lunes, 31 de enero de 2022

REPSOL EN LA ESCUELA: VERTER PRETÓLEO, LAVAR LA IMAGEN.

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ECOCIDIO. MOVILIZACIÓN SOCIAL EN PERÚ reclamando responsabilidades a REPSOL tras el vertido de petróleo en sus costas oficialmente son 10 mil 396 barriles el derrame del petróleo A pesar de que el monopolio de medios de El Comercio trató a toda costa de borrar de la información pública las siglas de la empresa responsable, la indignación no cesa, y un logo de Repsol teñido de chapapote se multiplica en todo tipo de canales de información no oficiales, clamando por justicia y responsabilidad a la petrolera española.  El desastre ecológico más devastador de las últimas décadas, es tan solo una expresión más de una larga lista de crímenes ambientales impunes en uno de los 10 países más megadiversos del mundo, y que no deja de evidenciar los impactos catastróficos de seguir manteniendo matrices energéticas de mirada cortoplacista basadas en combustibles fósiles. Casi 200 conflictos sociales (64% de ellos ambientales) registrados por la defensoría del pueblo dan cuento de la falta de legitimidad social que el extractivismo minero- petrolero genera en un país donde todo lo que está fuera de Lima constituye periferia para alimentar la voracidad de recursos de una megaurbe que aglutina más de 10 millones de personas. Decenas de organizaciones ambientalistas, recuerdan en redes y medios alternativos que, lo que hoy los pobladores de Lima viven con espanto, es el pan de cada día de miles de comunidades amazónicas, que en los últimos 25 años han sido receptoras de más del 50% de vertidos de hidrocarburos, lamentando la desigualdad, abandono y brecha de justicia social que viven. (Hoy develado más de 600 derrames petroleros desde 1997, y ningún gobierno ha hecho algo en la Amazonía peruana, mientras su deforestación avanza sin control. Para los sucesivos gobiernos neoliberales las poblaciones Originarias, son “Ciudadanos de tercera categoría”


Decenas de movilizaciones. EL domingo 23 de enero, Fridays for Future/ Viernes por el futuro Perú informaba sobre las decenas de movilizaciones convocadas a nivel nacional. En Lima colectivas se agruparon frente a la entrada de la refinería La Pampilla entonando arengas como: “Petrolera ecocida, enemiga de la vida. Gritamos por nuestros mares contra la industria asesina” El día previo, cientos de pescadores de Ancón tomaron las calles denunciando que más de 1.500 familias dedicadas a la pesca artesanal habían perdido sus medios de vida. En otra forma de movilización, la ciudadanía se dirigió a la Plaza de Armas, convocados por la propia Municipalidad de Lima, para donar su pelo —en un intento por aplicar un método artesanal con el que absorber petróleo— demostrando la precariedad con la que la población civil trata de hacer frente a los estragos del derrame.

En paralelo, como denuncia CooperAcción, fotografías de operadores de Repsol limpiando el crudo con escoba y recogedor, hacen añicos la imagen de súper empresas con tecnología punta, ocultando bajo la alfombra del optimismo tecnológico los gravísimos riesgos que conlleva la industria petrolera operando en el mar. La pintada Repsol mata en los muros del consulado español, empaña las declaraciones de la solidaridad de la Embajada española en un comunicado donde “lamenta los efectos del vertido” e insta a “aprender de ello para que no vuelva a ocurrir”. Pero lo que la sociedad peruana parece tener claro es que se necesita algo más que declaración de intenciones para hacer frente a lo que muchos califican ya de ecocidio.  La Plataforma de la Sociedad Civil peruana sobre empresas y derechos humanos señala que Repsol, pese a toda su publicidad sobre Responsabilidad Social, nunca “ha presentado su proceso de debida diligencia en materia de derechos humanos para identificar, mitigar y rendir cuentas de cómo abordará sus impactos” y reclama que el incumplimiento de sus obligaciones debería “dar lugar a sanciones administrativas, como multas, exclusión de la contratación pública, denegación de otorgamiento de medidas de apoyo público, y a acciones civiles o penales según corresponda”.

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REPSOL EN LA ESCUELA: VERTER PRETÓLEO, LAVAR LA IMAGEN.

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Por Sergio Castro Sánchez | 31/01/2022 | Ecología social

Fuentes Rebelión lunes 31 de enero del 2022.

 

Administraciones educativas y pedagogos expertos en innovación se han sumado a la cruzada de Repsol contra la verdad acerca de sus prácticas ecocidas y sus consecuencias.

La sistemática labor ecocida de Repsol está teniendo en estos días una difusión en los medios que, a buen seguro, no está gustando demasiado a los gerifaltes de la compañía. Y eso a pesar de que dicha difusión está contando con la “desinteresada” colaboración de algunos medios que, como El Mundo, siempre están dispuestos a defender los intereses patrios por encima de todo.

