sábado, 30 de abril de 2022

OFENSIVA ANTISINDICAL Y EXPOLIACIÓN LABORAL EN EE.UU. (I).

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El movimiento laboral en su conjunto está afectado, además, sobre todo en los últimos setenta y cinco, por la existencia de una extensa aristocracia obrera, altos grados de corrupción en algunas dirigencias sindicales y con una filosofía de colaboración plena obrero-patronal que, en muchos casos, deviene en sindicalismo amarillo. La mayoría de los sindicatos son enormemente vulnerables a la presión de los políticos. Al mismo tiempo, las décadas de 1950 y 1960 estuvieron marcadas por la complacencia entre muchos líderes y miembros sindicales. A cambio de garantías de disciplina industrial y estabilidad, muchos sindicatos ganaron aumentos salariales sustanciales con ajustes por costo de vida, pensiones y generosos beneficios de salud. Dispuestos a conformarse con un sistema de negociación privado y despolitizado. El sistema bipartidista capitalista estadounidense también ha manipulado a las mil maravillas a las masas obreras y acentuado los cismas culturales existentes en su seno. Varias de las aristas principales que históricamente han causado división en el movimiento obrero son consecuencia asimismo de esa pluralidad de formas de organizarse, de las cuales se derivan debilidades para defender derechos o lograr buenos contratos colectivos, diversas actitudes respecto a emprender o no el trabajo para organizar a los no afiliados, la inclusión o no los trabajadores temporales o de las minorías no blancas y, en general, hacia la solidaridad inter sindical.

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OFENSIVA ANTISINDICAL Y EXPOLIACIÓN LABORAL EN EE.UU. (I).

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Por Fernando M. García Bielsa | 30/04/2022 | EE.UU.

 

Fuente Rebelión sábado 30 de abril del 2022.

 

El movimiento sindical en Estados Unidos está bajo asedio, y lo ha estado con dureza en los últimos 50 años. No obstante, hay varios hechos recientes que muestran su vitalidad.

Durante dos siglos el sistema capitalista de una nación poderosa y en expansión ha dirigido buena parte de sus empeños a dividir a los trabajadores, abaratar la fuerza de trabajo y destruir a los sindicatos, el uso común de rompehuelgas, reprimir a sangre y fuego sus más combativas agrupaciones, cooptar y corromper muchas de sus esferas dirigentes y del sindicalismo amarrillo, y lograr incluso que una parte de ellos apoyaran las políticas imperiales. Por otro lado, el movimiento sindical raramente es considerado hoy como una voz de avanzada o como un aliado consistente de los movimientos sociales progresistas.

ESTADO ACTUAL GENERAL

El movimiento sindical en Estados Unidos está bajo asedio, y así lo ha estado con particular dureza en los últimos 50 años. No obstante, y ante múltiples obstáculos y desventajas, hay varios desarrollos y hechos recientes que muestran su vitalidad. Asimismo, el apoyo público a los sindicatos aumentó a un punto alto del 68% el año pasado, lo cual paradójicamente coincide con que la tasa real de afiliación a los sindicatos ha continuado su descenso de setenta años. Unos 165 millones de personas componen la fuerza laboral de ese país de más de 330 millones de habitantes. Casi dos tercios de ellos tienen algún grado de enseñanza superior básica. Del total de trabajadores estadounidenses solo algo más del 10% integra las filas sindicales, o sea, unos 16,3 millones de trabajadores


Pertenecen a un sinnúmero de organizaciones sindicales, muchas de base local o regional. Entre las distintas formas de organización están los sindicatos gremiales o por oficios, y los llamados sindicatos o uniones industriales o ramales. Varias decenas tienen alcance al largo del país. El Departamento de Trabajo identifica 30 que todavía tienen 100,000 miembros o más. Se destacan los sindicatos de la minería, del acero, de la industria del automóvil, los portuarios, de los trabajadores de las comunicaciones, la hermandad de camioneros y conexos, de la industria de maquinaria y aeroespacial; los trabajadores de la salud, los de empleados públicos, la asociación nacional de educadores, etc.,

Mientras que la patronal tiene la ventaja de tratar por separado dentro de una misma empresa con diversos gremios de oficios, por el contrario, los sindicatos industriales muchas veces participan en negociaciones de contratos que abarcan múltiples empleadores dentro de una rama de la economía o sector laboral.

Y en conjunto, alrededor de dos tercios de los trabajadores de entre 18 a 64 años de edad y cubiertos por un contrato sindical son mujeres y/o personas de color. O sea, el 42% son mujeres y más de un tercio son trabajadores negros, hispanos, asiáticos u otros no blancos. Las divisiones raciales profundas que afectan el país se manifiestan en el seno del movimiento obrero. Los trabajadores en Estados Unidos siempre han estado agrupados y estratificados según la raza, el origen étnico y el género, con los sectores no blancos ocupando los niveles inferiores de esa estructura jerárquica.

