La inclusión social como propuesta para superar la pobreza.
Desigualdad, Pobreza y Exclusión:
Aspectos básicos del Programa.
- Pablo Raúl Fernández Llerena.
*******
En los últimos meses se han presentado un conjunto de documentos, donde se presentan las bases para la discusión con la finalidad de elaborar un programa conjunto desde América Latina y el Caribe y comprometer la participación activa e integral de la Unión Europea en la lucha contra la desigualdad económico-social, la pobreza y la exclusión.
Los estudios examinan la evolución del crecimiento económico, el desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe y en sus principales propuestas recoge los trabajos más recientes y significativos sobre el tema, de acuerdo con los lineamientos sobre cohesión y protección social formulados por la CEPAL en los últimos cuatro años. Se postula que un programa de lucha contra la desigualdad, la pobreza y la exclusión social debe estructurarse sobre la base de tres pilares fundamentales:
I.- un crecimiento económico alto, sostenido y de buena calidad;
II.- políticas sociales que incluyan una fuerte inversión en capital humano y la distribución equitativa de los beneficios de ese crecimiento y
III.- voluntad política, fortalecimiento de las instituciones democráticas y construcción de grandes acuerdos para avanzar en el camino del desarrollo.
1. El reto: Políticas Públicas, diversidad y solidaridad.
El programa debe reconocer que en América Latina no hubo, ni hay, un Estado de bienestar, y en muchos de ellos – mayoría - no hubo una “revolución democrático-burguesa”. El aparato productivo de la región es heterogéneo y se caracteriza por la importancia significativa de un sector informal de bajo nivel de productividad, cuyos trabajadores no tienen acceso a la seguridad social. En una sociedad de esta naturaleza, en que un elevado número de trabajadores está desprotegido, que en los últimos años se ha extendido, profundizado y “llegó” a sectores sociales que hasta entonces se consideraban protegidos por Estado, esta realidad impide que muchos de los ciudadanos puedan contribuir al sistema de protección social y, que aportan a la base tributaria de tal modo que sea posible financiar los esquemas no contributivos.
Romper con esta situación implica crear nuevos mecanismos de financiamiento de la política social, puesto que en la actualidad estos obedecen generalmente a las necesidades y riesgos de los sectores ya favorecidos, dejando sin protección a los más pobres y vulnerables. En este contexto diverso culturalmente, socialmente diferente y con profundas fisuras y fraccionamientos económicos, el gran reto que debieran abordar América Latina y el Caribe y la Unión Europea es colaborar en la conformación de lo que la CEPAL ha llamado marco de solidaridad integral (CEPAL, 2006b).
Este consiste en crear las condiciones necesarias para establecer instituciones en que se combinen en forma apropiada los diferentes mecanismos de financiamiento a fin de aplicar políticas que contribuyan realmente a disminuir la pobreza y la exclusión social.
Las reformas de esta naturaleza deben procurar que la ciudadanía se sienta partícipe y beneficiaria de los frutos del crecimiento económico y satisfacer las necesidades de aquellos que no logran integrarse totalmente a este proceso. Es preciso que las relaciones entre América Latina y el Caribe y la Unión Europea permitan la concertación de un nuevo pacto social para combatir la pobreza y alcanzar la cohesión social, cuyo sustento normativo sean los derechos económicos, sociales y culturales y en que se reconozcan las limitaciones que imponen las restricciones presupuestarias.
2. Los ejes centrales: política social, crecimiento de calidad
Desigualdad, Pobreza y Exclusión:
Aspectos básicos del Programa.
- Pablo Raúl Fernández Llerena.
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En los últimos meses se han presentado un conjunto de documentos, donde se presentan las bases para la discusión con la finalidad de elaborar un programa conjunto desde América Latina y el Caribe y comprometer la participación activa e integral de la Unión Europea en la lucha contra la desigualdad económico-social, la pobreza y la exclusión.