Sin embargo, ni el constante falseamiento de la realidad a través de la publicidad ni la manipulación informativa son suficientes para Repsol a la hora de lavar la imagen de una compañía que en 2009 ya fue nominada a los Climate Greenwash Awards, un “premio” otorgado a aquellas empresas que hacen de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) un mecanismo para lavar su imagen disfrazando sus verdaderas prácticas y sus consecuencias de compromiso con el medioambiente.

En este contexto, la escuela se ha convertido, desde hace años, en otro terreno de acción en el que Repsol, con la connivencia de las administraciones educativas y el colaboracionismo de ciertos pedagogos chic, desarrolla su labor de ocultamiento de la realidad depredadora de la trasnacional petrolera.

Proyectos Zinkers

El pasado noviembre, el profesorado del instituto donde trabajo recibía en su correo “corporativo” (de Gmail) una inquietante información que, es de suponer, llegó a las bandejas de entrada de todo el colectivo docente aragonés. En el texto correspondiente, un asesor de un centro de formación del profesorado de la región nos invitaba cordialmente a participar en unos “Talleres Digitales” organizados por la Fundación Repsol en colaboración con el Servicio de Innovación y Formación del Profesorado del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón. En dichos talleres se nos invitaba a “descubrir” cómo poner en práctica en “vuestra aula” los “Proyectos Zinkers para Primaria y para Secundaria, innovadores programas educativos sobre los retos de la energía, el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.

Movilización social en Perú, reclamando responsabilidades de Repsol, tras el vertido del petróleo y el conjunto de falsedades sobre el ecocidio en el mar peruano.

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Dichos proyectos no son nada nuevo. En realidad, Zinkers no es más que la ampliación de otro proyecto dirigido exclusivamente a secundaria (eWORLD) ofertado al profesorado hace dos años y que este mismo curso ha sido ampliado a Primaria. El asesor de formación autor del correo mostraba interés en señalar la razón de dicha ampliación: “durante los últimos años [eWORLD] ha tenido muy buena acogida en los centros de secundaria”.

La escuela se ha convertido en otro terreno de acción en el que Repsol desarrolla su labor de ocultamiento de la realidad depredadora de la trasnacional petrolera

La implicación de las diferentes administraciones educativas regionales en la difusión de dichos cursos y en darle “empaque” a los mismos queda clara. Así, en el caso de Aragón, la presentación de los mismos a finales del pasado noviembre estuvo a cargo del “equipo de Educación de Fundación Repsol”, convenientemente acompañado por la flor y nata de los y las especialistas en “innovación” educativa de la administración aragonesa: Gustavo Arce Fustero, Jefe de Servicio de Innovación y Formación del Profesorado del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón y Cristina Bohanna, asesora técnica de innovación educativa del Gobierno de Aragón.

Esta situación no se da únicamente en Aragón. Otros gobiernos regionales que, según aparece en la web del proyecto, estarían colaborando con Repsol serían los de Castilla y León, País Vasco, Cantabria, Extremadura o Castilla La Mancha.

Pedagogos on sale.

Espacios ajenos a las administraciones públicas como por ejemplo la web Educacion 3.0 forman parte de la red de difusión de la farsa petrolera (entre otras), publicando en su web varios artículos publicitarios tanto del proyecto eWORLD como de Zinkers.

En el artículo titulado “Zinkers: contenidos de energía y cambio climático para Primaria y Secundaria” podemos leer en sus primeras líneas:

“La energía, el cambio climático, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la calidad del aire, la movilidad sostenible, la economía circular… Estos son algunos de los temas que aborda el programa gratuito Fundación Repsol Zinkers” basado, añaden, “en el rigor y la neutralidad tecnológica para afrontar el reto de la transición energética”.

 La presentación del mismo está repleta de esa nueva jerga pedagógica que tanto parece gustar al emprendimiento pedagógico (“disciplinas STEAM”, “iniciativa blended learning”, gamificación…) así como la referencia continuada a la Agenda 2030. Un artículo anterior referido a eWORLD destaca en su entradilla:

“Con un aprendizaje dinámico y colaborativo, los alumnos de Secundaria mejoran en competencias clave y construyen un mundo más sostenible”.

El colaboracionismo ecocida cuenta, por supuesto, con renombrados pedagogos, en este caso con, entre otros, Chema Lázaro —co-creador del Proyecto eWORLD— y Javier Espinosa. Ambos, Premio Nacional de Educación. Ambos, trabajando hombro con hombro con “profesionales expertos de Repsol en el ámbito de energía, innovación y sostenibilidad”. La maraña pedagógica se completa con una serie de docentes nombrados “embajadores” de los proyectos que nos ayudan a comprender todas las ventajas del uso de los materiales proporcionados por Repsol.



Y como todo innovador proyecto educativo que se precie, cuenta además con la colaboración de una gran empresa tecnológica. En este caso, tanto Repsol como Microsoft y su plataforma Teams buscan “contribuir a concienciar a niños y jóvenes de la importancia de un uso eficiente de la energía y fomentar su espíritu crítico”. Una plataforma cuya versatilidad, dinamicidad y eficiencia, no nos dejan de recordar, encaja en perfectísima comunión con la viscosa pedagogía petrolera.

