El modelo político occidental, fundamentado en los parámetros de la democracia representativa, liberal, delegativa, basa su funcionamiento en los partidos políticos como elemento esencial, y casi único, de elección, estructuración, dirección y gestión del Estado. Así, desde el siglo XIX, tanto en Europa como en Norteamérica, este modelo se desarrolla ampliamente, penetrando en el inconsciente colectivo como el único modelo factible de democracia.
La globalización neoliberal enfrenta como reto la extensión mundial de este modelo político y social, aunque la razón de ser de los partidos políticos ahora pierda gran parte de su base constitutiva y poder en una traslación de éste último hacia las fuerzas de mercado. El Estado neoliberal pierde paulatinamente campos de actuación, quedando relegado a mero gestor de los dictados de los intereses económicos, seguridad interna y lucha contra la delincuencia. Sin embargo, también en esa nueva estructura y reparto de poderes, los partidos políticos conservan su esencia de pilar fundamental del modelo político. Sin embargo, en los últimos años, se nota un "nuevo Institucionalismo" sobre la base del "rescate histórico" del Estado, moderno y reformado y nuevas opciones políticas.
En América Latina el fin de la época dictatorial, donde las juntas militares sometieron ampliamente hasta los años ochenta la práctica totalidad de la vida política, social y económica de los Estados, abrió nuevamente el panorama al dominio de los partidos políticos. Con características propias, como la preeminencia del caudillismo en las estructuras partidarias, o el clientelismo en el reparto de prebendas, pero asumiendo también en plenitud la democracia representativa como único modelo posible. De esta forma, las diversas elites controlarán absolutamente el discurso y la acción, la teoría y la praxis de los Estados, fundamentando su predominio en sí mismas y en la marginación y exclusión de las mayorías. A éstas, se las confina, en el mejor de los casos, a emitir su voto periódicamente como elemento legitimador del sistema implantado, aunque no exista comprensión de los programas planteados o, se produzca una absoluta dejación de los mismos una vez alcanzadas las cotas de poder correspondientes.
Este es el esquema básico que dominio las últimas décadas, con una constante dejación de los principios político-ideológicos sobre los que, en teoría, se fundamentan los partidos. En este marco se difuminará paulatinamente cualquier cuestionamiento al sistema político y económico dominante, de corte neoliberal, y la diferencia entre los distintos partidos no irá más allá de meros matices en algunos campos de actuación. Incluso se concluirá entendiendo como normal las alianzas entre fuerzas aparentemente opuestas, siempre en aras, y bajo la justificación, de la gobernabilidad necesaria para el progreso de la nación. De este tipo se han dado infinidad de ejemplos en países como Ecuador, Bolivia, Venezuela, Nicaragua, ….
Sin embargo, los últimos años, específicamente en la última década, está cuestionando en sus raíces este modelo y la preeminencia de la llamada partidocracia. Cada vez más las fuerzas sociales desarrollan un discurso contra-hegemónico que deslegitima plenamente el papel asumido por el sistema basado en los partidos políticos y en la democracia representativa, para asentarse sobre una verdadera democracia participativa que amplíe los horizontes y las capacidades de intervención de los diversos actores socio-políticos ( sindicatos, pueblos indígenas, mujeres organizadas, cooperativistas, asociaciones diversas, nuevos movimientos sociales en sus distintas vertientes y representaciones, y “todos” los movimientos desde la sociedad civil ....).
Retomando a los cuatro países americanos antes citados, y reconociendo de antemano las carencias y/o debilidades que se pueden estar operando, éstos se constituyen hoy como otros modelos posibles a explorar en la garantía de una mayor participación de las mayorías históricamente excluidas y en la ruptura con ese sometimiento al partidismo tradicionalmente entendido.
Así, Venezuela fracturó ya hace años el modelo partidista y condenó a una oposición casi irrisoria a quienes habían controlado la vida del Estado durante décadas en base únicamente al bien propio, a la corrupción y al clientelismo político. Se podrá denostar, por parte de aquellos acérrimos defensores del modelo neoliberal, la vía emprendida por este país, pero hay que recordar precisamente que es en el campo de elección democrática donde las mayorías venezolanas están permanentemente reiterando la apuesta por un nuevo modelo. Y esto se produce no solo a través de las sucesivas elecciones, sino también mediante los procesos de descentralización y la alta participación en consejos locales y asambleas de ciudadanos y ciudadanas como práctica permanente de democracia participativa. A inicios de diciembre la Oposición a celebrado como nunca una derrota electoral ocasionada en las ánforas al Presidente Chávez, pero es simplemente profundizar la democracia participativa, también en el ámbito electoral, donde más “ le satisface” a la derecha conservadora y mediática.