A finales de los años 70 los salarios de la clase obrera se desvincularon de la producción y se estancaron. Se estima que más de $47 millones de millones de dólares de los salarios de la clase media y trabajadora se han extraído del 90% inferior de los asalariados y se han redistribuido desde entonces al 1% de los estratos sociales de mayores ingresos. Durante la pandemia, los accionistas de 22 de las principales empresas estadounidenses se enriquecieron en $1,5 millones de millones de dólares, mientras que los trabajadores de esas empresas recibieron menos del 2 % de ese beneficio.


Unos 53 millones de trabajadores de entre 18 y 64 años son considerados como de bajos salarios. Casi la mitad de ellos se agrupan o corresponden con diez ocupaciones, tales como comercio al detalle, cocineros y preparación de alimentos, personal de limpieza y trabajadores de la construcción. Más de la mitad de todos los nuevos puestos de trabajo creados son en empleos de servicios con bajos sueldos. Por otra parte, según las estadísticas oficiales unos 6 millones se encontraban desempleados en febrero 2022. Son estadísticas que bastante esconden la realidad. Se consideran en esa condición solo aquellos quienes han estado activamente buscando trabajo durante las anteriores cuatro semanas. O sea, las cifras de desempleo generalmente reflejan tres o cuatro veces menos del número real de desocupados. El panorama de presenta más dramático cuando junto a lo anterior consideramos que hay millones de personas que trabajan a tiempo parcial, pero desearían contar con trabajos a tiempo completo, así como el hecho conocido de que la mayoría de los nuevos empleos que se crean pagan bajos salarios.

El seguro de desempleo de los Estados Unidos normalmente es una protección débil contra la adversidad: muchos trabajadores no están cubiertos. Para una mayoría la pérdida del empleo ocasiona también perder el derecho al seguro de salud. Estados Unidos es la única nación industrial avanzada que no tiene leyes nacionales que garanticen la licencia de maternidad paga. También es la única economía avanzada que no garantiza a los trabajadores vacaciones, pagadas o no, y el único país altamente desarrollado (aparte de Corea del Sur) que no garantiza días de enfermedad pagados.

A mediados de los años 50 los sindicatos eran relativamente poderosos y los salarios aumentaban a la par con la economía. Pero previo al comienzo del decenio de 1970 se había producido el fin del consenso de posguerra en las relaciones obrero-patronales, y además se imponían con fuerza la globalización y las políticas neoliberales. Se acelera la disminución de la membresía sindical: de un 35% hace 60 años a un 10% en la actualidad; y a un mero 6% en sindicatos del sector privado. Menos del 1% de los trabajadores agrícolas pertenecen a algún sindicato.


Desde la perspectiva de buena parte de la élite capitalista, nuevas circunstancias económicas y la afectación de sus tasas de ganancias exigían reajustes en los niveles de vida y acciones para limitar aún más el poder del movimiento obrero organizado. Los cambios en la economía – tales como la creciente competencia global, la movilidad y recolocación geográfica del capital, los cambios tecnológicos y la financiarización, la transición de la economía manufacturera a una economía de servicios y el aumento de la contrata de trabajadores temporales y contingentes -, han desempeñado un importante papel en debilitar el movimiento obrero, reducir en más de un tercio en la membresía sindical y han dado pie a tremendas desigualdades en el país.
Numerosos estudios han encontrado que una causa importante de esa creciente desigualdad de ingresos en Estados Unidos es el declive de los sindicatos. La única vez durante el siglo pasado en que la desigualdad de ingresos se redujo sustancialmente fue entre 1940 y 1970, cuando los sindicatos contaban con mayor poder y prominencia.

Por lo antes dicho y en lo que indicaremos en lo adelante se explica en parte el deterioro que ha sufrido el movimiento obrero organizado en ese país.

Contra el movimiento obrero y los trabajadores pesa el fardo de todo un entramado de más de cinco décadas de políticas neoliberales y antisindicales: restricciones de la intermediación sindical y en general de las organizaciones obreras; legalización de trabajos precarizados y descenso de los salarios públicos; marginación del mecanismo keynesiano de indexación de salarios ligado a la productividad; creciente sustitución de la productividad por la competitividad (como medidor de la efectividad de la dominación y explotación capitalistas en los procesos productivos).

Asimismo, en los últimos decenios se manifiestan o se agudizan varios factores y obstáculos para la organización de los trabajadores, así como medidas para reducir derechos adquiridos en décadas anteriores. Entre otros nos referimos a:

La desaparición de empleos por el traslado masivo de empresas y puestos de trabajo al exterior y debido al rápido avance de los procesos de automatización; reducción de la afiliación sindical y el correspondiente debilitamiento del poder de negociación colectiva y para defender a nivel político sus derechos; la prevalencia de débiles u hostiles leyes laborales, mientras que las agencias encargadas de hacer cumplir la legislación laboral se muestran incompetentes o ven recortados los recursos que se le asignan.

Barreras de diverso tipo para la formación o el accionar de los sindicatos, exclusión de acceso y hostilidad hacia los organizadores en muchos centros laborales; divisiones al seno del movimiento, una parte del cual todavía se organiza por gremios y por oficios –lo que fragmenta o impide la negociación colectiva-; donde no pocas dirigencias son cooptadas o se adscriben al concepto de identidad de intereses obrero-patronales.


