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“Pero veamos con qué
moral puede este convicto presidente estadounidense tratar de imponer
sus oscuras leyes a la América Latina y el Caribe.
Recientemente
el Partido Demócrata publicó varias fotos en las que Trump
aparece junto al abusador sexual Jeffrey Epstein (suicidado o
asesinado en la cárcel). Asimismo, se
comprobó que en siete ocasiones voló en el avión de
Epstein, junto con él, para organizar sus juergas.
El
magnate en 97 ocasiones se ha acogido a la Quinta Enmienda
para no declarar ante diferentes acusaciones. Ha sido condenado 34
veces por delitos graves y se le ha acusado de 91 cargos criminales.
En
su expediente aparecen 26 acusaciones de agresiones sexuales; en
seis oportunidades se ha declarado en bancarrota para no pagar deudas
y se le atribuyen cinco exenciones del servicio militar.
Asimismo,
acumula dos juicios políticos (impeachments)
durante su período presidencial anterior; dos empresas
condenadas; una universidad falsa clausurada y una imaginaria
organización de caridad cerrada.
Pagó
25 millones de dólares en un acuerdo por fraude;
cinco
millones de dólares por un veredicto de abuso sexual;
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Fuentes: Rebelión.
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LOS PIRATAS TRUMP, RUBIO Y HEGSETH EN EL CARIBE.
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Por Hedelberto López Blanch.
/17/12/2025/ Economía Venezuela.
Fuente. Revista Rebelión
miércoles 17 de diciembre del 2025.
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Los
piratas de siglos pasados eran bebés recién nacidos al lado del convicto
presidente y megalómano Donald Trump, y sus cómplices Marco Rubio y Pete
Hegseth, que amenaza con guerras, impone «sanciones», acusa sin pruebas de
narcotráfico a países soberanos y democráticos y hasta secuestra barcos
petroleros en su afán de adueñarse y controlar toda la América Latina y el
Caribe.
La
historia recoge que quizás el pirata más famoso de aquellos tiempos, Edward
Teach, más conocido como Barbanegra sembró el miedo
en el Mar Caribe, así como otros corsarios de los siglos XVI, XVII y
XVIII como Bernardino de Talavera, El Olonés, Francois le Clerc (Pata de
Palo), Jacques Sore, Henry Morgan, Martín Cote, Joah Hawkins, Francis Drake o
Thomas Caverdish, la gran mayoría apoyados por las metrópolis inglesas,
francesas y neerlandesas.
Pero
ahora en pleno siglo XXI les ha surgido a los piratas un
contrincante muchos más
peligros y agresivo, ya no para obtener fortunas
en las aguas del Caribe, sino con el afán de adueñarse de todas las
riquezas minerales, acuáticas y de biodiversidad que poseen
las naciones latinoamericanas, en el intento de imponer la
anexionista Doctrina Monroe de «América para Estados Unidos».
Washington
ha desarrollado en los últimos cuatro meses agresivas operaciones contra
Venezuela para lo cual ha creado todo un maratón de falsas
noticias en las que median acusaciones a sus dirigentes de ser
narcotraficantes, mientras a la par llenó la zona del mar Caribe frente
a Caracas de numerosos barcos de guerra, incluyendo submarino atómico
y el mayor portaaviones del mundo, que han bombardeado lanchas
que supuestamente llevaban drogas y asesinado a cerca de 90
personas.
La
base principal es mostrar al país como si allí solo existiera muerte,
destrucción y que con la llegada de las fuerzas
militares estadounidenses se le devolvería “la paz y la democracia”.
Asimismo,
ofreció millonarias sumas por la captura o asesinato del presidente
Nicolás Maduro, de Diosdado Cabello y otros líderes bolivarianos,
bajo imputaciones de dirigir un estado «narco» sin ninguna prueba,
mientras en estos días indultó al expresidente hondureño Juan
Orlando Hernández, preso en Estados Unidos por narcotraficante
que cumplía una sentencia de 45 años de cárcel.
Hernández
fue condenado por tribunales de New York por exportar más de 400 toneladas de
cocaína a Estados Unidos. El diario The New York Times
describió en un amplio artículo que Juan Orlando
«se
jactó de que iban a meter las drogas en las narices de los gringos, y aceptó
sobornos de millones de dólares del Chapo Guzmán para permitir que los
cargamentos de cocaína pasaran por Honduras».
Durante
el juicio federal los testimonios y las pruebas demostraron cómo el
expresidente mantuvo a Honduras como bastión del comercio mundial de
estupefacientes. Orquestó una vasta
conspiración de tráfico que, según los fiscales, hizo ganar millones a
los cárteles.
Ahora
al ordenar Trump el ataque y secuestro de un enorme barco
petrolero venezolano en aguas del Caribe, ha quedado comprobado
que la lucha no es contra las drogas (su país es el mayor
consumidor del mundo y con más millonarios que hicieron sus fortunas mediante
ese nefasto negocio) sino las ansias de adueñarse del petróleo
venezolano.
Una
declaración del gobierno constitucional de Venezuela afirmó:
«No
es la migración. No es el narcotráfico. No es la democracia. No son los
derechos humanos. Siempre se trató de nuestras riquezas naturales, de nuestro
petróleo, de nuestra energía, de los recursos que pertenecen exclusivamente al
pueblo bolivariano».
Por
su parte, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel calificó
el asalto contra el petrolero como un acto de
piratería, violatorio del Derecho Internacional y una escalada en
la agresión contra ese hermano país”.
Pero
veamos con qué moral puede este convicto presidente
estadounidense tratar de imponer sus oscuras leyes a la América
Latina y el Caribe.
Recientemente
el Partido Demócrata publicó varias fotos en las que Trump
aparece junto al abusador sexual Jeffrey Epstein (suicidado o
asesinado en la cárcel). Asimismo, se
comprobó que en siete ocasiones voló en el avión de
Epstein, junto con él, para organizar sus juergas.
El
magnate en 97 ocasiones se ha acogido a la Quinta Enmienda
para no declarar ante diferentes acusaciones. Ha sido condenado 34
veces por delitos graves y se le ha acusado de 91 cargos criminales.
En
su expediente aparecen 26 acusaciones de agresiones sexuales; en
seis oportunidades se ha declarado en bancarrota para no pagar deudas
y se le atribuyen cinco exenciones del servicio militar.
Asimismo,
acumula dos juicios políticos (impeachments)
durante su período presidencial anterior; dos empresas
condenadas; una universidad falsa clausurada y una imaginaria
organización de caridad cerrada.
Pagó
25 millones de dólares en un acuerdo por fraude;
cinco
millones de dólares por un veredicto de abuso sexual;
12
millones de dólares por una sentencia por mal uso de una organización de
caridad falsa;
93
millones de dólares en sentencia por abuso sexual y
400
millones de dólares en otra sentencia por fraude.
Como
se podrá apreciar en este extenso e infausto inventario de fechorías, Trump
ahora quiere seguir sumando «honores» y tratar de sobresalir por
encima de los piratas de siglos pasados.
Hedelberto
López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en
política internacional.
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