Los estudios examinan la evolución del crecimiento económico, el desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe y en sus principales propuestas recoge los trabajos más recientes y significativos sobre el tema, de acuerdo con los lineamientos sobre cohesión y protección social formulados por la CEPAL en los últimos cuatro años. Se postula que un programa de lucha contra la desigualdad, la pobreza y la exclusión social debe estructurarse sobre la base de tres pilares fundamentales:
I.- un crecimiento económico alto, sostenido y de buena calidad;
II.- políticas sociales que incluyan una fuerte inversión en capital humano y la distribución equitativa de los beneficios de ese crecimiento y
III.- voluntad política, fortalecimiento de las instituciones democráticas y construcción de grandes acuerdos para avanzar en el camino del desarrollo.
1. El reto: Políticas Públicas, diversidad y solidaridad.
El programa debe reconocer que en América Latina no hubo, ni hay, un Estado de bienestar, y en muchos de ellos – mayoría - no hubo una “revolución democrático-burguesa”. El aparato productivo de la región es heterogéneo y se caracteriza por la importancia significativa de un sector informal de bajo nivel de productividad, cuyos trabajadores no tienen acceso a la seguridad social. En una sociedad de esta naturaleza, en que un elevado número de trabajadores está desprotegido, que en los últimos años se ha extendido, profundizado y “llegó” a sectores sociales que hasta entonces se consideraban protegidos por Estado, esta realidad impide que muchos de los ciudadanos puedan contribuir al sistema de protección social y, que aportan a la base tributaria de tal modo que sea posible financiar los esquemas no contributivos.
Romper con esta situación implica crear nuevos mecanismos de financiamiento de la política social, puesto que en la actualidad estos obedecen generalmente a las necesidades y riesgos de los sectores ya favorecidos, dejando sin protección a los más pobres y vulnerables. En este contexto diverso culturalmente, socialmente diferente y con profundas fisuras y fraccionamientos económicos, el gran reto que debieran abordar América Latina y el Caribe y la Unión Europea es colaborar en la conformación de lo que la CEPAL ha llamado marco de solidaridad integral (CEPAL, 2006b).
Este consiste en crear las condiciones necesarias para establecer instituciones en que se combinen en forma apropiada los diferentes mecanismos de financiamiento a fin de aplicar políticas que contribuyan realmente a disminuir la pobreza y la exclusión social.
Las reformas de esta naturaleza deben procurar que la ciudadanía se sienta partícipe y beneficiaria de los frutos del crecimiento económico y satisfacer las necesidades de aquellos que no logran integrarse totalmente a este proceso. Es preciso que las relaciones entre América Latina y el Caribe y la Unión Europea permitan la concertación de un nuevo pacto social para combatir la pobreza y alcanzar la cohesión social, cuyo sustento normativo sean los derechos económicos, sociales y culturales y en que se reconozcan las limitaciones que imponen las restricciones presupuestarias.
2. Los ejes centrales: política social, crecimiento de calidad
y voluntad política.
Para superar ese gran reto, el programa debe basarse en el consenso de que la región necesita actuar de manera integral en torno a tres áreas fundamentales. No es posible resolver los problemas de pobreza, desigualdad y exclusión solamente a partir de las políticas sociales, puesto que se trata de problemas muy serios y amplios cuya solución requiere algo más que políticas compensatorias.
a.*- Por una parte, es preciso aplicar políticas sociales orientadas a:
*- mejorar el acceso a las prestaciones,
*-garantizar la solidez de las instituciones y
*- asegurar el grado de solidaridad que estas demandan.
b.*- Por la otra, hay que abordar las causas de la inestabilidad del crecimiento y de la heterogeneidad estructural e
*- impulsar un desarrollo productivo que se materialice en un crecimiento de buena calidad,
*- que permita perfeccionar la distribución primaria del ingreso mediante mejores empleos, más capacitación y
*- mejores condiciones para que los miembros de los hogares más vulnerables puedan encontrar trabajo.
Es de fundamental importancia propiciar un nivel de desarrollo social digno, equitativo e inclusivo mediante la creación y aplicación de políticas sociales más eficaces. Para esos efectos, es preciso revisar los mecanismos de protección social en cada uno de los países a fin de potenciar, por una parte, la calidad y el acceso a las prestaciones del sistema de seguridad social, mediante esquemas de financiamiento novedosos que abarquen los matices de solidaridad necesarios y, por la otra, los efectos y la eficacia de las políticas sociales orientadas a los sectores más vulnerables de la población.
