domingo, 7 de diciembre de 2025

NARCOS. El apoyo de Trump a políticos con relaciones con el tráfico de estupefacientes

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“El seguidismo de Milei en ese rumbo lleva hacia formas de democracia restringidas. El surgimiento de estas tendencias en la sociedad es un indicativo de las debilidades de las instituciones tradicionales ante los nuevos fenómenos económicos y tecnológicos. Y replantean la necesidad de ampliarlas para fortalecerla si se quiere vivir en democracia. Es difícil que Trump lance una invasión que profundizaría la crisis que ya tiene en Estados Unidos. Su opción es promover un golpe interno. El otorgamiento ridículo del Premio Nobel de la Paz a Corina Machado, una opositora golpista, enfiló en ese sentido. La mujer ya convocó a respaldar la posible invasión extranjera a su país con acciones opositoras en las calles. El golpismo, un instrumento que usó Estados Unidos con resultados nefastos para los latinoamericanos durante la Guerra Fría, volvió a la caja de herramientas de Washington. La flota más poderosa que nunca hubo en el continente, las intervenciones abiertas en procesos internos de los países de la región, como en las elecciones argentinas, anuncian nuevas formas de relacionamiento con la región y rememoran una frase que quedó estampada en la historia: Unidos o Dominados

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Argentina President Milei meets with Donald Trump at the White House (ANDREW CABALLERO-REYNOLDS/AFP)

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NARCOS. El apoyo de Trump a políticos con relaciones con el tráfico de estupefacientes.

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La flota de guerra de Estados Unidos en el Caribe es una advertencia para los movimientos políticos y gobiernos de la región que aspiren a ser dueños de sus decisiones.

Por Luis Bruschtein.

Fuente. Página /12 domingo 7 de diciembre del 2025.


El Departamento de Estado de los Estados Unidos cambió el nombre al Instituto para la Paz y ahora se llama Instituto Donald Trump para la Paz. La Casa Blanca habilitó un portal con una lista negra de periodistas críticos del gobierno. Y dos días antes de las elecciones en Honduras, Trump respaldó al candidato del conservador Partido Nacional e indultó a Juan Orlando Hernández, expresidente por ese partido, condenado en Estados Unidos por narcotraficante, mientras acusó de narcotraficante al Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y amenazó con invadir ese país. En bochornosa complicidad con Trump, en La Haya, el representante argentino Diego Sadosfchi exigió “medidas urgentes” de la Corte Penal Internacional contra el mandatario venezolano.

Estados Unidos no reconoce a esa Corte pero necesitaba muestras de respaldo internacional a su acción amenazadora contra Venezuela y el gobierno argentino se prestó rastreramente a ofrecerle coartadas. Fue una forma de devolver favores por las intervenciones de Trump y su gobierno en las elecciones locales de medio término.

Otra forma de intervencionismo en países en América Latina fue el indulto al expresidente Juan Orlando Hernández, condenado por introducir durante décadas toneladas de cocaína en Estados Unidos. Con Honduras, Trump hizo algo parecido que con Argentina y amenazó con el apocalipsis si no ganaba el candidato del partido del narco Hernández.



La sombra del narcotráfico oscurece a Estados UnidosUn artículo de The Washington Post, del año 2015, describió las relaciones familiares de Marco Rubio, actual titular del Departamento de Estado y virtual canciller norteamericano, con el mundo narco. Durante su adolescencia en Miami, Rubio convivió en el domicilio de su hermana mayor, Bárbara, casada con Orlando Cicilia, un capo de la droga cuando Miami era la capital de la cocaína. El vocero de Rubio quiso desmentir al diario, al decir que de esa información no se podía inferir la complicidad de Rubio con los narcos. Por ese lado, Rubio ya no tiene problemas. El multimillonario Jeff Bezos, dueño de Amazon, compró el histórico diario y advirtió que sólo escribirían aquellos que coincidan con su pensamiento.

Cicilia era para todo el mundo en Miami un empresario super exitoso, multimillonario y ostentoso, lo cual no constituía la excepción en esa parte del mundo. Fue apresado en los años ’80.

“Al momento de caer en manos de la justicia Orlando Cicilia (también de origen cubano), Marco Rubio tenía apenas 16 años. Pero su ambiente familiar ya era bastante ‘turbio’”, señala el tabloide británico Daily Mail.

Orlando Cicilia fue condenado a más de 35 años de cárcel. Pero cumplió poco más de 12 años. Salió en libertad plena justo cuando Marco Rubio asumió como representante en el Congreso de los Estados Unidos en el año 2000. Cicilia salió de la cárcel apenas cuatro días después de que Rubio asumió. El antiguo jefe de Orlando, Mario Tabraue, sobre quien pesaba una pena de 100 años de cárcel por sus delitos, salió de prisión en el año 2003, con solo 15 años de pena cumplida.



La participación de Orlando Hernández fue descripta y comprobada con lujo de detalles. Nadie puso en duda su culpabilidad. La excusa que dio Trump fue que “fuentes amigas y creíbles” le habían informado que Hernández había sufrido un trato injusto. Pero no habló de inocencia porque no existe forma de exculpar al expresidente hondureño

Esta decisión de Trump desató también suspicacias al desempolvar la relación históricamente muy documentada entre el expresidente narco con la poderosa firma de lobby, BGR Group y el actual secretario del Departamento de Estado, Marco Rubio.

