martes, 31 de enero de 2023

LA CRISIS EN EL PERÚ HA LLEGADO A UN PUNTO DE NO RETORNO

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Una visión colonial de las regiones. El inmenso estallido social y político de estos días ha desnudado uno más de los grandes problemas del paísel hipercentralismo que, en el caso del Perú, no solo es político, sino también económico, social y cultural. La visión y el imaginario centralista de Lima sobre las regiones, sobre todo andino-amazónicas, es colonial. Solo ven a los Andes y a la Amazonía como territorios para extraer minerales, cobre, zinc, oro, petróleo, gas, madera. Las 18 mil leyes que se dieron para la Amazonía entre 1821 y 1960 revelan esa miopía y casi ceguera. Por eso sostengo la hipótesis de que una alianza andino-amazónica que se está tejiendo ahora transformará a la Amazonía y los Andes en el espacio geopolítico, geoeconómico e hidropolítico del Perú en el siglo XXI. La protección, conservación y manejo sostenible del bosque amazónico, la mayor fábrica de agua dulce del mundo es uno de los ejes de esta alianza estratégica.

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LA CRISIS EN EL PERÚ HA LLEGADO A UN PUNTO DE NO RETORNO

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Por Roger Rumrill.

Otra Mirada. Lima martes 31 de enero del 2023.

 

Posibles salidas en el corto y mediano plazo

El Perú ha llegado a un punto de no retorno de una crisis sistémica y estructural que tiene 200 años. Ahora solo quedan un Pachakuti andino y un Ipámamu amazónico.

“Lo único que nos puede sacar de esta situación es la utopía, en otras palabras, ¿Qué quiere decir esto?, que este sistema llegó a su fin, murió”, afirma el científico social y profesor universitario Héctor Béjar Rivera.

Quién está combatiendo para construir la utopía y qué hará posible este giro copernicano de la historia peruana es, como dice el analista Alberto Adrianzén, la “furia democrática” del pueblo que ahora se moviliza y expresa su cólera y su rebeldía de un extremo a otro del país, porque el Perú de estos días tumultuosos, violentos, dramáticos y trágicos,

“está viviendo el más vasto y plural movimiento democratizador de la historia republicana”, afirma el sociólogo Sinesio López Jiménez.

Porque, así como no se ha podido volver a la “normalidad” con el coronavirus; tampoco se puede volver a la “normalidad” con un estado peruano capturado por las élites y con una democracia encorsetada y funcional a estos mismos grupos oligárquicos. El castillo de arena de la civilización occidental estuvo a punto de colapsar por el ataque de un virus invisible y ese mismo virus desnudó la precariedad del estado peruano construido a la medida y de acuerdo con los insaciables apetitos de los poderosos. Ahora, ese mismo estado y ese modelo económico, luego de 200 años, ya no puede seguir siendo solo el bastión y el festín de una minoría adversaria a muerte de los cambios y transformaciones de la sociedad.




El mar de fondo de la crisis

El mar de fondo de este sismo político y social que ahora sacude al Perú con un saldo trágico de más de un centenar de peruanos asesinados por la represión estatal y la destrucción de bienes públicos y privados viene de atrás. Tiene 200 años. Porque como han señalado los historiadores, entre ellos Jorge Basadre, la independencia política de 1821 no cambió estructuralmente el sistema económico, social y cultural de la colonia. La colonialidad del poder, de la cultura y la subjetividad, como dice el pensador Aníbal Quijano, siguió y sigue dominando el Perú.

En todo caso, fue un cambio de mocos por babas. A tal punto que el sistema colonial de las encomiendas se transformó en las grandes haciendas y latifundios republicanos, la base y estructura de la feudalidad más oprobiosa de la república que recién fue cancelada en 1969 con la Reforma Agraria del general Velasco.




Nación multilingüe y estado neocolonial

La construcción de la nación peruana es todavía una agenda pendiente. Porque la nación peruana es multilingüe, multiétnica y multicultural y estado peruano es de origen colonial, disfuncional a la nación. Por eso, la construcción de la nación peruana pasa, inevitable e irreversiblemente, por una profunda reforma del estado neocolonial, en la economía, la cultura, la salud, la educación y la justicia, entre otras reformas.

