jueves, 30 de abril de 2020

PARA SER TRABAJADOR ES NECESARIO TENER TRABAJO, ¿UN DERECHO EN EXTINCIÓN?

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"Según la Organización Internacional del Trabajo, 3.300 millones de personas ya están siendo afectadas, de una u otra forma, por la crisis laboral. Mil 250 millones, es decir el 38% de la población activa mundial, se ubica en sectores que viven una grave caída de la producción, en particular el comercio al por menor, los servicios de alojamiento y comidas y las industrias manufactureras.
  
"En segundo nivel del impacto -más del 11 %- se encuentran las artes, entretenimientos, recreación, transporte, información y comunicación. Entre los sectores por el momento menos golpeados por el desempleo están la salud, educación, servicios públicos esenciales, administración pública y defensa, así como la agricultura y ganadería. En tanto la construcción, minería, seguros y actividades financieras están siendo medianamente afectadas a nivel mundial.

"La alarma suena con respecto a los trabajadores de la economía informal, que representan en su totalidad unos 2.000 millones de personas, la mayoría en países emergentes y en desarrollo de ingreso bajo y mediano. Con el agravante que, en general, carecen de protección básica, de cobertura de seguridad social, de atención médica y, en caso de enfermedad, de sustitución de ingresos".



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PARA SER TRABAJADOR ES NECESARIO TENER TRABAJO, ¿UN DERECHO EN EXTINCIÓN?
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Aram Aharonian |30/04/2020 | Opinión.

Rebelión jueves 30 de abril del 2020.


Este primero de mayo, trabajadores y militantes gremiales, populares, campesinos, indígenas y sindicales, estarán junto a los que menos tienen, garantizándoles al menos un plato de comida, con sus ollas populares y solidaridad, en medios de la crisis que se desnudó con la pandemia del COVID-19, pero que generaron las políticas de ajuste de los gobiernos neoliberales de la región.

Quizá esa sea la mejor forma de festejar o conmemorar el Día del Trabajador en ésta, la región más desigual del mundo, en momentos en que el trabajo escasea y amenaza con ser un derecho humano casi en extinción, abriendo enormes signos de interrogación en las grandes mayorías de nuestros pueblos.

No hay trabajo. No hay salud ni alimentación. Trapos rojos en las ciudades y villorrios colombianos dan cuenta del reclamo de solidaridad de la gente, excluida por el gobierno ultraderechista de Iván Duque, que grita “tenemos hambre”. Cientos de cajones y cadáveres abandonados en las calles de Guayaquil, cacerolazos en Ecuador, en Chile, en Brasil.  El reclamo es, quizá, el mismo de hace más de 15 décadas: pan, paz y trabajo.

Miles de peruanos recorren cientos de quilómetros por las carreteras principales del país, abandonando Lima y otras grandes ciudades donde hasta hace poco subsistían, para retornar a sus pueblos andinos en busca del sustento de la tierra que el Estado les niega.
 



Los mártires, el mundo de hoy y el que vendrá

En (casi) todo el mundo, cada primero de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador, en homenaje a los «Mártires de Chicago», así denominado un grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886 en Estados Unidos por realizar un reclamo por una jornada laboral de ocho horas.

En EEUU, sin embargo, se festeja el Día del Trabajo, el primer lunes de setiembre, en homenaje a los Caballeros del Trabajo y para que el pueblo olvidara las reivindicaciones de Chicago.

En nuestra región se abre una nueva fase de desarrollo de las relaciones de trabajo, en la cual el impacto del desempleo, el subempleo y el recorte salarial de amplios sectores, demanda nuevas soluciones económicas, sociales y legales, de previsiones inéditas. La pandemia mundial ha alterado tanto ese debate como el panorama histórico de los derechos laborales.
Los derechos laborales “clásicos”, nacidos prácticamente hace un siglo, han quedado rebasados en las actuales circunstancias latinoamericanas.

Veamos que nos dicen los estudios de los expertos. En lo que va del año, el 81 % de la fuerza de trabajo mundial –más de 2.700 millones de trabajadores/as— padece de desempleo total o parcial. De continuar esta tendencia, en el segundo semestre del año la reducción del empleo golpeará a 195 millones de trabajadores/as a tiempo completo, con una jornada laboral de 48 horas semanales.