Las reformas deben combinar financiamiento contributivo y no contributivo, público y privado, para hacerse cargo tanto del déficit histórico de cobertura como de la adaptación de las prestaciones a las variaciones en el perfil de empleo, de las familias y de los riesgos de los grupos cubiertos. Es necesario superar las metas propuestas en los objetivos del Milenio, en un marco de mayor equidad y cohesión social, reconociendo que la dignidad del empleo fue un tema olvidado en la Declaración del Milenio, pese a ser un factor de fundamental importancia para consolidar los avances.
El programa también debe reconocer que la mejor forma de alcanzar una mayor inclusión social es mediante una tasa alta y sostenida de crecimiento económico que permita generar empleo productivo y recaudar recursos fiscales. Sin embargo, consideramos esto es sumamente limitado y coyuntural, porque el crecimiento económico alcanzado en los últimos años en América latina no tiene bases fundadas en el desarrollo sostenido y sustentable, no enfoca el crecimiento en torno a priorizar el desarrollo humano como políticas centrales de continuidad, integrales, dialécticas y el compromiso por la Modernidad esta, muy lejos de transformarse en Acuerdos Nacionales, es decir en Políticas de Estado, permanentes, estratégicas, nacionales, etc.
Por este motivo, es necesario consolidar la inserción de la región en la economía global mediante el desarrollo institucional y las reformas macro y microeconómicas, centrado principalmente en el desarrollo local, desde el Gobierno Local, con visión territorial, la profundización de políticas descentralistas, paralelamente fortalecer y consolidar el Estado Nacional a fin de impulsar una tasa más elevada y estable de crecimiento económico de buena calidad, vinculada a la generación de empleos dignos y a una recaudación de recursos fiscales que no afecte las condiciones de competitividad.
Para reafirmar el programa, se requerirá que los integrantes de la sociedad civil participen activamente y asuman el COMPROMISO central en los esfuerzos de lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión. Deberá asegurarse un esquema que permita lograr un acuerdo estratégico entre los actores políticos y sociales, que los espacios sociales construidos sean cada vez más dinámicos, abiertos y consensuados a fin de fortalecer la democracia al inculcarle un sentido de pertenencia a un proyecto común.
Es preciso crear una voluntad política en torno al derecho fundamental a tener una vida digna, promover mecanismos que faciliten la ampliación de los nuevos espacios sociales, incentivar el diálogo entre los actores sociales y políticos y traducir sus acuerdos en políticas e instrumentos normativos para orientar las acciones concretas en salud, seguridad social y fuentes de ingresos para satisfacer las necesidades básicas, estableciendo niveles mínimos aceptables y ritmos de progresión y ampliación. El programa debe aumentar la presencia – involucrarse personal y colectivamente en el proceso - y la participación ciudadana en las instituciones democráticas que impulsan el desarrollo socioeconómico.
Estas tres áreas se complementan, convirtiéndose en los pilares fundamentales para el éxito del programa. Las desigualdades pueden superarse si la generación de empleo y los sistemas de protección son eficaces, lo que a su vez requiere la sustentabilidad económica que permite el crecimiento y la legitimidad política que otorgan los pactos sociales.
Para superar ese gran reto, el programa debe basarse en el consenso de que la región necesita actuar de manera integral en torno a tres áreas fundamentales. No es posible resolver los problemas de pobreza, desigualdad y exclusión solamente a partir de las políticas sociales, puesto que se trata de problemas muy serios y amplios cuya solución requiere algo más que políticas compensatorias.
a.*- Por una parte, es preciso aplicar políticas sociales orientadas a:
*- mejorar el acceso a las prestaciones,
*-garantizar la solidez de las instituciones y
*- asegurar el grado de solidaridad que estas demandan.
b.*- Por la otra, hay que abordar las causas de la inestabilidad del crecimiento y de la heterogeneidad estructural e
*- impulsar un desarrollo productivo que se materialice en un crecimiento de buena calidad,
*- que permita perfeccionar la distribución primaria del ingreso mediante mejores empleos, más capacitación y
*- mejores condiciones para que los miembros de los hogares más vulnerables puedan encontrar trabajo.