Solo un ejemplo. La justicia que ejercen los jueces, fiscales y magistrados es la aplicación y ejecución del derecho positivo romano y para quienes el derecho consuetudinario de los pueblos andino-amazónicos es letra muerta. Letra muerta el derecho consuetudinario de un tercio de la población peruana, con 55 familias etnolingüísticas, cuatro en los Andes (Kichwa, Uru, Aymara y Jacaru) y 51 en la Amazonía.

Esta enorme fractura entre la nación multilingüe, multicultural y multiétnica y el estado monocultural salió a flote en estos días en el comportamiento del estado agresivo y autoritario y de los políticos y los medios en estos días de cólera ciudadana: el racismo, el centralismo, la desintegración del país, la extrema polarización, el desprecio a los pobres y peor si son indios, entre otros males y problemas de la sociedad peruana.

Sin la reforma estructural del estado neocolonial peruano, como primer paso, y la refundación de la nación peruana, como paso subsiguiente, el Perú podría descarrilarse a la condición de estado fallido en las próximas décadas.



El huevo de la serpiente del fujimorismo

La crisis fundacional del estado peruano se profundizó aún más con el advenimiento de la cleptocracia fujimorista. Alberto Fujimori Fujimori y su alter ego Vladimiro Montesinos multiplicaron el huevo de la serpiente de la corrupción en la sociedad peruana. Pero no solo eso. Junto con la violencia de Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) dinamitaron el país y abrieron aún más las grietas y rajaduras de la desintegración del país, rompiendo el tejido social e institucional, debilitando casi hasta la extinción a los partidos políticos y capturaron al Estado, ahora cautivo y rehén del gran poder económico nacional e internacional.

La piedra filosofal del modelo construido por el fujimorismo y sus aliados de la derecha económica y política fue la Constitución política de 1993, la llave maestra para cerrar la puerta del estado y abrir todas las puertas al mercado convertido en la biblia de la economía y el desarrollo. La Constitución que la ultraderecha económica y política ha ordenado a sus perritos falderos del Congreso que lo defiendan como un mantra intocable.

Una visión colonial de las regiones

El inmenso estallido social y político de estos días ha desnudado uno más de los grandes problemas del país: el hipercentralismo que, en el caso del Perú, no solo es político, sino también económico, social y cultural. La visión y el imaginario centralista de Lima sobre las regiones, sobre todo andino-amazónicas, es colonial. Solo ven a los Andes y a la Amazonía como territorios para extraer minerales, cobre, zinc, oro, petróleo, gas, madera.

Las 18 mil leyes que se dieron para la Amazonía entre 1821 y 1960 revelan esa miopía y casi ceguera. Por eso sostengo la hipótesis de que una alianza andino-amazónica que se está tejiendo ahora transformará a la Amazonía y los Andes en el espacio geopolítico, geoeconómico e hidropolítico del Perú en el siglo XXI. La protección, conservación y manejo sostenible del bosque amazónico, la mayor fábrica de agua dulce del mundo es uno de los ejes de esta alianza estratégica.



La lucha por el poder

La batalla que se da en las calles y ciudades del Perú en este momento es una lucha por el poder. Todo el discurso criminalizador, terruqueador, conspiracionista y confrontacional (sin negar que hay vándalos y destructores de la propiedad que tienen otros propósitos) del gobierno civil-militar de la señora Dina Boluarte apunta en una dirección precisa: seguir manteniendo el poder político y económico y por tanto la permanencia de ese mismo Estado, Congreso y gobierno.

Como escribe el analista Víctor Caballero Martín:

“Lo que está en el centro del conflicto es una cuestión de poder, las reformas que el estado peruano requiere, por el debate sobre un nuevo consenso en el equilibrio de poder en los cuales el pueblo exige participar. Exige, que se les considere como actores políticos e interlocutores válidos con los cuales establecer las bases de una agenda política de reformas y en donde se incluya al pueblo movilizado, a sus organizaciones y líderes como actores políticos con los cuales dialogar”.