Según la Organización Internacional del Trabajo, 3.300 millones de personas ya están siendo afectadas, de una u otra forma, por la crisis laboral. Mil 250 millones, es decir el 38% de la población activa mundial, se ubica en sectores que viven una grave caída de la producción, en particular el comercio al por menor, los servicios de alojamiento y comidas y las industrias manufactureras.

 En segundo nivel del impacto -más del 11 %- se encuentran las artes, entretenimientos, recreación, transporte, información y comunicación. Entre los sectores por el momento menos golpeados por el desempleo están la salud, educación, servicios públicos esenciales, administración pública y defensa, así como la agricultura y ganadería. En tanto la construcción, minería, seguros y actividades financieras están siendo medianamente afectadas a nivel mundial.

La alarma suena con respecto a los trabajadores de la economía informal, que representan en su totalidad unos 2.000 millones de personas, la mayoría en países emergentes y en desarrollo de ingreso bajo y mediano. Con el agravante que, en general, carecen de protección básica, de cobertura de seguridad social, de atención médica y, en caso de enfermedad, de sustitución de ingresos.

Regiones enteras, como Centroamérica o la América andina, dependen en gran medida de las actividades informales. Éstas tienen, también, una fuerte incidencia en las concentraciones urbanas latinoamericanas, desde Buenos Aires hasta la ciudad de México, pasando por Bogotá, Caracas, Lima o La Paz.

La industria de las telecomunicaciones, en manos de cinco trasnacionales, prospera gracias a la extracción de los datos personales y la venta de predicciones sobre los comportamientos de los usuarios de internet y redes sociales a quien pague por ellos. Las empresas (y los gobiernos) comprendieron que para que aumenten los beneficios (financieros y de manipulación del imaginario colectivo) se hacía necesario trata de modificar las conductas humanas a gran escala.

Hoy la mano de obra ya no está configurada por empleados que reciben un salario a cambio de su trabajo, sino por usuarios de aplicaciones y servicios gratuitos, satisfechos de adquirirlos a cambio de ceder sin consentimiento a varias empresas un registro de sus experiencias vitales.

Se calculaba, antes de la pandemia, que para 2030 se necesitarán más de 600 millones puestos laborales nuevos, solo para mantenerse a la par del crecimiento demográfico. Eso equivale a unos 40 millones de empleos por año.

Simultáneamente se hablaba de la necesidad de mejorar las condiciones de 780 millones de mujeres y hombres que trabajan, pero no ganan lo suficiente para salir de la pobreza de apenas dos dólares por día.

Este año y tras la pandemia (que no se sabe cuándo se detendrá), el Producto Interno Bruto de América Latina y el Caribe sufrirá una caída de 5,3% y el número de pobres crecerá 4,4% y pasaría de los 186 millones en 2019 a 214,7 millones, casi 29 millones más, según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

La tasa de desempleo en la región se ubicará en torno al 11,5 %, un aumento de 3,4 puntos porcentuales respecto al nivel de 2019 (8,1%), alcanzando a casi 38 millones de desempleados, 12 millones más que en 2019, mientras que la pobreza extrema alcanzará al 13,5 % de los latinoamericanos, con un incremento de 16 millones de personas.

Los efectos del covid-19 generarán la recesión más grande que ha sufrido la región desde 1914 y 1930. Se prevé un fuerte aumento del desempleo con efectos negativos en pobreza y desigualdad. Para la región es urgente acceder a recursos financieros, con base en un apoyo flexible de los organismos financieros multilaterales, acompañado de líneas de crédito a bajo costo, alivios del servicio de la deuda y eventuales condonaciones de la misma, añadió el organismo de Naciones Unidas.

Pandemia aparte, hay temas relacionados con el futuro del trabajo que afectan al presente y al futuro y en particular a los grupos más vulnerables, como las mujeres, los migrantes, las comunidades rurales y los pueblos indígenas.

En el largo listado está el impacto sobre el empleo, el trabajo y las condiciones laborales de las nuevas tecnologías. Pero también la reducción del volumen del empleo (desempleo tecnológico), el telempleo, el autoempleo, el emprendedurismo, la precarización tecnológica, el uberismo.

