martes, 31 de julio de 2018

“EL MOVIMIENTO DE MUJERES EN ARGENTINA Y AMÉRICA LATINA ES HEREDERO DEL 68”. Entrevista a Raúl Zibechi.

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“En el libro afirmas en clave vivencial y autocrítica “fuimos una generación rebelde pero eurocéntrica”, y rescatas a Fausto Reinaga y Abdias do Nascimento, dos figuras poco conocidos por una izquierda que, muchas veces, ha sido racista y eurocéntrica ¿Qué tienen para enseñarnos en la construcción de un pensamiento y un mundo otro?

“Fausto Reinaga es más conocido que Abdías do Nascimento. En Bolivia es muy conocido, al punto que la vicepresidencia que dirige Álvaro García Linera ha publicado recientemente sus obras completas. Fausto tiene la gran virtud de hacer en los ‘60 un viraje hacia el pensamiento indígena, y luego hacia el pensamiento amautico, que es el pensamiento cósmico aymara quechua. Si hablabas de Reinaga en el ’70, cuando empecé con 19 años la militancia, te decían “me estás hablando en chino”, ya que nosotros apoyábamos al Che, al ELN, al gobierno de Torres, sabíamos de Tupac Amarú, pero no de la existencia de Tupac Katari y todo lo que era ese pensamiento tan rico. Para nosotros el sujeto era la clase obrera y no existía el mundo indígena. Creo que es importante rescatar a Fausto y todo el indigenismo, y me parece que el Manifiesto de Tiwanaku, del año 1973, es una pieza político-ideológica importante, escrita por indígenas aymaras, primera generación de indígenas alfabetizados, y urbanizados, profesores, maestros y estudiantes que lo redactan. A mí siempre me gusta hacer el juego con las Tesis de Pulacayo, de 1946, de la Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia, un manifiesto muy importante, pero eurocéntrico, en la onda de la Internacional, que valora a los aymaras y a los campesinos quechuas como pequeñoburgueses, cosas que yo hubiera compartido en esos años, y que es muy eurocéntrico en su análisis. El Manifiesto Tiwanaku es una pieza fundamental, en el libro lo pongo entero porque creo que las y los militantes deben conocer estas cosas. Y con Abdías do Nascimento mi encuentro pasó en una situación que no podía haber sido de otra manera. Hace unos años estuve en Timbau, una de las 17 favelas del complejo de la Maré, de los más grandes de Río de Janeiro. Allí una amiga tiene un teatro negro. Posteriormente estuve en otra favela de Brasilia, en esta ocasión pequeñita, pero también de población negra, y un amigo me empieza a hablar de Abdías Do Nascimento, que creó en los años ‘40 el teatro experimental negro, el TEM. Esta experiencia negra y marginal había ocurrido 20 años antes de la educación popular de Paulo Freire. Abdías empieza a hacer el teatro negro porque vio que cuando en los años ‘40 iba al teatro y aparecía un negro en escena, era un blanco pintado haciendo de negro. Frente a esto, Abdías empieza a hacer teatro con negros, y el teatro experimental negro es un espacio de formación, de educación, de desalienación colectiva, como diría Silvia Rivera. Era necesario también recuperar esa experiencia. Y más recientemente después de escribir el libro, me llega la historia de Carolina María del Jesús, una escritora negra, favelada, cartonera y muy pobre. En los ‘60 Carolina vendió muchos más libros que Jorge Amado o Clarice Lispector, a quienes yo he leído mucho, pero no sabía que había una mujer que vendió un millón de ejemplares de su primer libro, que es una cifra alucinante. Me parece que esas experiencias que están en el sótano, en el subsuelo, son las que es importante recuperar. Cuando tenés una olla con leche y queda la nata arriba, es lo único que ves. Es necesario revolverla y sacar a la superficie las cosas que han quedado abajo, subordinadas o invisibles. Fausto, Abdías, el feminismo plebeyo… era importante remover estas experiencias y volver a ponerlas en circulación”.


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“EL MOVIMIENTO DE MUJERES EN ARGENTINA Y AMÉRICA LATINA ES HEREDERO DEL 68”.
Entrevista a Raúl Zibechi.
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Antonella Álvarez y Hernán Ouviña.

desInformémonos.

Rebelión martes 31 de julio del 2018.

Hace 50 años el mundo era un volcán en ebullición. Por lo general, 1968 es recordado por las revueltas estudiantiles en ciudades como París, Praga y Berlín, aunque fue un momento bisagra también en nuestro continente, tanto en ámbitos urbanos como rurales. Raúl Zibechi acaba de publicar 1968 en América Latina, un libro en el que recupera precisamente aquellos desbordes desde abajo vividos en diversos territorios de la región, y que resultan fundamentales para entender el presente. Las raíces del feminismo y los movimientos campesinos e indígenas en el ‘68, los sentidos de esa verdadera revolución global y la vigencia de las luchas emancipatorias en las periferias de las grandes ciudades. La necesidad de mirar la historia en perspectiva, para celebrar lo sembrado y profundizar el trabajo militante.

¿Por qué este libro ahora, siendo que hay tantos libros del ‘68 más centrados en Europa? ¿Qué te decidió a escribirlo?

