sábado, 30 de junio de 2018

LA CONDICIÓN DE LA MUJER Y LA “PRIMERA OPRESIÓN DE CLASE”.

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“Todo el sistema de representación en este país es solo una cómoda ocasión de despotismo, las mujeres no deberían olvidar que están representadas en la misma “medida en que lo está la numerosa clase de los obreros, trabajadores esforzados que pagan por el sustento de la familia real, a pesar de que a duras penas consigue saciar con pan la boca de sus hijos (Wollstonecraft 2008, p. 113). No faltan los puntos de contacto entre condición obrera y condición femenina: lo mismo que para los miembros de la clase obrera, «los pocos trabajos abiertos a las mujeres, lejos de ser liberales, son serviles». Por último, en el ámbito de esta crítica global de las relaciones de dominio que caracterizan el orden social existente, las propias mujeres (sobre todo las de situación más acomodada) deben hacer examen de conciencia, pues a veces dan muestras de «locura» por «el modo en que tratan a los sirvientes en presencia de los niños, con lo que sus hijos creen que aquellos deben servirles y soportar sus destemplanzas» (Wollstonecraft 2008, pp. 115 y 137)”.

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Doménico Losurdo, la última vez que nos vino a visitar.
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LA CONDICIÓN DE LA MUJER Y LA “PRIMERA OPRESIÓN DE CLASE”.
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Doménico Lasurdo.

El Viejo Topo.

Sábado 30 de junio del 2018.


Nota de edición: El jueves [28 de junio de 2018] nos dejó el filósofo marxista italiano Domenico Losurdo. Comunista militante, crítico radical del liberalismo, el capitalismo y el colonialismo e investigador de cuestiones políticas contemporáneas como el riesgo de un holocausto nuclear.

El género de las luchas de clases emancipadoras incluye una tercera especie, además de las dos que hemos visto. Sí, hay otro grupo social, muy numeroso, tan numeroso que es la mitad o más de la población total, un grupo social que padece la «autocracia» y anhela la «liberación» (Befreiung): se trata de las mujeres, sobre quienes pesa la opresión ejercida por el varón entre las cuatro paredes domésticas (MEW, 21; 158). Estoy citando de un texto (El origen de la familia, la propiedad privada y el estado) que Engels publicó en 1884. Es verdad que Marx había muerto hacía un año, pero ya entre 1845 y 1846, en La ideología alemana, texto al que Engels se remite explícitamente, observa que en la familia patriarcal «la esposa y los hijos son los esclavos del hombre» (MEW, 3; 32). A su vez, el Manifiesto, que no se cansa de reprochar a la burguesía la reducción del proletario a máquina e instrumento de trabajo, señala que «para el burgués su propia mujer es un simple instrumento de producción»; pues bien, «se trata justamente de abolir la posición de las mujeres como meros instrumentos de producción» (MEW, 4; 478-479). La categoría utilizada para definir la condición del obrero en la fábrica capitalista también se utiliza para definir la condición de la mujer en el ámbito de la familia patriarcal.

Visto en conjunto, el sistema capitalista se presenta como una se rie de relaciones más o menos serviles impuestas por un pueblo a otro pueblo a escala internacional, por una clase a otra en el ámbito de un país y por el hombre a la mujer en el ámbito de la misma clase. Se comprende entonces la tesis que formula Engels remitiéndose a François-Marie-Charles Fourier y que también defiende Marx, la tesis de que la emancipación femenina es «la medida de la emancipación universal» (MEW, 20; 242 y 32; 583). Para bien y para mal, la relación hombre/mujer es una suerte de microcosmos que refleja el ordenamiento social: en la Rusia ampliamente premoderna, sometidos a una implacable opresión de sus amos, los campesinos –observa Marx– son capaces, a su vez, de dar «horribles palizas mortales a sus mujeres» (MEW, 32; 437). Veamos ahora la fábrica capitalista: aunque el poder despótico del patrono sojuzga a todos los obreros, lo hace de un modo especialmente humillante con las mujeres: «su fábrica es al mismo tiempo su harén» (MEW, 2; 373).

No es difícil encontrar en la cultura de la época voces que denuncian el carácter opresor de la condición femenina. En 1790 Condorcet (1968, vol. 10, p. 121) dice que la exclusión de la mujer de los derechos políticos es un «acto de tiranía». Al año siguiente la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, escrita por Olympia de Gouges, llama la atención en su artículo 4 sobre la «tiranía perpetua » impuesta por el hombre a la mujer. En Inglaterra, más de medio si glo después, J. S. Mill habla de «esclavitud de la mujer», «tiranía do méstica» y «servidumbre real» (actual bondage) sancionada por la ley (1963-1991, pp. 264. 288 y 323 = Mill 1926, pp. 18, 68 y 139).

Pero ¿cuáles son las causas de esta opresión y de la insensibilidad general frente a ella? Condorcet (1968, vol. 10, p. 121) condena «el po der de la costumbre» que ofusca el sentido de la justicia incluso en los «hombres ilustrados». De un modo parecido argumenta Mill (1963-1991, pp. 263-264 = Mill 1926, pp. 15, 17 y 19), quien remite al conjunto de «costumbres», «prejuicios» y «supersticiones» que es preciso superar o neutralizar con «una sana psicología». Aunque se hace referencia a las relaciones sociales, solo se trata de las «relaciones sociales de ambos sexos», que sancionan la esclavitud o sumisión de la mujer a causa de la «inferioridad de su fuerza muscular» y de la vigencia en este ámbito de la «ley del más fuerte».

