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“La
comunicación alternativa es un instrumento de la lucha popular contra el poder, de ahí que una de las diferencias fundamentales entre
la teoría de la comunicación alternativa y la teoría de la comunicación
dominante deba encontrarse en el área de la teoría del emisor y en las
condiciones de producción del significado” (Moragas Spà, en Vidal Beneyto, 1979, p.
78). Proceso
animado por la acción de los comunicadores que, a partir de una opción
definida dentro del espacio de los conflictos sociales, emerge como espiral,
desde el polo nacional popular, conformando respuestas diversas ante las formas
dominantes creadas por el capitalismo en su fase trasnacional”
La
comunicación alternativa y la comunicación para el cambio social conforman dos
tradiciones teóricas y prácticas complementarias
que, desafortunadamente, permanecen
invisibilizadas en la mayoría de los programas curriculares de las carreras
universitarias de la comunicación. Aunque la trayectoria de los enfoques ha
tenido encuentros y bifurcaciones -relacionados con las distintas tradiciones epistémicas y contextos espacio-temporales
que coexisten en su seno-, ambos se caracterizan por poner en entredicho el modelo
de comunicación tradicional que se enseña en la academia, que acentúa, entre
otros, el sentido unilineal de la
información, la profesionalización de la emisión, y la pasividad del receptor.
La Sociedad Civil, Real, - como escenario de las clases y la lucha de clases - como Ciudadanos y Profesionales reclamamos permanentemente por la vigencia irrestricta de la Libertad de Expresión más allá de la libertad de empresa que imponen las élites gobernantes.
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El
objetivo de esta comunicación es problematizar esta invisibilización en el
contexto académico español. Para ello
planteamos, en primer lugar, una fundamentación teórica crítica del origen,
evolución y fundamentación teórica de
ambas nociones, basada en las tesis doctorales de los autores de la
propuesta, en las cuales se abordó la construcción histórica del debate
conceptual sobre la comunicación alternativa (Sáez Baeza, 2008) y de la comunicación para el desarrollo/cambio
social (Barranquero, 2009). A lo
anterior, añadimos los resultados de una
encuesta aplicada a profesores de teoría de la comunicación y de la información
de universidades públicas españolas, con el objetivo de verificar el
conocimiento y aprehensión de estos enfoques -conceptos, autores, herramientas, etc.-, así como su incorporación
a los programas académicos de la asignatura. El estudio finaliza delineando un
conjunto de sugerencias de actuación a fin de abordar de manera integral ambas cuestiones en
la futura agenda académica de las universidades españolas.
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COMUNICACIÓN ALTERNATIVA.
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Alba Fajardo retoma el concepto de la comunicación
alternativa, la ubica en la historia latinoamericana y reafirma su vigencia.
Página /12 miércoles 23 de abril del 2014.
Alba Fajardo
*
En general, hay una idea vaga respecto de lo que se denomina
comunicación alternativa. Se la suele asociar con medios pequeños y pobres, que
tienen un sentido social y con poco poder económico respecto de los grandes
medios. A la comunicación alternativa se la nombra también de maneras
diferentes: comunicación para el desarrollo, popular, comunitaria, para el cambio
social, entre otros. No quiere decir que estén metidos en la misma bolsa, pero
tienen en común principios en los que el lucro y mantenerse en el mercado de la
información no son los esenciales. La comunicación alternativa (por tomar una
de sus denominaciones) tiene como propósito principal contemplar la
comunicación como un derecho, un espacio y camino de transformación social.
Para
aterrizar la idea, vayamos a ejemplos. Las radios siempre han llevado la
bandera en este campo. Radio Paj Sachama, emisora del Movimiento Campesino de
Santiago del Estero, funciona con paneles solares y fue creada con la intención
de tener una agenda propia, incluyendo temas como la defensa del territorio.
Otra experiencia, esta vez en Buenos Aires, combina la comunicación con la
salud mental. Se trata de La Colifata, creada por la asociación civil que tiene
su mismo nombre. Ahí hay programas en los cuales los pacientes narran lo que
sienten y piensan del mundo, desde su perspectiva. Tenemos así un grupo de
radios que se relacionan de manera diferente con la comunidad y que además de
desarrollar un proyecto de comunicación, cumplen una función social. ¿De dónde
viene todo esto?
La
comunicación alternativa nació en el año 1948 en latitudes colombianas, mucho
antes de que fuera bautizada así por los teóricos. Se fue forjando con radios,
como Sutatenza, que buscaban hacer partícipes a los campesinos colombianos, no
sólo para informarlos, sino también para comunicar sus necesidades y opiniones,
para enseñarles a leer y escribir, y construir con ellos soluciones a sus
problemas. En la misma trayectoria se ubica el trabajo de la red de radios
mineras en Bolivia (conformada por 33 emisoras), claves en la búsqueda de una
revolución nacionalista radical, encaminada a instaurar el voto universal,
promover la reforma agraria y la nacionalización de la minería. En la revisión
histórica habría que incluir también el aporte de la cooperación internacional
que financió muchos proyectos en comunicación, que si bien estaban planteados
para “ayudar” al “desarrollo” de los países del “tercer mundo”, permitió
visibilizar la comunicación como una herramienta facilitadora de crecimiento
social.
Años después
vino la crisis económica de los ’70, acelerada por la escasez del petróleo. La
reflexión dio origen a la “teoría de la dependencia” y se comenzó a hablar
también de “dominación cultural” ejercida a través de los medios de
comunicación. Distintos teóricos empezaron a formular ideas que manifestaban el
deseo de una comunicación más equitativa. ¿Qué pasó entonces? Aunque las
razones son numerosas, Luis Ramiro Beltrán, teórico latinoamericano de la
comunicación, señala que la fuerte oposición del sector privado y las maniobras
de los políticos afectados en sus intereses hicieron que a esta idea se le fuera
deteniendo el pulso. Así fue como treinta recomendaciones de la Unesco para una
comunicación más democrática, el llamado Informe McBride y las propuestas de
los Países No Alineados se quedaron en el papel.
La búsqueda
por una comunicación que sume a la transformación de nuestras realidades lleva
más de cuarenta años y no han bastado los acuerdos teóricos para materializarla
en proyectos palpables en la vida real. Por eso, aunque son importantes los
adelantos en legislación que buscan la desconcentración de los medios, como
sucede hoy en la Argentina, en la mayoría de los países latinoamericanos el
capital extranjero sigue controlando gran parte del sistema mediático.
Tendríamos que recordar que no se puede confiar un derecho que es de todos sólo
a acuerdos escritos. Democratizar la comunicación supone discutir sobre la
propiedad de los grandes medios, pero sin perder de vista también que la
comunicación, en sus distintas manifestaciones, es ante todo un espacio donde
las personas crecen como sujetos sociales. De eso se preocupa la comunicación
alternativa.
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* Licenciada en Comunicación Social. Periodista de la Universidad
Externado de Colombia.
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