Por eso, la presidenta Dina Boluarte seguirá insistiendo en su monserga que la agenda con las multitudes de todo el país es solo social y no política. Porque lo ideal para ella y el poder que la tiene como cautiva y prisionera es, como sostiene Avelino Guillén, exfiscal supremo y ex ministro del interior, “escalar el nivel de violencia para quedarse hasta el 2026”.

La crisis actual revela, además, una suerte de fatalidad en la política y los políticos peruanos. La elección de Pedro Castillo fue una suerte de símbolo y de emblema. El primer presidente cholo, maestro rural, de origen popular, elegido presidente justamente en la celebración del Bicentenario de la Independencia. Muchos creímos que Castillo llegaba al gobierno para romper el atavismo colonial de los políticos que durante un bicentenario construyeron el castillo de arena del estado peruano. Pero Pedro Castillo fue realmente un castillo de arena que se desplomó.

Dina Boluarte, que sucedió a Castillo, la primera mujer peruana que llega al gobierno del Perú en 200 años debería haber retomado toda la agenda de transformación que había prometido Castillo en su campaña y que luego abandonó. Pero en vez de eso, la señora Boluarte,

“cogobierna con el fujimorismo y la derecha, facciones políticas que fueron rechazadas en una titánica contienda electoral limpia. No solo ha abandonado sus banderas políticas, sino la voluntad popular”, afirma la politóloga Ariela Ruíz Caro. 



La “toma de Lima” tiene que convertirse en la toma del poder. Elecciones adelantadas en este año de 2023. Que una gran coalición de centro, izquierda e incluso de derecha democrática, sumada a las multitudes que ahora se movilizan en todo el país, ganen las elecciones e inicien las grandes transformaciones: una nueva Constitución, reformas estructurales del Estado y la refundación de la Nación Peruana.

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lunes, 30 de enero de 2023

LA ELITE DE DAVOS A LA DERIVA FRENTE A LA «POLICRISIS» DEL CAPITALISMO GLOBAL.

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Nos enfrentamos nada menos que la descomposición de la civilización capitalista. La elite de Davos está consciente de la gravedad de la crisis global: que el sistema se está resquebrajando, que su control del poder está cada vez más tenue y dependiente de un estado policiaco global, y que las clases trabajadoras y populares están en pie de lucha. Pero el compromiso del FEM de defender y expandir a toda costa la acumulación interminable de capital a escala mundial – esta es su razón de ser – hace imposible que la clase dominante global ofrezca soluciones viables a la crisis de época. Abordar esta crisis implica una redistribución de gran alcance de la riqueza y el poder hacia abajo, la regulación de los mercados globales, controlar el capital transnacional, la desmilitarización de la sociedad global, y medidas ambientales radicales. Tales soluciones solo vendrán de la lucha de masa desde abajo en contra de la clase dominante de Davos.

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LA ELITE DE DAVOS A LA DERIVA FRENTE A LA «POLICRISIS» DEL CAPITALISMO GLOBAL.

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Por William I. Robinson | 30/01/2023 | Mundo

Fuente. Rebelión lunes 30 de enero del 2023.

La élite política y corporativa transnacional estuvo de regreso en Davos del 16 al 20 de enero para su cónclave anual en medio de la crisis más severa del capitalismo global desde la fundación del Foro Económico Mundial (FEM) hace medio siglo.

En años anteriores los participantes en la reunión exclusiva descendieron a la estación de esquí en sus jets privados rebosando confianza en la hegemonía del capitalismo global. Pero esta vez, la incertidumbre sobre su capacidad para manejar la crisis, mantener el control, reestabilizar el capitalismo global y reconstruir el consenso fracturado en sus filas estaba a la plena vista.

El FEM fungió como centro de intercambio y órgano de planificación de la clase capitalista transnacional (CCT) y sus aliados políticos en el apogeo de la globalización capitalista. Pero ahora los grupos dominantes parecen estar en permanente gestión de crisis, incapaces de reestablecer la hegemonía mientras el consenso capitalista global construido en el apogeo del neoliberalismo desde la década de los 1990 hasta el colapso financiero del 2008 continúa desintegrándose.

