martes, 18 de abril de 2017

VENEZUELA, EL ESTADO Y EL PODER. Cuando la Izquierda es el problema y no la solución.

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ENTREVISTA A LA DRA. MARTA HARNECKER, SOBRE VENEZUELA.-  La orientación del gobierno de Chávez fue completamente diferente. Estaba convencido que el socialismo no podía ser impuesto desde arriba, sino que debía ser construido por el pueblo. Por esa razón promovió diferentes maneras de organizar a la gente – espacios donde pudieran discutir sus necesidades y planificar cómo podrían solucionarlas con la ayuda del estado – como los consejos comunales, los consejos de trabajadores, las comunas. En este proceso, los mendigos de antaño se irían transformando en personas aptas para buscar soluciones por ellas mismas. Y son éstos los sectores populares que han apoyado a Chávez y a su actual sucesor, Maduro. (lo anterior – del 1 al 16 - es su Opinión de las Elecciones en Ecuador).

Pero, ¿cómo explicaría usted la caótica situación económica en 
Venezuela?

17. Marta Harnecker: Tomando ventaja de la situación de vacío de liderazgo dejada por la desaparición física de Chávez, los ataques contra el proceso revolucionario Bolivariano, han aumentado, tanto dentro como fuera del país. Como sería muy difícil promover otro golpe de estado contra Maduro – que ha tratado de ser consecuente con el legado de Chávez – la oposición ha intensificado la guerra económica iniciada durante el proceso anterior: El gobierno Venezolano ha recibido en ataques en solo tres años, el equivalente a la cantidad recibida por Chávez en catorce años. Uno de sus objetivos ha sido afectar el acceso a alimentos básicos a precios subsidiados, promovido desde 2003 a través de la Misión Mercal, con resultados significativos en cuanto a garantizar el derecho a la comida del pueblo.

18. Lo que está sucediendo es muy similar a lo ocurrido en Chile para desestabilizar el gobierno de Salvador Allende (manipulación del dólar en el mercado negro, paralización de ciertas industrias, intención deliberada de producir miedo en los inversionistas extranjeros y nacionales, popularización de la idea de un país en bancarrota).

19. De acuerdo con la economista venezolana Pascualina Curcio, dos estrategias principales han sido aplicadas en Venezuela para producir descontento en la población, la inflación inducida y la escasez orquestada. Esto se logra, por una parte, a través de la manipulación de la tasa de cambio en el mercado paralelo e ilegal, el que sintomáticamente aumenta exponencialmente en los meses previos a las elecciones, y por otra parte, a través de la manipulación de los mecanismos de distribución de bienes esenciales y el contrabando en las fronteras, para crear carencias artificiales.

20. Monopolios importadores y banqueros que no producen bienes sino que logran extraordinarias ganancias con la diferencia de precios entre lo que compran afuera y lo que venden dentro del país, estableciendo de una manera oligopólica los precios de los bienes que importan (bienes que cubren necesidades básicas, entre ellas, alimentos y bienes necesarios para la producción y el transporte), usando la tasa de cambio paralela que es mucho más alta (14.5 veces) al valor real de los bienes calculados en moneda nacional. Este incremento de los precios de los bienes necesarios no sólo hace daño al pueblo, sino que también daña a sectores de la burguesía que producen bienes de uso común.

21. Además, para aumentar la insatisfacción popular, crean carencias artificiales al no poner esos bienes a la venta de manera regular y oportuna, o en suficiente cantidad.

22. Estos ataques se han producido en tierra fértil, no sólo por la caída del precio del petróleo, sino también por la debilidad de las políticas económicas adoptadas por el gobierno, que no permitieron prepararse para afrontar en forma adecuada la baja del precio del petróleo. A esto se agrega la política cambiaria que favorece las importaciones desestimulando la producción nacional.

23. Por otra parte, nadie puede negar que un sector de la burguesía venezolana y un sector corrupto de la burocracia estatal, están sacando ventaja de esta situación con el objetivo de profundizar la actual crisis y crear condiciones para derrocar el gobierno de Maduro.

24. En todo caso, no creo que la crisis económica actual en Venezuela sea una prueba del fracaso del intento de Chávez en crear una sociedad alternativa al capitalismo. Así como nadie puede criticar la receta de un flan si éste se quemó porque el horno se puso a fuego muy alto, tampoco podemos considerar inviable la propuesta de Chávez sin analizar si en su aplicación práctica se ha sido coherente con sus planteamientos teóricos.
25. Las últimas noticias parecen ser positivas. Recientemente, el gobierno tuvo un importante éxito: gracias a su gestión se logró un acuerdo internacional para subir el precio del petróleo. También está promoviendo la producción nacional, llamando a sumarse a este esfuerzo a todos los sectores empresariales venezolanos que quieran colaborar en este esfuerzo. Finalmente, pareciera que se están tomando severas medidas contra la burocracia corrupta.