Asignación de escasos recursos para nuevos esfuerzos organizativos por parte de muchos sindicatos; en contraste con los grandes recursos que las patronales dedican para influir en la política, sobre el Congreso y las legislaturas estaduales,

Repetidos dictámenes pro empresariales de la Corte Suprema y en todo el sistema judicial, incluyendo darles el derecho a la patronal de evadir el arbitraje en cortes cuando se violan derechos laborales en sus empresas, etcétera.

La ejecución de políticas neoliberales se hizo más evidente a partir de las administraciones de Nixon y Carter. Reagan recogió la copia demócrata de la agenda neoliberal y le sacó provecho, reemplazando la retórica del capitalismo con rostro humano por la verborrea arrogante y farisaica del individualismo acentuado, según la cual son la codicia y el interés propio los valores que hay que alimentar. El presidente Clinton acrecentó las políticas económicas neoliberales de los años de Reagan. Tampoco los presidentes Bush, Obama ni Trump se alejaron un ápice de las políticas neoliberales y anti obreras acostumbradas.

Asimismo, ha habido una disminución de los dispositivos de regulación laboral social recogidos en los estatutos del trabajo o desregulación social de los mercados laborales, que corre pareja a la flexibilización de las labores productivas.

La ley que rige la organización colectiva y la negociación entre los trabajadores tiene poco que ofrecer hoy día a quienes pretende proteger. Por varias razones, la ley actual ofrece pocas esperanzas de revertir la tendencia.

No obstante, según la Oficina de Estadísticas Laborales de los EE.UU., los estadounidenses que pertenecen a sindicatos en ese país ganan en promedio un 17 % más que sus colegas no sindicalizados, con una mediana de $1144 en ganancias semanales, en comparación con los $958 de los no sindicalizados. Tampoco son solo los salarios. Los sindicatos ofrecen aprendizaje y capacitación continua, una carrera sin deudas, una pensión, cierta seguridad en el lugar de trabajo y otras protecciones.


Por lo tanto, no sorprende que el interés por los sindicatos aumenta y la aprobación de los mismos sea la más alta desde 1965. Algunos legisladores han presentado proyectos de ley para empoderar a los trabajadores. Y, sin embargo, a pesar de este hecho, los estadounidenses no se están inscribiendo para unirse a los sindicatos a un ritmo apreciable. Todo lo contrario: menos estadounidenses que nunca pertenecen a sindicatos, Muchos en Estados Unidos los han considerado una institución moribunda.
El porcentaje de trabajadores estadounidenses que tienen lo que podría llamarse un trabajo seguro, que trabajan al menos 30 horas a la semana y ganan $40,000 al año con beneficios de salud y un horario predecible, es menos de uno de cada tres, y para personas sin título universitario es sólo uno de cada cinco.

Los ingresos hora promedio, luego de ajustados con la inflación, se han mantenido estáticos, mientras que el costo de la vida ha aumentado por sobre el crecimiento nominal de los salarios.

Un efecto en la reducción de los niveles salariales es producido por el considerable arribo de inmigrantes y mano de obra barata, la alta afluencia de mujeres al mercado de trabajo, las debilidades del movimiento sindical y otras causas. La economía generalmente se ha bifurcado en un mercado laboral que tiene trabajos relativamente mejor pagados y seguros en lo que llamaríamos industrias del conocimiento, que han tendido a experimentar expansión y crecimiento salarial, etc., y trabajos generalmente menos seguros en industrias en contracción o estancadas, donde es considerable el número de personas sin estudios de educación superior.


MUCHOS REVESES LUEGO DE UNA RICA HISTORIA DE LUCHAS OBRERAS.

Estados Unidos ha sido testigo de una muy temprana y copiosa historia de luchas de los obreros estadounidenses en condiciones muy adversas, miles de acciones combativas, sobre todo en el siglo XIX y primeras décadas del XX, o las llevadas a cabo posteriormente en condiciones del macartismo, de la guerra fría y de la globalización neoliberal, buena parte de las cuales no han sido reportadas por los medios de prensa.

La primera huelga que se registró en los EE. UU. tuvo lugar en 1768 cuando los jornaleros sastres protestaron por la reducción de su salario. Veintiséis años más tarde, en 1794, se formó The Federal Society of Journeymen Cordwainers, lo que marcó el comienzo de una labor sostenida de organización sindical entre los trabajadores estadounidenses.

Aun en la actualidad con un sindicalismo mermado, cada mes miles o decenas de miles van a la huelga sin que sea relejado en los medios.

Las reivindicaciones obtenidas y los avances logrados han sido significativos, como muchos han sido los reveses. No existe un récord completo de los congresos, huelgas, motines, acciones de todo tipo, organizadas o espontaneas, violentas y no violentas que tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX, en la medida que el país creía, y las ciudades devenían sobrepobladas y complejas, con malas condiciones de trabajo, condiciones de vida intolerables, con la economía en manos de banqueros, de especuladores, casatenientes, mercaderes, respaldados por jueces y militares.

