El capitalismo gaseoso.
Esteban Valenti (*)
Hubo un capitalismo sólido, material que acumulaba capital y riqueza fundamentalmente a través de la producción industrial. Así nació.
"La crisis consiste precisamente en el hecho deque lo viejo está muriendo y lo nuevo no puedenacer: en este interregno aparece una granvariedad de síntomas mórbidos" Antonio Gramsci Cuadernos de la cárcel.
Nada más material y tangible que el capitalismo en su génesis. Posteriormente los servicios, a partir del transporte, las comunicaciones y los bancos le fueron introduciendo otros elementos menos tangibles pero igualmente asociados a la producción. Duró muchas décadas.
Luego vino una fase más líquida, más cremosa del sistema. Básicamente comienza con la globalización y una supuesta liberalización, que tenía sus límites en la conveniencia de los países centrales. El comercio, los servicios, en particular la industria de las ilusiones (turismo, deporte, espectáculos, moda) y más tarde las nuevas tecnologías de la información se transformaron en los sectores más dinámicos de la economía mundial. Su ritmo de crecimiento en los últimos veinte años fue muy superior al nivel de crecimiento del PBI mundial.
Algunos líquidos alcanzaron tal nivel de volatilidad que iniciaron el proceso gaseoso, como por ejemplo la explosión de las empresas de Internet. No todas, las punto.com que al final de los años 90 y principios del 2000 acuñaron el concepto de la nueva economía ; una forma de generar valor por encima de la historia económica y la experiencia anterior, a partir de indicadores nuevos y totalmente arbitrarios. Explotó en el 2000, desfondando el NASDAQ, el índice de las acciones tecnológica desde los más de 5000 puntos a 2000 en pocas semanas, recuperando su valor e importancia las empresas que realmente producían algo y evaporándose las que producían humo.
Las empresas fabricantes de humo, empobrecieron a unos cuantos inversionistas y enriquecieron a unos pocos avivados y vendedores de humo. Fue el anuncio del capitalismo de nuevo tipo. No sustituía el anterior, lo complementaba.
Veamos que sucedió después, en plena era neoliberal: Durante la generación anterior (desde la liberalización de la banca de los años de Reagan), la economía estadounidense ha estado financiarizada. La importancia del negocio de mover el dinero, de rebanar, trocear y reenvasar activos financieros, ha subido vertiginosamente en comparación con la de la producción real de cosas útiles. Eso que se ha dado en llamar oficialmente sector de "seguros, contratos de mercancías e inversiones" ha crecido muy deprisa, desde sólo un 0,3% del PIB a finales de los años setenta hasta el 1,7% en 2007. Lo afirma Paul Krugman, destacado economista y Premio Nobel de su especialidad.
Fue ese re-empaquetado venenoso de activos financieros, comenzando por las hipotecas basura lo que llevo a la explosión del sistema financiero. Primero el norteamericano y luego al de casi todos los países ricos del norte. Todos asociados a través de la globalización financiera con este nuevo capitalismo gaseoso, es decir basado en las burbujas. El problema es que las burbujas se diseminaron por todo el cuerpo del sistema y con su explosión afectaron no sólo al sistema financiero gangrenado por los gases, sino al resto de la economía. En particular al consumo, pues el sistema diseminó su patología a todas las familias, a las empresas, a la hipertrofia de lo financiero a todos los niveles.
Las burbujas hipotecarias, estaban asociadas a burbujas en los seguros y en otros activos financieros venenosos que arrastraron a la crisis no sólo los grandes productores gaseosos, como los bancos de inversión, sino a enormes compañías de seguros, como AIG y otras y a decenas de bancos. Los más grandes se salvaron porque los Estados, comenzado por Estados Unidos y Europa quemaron en la hoguera de la crisis decenas de billones (millones de millones) de dólares y de Euros. Es decir que las sociedades a través de la mayor redistribución de los recursos que se conozca en la historia apuntalaron a los sistemas financieros enfermos y humeantes.
La explosión de las burbujas siguen afectando al crédito y por lo tanto al consumo y a la inversión y un punto neurálgico del debate es el nivel de regulación del sistema financiero. Los ultra neoliberales, una nueva categoría de fanáticos que no aprenden ni siquiera con los derrumbes, insisten en la misma falta de controles de antes.
Los impactos sólidos.
Las consecuencias primeras de la crisis están a la vista: el 9.5% de los norteamericanos está desocupado, y casi el 20% de los españoles, para tomar sólo dos países. Las mayores empresas industriales de la economía sólida, como General Motors o Crysler se fundieron y están tratando de salvar algo. No hay compartimientos estancos en la economía, menos cuando lo que explota es su parte gaseosa, cuyas burbujas están en directa relación con la producción de viviendas o de bienes de consumo como los autos.
La tasa oficial de desempleo en todo EEUU es de 9.5%, pero, según el New York Times, no incluye a aquellos que se han dado por vencido y ya no buscan trabajo o a los que se han visto obligados a reducir sus horas de trabajo, la desocupación ronda en realidad el 20%.
California que tiene el record oficial y nacional de desocupación con el 11.3% (20.3% la real), el Estado más rico de la Unión, la séptima economía mundial afronta hoy una grave crisis económica, fiscal y social. Los recortes de 26.500 millones de dólares en programas sociales del presupuesto del Estado, impactarán de manera terrible en los sectores más pobres y necesitados. Allí ya funcionó la motosierra, paradójicamente en el corazón tecnológico del planeta.