Grandes trasnacionales petroleras y tecnológicas en perfecta cópula (literalmente) contranatura con las administraciones educativas; docentes y pedagogos “estrella” cuya actitud sumisa no se sabe si es producto de la ignorancia, de la mediocridad o, sencillamente, de intereses crematísticos. Ese es el contexto en el que se mueve la escuela actualmente ante el reto de un posible colapso climático. No solo hay que mirar al cielo para descubrir la amenaza. Ésta se encuentra en nuestras subjetividades y en la manera en que el poder confabula para doblegarlas ante sus propios intereses.

Sergio de Castro Sánchez. Profesor de Filosofía y delegado sindical de CGT Enseñanza Aragón-La Rioja

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domingo, 30 de enero de 2022

MIGRANTES, EL VALOR DE LOS DESCARTABLES.

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¿Cómo consiguen trabajos los inmigrantes indocumentados? Como ya hemos comentado, los inmigrantes indocumentados se ven obligados a tomar puestos en trabajos mal remunerados. Algunos se ven obligados a tomar trabajos que no ofrecen ninguna movilidad socioeconómica, lo cual los pone a riesgo de depender para siempre de un trabajo de mucha labor y poco dinero. Otro método con el que los inmigrantes indocumentados obtienen trabajos es al usar la identidad de otra persona. De este modo, el número de seguro social son legítimos y son usados por otra persona diferente. En realidad, es relativamente fácil para obtener un trabajo siendo indocumentado. Esto nos lleva a enfocarnos en otros problemas: ¿cuáles son los lugares de trabajo que contratan inmigrantes indocumentados? Es bastante fácil de determinar qué sectores contratan gran número de extranjeros.

Como ya hemos visto, las compañías de construcción de todo tipo, jardinería, trabajo de campo, hoteles, carnicerías y restaurantes son por lo general grandes empleadores de extranjeros ilegales.

El formulario I-9 y los trabajos para los inmigrantes indocumentados

El formulario I-9 o la Verificación de Elegibilidad de Empleo, impide a los empleadores contratar a extranjeros indocumentados.

Esto significa que los inmigrantes indocumentados trabajan en:

Compañías que no les importa cumplir con el I-9

Compañías que saben que los documentos son falsos, pero nos les importa

Compañías que no saben que los documentos son falsos

Aunque no existe cifra oficial de la cantidad de inmigrantes que trabajan con papeles falsos, el gobierno de Estados Unidos ha incrementado la presión para que las compañías verifiquen la elegibilidad de todo aplicante usando un programa como E-verify.

E-verify es un programa federal que, en lugar de simplificar el proceso de encontrar un empleo, alarga el tiempo de espera mediante un proceso burocrático. Esta es una de las razones por la que algunos empleadores no les gusta este programa.

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MIGRANTES, EL VALOR DE LOS DESCARTABLES.

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Los migrantes al llegar a su destino, realizan un trabajo que adquiere un enorme valor. Para los empleadores representan una mano de obra barata, que acepta trabajos rechazados por los trabajadores documentados. El no cubrirles sus derechos laborales es una de las bases de la competitividad de ciertos sectores de la economía. 

 

Víctor M. Quintana S. 28/01/2022| Opinión.

Fuente ALAI domingo 30 de enero del 2022.

 

Un día sí y otro también las personas migrantes pierden la vida o desaparecen en circunstancias como las del tráiler de la muerte en que fallecieron 56 de ellas en Chiapas, o como los 15 migrantes, desaparecidos en el desierto de Chihuahua. Son parte de esa realidad mundial que el Papa Francisco llama los descartables. 

Se trata de grupos, de masas enteras que el capitalismo y/o los gobiernos de sus países de origen consideran como prescindibles, que ya ni se integran el famoso “ejército industrial de reserva”, que torna más rentable la economía capitalista; ni son masas de maniobra o bases de apoyo del sistema político y, ni siquiera son considerados como posibles reclutas de esa otra forma de capitalismo: el delincuencial. 

Son personas que toman la decisión de emigrar, muchas veces obligadas por la disyuntiva: la muerte o la salida. Pero, el sólo hecho de decidir emigrar, hace que quienes eran descartados por todos los sistemas, incluso el criminal, de pronto sean considerados como generadores de valor para otros, en primer lugar, para los cárteles de tráfico de migrantes, trata de personas.  

Comienza así, a generarse un impresionante excedente económico, que proviene de los ahorros de los más pobres, de los sacrificios de años, para tener con qué migrar a la que consideren la tierra prometida. Con él se paga a los “polleros”, a los falsificadores de documentos, a los transportistas clandestinos- como el del trágico tráiler- a los propietarios de las casas de seguridad, a quienes arriendan míseros espacios a precio de oro y a quienes ofrecen un mínimo de alimentos y bebidas. Es todo un sector de la economía criminal, conformado por nodos, redes, flujos de dinero y de personas, todo tratado como cosas, apretadas en los contenedores de los tráileres. Si en la fábrica la fuerza de trabajo se reduce a la condición de mercancía: aquí la persona migrante, con sus dolores, horrores, ilusiones y nostalgias es también reducida a la misma condición. 