No se indaga la relación entre la condición de la mujer y las otras formas de opresión. Es más, a ojos de Mill (1963-1991, pp. 264-265 = Mill 1926, p. 19) la relación hombre/mujer es una especie de isla en la que aún se mantiene la lógica del sometimiento, que ya ha quedado muy atrás en otros ámbitos: «Vivimos, o viven por lo menos una o dos de las naciones más avanzadas del mundo, en un estado en que la ley del más fuerte parece totalmente abolida, y se diría que ya no sirve de norma a los asuntos de los hombres». En cambio, desde el punto de vista de Marx y Engels, la relación entre la metrópoli capitalista (las «naciones más avanzadas del mundo») y las colonias es, más que nunca, una relación de dominio y sometimiento; y en la propia metrópoli capitalista la coacción económica (no ya jurídica) sigue presidiendo las relaciones entre capital y trabajo.

Si acaso es Mary Wollstonecraft (2008, p. 30) quien une la denuncia de la «dependencia servil» que se reserva a la mujer con el cuestionamiento del orden social. El dominio machista parece propio del antiguo régimen. Mientras que los campeones de la lucha por la abolición de la esclavitud denuncian la «aristocracia de la epidermis» o la «nobleza de la piel» (Losurdo 2005, cap. 5, § 6), la militante fe – mi nista critica lo que a su juicio se configura como el poder aristocrático de los varones; la denuncia de este poder va unida a la condena de las «riquezas» hereditarias y de los «honores hereditarios», a la condena de las «absurdas distinciones de estamento». En todo caso, «las mujeres no se liberarán» de verdad «hasta que los estamentos no se mezclen» y «no se establezca más igualdad en toda la sociedad » (Wollstonecraft 2008, pp. 109 y 139). Otras veces parece que la feminista y jacobina inglesa cuestiona la propia sociedad capitalista. Sí, las mujeres deberían «tener representantes en vez de ser gobernadas sin ninguna voz en las deliberaciones del gobierno». Pero no hay que perder de vista que en Inglaterra también los obreros están privados de derechos políticos:

Todo el sistema de representación en este país es solo una cómoda ocasión de despotismo, las mujeres no deberían olvidar que están representadas en la misma medida en que lo está la numerosa clase de los obreros, trabajadores esforzados que pagan por el sustento de la familia real, a pesar de que a duras penas consigue saciar con pan la boca de sus hijos (Wollstonecraft 2008, p. 113).

No faltan los puntos de contacto entre condición obrera y condición femenina: lo mismo que para los miembros de la clase obrera, «los pocos trabajos abiertos a las mujeres, lejos de ser liberales, son serviles». Por último, en el ámbito de esta crítica global de las relaciones de dominio que caracterizan el orden social existente, las propias mujeres (sobre todo las de situación más acomodada) deben hacer examen de conciencia, pues a veces dan muestras de «locura» por «el modo en que tratan a los sirvientes en presencia de los niños, con lo que sus hijos creen que aquellos deben servirles y soportar sus destemplanzas» (Wollstonecraft 2008, pp. 115 y 137).

La «jacobina inglesa», que es una excepción genial, parece en cierto modo precursora de Marx y Engels, quienes establecieron un nexo entre división del trabajo en el ámbito de la familia y división del trabajo en el ámbito de la sociedad. El segundo, en particular, formula la tesis de que «la familia nuclear moderna se basa en la esclavitud doméstica, abierta o disimulada, de la mujer»; en todo caso, «el varón es el burgués, mientras que la mujer representa al proletariado » (MEW, 21; 75). 

Entre los contemporáneos de Marx y Engels, quien hace un análi – sis que podría parecerse al suyo no es J. S. Mill sino Nietzsche, aunque con un juicio de valor opuesto. El crítico implacable de la re volución como tal, incluida la revolución feminista, compara la con dición de la mujer con la de los «miserables de los estamentos inferiores», los «esclavos del trabajo (Arbeitssklaven) o los presos» (Genealogía de la moral, III, 18) e indirectamente junta el movimiento feminista con el movimiento obrero y el movimiento abolicionista: los tres buscan afanosamente, para denunciarlas con indignación, las distintas «formas de esclavitud y servidumbre», como si constatarlas no fuese la confirmación de que la esclavitud es «el fundamento de toda civilización superior» (Más allá del bien y del mal, 239).

Evidentemente, el motivo del nexo entre sometimiento de la mujer y opresión social en general está desarrollado de un modo más amplio y orgánico en Engels, remitiéndose siempre a La ideología alemana que escribió con Marx y permaneció inédita mucho tiempo: «la primera opresión de clase coincide con la del sexo femenino por el sexo masculino». Es una larga historia que aún no ha terminado:

La abolición del matriarcado fue la derrota del sexo femenino en el plano histórico universal. El hombre tomó el timón de la casa y la mujer fue envilecida, sometida, convertida en esclava de sus deseos y simple instrumento para hacer hijos (Werkzeug der Kinderzeugung). Este estado de degradación de la mujer […] fue gradualmente adornado y disimulado, a veces tuvo formas más suaves, pero nunca se ha eliminado (MEW, 21; 68 y 61).

Apartado 4 del primer capítulo del libro de D. Losurdo La lucha de clases. Una historia política y filosófica.

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viernes, 29 de junio de 2018

AMÉRICA LATINA: ¿ QUÉ DEMOCRACIA TENEMOS Y QUÉ DEMOCRACIA QUEREMOS?.