La elite de Davos está muy consciente de que el capitalismo global enfrenta una serie de crisis entrelazadas – lo que el informe anual del Foro para 2023, “Riesgos Globales”, calificó como una “policrisis”. El mundo enfrenta “inflación, crisis del costo de la vida, guerras comerciales, fugas de capitales, descontento social generalizado, confrontación geopolítica y el espectro de la guerra nuclear,” indicó el informe. Estos riesgos, advirtió,

“están amplificados por novedades en el panorama de los riesgos globales, incluyendo niveles no sostenibles de deuda, una era de bajo crecimiento, baja inversión y desglobalización, una disminución en el desarrollo humano después de décadas de progreso, el desarrollo descontrolado de tecnologías del uso dual (civil y militar), y las crecientes presiones del cambio climático”. En su conjunto, “estas crisis están convergiendo para dar forma a una década venidera única, incierta, y turbulenta”, concluyó.



El FEM, establecido en 1971 en vísperas de la globalización capitalista, reúne al círculo íntimo de la CCT y sus representantes políticos en los Estados y las organizaciones internacionales. Cada año, la crema y nata de la elite transnacional corporativa y política se reúne en Davos para dimensionar el estado del capitalismo global, debatir los problemas y desafíos que enfrentan como clase dominante global, y considerar programas y políticas para abordar estos desafíos a su dominación clasista. En una palabra, Davos es donde los Señores del Capital elaboran anualmente su estrategia de cómo van a gobernar el planeta.

El núcleo de la membresía del FEM lo constituye los directores ejecutivos de las 1,000 corporaciones transnacionales más grandes del mundo, junto con los representantes de los grupos mediáticos más poderosos, los formuladores de políticas clave de los gobiernos nacionales alrededor del mundo y de los organismos internacionales, y una selección de expertos de los campos político, económico, científico, social y tecnológico. Se trata de un club ultra-exclusivo, cuya membresía es por invitación solamente. La elite de Davos es una verdadera Internacional de Capital.

La asistencia a las cumbres anuales es solo por invitación y cuesta $19,000 por asistente. Entre los 2,700 participantes en la reunión de 2023, figuraron los directores ejecutivos de más de 600 corporaciones transnacionales, 51 jefes de estado, 56 ministros de finanza, 19 gobernadores de bancos centrales, 30 ministros de Comerio, 35 ministros de Exteriores, y los directores de las principales organizaciones internacionales, entre ellas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, El Banco Central de la Unión Europea, las Naciones Unidas, y el secretario general de la OTAN.


Huelga Nacional de los Transportes contra la Inflación, paraliza Londres y París.
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La Amenaza Desde Abajo

Bajo la égida del FEM, del Fondo Monetario Internacional, y de otras instituciones financieras internacionales y de los gobiernos occidentales clave encabezado por Estados Unidos, la CCT ha impulsado una globalización capitalista salvaje desde la década de 1980, en el proceso desestabilizando y arrojando a la inseguridad a innumerables comunidades, países y regiones enteros. Esta globalización ha resultado en una concentración y centralización sin precedentes del capital a escala mundial en manos de la CCT. En 2018, solamente 17 conglomerados financieros globales controlaron colectivamente $41.1 billones de dólares, más de la mitad del PIB mundial.

Al mismo tiempo, la globalización ha desatado desigualdades sin precedentes y desencadenado conflictos sociales y políticos en todo el mundo. El aumento de la desigualdad, el empobrecimiento y la inseguridad de las clases trabajadoras y populares después de décadas de la decadencia social generada por el neoliberalismo están llevando a los Estados a una crisis de legitimidad, desestabilizando los sistemas políticos nacionales, y ponen en peligro el control de las élites.