Es de fundamental importancia propiciar un nivel de desarrollo social digno, equitativo e inclusivo mediante la creación y aplicación de políticas sociales más eficaces. Para esos efectos, es preciso revisar los mecanismos de protección social en cada uno de los países a fin de potenciar, por una parte, la calidad y el acceso a las prestaciones del sistema de seguridad social, mediante esquemas de financiamiento novedosos que abarquen los matices de solidaridad necesarios y, por la otra, los efectos y la eficacia de las políticas sociales orientadas a los sectores más vulnerables de la población.
Las reformas deben combinar financiamiento contributivo y no contributivo, público y privado, para hacerse cargo tanto del déficit histórico de cobertura como de la adaptación de las prestaciones a las variaciones en el perfil de empleo, de las familias y de los riesgos de los grupos cubiertos. Es necesario superar las metas propuestas en los objetivos del Milenio, en un marco de mayor equidad y cohesión social, reconociendo que la dignidad del empleo fue un tema olvidado en la Declaración del Milenio, pese a ser un factor de fundamental importancia para consolidar los avances.
El programa también debe reconocer que la mejor forma de alcanzar una mayor inclusión social es mediante una tasa alta y sostenida de crecimiento económico que permita generar empleo productivo y recaudar recursos fiscales. Sin embargo, consideramos esto es sumamente limitado y coyuntural, porque el crecimiento económico alcanzado en los últimos años en América latina no tiene bases fundadas en el desarrollo sostenido y sustentable, no enfoca el crecimiento en torno a priorizar el desarrollo humano como políticas centrales de continuidad, integrales, dialécticas y el compromiso por la Modernidad esta, muy lejos de transformarse en Acuerdos Nacionales, es decir en Políticas de Estado, permanentes, estratégicas, nacionales, etc.
Por este motivo, es necesario consolidar la inserción de la región en la economía global mediante el desarrollo institucional y las reformas macro y microeconómicas, centrado principalmente en el desarrollo local, desde el Gobierno Local, con visión territorial, la profundización de políticas descentralistas, paralelamente fortalecer y consolidar el Estado Nacional a fin de impulsar una tasa más elevada y estable de crecimiento económico de buena calidad, vinculada a la generación de empleos dignos y a una recaudación de recursos fiscales que no afecte las condiciones de competitividad.
Para reafirmar el programa, se requerirá que los integrantes de la sociedad civil participen activamente y asuman el COMPROMISO central en los esfuerzos de lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión. Deberá asegurarse un esquema que permita lograr un acuerdo estratégico entre los actores políticos y sociales, que los espacios sociales construidos sean cada vez más dinámicos, abiertos y consensuados a fin de fortalecer la democracia al inculcarle un sentido de pertenencia a un proyecto común.
Es preciso crear una voluntad política en torno al derecho fundamental a tener una vida digna, promover mecanismos que faciliten la ampliación de los nuevos espacios sociales, incentivar el diálogo entre los actores sociales y políticos y traducir sus acuerdos en políticas e instrumentos normativos para orientar las acciones concretas en salud, seguridad social y fuentes de ingresos para satisfacer las necesidades básicas, estableciendo niveles mínimos aceptables y ritmos de progresión y ampliación. El programa debe aumentar la presencia – involucrarse personal y colectivamente en el proceso - y la participación ciudadana en las instituciones democráticas que impulsan el desarrollo socioeconómico.
Estas tres áreas se complementan, convirtiéndose en los pilares fundamentales para el éxito del programa. Las desigualdades pueden superarse si la generación de empleo y los sistemas de protección son eficaces, lo que a su vez requiere la sustentabilidad económica que permite el crecimiento y la legitimidad política que otorgan los pactos sociales.
3.*- América Latina: Continente de profundas y extensas
Desigualdades Económico-Sociales.
América Latina es un continente de población mixta e ingresos medios, pero una alta proporción de ella vive en condiciones de pobreza y tiene la peor distribución primaria del ingreso de todo el mundo. La historia del continente tiene un innegable referente europeo. Como lo señaló Simón Bolívar en el Congreso de Angostura, de 1819:
“No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer contra la oposición de los invasores, así nuestro caso es el más extraordinario y complicado” (Castedo, 1999).