§ ¿No será usted demasiado optimista? ¿No cree que el sector conservador esté ganando terreno cada día?

26. Marta Harnecker: Soy optimista porque creo que el momento histórico está en contra de las fuerzas conservadoras. Éstas ilusionan momentáneamente al pueblo con promesas que no cumplen, pero esto no puede ser eterno porque la realidad choca con lo que dicen.
27. El tiempo histórico está a nuestro favor. Lo que nos ayuda en esta lucha contra las fuerzas conservadoras es que el tipo de sociedad que proponemos, y que estamos empezando a construir responde objetivamente al interés de la inmensa mayoría de la población, en contraste con las fuerzas conservadoras que solo benefician a las élites.
28. La gran pregunta podría ser: ¿por qué si nuestro proyecto favorece a la inmensa mayoría, esto no se traduce en un apoyo social y electoral equivalente?
29. La explicación que damos a menudo es que las fuerzas conservadoras usan los medios de comunicación para diseminar una visión deformada de nuestro proyecto. Pero muchas veces nosotros mismos somos los responsables de cómo es éste es percibido: no hemos sido capaces de explicarlo en términos sencillos que puedan ser entendidos por los más amplios sectores. Y lo peor de todo, nuestras vidas no han sido coherentes con nuestro proyecto. Predicamos la democracia, pero actuamos autoritariamente; queremos construir una sociedad solidaria pero somos egoístas; propugnamos la defensa de la naturaleza pero somos consumistas.

30. Otra cosa que me hace optimista es que estoy convencida de que lo que Chávez sembró ha marcado a mucha gente de los sectores populares y los ha hecho madurar; como lo puedo atestiguar personalmente por los años vividos en Venezuela. Creo que todas esas personas a las cuales se les dio la oportunidad de estudiar, pensar, participar, construir, tomar decisiones, que crecieron enormemente en autoestima y que hoy son seres humanos más ricos, defenderán el proceso.

31. El proceso puede haber cometido errores y puede tener muchas debilidades, pero nadie puede negar que un nuevo sujeto revolucionario ha sido creado en Venezuela.

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Tiempos históricos y políticos de la Izquierda Progresista y Democrática en América latina. Presidentes, sería importante para ver que está sucediendo hoy real y objetivamente en Venezuela, distinguir en esta extraordinaria FOTO para la Historia. Existen Presidentes de Izquierda Marxista o existen en su totalidad Presidentes de Izquierda Liberal?
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VENEZUELA, EL ESTADO Y EL PODER.
Cuando la Izquierda es el problema y no la solución.

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Raúl Zibechi.

Brecha lunes 17 de abril del 2017.

Estamos ante una lucha entre una burguesía conservadora venezolana que fue apartada del control del aparato estatal y una burguesía emergente que utiliza el Estado como palanca de acumulación.

Lo que está sucediendo en Venezuela no tiene la menor relación con una “revolución” o con el “socialismo”, ni con la “defensa de la democracia”, ni siquiera con la manida “reducción de la pobreza”, por desgranar los argumentos que se manejan a diestra y siniestra. Podría mentarse “petróleo”, y estaríamos más cerca. Pero los hechos indican otras inflexiones.

Estamos ante una lucha sin cuartel entre una burguesía conservadora que fue apartada del control del aparato estatal, aunque mantiene lazos con el Estado actual, y una burguesía emergente que utiliza el Estado como palanca de “acumulación originaria”.

No es la primera vez que esto sucede en nuestras breves historias. Las guerras de independencia fueron eso: la lucha entre los decadentes “godos” (peninsulares monárquicos) y la emergente oligarquía “criolla” que utilizó el control del aparato estatal para legalizar la usurpación de tierras de los pueblos originarios. Los segundos se apoyaban en las potencias coloniales británica y francesa que competían con la decadente España por el control de las colonias independizadas, con la misma lógica de los progresismos que se apoyan en China, incluyendo conservadores como Macri, frente a la imparable decadencia estadounidense.

La débil burguesía criolla se montó en la movilización de los pueblos (indios, negros y sectores populares) para derrotar a los poderosos peninsulares. Concedió la emancipación de los esclavos con los mismos objetivos que hoy la nueva burguesía aplica políticas sociales que reducen la pobreza: en ambos casos los de abajo siguen estando en el sótano como mano de obra barata, sin haberse movido un ápice del lugar estructural que ocupan.