Incluso, en determinadas encrucijadas se protagonizaron verdaderas batallas campales, como en el caso de los mineros y otros que, para defender sus reivindicaciones, han debido enfrentar, con armas e instrumentos de trabajo, a la guardia nacional y a todo el poder del Estado, no pocas veces pagando con sus vidas, cuando desde Washington enviaban tropas federales para controlar a los huelguistas, etc.

Es cierto que esas luchas, muy combativas en ciertas etapas, y el grado de conciencia obrera se han mantenido fundamentalmente en el plano de las demandas económicas y no han redundado en la conformación de un partido obrero, séase laborista o socialdemócrata de base obrera, ni el surgimiento propiamente de una conciencia política de clase. Las razones de eso son muy complejas.

Su desarrollo se había visto retrasado o desviado a raíz de distintas condiciones coyunturales, la existencia de fronteras internas abiertas en constante desplazamiento y con nuevas oportunidades, el continuo arribo de inmigrantes de distintos países, fragmentados por oficios y por las distintas lenguas que hablaban; vulnerables a su falta de status legal; y cuando ha existido la hegemonía internacional del capital estadounidense.

En la medida que el país se industrializaba la explotación de sucesivas oleadas de inmigrantes devino un factor crucial. Esas masas trabajadoras se formaron en un ambiente de vulnerabilidad y si acaso se organizaban lo hacían separadamente, en gremios, no solo por oficios, sino según sus idiomas o nacionalidades.

Paradójicamente, el país devenía marcado por la xenofobia, el temor al extranjero y las amenazas del pensamiento radical considerado de matriz europea, todo lo cual ha sido explotado con astucia por la clase burguesa. Esos temores eran alentados por la pluralidad étnica, la competencia entre distintos grupos de inmigrantes, la política patronal del divide y vencerás, y una profunda y casi obsesiva necesidad de los inmigrantes recién llegados de dar pruebas de su “americanismo”. En palabras de Howard Parson: “en el grado en que los norteamericanos no se han sentido seguros de su identidad nacional ellos han sido xenofóbicos”.
Repetidamente esas luchas se vieron afectadas por recelos y enfrentamientos entre trabajadores protestantes contra católicos, entre “nativistas” contra inmigrantes, etc. Nuevas y nuevas divisiones étnicas y raciales socavaban la unificación embrionaria de los trabajadores industriales sobre todo en el este del país. Por desgracia las esperanzas que incluso los clásicos del marxismo tuvieron de una transformación política cualitativa de la lucha de clases en Estados Unidos quedaron siempre frustradas.


Desde mediados del siglo XIX y aun antes y durante muchos decenios las agrupaciones obreras siempre fueron blanco de la actividad represiva, de leyes que prácticamente impiden el trabajo sindical organizativo y de un sistema judicial venal y pro corporativo. Ese es el país de las grandes huelgas del 1º de mayo de 1886 a lo largo del país y de los choques violentos subsiguientes y muertes en la plaza Haymarket de Chicago, de los que se derivó el juicio y ejecución de varios de los ocho mártires condenados. Es el país que electrocutó en 1927 a los obreros anarquistas de Boston, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, después de siete años de prisión y una campaña mundial en su defensa.

Los éxitos organizativos en la década del ´30 y la movilización en tiempo de guerra fortalecieron temporalmente la posición de los trabajadores, pero en 1947, a instancias del empresariado el Congreso aprobó la Ley Taft-Hartley, que estableció barreras para la formación de sindicatos, expandió las prorrogativas de los patronos y permitió a los estados de la Unión poner en vigencia provisiones de “derecho al trabajo” que excluyen la presencia sindical de los centros laborales.

El movimiento laboral en su conjunto está afectado, además, sobre todo en los últimos setenta y cinco, por la existencia de una extensa aristocracia obrera, altos grados de corrupción en algunas dirigencias sindicales y con una filosofía de colaboración plena obrero-patronal que, en muchos casos, deviene en sindicalismo amarillo. La mayoría de los sindicatos son enormemente vulnerables a la presión de los políticos.

Al mismo tiempo, las décadas de 1950 y 1960 estuvieron marcadas por la complacencia entre muchos líderes y miembros sindicales. A cambio de garantías de disciplina industrial y estabilidad, muchos sindicatos ganaron aumentos salariales sustanciales con ajustes por costo de vida, pensiones y generosos beneficios de salud. Dispuestos a conformarse con un sistema de negociación privado y despolitizado.

El sistema bipartidista capitalista estadounidense también ha manipulado a las mil maravillas a las masas obreras y acentuado los cismas culturales existentes en su seno.

Varias de las aristas principales que históricamente han causado división en el movimiento obrero son consecuencia asimismo de esa pluralidad de formas de organizarse, de las cuales se derivan debilidades para defender derechos o lograr buenos contratos colectivos, diversas actitudes respecto a emprender o no el trabajo para organizar a los no afiliados, la inclusión o no los trabajadores temporales o de las minorías no blancas y, en general, hacia la solidaridad inter sindical.

En el marco del auge económico de la post guerra los temas laborales habían sido institucionalizados, en parte sobre la base de la colaboración sindical durante el esfuerzo bélico, la fusión en 1955 del CIO (Congreso de Organizaciones Industriales) con la AFL (Federación Americana del Trabajo), y la depuración McCartista de los comunistas.

