miércoles, 20 de noviembre de 2024

KURSK, LAS TROPAS NORCOREANAS Y LOS MISILES OCCIDENTALES.

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“El cambio de política en estos momentos responde más a la gravedad de la situación de Ucrania en varias zonas del frente y la necesidad de detener los avances rusos que con las 10.000 tropas norcoreanas que las inteligencias occidentales afirman que lucharán en Kursk pero que nadie ha visto todavía. Aun así, como recogía The New York Times en el artículo que desveló la noticia, que aún no se ha hecho oficial, defenderse de las topas norcoreanas es uno de los argumentos que está utilizándose. “Funcionarios estadounidenses dijeron que era probable que los misiles se desplegaran, al menos inicialmente, contra tropas combinadas rusas y norcoreanas en el territorio que Ucrania ha capturado en la región de Kursk, al sur de Rusia. La incorporación este otoño de hasta 10.000 soldados norcoreanos al esfuerzo bélico de Moscú ha alarmado a Estados Unidos y a las naciones europeas, que consideran que amplía la guerra al implicar directamente a los aliados rusos en el combate terrestre. La presencia norcoreana pareció ser lo que persuadió a la Casa Blanca a cambiar su postura sobre los misiles de largo alcance tras meses de resistencia”, escribía el artículo, que no se molestaba en explicar que esas tropas de la República Popular de Corea se encontrarían en territorio ruso según sus fronteras internacionalmente reconocidas, un detalle aparentemente sin importancia a la hora de exagerar el peligro que supone ese supuesto contingente en la “internacionalización” de una guerra que nació ya internacionalizada. Curiosamente, en las últimas horas, el medio neoyorkino ha sido uno de los blancos del discurso ucraniano, molesto con el artículo. Indicando que solo son palabras y que serán los misiles los que hablen, el presidente ucraniano oficializaba la noticia el domingo por la noche. Sin embargo, ayer, Mijailo Podolyak escribía: “Un poco extraño… La principal noticia en los medios internacionales fueron los informes anónimos de que la Casa Blanca [supuestamente] permitió a Ucrania usar misiles estadounidenses [no todos] para atacar el territorio de la Federación Rusa [o solo la región de Kursk]. De nuevo, palabras, no acciones”.

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Kiev Tropas Norcoreanas están en Kursk,

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KURSK, LAS TROPAS NORCOREANAS Y LOS MISILES OCCIDENTALES.

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Por. Nahia Hanzo, Slavyangrad.

Fuente. Jaque al neoliberalismo.

Miércoles 20 de noviembre del 2024.

Desde que el pasado mes de agosto Ucrania sorprendiera a Rusia con un ataque bien organizado y eficaz en territorio ruso, han quedado claras las prioridades de ambos bandos en conflicto. Para disgusto de Kiev, la prioridad de Moscú ha seguido siendo el frente de Donbass, el principal de esta guerra desde su estallido en 2014 y donde se juega realmente el resultado final del conflicto.

“La incursión en Kursk estaba destinada a adelantarse a un plan ruso de invadir la provincia de Sumy para crear una «zona tampón» en el norte de Ucrania y alejar a las fuerzas rusas del frente que avanza constantemente en la provincia de Donetsk, informó el ejército ucraniano”, sigue afirmando tres meses después The Kyiv Independent, siempre dispuesto a aceptar sin matices el discurso oficial.

Pese a lo que prometían Zelensky o Syrsky, la situación en Kursk no modificó los planes del comando ruso, que reaccionó con un inusual estoicismo, sin precipitarse ni desviar un excesivo número de efectivos, con el objetivo principal de compaginar la continuación de la ofensiva en Donbass con la defensa de Kursk y la futura y progresiva recuperación del territorio perdido en territorio ruso.

Con su ofensiva en Rusia, Ucrania quería mostrar su capacidad de vencer a Moscú en su propio territorio, un intento de insistir en que era posible ganar la guerra. Esas necesidades han aumentado progresivamente a medida que los costes de la guerra se han acumulado y las dudas sobre la viabilidad de continuar luchando hasta la incierta victoria final han aumentado. Durante un tiempo, Kursk eliminó de un plumazo toda esa fatiga de la guerra y la incertidumbre de algunos de los aliados de Kiev sobre la capacidad de Ucrania de lograr su objetivo. Sin embargo, el avance rápido de las tropas ucranianas se detuvo y la batalla se consolidó en una guerra de trincheras similar a la que se libra en el resto del frente. La irrupción en Rusia retrasó durante meses las negociaciones de un alto el fuego parcial para evitar ataques contra las infraestructuras energéticas (que aparentemente se ha reanudado este noviembre, por el momento sin ningún éxito) y estiró aún más un frente que ya se extendía a lo largo de centenares de kilómetros que exige grandes cantidades de soldados para defender.