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LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA su recorrido es tan inestable como la posición que asumen en la diferentes coyunturas sus ACTORES principales, -sociales, políticos, económicos, culturales -, como los poderes facticos “tradicionales” se comportan con relación a los gobiernos de turno y como los Ciudadanos responden desde la SOCIEDAD CIVIL a las coyunturas o durante todo el proceso político, cuando se tiene en los Gobiernos las DEMOCRACIAS LIBERAL-REPRESENTATIVAS, basadas y fundadas en lo principal en las ELECCIONES Nacionales que se realizan de acuerdo con la Constitución. Por lo general esta Democracia hoy mayoritaria en América Latina, es considerada como Democracia: Mediática, Novelada, y hoy en su versión Tecnocrática, como la “Democracia de Mercado” que básicamente nos han traído las burguesías político-empresariales, neoliberales, que vistas en su conjunto, en menos de una década en el Gobierno, hoy asisten a serias y profundas crisis, consecuencia de ser implementadores de “viejos modelos políticos” (Las Políticas del Consenso de Washington) fracasados y envueltos en crisis económico-políticas estructurales, sin alternativas viables, pero sí con propuestas represivas que generan más violencia en un escenario latinoamericano, lleno de contradicciones económico-sociales y polarizaciones políticas. Tiempos de crisis donde los principios de la Democracia, son “demolidos” por sus propios actores gobernantes, sistema político que al final presenta una DEMOCRACIA FALLIDA, ciega, sorda, represiva, (democracia de leyes, escritorio, burócratas, tramitología, funcionarios a dedo, corrupción, inseguridad, narco-política, etc.) con las reivindicaciones y derechos de los Ciudadanos. Democracia, elitizada en beneficio de un poderoso grupo político-empresarial de las “nuevas” oligarquías comercial-exportadoras que acumulan y concentran la Riqueza – por todos los medios legales e ilegales, camino hacia la más vil y salvaje Desigualdad social – que le permiten imponer “políticas” represivas, condenando y criminalizando las reclamaciones económico-sociales y sus “nuevas” formas de lucha, como son los “Conflictos Sociales”. Este modelo de Democracia en América latina, se impone por elecciones, pero a través de los tiempos de su vigencia, por su propio carácter  de clase NO ha solucionada los grandes e históricos Derechos de los Pueblos, muy por el contrario, los ha marginado, postergado o negado desde el Poder.

LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, CÍVICA Y CIUDADANA.- Las Condiciones Políticas, económico-sociales de Nuestra América, hoy está presente, tiempos progresistas, democráticos, como son el – escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases – es decir,  el poder emergente de la “nueva” SOCIEDAD CIVIL, siempre será portadora – desde el Poder Local Popular – su lugar de nacimiento, la calle, la plaza pública – el Ágora del siglo XXI – de la DEMOCRACIA que nace, brota, crece, se desarrolla al calor de sus necesidades y derechos postergados, marginados, fracturados de los Olvidados, Explotados, los Pueblos de Nuestra América – pero no resueltos y siempre renovados y actualizados – escenario en su conjunto de la Nueva DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, CÍVICA, CIUDADANA – es decir – la Democracia que en toda nuestra Historia Política, siempre se mantuvo viva, dinámica y en permanente desarrollo, lucha y contradicción con los Poderes del Estado, que las clases dominantes, siempre nos han impuesto – modelo de Estado – que hoy con las Políticas neoliberales, ha sido “decapitado”, cercenado de sus características y responsabilidades Políticas. Es en este escenario el de la lucha de clases, el de la Desigualdad económico social más extensa y profunda – desigualdad violenta, salvaje, inhumana – es hoy donde está presente la NUEVA DEMOCRACIA CIUDADANA – CÍVICA Y PARTICIPATIVA – con nuevos LIDERAZGOS Comunitarios, que respondan a la “solución” de necesidades y Derechos históricamente postergados desde los Tiempos Políticos de la Independencia Nacional – primeras décadas del siglo XIX – pero siempre renovados, actualizados – en la forja de nuevos escenarios Democrático-Participativos- Ciudadanos, en Nuestra América, la Patria Grande, hoy precisamente es la Nueva Ágora griega de la Democracia Directa, Popular y Ciudadana. La Democracia que nace, crece y se desarrolla al calor de las necesidades y Derechos postergados, olvidados, explotados, marginados, de los Pueblos de Nuestra América, la Patria Grande.

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AMÉRICA LATINA: ¿ QUÉ DEMOCRACIA TENEMOS Y QUÉ DEMOCRACIA QUEREMOS?.

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Oscar Jara.

ALAI. América Latina en Movimiento.

Miércoles 27 de junio del 2018.

Quisiera compartir cuatro ideas acerca de la problemática actual que vive la democracia en nuestra región y luego indicar qué desafíos tienen los procesos de educación popular en este contexto.

1.  Democracia desgastada.

La primera idea es que la democracia liberal está totalmente desgastada en América Latina.  La palabra “desgastada” refleja esa idea que todo aquello que la constituía, ya no tiene la misma influencia ni utilidad que tuvo; significa una disolución de todos aquellos factores que en su constitución le dieron significado, pero que ahora no explican más su sentido: reducida a un momento electoral que está totalmente penetrado por la mercantilización comercial, la idea de representatividad ha quedado desgastada, y la construcción de la participación real en procesos democráticos permanentes, en este momento no son ni siquiera considerados.