Todo ello, junto a un sofisticado aparato de represión, cooptación de dirigentes y división en sus filas dieron al traste con la mayor parte del movimiento sindical independiente y progresista, que acabó siendo marginado por el extendido concepto de la identidad de intereses entre el trabajo y el capital.

Se imponía mayoritariamente lo que algunos denominan sindicalismo empresarial, así como una perspectiva corporativista, como base ideológica y funcional de una estrategia de compromiso de clase con el empresariado mediante la cual los sindicatos proveían paz social a cambio de una porción del ‘pastel económico’.

En ese contexto fue que el movimiento obrero organizado cedió el control de sus fondos de pensiones que son administrados por entidades privadas, lo que es un hecho revelador de la naturaleza, la gravitación y el dominio que ejerce el sector financiero. Muchos de esos fondos de pensiones y aquellos donde se administran los ahorros de millones de trabajadores tanto del sector privado como público – una inmensa cifra de dinero – han terminado siendo invertidos en su casi totalidad en acciones de las corporaciones capitalistas, y son una fuente clave del capital financiero y de las operaciones en la bolsa de valores.

Como ya mencionamos, la ofensiva patronal y conservadora contra el movimiento obrero, principalmente a partir de los años 80 del pasado siglo, la globalización, la deslocalización de los puestos de trabajo, la automatización y un complejo de factores han llevado a la situación actual donde menos del 10% de los trabajadores están organizados en sindicatos. Pero aun así se abren horizontes y hoy día están produciendo desarrollos interesantes.
[Primera parte]

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viernes, 29 de abril de 2022

LA ONU CONCLUYÓ QUE LA OPERACIÓN LAVA JATO VIOLÓ LOS DERECHOS DE LULA. El Comité de Derechos Humanos consideró que el entonces juez Sergio Moro fue parcial. SOCIÓLOGO EMIR SADER. LULA EL FAVORITO.

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CIUDADANOS Y CIUDADANAS, AMIGOS Y AMIGAS, presento a todos ustedes 2 artículos publicados el día de hoy viernes 29 de abril. El primero en relación a la Resolución de la Organización de Naciones Unidas ONU, sobre el juicio y cárcel del cual fue víctima el Líder y ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, Lula, de una Triple alianza – para impedir du elección nacional ala presidencia el año del 2018. Esa triple alianza que en aquel momento denunciamos, era la extrema derecha golpista del Congreso que un año antes había Vacado a la presidente de la República, sin encontrar un solo acto de Corrupción, Dilma Rousseff, todo fue una emboscada político-judicial-periodístico (la extrema derecha corrupta del Congreso, las Corporaciones de la derecha de los medios de comunicación y un sector del Poder Judicial. Tiempos conde el Juez MORO se convirtió en el “juez estrella de la derecha latinoamericana. Este sujeto hoy debería estar preso, igual que un alto funcionario como Fiscal. El tiempo lo dirá para hacer Justicia.

El Segundo artículo, del reconocido Sociólogo, Dr en Ciencias Sociales EMIR SADER sobre el amplio favoritismo que hoy tiene en la Encuestas el candidato del Partido de los Trabajadores LUIZ INACIO LULA DA SILVA. LULA. En las elecciones del mes de octubre, frente al derechista y hoy presidente Jair Bolsonaro, una gran vergüenza para Brasil y América latina.

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LA ONU CONCLUYÓ QUE LA OPERACIÓN LAVA JATO VIOLÓ LOS DERECHOS DE LULA.

El Comité de Derechos Humanos consideró que el entonces juez Sergio Moro fue parcial

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"Es una victoria para cada brasileño que cree en el estado de derecho y en la democracia", dijo el exmandatario y candidato favorito para las elecciones de octubre. 

El Comité de Derechos Humanos de la ONU concluyó este jueves que se violó el derecho del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a ser juzgado por un tribunal imparcial en la operación anticorrupción Lava Jato. Lula dijo que esta decisión del organismo representa para él "un lavado de alma". 

El órgano de 18 expertos independientes, con sede en Ginebra, analizó una queja que había presentado la defensa del líder de izquierda de Brasil, quien fue presidente entre 2003 y 2010.

"El Comité considera que (...) los hechos ocurridos (...) demostraron que no se cumplía el elemento objetivo del requisito de imparcialidad", según la decisión, no vinculante.

Los expertos de la ONU concluyeron que también fueron atropellados los "derechos políticos" y a la "privacidad" de Lula, quien fue investigado en la operación anticorrupción Lava Jato a partir de 2016 debido a su supuesto involucramiento en dos casos de desvíos de fondos en la petrolera estatal Petrobras.

Es una victoria para cada brasileño que cree en el estado de derecho y la democracia. Jueces internacionales independientes e imparciales escucharon todas las pruebas y llegaron a la conclusión de que el juez Sergio Moro estaba completamente sesgado en mi contra", celebró Lula, en una nota enviada por su asesoría de comunicación. El candidato favorito habló luego en un acto político y dijo: "Hoy estoy feliz. Esta decisión de la ONU, para mí, fue un lavado de alma extraordinario". Sus declaraciones se dieron en el evento en el que el partido Rede Sustentabilidade anunció el apoyo a su postulación. 