La ofensiva de Kursk es el único éxito territorial de Ucrania desde las mínimas ganancias de su contraofensiva de 2023, donde Kiev apenas pudo capturar un puñado de pequeñas e irrelevantes localidades que, con el tiempo y el cambio de tendencia en el frente, Rusia ya ha recuperado. A excepción de Suya, donde se encuentra el gasoducto que, a pesar de la guerra, sigue transitando gas ruso a la Unión Europea a través de Ucrania -y que hasta ahora ha sido protegido por ambas partes, interesadas en que siga en funcionamiento-, Kiev no ha logrado capturar ningún objetivo estratégico y Rusia ha conseguido devolver bajo su control una parte del territorio perdido. Sin embargo, la presencia de tropas ucranianas en suelo ruso supone una constante amenaza de futuras irrupciones o intentos de avance en otras direcciones, ya que Kursk se ha convertido en el frente prioritario para el Gobierno de Zelensky.

Así lo demuestran los comentarios de los comandantes sobre el terreno, que admiten que en ese sector del frente no hay escasez de munición ni de soldados y que el relevo de tropas se produce de forma regular, al contrario que en Donbass. Las tropas que luchan entre Ugledar y Kurajovo o al sur de Selidovo están siendo sacrificadas por el bien de la aventura rusa de Zelensky y Syrsky, que han actualizado también los bonus que cobrarán los soldados por participar en ella.

Los militares ucranianos que operen en Rusia durante la ley marcial recibirán un pago mensual adicional de 100.000 grivnas (2.400 dólares), proporcional al tiempo que pasen allí en misiones de combate. También recibirán un pago único de 70.000 grivnas (1.700 dólares) por cada 30 días de combate, calculados acumulativamente. Los soldados y oficiales del Servicio Estatal de Emergencias, del Departamento de Operaciones Especiales de la Oficina Nacional Anticorrupción y los policías que realicen misiones en Rusia también recibirán la prima de 100.000 grivnas (2.400 dólares). Se pagarán 100.000 grivnas (2.400 dólares) adicionales a los soldados heridos durante su servicio en Rusia. En caso de fallecimiento durante una misión de combate en Rusia, los familiares del soldado recibirán un pago único de 15 millones de grivnas (363.000 dólares)”, escribía la semana pasada The Kyiv Independent poniendo de manifiesto unas cantidades significativas teniendo en cuenta el masivo empobrecimiento del país y la falta de fondos para servicios básicos.



Esa situación no ha molestado a quienes con su financiación sostienen el Estado ucraniano y hacen posible el pago de unos salarios con los que la mayor parte de la población apenas puede soñar.

Mantener la presencia en Kursk ahora que Rusia prepara una ofensiva para recuperar progresivamente su territorio e impedir futuras irrupciones tiene un triple objetivo:

mostrar que Ucrania es capaz de vencer a Rusia y justificar así la petición de más armamento y menos diplomacia,

crear inestabilidad en la Federación Rusa a base de hacer creer a la población que el Kremlin no puede protegerla y

disponer de una carta -quizá moneda de cambio- en caso de ser obligada a aceptar el inicio de una negociación.

La idea de conseguir que Ucrania llegue a la mesa de negociaciones en una posición de fuerza es la más repetida a día de hoy y en ello coinciden tanto las capitales europeas como la actual administración estadounidense y la futura. Paz por medio de la fuerza se ha convertido en el gran lema de esta guerra que todas las partes saben que Kiev no puede ganar según su estrecha definición de victoria (recuperación de la integridad territorial según sus fronteras de 1991, adhesión a la OTAN, serias represalias para Rusia). En ese contexto, pierden importancia, Orejov, Kurajovo o incluso Kupiansk y la principal tarea es ayudar a Kiev a minar el esfuerzo ruso en Kursk y permitir que Ucrania mantenga la mayor cantidad de territorio en esa región.


Estados Unidos autoriza a Ucrania, atacar territorio ruso, con Misiles de Largo alcance.
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Para ello, y ahora que ha desaparecido el factor electoral en Estados Unidos, es preciso continuar con la escalada progresiva que ha sido siempre el modus operandi de esta guerra.

“La Casa Blanca se niega durante meses a conceder una petición de armas de Ucrania, temiendo que suponga una escalada. Kiev denuncia en voz alta la negativa, y justo cuando la petición parece aparcada, la administración Biden la aprueba. Las peticiones ucranianas de HIMARS, tanques Abrams, F16… todas siguieron un patrón similar de denegación y evasivas, y luego concesión, casi en el momento en que ya era demasiado tarde”, escribía ayer CNN que, pese a congratularse de la noticia, sigue teniendo ciertas dudas sobre su efectividad.

La limitada cantidad de misiles ATACMS de los que dispone Ucrania -que ya ha sido advertida de los límites de los arsenales occidentales y que posiblemente nunca pueda adquirir las cifras de munición que espera recibir para sus ambiciosos planes de bombardeos en Rusia-, la posibilidad de que los drones que ya utiliza Kiev en territorio ruso vayan a ser más útiles y la provocación que supone autorizar los ataques son los tres argumentos que enumera la cadena de televisión estadounidense.