O como bien lo ha expresado el gran escritor Carlos Fuentes, América Latina es lo mejor de Europa fuera de Europa (Fuentes, 2000).
Sin embargo, mientras que Europa ha logrado un alto nivel de desarrollo económico, la región de América Latina y el Caribe se ha mantenido con diversos grados y modalidades de atraso.
Tras el advenimiento de la globalización, el gran desafío europeo ha sido mantener al mismo tiempo una economía competitiva y un alto grado de justicia social, sin sacrificar lo que se había conquistado históricamente mediante el Estado de bienestar.
Mientras América Latina no tiene, ni ha tenido, un Estado de bienestar como el que se constituyó en Europa, la competitividad impone objetivos de largo plazo en materia de educación, asistencia en salud, nutrición, alimentación – parte de la deuda social histórica - innovación y ciencia y tecnología, a la vez que ofrece oportunidades y plantea desafíos a través de su efecto sobre los niveles de empleo y de salarios. En suma, las fuerzas espontáneas de la globalización constituyen el contexto en el cual se deben alterar las condiciones históricas de desigualdad económico-social – pobreza, analfabetismo, miseria, exclusión social, hambre, desocupación y sub-ocupación, salarios míseros, ausencia de servicios básicos – luz, agua, desagüe – los altos niveles y extensos de informalidad, deficientes sistemas de comunicación y servicios, etc - . Nuestro desafío, entonces, es más complejo e integral: ser capaces de competir en la economía globalizada y al mismo tiempo reducir los niveles de pobreza y desigualdad del ingreso, creando redes de protección social eficientes, eficaces, diversas y solidarias.
Producto de una trama compleja de oportunidades y amenazas, la globalización despierta caos, riesgo e incertidumbre entre latinoamericanos y caribeños. Este riesgo e incertidumbre se agudiza por:
*- la heterogeneidad estructural de la economía,
*- la informalidad laboral,
*- la inestabilidad del crecimiento,
*- el bajo nivel de protección social y
*- la fuerte inequidad social cuyas raíces se remontan muy atrás
en nuestra historia.
La sensación de que el futuro es incierto, por:
- que la pobreza no cede,
- que las instituciones funcionan mal,
- que el individualismo es lo único que cuenta,
- que la democracia no satisface las necesidades,
- en fin, contribuye a corroer el sentido de lo colectivo, de pertenencia y, en
“No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer contra la oposición de los invasores, así nuestro caso es el más extraordinario y complicado” (Castedo, 1999).
O como bien lo ha expresado el gran escritor Carlos Fuentes, América Latina es lo mejor de Europa fuera de Europa (Fuentes, 2000).
Sin embargo, mientras que Europa ha logrado un alto nivel de desarrollo económico, la región de América Latina y el Caribe se ha mantenido con diversos grados y modalidades de atraso.
Tras el advenimiento de la globalización, el gran desafío europeo ha sido mantener al mismo tiempo una economía competitiva y un alto grado de justicia social, sin sacrificar lo que se había conquistado históricamente mediante el Estado de bienestar.
Mientras América Latina no tiene, ni ha tenido, un Estado de bienestar como el que se constituyó en Europa, la competitividad impone objetivos de largo plazo en materia de educación, asistencia en salud, nutrición, alimentación – parte de la deuda social histórica - innovación y ciencia y tecnología, a la vez que ofrece oportunidades y plantea desafíos a través de su efecto sobre los niveles de empleo y de salarios. En suma, las fuerzas espontáneas de la globalización constituyen el contexto en el cual se deben alterar las condiciones históricas de desigualdad económico-social – pobreza, analfabetismo, miseria, exclusión social, hambre, desocupación y sub-ocupación, salarios míseros, ausencia de servicios básicos – luz, agua, desagüe – los altos niveles y extensos de informalidad, deficientes sistemas de comunicación y servicios, etc - . Nuestro desafío, entonces, es más complejo e integral: ser capaces de competir en la economía globalizada y al mismo tiempo reducir los niveles de pobreza y desigualdad del ingreso, creando redes de protección social eficientes, eficaces, diversas y solidarias.