Apenas unos días antes de que abriera la reunión de Davos, la Fundación Carnegie para la Paz Internacional actualizó los datos que maneja sobre las protestas populares alrededor del mundo, informando que más de 400 protestas anti-gubernamentales de mayor envergadura han estallido alrededor del mundo desde 2017, una cuarta parte de ellas sostenidas durante tres meses o más, muchas de ellas involucrando a cientos de miles y hasta millones de manifestantes, y no menos de 32 de ellas estaban todavía en curso mientras el cónclave su puso en marcha.

Como para simbolizar la creciente revuelta mundial, en el tercer día de la reunión, más de un millón de personas salieron a las calles de Paris para protestar el ataque a las pensiones y otras medidas neoliberales, mientras que, al otro lado del Canal de la Mancha, los trabajadores del Reino Unido avanzaron con una ola de huelgas no vista en décadas. No es sorprendente que tanto el presidente francés Emmanuel Macron y el Primer Ministro británico Rishi Sunak se saltaron Davos este año para atender las crisis internas.



El capitalismo global se enfrenta una crisis estructural de la sobreacumulación y el estancamiento crónico. La CCT ha acumulados cantidades obscenas de riqueza, mucho más allá de lo que puede reinvertir. Pero los grupos dominantes también enfrentan una crisis política de la legitimidad estatal, hegemonía capitalista, y desintegración social generalizada; una crisis internacional de la confrontación geopolítica; y una crisis ecológica de proporciones históricas. El ecosistema planetario en que se basa la civilización humana se está desmoronando bajo el impacto de la desenfrenada acumulación capital global.

Como contexto de fondo, un informe de inteligencia del gobierno norteamericano de 2021 advirtió que el mundo

“enfrentará desafíos globales más intensos” en los próximos años, incluidos “el cambio climático, enfermedades, crisis financieras y perturbaciones tecnológicas” que “probablemente se manifiesten más frecuente e intensamente en casi todas las regiones y países” y que “producirán tensiones generalizadas en los Estados y las sociedades, así como shocks que podían ser catastróficos.” El informe continuó señalando que “la magnitud de los desafíos transnacionales, y las implicaciones emergentes de la fragmentación, están excediendo la capacidad de los sistemas y estructuras existentes.”

Los asistentes a Davos este año discutieron extensamente las variadas dimensiones de esta “policrisis” pero parecieron estar a la deriva sobre cómo reestabilizar el capitalismo global y rechazar la amenaza de la revuela de masa desde abajo como de la derecha populista, el nacionalismo y el neofascismo a la globalización capitalista. El secretario general de la ONU Antonio Guterres advirtió que la batalla contra el cambio climático se está perdiendo, mientras la directora general del FMI se vio obligada a admitir que la economía mundial enfrenta “quizás su mayor prueba desde la Segunda Guerra Mundial”. Mientras tanto, la invasión rusa a Ucrania en 2022 y la respuesta política, militar, y económica radical de Occidente, junto con la Nueva Guerra Fría entre Washington y Beijing, están acelerando violento colapso del sistema internacional post-Segunda Guerra Mundial. Este año, los jefes de Estado de Rusia, China, y Estados Unidos se mantuvieron alejados.


Oxfam Internacional el 1% de multimillonarios, tiene el doble de riqueza que el 99% de la población global.
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¿Hacia Dónde Va el ‘Gran Reinicio’?

Se suponía que la pandemia de Covid-19 habría allanado el camino para “reestablecer u remodelar” el mundo en lo que el Foro denominó el “Gran Reinicio”. Este fue un eufemismo para un esfuerzo por reestabilizar y expandir el capitalismo global mediante una mayor desregulación neoliberal, la aplicación de las nuevas tecnologías digitales, un control más reglamentado y autoritario sobre la población global, la vigilancia, y la “gobernanza global” tecnocrática.

Pero las cosas no han ido como se anticipaba. Más bien, la pandemia aceleró todas las contradicciones y tendencias de crisis del capitalismo global, sobre todo la tendencia hacia una concentración cada vez mayor de riqueza y poder en manos de la CCT, lo que ha alimentado aún más las protestas en masa y la inestabilidad política en todo el mundo.