Quizá por considerar que la medida era inevitable y la única pregunta era cuándo iba a producirse, la reacción rusa ha sido limitada. Blogueros militares como Rybar recuperaban ayer lo escrito hace varios meses, cuando la decisión parecía inminente, e insistían en los aspectos de la defensa que Rusia debe tener en cuenta. Sin embargo, gran parte de la prensa se limitaba a repetir los titulares de la prensa occidental, que destaca que incluso los oficiales del Pentágono no creen que el permiso para utilizar ATACMS n Kursk vaya a cambiar el curso de la guerra. Sin embargo, para un Biden que ya no tiene nada que perder, el inicio de los bombardeos en Rusia supone la posibilidad de aumentar los costes de la guerra para Moscú y quizá una imagen propagandística del sufrimiento de los soldados de uno de sus enemigos preferidos el siglo pasado, la República Popular de Corea, que sufrió en primera persona el shock y pavor de Estados Unidos. Si la decisión de la Casa Blanca no ha sido consensuada con el equipo de transición de Donald Trump, la medida es una forma de condicionar el inicio de la nueva administración.



El 12 de septiembre, Vladimir Putin afirmó que tomar la decisión de permitir a Ucrania utilizar misiles occidentales en territorio ruso

“significará nada menos que la participación directa de los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos en la guerra de Ucrania. Esta participación directa, por supuesto, alterará significativamente la naturaleza misma de este conflicto”.

Sus palabras de ayer, algo más moderadas ya que Rusia no desea una guerra directa con la Alianza, estaban dirigidas en la misma dirección. El presidente ruso insistió en que un ataque ucraniano con misiles occidentales cambiaría la naturaleza de la guerra, ya que -como desveló hace meses Olaf Scholz en relación con los Storm Shadow británicos y Scalp franceses-, Ucrania precisa de inteligencia y personal occidental sobre el terreno para operar esos sistemas.

El cambio de política en estos momentos responde más a la gravedad de la situación de Ucrania en varias zonas del frente y la necesidad de detener los avances rusos que con las 10.000 tropas norcoreanas que las inteligencias occidentales afirman que lucharán en Kursk pero que nadie ha visto todavía. Aun así, como recogía The New York Times en el artículo que desveló la noticia, que aún no se ha hecho oficial, defenderse de las topas norcoreanas es uno de los argumentos que está utilizándose.

“Funcionarios estadounidenses dijeron que era probable que los misiles se desplegaran, al menos inicialmente, contra tropas combinadas rusas y norcoreanas en el territorio que Ucrania ha capturado en la región de Kursk, al sur de Rusia. La incorporación este otoño de hasta 10.000 soldados norcoreanos al esfuerzo bélico de Moscú ha alarmado a Estados Unidos y a las naciones europeas, que consideran que amplía la guerra al implicar directamente a los aliados rusos en el combate terrestre. La presencia norcoreana pareció ser lo que persuadió a la Casa Blanca a cambiar su postura sobre los misiles de largo alcance tras meses de resistencia”, escribía el artículo, que no se molestaba en explicar que esas tropas de la República Popular de Corea se encontrarían en territorio ruso según sus fronteras internacionalmente reconocidas, un detalle aparentemente sin importancia a la hora de exagerar el peligro que supone ese supuesto contingente en la “internacionalización” de una guerra que nació ya internacionalizada.

Curiosamente, en las últimas horas, el medio neoyorkino ha sido uno de los blancos del discurso ucraniano, molesto con el artículo. Indicando que solo son palabras y que serán los misiles los que hablen, el presidente ucraniano oficializaba la noticia el domingo por la noche. Sin embargo, ayer, Mijailo Podolyak escribía:

“Un poco extraño… La principal noticia en los medios internacionales fueron los informes anónimos de que la Casa Blanca [supuestamente] permitió a Ucrania usar misiles estadounidenses [no todos] para atacar el territorio de la Federación Rusa [o solo la región de Kursk]. De nuevo, palabras, no acciones”.

El motivo del enfado del asesor de la Oficina del Presidente era que la filtración había restado relevancia a los grandes titulares con los que, por la mañana, los medios occidentales anunciaban uno de los ataques aéreos rusos más importantes de la guerra. Ucrania reaccionó rápidamente al bombardeo exigiendo utilizar el lenguaje de la fuerza y suplicando más armas. Pese a lograr lo que quería, Kiev se ha molestado por el momento en el que la prensa filtró la noticia, que no otorgó tiempo suficiente para que el Gobierno ucraniano pudiera explotar al máximo los misiles rusos.

“Este tipo de ataques con cientos de misiles sobre Ucrania ya no son considerados una escalada por la comunidad internacional… porque se han convertido en rutina. 2024, #Europa, genocidio. ¿Alguien más recuerda el eslogan «Nunca más»?”, escribió ayer Podolyak, apropiándose nuevamente de un lema contra el Holocausto e insistiendo implícitamente en que Rusia está cometiendo un genocidio.

