&&&&&
“Trump
Al amenazarlos con
una nueva oleada
de aranceles unilaterales, Estados Unidos no sentencia a muerte el crecimiento del BRICS —como
parece pretender—, sino su propia capacidad de influir de forma decisiva en los
debates sobre la necesaria reformulación
y fortalecimiento de las instancias multilaterales
internacionales. Y, contrariamente a lo que puedan imaginar, esto ocurrirá
con o sin la participación estadounidense. Tras su
expansión, el BRICS pasó a representar, en conjunto, más de la mitad
de la población mundial y más del
40% del PIB mundial medido en paridad de poder adquisitivo. Y las banderas de la defensa del multilateralismo, del desarrollo económico con justicia
social y del rechazo al militarismo
no se restringen al interés exclusivo de
los países del BRICS o del conjunto del Sur Global, pues también abarcan la
voluntad expresada de amplios sectores de los pueblos y gobiernos de las más diversas regiones del planeta. Por lo tanto, se equivocan quienes vieron
en la expansión del BRICS una supuesta pérdida de densidad y
cohesión del grupo: representó, en
verdad, la adaptación necesaria de la estructura
del bloque a los desafíos contemporáneos
que enfrenta el mundo, exigiendo la
conformación de frentes amplios y
heterogéneos que busquen soluciones
pacíficas a los dilemas
internacionales actuales.
/////
*****
LA OFENSIVA DE TRUMP Y LA FUERZA DEL BRICS.
*****
Por Tiago Nogara | 10/07/2025 | Mundo.
Fuente
Revista Rebelión jueves 10 de julio del 2025.
Pocas
horas después de que
los representantes de los países del BRICS,
reunidos en Río de Janeiro,
emitieran una nueva declaración conjunta —criticando
las medidas de proteccionismo comercial
y exhortando a soluciones multilaterales
para los grandes dilemas globales—, el presidente
estadounidense Donald Trump
reaccionó en su red social Truth Social, amenazando con imponer aranceles adicionales del 10% sobre los
productos de los países que “se
alineen con las políticas antiamericanas del BRICS”. Según Trump, “no habrá excepciones a esta
política”, en una clara demostración de animosidad ante el fortalecimiento de las iniciativas vinculadas al BRICS.
Estas
amenazas dicen mucho no solo sobre la estrategia de la
política exterior de Estados Unidos bajo
Trump, sino también sobre el
impacto que las iniciativas del BRICS
han alcanzado en el ámbito internacional. En los últimos meses, no han sido
pocos los analistas que han insistido en la narrativa de que el BRICS habría perdido impulso. Entre los argumentos más comunes y repetidos
está el de que la reciente expansión del
número de miembros habría aumentado su amplitud, pero debilitado su capacidad de generar consensos.
Del mismo modo, muchos sostienen que el
aumento de las tensiones en el mundo y la postura más agresiva de la diplomacia estadounidense habrían
llevado a muchos países en desarrollo a temer apoyar bloques
multilaterales no subordinados a los intereses
de Washington.
En
vísperas de la Cumbre del BRICS en Río de Janeiro, los principales medios de comunicación occidentales
inundaron sus portadas destacando la ausencia de los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin
en el encuentro, señalándola como un
síntoma inequívoco de un supuesto vaciamiento del bloque. En Brasil, país anfitrión de la cumbre, los grandes medios corporativos abusaron cotidianamente de tales
argumentos para alimentar la continua ola
de propaganda contra el gobierno de
Lula, ya como parte de un ensayo
preparatorio para las elecciones presidenciales
de 2026. Según algunos, la cumbre
tenía todos los ingredientes para ser un
fracaso, con comunicados vacíos que reflejarían más las desavenencias que los
posibles consensos entre los países
miembros.
Sin
embargo, lo que se vio
en Río de Janeiro fue algo muy distinto
de lo que preveían los profetas del caos.
A lo largo de esta 17ª reunión de alto nivel de los líderes del bloque, los países del BRICS asumieron más de 120
compromisos conjuntos que abarcan gobernanza
global, finanzas, salud, inteligencia artificial, cambio climático y otros
diversos temas estratégicos. Más
allá de la innegable relevancia de los
avances en estas diversas áreas, el contenido político de la declaración conjunta demostró la enorme
capacidad de articulación y convergencia del bloque, expresando la preocupación compartida de los países miembros ante los conflictos en
curso en distintas partes del mundo.
La declaración expresó la preocupación colectiva ante la tendencia creciente de aumento del gasto militar a nivel mundial, en detrimento del financiamiento adecuado para el desarrollo de los países del Sur Global. En contraposición a los llamados militaristas que resuenan en distintas esferas de poder en el mundo, los BRICS reafirmaron la defensa del multilateralismo, del desarrollo sostenible, de la erradicación del hambre y la pobreza, y del combate al cambio climático como los verdaderos caminos para resolver los grandes problemas globales. En esta misma línea, también se aprobaron documentos clave como la Declaración Marco de los Líderes del BRICS sobre Finanzas Climáticas, la Declaración de los Líderes del BRICS sobre la Gobernanza Global de la Inteligencia Artificial, y la Asociación del BRICS para la Eliminación de Enfermedades Socialmente Determinadas.