El Comité de Derechos Humanos destacó que el entonces juez Sergio Moro, quien sometió a juicio a Lula en primera instancia, fue parcial en el trámite y que sus declaraciones y las de los fiscales violaron el derecho a la presunción de inocencia.

Moro, quien luego fue por 15 meses ministro de Justicia del presidente Jair Bolsonaro, condenó a nueve años de prisión a Lula en julio de 2017, y al año siguiente, la pena fue aumentada a 12 años por una corte de apelación. En abril de 2018 Lula comenzó a cumplir pena en una prisión en Curitiba (sur), donde estuvo 580 días, hasta noviembre de 2019.

Lula recuperó sus derechos políticos en marzo de 2021, cuando un juez del Supremo Tribunal Federal (STF) anuló las condenas por anticorrupción. Este año, el líder del Partido de los Trabajadores es candidato y lidera los sondeos para la elección de octubre, en la que buscará convertirse por tercera vez en presidente.

"Aunque el STF anulara la condena y la prisión de Lula en 2021, esas decisiones no fueron suficientemente oportunas y efectivas para evitar o reparar las violaciones", dijo Arif Bulkan, miembro del Comité.


"Decisión histórica"

"Es una decisión histórica. Una victoria no solo de Lula, sino de todos aquellos que creen en la democracia y en el Estado de derecho", dijo Cristiano Zanin Martins, abogado de Lula, en una conferencia de prensa este jueves.

Por su parte, Moro dijo en una nota enviada a la agencia AFP que todavía no había tenido acceso al informe de la ONU, pero destacó que Lula "fue condenado por corrupción en tres instancias" del Poder Judicial y que los procesos pasaron "por las manos de más de 9 jueces".

El Comité de la ONU instó a Brasil a asegurar que otros procedimientos criminales pendientes contra Lula cumplan las garantías a un "debido proceso legal" para prevenir "violaciones semejantes" en el futuro.

El Estado brasileño tiene la obligación de seguir la recomendación del colegiado en caso de que el organismo pida medidas de reparación para Lula. 

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SOCIÓLOGO EMIR SADER. LULA EL FAVORITO.

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Desde Río de Janeiro

Página/viernes 29 de abril del 2022.

Desde cualquier punto de vista que se mire, no hay duda: Lula da Silva es el favorito para ganar las elecciones presidenciales de octubre, en primera o en segunda vuelta.

¿Por qué Lula es un favorito y qué significa que lo sea?

Lula es favorito en las encuestas, en las que nunca baja del 40% de las preferencias. En las que no sólo tiene una ventaja razonable sobre Jair Bolsonaro, sino que también tiene un rechazo mucho menor que el actual presidente. 

Lula lidera los sondeos en San Pablo, Minas Gerais y Río de Janeiro, además de tener votaciones exponenciales en el nordeste: 62% en la primera vuelta en Bahía, 72% en Pernambuco y un promedio siempre superior al 60% en toda la región.

La oposición juega con la reactivación del antipetismo, (El Partido de los Trabajadores, fundado por Lula) que fue la consigna más fuerte de la derecha contra el PT, basada en acusaciones de corrupción, en los supuestos riesgos morales de una victoria de Lula, en la amenaza de reproducción aquí de regímenes demonizados como los de Venezuela, Cuba, Nicaragua. Además de las tradicionales advertencias sobre posibles situaciones de malestar social, movilizaciones populares para atacar objetivos institucionales y mediáticos.


La disputa, desde este punto de vista, sería entre antibolsonarismo y antipetismo. La situación se revirtió en contra de la derecha, cuando el antibolsonarismo pasó a ser mayor que el antipetismo.

Pero el mayor favoritismo de Lula no viene de estos aspectos, sino que viene de otra parte. En la campaña electoral Lula tendrá una actuación que lo lleve a ganar apoyo en todavía mayor escala, generando un abrumador movimiento de adhesiones.

El favoritismo de Lula vendrá principalmente de su campaña. En primer lugar, por el lenguaje de Lula, por su sensibilidad para hablar con todos los sectores de la población. Las caravanas por Brasil, en las que pude participar, fueron una confirmación de esta identidad plena, de este amor recíproco entre Lula y el pueblo.

Además, Lula tiene un discurso que recoge las preocupaciones de la gran masa de la poblaciónhambre, miseria, desempleo, trabajo precario, falta de derechos. Lula critica la catástrofe que es el gobierno de Bolsonaro, tanto para la masa de trabajadores como para el país, incluso en todo el mundo.

Con base en la actual situación desastrosa de los trabajadores, Lula recuerda cómo la vida de todos era mucho mejor cuando el PT gobernaba el país. Recuerda las razones de esto, ya que había trabajo para todos, ya que las desigualdades sociales y regionales habían disminuido drásticamente.

Lula refinó este discurso a través de cientos de encuentros con diferentes sectores de la población, desde los trabajadores sin tierra en sus campamentos, hasta los jóvenes de la periferia, con sindicatos, mujeres, movimientos negros. Lula difunde su discurso, preparando a la militancia de los movimientos sociales para la campaña.