Lo que me motivó a escribir este libro fueron dos ideas básicas. Por un lado, el eurocentrismo, ya que cuando se piensa en el 68, se piensa en mayo y en París. Y el 68 fue una revuelta que a nivel global cambió el mundo, como plantea Wallerstein, pero que además tuvo su epicentro en Vietnam, en lo que fue la ofensiva del Têt, que derrota por primera vez en la historia a las fuerzas armadas imperiales, las más poderosas del mundo. Eso me parecía importante colocarlo fuera de París y fuera de Europa, a nivel mundial, concretamente en América Latina y desde los movimientos de abajo. Y la segunda cuestión, que en la historia cada tanto tiempo se produce una institucionalización de la memoria, en la cual los grandes eventos, los grandes patriarcas ocupan un lugar central, y lo que queda al costado no se visualiza como importante. Por ejemplo, en Argentina, los movimientos populares indígenas aparentemente no existieron en esa época, o los campesinos de las Ligas Agrarias, si bien sabemos que existieron, a nivel de la memoria militante no aparecen en un lugar destacado. En ese mismo sentido, yo tengo un enorme respeto por el Cordobazo y por la figura de Agustín Tosco, pero el Cordobazo fue mucho más que Tosco y Elpidio Torres. Fue un proceso nacional de unas 15 puebladas en los años siguientes y en todo el país, pero además fue de un protagonismo muy de base, de los obreros de taller, de las mujeres en la fábrica y también fuera de la fábrica. El libro un poco busca poner en un lugar destacado los procesos que normalmente no tienen ese grado de visualización y, por lo tanto, no se congelan en la memoria como los protagonistas principales.

En la primera parte analizas un conjunto de experiencias latinoamericanas de desborde desde abajo, que tienen su génesis en un ciclo que no se ciñe al año 68, sino que es parte de un proceso más prolongado e invisible. Más allá de los contextos específicos, ¿qué las emparenta entre sí y por qué resultan actuales?

Las emparenta una cuestión básica y es que son experiencias de abajo, que surgen en la cotidianidad de la resistencia y la convivencia de lo popular indígena afro. Me dediqué a buscar información, entre otras, sobre la experiencia del campamento Nueva La Habana, en Santiago de Chile, protagonizado por el MIR. Encontré que el campamento de Nueva La Habana no era muy distinto de lo que hoy podían estar haciendo los zapatistas o los mejores grupos territoriales ex piqueteros en Argentina. Fue una experiencia alucinante de salud, educación y producción de poder popular y fue en los primeros años de la década del 70. Quiero recalcar algo: a veces pensamos que lo que pasó en el ciclo piquetero en Argentina es la novedad. Sí, sí, por supuesto que hay novedad, pero hay también historia. Tanto en este caso como en los restantes, quería recapitular alguna de esas historias que me parecen importantísimas como antecedente y como ejemplo de lo que empezó a pasar en una época. En los ´60 y ´70 se comienzan a construir otros mundos, en la misma tónica que hoy hacen los sin tierra, los sin techo, los zapatistas, y muchos movimientos más, como las fabricas recuperadas y los bachis, que no esperan que se haga la revolución para empezar a construir relaciones sociales de otro tipo. Entonces me parece que aquí hay un punto de inflexión importante, y es que los procesos históricos son procesos largos. Creo que esta idea de crear mundos nuevos, o mundos otros, ya empieza en germen en los ‘60 de forma muy clara, y eso es lo que quería destacar en esas experiencias.



¿En qué sentido las luchas del movimiento feminista y las resistencias indígenas contemporáneas tienen una de sus raíces en el ‘68 como proceso?

Jorge Zabalza plantea que en el MLN Tupamaros había una presencia importante de mujeres, como en todos los grupos armados, más que en otras instancias de partidos de izquierda o movimiento sindical, y él marca un matiz que me parece muy importante: esas mujeres eran valoradas en la medida que tenían un comportamiento masculino, que eran valientes, que agarraban los fierros y que daban órdenes. Ese fue quizás el precio para tener un protagonismo, pero a partir de ahí el peso de las mujeres fue creciendo. Creo que hoy el movimiento de mujeres en Argentina y en América Latina es heredero del ‘68, las raíces profundas están ahí, en ese cambio en el papel de las mujeres, y creo que también en esos años, un poco después, pero influido por esos años, empieza el camino de un feminismo popular, plebeyo, indígena y negro en América Latina. En el libro destaco el caso de Villa El Salvador en Perú, donde la lideresa del lugar era María Elena Moyano, quien creó la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador (FEPOMUVES), un barrio ocupado que hoy tiene medio millón de habitantes y es realmente una ciudad. María Elena Moyano era una mujer pobre y negra, de la periferia de Lima, una mujer extraordinaria que terminó siendo asesinada por Sendero Luminoso en 1992. Me parecía importante destacar esta experiencia como un feminismo nuestro, latinoamericano, distinto al primer feminismo que aterrizo en América Latina a principios de los ‘80, muy eurocéntrico y académico, de mujeres blancas profesionales. A partir de aquí hay muchas inflexiones: las Bartolinas y todas las corrientes populares, ANAMURI en Chile, CONAMURI en Paraguay… y así multiplicaríamos los feminismos populares, hasta el gran encuentro de Morelia del 8 de marzo de este año, convocado por las mujeres zapatistas. Ahí hay un arranque de estos múltiples feminismos comunitarios, negros, plebeyos, populares e indígenas, que tenemos hoy en América Latina y que, a mi modo de ver, enriquecen este movimiento.



Mencionaste a estos feminismos plebeyos y se nos hicieron presentes Marielle Franco y Berta Cáceres. ¿Te parece que el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado implican hoy una guerra contra las mujeres?

