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LA FORJA Y CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA DEMOCRACIA, PARTICIPATIVA,
CIUDADANA, INTERCULTURAL, CIVICA Y REPUBLICANA. Evidentemente existe hoy a nivel
global una crisis de la democracia como sistema político hegemónico, es una
democracia liberal representativa, que en tiempos globales neoliberales logra
consolidarse desde la Caída del Muro de
Berlín – y la crisis final del socialismo realmente no existente -. Sistema
político, que se fundamenta básicamente en dos fortalezas sociales y políticas:
Partidos Políticos y Procesos
Electorales –Elecciones Constitucionales – (La Libertad, la justicia y la
igualdad social, principios básicos, fundamentales de la democracia Liberal, siempre
los gobernantes, la ha tenido guardada o secuestrada, en “caja de seguridad”). Es la democracia puramente Electoral –
hoy en crisis final irreversible. Otras, Democracias
han avanzado políticamente algo más: en el reconocimiento y vigencia de los
Derechos Sociales – laborales – y
políticos. Más allá funcionan, sistemas democráticos que reconocen la
vigencia irrestricta de los DD.HH. y
sus sistema político tiende a fortalecerse institucionalmente desde la
perspectiva que existen, funcionan y se desarrolla un “Sistema de Partidos Políticos”,
principal en una Democracia donde se práctica políticamente la “Alternancia en el poder”. Por lo
general, nos estamos ocupando de las Democracias
de “Alta Intensidad”, incluso con sus propias variantes políticas, la
oposición política organizada y medios de comunicación “independientes”. Este Modelo hoy está ingresando a una seria
y profunda crisis política-institucional. El colapso capitalista de la “vieja Europa” es
irreversible. Incluso su modelo político actual, (Desde el Estado de
bienestar), la Unión Europea, - con
las últimas elecciones del Euro-Parlamento,
y el triunfo de la “xenofobia”, la ultra
derecha nacionalista, su filiación antidemocrática y su racismo, el propio proyecto de
Integración Regional-Continental está en serio peligro.
“Damos por descontado que una real democracia no puede desarrollarse sin
partidos políticos. Esta es una de las razones fundamentales por la cual nuestra democracia peruana resulta
siempre tan endeble. Sin embargo, los partidos
políticos como tal pueden ser también susceptibles de corrupción, lo cual
no es nada nuevo. Cuando los intereses de ciertos grupos de poder logran manejar a los partidos políticos o, peor
aún, a ciertos individuos en función de su conveniencia estamos hablando de un sistema democrático que obedece al
dinero y ya no a la representación de los ciudadanos”.
En
cambio las Democracias liberal representativas, de los países en desarrollo y
muchos del “tercer mundo”, se han quedado
como simples democracias electorales,
democracias delegativas, democracias elitizadas – noveladas y mediáticas –
(Democracias Censitarias), pero lo más terrible es que todas ellas encierran tres grandes “males” socio-políticos
internos, que lo está destrozando políticamente desde el punto de vista Institucional e incluso
Constitucional:
Democracias que hoy sufren una
crisis permanente de credibilidad
política de la ciudadanía, una crisis
estructural de Confianza – confianza personal, social e institucional – el
mal social y político que definitivamente está sepultando al sistema
democrático y la crisis de Legitimidad desde
la Opinión Pública. Políticamente existe una Crisis de Representación,
es Histórica, y hoy estructural, (la
burguesía, las clases dominantes en el poder desde inicios del siglo XIX (1800)
cuando comienza a construirse el Estado Moderno, los partidos Políticos, las
elecciones generales, (la libertad, la igualdad y la justicia social, secuestradas)
la representación de clase hasta
hoy, dos siglos después simplemente ha ocurrido una muy ligera variante social.).