Según los datos de Naciones Unidas publicados el pasado fin de semana, entre los 12.162 civiles muertos contabilizados, 659 son menores. El pasado febrero, UNICEF cifraba en 17.000 los menores palestinos en Gaza a causa de los ataques de Israel, país al que Ucrania sigue apoyando y que defiende de acusaciones más creíbles de genocidio. El discurso no precisa de hechos probados sino de sensaciones y capacidad de imponer la narrativa en la prensa. De ahí que Ucrania no pueda permitirse que los ataques rusos se vean sustituidos en los titulares, aunque sea por los anuncios extraoficiales de la concesión del permiso que Kiev llevaba meses suplicando.

Tras la publicación de la información en The New York Times, Le Figaro anunció que también Francia y el Reino Unido habían otorgado el permiso para utilizar sus misiles contra blancos en territorio ruso. Rápidamente, The Times contradijo esa información, que posteriormente fue eliminada por el medio francés. Pese a haber actuado como grupo de presión con Joe Biden para conseguir que Washington levantara el veto, Starmer y Macron no pueden anunciar de forma independiente que otorgan a Kiev permiso para usar los Storm Shadow o Scalp. Sus componentes de fabricación estadounidense hacen que tenga que ser la Casa Blanca quien dé su autorización.

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martes, 19 de noviembre de 2024

«LOS SUPERRICOS PAGAN UNA TASA MEDIA DE IMPUESTOS DE ENTRE CERO Y 0,5 %» G20. Entrevista a la economista Jayati Ghosh

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“¿Cómo se explica el aumento del patrimonio de los superricos?  Nada justifica ese exceso de riqueza. No es resultado de la productividad, sino el resultado de las instituciones que hemos creado. Y el motivo por el cual la situación va a peor es que los superricos pueden influir en esas mismas instituciones para cambiarlas a su gusto. Así que, por muchos motivos, un impuesto sobre la riqueza es muy importante.

“¿Hay mucho apoyo a la propuesta? Es enorme. Hubo una encuesta del Club de Roma, del cual soy miembro. Hicimos un estudio con Gallup y el 68 % de las personas encuestadas en 17 países de la OCDE apoya un impuesto para los superricos. Sólo el 11 % cree que es una mala idea. En India, el apoyo era el 80 % porque tenemos niveles de desigualdad de riqueza francamente obscenos.

“Entonces, ¿cuál es la idea? Cada superrico debería pagar un mínimo del 2 % de su riqueza como impuestos. Esto no significa que sea un impuesto sobre el patrimonio. Se puede gravar sobre los ingresos por dividendos, o sobre alguna otra ganancia de capital no realizada. Cómo lo gravemos no importa. Quiero decir, hay diferentes formas de hacerlo, en diferentes contextos. El FMI cree que es mejor gravar las rentas del capital que la riqueza. Y no tengo ningún problema con eso. La cuestión clave es que el superrico debe pagar el 2 % de su patrimonio. El economista francés Gabriel Zucman lo ha planteado así en el informe que elaboró para el Gobierno brasileño con vistas a su presidencia del G20. Es parte de la agenda brasileña del G20. 

“¿Hay algún precedente? Sí. La idea es igual que el tipo mínimo del impuesto de sociedades del 15% que se aprobó en la OCDE. Esto sirve para contrarrestar el truco empresarial de desplazar los beneficios de las multinacionales a paraísos fiscales. Ya sabes, cuando, por ejemplo, Google dice al Gobierno español: “Lo siento. Yo no genero ningún beneficio en su país. Tengo que pagar regalías por la propiedad intelectual y eso va a Irlanda. Es una lástima, pero no puedo pagar impuestos aquí”. E Irlanda tiene un tipo impositivo muy bajo, de solo el 12,5 %. Es la famosa táctica. Pero con el nuevo plan adoptado por la OCDE, el país en el que opera esa empresa puede decirle: “Vale, pero si solo pagas el 12,5 % en Irlanda, te vamos a gravar el 2,5 % restante aquí”.

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Fuentes: CTXT [Imagen: La economista Jayati Ghosh. / Jean Marc Ferré - ILO]

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«LOS SUPERRICOS PAGAN UNA TASA MEDIA DE IMPUESTOS DE ENTRE CERO Y 0,5 %» G20.

Entrevista a la economista Jayati Ghosh.

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Por Andy Robinson | 19/11/2024 | Economía

 

Fuente. Revista Rebelión martes 19 de noviembre del 2024.

 

La cumbre del G20, que se celebra los días 18 y 19 de noviembre bajo la presidencia brasileña en Río de Janeiro, está a punto de alcanzar un consenso sobre una atrevida propuesta de aplicar un impuesto sobre la riqueza o la renta de los llamados “superricos” del planeta, una de las prioridades para el Gobierno de Lula.