Esta economía informal criminal no es paralela a la economía legal formal, ni a las instituciones, por más que se quiera ocultarlo. Interactúa con ellas de forma continua: corrompe agentes de policía y de migración; utiliza redes de transporte; emplea las instituciones bancarias y las tiendas de conveniencia para sus manejos monetarios, etc. Un buen trabajo de inteligencia que siga los flujos del dinero y de la logística puede develar todo el entramado delictivo que la soporta y revelar a sus beneficiarios y cómplices en todas las esferas. 

Cuando, tras muchas dificultades, los migrantes logran llegar a su destino, su trabajo adquiere un enorme valor. En primer lugar, para los empleadores en los Estados Unidos, pues representan una mano de obra barata, muy diligente, disciplinada, muy productiva, que acepta trabajos rechazados por los trabajadores documentados. El no cubrirles sus derechos laborales es una de las bases de la competitividad de ciertos sectores de la economía norteamericana, sobre todo en la agroindustria.  

En segundo lugar, el trabajo de estos descartables, cuyos derechos no son cumplidos en la mayoría de los casos, representa una enorme contribución a las economías de sus países de origen en lo macro, y al bienestar de sus familias y de sus comunidades en lo micro. 

En México, lo acaba de reconocer el presidente López Obrador, “nuestros héroes” no se hicieron un lado en tiempos de pandemia, por el contrario, incrementaron sus remesas. Así, informó, el presidente, se estima que el 2021 la cifra de remesas de mexicanos en el exterior llegó a 51 mil 634 millones de dólares, un 27% más que en 2020, la cifra más alta de que se tenga registro. Equivale a un billón 200 mil pesos, casi el triple de los programas sociales del Gobierno Federal. Benefician a 10 millones de familias de escasos recursos. En este sentido, son el gran programa social hecho por trabajo del pueblo para el bienestar del pueblo.


Migración ilegal y remesas hacia América Latina y el Caribe.

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A nivel planetario, los migrantes, los descartables, pesan muy fuerte en la economía de varios países. A pesar de que se preveía que, por la pandemia, los flujos de remesas se reducirían en 2020, el Banco Mundial tuvo que ajustar sus cifras. De un 20% que calculaba se reducirían se ajustó a un 7.2% y luego a sólo un 1.6%, para llegar a 540 mil millones de dólares. Aun así, superaron la suma de las inversiones extranjeras directas, y la ayuda al desarrollo en el extranjero. Los cinco principales países receptores son: la India, China, México, Filipinas y Egipto. Según el Migration Data Portal.Org  

Esta perversa dialéctica exclusión-inclusión que el sistema capitalista (criminal y no tan criminal) ejerce sobre las personas migrantes, es lo que posibilita lucrar con ellos, con el sufrimiento de sus familias, y facilita la reproducción de la injusticia y el lucro hechos sistema. Solo reconociendo la Ciudadanía Universal de las y los migrantes, como dicen la Iglesia Latinoamericana, se harán efectivos todos sus derechos en todas partes y se reconocerá su aporte. Si esto lo permitiría el capitalismo global, está por verse. 

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sábado, 29 de enero de 2022

REPSOL EN PERÚ: CRÍMENES ECOLÓGICOS EN LA “RECONSTRUCCIÓN” DEL CAPITALISMO ESPAÑOL.

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"Hace 16 años, buena parte de los dirigentes políticos y comunitarios más significados de la región habían sido judicializados por el Estado colombiano y estaban en la cárcel. Varios líderes sociales fueron asesinados por la brigada del ejército encargada de custodiar las instalaciones petroleras. Bajo el mandato del presidente Álvaro Uribe, coincidiendo con la entrada de Repsol en Arauca, el departamento registró los índices de violencia política más altos de todo el país. En ese contexto, asociada con la estatal Ecopetrol y con la transnacional estadounidense Oxy, operaba la multinacional de matriz española. En ese contexto sigue operando a día de hoy.

"En el caso de Repsol, pudimos comprobar la coincidencia espacial y temporal de los intereses de la multinacional española con la arremetida de los paramilitares, el ejército y la policía contra las organizaciones sociales de la región

"Casi nunca se han podido demostrar los nexos de las transnacionales extractivas con los grupos armados al margen de la ley ni con las fuerzas públicas de seguridad. Solo las disputas por el control territorial permitieron aflorar estas relaciones en otros casos, como los de BP o Drummond. Lo que sí pudimos comprobar, en el caso de Repsol, fue la coincidencia espacial y temporal de los intereses de la multinacional española con la arremetida de los paramilitares, el ejército y la policía contra las organizaciones sociales de la región. De manera análoga a lo que ocurría —y sigue ocurriendo en el resto del país, los grupos armados legales o ilegales limpiaban la zona de opositores antes de que las compañías extractivas comenzaran con sus operaciones".

