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“Otros apoyos de las FAR. Sudán hace frontera con siete países: Egipto, Libia,
Chad, República Centroafricana, Sudán del Sur -hasta 2011 parte de Sudán-
Etiopía y Eritrea. El
Gobierno de transición asegura que tiene constancia de la entrada
de mercenarios y material militar para las FAR a través de Libia,
Chad y República del Congo, aunque tampoco descarta que haya podido entrar
material o mercenarios por otras fronteras. Además
de los milicianos que
aportan otros países, se suman los provenientes de Colombia y del Grupo
Wagner, los paramilitares rusos asentados en el Sahel desde 2014.
Como recoge un artículo del Centro de Asuntos
Globales y Estudios Estratégicos de la Universidad de Navarra, "es
importante tener en cuenta, además, que el Grupo Wagner [también] coopera con
Emiratos Árabes en el contrabando de oro y goza de su apoyo financiero".
“En 2024, el viceministro de Asuntos
Exteriores ruso, Mikhail Bogdanov, se reunió con Al-Burhán, presidente del Consejo
Transicional de Sudán, para mostrarle su apoyo en el conflicto. Este
acercamiento esconde la ambición de Rusia de construir una base naval en
territorio sudanés y lograr así una salida al Mar Rojo. Actualmente, toda la zona norte y
oriental del país, incluidos los 850 kilómetros de costa, están bajo
el control del ejército regular de Sudán. Varios analistas han leído en
este movimiento el preludio de un posible viraje de Wagner, que
también podría estar recortando su apoyo a la insurrección de las FAR.
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Foto. AFP.
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MÁS DE 150.000 MUERTOS Y 12 MILLONES 600 MIL DE DESPLAZADOS.
Oro, luchas geopolíticas y tensión étnica: claves para entender lo
que está pasando en Sudán.
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La insurrección de 2023 de los
paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido desembocó en una guerra civil. El
control de los yacimientos de oro por parte de la guerrilla y sus negocios con
Emiratos Árabes Unidos se encuentran en el epicentro del conflicto.
Por. Emilio G. Morales.
Fuente. Página /12 viernes 7 de noviembre del 2025.
Abdelfatah Al-Burhan, presidente del Consejo de Soberanía
de Transición de Sudán, y su antiguo vicepresidente Mohamed Hamdan
Dagalo, alias Hemetti, líder de
las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), no siempre han sido enemigos.
Desde que ambos retiraron su apoyo en abril de 2019 al anterior
presidente del Gobierno, el dictador Omar Al-Bashir, se embarcaron
en un proyecto de renovación del país.
Sudán parecía encaminarse hacia una era
democrática después de tres décadas de corrupción y autoritarismo de Al-Bashir.
Durante aquel periodo se habían producido una guerra civil, un genocidio y
la independencia del sur del país. Ni los ingresos por las explotaciones de
petróleo o por las minas de oro habían mejorado sustancialmente las
condiciones materiales de los sudaneses. En 2018 la población civil
dijo basta, dando lugar a un ciclo de protestas sociales que fueron
duramente reprimidas por Al Bashir.
Durante los primeros meses de las protestas, Abdelfatah
Al-Burhan, que entonces era un alto cargo del ejército de Sudán,
se mantuvo pasivo -como el resto de los militares- ante la represión de
las protestas a mano de la inteligencia sudanesa y las Fuerzas de Apoyo Rápido
(FAR)
Este era el pacto que el líder de las FAR, Hemetti,
tenía con Al-Bashir desde principios de los dos mil. Sus
paramilitares se encargaban de hacer aquello que un ejército regular no podía
hacer. Es decir, todo lo que podía contravenir el derecho
internacional. A cambio, Hemetti podía marcar su propia agenda en el
Estado de Darfur, al oeste del país.
Gracias a sus milicianos, agrupados bajo las FAR o, en
su versión anterior, los Yayahuid, doblega la voluntad de buena
parte de las comunidades de esta región. Esto le asegura el control de
los yacimientos de oro en este territorio. No
era algo menor. Solo en los estados de Darfur Norte y Darfur Sur se
encuentra un tercio del oro del país.