El
mundo atraviesa un
momento de gran turbulencia. Conflictos
militares como los del este de Europa
y Medio Oriente agudizan los ánimos; las crisis económicas recurrentes
preparan el terreno para el descontento
social; y los discursos agresivos
de falsos profetas empujan a países enteros por el camino equivocado
de la guerra y la confrontación. Hace casi dos décadas, los BRICS —inicialmente BRIC— surgieron precisamente en un contexto de incertidumbre,
después de la crisis financiera global
de 2008, sirviendo como una importante plataforma para articular las
demandas de los países en desarrollo frente a los grandes
desafíos del orden mundial. Dando voz
al Sur Global, se volvieron indispensables tanto para el fortalecimiento
del G20 como para el fortalecimiento del diálogo Norte–Sur
en la búsqueda de salidas conjuntas a los dilemas de aquel entonces. Hoy, ante la profundización de las
fracturas en el tejido social y en
las estructuras multilaterales globales,
los BRICS se afirman no solo como
una plataforma ampliada de cooperación entre países en desarrollo,
sino también como una de las principales vanguardias en la defensa del multilateralismo a nivel internacional.
El
contenido político de
las declaraciones emitidas por los países miembros del BRICS es claro: proponen salidas colectivas y pacíficas a los dilemas globales, con énfasis en las
cuestiones económicas y sociales,
en detrimento de intereses belicistas y
geopolíticos. No por casualidad, logran sentar en una misma mesa a países
con gobernantes de perspectivas
políticas e ideológicas diversas,
pero unidos por preocupaciones similares en la búsqueda de caminos
convergentes para el desarrollo de sus países
y la cooperación entre sus pueblos. Al
no dirigir sus iniciativas contra ningún bloque o país específico, el BRICS rompe con la narrativa dicotómica que pretende resucitar el paradigma bipolar de la Guerra Fría, y afirma su
plena complementariedad con los demás mecanismos de mayor alcance en el escenario multilateral global. Por lo
tanto, el BRICS no se presenta como un contrapunto a la ONU, al FMI o al Banco Mundial, sino
como una plataforma desde la cual
los países en desarrollo cooperan
entre sí y buscan posiciones comunes a favor del fortalecimiento del conjunto del sistema multilateral global.
Al atacar al BRICS, a sus países miembros y a otros países simpatizantes de las iniciativas del bloque, Donald Trump los acusa de conformar un bloque “antiestadounidense”, y no lo hace por casualidad. Es justamente con base en esta narrativa que Estados Unidos y sus estrategas han buscado debilitar diversos esfuerzos pacíficos de cooperación multilateral. En el caso específico de las iniciativas promovidas por China, son reiteradas —y sin fundamento— las acusaciones sobre el supuesto “doble uso” (civil y militar) de las infraestructuras vinculadas a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Según esta versión, las inversiones chinas representarían una amenaza a la soberanía de terceros países y un riesgo para la seguridad de Estados Unidos. En esta misma línea, persisten mitos como el de la “trampa de la deuda” china y el de la supuesta espionaje e interferencia política llevada a cabo por empresas y proyectos chinos, desde las redes 5G de Huawei hasta la expansión de TikTok.
Lo
que ahora parece nuevo
—aunque claramente no lo es— es que, esta vez, el ataque no se dirige únicamente a China —desde hace tiempo señalada como la principal “rival” de Estados Unidos— ni a los países que los estrategas imperialistas han bautizado
como el “eje del mal”, sino a un
conjunto mucho más amplio de países en desarrollo. Muchos de ellos ni siquiera presentan
contradicciones con las estructuras democrático-liberales tan
elogiadas por Washington, ni
exhiben ruptura ideológica alguna con el paradigma dominante del capitalismo occidental. Simplemente ejercen su derecho a asociarse
libremente con iniciativas
multilaterales de cooperación con países que enfrentan dilemas similares, por compartir características comunes en tanto que países en desarrollo,
integrantes de lo que se ha denominado como el “Sur Global”.
Al
amenazarlos con
una nueva oleada de aranceles unilaterales, Estados
Unidos no sentencia a muerte el
crecimiento del BRICS —como parece pretender—, sino su propia capacidad de
influir de forma decisiva en los debates sobre la necesaria reformulación y fortalecimiento de las
instancias multilaterales
internacionales. Y, contrariamente a lo que puedan imaginar, esto ocurrirá
con o sin la participación estadounidense. Tras su expansión, el BRICS
pasó a representar, en conjunto, más
de la mitad de la población mundial y más
del 40% del PIB mundial medido en paridad de poder adquisitivo. Y las banderas de la defensa del multilateralismo, del desarrollo económico con justicia
social y del rechazo al militarismo
no se restringen al interés exclusivo de
los países del BRICS o del conjunto del Sur Global, pues también abarcan la
voluntad expresada de amplios sectores de los pueblos y gobiernos de las más diversas regiones del planeta. Por lo tanto, se equivocan quienes vieron
en la expansión del BRICS una supuesta pérdida de densidad y
cohesión del grupo: representó, en
verdad, la adaptación necesaria de la estructura
del bloque a los desafíos contemporáneos
que enfrenta el mundo, exigiendo la
conformación de frentes amplios y
heterogéneos que busquen soluciones
pacíficas a los dilemas
internacionales actuales.
Las
políticas de intimidación, unilateralismo y belicismo
promovidas por Trump poco contribuyen a la resolución de las complejas cuestiones abordadas en los más de cien
compromisos firmados por los países del
BRICS en Río de Janeiro. Tampoco
tienden a reforzar el objetivo estadounidense
de consolidar un orden internacional
unipolar bajo su tutela, en la
medida en que la radicalización de
los ataques contra decisiones soberanas —incluso de supuestos aliados— no hace
más que ampliar la tendencia al aislamiento
político de Estados Unidos, con pérdida de influencia y capacidad
decisoria. En contra de lo que predecían
los analistas subordinados al imperio, los
BRICS siguen firmes y en crecimiento, y las sólidas palabras de la Declaración de Río de Janeiro
consolidan no solo la convergencia
del Sur Global en favor de un orden multipolar, sino también la conformación
de una amplia vanguardia en defensa
del multilateralismo, la paz y la cooperación mundial.
Tiago Nogara. Profesor de la
Universidad de Nankai.
*****