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Fuentes: El salto [Imagen: Playa Cavero ha sido una de las zonas más afectadas por el derrame ocasionado por Repsol durante el transporte de crudo desde la refinería La Pampilla al buque italiano Mare Duricum | Foto: Ramón P. Yelo]

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REPSOL EN PERÚ: CRÍMENES ECOLÓGICOS EN LA “RECONSTRUCCIÓN” DEL CAPITALISMO ESPAÑOL.

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Por Pedro Ramiro, Juan Hernández Zubizarreta y Erika González |01/29/2022| Ecología Social.

Fuentes. Rebelión sábado 29 de enero del 2022.

Si la “reconstrucción” del capitalismo español se articula sobre la noción de diligencia debida y no se confrontan los intereses de las grandes empresas y fondos de inversión, seguirán sucediéndose casos como los de Repsol en Perú, El Corte Inglés y Mango en Bangladesh, Inditex en Marruecos o ACS en Guatemala.

Transición energética sin tocar a las eléctricas, movilidad sostenible sin tocar a las automovilísticas, rehabilitación de viviendas sin tocar a las constructoras, regulación de alquileres sin tocar al capital financiero, alimentación saludable sin tocar a las industrias cárnicas, nueva estrategia de acción exterior sin tocar a “nuestras empresas”. Los grandes empresarios respiran tranquilos, la patronal respalda al gobierno, las fuerzas de seguridad reprimen en ciudades y fronteras, la transición ecológica se queda en un greenwashing de saldo, las corporaciones y fondos de inversión transnacionales reactivan sus negocios y se disponen a recibir los dividendos de otro ciclo corto de crecimiento y acumulación.

Las propuestas para la “recuperación económica” nos teletransportan tres décadas atrás: más ladrillo, más turistas, más internacionalización empresarial. El Estado operando como garante del rescate permanente de las grandes compañías y bancos. Las multinacionales abanderando la “transformación y resiliencia” de la economía española para embolsarse los fondos europeos y huir hacia adelante. La especialización clásica del Spanish model tratando de resurgir con una mano de barniz verde y digital.

No hay capa de pintura, aun así, que pueda tapar la forma de operar habitual de las compañías que lideran la España-marca. Sus impactos socioecológicos nos retrotraen también a hace veinte años. En realidad, nunca han dejado de estar ahí: vertidos de hidrocarburos, contaminación de aguas y tierras, desplazamiento forzado de comunidades locales y pueblos indígenas, criminalización y hostigamiento de líderes socialesEl derrame de Repsol en Perú es el penúltimo ejemplo de que la responsabilidad social corporativa y la diligencia debida son conceptos que están muy bien para rellenar cientos de papers y seminarios, además de para dar color a las memorias anuales de las grandes empresas, pero no valen de nada para cambiar mínimamente su modus operandi.

De Colombia a Perú

En 2006 hicimos una investigación sobre los impactos de Repsol en Colombia. Para ello, las organizaciones sociales de Arauca, el departamento fronterizo con Venezuela en el que la petrolera tenía sus mayores campos, nos alojaron durante un mes en su sede en Saravena. Allí se refugiaban decenas de líderes sociales amenazados y desplazados de sus comunidades por la arremetida de la ofensiva entre paramilitares, ejército y grupos insurgentes. La semana pasada, la explosión de un coche bomba destruyó la sede.

Hace 16 años, buena parte de los dirigentes políticos y comunitarios más significados de la región habían sido judicializados por el Estado colombiano y estaban en la cárcel. Varios líderes sociales fueron asesinados por la brigada del ejército encargada de custodiar las instalaciones petroleras. Bajo el mandato del presidente Álvaro Uribe, coincidiendo con la entrada de Repsol en Arauca, el departamento registró los índices de violencia política más altos de todo el país. En ese contexto, asociada con la estatal Ecopetrol y con la transnacional estadounidense Oxy, operaba la multinacional de matriz española. En ese contexto sigue operando a día de hoy.



En el caso de Repsol, pudimos comprobar la coincidencia espacial y temporal de los intereses de la multinacional española con la arremetida de los paramilitares, el ejército y la policía contra las organizaciones sociales de la región

Casi nunca se han podido demostrar los nexos de las transnacionales extractivas con los grupos armados al margen de la ley ni con las fuerzas públicas de seguridad. Solo las disputas por el control territorial permitieron aflorar estas relaciones en otros casos, como los de BP o Drummond. Lo que sí pudimos comprobar, en el caso de Repsol, fue la coincidencia espacial y temporal de los intereses de la multinacional española con la arremetida de los paramilitares, el ejército y la policía contra las organizaciones sociales de la región. De manera análoga a lo que ocurría —y sigue ocurriendo— en el resto del país, los grupos armados legales o ilegales limpiaban la zona de opositores antes de que las compañías extractivas comenzaran con sus operaciones.