Cada año, la agencia de desarrollo internacional Oxfam programa la publicación de su informe anual sobre las desigualdades globales para que coincida con la reunión de Davos. Según el informe para este año, “Supervivencia de los Más Ricos”, las fortunas de los multimillonarios están aumentando en $2.7 mil millones al día, incluso cuando al menos 1.7 mil millones de trabajadores ahora viven en países donde la inflación supera los salarios, y el 1% más rico de la humanidad se apoderó de casi dos tercios de toda la nueva riqueza creada desde 2020.

En medio de la crisis mundial energética y alimentaria, las 95 corporaciones alimentarias y energéticas principales más que duplicaron sus ganancias en 2022, según el informe, obteniendo $306 mil millones en ganancias extraordinarias y pagando $257 mil millones de eso a accionistas ricos, en el mismo tiempo que casi mil millones de personas en el mundo pasaron hambre. Mientras tanto, el informe de Oxfam advirtió que tres cuartas partes de los gobiernos del mundo están planeando recortes del gasto público, incluida la educación y la atención médica, por la friolera de $7.8 billones de dólares durante los próximos cinco años.

La fragmentación y la confrontación geopolítica están llegando a un punto de ruptura a raíz de la invasión rusa a Ucrania y la Nueva Guerra Fría. Estados Unidos está perdiendo su posición dominante en el sistema internacional, pero ninguna nueva potencia estatal cuenta con la autoridad política necesaria para estabilizar la ahora inextricablemente integrada economía global. La crisis de hegemonía en el sistema internacional tiene lugar dentro de esta economía global única e integrada. El fin de la dominación Occidental del capitalismo mundial está sobre nosotros a medida que el centro de gravedad de la economía global se desplaza hacia China. Pero China no se convertirá en la nueva potencia hegemónica. Más bien, el mundo gira hacia la multipolaridad política en un momento de crisis aguda el capitalismo global – turbulencia económica prolongada y la decadencia política.


Las Huelgas Nacionales. Paris Londres sin trenes, por medidas de fuerza contra la Inflación y en defensa de sus Salarios.
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Nos enfrentamos nada menos que la descomposición de la civilización capitalista. La elite de Davos está consciente de la gravedad de la crisis global: que el sistema se está resquebrajando, que su control del poder está cada vez más tenue y dependiente de un estado policiaco global, y que las clases trabajadoras y populares están en pie de lucha. Pero el compromiso del FEM de defender y expandir a toda costa la acumulación interminable de capital a escala mundial – esta es su razón de ser – hace imposible que la clase dominante global ofrezca soluciones viables a la crisis de época. Abordar esta crisis implica una redistribución de gran alcance de la riqueza y el poder hacia abajo, la regulación de los mercados globales, controlar el capital transnacional, la desmilitarización de la sociedad global, y medidas ambientales radicales. Tales soluciones solo vendrán de la lucha de masa desde abajo en contra de la clase dominante de Davos.

William I. Robinson. Distinguido Profesor de Sociología, Universidad de California en Santa Barbara.

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domingo, 29 de enero de 2023

VÍCTOR CABALLERO: "SI LA SITUACIÓN DE CONFLICTIVIDAD CONTINÚA, SE VA A GENERAR UNA FRACTURA HISTÓRICA"

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El Congreso no aprobó adelantar las elecciones este año. ¿Qué consecuencias puede traer al conflicto? —Es absolutamente lamentable el espectáculo que hemos visto ayer. Hay dos posiciones intransigentes y duras. Las posiciones de extrema derecha e izquierdaambas coinciden en que no se haga el proceso electoral el 2023, tal como lo demanda la población. Es lamentable e injustificable bajo todo punto de vista.

—¿Se puede asegurar que estos conflictos terminarán pronto?
—Si la
situación de conflictividad, de más de un mes en el país, continúa, va a consolidar una fractura histórica en el Perú. Si no es prontamente canalizado, solucionado o atendido respecto a las demandas de transformación, va a generar una profunda animadversión.