Un trabajo de investigación de la publicación Vice demostró que el entonces presidente hondureño Juan Orlando Hernández firmó un contrato por 600 mil dólares con esa empresa para reforzar su imagen en Washington como aliado confiable y combatiente contra el crimen organizado. En ese año, su hermano Juan Antonio (Tony) fue detenido y condenado en Estados Unidos a cadena perpetua por traficar toneladas de cocaína.

El Grupo BGR comenzó a operar a todo vapor a favor de Hernández. La revista digital Vice señaló que Marco Rubio ha sido, históricamente, uno de los beneficiados por las contribuciones políticas del BGR Group, que fue uno de los principales recaudadores de las campañas electorales de Rubio. Tras la firma del contrato con Honduras, la empresa contrató a once empleados del Congreso y tres de ellos trabajaban para Rubio. Es obvio que el premio mayor en millones de dólares estaba en el indulto.

Vice publicó una copia del contrato. En 2023, el grupo de medios digitales de Vice, de origen canadiense, pero instalado en Nueva York, se declaró en quiebra y fue adquirido por Monroe Capital y Soros Fund Management. Las menciones a The Washington Post y a Vice solamente apuntan a mostrar los cambios en la propiedad de medios en Estados Unidos, acompañada por la compra del algoritmo de Tiktok por Oracle y de Twitter por Ellon Musk, al mismo tiempo que las redes de Meta cambiaron sus algoritmos.



El indulto a Hernández condenado por narco, comprobado, y vinculado con el cartel de Sinaloa, contrastó con la amenaza de invasión a Venezuela tras acusar sin pruebas a su presidente Nicolás Maduro, de pertenecer al cartel de Los Soles, que no existe. Hay un interés material en el petróleo venezolano, la mayor parte del cual compra China, aunque allí también Chevron es una operadora importante. Y también hay un interés de alineamiento ideológico. El despliegue militar en el Caribe es una amenaza contra cualquier gobierno que aspire a una política independiente. El seguidismo del gobierno de Milei es cómplice de ambos objetivos.

El cambio de nombre de secretaría de Defensa a Secretaría de Guerra, bautizar al Instituto para la Paz como Instituto Donald Trump, publicar una lista negra de periodistas críticos del gobierno, el indulto mesiánico a Hernández, la amenaza de invasión a Venezuela, son indicativos de que la decadencia de Estados Unidos arrastra a la democracia como valor de época, al igual que los cambios de los modos de información.

El seguidismo de Milei en ese rumbo lleva hacia formas de democracia restringidas. El surgimiento de estas tendencias en la sociedad es un indicativo de las debilidades de las instituciones tradicionales ante los nuevos fenómenos económicos y tecnológicos. Y replantean la necesidad de ampliarlas para fortalecerla si se quiere vivir en democracia.

Es difícil que Trump lance una invasión que profundizaría la crisis que ya tiene en Estados Unidos. Su opción es promover un golpe interno. El otorgamiento ridículo del Premio Nobel de la Paz a Corina Machado, una opositora golpista, enfiló en ese sentido. La mujer ya convocó a respaldar la posible invasión extranjera a su país con acciones opositoras en las calles.

El golpismo, un instrumento que usó Estados Unidos con resultados nefastos para los latinoamericanos durante la Guerra Fría, volvió a la caja de herramientas de Washington. La flota más poderosa que nunca hubo en el continente, las intervenciones abiertas en procesos internos de los países de la región, como en las elecciones argentinas, anuncian nuevas formas de relacionamiento con la región y rememoran una frase que quedó estampada en la historia: Unidos o Dominados

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sábado, 6 de diciembre de 2025

EL CAPITALISMO SUBVIERTE LA DEMOCRACIA.

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“Si bien es cierto que el socialismo se expresa de muchas maneras, parafraseando a Aristóteles, son los pensadores socialistas y socialdemócratas quienes llevan mucho tiempo llamando la atención sobre los problemas que diagnostica Herzog, y el abandono (a menudo deliberado) de esta tradición en el mundo anglosajón ha contribuido a la falta de recursos intelectuales necesarios para resolver esos problemas La filósofa Elizabeth Anderson ha destacado acertadamente la necesidad de que los académicos recuperen la historia del pensamiento socialdemócrata y socialista democrático en respuesta a la expansión del neoliberalismo. Esa tradición incluye una fuente de ideas sobre cómo podrían ser las alternativas al capitalismo, así como un rico pensamiento estratégico sobre los obstáculos para lograr una sociedad más justa. Mientras los críticos del capitalismo contemporáneo sigan ignorando estas ideas, es difícil imaginar que puedan encontrar soluciones convincentes para los males que aquejan a nuestra sociedad actual Dejando de lado estas cuestiones, The Democratic Workplace es una útil y breve polémica contra la expansión del gobierno privado iliberal y antidemocrático. Condensa argumentos importantes, datos y sabiduría histórica en un paquete conciso, bien escrito y discretamente apasionado, un buen punto de partida intelectual para quienes comienzan a dudar de que las democracias capitalistas funcionen como se prometió.