Así que cuando en 2019, el ejército regular de Sudán
retiró su apoyo a Al Bashir tras la represión de las
protestas, Hemetti no dudó en apoyar el golpe y asegurarse un asiento
en el proyecto de transición. Pero tan ambiciosa empresa no cuajó. Después
de cuatro años convulsos, el intento de Al-Burhan de integrar a las
Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en el ejército regular sudanés -rebautizado
como Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS)- hicieron saltar por los aires
los sueños democráticos del país.
El 15 de abril de 2023, las FAR
atacaron Jartún,
dando comienzo a una guerra civil que dura más de 900 días. Esta
"insurrección contra las instituciones del Estado", tal y como la
describió la encargada de Negocios de la Embajada de la República de
Sudán, Shza Abdelaziz Kamil Adelaziz, se ha convertido en la
mayor crisis humanitaria de la historia. Con una estimación de 150.000
personas asesinadas y más de 12,6 millones desplazadas forzosamente,
el país está al borde del colapso humanitario.
Es en este fatídico contexto en el que
se produjo la masacre de la ciudad de Al-Fasher, en Darfur, a manos de las FAR a finales
de octubre de este año. La urbe llevaba más de un año asediada por los
paramilitares. Tras la retirada del ejército sudanés de la localidad, el 26
de octubre, las FAR, apoyadas por mercenarios extranjeros de países
vecinos, entraron a sangre y fuego a la ciudad. Las imágenes de
los paramilitares asesinando a sangre fría a miles de personas indefensas
estremecieron al mundo y colocaron en el foco mediático a Sudán.
Al-Burham, al mando del Gobierno de transición, ha pedido a la comunidad internacional que haga todo lo posible por pararle los pies a las FAR. Esto incluye, entre otras cosas, cortar su principal fuente de ingresos: el oro que Hemetti vende ilegalmente a Emiratos Árabes Unidos
La importancia del oro.
Hasta 2011, Sudán vivía, principalmente, de las reservas
de petróleo de los estados de Unidad y Alto Nilo, situadas en el ahora
en Sudán del Sur. Aquel año, después de seis décadas de guerra civil,
esta región oficializó su independencia del resto del país. El nuevo
país se llevó con él la mayor parte de los yacimientos petroleros. Estos
producían, aproximadamente, el 75% del crudo de lo que hasta ese
momento había sido todo Sudán.
Privado de su recurso natural más
rentable, el todavía
presidente del país, Omar Al-Bashir, intensificó dependencia de la
economía sudanesa de la explotación de las minas de oro. Este recurso había
supuesto hasta el momento un ingreso secundario. En 2012, el Banco
Central de Sudán aprobó una ley que obligaba a desviar el tráfico del oro hasta
la capital. Es decir, el metal precioso no podía ser exportado si no pasaba
antes por Jartún y se vendía al precio que establecía el Gobierno.
Esta norma fue saboteada en
numerosas ocasiones por el propio presidente Al-Bashir, que permitió la creación de rutas de
exportación del oro paralelas a las oficiales. Además de miembros de su
propio Gobierno, de la extracción ilegal de oro benefició una empresa vinculada
a los paramilitares rusos del Grupo Wagner -Meroe Gold- y a
otra relacionada con la familia de Hemetti, líder de las FAR -Al Junaid Multi Activities Co Ltd, también conocida
como Algunade-. Esta última exportaba el oro a Dubai, en
Emiratos Árabes Unidos.
De esta forma, ambas milicias -el Grupo
Wagner y las FAR-, entonces aliadas del
Gobierno de Al-Bashir, se vieron también favorecidas económicamente por su
régimen. Pese a que en 2019 el dictador cayó -entre otras cuestiones por
la retirada del apoyo de las FAR y del ejército-, la familia de Hemetti
mantuvo su control sobre una parte importante de los yacimientos de oro. Un
poder del que todavía goza y por el que continúa teniendo el favor de
Emiratos Árabes Unidos.
Emiratos Árabes y Egipto en el Centro del Conflicto. Quién se beneficia con el Oro y el Petróleo.