Muchos partidos políticos están desligados de la vida cotidiana y de las problemáticas concretas de las personas; el espacio político ha sido ocupado por actores políticos sin relación con las dinámicas de los movimientos sociales, sin diálogo, sin vínculos con esas personas con las que deben dialogar.  La política pública debe pensarse más allá de lo gubernamental; es una confusión muy común el reducir la política pública a lo que hace el gobierno.  Para que sea pública debe pensarse como una política donde la ciudadanía se apropia de ella, discute y toma un papel protagónico en su formulación, en su ejecución, en la vigilancia sobre su cumplimento y en su evaluación; lo “público” no es sólo lo gubernamental; los gobiernos tienen la responsabilidad de dialogar y construir las políticas desde las necesidades y las propuestas de la ciudadanía, y ahí, entonces sí, los movimientos sociales tienen la posibilidad de aportar a construir la lógica de estas políticas.  Los gobiernos no son los únicos responsables de las políticas públicas.

2.  Vivimos una creciente desigualdad.

La segunda idea es que tenemos en América Latina una desigualdad creciente y cada vez más profunda, en términos de derechos económicos, sociales, políticos y culturales.  Los modelos que se están implementando en varios países de nuestra región después de los procesos de cambio que tuvieron lugar a comienzos de este siglo, que no significaron un cambio radical del modelo de sociedad capitalista, están siendo volteados para atrás, a través de nuevas políticas neoliberales, caracterizadas por profundizar la exclusión social y creando aún mayores niveles de desigualdad.  Cuando hablamos de democracia tenemos que pensar en democracia económica, en democracia social, en democracia cultural y esos niveles de desigualdad y exclusión que vivimos expresan cada vez más relaciones antidemocráticas, autoritarias, discriminatorias y excluyentes.

3.  Se incrementan las situaciones de polarización y agresividad.

Como tercera idea, es que esta desigualdad está creando una mayor polarización entre las personas y fuerzas políticas, que se caracteriza por expresarse cada vez con una mayor agresividad; no se generan debates con argumentaciones reales, sino que se presentan confrontaciones que expresan una polarización con elementos chocantes y con agresividad creciente, que se basan en una exclusión total de la razón y los argumentos contrarios.  Claro, ello está mostrando que tenemos en conflicto dos modelos que pertenecen a dos paradigmas en confrontación total: un paradigma del lucro, del mercado, del individualismo, valores que se posicionan en el centro de la política y de la sociedad y, por otro lado, tenemos la propuesta de construir un paradigma de vida, un paradigma de solidaridad, de una idea de democracia, donde podamos caber todas las personas y se respeten todos nuestros derechos.  Esta polarización expresa un antagonismo de esos dos modelos.  Vivimos una época donde no tenemos posibilidad de ser neutrales, sino más bien estamos disputando cuál de estos modelos va a guiarnos en nuestras sociedades.

4.  Se promueve tanto la desmovilización como la intolerancia.

Una cuarta idea es que vivimos procesos de desmovilización e intolerancia, debido a que es más difícil llegar a generar procesos de debate democrático; es un escenario más violento, verbal y físicamente hablando; un contexto de violencia especialmente contra las mujeres y contra todo aquello que signifique pensar en otro mundo posible que sea distinto al existente; la criminalización de la protesta significa la violencia contra todo aquel que se opone y crea que se puede cambiar este modelo.  Todo ello provoca procesos de desmovilización, procesos de resignación que interiorizan que no es posible cambiar las cosas, y evidencia el papel pendiente de nuestra responsabilidad que tenemos desde los movimientos sociales, partidos, y desde la educación popular de impulsar el papel protagónico de los sectores populares.

Un efecto de esa desmovilización es que aparecen otros actores políticos no tradicionales: aparecen las iglesias del movimiento pentecostal o neo-pentecostal en todos los países de América Latina como fuerza política en los parlamentos, municipios e incluso en el poder ejecutivo.  Su propuesta se caracteriza por un discurso fundamentalista que gira en torno a los supuestos valores bíblicos: la familia tradicional, la vida desde la fecundación y el matrimonio heterosexual.  Como ellos no tienen propuesta técnica económica para el país, al tener fuerza electoral conservadora, se alían a los equipos neoliberales de los partidos tradicionales.  Por eso estamos en un momento grave de crisis, donde queda complicado debatir con personas tan fundamentalistas, que creen desde su visión religiosa que se encuentran en el momento propicio para construir a través de su presencia en los poderes legislativos, municipales, judiciales y ejecutivo, el reino de Dios en la tierra.  Cuando un grupo de personas cree que un candidato ha sido elegido por Dios para esa misión y que su mensaje es una manifestación del Espíritu Santo… ¿cómo debatir con estas personas? Debe llamarnos la atención que son organizaciones que tienen un trabajo de base, una presencia a lado de la gente más necesitada, donde logran resolver o aliviar muchos problemas cotidianos mediante políticas asistencialistas: es el otro extremo de la política neoliberal, pues mientras el Estado abandona a estos sectores, estas sectas trabajan con las personas en sus barrios, en sus comunidades y construyen relaciones de confianza, identidad, seguridad.

¿Y la educación popular?.

Con base en estas cuatro ideas sobre la democracia desgastada que vivimos, me gustaría profundizar algunas ideas sobre la educación popular, la importancia de la creación de identidad, de espacios de construcción común y solidaridad, para pensar una sociedad equitativa y justa.