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El artículo que sigue es una reseña de The Democratic Marketplace: How a More Equal Economy Can Save Our Political Ideals, de Lisa Herzog (Harvard University Press, 2025).

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EL CAPITALISMO SUBVIERTE LA DEMOCRACIA.

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Las últimas décadas se caracterizaron por un aumento brutal la desigualdad y una creciente concentración del poder económico y político, lo que debilita cada vez más los ideales democráticos con los que los gobiernos occidentales dicen estar comprometidos

Durante gran parte de la era posterior a la Guerra Fría, se pensaba que la combinación de capitalismo y democracia era clave para la prosperidad de Occidente. Hoy esa asociación parece cada vez más tóxica

Por Matt McManus, Jacobin.

Fuente. Jaque al Neoliberalismo. Sábado 6 de diciembre del 2025.


A pesar de que los trabajadores estadounidenses trabajan muchas horas y son uno de los únicos países sin vacaciones obligatorias, el costo de vida en los Estados Unidos sigue aumentando a pasos agigantados por encima de lo que la gente gana. No están recibiendo ayuda de la administración Trump, que ha trabajado para castrar a la Junta Nacional de Relaciones Laborales mientras redistribuye miles de millones hacia arriba a los multimillonarios a través de generosos recortes de impuestos. No es de extrañar que «oligarquía» sea una palabra en boca de todos.

Sin embargo, en una situación tan difícil, es posible que la gente se muestre más abierta a debatir los cambios integrales necesarios para construir una economía que funcione para la gente común; la exitosa campaña de Zohran Mamdani en favor de una ciudad de Nueva York asequible es un buen ejemplo de ello. Con su nuevo libro, The Democratic Marketplace: How a More Equal Economy Can Save Our Political Ideals, Lisa Herzog, profesora de filosofía política en la Universidad de Groningen, ha realizado recientemente una contribución teórica accesible y lúcida al debate sobre cómo podría ser una economía más justa. Sus argumentos concisos y basados en pruebas sobre las deficiencias de nuestro sistema económico y las posibles reformas para mejorarlo serán bien recibidos tanto por los progresistas como por los socialistas, aunque adolezcan de una falta de compromiso con tradiciones teóricas más radicales.


La alianza capitalista contra la democracia.

Herzog comienza catalogando los profundos problemas que aquejan actualmente a la economía estadounidense. Durante muchos años, se pensó que la unión ideal entre los mercados capitalistas y la democracia era la «fórmula del éxito de Occidente». Pero desde entonces, este matrimonio se ha vuelto cada vez más tóxico. La desigualdad se ha disparado desde la década de 1970, hasta tal punto que

«la relación entre el salario de los directores ejecutivos y el salario medio en las grandes empresas estadounidenses es ahora de casi 300:1», señala Herzog. «Las diferencias que se están abriendo entre los distintos niveles del espectro económico son aún mayores en lo que respecta a la riqueza que a los ingresos, ya que los ricos se enriquecen más rápido que nadie». Impulsados en gran medida por la disminución de las tasas de sindicalización, los trabajadores también dedican mucho más tiempo al trabajo del que desearían. En Estados Unidos, «el empleo a tiempo completo supone una media de cuarenta y siete horas semanales, unas diez horas más que en la mayoría de los países europeos», observa. «Las opciones a tiempo parcial son más escasas y, para muchos, simplemente no son asequibles».

Una de las razones de estas trágicas circunstancias es que los trabajadores tienen muy poco control democrático sobre los lugares donde pasan gran parte (si no la mayor parte) de su vida activa. Las estructuras corporativas son decididamente jerárquicas e intolerantes, lo que significa que los trabajadores tienen poca capacidad para movilizarse en su nombre, incluso cuando está justificado. Como señaló el propio Karl Marx en El capital, vol. I, en el lugar de trabajo

«el capital formula, como un legislador privado y a su propia voluntad, su autocracia sobre sus trabajadores». Lo mismo ocurre en la gran mayoría de las empresas actuales, tanto en las fábricas como fuera de ellas.

Por último, el autogobierno del pueblo, para el pueblo, se ve cada vez más amenazado por el capitalismo. Al describir una «alianza» de los mercados y las empresas contra la democracia, Herzog analiza cómo las grandes empresas han traducido su poder económico en poder político. Herzog sostiene, citando al economista Thomas Philippon, que

«la economía estadounidense se ha vuelto menos competitiva en las últimas décadas debido a los niveles de concentración industrial que han creado oligopolios en muchos sectores. En estos mercados dominados por unas pocas empresas, los beneficios son mayores y las ventajas para los clientes menores; esto es válido, por ejemplo, para los servicios de telecomunicaciones y las líneas aéreas».

La razón, afirma Herzog, siguiendo de nuevo a Philippon, es que las empresas han presionado para limitar la regulación y asegurarse así de poder sacar más provecho de los trabajadores y los consumidores. Como resultado del descenso de la competencia empresarial debido a las prácticas oligopólicas, Philippon estima que los ciudadanos estadounidenses se han visto

«privados de 1,5 billones de dólares de valor que se habrían creado si la industria estadounidense hubiera seguido siendo tan competitiva como antes».