La campaña de Lula tiende a convertirse en un tsunami, en unas concentraciones masivas tienden a multiplicarse, la llegada de Lula siempre será un gran acontecimiento en las ciudades y en todos los lugares a los que vaya.

Las adhesiones políticas ya son una realidad, mucho más que los partidos que las apoyan oficialmente. En el noreste, ese fenómeno ya es una realidad, trayendo a Lula el apoyo de políticos y candidatos de casi todos los partidos y corrientes.

¿Qué político no querrá agregar la imagen de Lula a su campaña? ¿Y cuál va a querer asociar su nombre con el del desgastado Bolsonaro y su gobierno?


En resumen, a lo largo de la campaña Lula tiende a crecer, elevando el apoyo que recibe a niveles que nunca ha tenido ningún candidato presidencial. La campaña debe ser el mayor evento de masas que haya conocido el país, consagrando a Lula como el único gran líder popular nacional de Brasil.

A medida que se consolida aún más la polarización entre los dos candidatos más fuertes, el voto útil tiende a favorecerlos cada vez más, extendiéndose la preferencia por Lula. Cuenta con sus votos históricos, con los que adhirieron a su discurso, con los que votarán por él para derrotar a Bolsonaro y con los que votarán como la opción más favorable para sacar al país de la peor crisis de su historia.

Quienes se preguntan cuándo iniciará Lula su campaña no se dan cuenta de que empezó hace mucho tiempo. Que esa es la campaña que hará Lula y que debe aumentar su favoritismo.

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jueves, 28 de abril de 2022

SHANGHAI Y LA CRISIS DEL SISTEMA DE EXTERNALIZACIÓN.

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El 19 de abril, cerca de 506 barcos portacontenedores gigantes, decenas de petroleros y un gran número de graneleros y barcos mineraleros esperaban su oportunidad de cargar o descargar en las aguas cercanas al puerto. Un mero síntoma de lo que estaba ocurriendo. Tras decretar el cierre parcial de la ciudad a finales de marzo y el cierre total el 15 de abril, los trabajadores de las principales macrofactorías y los trabajadores portuarios fueron confinados en sus centros de producción. Es decir, para varios millones de trabajadores la burbuja de confinamiento no es su hogar, sino su empresa, en la cual quedan anclados para que continúe la cadena de producción y exportación, muchas veces en condiciones de salubridad y vida cercanas a la esclavitud. Tesla corp. anunció que procedía a poner duchas y a garantizar tres comidas al día a sus trabajadores, lo que nos da un indicio de que no todas las factorías o instalaciones están cumpliendo con este “estándar” de humanidad. Aun así, el transporte terrestre no circula normalmente, por lo que las factorías de producción de gigantes como Apple, Xiaomi, Tesla y otros se han visto abocadas a paros parciales. Los barcos asumen incrementos de demoras de un 75%, días de retraso, lo que a su vez supone un aumento de los fletes, los seguros marítimos, los pagos por estadía en los muelles, las operaciones de estiba y el propio sostenimiento de las tripulaciones. Miles de contenedores refrigerados con productos perecederos o con químicos peligrosos se acumulan, constituyendo una amenaza creciente. Pese a todos los esfuerzos, el número de contenedores en espera es un 195% mayor que en el mes de febrero y la desviación a otros puertos no es solución, porque las fábricas están ahí, deseando verter en las bodegas sus excedentes. Ninguna flota de transporte terrestre puede compensar ese desplazamiento de volúmenes y ningún puerto cercano puede procesar la avalancha de demanda procedente de Shanghái.

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SHANGHAI Y LA CRISIS DEL SISTEMA DE EXTERNALIZACIÓN.

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El confinamiento de la macrourbe china paraliza su puerto, el mayor del mundo. Gigantes como Apple, Xiaomi y Tesla se han visto obligados a paros parciales.

 

Marina Echebarria Saénz,

Rebelión jueves 28 de abril del 2022.

Todos los días nos acercamos a nuestros comercios y al consumir, sin darnos cuenta, consumamos auténticas proezas. Raramente pensamos en la tecnología y en la planificación que implica que nuestras estanterías estén llenas de uvas de Chile, carne irlandesa, trigo ruso, lino africano o teléfonos made in China. Raramente nos detenemos a pensar que nuestro móvil utiliza metales procedentes de Zaire, Ruanda, Bolivia, Rusia…, que todos estos componentes han sido enviados en trenes y barcos a China, donde han sido ensamblados en macrofactorías y posteriormente embarcados a su vez y distribuidos por todo el planeta. Hemos normalizado vivir en ciudades que importan más del 94% de sus insumos desde más de 100 kilómetros de distancia y en las que la más mínima falla, unas estanterías vacías durante unos pocos días, se convierte en una ofensa a nuestro modo de vida, un síntoma de desorden y caos social. Exigimos (coléricamente) el abastecimiento continuo.