De salir adelante, los Estados podrían disponer de entre 200.000 y 250.000 millones de dólares en ingresos adicionales a nivel mundial. En estos momentos, según destacó Lula en su discurso al inicio de la cumbre, 3.000 personas tienen una riqueza superior a 13 billones de dólares –más que del PIB agregado de América y América Latina– mientras que 733 millones de personas pasan hambre. Solo uno de los 19 países reunidos esta semana se opone la propuesta: Argentina, cuyo presidente, Javier Milei, llegó a Río tras participar en el banquete que dio Donald Trump en su residencia de Mar-a-Lago, en Palm Beach, para celebrar su victoria y en el que fue fotografiado con el anfitrión y con el hombre más rico del mundo, Elon Musk. 

En esta entrevista, mantenida el mes pasado en Washington, la economista Jayati Ghosh, una de las impulsoras de la idea del impuesto para los superricos, explica por qué es necesario y cómo se diseñaría. Nacida en la India en 1955, Ghosh es especialista en desarrollo de la escuela heterodoxa, que tras 35 años en la Universidad de Jawaharlal Nehru en Delhi, se incorporó al iconoclasta departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Amherst en Massachusetts, junto a Bob Pollin e Isabella Weber. 



¿Cómo se definiría el término de superrico?

Bueno, Gabriel Zucman, de la escuela de Economía de París, que preparó el informe sobre el impuesto para el G20 de Brasil, propuso aplicarlo a los billonaires, o sea, a los milmillonarios. Pero solo hay 3.000 multimillonarios en todo el mundo. Así que yo diría que sería para gente con 70 millones o 50 millones. Estamos hablando de gente muy, muy, muy rica.

¿Cuántos impuestos pagan los superricos?

Menos que nosotros. Jeff Bezos, por ejemplo, no paga ni un centavo de impuesto sobre la renta. Todos los superricos tienen asesores fiscales y contables que les aconsejan que se endeuden para su consumo con el fin de pagar intereses desgravables y registrar pérdidas. Que declaren ganancias de capital no realizadas. Así que no pagan impuestos. Hay estudios rigurosos sobre el tema en Estados Unidos, Canadá, Francia. Y, para los súper ricos, resulta que la tasa media de impuestos es entre cero y 0,5 %. Compara eso con los impuestos que tú y yo pagamos.

El impuesto sobre los superricos sería gravado en cada país por su cuenta, ¿verdad?

Sí. Serían impuestos totalmente nacionales. Tenemos que generar recursos fiscales propios. Los gobiernos de todo el mundo los necesitan desesperadamente. Especialmente los países en desarrollo como el mío, donde la desigualdad es obscena. Lo necesitamos para la protección social, para el desarrollo, para el cambio climático. Para todo. Y sabemos que la riqueza, el patrimonio, está distribuido de forma extremadamente desigual, aún más que los ingresos. 

Los billonarios ya están incorporándose directamente al poder político.

Sí. La riqueza conlleva poder. Una vez que eres rico, tienes demasiado poder para el bien social y económico. Puedes influir en los gobiernos, comprar una plataforma mediática porque te gusta la idea y luego cambiarla de la manera que quieras. Puedes volar a la luna si te apetece. Eso es demasiado poder. Así que tenemos que moderar ese exceso de poder que viene de un exceso de riqueza.



¿Cómo se explica el aumento del patrimonio de los superricos? 

Nada justifica ese exceso de riqueza. No es resultado de la productividad, sino el resultado de las instituciones que hemos creado. Y el motivo por el cual la situación va a peor es que los superricos pueden influir en esas mismas instituciones para cambiarlas a su gusto. Así que, por muchos motivos, un impuesto sobre la riqueza es muy importante.

¿Hay mucho apoyo a la propuesta?

Es enorme. Hubo una encuesta del Club de Roma, del cual soy miembro. Hicimos un estudio con Gallup y el 68 % de las personas encuestadas en 17 países de la OCDE apoya un impuesto para los superricos. Sólo el 11 % cree que es una mala idea. En India, el apoyo era el 80 % porque tenemos niveles de desigualdad de riqueza francamente obscenos.

Entonces, ¿Cuál es la idea?

Cada superrico debería pagar un mínimo del 2 % de su riqueza como impuestos. Esto no significa que sea un impuesto sobre el patrimonio. Se puede gravar sobre los ingresos por dividendos, o sobre alguna otra ganancia de capital no realizada. Cómo lo gravemos no importa. Quiero decir, hay diferentes formas de hacerlo, en diferentes contextos. El FMI cree que es mejor gravar las rentas del capital que la riqueza. Y no tengo ningún problema con eso. La cuestión clave es que el superrico debe pagar el 2 % de su patrimonio. El economista francés Gabriel Zucman lo ha planteado así en el informe que elaboró para el Gobierno brasileño con vistas a su presidencia del G20. Es parte de la agenda brasileña del G20. 

¿Hay algún precedente?