Producto de una trama compleja de oportunidades y amenazas, la globalización despierta caos, riesgo e incertidumbre entre latinoamericanos y caribeños. Este riesgo e incertidumbre se agudiza por:
*- la heterogeneidad estructural de la economía,
*- la informalidad laboral,
*- la inestabilidad del crecimiento,
*- el bajo nivel de protección social y
*- la fuerte inequidad social cuyas raíces se remontan muy atrás
en nuestra historia.
La sensación de que el futuro es incierto, por:
- que la pobreza no cede,
- que las instituciones funcionan mal,
- que el individualismo es lo único que cuenta,
- que la democracia no satisface las necesidades,
- en fin, contribuye a corroer el sentido de lo colectivo, de pertenencia y, en
suma, la cohesión social.
En la actual inflexión latinoamericana, la cohesión adquiere otros sentidos vinculados a las necesidades apremiantes propias de un desarrollo excluyente, como ser
-la gobernabilidad democrática, como política de Estado, oportuna y viable ante la agudización de las brechas salariales y sociales,
- contar con instituciones creíbles y que gocen de la confianza personal y social ciudadana, que el reconocimiento hacia su legitimidad se desarrolle en procesos continuos, dialécticos e integrales.
- crear redes de protección social que resguarden a las personas mas vulnerables de los abusos, la exclusión, marginación y de la inestabilidad del crecimiento económico,
- aplicar políticas públicas apropiadas para enfrentar las crisis laborales y sobre todo que protejan desde el Estado los derechos de los trabajadores, especialmente los ausentes de sindicalización.
- contar con instituciones capaces de procesar positivamente las consecuencias de la mayor individuación cultural, los peligros colectivos públicos en relación a su identidad, en la nueva fase de modernización. Alimentada activamente por la tradición y la cultura popular.
En Europa, el Estado de bienestar aparece como un referente que los miembros de la sociedad valoran lo suficiente como para aceptar un pacto social y un pacto fiscal en virtud del cual se realizan transferencias significativas desde los miembros activos a los pasivos, desde los que tienen más a los que tienen menos, desde los adultos a los menores y a los ancianos. ¿ Que tipo de sociedad, para ¡¡ hermosa, justa y solidaria !! . Los 30 Años de Oro del capitalismo. “Sería esta solidaridad, esta inmensa colaboración y valores de servicios a sus semejantes, lo que condujo hacia su crisis estructural en la década de los ochenta ?.
Las sociedades que tienen una mayor cohesión social – será posible en América Latina, construir cohesión social en la diversidad cultural, en la profunda diferencia social -, se dice, son capaces de construir mejores instituciones y de generar la confianza necesaria para aplicar reformas indispensables, ya que los ciudadanos están más dispuestos a aceptar pérdidas a corto plazo ante la convicción de que estas se compensarán con creces por los beneficios a largo plazo. Ello requiere de un Estado fuerte, que no es necesariamente lo mismo que un Estado de gran tamaño, capaz de emprender políticas públicas eficaces en tres ámbitos clave.
*- En primer lugar, políticas orientadas a crear oportunidades de crecimiento económico y empleo. Sin un crecimiento sostenido de la economía, no se obtienen los recursos mínimos necesarios para el financiamiento responsable de las políticas sociales. Pero además de crecer, hay que saber cómo crecer, de tal manera que el dinamismo de la economía genere una oferta de empleos de buena calidad.
*- En segundo lugar, políticas públicas orientadas a aumentar las capacidades de las personas, vale decir, a la educación y la capacitación laboral. Por cierto, el requisito mínimo es cumplir con las metas de desarrollo del Milenio. Pero no basta con cumplirlas en términos de cobertura, sino que es necesario ofrecer educación de buena calidad a toda la población, saber educar en el respeto a la diferencia y dar un salto cualitativo y cuantitativo en materia de inversión en innovación, ciencia y tecnología.
*- En tercer lugar, políticas públicas orientadas a respetar la diversidad, a fortalecer la solidaridad, es decir, la protección social basada en los derechos. Los sistemas que dependen solamente de los aportes contributivos tienen una cobertura cada vez menores y, además, reproducen las desigualdades provenientes de la mala distribución del ingreso. Es necesario transitar hacia mecanismos que no solo se financien mediante las contribuciones al sistema de seguridad social, sino que cuenten también con un pilar solidario.