En otras palabras, la alianza de los mercados y las empresas contra la democracia ha obtenido grandes victorias. Los perdedores son la democracia y los trabajadores comunes y corrientes.



¿Qué dicen los críticos?

Hay que reconocer que Herzog es consciente de las respuestas más plausibles a sus críticas al capitalismo contemporáneo y se propone refutarlas cuidadosamente. Algunas de las secciones más interesantes de The Democratic Marketplace son aquellas en las que desmonta sistemáticamente las piedades procapitalistas. Por ejemplo, Herzog anticipa una objeción a sus afirmaciones sobre nuestro tiempo libre limitado. Para cualquiera que se haya imaginado alguna vez libre de ataduras al llegar a casa después del trabajo, tener más tiempo libre puede parecer una especie de libertad. Pero, por supuesto, muchos sostienen que, en realidad, es nuestra elección si queremos trabajar muchas horas o si queremos más tiempo libre (y, por lo tanto, menos dinero). Herzog ofrece varias respuestas a este argumento.

En primer lugar, señala que los mercados laborales siempre contienen un elemento de coacción, al menos en las sociedades que carecen de sistemas de bienestar incondicionales. En estas sociedades, a menos que se sea rico por cuenta propia, hay que trabajar para evitar la indigencia. Y, dependiendo del coste de la vida y de los derechos que tengan las personas frente a sus empleadores, su elección sobre cuántas horas trabajar puede ser muy limitada.

Herzog señala que las encuestas muestran con frecuencia que las personas preferirían trabajar menos de lo que lo hacen, si pudieran permitírselo. La razón principal por la que nos vemos obligados a trabajar más es que el tiempo libre que muchos de nosotros preferiríamos disfrutar no se considera económicamente «productivo», un caso en el que las necesidades humanas más amplias contradicen las estrechas exigencias de la rentabilidad capitalista.



Además, Herzog sostiene que no tiene por qué ser así. Los experimentos con la semana laboral de cuatro días en el Reino Unido e Islandia han dado resultados prometedores, y los empleados afirman «sentirse menos estresados y agotados al disponer de más tiempo para la familia, los amigos, las aficiones y el ejercicio». Ella especula además que más tiempo libre podría ayudar a reforzar la sociabilidad y el sentido de comunidad en declive en Estados Unidos, ya que las personas tendrían más tiempo para pasar de manera significativa con los demás.

Una de las secciones más débiles del libro es su respuesta a los argumentos meritocráticos de que el capitalismo recompensa a los virtuosos y castiga a los perezosos e imprudentes (los veinteañeros ociosos, por ejemplo, que pierden el día en Discord).

Herzog llama la atención sobre el hecho de que

«cuanto más se impregna una sociedad de la lógica del mercado, más nos lo tomamos como algo personal: interpretamos erróneamente el éxito en los mercados como una prueba de virtud y el fracaso como un signo de vicio». Incluso Friedrich Hayek vio que esto era una tontería, observa Herzog; en el mejor de los casos, los mercados recompensan a quienes satisfacen los deseos subjetivos humanos y, a menudo, solo los recompensan por ganar la lotería y nacer ricos.

En otra parte, argumenta en contra del «mito» social darwinista de que la economía debe ser una competición en la que los ganadores son «de alguna manera seres morales mejores». Escribe:

«Una visión completamente irrealista de los logros individuales —que mezcla una comprensión errónea de la meritocracia con ideas equivocadas sobre los mercados— parece surgir de los contextos sociales altamente desiguales en los que se producen dichos logros». Reemplazar este mito social darwinista debería ser una toma de conciencia de que nuestra economía se basa en una «complementariedad de diferentes tareas» (quizás algo así como una actitud de «de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades»).

Aunque estoy muy de acuerdo con Herzog en este punto, sus argumentos al respecto son bastante endebles como respuesta a una de las concepciones ideológicas más poderosas que se utilizan para defender la desigualdad económica y las jerarquías en el lugar de trabajo. En The Democratic Marketplace, no dedica mucho tiempo a abordar los argumentos basados en la meritocracia a favor del capitalismo, y limita el debate a dos páginas en las que lo califica de «absurdo» por las razones que acabamos de mencionar.

Entre los filósofos académicos, los argumentos meritocráticos llevan décadas en declive, y hasta pensadores procapitalistas como Hayek y Robert Nozick suelen evitarlos. Pero siguen jugando un papel importante en el discurso popular, con defensores acérrimos de la clase yate como Ben Shapiro publicando libros enteros que dividen el mundo en «leones» productivos y «carroñeros» que no hacen nada. El continuo atractivo de estas ideas para la mayoría significa que merecen algo más que una simple mención.

Afortunadamente, se están dando algunos giros. Una de las críticas más incisivas a los argumentos meritocráticos contemporáneos proviene del libro del filósofo Michael Sandel de 2020, La tiranía del mérito. Sandel sostiene que los ideales meritocráticos no solo se basan en premisas erróneas, sino que tienen consecuencias sociales destructivas. Sandel señala que nuestra clase dominante contemporánea es, en muchos aspectos, la más tóxica de la historia; al menos las élites anteriores imaginaban que su posición se la debía a Dios y que, a su vez, tenían obligaciones con las clases más bajas (noblesse oblige).