En los años 2006, 2008 y 2010, en tres audiencias celebradas sucesivamente en Viena, Lima y Madrid, Repsol fue denunciada ante el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP). Además de por sus impactos en Colombia, la transnacional fue acusada de operar en 17 resguardos indígenas en Bolivia, de contaminar el territorio mapuche en Argentina y el huaorani en Ecuador, de extender el proyecto gasífero de Camisea sobre cuatro áreas protegidas en Perú. En América Latina, los impactos ambientales de Repsol y las demás corporaciones minero-energéticas van desde las secuelas que han dejado los megaproyectos hidroeléctricos hasta los efectos del extractivismo en áreas de gran biodiversidad. En muchos de estos ecosistemas habitan diferentes pueblos indígenas que se ven afectados por la apropiación de sus medios de producción ancestral, la destrucción de zonas de elevado valor social y espiritual, la discriminación racial y cultural, el desplazamiento forzado de sus territorios.

Todos estos casos, puede leerse en la sentencia final del TPP,

“deben ser considerados no aisladamente en su significación individual, sino como expresión de un muy amplio espectro de violaciones y responsabilidades que, por el carácter sistemático de las prácticas correspondientes, configuran una situación que ilustra con claridad el verdadero papel tanto de las transnacionales europeas, como de la UE y sus Estados miembros”.

De las desinversiones al apoyo estatal

Tras la expropiación hace diez años de YPF, cuya adquisición a finales de los 90 llegó a convertir a Repsol en la mayor transnacional petrolera de América Latina, la multinacional española logró remontar el vuelo gracias a la combinación de una serie de factores: reducción de plantilla, fomento de la subcontratación, devaluación salarial y revisión a la baja de las condiciones laborales, desinversiones y ventas de activos, aumento de la presencia en paraísos fiscales, reordenación de negocios a nivel global. Lo mismo que hicieron en la pasada década, al fin y al cabo, el resto de las grandes empresas que lideran el capitalismo español.

Según su plan estratégico, Repsol pretende pasar de desarrollar operaciones en 26 países en 2020 a concentrarse en 14 un lustro después. La compañía se está adaptando a la transición energética —que, como suele decir Andreu Escrivà, se confunde interesadamente con la transición ecológica— y ha consolidado su entrada en el mercado eléctrico español. Para las grandes del Ibex-35, las desinversiones han sido fundamentales para sortear un contexto político-económico poco favorable para sus intereses; dicho de otro modo, les han servido para hacer caja, reducir deuda y rebajar costes. En buena parte de los países donde tuvieron fuertes conflictos sociales o ambientales, las multinacionales españolas terminaron por vender sus filiales. A finales del año pasado, Repsol vendió todos sus activos en Ecuador.

Después del crash de 2008, Repsol y otras 14 compañías españolas se aseguraron compras de deuda por un valor de más de 10.000 millones de euros

Pero no habría habido ninguna “recuperación” sin el apoyo de las instituciones estatales. El Estado, que siempre se ha constituido como el soporte político-económico fundamental para la expansión global de las grandes corporaciones, se ha vuelto ahora todavía más esencial para impedir las quiebras empresariales y hacer rentables las inversiones que demanda la nueva ola de “capitalismo verde”. Después del crash de 2008, la recuperación de los beneficios empresariales se articuló en base a tres pilares: la reactivación del ciclo inmobiliario-financiero, la potenciación de la llegada de turistas internacionales y el aprovechamiento de los réditos de la internacionalización acometida en las dos décadas anteriores. Sin olvidar que también fueron esenciales las inyecciones de liquidez por parte del Banco Central Europeo: Repsol y otras 14 compañías españolas se aseguraron compras de deuda por un valor de más de 10.000 millones de euros.

Durante la pandemia, y en el marco de la reconstrucción que se viene, el instrumento central para el sostenimiento de los dividendos empresariales ha sido el Estado. Avales del ICO a créditos bancarios, compras de pagarés empresariales, entrada en el accionariado de empresas estratégicas a través de la SEPI, más adquisiciones de deuda por parte del BCE, subvención de costes laborales con los ERTE, activación de nuevos nichos de negocio con el programa Next Generation. Repsol pretende movilizar 6.000 millones de euros, sobre todo con la burbuja del hidrógeno, gracias a los fondos europeos.

El Estado ha asumido un riesgo superior a 13.000 millones de euros por los negocios privados de empresas como Repsol, Abengoa, Elecnor y Técnicas Reunidas; y bancos como Santander y BBVA

Repsol en Perú. Crímenes Ecológicos, en la "Reconstrucción" del capitalismo español.

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Los créditos bancarios concedidos a Repsol para las obras de ampliación de la refinería La Pampilla, origen del vertido de estos días en Perú, han sido asegurados por la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (CESCE). Esta entidad público-privada, que cuenta con participación mayoritaria del Estado español en su accionariado, se dedica a responder por los riesgos de la expansión internacional de los negocios de las grandes empresas españolas. A través de los distintos tipos de seguros que han contratado las grandes corporaciones con CESCE, el Estado ha asumido un riesgo superior a 13.000 millones de euros por los negocios privados de empresas como Repsol, Abengoa, Elecnor y Técnicas Reunidas; y bancos como Santander y BBVA.