Oportunidades, capacidades y solidaridad, todas comprendidas en su funcionamiento en los ámbitos tan dispersos de la diversidad, son pues, los tres pilares centrales en torno a los cuales debe construirse el futuro inmediato de nuestras sociedades.
Nos gustaría reducir la pobreza y la desigualdad, pero también desearíamos que los ciudadanos se sientan parte e involucrados en un proyecto común en que todos son ganadores. Para romper la lógica del atraso, debemos construir nuestras propias propuestas de Estado, mercado y familia que garanticen un bienestar equitativo a toda la población.
La gran disyuntiva de los países de América Latina es si al construir redes más equitativas de protección social y de bienestar seguirán el camino trazado por sus pares europeos o la lógica de satisfacción de los intereses privados que se ha impuesto en otras latitudes.
4.*- América Latina tiene un gran potencial.
La democracia, pese a su fragilidad en varios de nuestros países, está plenamente consolidada en la región. Por otra parte, en 2007 se completó un cuarto año de crecimiento económico acelerado. Se trata del período de mayor expansión económica desde el auge de la posguerra que culminó con la crisis de la deuda. Fueron cuatro años de crecimiento luego de casi 25 años de un desarrollo débil e insatisfactorio, marcado por la así llamada “década perdida” de los años ochenta y por la “media década perdida” de 1998 a 2002, tiempo en el cual la corrupción logró penetrar en la propia “columna vertebral” del Estado, la Economía, la Política y el sistema en su conjunto.
La región se encuentra ante una coyuntura de crecimiento acelerado, caracterizada por
- el superávit en cuenta corriente y
- el mejoramiento significativo de los indicadores relativos al mercado de
En la actual inflexión latinoamericana, la cohesión adquiere otros sentidos vinculados a las necesidades apremiantes propias de un desarrollo excluyente, como ser
-la gobernabilidad democrática, como política de Estado, oportuna y viable ante la agudización de las brechas salariales y sociales,
- contar con instituciones creíbles y que gocen de la confianza personal y social ciudadana, que el reconocimiento hacia su legitimidad se desarrolle en procesos continuos, dialécticos e integrales.
- crear redes de protección social que resguarden a las personas mas vulnerables de los abusos, la exclusión, marginación y de la inestabilidad del crecimiento económico,
- aplicar políticas públicas apropiadas para enfrentar las crisis laborales y sobre todo que protejan desde el Estado los derechos de los trabajadores, especialmente los ausentes de sindicalización.
- contar con instituciones capaces de procesar positivamente las consecuencias de la mayor individuación cultural, los peligros colectivos públicos en relación a su identidad, en la nueva fase de modernización. Alimentada activamente por la tradición y la cultura popular.
En Europa, el Estado de bienestar aparece como un referente que los miembros de la sociedad valoran lo suficiente como para aceptar un pacto social y un pacto fiscal en virtud del cual se realizan transferencias significativas desde los miembros activos a los pasivos, desde los que tienen más a los que tienen menos, desde los adultos a los menores y a los ancianos. ¿ Que tipo de sociedad, para ¡¡ hermosa, justa y solidaria !! . Los 30 Años de Oro del capitalismo. “Sería esta solidaridad, esta inmensa colaboración y valores de servicios a sus semejantes, lo que condujo hacia su crisis estructural en la década de los ochenta ?.
Las sociedades que tienen una mayor cohesión social – será posible en América Latina, construir cohesión social en la diversidad cultural, en la profunda diferencia social -, se dice, son capaces de construir mejores instituciones y de generar la confianza necesaria para aplicar reformas indispensables, ya que los ciudadanos están más dispuestos a aceptar pérdidas a corto plazo ante la convicción de que estas se compensarán con creces por los beneficios a largo plazo. Ello requiere de un Estado fuerte, que no es necesariamente lo mismo que un Estado de gran tamaño, capaz de emprender políticas públicas eficaces en tres ámbitos clave.