Totalmente. Creo que hay una guerra contra las mujeres y contra los jóvenes pobres, porque son los sujetos anticapitalistas por excelencia. Marx planteaba que el proletariado no tiene nada que perder salvo sus cadenas, a mí me parece que definir desde ese lugar al proletariado, a las y los anticapitalistas, es mucho más útil que una versión muy abstracta, muy teórica, que es lo que solemos hacer los militantes cuando decimos “clase obrera es quien vende su fuerza de trabajo”. ¿Quiénes son hoy los que no tienen nada que perder salvo sus cadenas? Las mujeres de clase media para abajo y los jóvenes de las periferias urbanas. Y ambos son víctimas de un fenómeno que es el narco. Al hablar del complejo del narco refiero a la alianza de lo que llamamos narcotráfico con partes del Estado, como la policía, sectores del poder judicial y bandas que giran en torno a ellos, que tienen como objetivo principal a las mujeres y los jóvenes pobres. Este complejo del narco -que Rita Segato lo ha trabajado bastante, si bien desde otra perspectiva, pero convergemos- implica una refuncionalización del patriarcado, porque son bandas muy patriarcales, muy machistas, muy caudillistas y sumamente violentas. Yo me hago una preguntan: ¿dónde estarían esos chicos si no existiera el narco? Porque son los que no tienen lugar en esta sociedad, son los que el modelo extractivo margina y no les da futuro. En la época de Agustín Tosco, los jóvenes y las mujeres de los sectores populares emigraban del campo o de las pequeñas ciudades a la gran ciudad y, al cabo de una generación de trabajo industrial o comenzando en la construcción, o en el empleo doméstico, tenían una cierta perspectiva de vida ascendente. Hoy en día estos chicos tienen, respecto a sus padres, una performance de vida descendente. Y esto me parece importante tener en cuenta para explicar por qué el narco arraiga en esos lugares. En Uruguay, que hoy tenemos niveles de violencia superiores a Argentina, más de la mitad de los feminicidios son provocados por policías, soldados y guardias de seguridad privada. Quiere decir que hay ahí un núcleo duro de la violencia contra las mujeres que esta intimidante ligada a la institución para-militar o militar policial del Estado.

Hay otro proceso que mencionas y recuperas en el libro, que es el de las comunidades eclesiales de base y la teología de la liberación, que tienen en nuestro presente una presencia importante en muchas de las organizaciones y movimientos populares. Veíamos una tensión en el imaginario de cierta izquierda, que intenta equiparar esa experiencia con el planteo de la Iglesia como institución y del Papa como referencia global. ¿Cómo lees ese vínculo y en qué medida difieren los procesos?

Las comunidades eclesiales de base surgen a contrapelo de la institución eclesial, surgen como una experiencia de iglesia popular y de sectores populares involucrados en procesos de transformación. Tuvieron una masividad descomunal: 80.000 comunidades en Brasil, decenas de miles en toda América Latina, millones de personas que tomaron la experiencia en sus manos y transformaron la práctica eclesial. En Argentina se dio a partir de los sacerdotes del tercer mundo, con los curas villeros, de los cuales Carlos Mujica es una expresión, no es la única. Eso permitió que después viniera una reflexión teológica que es la teología de la liberación, pero no es que la Iglesia impulsó la teología de la liberación, y la teología de la liberación impulsó las comunidades, es al revés. Las comunidades eclesiales de base empezaron por una necesidad popular que había, y por personas concretas o militantes vestidos con sotana, da lo mismo. Como Camilo Torres en Colombia, como Juan Carlos Scannone en Argentina, como los curas villeros que mencioné, en una experiencia que sectores de la institución no tienen más que bendecir porque eran millones de personas que se les escapaban. Yo miro las cosas de abajo para arriba, creo que el arriba tiene una influencia, pero el arriba no tuvo más remedio que aceptar lo que estaba pasando. Como sucede en tantas situaciones en la historia, este fue un cambio importante. Recordemos que el grueso de los movimientos populares tuvo alguna influencia de las comunidades eclesiales de base. En Brasil, por ejemplo, la CUT, el PT y el MST surgen muy vinculados a la experiencia de las comunidades, y además recordemos que el imperio, en el Documento de Santa Fe II, menciona que la teología de la liberación es uno de sus enemigos prioritarios, más que el comunismo, más que la guerrilla que ya estaban derrotados en ese entonces. Por lo tanto, hay un cambio importante, una experiencia relevante que en algún momento se cruza con la educación popular, porque los participantes de las comunidades eclesiales de base y los que practicaron educación popular en los ‘70 eran más o menos los mismos. Ahí tenes una riqueza de experiencias maravillosa.

Te preguntamos porque acá entre los movimientos populares es una discusión abierta el papel de Bergoglio a nivel global. ¿Cuál es la lectura que haces de la intervención del Papa Francisco en los diferentes conflictos de América Latina?

El papel de Bergoglio, si lo comparamos con los papas anteriores, es un papel positivo, y punto. Aunque algunos como Leonardo Boff hoy sean francisquitas, yo creo que la experiencia de vida y personal de Francisco no tiene nada que ver con las comunidades eclesiales de base ni con los curas villeros, si bien algunos de ellos me han dicho que el Papa los apoya. Me parece muy bien, pero es otra experiencia. Bergoglio no viene de la matriz de Scannone, de Dussel, del Padre Mujica, de los curas del Tercer Mundo. Bergoglio viene del núcleo duro de la institución iglesia con una vertiente distinta, porque Francisco se forma intelectualmente en un sector de la iglesia que no es fascista, que dentro de la institución tienen un guiño favorable a los movimientos en un momento en el cual la iglesia necesita limpiar su imagen. Mi análisis de Francisco no es negativo, es más bien positivo, pero creo que hay que ser muy cuidadoso, en el sentido en que no viene de esa corriente, esa corriente es ajena a Francisco. Otra cosa es que esa corriente hoy simpatice con Francisco porque estuvo en el congelador, o si prefieren, en el Purgatorio, durante mucho tiempo y fue perseguida, pero eso no quiere decir que sean lo mismo. Puede haber ciertas confluencias, pero yo no comparto las opiniones de Evo Morales, ni de los sin tierra, ni de otros movimientos con respecto a Francisco, en Argentina saben a qué me refiero. Creo que está muy bien, podemos hacer alianzas puntuales con Francisco, pero sin confundir los puntos. No me sirve decir que Francisco es heredero o que tuvo algo que ver con las comunidades eclesiales de base porque no tuvo nada que ver.