—Por cómo actúan los actores políticos, ¿cree que durará más tiempo?Hay un centralismo excluyente y unas poblaciones marginadas y destruidas por el poder político. No hay que pensar que ya en una semana se cansan y se van. Lo que queda es una fractura histórica, queda una irreconciliable reconciliación entre Lima y las regiones, entre pobladores limeños y la población andina y regional. Nada es más trágico que vivir en un país con fracturas históricas y con situaciones o posiciones irreconciliables.

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VÍCTOR CABALLERO: "SI LA SITUACIÓN DE CONFLICTIVIDAD CONTINÚA, SE VA A GENERAR UNA FRACTURA HISTÓRICA"

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Entrevista. El sociólogo e investigador sostiene que la salida de Pedro Castillo y la asunción de Dina Boluarte el 7 de diciembre originó "un estallido de un malestar político que viene de años atrás"

 

Entrevista. Harold Quispe.

 

Diario La República domingo 29 de enero del 2023.

Las protestas continúan en diversas regiones del país y en Lima las movilizaciones no cesan ante las decisiones políticas del Gobierno y el Congreso. El antropólogo e investigador Víctor Caballero habla del origen de las protestas y los efectos que pueden tener en el tiempo si no se solucionan cuánto antes.

—¿Los que protestan son grupos sociales u operadores políticos?
—Hay que contextualizar.
 Yo no sé si estamos frente a un conflicto social o si estamos frente a un movimiento social de estructura nacional con una movilización impresionante de actores y gobiernos regionales. Con una demanda política de transformación y de cambio. Desde ese punto de vista, un movimiento social que te plantea transformaciones de carácter político no debe ser calificado si es justa o no, o si es legal o no, sino que se tiene que asumir como una realidad objetiva.



—¿Se puede justificar el conflicto por el cierre de Congreso, la renuncia de la presidenta y la asamblea constituyente?
—Hay movimientos que están exigiendo un cambio político y, por tanto, les corresponde a los actores políticos institucionales, ya sea el Ejecutivo, Legislativo, partidos o instituciones; poner una agenda de diálogo a estas demandas. El que sean legítimas, o no, pasa a un segundo plano porque hay un tema en agenda porque son las transformaciones políticas.

¿Estas protestas estallan el 7 de diciembre con la salida de Pedro Castillo y la asunción de Dina Boluarte?
—El 7 de diciembre fue el estallido de un malestar político que viene de años atrás.
Hace mucho tiempo que las regiones, movimientos sociales y líderes políticos y también la opinión pública plantean un cambio de Constitución o asamblea constituyente. Esa es una demanda que ya lleva más de una década en un sector de la población peruana la necesidad de estos cambios.

—¿Por qué se exige la renuncia de Dina Boluarte si llega al poder por sucesión constitucional?

La señora Dina Boluarte resulta siendo el catalizador de este descontento social, tanto por su manejo inapropiado de lo que ha sido el conflicto como el hecho de no construir los espacios de diálogo con una población que le está exigiendo que encabece un proceso de cambio constitucional. Ella resulta siendo el catalizador de este descontento, furia e ira de la población. Pudo haber sido otro también si es que ella no asumía.

—¿Y por qué esa furia y descontento se refleja más en el sur del país?
—El descontento en el sur es por la característica misma de ese movimiento. Quien no conoce el sur andino puede decir cosas que de verdad son bastante cuestionables. Pueden decir que son bolivianos, narcotraficantes, mineros ilegales o manipulados por los ponchos rojos, puede decir cualquier sandez de ese tipo, pero de verdad lo que uno ve en el sur andino es una estructura comunitaria muy sólida y una forma de organización y manejo colectivo muy extendida, que hace que cualquier decisión o acuerdo que pueda tener una organización social rápidamente es atendida y ejecutada por estas estructuras comunales.