Sí. La idea es igual que el tipo mínimo del impuesto de sociedades del 15% que se aprobó en la OCDE. Esto sirve para contrarrestar el truco empresarial de desplazar los beneficios de las multinacionales a paraísos fiscales. Ya sabes, cuando, por ejemplo, Google dice al Gobierno español: 

“Lo siento. Yo no genero ningún beneficio en su país. Tengo que pagar regalías por la propiedad intelectual y eso va a Irlanda. Es una lástima, pero no puedo pagar impuestos aquí”. E Irlanda tiene un tipo impositivo muy bajo, de solo el 12,5 %. Es la famosa táctica. Pero con el nuevo plan adoptado por la OCDE, el país en el que opera esa empresa puede decirle: “Vale, pero si solo pagas el 12,5 % en Irlanda, te vamos a gravar el 2,5 % restante aquí”.



¿Y se aplicaría el mismo sistema a los individuos de elevado patrimonio que a las empresas, correcto?

Sí. Es la misma idea aplicada a los individuos. Es decir, el principio de este impuesto mínimo ha sido aceptado por la OCDE para las empresas. Hay que hacerlo también para las personas superricas.

¿Cómo sería aplicado a individuos?

La idea es esta: que cada país aplique un impuesto mínimo del 2 % sobre el patrimonio de los superricos. Si ellos dicen que todo su dinero está en las Islas Caimán, pues, el país en el que tiene residencia dice: “Pero usted no está pagando ningún impuesto en las Islas Caimán, así que, según la nueva normativa, yo puedo gravar un 2 % sobre su patrimonio”.

¿No habría problemas de mudanza y fuga de capitales?

No, porque Zucman tiene otra idea, que creo que es realmente buena. Es verdad que normalmente haces eso y todos amenazan con trasladarse. Está sucediendo en Inglaterra ahora mismo con el fin del régimen “non dom” (residentes temporales). Entonces, Zucman propone un exit tax–impuesto de salida– en función de cuánto tiempo has estado en el país y la cantidad de riqueza que has acumulado mientras estabas en ese país. O sea, el superrico tiene que pagar incluso si se marcha del país.

¿Pero cómo se aplicaría un impuesto de salida?

Pongamos el caso de Gérard Depardieu. ¿Te acuerdas de que en 2012 se trasladó a Bélgica porque pensaba que el tipo impositivo francés era demasiado alto? En la medida en que todavía tiene algún negocio en Francia, ese impuesto de salida se le aplicaría si quisiera volver a París, por ejemplo, para cenar. Antes de volver a Bélgica, tendría que pagar.



¿Cómo va a implementar esto el G20?

Ya sabes que las cumbres del G20 son lugares donde se habla más que se toman decisiones. Y eso está bien porque es mejor hablar que ir a la guerra. Pero no conduce necesariamente a nada. Sin embargo, lo que ha sucedido a nivel mundial es que ha habido dos grandes cambios. Uno fue en 2016, cuando conseguimos el intercambio automático de información bancaria. 142 países firmaron. Toda la información bancaria se intercambia automáticamente entre jurisdicciones fiscales. Muchos paraísos fiscales se quedaron fuera; Estados Unidos se quedó fuera. Pero ya es suficiente para empezar.

¿Cuál es el otro cambio?

Hemos conseguido, gracias a la Unión Africana, un acuerdo para crear una convención tributaria de la ONU. Lo cual es un logro enorme. Sí. No significa que todos los países tendrán que implementar los mismos impuestos. Sólo establecer los principios sobre los que se pueden basar las leyes fiscales. Así que es una especie de armonización. El traslado de beneficios y todo eso se volverá realmente mucho más difícil. Estos son avances muy importantes.

¿Qué falta por hacer?

Son grandes avances y el impuesto para los superricos será otro. Pero los superricos no suelen guardar el dinero con su propio nombre. Utilizan fideicomisos. Así que necesitamos registros de activos que identifiquen a los beneficiarios finales de todos los fideicomisos. Normalmente, el fideicomiso lo controla tu contable o tu abogado. La UE ha introducido esa regulación, en la que tienes que identificar al beneficiario final. El problema es que no comparten la información con los demás. Así que, si un multimillonario en India tiene un fideicomiso, la UE puede saber quién es el beneficiario efectivo. Pero el gobierno indio no lo sabrá. Necesitamos compartir. Cada país debe hacer este registro de activos y luego compartir esa información. Si la gente lo supiera, lo exigiría. No hay suficiente ruido al respecto. Hay que comunicarlo mejor. Y esto es el trabajo de medios como el tuyo.

Andy Robinson. Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)

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lunes, 18 de noviembre de 2024

LA VICTORIA DE TRUMP Y EL FUTURO DE LA IZQUIERDA BRASILEÑA.

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“Todo cambió el día que María ingresó en una comunidad religiosa que la trata de ‘hermana’, se interesa por su vida, la ayuda a superar dificultades. Para consolidar ese reconocimiento, abrazó la ideología de la comunidad. El pastor o el cura la convenció de que su sociedad –capitalista– le ofrece oportunidades a todos, basta con abandonar los vicios. Por tanto, dejó de gastar su menguado salario en apuestas y cigarros. Ahora considera a las familias acomodadas en cuyas casas trabaja bendecidas por Dios gracias a la prosperidad alcanzada. Aunque sigan considerándola una ‘doña nadie’, María aprendió en la Iglesia que Dios la ama como a una hija y eso alimenta su autoestima. Aunque el gobierno le dé a María una casa propia gracias al programa Mi casa, mi vida y una entrada adicional mediante la Bolsa Familia, y aunque sus hijos tengan escuela y empleo, María no dará el salto epistémico de la ideología de derecha a la de izquierda.