Los «ganadores» en el mercado capitalista actual son las primeras élites de la historia que imaginan que están donde están gracias a su propia perspicacia y esfuerzo (dejando de lado, por supuesto, los dos millones de dólares que han heredado de sus padres) y que, por lo tanto, no le deben nada a la gente de abajo. La tendencia cultural inversa es que las clases más bajas suelen interiorizar la idea de que su propia subyugación se debe a una falta moral por su parte. Esta lógica cultural perversa es insostenible, ya que genera, como era de esperar, desconfianza social y resentimiento generalizado. The Democratic Workplace se habría beneficiado de prestar más atención a este destructivo espíritu meritocrático.



Democracia, capitalismo y socialismo.

Una de las rarezas de The Democratic Workplace es lo poco que aparece la historia del pensamiento socialista. En muchos aspectos, se presenta como la tradición que no puede decir su nombre. Herzog es taciturna sobre el socialismo y afirma que si su libro es un llamamiento a abolir el capitalismo o no «depende de lo que se entienda por capitalismo y de lo que se considere como alternativas». Rechaza la dicotomía entre «capitalismo frente a socialismo» como una reliquia inútil de la Guerra Fría, y subraya que el capitalismo y el socialismo pueden significar muchas cosas diferentes.

Si bien es cierto que el socialismo se expresa de muchas maneras, parafraseando a Aristóteles, son los pensadores socialistas y socialdemócratas quienes llevan mucho tiempo llamando la atención sobre los problemas que diagnostica Herzog, y el abandono (a menudo deliberado) de esta tradición en el mundo anglosajón ha contribuido a la falta de recursos intelectuales necesarios para resolver esos problemas

La filósofa Elizabeth Anderson ha destacado acertadamente la necesidad de que los académicos recuperen la historia del pensamiento socialdemócrata y socialista democrático en respuesta a la expansión del neoliberalismo. Esa tradición incluye una fuente de ideas sobre cómo podrían ser las alternativas al capitalismo, así como un rico pensamiento estratégico sobre los obstáculos para lograr una sociedad más justa. Mientras los críticos del capitalismo contemporáneo sigan ignorando estas ideas, es difícil imaginar que puedan encontrar soluciones convincentes para los males que aquejan a nuestra sociedad actual

Dejando de lado estas cuestiones, The Democratic Workplace es una útil y breve polémica contra la expansión del gobierno privado iliberal y antidemocrático. Condensa argumentos importantes, datos y sabiduría histórica en un paquete conciso, bien escrito y discretamente apasionado, un buen punto de partida intelectual para quienes comienzan a dudar de que las democracias capitalistas funcionen como se prometió.

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viernes, 5 de diciembre de 2025

INMINENTE AGRESIÓN ESTADOUNIDENSE CONTRA VENEZUELA.

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¿Cuáles son los objetivos no declarados de Trump?

a) Venezuela posee las mayores reservas mundiales de petróleo y de gas: es su fortuna y a la vez su maldición, y Estados Unidos desea gozar sin restricciones de un acceso estratégico a esos recursos, lo cual es incompatible con la existencia en Venezuela de un Estado independiente. El cerco imperialista del bloqueo contra Venezuela es la principal explicación de la crisis económica de hiperinflación, desabastecimiento, contracción del PIB, desempleo, reducción de la producción de petróleo y migración masiva que sufre el país; sin embargo, el gobierno de Maduro no ha sido derrocado.

b) la independencia de Venezuela es más que un mal «ejemplo», pues constituye un desafío a la dominación por Estados Unidos de su «traspatio» a los fines de garantizar el suministro estratégico ante la creciente pugna con China;

c) Trump está decidido a subvertir la institucionalidad mundial que Estados Unidos ayudó a construir en los últimos treinta y cinco años —la OTAN, el Tratado de París y el G-20— y no duda en sentar precedentes para ello violando conscientemente el derecho internacional.

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Fuentes: Esquerda Online – Communis.

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INMINENTE AGRESIÓN ESTADOUNIDENSE CONTRA VENEZUELA.

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Por Valerio Arcary | 05/12/2025 | EE.UU.Venezuela

Fuentes. Revista Rebelión viernes 5 de diciembre del 2025.

«Cuando la casa del vecino se incendia, la mía está en peligro.»
-Proverbio popular portugués

1.

El objetivo declarado de la ofensiva militar estadounidense contra Venezuela es derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. La clave de la ecuación latinoamericana está hoy en Venezuela. Parece inminente una intervención de Estados Unidos. Trump no le ha hecho al gobierno venezolano otra oferta que no sea la rendición. No está en condiciones de invadir con su ejército a Venezuela, como se hizo en Iraq o Afganistán, pero tampoco va a retroceder ante un dispositivo militar tan poderoso. Son varios los escenarios posibles: a) una ola de bombardeos contra objetivos militares y económicos;

b) operaciones encubiertas para liquidar a los líderes chavistas, comenzando por el propio Maduro;

c) ambas opciones simultáneamente en combinación con otras. Sería, por tanto, una imprudencia imperdonable no comprender o subestimar el drama que para Venezuela representa la presencia en sus fronteras de una fuerza militar de dimensiones sin precedentes.