Cada vez que las multinacionales españolas han estado en el centro de conflictos que pudieran poner en peligro sus ganancias, el Estado ha acudido al rescate. Cuando en 2012 el gobierno de Cristina Fernández decidió nacionalizar su filial argentina, tanto el ejecutivo de Rajoy como la oposición liderada por Rubalcaba, junto con los grandes medios de comunicación, salieron al unísono a defender a Repsol. Hasta ahora, sin embargo, en la mayoría de los medios, partidos y sindicatos españoles solo ha habido silencio e indiferencia ante los graves impactos sobre el medio ambiente y las vulneraciones de los derechos de las comunidades locales afectadas por Repsol. La embajada de España en Perú ha lamentado los efectos del vertido provocado por “una compañía española”.

De la RSC a la diligencia debida

“No creo que seamos colonizadores ni conquistadores ni nada parecido. Yo creo que España, cuando llegó a aquel continente, lo liberó de un poder brutal, salvaje, caníbal”, decía Toni Cantó refiriéndose a América Latina para calentar el último 12 de octubre. La recuperación del discurso de la colonia y la escalada verbal de aquellos días se entiende básicamente en clave interna, para consumo propio en la guerra particular de la derecha por ver quién es más trumpista. De hecho, este discurso neofascista impulsado por la internacional reaccionaria resulta contrario a los intereses de las multinacionales españolas, que llevan años tratando de huir de la imagen de colonizadores que saquean el continente. La defensa de los negocios de la Marca España no suele pasar por una visión imperialista: desde hace cuatro décadas, todos los gobiernos españoles han impulsado la expansión de las grandes empresas con el mantra del crecimiento, el empleo, el desarrollo sostenible y la “responsabilidad social”.

Lo que ocurre es que, con razón, se ha extendido por todo el continente la percepción de que las grandes corporaciones son las máximas responsables de la desregulación del mercado laboral, el expolio de los bienes naturales, la privatización de los servicios públicos, el desplazamiento de los pueblos indígenas o el deterioro de los ecosistemas de la región. No es solo que las mayorías sociales no accedan por el mito del “efecto goteo” a los dividendos del proceso de expansión de estas compañías, es que una y otra vez se ven directamente afectadas por los impactos socioecológicos de sus negocios.

Repsol opera en Colombia a través de filiales y subcontratas, así puede desligarse de cualquier compromiso con las poblaciones afectadas por sus actividades en el contexto del conflicto armado

La deslocalización de las operaciones de las grandes empresas por todo el mundo es tan importante para rebajar costes laborales como para desdibujar los contornos de sus responsabilidades legales. Repsol opera en Colombia a través de filiales y subcontratas, así puede desligarse de cualquier compromiso con las poblaciones afectadas por sus actividades en el contexto del conflicto armado. Repsol echa la culpa del derrame a las instituciones públicas de Perú por no dar la alerta a tiempo. Y mientras dice en su web que

“aseguramos la gestión proactiva del riesgo en todo el ciclo de las actividades con objeto de prevenir daños en las personas y en los bienes, minimizando el impacto sobre el entorno”, la compañía ha externalizado en pésimas condiciones las tareas de limpieza del vertido, ya que ni siquiera dispone de equipos propios especializados para hacerlo.

Hace décadas que se vienen demandando normas internacionales para juzgar a las empresas transnacionales. Pero todas las propuestas, desde los años 70 hasta hoy, se han ido obstaculizando con una mezcla de argumentos técnicos y pragmáticos. Primero vino el auge de la responsabilidad social corporativa y los códigos de conducta, que entronizaron el soft law y los mecanismos de autorregulación. Después llegó el bloqueo de cualquier norma que pudiera resultar mínimamente vinculante y la colonización de la voluntariedad en el seno de Naciones Unidas. Luego, la reforma de las legislaciones nacionales que pudieran contemplar grietas por donde colarse para controlar a las transnacionales, como sucedió en España con la modificación de la jurisdicción universal.

Más tarde, se impidió el avance del instrumento internacional jurídicamente vinculante en la ONU con la justificación del “consenso” y se promovió la diligencia debida, con la unilateralidad como elemento central de las propuestas pseudonormativas que se están barajando en la actualidad. En todo este bloqueo de la posibilidad de instaurar mecanismos efectivos para controlar a las transnacionales ha sido fundamental el rol jugado por la Organización Internacional de Empleadores y la Cámara de Comercio Internacional, que actúan como los agentes principales del boicot normativo al respeto de los derechos humanos.


Repsol derrame de petróleo en el mar: Ventanilla Perú, con más de 11,900 barriles. Tres veces mintió sobre la cantidad y sigue mintiendo sobre su responsabilidad. Ha cometido un Ecocidio contra nuestros Ecosistemas.-

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Un primer paso, sería que Repsol cumpliera las normas internacionales sobre derechos humanos y medio ambiente, tal y como ocurre con los acuerdos de comercio e inversión

Y en esas estamos: todavía tendremos que esperar que, porque una directiva europea obligue formalmente a las grandes compañías a tener planes de riesgos para evitar los impactos de sus operaciones, estas vayan a cambiar su forma de actuar. Este tipo de planes de diligencia debida, por sí solos, no son un pequeño avance, ni un primer paso, ni sirven para la defensa de los derechos humanos. Otra cosa bien diferente es que fueran incluidos como un elemento adicional dentro de una ley marco que contemplase mecanismos efectivos de evaluación, seguimiento, control y sanción. Un primer paso, para empezar, sería que Repsol cumpliera directamente las normas internacionales sobre derechos humanos y medio ambiente, tal y como ocurre con los acuerdos de comercio e inversión.

