso de la
fuerza y de forma indigna de la calle y llevadas para albergues que son
verdaderos campos de concentración”, comenta Vanessa Santos, miembro del Comité
Popular de la Copa en São Paulo.
Las corporaciones - así como lee, que dirigen y controlan la prostitución, han enseñado con anticipación a las meretrices, aprender el idioma inglés para tener una mejor atención a sus clientes. Pero además se denuncia la creación de nuevos centros de prostíbulos alrededor de los Estadios y concentraciones deportivas.
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Según Vanessa, hace 7 años, cuando Brasil
fue “escogido” para tener esta Copa
deberían haber empezado a crearse políticas públicas tanto por el tema de
explotación sexual como por el tráfico de personas. Eso no pasó y ya tenemos
denuncias sobre el aumento del número de prostíbulos alrededor de los estadios
y de mujeres prostitutas siendo amenazadas por la policía que les dice que
tendrán que salir de la calle para dejar el “espacio limpio” de cara a los
turistas”.
La Copa no es el problema
en sí, comenta Danilo, sino un momento en que todos los problemas de la ciudad
están siendo agravados. “La lucha no empezó en 2013 y no va a terminar en 2014.
Es un momento de visibilización y articulación para que cuando se vaya la Copa,
la lucha, siga.”
De hecho, el origen de los Comités Populares son los movimientos que desde hace años luchan por una vivienda
digna. Ellos fueron los que empezaron a aglutinarlos en 2010 y 2011. Luego, se
fueron agregando otros movimientos de trabajadores ambulantes, por el derecho
de las mujeres, estudiantes, colectivos autónomos, anarquistas, movimientos de
catadores de material reciclable, movimientos de calle. Para todos ellos, lo
que hace la Copa es empeorar, incrementar y colocar de forma más agresiva un
proyecto de ciudad segregador, excluyente, privado, un balcón de negocios donde
las corporaciones vienen para comprar y vender el espacio y la gente se queda
cada vez más fuera de todo, les arrebatan el derecho a la ciudad.
A todo esto le tendríamos
que sumar que por lo menos 242 familias brasileñas no tienen acceso a
electricidad –960 mil personas según el Ministerio de Energía entendemos que
toda esta parte de la población repartida por el país difícilmente participará
de la Copa del Mundo más cara de la historia con un costo oficial previsto de
25’7 billones de reales según el Portal da Transparencia.
El Balón millonario de las corporaciones, para la "gran final".
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Un balón millonario.
Cuando un país recibe un
mega evento como este, junto viene un paquete de cosas que hay que aceptar sí o
sí. Entre ellas las leyes de excepción que están dentro de la llamada “Ley
general de la Copa” aprobada hace 2 semanas por la ultima instancia en el
Tribunal Superior de Brasil. Sin esta Ley, no hay Copa. Una ley que permite la
creación de zonas de exclusión de 2 km alrededor de los Estadios en espacios
públicos (un cerco militar) y la excepción de impuestos (alrededor de 10
billones de reales) para garantizar que FIFA y las corporaciones patrocinadoras
gocen sus lucros.
Además, según nos cuenta
Danilo, desde 2013 el Estado está intimando a activistas y organizadores de
movimientos históricos. “La policía va directamente a las casas de personas que
están organizando protestas, a casa de sus madres, de parientes para detenerlos
preventivamente y así para evitar que hagan algo durante la Copa”.
El discurso oficial,
comenta, es que van a detener sólo a vándalos pero en la práctica van a casa de
gente que está involucrada con movimientos sociales desde hace mucho tiempo.
“Parece que hemos vuelto a la época de la dictadura.”
La Ley General de la Copa crea
nuevos tribunales que están alrededor de las canchas y si cometes un crimen que
va en contra de esta Ley puedes ser juzgado en este “tribunal de excepción” con
penas altas y sin el derecho a una defensa amplia -buscar testimonios y derecho
a defensa-.
La inversión de un billón y
medio de reales en seguridad es uno de los gastos de la Copa que más impresiona
y es la FIFA quien está creando las reglas del juego con la “Lei Geral da
Copa”. de 2012
Durante un mes Brasil será
un territorio donde sus leyes propias dejan de existir y todo el mundo debe
obedecer las reglas de la FIFA. “Estamos donando, ni siquiera alquilando
nuestro territorio para la FIFA durante un mes”, asegura Danilo.
Pero en realidad será más
de un mes, pues la Ley general de la Copa, que entró en vigor en 2012 estará
vigente no sólo durante el mes de la Copa sino hasta el 31 de diciembre de
2014, curiosamente hasta después las elecciones brasileñas que se celebrarán en
octubre del presente año.
“Además, van a aprovechar
este período de la Copa para decidir y votar muchas cosas, por ejemplo la PEC
215 ley que modifica el modo de demarcación de tierra indígena cuya aprobación
los perjudicaría aún más”, comenta Vanessa.
Usurpación del territorio y de la cultura
popular.
Los Comités Populares denuncian
la forma como la FIFA, las corporaciones y los patrocinadores de la Copa se
están apropiando de la cultura popular y del territorio brasileño para generar
lucro a sus corporaciones.
Las grandes constructoras
ganan cada vez más dinero mientras las poblaciones más vulnerables queden cada
vez más en situación de miseria. Y exclusión bajo el mito de querer hacer
“ciudades seguras”.