Las acusaciones lanzadas por Trump contra Venezuela son insostenibles:

a) que Maduro es el cabecilla de toda una red de narcotráfico, al frente de un imaginario Cartel de Los Soles, se ha catalogado de absurdo en los más amplios círculos internacionales;

b) que Estados Unidos se propone derrocar a Maduro porque este es un tirano que encabeza una dictadura chavista es indefendible, pues Trump apoya incondicionalmente al sanguinario déspota Mohamed bin Salman de Arabia Saudita;

c) que la intervención de Estados Unidos es necesaria por causa de una crisis humanitaria que ha provocado que siete millones de venezolanos emigren es de un monstruoso cinismo, pues Estados Unidos ha apoyado ininterrumpidamente el genocidio sionista contra los palestinos de Gaza;

d) que Venezuela es un «enclave» de Rusia, China e Irán o representa una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos está tan fuera de toda proporción que resulta ridículo. Los ataques de Trump son una respuesta a la independencia de Venezuela, no a la naturaleza del régimen chavista. El concepto de gobierno «independiente» se ha vuelo útil en un sistema internacional de Estados que merece más que nunca que se lo califique de orden imperialista, pues como tal ese tipo de gobierno es una «anomalía». Los gobiernos independientes son raros, excepcionales y, por tanto, inestables. La estrategia de Trump señala los peligros a los que tendrá que enfrentarse cualquier gobierno de izquierda que desafíe los estrechos límites del orden imperialista.



2.

Nada ni remotamente parecido a lo que ocurre hoy entre Estados Unidos y Venezuela se ha producido en América Latina desde el fin de la Guerra Fría. Trump está dejando en claro que, en la región del mundo que históricamente el imperialismo estadounidense ha considerado su «traspatio» o su «retaguardia estratégica», utilizará su poder militar cuando se considere o pretenda sentirse amenazado. En los últimos treinta y cinco años, es decir, desde la restauración capitalista y el fin de la URSS, no se ha producido ninguna situación similar. Desde la invasión de la República Dominicana en 1965 para derrocar al gobierno reformista de Juan Bosch, la prestación por Estados Unidos de apoyo militar y financiero a los Contras de Nicaragua tras la victoria de la revolución sandinista de 1979, la invasión de la isla de Granada en 1983 y la invasión por veinte mil militares y el secuestro de Noriega en 1989 en Panamá, no se había visto operación militar de esta envergadura. Se trata de una ofensiva que confirma un giro y un reposicionamiento de Estados Unidos frente a América Latina. Lo que vale hoy para Venezuela, vale para cualquier país. Cuando el enemigo más peligroso de las naciones dependientes da un giro táctico, la izquierda tiene que dar un giro, también, estratégico.



3.                                   

¿Cuáles son los objetivos no declarados de Trump?

a) Venezuela posee las mayores reservas mundiales de petróleo y de gas: es su fortuna y a la vez su maldición, y Estados Unidos desea gozar sin restricciones de un acceso estratégico a esos recursos, lo cual es incompatible con la existencia en Venezuela de un Estado independiente. El cerco imperialista del bloqueo contra Venezuela es la principal explicación de la crisis económica de hiperinflación, desabastecimiento, contracción del PIB, desempleo, reducción de la producción de petróleo y migración masiva que sufre el país; sin embargo, el gobierno de Maduro no ha sido derrocado.

b) la independencia de Venezuela es más que un mal «ejemplo», pues constituye un desafío a la dominación por Estados Unidos de su «traspatio» a los fines de garantizar el suministro estratégico ante la creciente pugna con China;

c) Trump está decidido a subvertir la institucionalidad mundial que Estados Unidos ayudó a construir en los últimos treinta y cinco años —la OTAN, el Tratado de París y el G-20— y no duda en sentar precedentes para ello violando conscientemente el derecho internacional.

4.

¿Por qué la izquierda brasileña debe solidarizarse con Venezuela?

a) La defensa incondicional de un país independiente frente al imperialismo estadounidense es un principio elemental y no equivale a un apoyo político incondicional al gobierno de Maduro; c) estratégicamente se debe apostar por la integración latinoamericana, aunque haya sido prudente —desde el punto de vista defensivo y táctico — la integración de Brasil en los BRICS. El gobierno de Maduro asumió un proyecto de regulación estatal nacionalista del capitalismo, acompañado de reformas sociales claramente progresistas. En ningún momento en Venezuela se inició un proceso de ruptura con el capitalismo como en Cuba en 1961, pero el contexto histórico ha sido siempre mucho más adverso. La situación social de las masas venezolanas sigue siendo grave, a pesar de una recuperación indiscutible desde 2023, con altos índices de pobreza que explican la emigración de por lo menos el 20 % de la población. Aunque en Venezuela prevalezca un régimen autoritario, se trata, como advirtiera Trotsky, de un bonapartismo sui generis, es decir, de carácter defensivo y antimperialista, y por tanto progresista, como lo fueron los gobiernos de Cárdenas en México, Perón en Argentina o Getúlio Vargas en Brasil, y con una base social innegable. Aunque el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) sea una organización monolítica, el gobierno de Nicolás Maduro cuenta con un arraigo social irrefutable. El principal enemigo de América Latina es el gobierno de Trump y toda estrategia que se le oponga debe responder a esa amenaza.