Desde hace poco más de un cuarto de siglo nos sostiene una compleja cadena de extracción, producción, logística y distribución. Una cadena que en realidad es una red, en la que se extraen materias primas de países africanos o latinoamericanos, se transforman en productos en las fábricas del mundo (China, India, Bangladesh, Corea…) y se distribuyen mayormente en el occidente europeo y norteamericano. Todo este entramado se sostiene por una hiperproducción en lugares claves como China, por mano de obra barata en países como Bangladesh, Vietnam, China, y por un tráfico marítimo que incrementa sus volúmenes exponencialmente cada año. El “milagro” económico se basa en el aprovechamiento de los costes más baratos en cualquier espacio del mundo y en una circulación continua de los recursos. Es por eso que en Europa hemos asistido al cierre progresivo de nuestras fábricas y a su traslado a países más económicos para las grandes corporaciones: la externalización. Somos rentistas financieros, países de servicios o productores sobrecualificados, pero ya no somos la Europa industrial del siglo XX. Ya tuve ocasión de reflexionar con ustedes sobre la llamada crisis de suministros, en realidad, los síntomas de que toda esta red comienza a llegar a sus límites y no puede prometer un crecimiento perpetuo. Es en este contexto en el que asistimos a los cuellos de botella o al fallo de los eslabones débiles del sistema, como el provocado por el cierre de Shanghái.


Lo habrán oído, el Gobierno chino ha cerrado la mayor parte de Shanghái por la expansión de la covid en la macrourbe. Hablamos de más de 26 millones de personas confinadas en lo que es uno de los núcleos centrales de la producción y logística de la cadena de suministros mundial. El cierre, lógicamente, ha afectado al puerto de Shanghái-Yangshan, el mayor del mundo: más de 24 kilómetros de instalaciones y muelles que dan entrada y salida a más de 52 millones de contenedores TEU cada año. Shanghái procesaba en febrero el 20% del tráfico mundial de contenedores cada día.

El 19 de abril, cerca de 506 barcos portacontenedores gigantes, decenas de petroleros y un gran número de graneleros y barcos mineraleros esperaban su oportunidad de cargar o descargar en las aguas cercanas al puerto. Un mero síntoma de lo que estaba ocurriendo. Tras decretar el cierre parcial de la ciudad a finales de marzo y el cierre total el 15 de abril, los trabajadores de las principales macrofactorías y los trabajadores portuarios fueron confinados en sus centros de producción. Es decir, para varios millones de trabajadores la burbuja de confinamiento no es su hogar, sino su empresa, en la cual quedan anclados para que continúe la cadena de producción y exportación, muchas veces en condiciones de salubridad y vida cercanas a la esclavitud. Tesla corp. anunció que procedía a poner duchas y a garantizar tres comidas al día a sus trabajadores, lo que nos da un indicio de que no todas las factorías o instalaciones están cumpliendo con este “estándar” de humanidad. Aun así, el transporte terrestre no circula normalmente, por lo que las factorías de producción de gigantes como Apple, Xiaomi, Tesla y otros se han visto abocadas a paros parciales. Los barcos asumen incrementos de demoras de un 75%, días de retraso, lo que a su vez supone un aumento de los fletes, los seguros marítimos, los pagos por estadía en los muelles, las operaciones de estiba y el propio sostenimiento de las tripulaciones. Miles de contenedores refrigerados con productos perecederos o con químicos peligrosos se acumulan, constituyendo una amenaza creciente. Pese a todos los esfuerzos, el número de contenedores en espera es un 195% mayor que en el mes de febrero y la desviación a otros puertos no es solución, porque las fábricas están ahí, deseando verter en las bodegas sus excedentes. Ninguna flota de transporte terrestre puede compensar ese desplazamiento de volúmenes y ningún puerto cercano puede procesar la avalancha de demanda procedente de Shanghái.



Ninguna flota terrestre puede compensar ese desplazamiento de volúmenes y ningún puerto cercano puede procesar la demanda procedente de Shanghái

Algún día nos llegarán los relatos de qué ha supuesto para los trabajadores de Shanghái este confinamiento. Qué precio humano ha tenido que sigamos recibiendo nuestros teléfonos y televisores. Pero, de momento, en los núcleos financieros de Occidente se hacen cuentas sobre lo que nos va a costar el cierre de Shanghái. Las agencias internacionales más prestigiosas ya nos explican que sólo la gran ciudad china podría aportar de un 1 a un 2% de inflación anual a la economía global. Lo que es más difícil saber es si alguien está haciendo cuentas sobre si el sistema de externalización es sostenible. Sobre si es razonable continuar concentrando la producción lejos de su destino, alargando las líneas de transporte, incrementando el volumen de los puertos hasta el infinito y dependiendo de unas líneas de suministro que, al final, son frágiles y pueden verse afectadas por circunstancias imprevisibles: un barco atascado en el canal de Suez, una epidemia en una ciudad, una guerra o una catástrofe natural, quizás. Nuestro ingenio para resolver de manera eficiente el problema de poner una manzana en su supermercado quizás debería comenzar a considerar con más humildad nuestros límites y pensar que la naturaleza está ahí para recordárnoslos. Mientras tanto, asistimos al espectáculo de un atasco en el mar de China.

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