Más recientemente Bolivia acaba igualmente con décadas de aplicación de medidas del neoliberalismo más ortodoxo y la consiguiente esquilmación de los recursos naturales del país, traspasados a precio de saldo a transnacionales de todo tipo. Y con ello la condena que supone a la población sometida a los índices más altos de pobreza y pobreza extrema del continente. Las organizaciones nacionales indígenas y campesinas construyen el instrumento político que, dirigido desde las mismas, ganará las últimas elecciones por el mayor margen nunca dado en la historia de ese país, llevando a la Presidencia a un dirigente indígena. Hoy la oligarquía y otras fuerzas defensores de la partidocracia siguen atrincheradas en los partidos tradicionales, pero en una debilidad cada vez mayor. Actualmente buscan con el apoyo del Imperio y de los sectores “oligárquico-tradicionales” de América latina la división geográfica y el surgimiento de la “Nación Camba” o Media Luna con las regiones más ricas, modernas y pro-occidentales.
Igualmente en Ecuador, recientemente gana las elecciones una candidatura totalmente al margen de las estructuras partidarias tradicionales, así como el más reciente referéndum para el establecimiento de una Asamblea Constituyente que refunde el país, pese a la oposición frontal de los partidos políticos del sistema. El Presidente Correa consolidado en el poder político, liderando una nueva opción política de gobierno, cesado el Congreso, la Asamblea Constituyente con mayoría absoluta de las fuerzas políticas patrióticas se dirige hacia una Nueva Opción del sistema Político Democrático Participativo.
Finalmente el Presidente Ortega en Nicaragua, después de 15 años de sucesivos gobiernos de derecha y neoliberales, tiene la gran responsabilidad política de Restaurar Históricamente los grandes logros de la Revolución Sandinista de la década de los ochenta. Los más altos índices de participación democrática del pueblo nicaragüense constituyeron una “escuela y un paradigma de participación ciudadana” y ante el fracaso del neoliberalismo y la derecha, ahora tiene la gran tarea pendiente.
En este mismo modelo político “confrontacional”, pero más moderado, democrático y popular, chocan a “ su manera ” con el modelo neoliberal impuesto por las políticas del Imperio, hoy representan una esperanza de sus pueblos, mandatarios elegidos con los votos populares como son Lula en Brasil, la Dra. Cristina Fernández en Argentina. El Dr. Tabaré Vásquez en Uruguay y la propia Dra. Michel Bachelet en Chile.
Así, América Latina hoy se erige en un escenario de ruptura con la tiranía de la partidocracia y demuestra que otros sistemas políticos, económicos y sociales pueden ser factibles, en los que la democracia participativa ocupe aquel espacio preponderante que los partidos políticos en la democracia neoliberal le han negado sistemáticamente a fin de no perder su poder y prerrogativas.
En la siguiente década, ante el derrumbe final del neoliberalismo y sus políticas nefastas y antihumanas, cuantos o que otros países ingresarán por este camino, que se está construyendo al andar en la lucha diaria contra la prepotencia del Imperio, las transnacionales y sus aliados e incondicionales económicos y políticos internos en cada uno de nuestros países, La democracia Participativa, directa, dialogante, solidaria toca con más insistencia las “puertas rotas del neoliberalismo” y sus agentes recordando que frente a la explotación del hombre por el hombre, hoy enmascarada y oculta en concepto – elitizados y “modernos” de pobreza en todas sus formas, alivio a la pobreza, exclusión, marginación, inequidad, hambre, distribución de las utilidades, generación de oportunidades etc - hoy más que nunca la evidencia y máxima dimensión del salvajismo neoliberal está presente en la “nueva esclavitud asalariada” de nuevo tipo, sin derechos laborales elementales – informalidad, services, cooperativas de trabajo, contrata por servicios profesionales; 8 horas, sindicalización, negociación colectiva, derecho de huelga, vacaciones, seguridad social, fondos de desempleo, jubilación; - , es decir, ausencia total y absoluta de CIUDADANIA SOCIAL . Este, es precisamente el “Nuevo Fantasma que recorre el mundo: El Paraíso Neoliberal, el Desempleo Global y la corrupción generalizada ”.
Hoy cuando la GOBERNABILIDAD HA SIDO SECUESTRADA por el Poder del Imperio hegemónico, las Grandes Corporaciones Transnacionales: MINERAS, TELEFÓNICAS, PETROLEO, GAS, ELECTRICIDAD, ETC. Estas corporaciones son ahora las que “ponen o dictan” la AGENDA INTERNA en cada país, proceso político protegido por un estratégico Proyecto Político de la Democracia Liberal. Nuestra Soberanía Nacional está en serio peligro – por el inmenso PODER – económico, mediático, ideológico, militar, político, el PODER FACTICO - de la Nueva Burguesía Transnacional Corporativa.
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