5.

El gobierno de Lula ha cometido hasta ahora numerosos errores en su relación con Caracas:

a) se equivocó al no reconocer el resultado de las elecciones, porque subestimó el peligro neofascista que representaban María Corina Machado y la candidatura de Edmundo González; b) se equivocó al vetar, inexplicablemente, la presencia de Venezuela en los BRICS, en un gesto innecesario de hostilidad hacia el gobierno de Maduro;

c) se equivocó por la incoherencia de una diplomacia entre bastidores en defensa de Venezuela y una insostenible ambigüedad estratégica ante el peligro que representa Trump, quien por demás no dudará en intervenir en las elecciones de 2026 en Brasil, como recientemente lo hiciera en la Argentina de Milei.

«Iminência de uma agressão imperialista na Venezuela», de Valério Arcary, apareció originalmente el 28 de noviembre de 2025 en Esquerda Online. Se publica en traducción al español como parte de la columna «Intervenciones» de Valério Arcary en Communis.

Traducido por Rolando Prats.

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jueves, 4 de diciembre de 2025

EL PASO ADELANTE QUE SÍ SE DIO EN LA COP30: LA BATALLA CONTRA LOS ALGORITMOS.

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“El punto de partida es que las vulnerabilidades y prejuicios de las personas son explotados para impulsar y reforzar narrativas de desinformación dentro de los ecosistemas digitales de todo el mundo. Blanco explica que hay determinados contenidos “que tocan resortes mentales” que provocan que “compremos mercancía averiada con mucha facilidad”. Por lo general, el ser humano no cuestiona las informaciones que encajan con sus creencias previas. “Si una noticia me da la razón, es muy difícil que yo la analice fríamente”, afirma.

“Esto facilita la viralización. “Tú no estás pensando, no estás analizando fríamente, simplemente compartes. Son estados donde se fomenta mucho que una información, un mensaje llegue a muchísima gente y que todos nos quedemos mucho tiempo enganchados”, señala. Y agrega: “Esto es lo que más le interesa a los dueños de estas plataformas, que pasemos el mayor tiempo posible dentro. Están de algún modo viciándonos para que estemos todo el tiempo enfadados y cabreados”. El problema, agrega, es que casi nadie es consciente de esta “manipulación”. “Cuando en las investigaciones científicas se le pide a la gente que piense y analice determinadas noticias, la mayoría detecta aquellas que son falsas. El problema es que cuando estamos dentro de las redes no lo hacemos. Estamos atrapados en una vorágine de ‘responde rápido, enfádate, retuitea’”.

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Fuentes: Climática [Foto: Diego Herculano (ONU Cambio Climático)]

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EL PASO ADELANTE QUE SÍ SE DIO EN LA COP30:

LA BATALLA CONTRA LOS ALGORITMOS.

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Por Andrés Actis | 03/12/2025 | Ecología social

Fuentes. Revista Rebelión, miércoles 3 de diciembre del 2025.

Sin una hoja de ruta para eliminar los combustibles fósiles, el mayor logro de la COP30 ha sido la creación de una alianza de países para combatir la desinformación, una silenciosa pero gigantesca ola que está socavando el progreso global de las políticas climáticas.

Charlotte Scaddan, asesora principal en integridad de la información de la Comunicación Global de la ONU, repite que

“dos de los retos más urgentes de la humanidad se han entrelazado de forma peligrosamente estrecha”, en referencia al cambio climático y la desinformación.

La industria de los bulos, alertó Scaddan en la recién acabada COP30 de Belém, está utilizando la crisis planetaria como un “arma para polarizar sociedades enteras y socavar los procesos democráticos”. La constante viralización de noticias falsas tiene tres grandes ganadores, explica esta consejera de Naciones Unidas: el sector fósil, algunos actores políticos –Donald Trump, el más visible– y los influencers digitales, que

“monetizan la indignación y las mentiras». “No nos podemos quedar de brazos cruzados ante este diagnóstico. Supone un riesgo real de interferencia en las negociaciones climáticas”, advierte esta experta.



En Brasil, en una cumbre que ha dejado una sensación de derrota por una declaración final sin ninguna mención al abandono de los combustibles fósiles, se ha dado un paso enorme para combatir la desinformación climática. Un grupo de 13 países, entre ellos España, ha creado una alianza para “promover información precisa y basada en pruebas sobre cuestiones climáticas”. 

Estas naciones –Brasil, Chile, Dinamarca, Francia, Marruecos, Suecia, Reino Unido, Uruguay, Bélgica, Canadá, Finlandia y Alemania, además de España– van a exigir a todos los actores involucrados (administraciones, sector privado y financiadores) tomar “medidas concretas” para contrarrestar el impacto de la desinformación y ataques deliberados contra periodistas, defensores, científicos y académicos.