Cuando se impone un Mundial
en un país se mueve mucho dinero entre las élites empresariales y políticas, de
partidos. No olvidemos que las constructoras civiles, financian todas las
campañas políticas de todos los partidos, por lo tanto, todos los partidos
políticos ganan con eso en pleno año electoral.
Se trata de un evento
perfecto para que los grupos económicos del país puedan ganar dinero explotando
una ocasión popular y es “el país del fútbol” el que está mostrando al mundo
que lo que era una pasión popular es cada vez una mafia de menos personas “que
utilizan la pasión de verdad de la gente para ganar mucho dinero.”, comenta
Danilo.
A todos estos legados se les suman la elitización del acceso a los
estadios de fútbol, inversiones millonarias en armamento para la policía, leyes
de excepción que sirven para criminalizar la protesta y una enorme y
cuestionable deuda que deberán pagar los ciudadanos brasileños.
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Gastos públicos en negocios privados.
Por un lado, Brasil
invirtió, como dijimos, un billón y medio de reales en seguridad pública. Los
gastos privados para la construcción de los estadios representan menos del 1%
de todas las obras. El resto, aun cuando se trata de empresas privadas que
están construyendo los estadios, lo están haciendo con préstamos del Banco
Nacional de Desarrollo (BNDES).
Por ejemplo, todo el
estadio de Corinthians fue construido con dinero del poder público, del BNDS o
a través de inyecciones fiscales. “Lo que dicen es que se va a pagar de
vuelta”, comenta Danilo, hincha de este equipo desde niño, “pero, el estadio de
Corinthians tiene que funcionar a toda capacidad durante 7 años para pagarlo de
vuelta con entradas a un precio alto”. Los que hicieron la cuenta dicen que son
necesarios 1.146 años para pagar el préstamo sólo con la entrada.
Los Comités populares se
quejan de que se gaste en esto y no se invierta en tener mejor transporte
público o viviendas dignas sino para crear ciudades mucho más excluyentes. Las
obras de movilidad planeadas para la Copa van a quedar a medias. Sólo un 20%
fueron completadas y 1/3 fueron canceladas. Además, un 20% son obras destinadas
a reformas de los aeropuertos que no es transporte público.
La elitización del deporte nacional.
Hubo un momento en Brasil en que en el fútbol también tenía lugar la
política. Durante la dictadura, por ejemplo, las hinchadas en las tribunas de
los estadios desplegaban las primeras pancartas en contra del régimen. El
fútbol era popular, participativo, para todos. A mediados de los 90 esto fue
cambiando y el fútbol se fue haciendo elitista en todas sus esferas tanto en
las hinchadas como en el juego. Cada vez había menos jugadores que tenían una
condición social de origen pobre. La Copa viene para terminar de completar este
proceso, es una disculpa institucional perfecta para terminar de hacer lo que
se hace desde los 90 que es sacar a los pobres de los estadios y poner a los
ricos (08:14)
“La Copa de la FIFA no es
una copa para todos, es una copa para los ricos y las corporaciones”, cometa
Danilo. “Y lo mismo pasa en China, en Yemen, Arabia Saudita o Brasil, siempre
van a hacer un circo en donde habrá entradas muy caras y los hinchas no tendrán
nada que ver con los hinchas de toda la vida…”
Además, la FIFA, detrás de
una estructura de fundación sin fines lucrativos, hay un montón de pequeña
empresas –ligadas a los dirigentes de FIFA- que son usadas para lavar dinero y
que están dando mucho dinero a todos los dirigentes de la FIFA. Es un golpe muy
viejo del capitalismo este tipo de estrategia para lavar dinero.
La jugada está en la calle.
La rabia y la indignación
de no participar en esta Copa y las cantidades astronómicas de dinero que va a
ir a los bolsillos de las corporaciones hizo que la gente se organizara en las
calles aprovechando el auge de movimientos populares que luchan históricamente
por un transporte público o por una vivienda digna y que en junio del año
pasado tuvieron un apogeo también histórico.
Es un momento nuevo el que
se vive en Brasil en el que por primera vez la gente se junta en la calle con
una demanda única: el derecho a la ciudad, con espacio para la gente y no para
las corporaciones.
En el ambiente de las
movilizaciones contra la Copa en Brasil se respira la desesperanza en los
partidos políticos –en año electoral- y en los sindicatos y se percibe un gran
esfuerzo en la auto organización y en la creación de otras maneras de hacer
política.
“Exigimos que el gobierno
pare de violar derechos y que hagan una reparación de daños para la gente que
tuvo sus derechos violados. Para muchos de ellos es tarde. Por ejemplo, los 9
operarios que murieron en la construcción de los estadios.”, comenta Danilo.
La lucha contra esta copa
es una lucha contra la privatización del espacio público, contra la violación
de derechos, una lucha por recuperar la autonomía sobre un territorio que se
está vendiendo a costa de vidas. Es una lucha para recuperar la belleza que nace de la alegría
de jugar porque sí.
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Marta Molina Periodista
Independiente. Reporting on Resistances [RR]
(Una versión de este artículo fue publicada originalmente en inglés por Waging Non Violence)
(Una versión de este artículo fue publicada originalmente en inglés por Waging Non Violence)
Rebelión ha publicado este
artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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