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Fuentes: Opera Mundi (Brasil) [Imagen: Graffiti de Karl Marx rotulado en la sección del antiguo Muro de Berlín conocida como East Side Gallery . Créditos: Pixabay, tomada de la Fundação Perseu Abramo]

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LA VICTORIA DE TRUMP Y EL FUTURO DE LA IZQUIERDA BRASILEÑA.

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Por Frei Betto | 18/11/2024 | BrasilOpinión

 

Fuente. Revista Rebelión lunes 18 de noviembre del 2024.

 

«Si la izquierda brasileña no baja a Paulo Freire de las repisas, reinaugura equipos y escuelas de educación popular, capacita a militantes para que trabajen junto a las clases populares, asume la ética como un principio innegociable y cambia el proyecto de poder por el proyecto de Brasil, sufrirá en 2026 su peor derrota desde el fin de la dictadura en 1985», concluye el autor su artículo.


Como se solía decir muy correctamente a la luz de las categorías marxistas, cambió la correlación de fuerzas. Después de la Segunda Gran Guerra, el avance se la Unión Soviética y el triunfo de la Revolución China (1949), en el mundo se estableció un equilibrio pendular que se conoció con el nombre de Guerra Fría.

Los países capitalistas metropolitanos, en especial los de Europa Occidental, adoptaron políticas socialdemócratas que beneficiaban a la clase trabajadora. El objetivo del Estado de bienestar social era evitar ser atraídos por la agenda comunista. La elite entregó los anillos para no perder los dedos.

Antonio Candido decía que la mayor conquista del socialismo no había tenido lugar en los países que lo adoptaron, sino en Europa Occidental que, por temerlo, concedió derechos a los trabajadores. Derribado el Muro de Berlín (1989), los derechos también se vinieron abajo.

Como Hitler y Mussolini encarnaban lo que se consideraba la derecha, asumirse como tal era tenido por políticamente incorrecto. En Brasil, después de la redemocratización (1985), en la polarización partidaria, el PT representaba la izquierda y el PSDB la derecha, aun cuando las siglas del partido eran las de la socialdemocracia.



Disuelta la Unión Soviética (sin que se disparara ni un tiro) y derribado el Muro de Berlín, la derecha decidió “salir del armario”. Hoy la polarización ideológica no es la existente entre izquierda y derecha, sino entre derecha y extrema derecha, como ejemplifican Kamala y Trump. En Brasil (igual que en España, Argentina y otros países), ante el avance de la extrema derecha, buena parte de la derecha trata de disfrazarse de “centro”. Es el caso del PDT, el MDB y otros, que no abogan por una sociedad poscapitalista.

La elección de Trump es la guinda que faltaba en el pastel del ascenso de la derecha en el mundo. Sin duda, anabolizará a la extrema derecha en Brasil. La diferencia entre la derecha y la extrema derecha consiste en que la primera respeta, aunque sea en parte, las reglas de la democracia burguesa; la segunda las ignora y adopta medidas autocráticas. El tema ha sido exhaustivamente tratado por autores como Roger Eatwell, Matthew Goodwin y Cas Mudde.

¿Cómo quedan los partidos progresistas como el PT, el PSOL, el PCdB, la UP y otros? Tal como andan las cosas (la elección de Trump y el resultado de las elecciones municipales en Brasil) difícilmente alcanzarán un número significativo de votos en las elecciones de 2026.

El próximo Congreso, que se elegirá en 2026, será tanto o más conservador que el actual. ¿Cómo se garantiza ese resultado? Con el presupuesto secreto, ahora apodado enmiendas parlamentarias. Ningún cacique municipal o estadual correrá el riesgo de perder ese caramelito en la próxima legislatura federal. ¿Quién va a querer renunciar a una cornucopia de la que chorrean cada año miles de millones de reales que se embolsan los 81 senadores y los 513 diputados federales?



¿Qué alternativas tienen la izquierda y los partidos progresistas? Uno de los desafíos es el de lidiar política y profesionalmente con las redes digitales. No se puede depender de iniciativas personales o grupales. Si un partido quiere emitir mensajes (análisis de coyuntura, datos del gobierno progresista, desmentidos a las noticias falsas o ‘fake news‘ de la derecha, etc.) tiene que contar con profesionales especializados en medios digitales e identificados políticamente con las propuestas de la izquierda. No debe repetir el error de ciertas campañas electorales de candidatos de izquierda cuyos especialistas en marketing son de derecha… Hay que contar con equipos que se releven cada ocho horas para actuar las 24 horas de domingo a domingo. Y los contenidos emitidos deben tener un lenguaje popular y un fuerte impacto visual.