Quedaron en el tintero los debates sobre los movimientos sociales que agrupan a los excluidos (¿un fenómeno transitorio producto de la crisis capitalista?) y la relación con el sindicalismo; sobre la propuesta de la renta básica, sobre el desplazamiento de la regulación laboral a la comercial/civil.

O hacia actividades laborales sin regulación alguna, y sobre los desafíos para la organización y representación sindical ante los cambios del sistema de organización empresarial.

Como ha sucedido históricamente en el movimiento obrero, las opciones son adaptación o confrontación. Este Primero de Mayo, pandemia mediante, no habrá grandes manifestaciones, pero la lucha seguirá siendo la misma, la esperanza de un mundo nuevo, necesario, imprescindible, para todas y todos, es la bandera.

ARAM AHARONIAN: Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAEwww.estrategia.la) y susrysurtv.

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miércoles, 29 de abril de 2020

¿PUEDE LA IZQUIERDA GANAR UNA ELECCIÓN SIN PUEBLO ORGANIZADO?

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El Pueblo puede ganar procesos electorales en tiempos de Democracia Representativa.  “Desde arriba” ante una crisis general de carácter Político, pero NO dura 24 horas, ante la reacción de las fuerzas de la Derecha y el propio Poder Político (Económico, Jurídico, Militar, Religioso,) En 24 horas se produce un “Golpe de estado” e instala una Junta Militar - dictadura – persecución a la Izquierda, detenidos, presos, muertos, deportados, etc). Una ilusión política e irresponsabilidad política de parte de la Dirigencia de la izquierda. Ahora si el Triunfo se produce organizándose “desde abajo” el pueblo organizado – y si NO tienes un Programa de Gobierno, serio, responsable, producto de largas reuniones democráticas con las “bases” y las dirigencias de la Sociedad Civil – sindicatos, gremios, colectivos, Colegios Profesionales, Medios de Comunicación, Juventud, Campesinos, etc. Incluso, sí tenemos un “Programa de Gobierno” producto de una élite política y sus amigos – ejemplo en Perú Elecciones Generales del 2011, segunda Vuelta Electoral. El Programa de la Gran Transformación – producto de grandes y sacrificados esfuerzos de la Dirigencia, la Intelectualidad Militante y las dirigencias de base – con este Programa se ganó la primera Vuelta. Para las Elecciones de segunda vuelta o “El BALOTAJE”– con la finalidad de asegurar el “triunfo”, se tendieron puentes y “alianzas” políticas” a condición de “cambiar” – renunciar al “Programa de la Gran Transformación” y convertirlo en el Programa “conciliador “La Hoja de Ruta” cambio 180 grados. Al final 5 Años perdidos, 5 años traicionados a los grandes intereses y reivindicaciones del Pueblo Peruano.

Pero tenemos más ejemplos, caso de Brasil, Ecuador., Argentina, Uruguay – excepción Venezuela y Bolivia. Que después es víctima de un criminal “golpe de estado”. – gana la Izquierda, con organizaciones “desde abajo”, pero con Programa de Gobierno – se enfrenta a la derecha, lo derrota hasta dos veces – sin embargo ocurrió, algo trágico y lamentable, el Gobierno de Izquierda, NO ha sido capaz de construir un “Partido Político” con una Dirección Centralizada,  Liderazgo Democrático y Comunitario, Participación Activa de la Población en las grandes decisiones políticas, con la finalidad – en una oscura, desesperante, ilusa irrealidad, para los mequetrefes vividores de la seudo democracia – NO tocar, NO mover los intereses del ESTADO – - lo respetaron de manera absoluta, sabiendo que en esos tiempos políticos el Estado había sido reducido al mínimo, y “reinaba” el libre mercadoEL PODER DE PODERES – “no fue tocado ni con el pétalo de una flor”. al final desde PALACIO, el presidente y su “élite gobernante – en el menor de los casos - implementan “POLÍTICAS SOCIALES”, tiempo después reconocidas como exitosas, progresistas, a nivel mundial – solucionan la pobreza de grandes porcentajes de familias en pobreza y extrema pobreza, - significativos avances en los Derechos Sociales el Pueblo Educación, Salud, Pensiones, etcDerechos laborales de los Trabajadores, etc. QUE BUEN GOBIERNO de la IZQUIERDA DEMOCRÁTICA en América Latina, en el siglo XXI. Nuevos proceso Electorales- Argentina, Ecuador, Brasil, Uruguay, la “Nueva derecha político-empresarial, Argentina 2015 hasta sectores fascistas, Brasil 2018, hasta traidores y venenosos al servicio del imperio, Ecuador. Y Chile, lo peor de lo peor y últimamente Uruguay. LA TRAICIÓN ES MUY FUERTE, y abre heridas muy profundas en el Pueblo. El Pueblo sufre en directo y encima la “santa alianza” de poderes demuestran que durante el gobierno de la “Izquierda Democrática”, se ha producido una “verdadera Traición”, porque sus principales dirigentes – salvo excepciones muy valiosas – han sido verdaderos militantes NO de la “Revolución Democrática”, pero SÍ de la CORRUPCIÓN.