—¿Y por eso es más fuerte el bloqueo de carreteras en el sur?
—Ahora se sabe que son las comunidades que llegan a un acuerdo para el bloqueo de carreteras o acuerdo para trasladarte de un sitio a otro,
y es por la característica comunitaria, asociativa, muy sólida, que existe en el sur andino. No solo existe para la protesta social, sino también para las decisiones colectivas de votos. Nadie en este país puede ni debe desconocer que en el sur andino se producen casos de votaciones corporativas y colectivas en segunda vuelta. El candidato que gana en segunda vuelta en el sur andino pasa con un 70, 80 o 90 por ciento de los votos, por lo que evidencia que allí si funciona este carácter comunitario, colectivo, de toma de decisiones. Eso explica ese enorme despliegue de fuerzas y esa sostenibilidad en el tiempo.



Dina Boluarte se pronunció ante la OEA sobre las muertes que se vienen dando en el interior del país por las protestas. Foto: Presidencia.

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—Algunos dicen que se debe catalogar el conflicto como “subversivo” y de “terrorismo”. ¿Podemos hablar de ello en este momento?

Lo que no se debe hacer es tener un enfoque policial o delincuencial de un conflicto social. No se debe desconocer que hay actores muy revoltosos, gente muy cuestionada, gente que solo busca tener ganancias en medio de esta conflictividad; pero darle al carácter de esta protesta social el calificativo de ser “subversivo”, me parece que no ayuda a encontrar soluciones del conflicto.

—¿Cómo ha manejado el Gobierno el conflicto social?
—Por los resultados, podemos concluir que
no ha habido un buen manejo del Gobierno. Tener casi 18 regiones del país movilizadas casi más de un mes o tener Lima en permanente movilización más de una semana y con una perspectiva de que siga más, entonces algo no está funcionando.

—¿Sacar a las Fuerzas Armadas fue una buena decisión?
—Creo que ayuda a estabilizar, pero eso no niega la necesidad de que el diálogo con los actores que están, en este momento, en el desarrollo del conflicto debe ejecutarse y deben ser convocadas.

—¿Cuánto afecta el conflicto a las personas que no quieren participar de las protestas como comerciantes o el trabajador común?
—A ellos les afecta mucho. Eso es indudable,
son los principales afectados en esta situación de crisis. Esto debe obligar inmediatamente a las autoridades a tratar de resolver el conflicto lo más pronto posible porque si no dejar que se genere esta política de masa contra masa, de peruanos enfrentados contra peruanos, eso no es recomendable bajo ningún punto de vista. Eso exige a las autoridades a encontrar soluciones pronto.



Perú ya tiene un promedio de 60 fallecidos producto de los enfrentamientos de protestantes con las fuerzas del orden. Foto: La República.

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—¿Cómo ve el trato que le han dado los medios de comunicación a las protestas? —Uno puede llegar a la conclusión de que en cierta medida han tenido un carácter de alguna manera no tan abierta para enfocar en toda su magnitud el conflicto. El asunto está en la manera como interpretan estas acciones. No dar un solo punto de vista en la opinión pública. Hay una suerte de parcialización en ese tipo de comunicaciones. Muy pocos son los actores regionales o casi ninguno los que son invitados a conversar con los medios.

El Congreso no aprobó adelantar las elecciones este año. ¿Qué consecuencias puede traer al conflicto?

—Es absolutamente lamentable el espectáculo que hemos visto ayer. Hay dos posiciones intransigentes y duras. Las posiciones de extrema derecha e izquierdaambas coinciden en que no se haga el proceso electoral el 2023, tal como lo demanda la población. Es lamentable e injustificable bajo todo punto de vista.

—¿Se puede asegurar que estos conflictos terminarán pronto?
—Si la
situación de conflictividad, de más de un mes en el país, continúa, va a consolidar una fractura histórica en el Perú. Si no es prontamente canalizado, solucionado o atendido respecto a las demandas de transformación, va a generar una profunda animadversión.

—Por cómo actúan los actores políticos, ¿cree que durará más tiempo?
Hay un centralismo excluyente y unas poblaciones marginadas y destruidas por el poder político. No hay que pensar que ya en una semana se cansan y se van. Lo que queda es una fractura histórica, queda una irreconciliable reconciliación entre Lima y las regiones, entre pobladores limeños y la población andina y regional. Nada es más trágico que vivir en un país con fracturas históricas y con situaciones o posiciones irreconciliables.

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