La política atraviesa a nivel
sistémico una crisis de carácter
estructural: crisis de corrupción institucionalizada en los partidos políticos, crisis en la
llamada “clase política” – el gremio
político está siendo destruido por sus propias políticas en contra de la
ciudadanía- y finalmente crisis de la
propia Política. (Sigue comentario, artículo siguiente…. “Para todos los que no
tenemos creencias, la Democracia es nuestra religión”….)
El Olimpo griego - 25 siglos después – hoy
es el escenario político latinoamericano, complejo, múltiple, heterogéneo,
turbulento, multipolarizado: la Democracia como sistema político hegemónico, se
manifiesta, en tres contextos local-regional diferentes: Democracia liberal representativa - imposición
absoluta de las políticas del Consenso de Washington - los gobiernos de
México, Panamá, Colombia, Perú Chile y Paraguay – Chile, esperemos que cambie
con la nueva gobernante Socialista, la Dra Bachelet,); Democracia
"Moderna", (liberal), fortaleza social en los derechos
sociales vigentes y columna vertebral en los derechos políticos, respeto constitucional
de los DD.HH. (Uruguay, Brasil - a pesar de la crisis .- Argentina, entra
también Costa Rica - a pesar de sus problemas de "gobernabilidad".- Y
Democracia Participativa – en proceso forjando
una Democracia de Ciudadanos), “Nuevas Democracias”
– post-neoliberales para algunos pensadores - de los Nuevos Movimientos
"revolucionarios” (progresistas, izquierdistas), propios de cada país:
La revolución
bolivariana en Venezuela - la oposición golpista en las calles, durante más de tres meses,
intenta un golpe de estado, con el apoyo del imperialismo y los sectores
ultra-conservadores internos - El Estado Plurinacional de Bolivia y la revolución de los Movimientos Sociales;
la revolución Ciudadana en Ecuador, la Revolución
Sandinista en Nicaragua y otros procesos
políticos organizados en el ALBA. Todos
conjuntamente, impulsan una lucha permanente, histórica desde la Independencia,
por lograr al igual que el Rey Sisifo, llegar a la cima de conseguir un sistema
Democrático que exprese los intereses reales y verdaderos de los pueblos de
Nuestra América, La Patria Grande de José Martí y del
Libertador Simón Bolívar. El intervencionismo militar en el siglo XIX, los golpes de estado, durante todo el siglo XX y hoy las intervenciones de los TLC y otras formas de dominación económico-financiera
y política, siempre son y seguirán siendo grandes impedimentos políticos para
conseguir forjar y fraguar una Verdadera Democracia de
Ciudadanos Latinoamericanos.
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LA DEMOCRACIA NO
ES UNA PANACEA.
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Alberto Medina Méndez
Algunos dogmas se han pretendido instalar como certezas indiscutibles. En
estas últimas décadas, con la implementación de las democracias como sistema de
gobierno en gran parte del planeta, se ha endiosado a una herramienta de
convivencia social, al punto de siquiera poder cuestionarla.
La búsqueda de la verdad, la necesidad de explicar fenómenos sociales, precisa de una actitud de permanente revisión, de crítica constante, ya no para descartar sistemas, sino justamente para perfeccionarlos.
La búsqueda de la verdad, la necesidad de explicar fenómenos sociales, precisa de una actitud de permanente revisión, de crítica constante, ya no para descartar sistemas, sino justamente para perfeccionarlos.
No existen dudas de que la democracia ha traído consigo un sinnúmero de
progresos y que pese a sus irrefutables defectos, ha sido capaz de contribuir a
una vida en armonía, con respeto y tolerancia.
Pero es igualmente real que su instrumentación tiene matices y que
algunas sociedades han sucumbido bajo sus principales paradigmas involucionando
y hasta en casos extremos, siendo conducidos a excesos inaceptables,
promoviendo el odio y los genocidios, de la mano de la voluntad de los más.
No se trata de condenar a la democracia como sistema, pero tampoco de
convertirla en la panacea, en ese remedio que resuelve cualquier problema.