Nuevas élites.

Las nuevas élites venezolanas, lo que popularmente se  denomina “boliburguesía”, son una mixtura de altos funcionarios de empresas públicas y del aparato estatal, militares de alta graduación y algunos empresarios enriquecidos a la sombra de las instituciones. Gestores incrustados en el aparato estatal. Por eso se resisten a perder poder, ya que todo el entramado se les vendría abajo.

Algunos ya consiguieron trans­formar la renta apropiada en propiedad privada. Pero una buena parte está aún en ese proceso. Por eso el sociólogo brasileño Ruy Braga denomina a los gestores sindicales de los fondos de pensiones de su país, la nueva clase emergente, como parte de una “hegemonía frágil”.

Roland Denis sostiene que en su país gobiernan las mafias: “Maduro podrá tener la mejor voluntad pero se ha impuesto un lobby muy fuerte de mafias internas del gobierno” (La Razón, 27-XII-17). El filósofo y ex viceministro de Planificación y Desarrollo (2002-2003) asegura que varias de estas mafias son banqueras y otras vienen de viejos grupos de “chupa-renta petrolera” instalados desde hace muchos años.

Le pega duro a los “intelectuales” que encubren las matufias del poder.

“Con un lenguaje de izquierda justifican una política que sólo ha favorecido a banqueros, grandes importadores, cadenas monopólicas y trasnacionales. A su vez, es una política que mediante la imposición de precios y corporaciones ha destruido al pequeño productor de azúcar y café para beneficiar a los importadores. Mientras tanto, los paquetes de Café Venezuela que vienen en las bolsas de los comités locales de abastecimiento y producción (Clap) sólo sirven para confundir a incautos.”


Hugo Chávez y Fidel Castro.
La Izquierda Marxista o la Izquierda Liberal?.
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La otra mirada, la chavista-madurista que culpa de todo a otros, es la que esboza Marta Harnecker:

“El tiempo histórico está a nuestro favor. Lo que nos ayuda en esta lucha contra las fuerzas conservadoras es que el tipo de sociedad que proponemos, y que estamos empezando a construir, responde objetivamente al interés de la inmensa mayoría de la población, en contraste con las fuerzas conservadoras que sólo benefician a las elites” (Rebelión, 4-IV-17).

Misma urdimbre.

A la luz de lo sucedido en la región en las dos últimas décadas podemos arribar a una redefinición del concepto de izquierda:

es la fuerza política que lucha por el poder, apoyándose en los sectores populares, para incrustar sus cuadros en las instituciones que, con los años y el control de los mecanismos de decisión, se convierten en una nueva elite que puede desplazar a las anteriores, negociar con ellas o fusionarse. O combinaciones de las tres.

La izquierda es parte del problema, ya no la solución. Porque, en rigor, aunque ahora empiecen los deslindes, los progresismos son hechuras de la misma urdimbre. Miremos al PT de Lula. Niegan la corrupción que es evidente desde hace una década, cuando Frei Betto escribió La mosca azul luego de renunciar a su cargo en el primer gobierno Lula, cuando se destapó el escándalo del mensalao:

“La picada de la mosca azul inocula en las personas dosis concentradas de ambición por el poder. Las personas, entonces, son más receptoras al veneno de la mosca cuando viven situaciones en las cuales disponen, de hecho, de posibilidades más concretas de ejercer un poder mayor. Esto es, cuando las condiciones objetivas son favorables a los impulsos que están siendo estimulados en el plano subjetivo”.

¿Qué tipo de personas (militantes, activistas, dirigentes) surgirían en un proyecto político que no se proponga tomar el poder? Esta pregunta se la formularon, palabras más o menos, los zapatistas hace ya cierto tiempo. ¿Cómo le llamaríamos a una fuerza que se proponga, “apenas”, transformar la sociedad desde la vida cotidiana?

No lo sabemos porque el imaginario construido durante dos siglos apunta en dirección al poder estatal. Como si lo que hubiera que transformar fuera algo externo y no pasara, en primerísimo lugar, por las mismas personas que se dicen militantes. Lo que sí sabemos es que la izquierda realmente existente se ha convertido en un obstáculo para que las mayorías se hagan cargo de sus vidas. La polarización derecha-izquierda es falsa, no explica casi nada de lo que viene sucediendo en el mundo. Pero lo peor es que la izquierda se ha vuelto simétrica de la derecha en un punto clave: la obsesión por el poder.

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