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¿PUEDE LA IZQUIERDA GANAR UNA ELECCIÓN SIN PUEBLO ORGANIZADO?
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Hugo Moldiz Mercado |29/04/2020| Opinión.

Rebelión miércoles 29 de abril del 2029.


¿De qué forma la izquierda tiene posibilidades de triunfar en las elecciones democrático representativas (burguesas)? ¿es una eficiente y efectiva estrategia electoral, al margen de la relación de fuerzas entre clases dominantes y clases subalternas, lo predominante, incluso único, para que una candidatura de izquierda sea capaz de seducir a un alto porcentaje de la población y coronarse como fórmula ganadora? ¿es una estrategia política general, con su correlato político-electoral, que construye “desde abajo” una relación de fuerzas favorable en la lucha social, para luego traducirla en votación mayor a la recibida por los candidatos de derecha, lo que conduce a una victoria político-electoral?

Es evidente que se puede reflexionar mucho respecto de cada una de las preguntas formuladas. Incluso, se pueden incorporar otras interrogantes en la misma dirección y volver el tema aún más complejo. Empero, con el riesgo de aparecer muy simple, ensayemos algunos criterios.

El primero es que las formas de hacer política electoral están en dependencia de la situación política general de la época. Hay una íntima relación entre las características políticas de un determinado período histórico general y las características de una coyuntura electoral específica. Una correcta estrategia electoral que haga abstracción de los rasgos políticos del período y la coyuntura, por muy seductora que se presente ante los ojos y oídos de la gente, no dará mecánicamente el resultado que se espera: el triunfo. Por el contrario, una estrategia electoral que se base en el pueblo convertido en fuerza social y con presencia territorial efectiva, será capaz de seducir y atraer a varias fracciones de la pequeña burguesía y a otros sectores atrasados del campo popular a inclinarse por un candidato de izquierda.

Segundo, es verdad que las condiciones y las herramientas existentes en esta segunda década del siglo XXI son distintas, incluso radicalmente distintas, de las condiciones y las herramientas que la izquierda desarrolló y utilizó para conquistar triunfos electorales, primero, e instalar gobiernos de su corte ideológico-político a fines del siglo XX y principios del siglo XXI, después. No hay duda que el papel de los medios de comunicación y las redes sociales –como aparatos ideológicos de Estado- tienen cada vez un mayor grado de influencia en la configuración de resultados electorales, pero si es o no predominante depende del tipo de formación social, del carácter de la confrontación clasista del momento y de la naturaleza de las estrategias políticas de los actores.

Pero ni el primer y segundo criterio (formas de participación electoral, de una parte, y condiciones y herramientas, de otra), modifican en el fondo el aspecto principal de la democracia representativa que, a partir del fetiche de “un ciudadano, un voto”, está estructurada, por lo general, para asegurar en el largo plazo la reproducción del tipo de Estado capitalista. Salvo una determinada autonomía relativa del Estado respecto de sus clases dominantes, en momentos de crisis general, la izquierda puede hacerse del gobierno, aunque previamente construyendo desde “abajo” una relación de fuerzas sociales y políticas favorables.