Cuando hablamos de Educación popular hablamos de algo que siempre debe ser comprendido de acuerdo con los espacios y contextos históricos donde fue creada.  No podemos hablar de “la” educación popular, como un proceso único, homogéneo o uniforme.  Creo que es mejor hablar siempre de procesos de educación popular: procesos que corresponden a momentos particulares, a contextos particulares.  Debemos comprender qué significa impulsar procesos de educación popular en cada momento histórico; claro, la historia de la educación popular de América Latina nos puede enseñar mucho, pero no para repetirla, sino para inspirarnos hacia el futuro, para enfrentar los desafíos que hoy vivimos.

Todo proceso de educación popular en América Latina ha estado siempre vinculado a un proceso de organización, participación y de aspiración de espacios de construcción de democracia.  Por ejemplo, en el siglo XIX cuando se hablaba de educación popular, se entendía como instrucción pública y se tenía la idea que la educación no sólo debía ser un privilegio para los nobles de la colonia, sino que debería ser para toda la población.  Ya desde entonces, encontramos en el término “educación popular” una aspiración democrática.  Cuando la revolución cubana empezó la Campaña Nacional de Alfabetización, cuando el gobierno de Allende en Chile en los años setenta creo un Programa Nacional de Educación Popular, cuando la Revolución Sandinista en la Nicaragua de los ochenta creó la idea de que toda la educación de Nicaragua, informal, no formal y formal debería ser una educación popular, estaban en todos los casos afirmando que los procesos de Educación Popular están vinculados a aspiraciones democráticas que fortalecieran el poder de la gente.  Cuando el movimiento Zapatista en los años noventa se levanta y crea procesos de identidad desde sus raíces indígenas y hablan de una educación popular para construir un mundo donde quepan todos los mundos, está presente esa aspiración democratizadora que ha ido acompañando siempre los procesos de educación popular.

Un paradigma emancipador.

Pero es importante comprender que los procesos de educación popular no son solamente un método, no responden sólo a una metodología o al uso de algunas técnicas, sino que están basados en una filosofía, un paradigma emancipador ético, político y pedagógico.  Este paradigma de la solidaridad, este paradigma de las personas como sujetos creadores de las sociedades, es un paradigma que se expresa desde lo ético en lo político y por lo tanto fundamentan una pedagogía, que es la que posibilita construir espacios y sujetos que edifican una sociedad democrática por medio del establecimiento de relaciones democráticas en todos los campos y niveles.

Por eso la inspiración freiriana de una educación liberadora que construye las capacidades de las personas como sujetos comprometidos con una transformación social de la historia, implica que los procesos pedagógicos tienen que ser democráticos para crear capacidades democráticas: sería una contradicción llevar a cabo procesos educativos autoritarios, verticales o doctrinarios, para lograr procesos de participación democrática.  De ahí la crítica a la educación “bancaria”, por vertical y autoritaria.  De ahí la propuesta de una educación problematizadora, dialógica y horizontal, que vincula la práctica con la teoría, que desarrolla el pensamiento crítico, la ecología de saberes y la vocación de humanización.

Los aportes de Freire nos hacen ver que están íntimamente relacionadas las propuestas de ser sujetos de trasformación social y ser sujetos de procesos educativos creadores.  Si nos formamos como personas críticas y creativas, ello se expresará en formas de participación social críticas y creativas.

Una idea clave de Freire, en su libro “Pedagogía de la Autonomía”, dice: “Enseñar no es transferir conocimientos, sino crear las condiciones para su producción”.  Esa idea no nos la hemos apropiado suficientemente.  Educar no es transferir contenidos, sino crear condiciones para producir, para crear, para construir conocimientos transformadores.  Entonces, la pregunta clave es ¿cómo creamos condiciones para que sea posible un proceso de aprendizaje, de reflexión crítica, para crear capacidad de análisis, comunicación, sensibilización de problemas para poder trabajar y comprender lo que acontece en nuestro alrededor? En definitiva, para desarrollar nuestras capacidades protagónicas y construir el protagonismo popular en la vida social, política y cultural.  Por eso cuando hablamos de procesos de educación popular estamos hablando de procesos que se llevan a cabo en todos los niveles y espacios, creando capacidades que significan contribuciones esenciales para los espacios de democratización, para formar espacios de participación efectiva, por lo tanto, para demandar espacios de institucionalidad y modificar las reglas autoritarias y excluyentes del ejercicio de la democracia formal.

Si tenemos un paradigma transformador, de una sociedad justa equitativa y democrática, ese paradigma no significa que es un sueño que algún día sucederá, sino que es un paradigma que debe guiar nuestras acciones cotidianas.  Las utopías deben manifestarse en la cotidianeidad, expresarse en la acción de las personas, es la forma en que las personas lo construyen desde ahora.  No es algo que llega de afuera, sino que se construye cotidianamente por la propia sociedad a partir de sus condiciones, analizando y transformando juntos esa realidad.

No es posible una sociedad democrática, si no construimos espacios de democratización en la familia, la casa, el trabajo, la escuela, en los barrios, sindicatos, partido, organización… en todas las dimensiones donde existan relaciones de poder, tenemos que pensar si esas relaciones de poder ¿son autoritarias o son democráticas?, ¿construyen capacidades de transformación o construyen resignación o pasividad?, ¿qué hacemos cada día con nuestro trabajo: estamos favoreciendo esas condiciones para el protagonismo de las personas o para su conformismo?