Las Naciones Unidas estiman que producto de la actual crisis económica mundial habrá 90 millones de personas más de los estimado anteriormente que vivirán en la pobreza extrema. Desde 1990 el número de personas hambrientas había bajado en 20 por ciento, pero en el bienio entre 2006 y 2008 "los adelantos logrados se perdieron". En lo que respecta a las personas que viven en pobreza extrema, es decir, con menos de 1.25 dólares al día, se estima que al finalizar este año habrá entre 55 millones y 90 millones de personas más que lo previsto en los planes originales.
Esto es que en esta meta de desarrollo habrá un fuerte retroceso. Según explica el informe, entre 1995 y 2005 la cifra de personas en pobreza extrema había pasado de mil 800 millones a mil 400 millones, pero el avance se revertirá al final de este año, es decir volveremos al 30% de la población mundial viviendo en la miseria extrema.
Otro indicador que aumentará es el del desempleo; como promedio mundial se estima que 2009 terminará con rangos de entre 6.1 y 7.0 por ciento para los hombres y de 6.5 a 7.4 por ciento para las mujeres.
De vuelta al humo.
Mientras esto sucede en el mundo sólido, Goldman Sachs anunció ganancias históricas en su último trimestre y se apresta a distribuir altas primas a sus ejecutivos, similares a las que pagaba antes de la crisis. Y esta noticia ha impactado naturalmente en Wall Strett y de allí en todas las bolsas.
Es decir que una empaquetadora de humo financiero de primer nivel ha vuelto a sus andanzas, en sus resultados no hay otra cosa que el mismo manejo que antes de los activos financieros, nada tienen que ver con la economía real, sólida o líquida. Es gas y más gas.
Los Estados han quemado en las hogueras gaseosas cifras siderales de recursos públicos, pagados por todos los ciudadanos y se han quedado con acciones y por lo tanto con la propiedad de bancos, industrias, compañías de seguro y ahora las mechas que hicieron detonar el sistema vuelven a la carga, sin controles, sin cambios substanciales que nos protejan de nuevas explosiones. Lo único que está en discusión es en cuanto tiempo volverán a deflagrar.
Volvamos a Paul Krugman: Dicho crecimiento sería estupendo si ese carácter financiero realmente cumpliese sus promesas (si las empresas financieras ganasen dinero dirigiendo el capital hacia sus usos más productivos y desarrollando formas innovadoras de repartir y reducir los riesgos). Pero, ¿puede alguien, en este momento, afirmar eso sin inmutarse? Las empresas financieras, como sabemos ahora, han dirigido enormes cantidades de capital hacia la construcción de casas invendibles y de centros comerciales vacíos. Han hecho aumentar el riesgo en vez de reducirlo y lo han concentrado en vez de repartirlo. En la práctica, el sector ha estado vendiendo peligrosos medicamentos patentados a consumidores crédulos.
En la base de la credulidad, de la expansión geométrica de la especulación financiera es decir del capitalismo gaseoso hay una filosofía, una moral, o mejor dicho una inmoralidad: el lucro, el enriquecimiento en el menor tiempo posible, distribuyendo los riesgos de manera social y asegurando las ganancias a nivel individual es la base del progreso, es el motor de la civilización y será la clave para la salida de la crisis.
Como no podía ser de otra manera el sistema no ha tenido la menor capacidad crítica, las voces como la de Krugman son un lamento en el desierto.
Lo que explotó es la concepción de que le mercado puro, disociado completamente de la sociedad, de la política, de las regulaciones es el motor del nuevo mundo. El capital como ente abstracto y gaseoso independizado de los contextos socio culturales, es decir de los seres humanos.
La globalización es hoy sobre todo la globalización financiera, es decir un capitalismo fumoso basado en la hipertrofia del sistema financiero, disociado de la actividad real, con sus propias normas y con una sola moral: el máximo beneficio.
El capitalismo Se encuentra por todas partes y en ninguna porque ha pasado de un estado sólido a gaseoso y porque su objetivo fundamental no consiste ahora en la producción de bienes sino en la producción de realidad, una segunda realidad, o realidad de ficción, expurgada de proyecto y de sentido, descargada de tiempo histórico y convertida en máximo pasatiempo en la cultura de la distracción . afirma Vicente Verdú en su libro "El estilo del mundo", subtitulado "La vida en el capitalismo de ficción"
Los que están en falta no son los sacerdotes, los ideólogos del capitalismo gaseoso, ellos cumplen perfectamente su papel, somos nosotros, la izquierda, que se arrinconó a llorar por el impacto social, pero que a nivel internacional es incapaz de promover un debate de fondo, profundo sobre el destino de nuestras sociedades, de nuestro mundo.
Sin determinismo, sin respuestas únicas y totales, pero rescatando el carácter esencial de nuestro origen: la injusticia, la barbarie de la miseria y el hambre tiene causas humanas y sus soluciones y alternativas serán sólo dolorosas y revolucionarias soluciones humanas. A veces se tiene la sensación de que el gas ha entrado también en nuestros cerebros.
Lo viejo está en crisis, pero lo nuevo ni siquiera lo estamos imaginando. Por eso también nosotros somos parte de la crisis y de los síntomas mórbidos.
(*) Periodista, escritor, coordinador de Bitácora.
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