A partir de estas dos consideraciones es bueno apuntar que, por regla general, la izquierda ha resultado ganadora de competencias electorales cuando su estrategia electoral ha logrado asentarse o expresar la tendencia de disponibilidad social de las clases subalternas. Es decir, de construir y condensar a través suyo un estado de ánimo y subjetividad presentes de una mayoría social que está indispuesta, por diversas razones, con el gobierno de turno, y que se inclina por el cambio a través de una opción contestaría al estado actual de situación. Es cuando se hace que la crisis general o incluso la indisposición con el gobierno de turno se incline de lado de un proyecto popular. Es decir, no es solo los atributos del candidato lo que gana a la mayor parte de los electores sino, sobre todo, cuando ese candidato o partido sintetiza el “sentido común” de lo que la gente quiere y por lo que está peleando en ese momento.

Ahora bien, ese “sentido común” no surge espontáneamente, más aún cuando la mayor parte del sistema estatal (aparato represivo y aparatos ideológicos de Estado) están en contra de una candidatura de izquierda. Es más bien el resultado de una paciente y hábil construcción de relaciones de fuerza favorables al cambio. Para eso es necesario una dirección consiente. Es cuando, sin dejar las técnicas modernas de inducción al voto, se va articulando en un solo gran tejido, fuerte y vigoroso, los tejidos sociales fragmentados. Las opciones de derecha tienen en una campaña de marketing electoral, por lo demás siempre costosa, la forma predominante para ganar una elección, pues el conjunto de los aparatos de Estado (represivos e ideológicos) trabajan para su beneficio. Pero la izquierda, aún sea reformista, está obligada a encontrar, en la fuerza organizada del pueblo la fuente principal de su estrategia, su táctica y sus herramientas de triunfo. Es más, aún la izquierda obtuviera un triunfo electoral producto de un alto nivel de rechazo de la población a los partidos de la derecha, debido a una crisis generalizada sin precedentes (crisis ideológica de las clases y fracciones del bloque en el poder), su grado de estabilidad y las posibilidades de profundizar sus medidas gubernamentales serán muy limitadas para enfrentar los desafíos de mediano y largo plazo si no cuenta con el pueblo organizado como fuerza social.

¿Eso quiere decir que la izquierda debe abandonar el empleo de técnicas modernas, como las redes sociales, para encarar una competencia electoral? No, no significa eso. Las fuerzas progresistas y de izquierda la deben usar al máximo, pero deben estar convencidas y no llamarse al “autoengaño” de que su hipotética victoria se debió a otras causas más grandes. Solo los ingenuos o a los que desconocen las leyes de funcionamiento de la política son proclives a ser engañados por ciertos técnicos o asesores electorales de pacotilla que se arrogan la victoria de un candidato de izquierda. De hecho, una medición del nivel de impacto de la batalla en las redes sociales mostrará que las mayores beneficiadas son las alternativas de derecha. El trabajo territorial, el trabajo de base, para organizar al pueblo y disponerlo a una batalla victoriosa que se traducirá en voto nunca será sustituido por las formas de incidencia política “desde arriba”. Esas técnicas complementan, sí, pero no sustituyen a la conciencia y organización hecha fuerza material.

Para eso, quizá sea bueno diferenciar, como lo hiciera René Zavaleta, entre la democracia como una mera agregación de votos y la democracia como autodeterminación. La suma de votos en la democracia representativa puede dar el gobierno, pero no sentar las bases para la construcción de un poder distinto al existente. Eso implica que un triunfo dentro de la democracia representativa para la derecha está en su condición de posibilidad, pues no altera en nada las relaciones de poder vigentes. Pero para la izquierda es insuficiente, pues se supone que desea la construcción un poder distinto al capitalista. Para que la izquierda triunfe en elecciones de la democracia representativa, primero debe constituirse como dirección de la sociedad, y eso solo es posible cuando el pueblo se convierte en sujeto histórico que instala su “sentido común” como predominante ante los demás.

En síntesis, no es “desde arriba” que la izquierda gana las elecciones con el solo uso de las técnicas modernas de incidencia política, sino, sobre todo, con la capacidad de constituirse “desde abajo” como referencia política y como parte del sujeto histórico. La izquierda gana elecciones no por el solo carisma de un candidato, que es importante pero insuficiente, sino por el provecho que le arranca a ese espacio de democracia representativa, que no es el suyo, para construirse como poder (hegemonía traducida en práctica política) antes de ser gobierno. Esas son las lecciones de la historia y ese es el desafío de la hora presente.

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