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El papel de Emiratos Árabes
Unidos.
Pese a que Emiratos es uno de los
cuatro países
designados en 2023 por la ONU y la Unión Africana para mediar y buscar
un acuerdo de paz que detenga la guerra civil en Sudán, la petromonarquía
árabe lleva años apoyando a las FAR de Hemetti. "Juega a dos
bandas", ha evidenciado Shza Abdelaziz
Kamil Abdelaziz, encargada de Negocios de la Embajada de la República de
Sudán en España, durante una rueda de prensa celebrada a principios
de noviembre.
Desde el inicio de la guerra, el presidente de Emiratos Árabes
Unidos, Mohamed bin Zayed Al Nahayan, ha hecho numerosos llamamientos a la paz y a la
estabilidad. Al mismo tiempo, continúa beneficiándose del tráfico ilegal de
oro, a la par que abastece de mercenarios colombianos a las FAR.
Respecto a este último punto, el
arqueólogo Alfredo González Ruibal ha explicado a Público que los emiratíes reclutan en el
país de origen a los mercenarios, algunos de los cuales creen que son
contratados para labores de escolta. Una vez llegan a Emiratos Árabes,
son entrenados para la batalla y trasladados hasta Sudán, donde se unen
a las filas de las Fuerzas de Apoyo Rápido.
El pasado mes de agosto, el presidente del país latinoamericano, Pedro Castillo, hizo una declaración pública en la
que rechazó" el mercenarismo" y pedía a los "jóvenes
exsoldados y exoficiales" que "no se vendan". En un mensaje en X, el mandatario colombiano
los invitaba a "luchar por la patria, no morir en guerras ajenas".
El Gobierno sudanés dice haber entregado al Consejo
de Seguridad de Naciones Unidas las pruebas del apoyo que Emiratos
Árabes Unidos brinda a las FAR. Sin embargo, ningún país de la ONU ha
movido ficha aún.
La alianza entre la potencia petrolera y el grupo paramilitar sudanés se forjó en 2015, cuando una coalición de países árabes, entre los que se encontraban los emiratíes, intervino en la guerra civil de Yemen para restaurar en el poder a Abdo Rabu Mansur Hadi. El conflicto había estallado un año antes debido a la insurrección de los hutíes, que todavía a día de hoy hostigan al Gobierno yemení y a sus aliados pese al alto el fuego firmado en 2022. Entre las filas de los militares emiratíes enviados a Yemen había combatientes de las FAR.
Otros apoyos de las FAR.
Sudán hace frontera con siete países:
Egipto, Libia, Chad, República Centroafricana, Sudán del Sur -hasta 2011 parte
de Sudán- Etiopía y Eritrea.
El Gobierno de transición asegura que tiene constancia de la entrada
de mercenarios y material militar para las FAR a través de Libia,
Chad y República del Congo, aunque tampoco descarta que haya podido entrar
material o mercenarios por otras fronteras.
Además de los milicianos que aportan otros países, se suman
los provenientes de Colombia y del Grupo Wagner, los paramilitares rusos
asentados en el Sahel desde 2014. Como recoge un artículo del Centro de Asuntos
Globales y Estudios Estratégicos de la Universidad de Navarra,
"es importante
tener en cuenta, además, que el Grupo Wagner [también] coopera con Emiratos
Árabes en el contrabando de oro y goza de su apoyo financiero".
En 2024, el viceministro de Asuntos
Exteriores ruso, Mikhail Bogdanov, se reunió con Al-Burhán, presidente del Consejo
Transicional de Sudán, para mostrarle su apoyo en el conflicto. Este
acercamiento esconde la ambición de Rusia de construir una base naval en
territorio sudanés y lograr así una salida al Mar Rojo.
Actualmente, toda la zona norte y
oriental del país,
incluidos los 850 kilómetros de costa, están bajo el control del
ejército regular de Sudán. Varios analistas han leído en este movimiento
el preludio de un posible viraje de Wagner, que también podría estar
recortando su apoyo a la insurrección de las FAR.
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