La apuesta más ambiciosa de esta declaración es presionar a las grandes empresas tecnológicas para que revisen el diseño de sus algoritmos, que premian y multiplican los bulos que circulan por las redes sociales.



Algoritmos de recomendación y redes de desinformación.

La preocupación política tiene un respaldo científico. Son muchas las investigaciones que coinciden en que las redes sociales están jerarquizando y premiando los contenidos “emocionales, polémicos y llamativos” –componentes claves de los bulos– sobre los mensajes rigurosos y veraces.

Pau Muñoz Pairet es doctor en Estudios Estratégicos y en Inteligencia Artificial. Semanas atrás, publicó junto a un grupo de investigadores, un estudio que confirma que los algoritmos de recomendación –diseñados para maximizar la interacción del usuario mediante la personalización del contenido– están “creando cámaras de eco y facilitando la propagación de desinformación”. 

“Esto puede reconfigurar la opinión pública y tener un impacto sustancial en cuestiones sociales cruciales como la política, la economía y las causas sociales. Por lo tanto, la forma en que se recomienda el contenido en las redes sociales desempeña un papel clave en la configuración del ecosistema de información digital”, explica el trabajo. 

Gracias a su muy alta precisión en la recomendación de contenido, estos algoritmos “permiten la rápida difusión de narrativas que se alinean con los intereses de los usuarios que promueven la desinformación”. Es como un pez que se muerde la cola. Los usuarios acceden de forma muy rápida a estos discursos, se generan muchísimas interacciones y se acelera el proceso de formación de estas redes tóxicas. 

Para Sergio Arce García, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja, quien investiga el cruce entre los bulos, el odio y las redes sociales, la creación de esta alianza es una bocanada de aire ante una pasividad política para enfrentar a una industrialas grandes empresas tecnológicas– que está haciendo la vista gorda” ante un fenómeno “enormes implicancias sociales y políticas”. Lamenta que el intento de regulación de estos gobiernos ocurra “con un monstruo que ya es gigantesco”.  

Este experto ha revelado cómo estas redes de odio y desinformación atacaron a la AEMET en X tras la dana de Valencia. Explica que las redes sociales, como cualquier negocio, buscan vender. Para eso, necesitan conseguir “la máxima atención posible por parte de los usuarios”. ¿Cómo lo consiguen? Primero, analizando quién eres, lo que permite una segmentación de perfiles. Luego, favoreciendo la circulación de los contenidos “más emocionales”, entre ellos aquellos que generan rabia, bronca e indignación. 

Al tener “tal grado de conocimiento de casi toda la población mundial”, estas empresas tecnológicas, agrega Arce, tienen un poder enorme para moldear la opinión pública. Este investigador es escéptico respecto a que los grandes actores de este mercado –”las big tech”– acepten revisar sus esquemas de algoritmo. Más en este contexto geopolítico, que apunta a la otra dirección. Desde que Trump asumió su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, se acentuó el abandono de la supervisión editorial de curación algorítmica, con el cierre de los departamentos encargados de esta tarea.



La psicología de la desinformación.

Fernando Blanco es profesor de psicología e investigador del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) de la Universidad de Granada (UGR). Este instituto se ha aliado con Newtral, el medio español especialista en fact-checking, para desarrollar un proyecto sobre la psicología de la desinformación”: cómo los sesgos cognitivos y los algoritmos alimentan la manipulación digital.

El punto de partida es que las vulnerabilidades y prejuicios de las personas son explotados para impulsar y reforzar narrativas de desinformación dentro de los ecosistemas digitales de todo el mundo. Blanco explica que hay determinados contenidos “que tocan resortes mentales” que provocan que “compremos mercancía averiada con mucha facilidad”. Por lo general, el ser humano no cuestiona las informaciones que encajan con sus creencias previas. “Si una noticia me da la razón, es muy difícil que yo la analice fríamente”, afirma.

Esto facilita la viralización.

Tú no estás pensando, no estás analizando fríamente, simplemente compartes. Son estados donde se fomenta mucho que una información, un mensaje llegue a muchísima gente y que todos nos quedemos mucho tiempo enganchados”, señala. Y agrega: “Esto es lo que más le interesa a los dueños de estas plataformas, que pasemos el mayor tiempo posible dentro. Están de algún modo viciándonos para que estemos todo el tiempo enfadados y cabreados”.

El problema, agrega, es que casi nadie es consciente de esta “manipulación”.

“Cuando en las investigaciones científicas se le pide a la gente que piense y analice determinadas noticias, la mayoría detecta aquellas que son falsas. El problema es que cuando estamos dentro de las redes no lo hacemos. Estamos atrapados en una vorágine de ‘responde rápido, enfádate, retuitea’”, describe.

Como si esto fuera poco, los seres humanos somos muy buenos racionalizando, explica este experto. Una vez que se compartió una noticia falsa y que una enorme mayoría de usuarios se posicionaron públicamente a favor de una causa, “es muy difícil dar marcha atrás”.

“Vamos a racionalizar y autoconvencernos de que en el fondo esa era la decisión razonable. Los algoritmos se aprovechan de la psicología humana. En el fondo lo que están haciendo es modelar nuestra manera de pensar también. Las consecuencias sociales son de una enorme gravedad”, concluye

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