En estos días está habiendo un debate muy fuerte en torno a la necesidad de que se apruebe el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. La Iglesia como institución, y algunos representantes de ella en los barrios populares como los curas villeros, salieron a posicionarse en contra. ¿Cómo ves esta tensión entre la Iglesia y la irrupción de los feminismos que plantean la soberanía sobre los cuerpos?

Aquí se mezclan varias cosas que me gustaría brevemente explicar. Por un lado, la lucha de las mujeres por la interrupción del embarazo es muy importante y muy justa. Segundo, después que se aprueba la ley aparecen otros problemas, que miden la relación de fuerza en la sociedad. En Uruguay tenemos una ley aprobada, pero hay muchos médicos y hay departamentos enteros en los que no se puede abortar porque hay objeción de conciencia. Por otro lado, aquí la iglesia y sus operadores están haciendo lo posible, no solo porque no se apruebe, sino por dividir al campo popular que apoya esta iniciativa. No podemos olvidarnos que durante los gobiernos de Cristina no se aprobó esta ley ni se discutió. Acá hay intereses muy profundos en que la ley se discuta, en que aparezca este debate, y ahí evidentemente la iglesia juega a dividir.

En el libro afirmas en clave vivencial y autocrítica “fuimos una generación rebelde pero eurocéntrica”, y rescatas a Fausto Reinaga y Abdias do Nascimento, dos figuras poco conocidos por una izquierda que, muchas veces, ha sido racista y eurocéntrica ¿Qué tienen para enseñarnos en la construcción de un pensamiento y un mundo otro?

Fausto Reinaga es más conocido que Abdías do Nascimento. En Bolivia es muy conocido, al punto que la vicepresidencia que dirige Álvaro García Linera ha publicado recientemente sus obras completas. Fausto tiene la gran virtud de hacer en los ‘60 un viraje hacia el pensamiento indígena, y luego hacia el pensamiento amautico, que es el pensamiento cósmico aymara quechua. Si hablabas de Reinaga en el ’70, cuando empecé con 19 años la militancia, te decían “me estás hablando en chino”, ya que nosotros apoyábamos al Che, al ELN, al gobierno de Torres, sabíamos de Tupac Amarú, pero no de la existencia de Tupac Katari y todo lo que era ese pensamiento tan rico. Para nosotros el sujeto era la clase obrera y no existía el mundo indígena. Creo que es importante rescatar a Fausto y todo el indigenismo, y me parece que el Manifiesto de Tiwanaku, del año 1973, es una pieza político-ideológica importante, escrita por indígenas aymaras, primera generación de indígenas alfabetizados, y urbanizados, profesores, maestros y estudiantes que lo redactan. A mí siempre me gusta hacer el juego con las Tesis de Pulacayo, de 1946, de la Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia, un manifiesto muy importante, pero eurocéntrico, en la onda de la Internacional, que valora a los aymaras y a los campesinos quechuas como pequeñoburgueses, cosas que yo hubiera compartido en esos años, y que es muy eurocéntrico en su análisis. El Manifiesto Tiwanaku es una pieza fundamental, en el libro lo pongo entero porque creo que las y los militantes deben conocer estas cosas. Y con Abdías do Nascimento mi encuentro pasó en una situación que no podía haber sido de otra manera. Hace unos años estuve en Timbau, una de las 17 favelas del complejo de la Maré, de los más grandes de Río de Janeiro. Allí una amiga tiene un teatro negro. Posteriormente estuve en otra favela de Brasilia, en esta ocasión pequeñita, pero también de población negra, y un amigo me empieza a hablar de Abdías Do Nascimento, que creó en los años ‘40 el teatro experimental negro, el TEM. Esta experiencia negra y marginal había ocurrido 20 años antes de la educación popular de Paulo Freire. Abdías empieza a hacer el teatro negro porque vio que cuando en los años ‘40 iba al teatro y aparecía un negro en escena, era un blanco pintado haciendo de negro. Frente a esto, Abdías empieza a hacer teatro con negros, y el teatro experimental negro es un espacio de formación, de educación, de desalienación colectiva, como diría Silvia Rivera. Era necesario también recuperar esa experiencia. Y más recientemente después de escribir el libro, me llega la historia de Carolina María del Jesús, una escritora negra, favelada, cartonera y muy pobre. En los ‘60 Carolina vendió muchos más libros que Jorge Amado o Clarice Lispector, a quienes yo he leído mucho, pero no sabía que había una mujer que vendió un millón de ejemplares de su primer libro, que es una cifra alucinante. Me parece que esas experiencias que están en el sótano, en el subsuelo, son las que es importante recuperar. Cuando tenés una olla con leche y queda la nata arriba, es lo único que ves. Es necesario revolverla y sacar a la superficie las cosas que han quedado abajo, subordinadas o invisibles. Fausto, Abdías, el feminismo plebeyo… era importante remover estas experiencias y volver a ponerlas en circulación.

Por último, subyace en el libro un diálogo con las periferias urbanas, con esos territorios signados por la violencia pero que a la vez cobijan saberes, haceres y sentires plebeyos, que tienen que ver con los ámbitos rurales y con esa migración que se mixtura en las grandes ciudades para construir y ensayar formas comunitarias de producir y reproducir la vida. ¿Consideras que en estas realidades se tejen otros mundos?