¿Qué llevó a Lula tres veces a la presidencia de la república? No fueron la pericia de los especialistas de marketing ni las alianzas partidarias, sino el trabajo de base, de educación política, que acumuló en torno a él un abultado capital electoral. Fue un trabajo desarrollado en todo Brasil a partir de la década de 1970 por las comunidades de base de las Iglesias cristianas, los movimientos populares, el sindicalismo combativo, la militancia remanente de la lucha contra la dictadura. Un trabajo conducido con la pedagogía de Paulo Freire.

¿Por qué votaron por Trump las clases populares de los EEUU? ¿Por qué hay ‘pobres de derecha’? ¿Por qué en Brasil solo la derecha logra organizar manifestaciones con un número significativo de participantes?



Tomemos el ejemplo de doña María. Trabaja de sirvienta y se sentía excluida, oprimida, condenada a la invisibilidad. Ansiaba, como es natural, salir de ese círculo infernal. Soñaba, como todo ser humano, con ser socialmente reconocida y respetada. No le bastaba con tener un nombre, documentos de identidad y un trabajo para garantizar malamente la sobrevivencia propia y la de sus dos hijos. Deseaba ‘algo más’ que le brindara identidad social, fueran bienes materiales (vivienda, escuela para los hijos, mayores ingresos, salud) o bienes simbólicos (cultura, calificación profesional, perfeccionamiento de sus dotes artísticas).

María se sentía humillada por la ardua jornada diaria. Abandonada por el marido, buscaba conciliar su trabajo de sirvienta con el cuidado de sus hijos. Además de trabajar mucho, se pasaba varias horas al día en el transporte colectivo y se sabía socialmente invisible. Su hijo adolescente quería al menos unos tenis de marca para ser socialmente reconocido. Los sueños de consumo podían hacerlo vulneraba a los tentáculos de la delincuencia.

Todo cambió el día que María ingresó en una comunidad religiosa que la trata de ‘hermana’, se interesa por su vida, la ayuda a superar dificultades. Para consolidar ese reconocimiento, abrazó la ideología de la comunidad. El pastor o el cura la convenció de que su sociedad –capitalista– le ofrece oportunidades a todos, basta con abandonar los vicios. Por tanto, dejó de gastar su menguado salario en apuestas y cigarros. Ahora considera a las familias acomodadas en cuyas casas trabaja bendecidas por Dios gracias a la prosperidad alcanzada. Aunque sigan considerándola una ‘doña nadie’, María aprendió en la Iglesia que Dios la ama como a una hija y eso alimenta su autoestima.

Aunque el gobierno le dé a María una casa propia gracias al programa Mi casa, mi vida y una entrada adicional mediante la Bolsa Familia, y aunque sus hijos tengan escuela y empleo, María no dará el salto epistémico de la ideología de derecha a la de izquierda.

Todos los medios que rodean a María (la cultura que respira, las familias que la contratan, la televisión, la radio, las redes digitales en su celular) la han inoculado con la naturalización del sistema capitalista. Como señala el sociólogo estadounidense Seymour Martin Lipset en su obra Political Man, María admira a las personas ricas y poderosas, y vota por políticos que prometen combatir la politiquería y la corrupción y tratar con mano de hierro a los delincuentes y los traficantes de droga.

María solo dará el salto epistémico si participa en otra comunidad, una que la convenza de que Dios no creó el mundo para que la humanidad se dividiera en pobres y ricos, ni para que existiera una sociedad donde unos pocos se embolsan mucho y muchos claman por un plato de comida. O si se suma a un movimiento popular que, además de organización para adquirir una casa propia o un área en el campo en la que pueda producir, le ofrezca una educación política que le permita entender las causas de las desigualdades sociales, la delincuencia, la dependencia de las drogas.



En la cabeza de María, hombres como Trump o Bolsonaro merecen su admiración, porque son duros con la delincuencia y por esos los ‘llorones’ los acusan injustamente de toda suerte de mentiras. María no sueña con tener la vida de las señoras para las que trabaja. Sueña con andar por las calles sin miedo a que le roben la cartera o el celular, con ver a sus hijos empleados, con que en su barrio haya alcantarillado y calles asfaltadas.

Jamás ha imaginado que, si en la sociedad hubiera menos ricos, también habría menos pobres. Nunca tuvo oportunidad de recibir educación política. Por eso, vota confiada en la derecha, como votaron mayoritariamente los electores estadounidenses por Trump, convencidos de que hará que la rueda de la historia gire en sentido contrario y el sueño (norte)americano se haga realidad para todos.

Si la izquierda brasileña no baja a Paulo Freire de las repisas, reinaugura equipos y escuelas de educación popular, capacita a militantes para que trabajen junto a las clases populares, asume la ética como un principio innegociable y cambia el proyecto de poder por el proyecto de Brasil, sufrirá en 2026 su peor derrota desde el fin de la dictadura en 1985.


FREI BETTO es autor, entre otros muchos libros, de “Por uma educação crítica e participativa” (Rocco). Livraria virtual: freibetto.org

Traducción: Cubadebate.

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