*- En primer lugar, políticas orientadas a crear oportunidades de crecimiento económico y empleo. Sin un crecimiento sostenido de la economía, no se obtienen los recursos mínimos necesarios para el financiamiento responsable de las políticas sociales. Pero además de crecer, hay que saber cómo crecer, de tal manera que el dinamismo de la economía genere una oferta de empleos de buena calidad.
*- En segundo lugar, políticas públicas orientadas a aumentar las capacidades de las personas, vale decir, a la educación y la capacitación laboral. Por cierto, el requisito mínimo es cumplir con las metas de desarrollo del Milenio. Pero no basta con cumplirlas en términos de cobertura, sino que es necesario ofrecer educación de buena calidad a toda la población, saber educar en el respeto a la diferencia y dar un salto cualitativo y cuantitativo en materia de inversión en innovación, ciencia y tecnología.
*- En tercer lugar, políticas públicas orientadas a respetar la diversidad, a fortalecer la solidaridad, es decir, la protección social basada en los derechos. Los sistemas que dependen solamente de los aportes contributivos tienen una cobertura cada vez menores y, además, reproducen las desigualdades provenientes de la mala distribución del ingreso. Es necesario transitar hacia mecanismos que no solo se financien mediante las contribuciones al sistema de seguridad social, sino que cuenten también con un pilar solidario.
Oportunidades, capacidades y solidaridad, todas comprendidas en su funcionamiento en los ámbitos tan dispersos de la diversidad, son pues, los tres pilares centrales en torno a los cuales debe construirse el futuro inmediato de nuestras sociedades.
Nos gustaría reducir la pobreza y la desigualdad, pero también desearíamos que los ciudadanos se sientan parte e involucrados en un proyecto común en que todos son ganadores. Para romper la lógica del atraso, debemos construir nuestras propias propuestas de Estado, mercado y familia que garanticen un bienestar equitativo a toda la población.
La gran disyuntiva de los países de América Latina es si al construir redes más equitativas de protección social y de bienestar seguirán el camino trazado por sus pares europeos o la lógica de satisfacción de los intereses privados que se ha impuesto en otras latitudes.
4.*- América Latina tiene un gran potencial.
La democracia, pese a su fragilidad en varios de nuestros países, está plenamente consolidada en la región. Por otra parte, en 2007 se completó un cuarto año de crecimiento económico acelerado. Se trata del período de mayor expansión económica desde el auge de la posguerra que culminó con la crisis de la deuda. Fueron cuatro años de crecimiento luego de casi 25 años de un desarrollo débil e insatisfactorio, marcado por la así llamada “década perdida” de los años ochenta y por la “media década perdida” de 1998 a 2002, tiempo en el cual la corrupción logró penetrar en la propia “columna vertebral” del Estado, la Economía, la Política y el sistema en su conjunto.
La región se encuentra ante una coyuntura de crecimiento acelerado, caracterizada por
- el superávit en cuenta corriente y
- el mejoramiento significativo de los indicadores relativos al mercado de
trabajo, la pobreza y la distribución del ingreso.
Sin embargo, también es necesario precisar, que el conjunto de políticas públicas, estatales y/o sociales aplicadas en los últimos tiempos en relación a la disminución de la desigualdad económico-social, definitivamente, no han tenido la misma eficiencia, efectividad y resultados, porque al contrario de ha profundizado, extendido y comprende a otros y nuevos sectores sociales que anteriormente estuvieron protegidos por el Estado.
Es preciso aprovechar esta oportunidad para dar un salto importante en materia de desarrollo, para lo cual es primordial contar con la cooperación de la Unión Europea.
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Sin embargo, también es necesario precisar, que el conjunto de políticas públicas, estatales y/o sociales aplicadas en los últimos tiempos en relación a la disminución de la desigualdad económico-social, definitivamente, no han tenido la misma eficiencia, efectividad y resultados, porque al contrario de ha profundizado, extendido y comprende a otros y nuevos sectores sociales que anteriormente estuvieron protegidos por el Estado.
Es preciso aprovechar esta oportunidad para dar un salto importante en materia de desarrollo, para lo cual es primordial contar con la cooperación de la Unión Europea.
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