El desafío que tenemos, entonces, en este momento histórico es -en todos los espacios posibles- construir las capacidades democratizadoras, la posibilidad de crear la utopía desde los espacios concretos y cotidianos en que nos toca vivir.  Por eso es indispensable comprometernos en la transformación de las condiciones de individualismo, mercantilización de la vida, consumismo, violencia y dominación patriarcal que se expresan en el sistema capitalista actualmente hegemónico que oprime a las mayorías del mundo.

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- Oscar Jara es Presidente del CEAAL.

Este artículo está basado en la presentación que se realizó en la actividad de convergencia titulada: ¿Qué democracia tenemos y qué democracia queremos? en el Foro Social Mundial 2018, Salvador de Bahía, el día 14 de marzo.  En este espacio convergieron diversos actores y movimientos: la Central Única de Trabajadores (CUT), El Movimiento de los Trabajadores y Trabajadoras Sin Tierra (MST), Frei Betto, el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL), Instituto de Estudios Socio Económicos (INESC) y la Escuela Nacional de Formación de la Confederación Nacional de Trabajadores del Campo (ENFOC / CONTAG).

Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento de ALAI, No. 533, junio 2018: Educación Popular para reinventar la Democracia. 

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jueves, 28 de junio de 2018

LA EXPLOTACIÓN DEL TRABAJO INFANTIL AUMENTA EN LA INDUSTRIA TABACALERA.

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INFORME DE LA OIT EL 2011, SOBRE EL TRABAJO DE NIÑOS EN AMÉRICA LATINA,. Perú y Bolivia, donde entre un 25% y un 35% de los niños cumplen tareas laborales, lideran los indicadores de trabajo infantil en Sudamérica, según cifras de la Organización Internacional del Trabajo OIT, divulgadas en Buenos Aires. Por su parte, Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Venezuela integran el grupo de países con menores niveles de trabajo infantil, con porcentajes que van del 5% al 8%, precisó el coordinador regional del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil de la OIT, Manuel García. En medio de la clasificación, se sitúan Colombia, Ecuador y Paraguay, donde trabajan del 10% al 17% de los niños, añadió García en un encuentro organizado por el Ministerio argentino de Trabajo (www.oit.org.pe/ipec).

La campaña mundial contra el trabajo infantil, especialmente en sus peores formas, se encuentra en una encrucijada. Se ha pasado de una optimista previsión formulada hace tan sólo cuatro años sobre la proximidad del fin del trabajo infantil, al más reciente informe de la OIT, en el que se arrojan dudas respecto a la posibilidad de que la meta pueda alcanzarse en el año objetivo de 2016. El Programa Internacional de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil y la comunidad internacional han decidido ahora renovar tal empeño. En una conferencia internacional celebrada el 10 y 11 de mayo y organizada por el Gobierno de los Países Bajos se adoptó una nueva “hoja de ruta” dirigida a alcanzar los objetivos fijados en 2006. Constance Thomas, Directora del IPEC, examina los logros alcanzados y los retos pendientes en la lucha contra el trabajo infantil.

“En 2006, en el segundo Informe Global de la OIT sobre trabajo infantil dio cuenta del avance significativo en la lucha contra el trabajo infantil. Animada por esta tendencia positiva, la OIT estableció un objetivo visionario: eliminar para 2006 el trabajo infantil en sus peores formas. Cuatro años después, el tercer Informe Global dibuja un panorama diferente: el trabajo infantil sigue disminuyendo, aunque a un ritmo menor. Si los países siguen adelante como si tal cosa, el objetivo de 2016 no se alcanzará. El nuevo informe dice que se ha producido una reducción del 3% en el trabajo infantil en el período de cuatro años considerado en las estimaciones globales, 215 millones de niños siguen atrapados en el trabajo infantil y una alarmante cifra de 115 millones se expone a trabajos peligrosos. Se han logrado algunos avances importantes en la lucha contra el trabajo infantil, pero el problema no se ha resuelto, y parece que tiene fuerza para seguir. En 2006, el ritmo de mejora era tal, que la comunidad internacional se marcó un objetivo ambicioso: erradicar las peores formas de trabajo infantil en el plazo de un decenio. Sin embargo, en los últimos años se ha ralentizado el avance hacia la consecución de tal objetivo. Además, muchos de los niños que trabajan son a los que más difícil resulta acceder”, relata la Revista de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Nº 69.
 
 
Trabajo Infantil de Niños y Niñas en el Perú, es muy común en todo el país, en especial en los sectores migrantes, asentamiento humanos y "empresas" explotadoras de trabajo de niños en las Ladrilleras. Algo para detener, nada al contrario se incrementa en todos los sectores, en espacial en la Trata de niños y niñas en la selva de Madre de Dios y la explotación ilegal del oro y la destrucción del Medio Amiente.
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Los movimientos sociales de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (NATs en acrónimo) desde hace 30 años denuncian que,

“Frente a esta corriente abolicionista y los atropellos que estamos sufriendo todos los NNATs, en América Latina, de parte de estas organizaciones internacionales que intentan imponernos sus puntos de vista sin tener en cuenta nuestra cultura que está basada en el trabajo como una forma de vida y dignificación de las personas, en la búsqueda permanente del bienestar de todos para el Buen Vivir. Es una gloria tanto para los NNATs organizados en el Movimiento latinoamericano y del Caribe-MOLACNATs que el año 2008 en Bolivia, hayan dado un paso único en la historia, al incluir en su Constitución el reconocimiento del derecho al trabajo y la protección a los niños y trabajadores en su país. No obstante, esta conquista actualmente se pretende cambiar por una visión de erradicación, una visión europeizada impulsada por la OIT, quienes vienen implantando desde hace muchos años el cumplimiento de sus Convenios 138 y 182, que no se adecuan a la realidad de la infancia y adolescencia trabajadora en nuestra región de América Latina”, destaca una recién nota del Movimiento Nacional de NNATs organizados del Perú – MNNATSOP.