Creo que esos otros mundos están pululando en todas las periferias. Tenemos 100 bachilleratos populares, 400 fábricas recuperadas, casi 200 revistas comunitarias de estas que censa AReCia, la Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina, con millones de lectores, eso es la periferia del sistema de comunicación. Eso es fundamental y eso es el futuro, con un cambio con respecto a los ‘60, ya que en los ‘60 estas experiencias eran marginales, mientras que hoy son minoritarias, pero ya no marginales. Cuando te digo 100 bachis, o 400 fábricas o 200 revistas autogestivas, estoy hablando de un mundo que no es mayoría, pero que ya no es un mundo marginal. En estos 50 años hay que ver ese proceso y ver que se ha avanzado enormemente. Alguien me puede decir: “bueno, de los 100 bachis, de las 400 fábricas, algunos funcionan más o menos bien, otros no”. Sí, sí, pero están. Son la posibilidad de que creemos algo nuevo y ahí es donde está el futuro de una sociedad diferente a la actual. Por eso mi optimismo no es un optimismo ciego, sino un optimismo que viene de una reflexión sobre la experiencia y de observar de que en esos otros mundos están surgiendo lo nuevo. Cuando Darío Aranda plantea que los mapuches de Argentina recuperaron en 30 años 100.000 hectáreas, uno podría decir, “en la Patagonia 100.000 hectáreas no son nada”, pero son 100.000 y eso va creciendo. El gran temor de las clases dominantes es que esto que es minoritario, mañana en una situación de crisis -una crisis que es inevitable-, se multiplique. De hecho, ya se está multiplicando, aunque todavía muy lentamente. Este es el punto en el que estamos: pasamos de lo marginal a lo minoritario y ya somos una masa crítica. Cuando uno mira la historia en perspectiva, no hay motivos para la tristeza ni la depresión, sino para celebrar, para la alegría y para profundizar el trabajo.

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lunes, 30 de julio de 2018

LA ECONOMÍA MUNDIAL, INMERSA EN UNA VERDADERA GUERRA COMERCIAL.

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LA GUERRA COMERCIAL DE TRUMP Y LOS PRIMEROS RESULTADOS. LA ECONOMÍA MUNDIAL: 50 AÑOS DE CRISIS CRÓNICA Y UNA DÉCADA DE DEPRESIÓN.- Una depresión económica es un periodo de grave decrecimiento de la actividad económica, Es la fase del ciclo económico en que la Economía está en el fondo. La depresión económica es la fase posterior a la Recesión Económica. Es consecuencia de la caída de la demanda, disminución sostenida de producción y consumo, quiebra de empresas y bancos, tasas de Desempleo altas, disminución de los Salarios, congelación del crédito en la economía, reducción de la inversión, que reduce la capacidad adquisitiva y el nivel de consumo, hundimiento de las bolsas, montos reducidos de comercio, fluctuaciones de tipos de cambio monetario, altamente volátiles (Devaluaciones) que provocan pérdidas alarmantes y pánico entre los inversores. Así, el keynesianismo trata de explicar las condiciones que hacen posible y prolongan las depresiones; mientras que el marxismo considera que las depresiones son una muestra patente de las debilidades del capitalismo.

“LOS PRIMEROS EPISODIOS DE LA “GUERRA COMERCIAL” DESATADA POR DONALD TRUMP han encendido las alarmas sobre el desempeño económico global en el corto o, a lo sumo, en el cercano mediano plazo. Una parte importante de los economistas defensores del capitalismo, ya sean ortodoxos o keynesianos, pronostican como un peligro inminente la instalación de un nuevo escenario de recesión en las principales economías, similar al provocado por la crisis de 2007. Según los primeros cálculos realizados por algunos de ellos, de desarrollarse esta ola proteccionista, la economía mundial reduciría su precario crecimiento actual a menos de la mitad de lo proyectado, lo que de hecho significa un una nueva recesión tan grave como aquella”.



“CON ESTE DEBATE SOBRE LA MESA y con la unanimidad que expresan sobre lo nocivo de la política PROTECCIONISTA, los especialistas explican y definen la economía política de Trump por cuestiones subjetivas, y algunos hasta por rasgos psicológicos del presidente de Estados Unidos y sus asesores: “incapaces”, “ignorantes” “delirantes”, , son algunos de los términos que se pueden leer en la prensa y con los que pretenden ocultar su propia sorpresa, el descalabro de su “sentido común”, frente al desarrollo de una política anunciada por Trump desde su campaña electoral. La mayoría de estos economistas suponían o aún suponen superada la crisis de hace diez años y de hecho NO reconocen la existencia de la Larga Depresión económica que continúa desde entonces, no registran en sus análisis que el proteccionismo está presente a lo largo del desarrollo de depresiones similares, y que se explica porque las causas que lo provocan hacen parte del metabolismo, de la lógica interna de funcionamiento del sistema del capital”.

“LA CRISIS DE 2007-2008 HA DESEMBOCADO EN UNA LARGA DEPRESIÓN ECONÓMICA que lleva casi una década, es la tercera en su tipo en 140 años. La primera se prolongó desde mediados de los años 70 del siglo XIX hasta los primeros años del siglo XX y la segunda se desarrolló a partir del crack económico de 1929 y terminó a inicios de la II Guerra Mundial. Esas dos se resolvieron luego de una fenomenal destrucción de Capital y Fuerzas Productivas y, más allá de recuperaciones parciales, señalaron el comienzo de una dilatada fase de declive del sistema capitalista, Entre  1949 -1990 al 2005. Desde la “Edad de oro” del capitalismo, El Estado de Bienestar, hasta La Caída del Muro de Berlín 1989, crisis crónica, considerada en lo que el periodismo denominó: la crisis de los Petrodólares, el Viernes Negro, el Efecto Tequila,  crisis de los Tigres Asiáticos, la Deuda Rusa, “El Corralito” o la Convertibilidad en Argentina, y declinación constante del sistema, pasando por la crisis de las Industrias.com a inicios del presente milenio y la tercera, la “Gran Crisis del 2008” o la crisis de las hipotecas y la presente depresión de inicio del 2009 aún continúa con la crisis de la deuda europea en el 2010 y la recesión del 2015 - 2016.  Mal que les pese a keynesianos y ortodoxos, sólo desde el marxismo se puede explicar la actual situación y su perspectiva”. Fuente. C. Carcione, Anticapitalistas en Red. 