De los crímenes ecológicos al fin de la impunidad

Repsol ha provocado un desastre ecológico en Perú. Repsol es responsable de un crimen ecológico internacional. Repsol, tanto sus directivos como la propia empresa, debería ser juzgada en tribunales nacionales e internacionales.

La presencia de las grandes empresas españolas en América Latina no puede entenderse sin el apoyo permanente del Estado español: una gran alianza público-privada que blinda los negocios de multinacionales como Repsol, pero se pone de perfil a la hora de exigirles responsabilidades. La exigencia de obligaciones extraterritoriales a las grandes compañías no encalla por un problema de técnica jurídica, sino de voluntad política.

Una propuesta técnicamente viable para avanzar en esta línea son los Principios de Madrid–Buenos Aires, que tipifican los crímenes económicos y medioambientales de persecución universal, y que ahora deberían aplicarse a la multinacional española. Estos principios incluyen la explotación ilícita de bienes naturales que afecten gravemente a la salud, a la vida o a la convivencia pacífica de las personas con el entorno natural, así como la destrucción irreversible de ecosistemas. En base a los mismos, casos como el de Repsol entrarían dentro de la categoría de ecocidio y podrían ser juzgados aquí.

Las actuales expresiones normativas fundamentadas en la diligencia debida, sin embargo, dejan en la impunidad el crimen ecológico internacional cometido por Repsol. De ahí que siga siendo imprescindible, como dice la resolución aprobada en 2014 por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que se instauren normas universales de carácter vinculante para plantear controles y sanciones a las empresas transnacionales más allá de dónde sitúen su domicilio fiscal. En la misma línea que lo que exigió Salvador Allende ante la asamblea general de Naciones Unidas en 1972, si cabe aún con más fuerza ante la aceleración de la expansión del poder corporativo en estos cincuenta años, es necesario un tratado internacional para controlar crímenes como los cometidos por Repsol, que incluya una corte mundial para sancionar la impunidad corporativa.

En el ámbito estatal, la propuesta de ley sobre empresas y derechos humanos que el gobierno español prevé presentar este año —así ha sido incluida en el Plan Anual Normativo— debe sustituir la centralidad de la diligencia debida por propuestas claras y precisas que aborden el control de las prácticas internacionales de las empresas transnacionales. La exigibilidad y la justiciabilidad tienen que desplazar a la unilateralidad, pieza esencial de la diligencia debida. Ha de reafirmarse la primacía de las normas de derechos humanos sobre las reglas de comercio e inversión, a la vez que los derechos sociales, laborales y ambientales deben dejar de ser considerados por Estados y empresas como “desventajas competitivas”.

La futura ley tendría que incluir también el cumplimiento directo por parte de las empresas transnacionales de las obligaciones internacionales de derechos humanos y medioambientales; la triple imputación —penal, civil y administrativa— de las personas físicas y jurídicas que tomaron la decisión incriminada; la responsabilidad solidaria de las multinacionales por las actividades de sus filiales, proveedoras y subcontratistas; los mecanismos efectivos para la reparación de los daños sufridos por las víctimas y un centro de empresas que sustituya las auditorías privadas por la investigación público-social. Si quiere proteger a las víctimas de las viola­ciones de derechos humanos cometidas por las empresas transnacionales, el Estado español debe codificar sus obligaciones extraterritoriales al respecto.

Funcionarios Directores de Repsol están con orden de NO salida del País. El Barco Italiano tiene orden de detención, a pesar que el propio Capitán del Barco ha denunciado la irresponsabilidad de la Empresa Repsol.

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En los últimos veinte años, la voluntariedad y la unilateralidad empresariales han sido funcionales para dejar en el limbo las responsabilidades de las grandes corporaciones en el cumplimento de las normas de derechos humanos y medioambientales. Durante todo este tiempo, las organizaciones sociales y las plataformas de personas y comunidades afectadas han presentado múltiples propuestas en numerosos foros internacionales para poner fin a la impunidad corporativa que pueden servir de ejemplo para establecer los criterios fundamentales de esa nueva ley española. Si la “reconstrucción” del capitalismo español se articula sobre la noción de diligencia debida y no se confrontan los intereses de las grandes empresas y fondos de inversión, seguirán sucediéndose casos como los de Repsol en Perú, El Corte Inglés y Mango en Bangladesh, Inditex en Marruecos, BBVA en Colombia, Elecnor y Enagás en México, ACS en Guatemala… ¿Seguirán quedando impunes estas graves vulneraciones de derechos? ¿La ley española permitirá que la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición se impongan ante tanta impunidad? Todo lo que no sea avanzar por esta senda será entrar, con Repsol, en el túnel del tiempo.

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