El histórico reconocimiento del trabajo infantil en condiciones dignas en la Constitución de Bolivia (ver nota publicada por el bloque GUE-NGL en el Parlamento  Europeo se une a otros logros que los Movimientos NATs han construido en Latinoamérica, en la implementación de nuevas políticas públicas incluyentes con los Gobiernos Progresistas de Paraguay, de Venezuela, de Ecuador. No hay que olvidar la propuesta del Presidente de Uruguay, José Mujica, de impulsar un proyecto de ley que habilite a que niños de 10 o 12 años puedan trabajar con su familia bajo determinadas condiciones, Mujica, ex líder del grupo revolucionario "Tupamaros" que actuó en los años 70 y 80 en Uruguay, se refirió a esas ideas destacando que el hecho de que los niños trabajen con sus padres "es mucho más digno a que tenga que salir a pedir por ahí" 

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Las niñas en situación de trabajo infantil han disminuido en un 40% desde el año 2000, los niños, sólo en un 25% / Fotografía: OIT 
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LA EXPLOTACIÓN DEL TRABAJO INFANTIL AUMENTA EN LA INDUSTRIA TABACALERA.

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Sarah Boseley.

The Guardian/El Diario.

Jueves 28 de junio del 2018.
 

- El tabaco que se vende en Estados Unidos, Europa y otros sitios del mundo contiene hojas producidas en arduas condiciones por niños.

- Los expertos afirman que los bajísimos salarios que se pagan a los trabajadores rurales en países como Malaui hacen que el trabajo infantil sea inevitable.

Una investigación de The Guardian ha revelado que el trabajo infantil abunda en la industria tabacalera y está en aumento en países pobres, a pesar de que las empresas multimillonarias aseguren que están trabajando en el tema.  

Pruebas encontradas en tres continentes demuestran que niños de 14 años y aún menores no van a la escuela y trabajan en condiciones difíciles y a veces incluso sufriendo daño físico para producir la hoja de tabaco que rellena los cigarros que luego se venden en Estados Unidos y Europa.  

Las familias están atrapadas en círculos de pobreza generacional, mientras que los salarios en la cima de la industria ascienden a millones de dólares al año. Las empresas dicen que supervisan el trabajo infantil y que retiran a los niños de los campos para que vayan a la escuela, pero los expertos han dicho a The Guardian que el número de niños trabajando está aumentando, no disminuyendo, mientras crece el cultivo de tabaco en África y Asia.  

Los niños sufren consecuencias de por vida: "Quería ser enfermera", afirma una niña malauí de 14 años que se pasa el día en el campo bajo el sol abrasador, trabajando con una pesada azada.  

Las familias creen que no tienen más opción que utilizar a sus hijos como mano de obra no remunerada. Muchos están endeudados con los dueños de la tierra y los arrendadores, y deben permanecer en los campos de una temporada a la otra, incapaces de romper el círculo de pobreza.  

"No se está tomando ninguna medida efectiva para revertir este escenario", dijo Vera Da Costa e Silva, jefa de la Secretaría del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, un organismo clave que se enfrenta a una industria que mata más de siete millones de personas al año. "Lo que sucede es que los campos de cultivo de tabaco concede altos beneficios a la industria pero muy poco dinero a los trabajadores rurales".  

Las empresas tabacaleras aseguran que están haciendo todo lo posible por acabar con la explotación infantil.  

Silva destaca que las empresas multinacionales tienen una responsabilidad directa por este escándalo. "La responsabilidad que tienen es doble: por un lado la responsabilidad por el trabajo infantil y por otro la de hacer que los niños trabajen manipulando un producto letal que acaba por afectarles".  

Silva dice que en 2011 había unos 1,3 millones de niños al año trabajando en los cultivos de tabaco, y que –según la Organización Internacional del Trabajo (OIT)– el número ha ido en aumento al trasladarse el cultivo de países en mejor situación económica a países más pobres. Entre 2000 y 2013, el cultivo de tabaco disminuyó en países como Brasil, Turquía y Estados Unidos –afirmó un informe de la OIT de febrero de 2017–, pero ha aumentado en otros, como Argentina, India y Zimbabue.  

Dado que el trabajo rural infantil es más común en países pobres, el informe de la OIT afirma:

"Este cambio en la producción puede haber resultado en un aumento del trabajo infantil y en un mayor déficit de empleo decente en la producción de tabaco. Aunque no existe una estimación del número de niños trabajando en la industria tabacalera a nivel mundial, los sondeos indican que en las comunidades tabacaleras pobres, el trabajo infantil está fuera de control".  

Los puntos negros  

En Malaui: padres que trabajan en el cultivo del tabaco y viven en extrema pobreza no dejan que sus hijos asistan a la escuela para que ayuden en la cosecha de las hojas de tabaco. Algunas familias que viven en chozas de paja no reciben ningún pago durante 10 meses, hasta que la cosecha de tabaco se vende. Viven con un cubo de maíz a la semana que les dan los arrendadores y para reunir el dinero para molerlo deben trabajar además en otros campos, algo en lo que también participan los niños.  