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LA ECONOMÍA MUNDIAL, INMERSA EN UNA VERDADERA GUERRA COMERCIAL.
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Rémi Grumel.

Viento Sur.

Rebelión lunes 30 de julio del 2018.

En la cumbre de la OTAN que tuvo lugar los días 11 y 12 de julio en Bruselas se palpaba la tensión entre Donald Trump y los jefes de Estado de los demás países miembros de la alianza militar. Al tiempo que aumenta los aranceles aduaneros, el presidente estadounidense quiere que sus socios incrementen su presupuesto militar.

Haciendo referencia al proyecto de gasoducto Nord Stream 2, que enlazará Rusia con Alemania a través del Báltico, Trump reprochó especialmente a Alemania que se halle en manos de Rusia. El gas ruso, en efecto, compite con el gas natural licuado que producen los grupos norteamericanos a partir del gas de esquisto y que intentan exportar. Esta es la expresión de la nueva política agresiva del imperialismo estadounidense, que desea conservar sus posiciones a fuerza de atizar graves tensiones políticas y comerciales.

Escalada de tensiones comerciales.

El 6 de julio, la administración norteamericana anunció la entrada en vigor de aranceles del 25 % sobre 818 productos de exportación chinos por un valor de 34.000 millones de dólares, muchos de ellos de alto contenido tecnológico como coches eléctricos, componentes aeronáuticos, robots industriales o discos duros de ordenadores 1/

El gobierno chino no dudó en responder inmediatamente con un nuevo arancel sobre 545 productos estadounidenses que suman el mismo valor. Se trata del episodio más significativo de una escalada de tensiones comerciales que había comenzado el 8 de marzo con el anuncio por parte de Trump de un arancel del 25 % sobre las importaciones de acero y otro del 10 % sobre las de aluminio.

Mientras que las empresas mexicanas, canadienses y europeas quedaron inicialmente exentas de este arancel, la exención fue suprimida el pasado 1 de junio, provocando las respectivas represalias arancelarias de la Unión Europea, así como una respuesta canadiense que abarca 200 productos estadounidenses, muchos de ellos seleccionados especialmente, ya que se fabrican en regiones que concentran franjas importantes del electorado de Trump. Finalmente, con el abandono, el pasado 8 de mayo, del acuerdo sobre el rearme nuclear iraní, EE UU amenaza con aplicar a partir de primeros de agosto sanciones económicas contra Irán. Esto supondría un ataque frontal contra las grandes multinacionales francesas (Total, Renault, PSA, Vinci, Sanofi) y alemanas (Volkswagen, Siemens, Daimler), que acaban de implantarse en el mercado iraní.

Contener el rápido desarrollo del capitalismo chino.

Esta guerra comercial bien podría generalizarse, y todo cambio proteccionista del ciclo económico actual frenaría fuertemente el crecimiento mundial. El aumento de los aranceles aduaneros en EE UU, que incrementarían los costes de producción y los precios, podría mermar a corto plazo los beneficios de las empresas, de los que dependen en gran medida las cotizaciones de las acciones, que a su vez podrían descender en caída libre y provocar un nuevo crac financiero. Debido a estos riesgos, y dado que la globalización del capitalismo ha llevado muy lejos la división internacional del trabajo, la defensa del libre cambio sigue siendo mayoritaria entre las clases dominantes de las grandes potencias.

No cabe duda de que la burguesía financiera estadounidense comparte el diagnóstico de Trump: las necesarias transferencias de tecnología en el marco de las cooperaciones industriales entre empresas chinas y estadounidenses permiten a los capitalistas chinos competir con EE UU en los mercados de exportación de productos de alto contenido tecnológico. En cambio, para este sector de la burguesía, el objetivo debería consistir en la apertura de los mercados chinos a las inversiones, más que la reducción del déficit comercial de EE UU. Apoyado por las franjas más nacionalistas y reaccionarias de la burocracia de Estado, Trump trata, por el contrario, de contener el rápido desarrollo del capitalismo chino, que comporta a la larga el declive de la dominación exclusiva del imperialismo estadounidense desde la caída de la Unión Soviética.

La época de la feliz globalización y del orden multilateral creado al término de la segunda guerra mundial es cosa del pasado. Sus instituciones, como la OMC, ya no son capaces de resolver los conflictos comerciales y las contradicciones actuales. El espacio del mercado mundial es actualmente un teatro demasiado confinado para que la competencia exacerbada entre los grandes monopolios se restrinja al plano económico, y esta última se traducirá muy probablemente en la próxima década en un aumento de las tensiones entre grandes potencias, que por otra parte están incrementando, todas, sus gastos militares.

Notas:

1/ Las multinacionales producen mercancías cuyos componentes cruzan varias fronteras antes de ser ensambladas y después transportadas al lugar de consumo.

Texto original en francés.

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domingo, 29 de julio de 2018

ARGENTINA. EL MISMO DE SIEMPRE. EL ACUERDO CON EL FMI.