Resulta por ello indispensable analizar lo que ocurre, justamente para rescatar
sus atributos positivos e individualizar aquellos aspectos específicos que solo
deforman el objetivo. Toda sociedad sensata aspira a vivir en paz, bajo el
paraguas del consenso y no de la confrontación.
Probablemente los países que mejores experiencias pueden mostrar son
aquellos en los que la democracia está subordinada a la república, dicho de
otro modo, en los que la voluntad de las mayorías expresada en las urnas está
condicionada por la división de poderes y por una norma constitucional que fija
los límites a la concentración y al abuso de poder.
La democracia puede ser un genuino medio para lograr un loable fin, pero
canonizarla y colocarla en un pedestal convirtiéndola en el objetivo central de
una sociedad, es extremadamente riesgoso.
Muchas naciones vienen transitando ese ambiguo sendero que les ha hecho
perder mucho de calidad, al intentar que un sistema que ha sido pensado como un
método eficiente para encontrar acuerdos y como forma de resolver conflictos,
se convierta en el mecanismo que genere enfrentamientos invitando a la dinámica
continua de la ruptura.
Tal vez esta exageración conceptual, ha empujado a que los actores
políticos sientan que en democracia todo vale, que lo que importa son los
votos, el poder y quien lo administra. Parecen haber olvidado las razones
vitales que llevaron a impulsar sistemas de este tipo, que ayudan a solucionar
inconvenientes de un modo amigable y pacifico.
La innegable prosperidad ordenada de algunas comunidades que no se rigen
por la democracia tal cual se la conoce tradicionalmente, obligan a preguntarse
por lo que viene sucediendo en el mundo.
No se trata de abandonar el sistema democrático como forma de
ordenamiento social. No se puede hacer caso omiso a sus imperfecciones
evidentes. Es peligroso caer en la trampa de no cuestionarlo para no
perjudicarlo. Se conspira contra la democracia cuando se evitar revisarla,
cuando no se advierten sus contundentes desviaciones y cuando se elige mirar a
otro lado porque resulta políticamente incorrecto hablar de ello.
A Winston Churchill se le atribuye aquella frase de que "la
democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, excepto todos
los demás". Tal vez sea esto brutalmente cierto, pero no menos verdadero
es que todos los sistemas merecen ser revisados y, en lo posible, mejorados.
Sin embargo, pocos políticos se atreven si quiera a proponer cambios. Es
probable que eso tenga que ver con que muchos de ellos son parte de ese
defectuoso régimen que les permite liderar el presente. Modificar ciertas
cuestiones podría atentar contra la base de su elemental poder personal.
Es posible que a los políticos no les interese mejorar el sistema. Lo que
es indudable es que la sociedad observa con claridad todo lo negativo de un
sistema que debería garantizar óptimos resultados y que hoy se deteriora día a
día, bajo la mirada cómplice de la clase política y con la imprescindible
resignación de una ciudadanía que percibiendo los problemas, prefiere
resignarse, bajar los brazos, arriesgando demasiado de lo logrado.
Si la democracia no es reformulada y corregida puede extinguirse. El
desprecio ciudadano por la actividad política es creciente en diferentes
lugares del mundo. Atribuir ese desprestigio solo a ciertos sectores de la
dirigencia política, es decidir deliberadamente ignorar las raíces profundas
del problema y perder la brillante e irrepetible oportunidad de quitar las
ramas que impiden que el árbol siga creciendo fuerte y solido.
Los políticos parecen inclinarse por el camino de hacerse los distraídos,
tal vez porque de esa manera la pasan mejor en el corto plazo y siguen
aprovechando las grietas que ofrece el actual esquema que les posibilita llevar
adelante sus controvertidas prácticas. La gente ya se dio cuenta hace tiempo.
Solo no encontró, aún, el modo de ponerlos en su lugar, de fijarle límites y de
incitarlos a hacer esos cambios que el sistema
precisa para evolucionar. La sociedad ya sabe que la democracia no es una
panacea.
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