En MéxicoThe Guardian vio niños trabajando en siete de las diez plantaciones de tabaco que visitó en marzo en la región de Nayarit, a pesar de los avances que han hecho tanto la industria como el Gobierno para combatir el problema y asegurarse de que los niños vayan a la escuela.  

En IndonesiaThe Guardian visitó comunidades cultivadores de tabaco en Lombok y conversó con niños trabajadores, incluido un niño de 14 años que afirmó tener problemas respiratorios que su familia atribuye a su trabajo en los campos de tabaco.  

El Departamento de Trabajo de Estados Unidos elaboró una lista de 16 países donde suponen que hay niños trabajando en el cultivo de tabaco. Organizaciones de Derechos Humanos incluida Human Rights Watch han documentado el trabajo infantil en el cultivo de tabaco en Bangladesh, Kazajistán, Indonesia, Brasil y más recientemente en Zimbabue. 

Los expertos afirman que los bajísimos salarios que se pagan a los trabajadores rurales en países como Malaui hacen que el trabajo infantil sea inevitable.  

Las empresas tabacaleras BAT y JTI aseguran que es aceptable que niños de entre 13 y 15 años realicen en el campo tareas livianas siempre que no afecten a su salud ni su acceso a la educación. Sin embargo, los activistas dicen que no deberían estar en contacto con el tabaco hasta los 18 años.  

(Que tal explotación, como en los tiempos del siglo XVII y XVIII del capitalismo), El ingreso promedio de un trabajador rural en Kasunga, una de las mayores regiones tabacaleras de Malaui, es de 223.710 kwacha (unos 325 euros) por 10 meses de trabajo, según un estudio realizado en 2017 por el Centro por el Interés Social, una ONG de Malaui.  

Se estima que cada kilo de tabaco rinde para 1.200 cigarrillos. El año pasado, los trabajadores rurales de Kasunga ganaron 200 kwacha (0,25 euros) por kilo una vez que se vendió la cosecha.  

Los trabajadores rurales son el eslabón más pequeño de la cadena alimenticia tabacalera. Acceden a trabajar durante un año para un arrendador que tiene un contrato y tiene la tierra, sea ésta de su propiedad o alquilada. Ese contrato es con una de las grandes empresas que compran hoja de tabaco –Alliance One, Universal (que el Malaui es conocida como Limbe Leaf) o Japan Tobacco International (JTI).  

Las empresas que compran la hoja de tabaco acuerdan comprarle a los arrendadores con quienes tienen contrato y a cambio proveen las semillas, los fertilizantes, los pesticidas y las herramientas. Estas empresas dicen que les aclaran que no deben trabajar niños. Alliance One aseguró que una de los "principales prioridades" es la eliminación del trabajo infantil y afirmó estar comprometida a luchar contra el trabajo infantil.  

Las empresas que compran la hoja de tabaco cumplen órdenes de las productoras de cigarrillos: British American Tobacco, Philip Morris y Japan Tobacco.  

Principal problema, los salarios  

Las grandes empresas tabacaleras tienen sus propios programas de responsabilidad social empresarial. Dicen que supervisan el trabajo infantil y que construyen pozos y escuelas. Sin embargo, Marty Otanez, profesor de la Universidad de Colorado en Denver, un antropólogo que hace muchos años que estudia el cultivo de tabaco en Malaui, indica que los proyectos de bienestar social han "demostrado cierta buena voluntad por parte de las empresas tabacaleras para hacerse cargo de algunos de los problemas, pero evitan encarar temas más difíciles como el precio de la hoja de tabaco y los salarios".  

Las cuatro mayores empresas tabacaleras dicen que están haciendo todo lo que pueden.

"BAT se toma muy en serio el trabajo infantil y está de acuerdo en que los niños nunca deben ser explotados, expuestos a situaciones de peligro o impedirles el acceso a la educación", afirmó un portavoz. "Nosotros no empleamos a niños en ninguna de nuestras operaciones en ningún país del mundo y les dejamos claro a nuestros agricultores y proveedores que no toleraremos la explotación infantil". Imperial Tobacco afirma: "El trabajo infantil es inaceptable y hacemos todo nuestro esfuerzo para que no haya trabajo infantil en nuestra cadena de suministro".  

PMI dice que el trabajo infantil es una realidad inaceptable.

"Estamos comprometidos a eliminar el trabajo infantil y otras formas de abuso laboral en todos los lugares donde producimos tabaco", afirmó Miguel Coleta, director de sostenibilidad de la empresa. "Hemos trabajado para atacar las raíces del problema del trabajo infantil y hemos logrado una reducción mundial de los incidentes de trabajo infantil en las tierras con las que tenemos contrato. Agradecemos la supervisión continuada de nuestros esfuerzos y reconocemos que no podemos vencer nosotros solos. Esto requiere esfuerzos serios y a largo plazo por parte de todas las partes interesadas, incluidos el Gobierno y la sociedad civil".  

JTI también afirmó que el trabajo infantil es endémico en el mundo rural, pero que han logrado reducirlo en las zonas donde contratan a los trabajadores de forma directa.

"La realidad es que el trabajo infantil surge de una combinación de factores sociales, económicos y normativos. En JTI, no fingimos que somos capaces de resolver nosotros solos el problema del trabajo infantil, pero estamos haciendo todo lo posible desde nuestro lugar para solucionarlo, trabajando en colaboración con otros", declaró la empresa.  

Traducido por Lucía Balducci.

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