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Diagnóstico. La actual crisis no es producto de una pesada herencia, sino que fue generada por las políticas de este Gobierno. Tampoco es una consecuencia de la crisis global porque Argentina es el país que más devaluó su moneda (un 50 por ciento en 2018). La crisis afectó, en particular, a los pocos países que tienen apertura irrestricta, dolarización de su deuda y alto déficit de cuenta corriente.  Las políticas monetarias y cambiarias han sido erráticas, generaron inflación y recesión, y han beneficiado solamente a los sectores altamente concentrados en perjuicio de las pymes, los asalariados y el resto de la sociedad.

El problema principal de Argentina, en cuanto a desequilibrios macroeconómicos causantes de la crisis, no es el déficit fiscal, que se agravó al reducir y eliminar impuestos y al liberar la liquidación de exportaciones, como sostiene el Gobierno. El nudo central de la crisis monetaria actual es el déficit de cuenta corriente y la fuga de capitales, resultado de múltiples medidas tomadas por el Gobierno desde el comienzo de su gestión, entre la cuales se destacan: a) la apertura importadora que destruye la economía real, la producción y el empleo, y b) la desregulación financiera, que generó una bicicleta especuladora, una deuda que se ha tornado insostenible y la apertura de cuenta de capital. 


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Christine Lagarde, directora gerente del FMI, y el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne.
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ARGENTINA. EL MISMO DE SIEMPRE. EL ACUERDO CON EL FMI.

DOCUMENTO DEL PLAN FÉNIX. El acuerdo con el FMI y una propuesta alternativa.

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Cash publica el texto completo elaborado por los economistas del Plan Fénix-UBA que advierte acerca de los costos económicos y sociales del acuerdo con el FMI. Analiza los antecedentes internacionales, la histórica relación con Argentina y el alcance del actual stand-by, para plantear la necesidad de transitar otro sendero. Explica que es una falacia el argumento de que se trata de un nuevo FMI, puesto que impone, como única receta, políticas de ajuste que deprimen las economías.

Por Plan Fénix. Facultad de Economía de la UBA.

Página/12 domingo 29 de julio del 2018.

El propósito de este documento es advertir sobre las implicancias del nuevo acuerdo entre el gobierno nacional y el Fondo Monetario Internacional. El Grupo Fénix sostiene que éste implica una grave claudicación de la soberanía nacional y la consolidación de un modelo de endeudamiento, ajuste y dependencia que agravan las condiciones existentes y constituyen un severo obstáculo para recuperar un modelo de desarrollo con equidad. 

Hoy, como en 2001, el Plan Fénix quiere ofrecerle a la sociedad una alternativa al modelo neoliberal económicamente inviable y socialmente injusto, ante las horas aciagas que vive nuestro país y nuestro pueblo. 

Antecedentes

El FMI fue creado en el acuerdo de Bretton Woods en 1944 para colaborar en la estabilización del capitalismo de posguerra, específicamente, en la regulación de los desequilibrios del sector externo de los países miembros.

Más allá de que para los países en desarrollo el FMI fue siempre sinónimo de ajuste y devaluación, luego de los años ‘70, el Fondo se alejó aún más de sus funciones específicas y se convirtió de facto en una suerte de interventor de las economías para implementar políticas neoliberales, como un virrey colonial del sector financiero internacional concentrado.

El Premio Nobel Joseph Stiglitz y numerosos economistas, aun aquellos que profesan la corriente ortodoxa de la economía, han criticado que el FMI aplique una receta única en todos los países sin atender las distintas estructuras económicas, contextos y particularidades nacionales.

En las Cartas de Intención del FMI con algunos países, estos incluso se obligan, entre otras acciones, a cerrar escuelas y universidades públicas, y a introducir reformas previsionales y laborales. Todas medidas que afectan el crecimiento de largo plazo y quitan derechos, afectando el desarrollo, la equidad y atentando gravemente contra la sustentabilidad política, económica y social de las naciones.

Ante la falacia del argumento de que se trata de un nuevo FMI, decimos que es el mismo de siempre y que impone, como única receta, políticas de ajuste que deprimen las economías en diversos países desarrollados y en desarrollo. Son testimonio de esto la experiencia de Argentina en los años ‘90 y los casos de Ucrania y Grecia, como así también, las fuertes protestas sociales por la implementación de similares recetas en Jordania y Haití.

Soberanía.

Argentina es país miembro del FMI desde el 19 de abril de 1956 y contrajo en ese año su primer crédito, iniciando un derrotero con muy malas experiencias a lo largo de 50 años. Los acuerdos con ese organismo limitaron la soberanía y generaron políticas de ajustes ineficientes y anti-populares. Nuestro país, junto con Brasil, recién en enero de 2006, pudo cancelar la deuda con el FMI y retomar el carácter soberano de sus políticas.

Sin la injerencia del FMI, fue posible desendeudarse realizando políticas anticíclicas para sostener el crecimiento durante la crisis global, recuperar los fondos previsionales y reformar la Carta Orgánica del BCRA para regular las finanzas y ponerlas al servicio de la economía real y no de la valorización financiera.
Hoy, Argentina vuelve al FMI luego de 12 años de prescindir de sus intervenciones y presiones.
Diagnóstico.

La actual crisis no es producto de una pesada herencia, sino que fue generada por las políticas de este Gobierno. Tampoco es una consecuencia de la crisis global porque Argentina es el país que más devaluó su moneda (un 50 por ciento en 2018). La crisis afectó, en particular, a los pocos países que tienen apertura irrestricta, dolarización de su deuda y alto déficit de cuenta corriente. 

Las políticas monetarias y cambiarias han sido erráticas, generaron inflación y recesión, y han beneficiado solamente a los sectores altamente concentrados en perjuicio de las pymes, los asalariados y el resto de la sociedad.

El problema principal de Argentina, en cuanto a desequilibrios macro-económicos causantes de la crisis, no es el déficit fiscal, que se agravó al reducir y eliminar impuestos y al liberar la liquidación de exportaciones, como sostiene el Gobierno.

El nudo central de la crisis monetaria actual es el déficit de cuenta corriente y la fuga de capitales, resultado de múltiples medidas tomadas por el Gobierno desde el comienzo de su gestión, entre la cuales se destacan: a) la apertura importadora que destruye la economía real, la producción y el empleo, y b) la desregulación financiera, que generó una bicicleta especuladora, una deuda que se ha tornado insostenible y la apertura de cuenta de capital. 


Consecuencias.

El texto de la Carta de Intención con el FMI revela un conjunto de objetivos sumamente negativos para el país y de muy difícil cumplimiento. 

Estos acuerdos llevan implícito para el Gobierno el renunciamiento a su independencia en la toma de decisiones y al uso de instrumentos de política necesarios para resolver efectivamente sus problemas.  

Las metas de recorte del gasto público ponen al sector público en una dinámica de creciente deterioro de sus capacidades para cumplir sus funciones básicas, aunque no se pone similar énfasis en reducir las erogaciones por servicios de deuda externa.

El stand by aceptado implica limitaciones en el uso de reservas y otros instrumentos de regulación cambiaria, y en el financiamiento del Banco Central al Tesoro. Estas rigideces quitan margen de maniobra para poder administrar las políticas económicas y tienden a agravar la crisis.

Entre las condicionalidades inaceptables está la venta de activos del Fondo de Garantías de Sustentabilidad, lo que desfinanciará el sistema previsional, además de buscar su privatización, empujando a la pobreza a los actuales y futuros jubilados.

En este sentido, el FMI consagra políticas que solo sirven al sistema financiero. Las recetas aplicadas y el acuerdo con el FMI no auguran salir de la crisis, sino solo profundizarla.

El acuerdo busca convertir al Banco Central en un organismo alejado de las necesidades del país. Se busca volver a un Banco Central sometido al poder financiero local y global, que solo se ocupe de la inflación y se desentienda del crecimiento, el empleo y la equidad social, lo que deriva en una depresión secular, como es el caso de la Unión Europea.

También se plantea limitar el financiamiento del Banco Central al Tesoro Nacional, lo que implica forzar un endeudamiento en el mercado y agravar el problema de la deuda pública.

De nada sirve un Banco Central si se hace más insolvente al Tesoro. Con esas políticas, el Banco Central no puede cumplir sus objetivos. Por lo contrario, debe coordinar con otros organismos y coadyuvar a objetivos múltiples de política económica.

Uno de los principales problemas es la falta de coordinación y consistencia de las políticas de Gobierno con el Banco Central, pero, a su vez, es muy coherente y consecuente con las políticas de saqueo, expoliación de nuestras riquezas y su fuga al exterior, y la concentración del ingreso.

El Banco Central no es un banco más. Es el emisor y no debe guiarse por criterios de empresas comerciales; hoy, sin embargo, se consagra como un Banco Central que no es independiente de sus regulados, o sea, del sistema financiero.

Con el objetivo de consolidar en el tiempo sus políticas, el Gobierno busca blindar al neoliberalismo y a los intereses de los sectores que hoy tienen a sus CEOs como colaboradores dilectos, dejando funcionarios cuestionados y vinculados al sistema financiero en un futuro gobierno del Banco Central, con la excusa de limitar las causales de remoción y de establecer mayorías especiales para la misma. De cumplirse estas intenciones, sería introducir un caballo de Troya en el país y, eventualmente, en un gobierno popular.

La libre flotación de la moneda en un país dolarizado genera más costo fiscal por el lado de la deuda. El fuerte crecimiento de la  deuda en dólares es altamente preocupante y acelera la inflación. Máxime habida cuenta de la indexación en dólares de las tarifas. El Gobierno ya ha conseguido el peligroso resultado de que los ratios de deuda en relación al PIB sean graves y pongan al país en zona de insustentabilidad por su riesgo crediticio.

En síntesis, el acuerdo con el FMI obligará a una drástica contracción económica que no servirá para resolver el problema clave del sector externo, pero que dañará la estructura productiva y social de nuestro país, además de debilitar las capacidades estatales y la soberanía nacional.

Propuestas.

Sostenemos que esta no es la única opción. Es tan solo la opción que ha buscado el Gobierno para profundizar un modelo de dependencia y concentración de la riqueza.

El Parlamento Nacional debe intervenir y evitar que se suscriban acuerdos lesivos al interés nacional, a la soberanía del país y que conlleven al empobrecimiento de nuestro pueblo.


Se requieren soluciones nacionales. Frenar la apertura financiera y aplicar controles de capital para detener la sangría de divisas para evitar el  endeudamiento y la fuga de capitales. Es imprescindible un racionamiento de divisas, priorizando el uso de las reservas para el desarrollo económico.

Se impone la necesidad de introducir tipos de cambio múltiples para fomentar un proceso de industrialización y de mayor densidad nacional, y desvincular los precios internos de los externos para evitar una alta inflación que afecte al salario real y a los bolsillos populares a expensas de rentas extraordinarias que refuercen la inequidad, el fomento de lo importado y la fuga de divisas. 

La  política económica requiere un giro de 180 grados. Es imprescindible un proyecto nacional que implemente un plan de corto, mediano y largo plazo cuyo eje sea el desarrollo y la equidad.

Se impone un rechazo del acuerdo y una gran movilización de todos los sectores de la sociedad, que contribuirá a evitar el avance del neoliberalismo y el deterioro de la soberanía nacional. La alternativa deberá surgir de la política para ofrecer una perspectiva de esperanza y progreso frente al escenario actual, que solo augura mayores penurias y sufrimientos colectivos.
* Cátedra Abierta de Plan Fénix, Facultad de Ciencias Económicas, UBA.
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