sábado, 2 de diciembre de 2023

MURIÓ KISSINGER SIN AFRONTAR SUS CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD.... KISSINGER, O LA IMPUNIDAD DE UN CRIMINAL DE GUERRA.

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Dos artículos sobre Henry Kissinger, el ex secretario de Estado de los Presidentes: Richard Nixon y Gerald Ford. Reconocido con El Premio Nobel de la Paz, por los millones de muertos que deja en su largo y discutido legado. “KISSINGER fue, como decíamos al comienzo de esta breve nota, uno de los mayores criminales de guerra, pese a lo cual en 1973 fue galardonado nada menos que con el, ya desprestigiado, Premio Nobel de la Paz que le fuera concedido por su papel en lograr …. ¡que se prolongara la guerra de Vietnam durante dos años más!, condenando a centenares de miles de vietnamitas a pagar con su vida la insaciable voluntad de dominio del por entonces Secretario de Estado del bribón de Richard Nixon. Esto para no hablar de su papel en los cuatro años anteriores cuando alentó la intensificación de los bombardeos de Estados Unidos para aplastar la resistencia vietnamita, aun apelando al uso de armas químicas, el agente naranja, el napalm y cuantas atrocidades fuesen necesarias no sólo en Vietnam sino en la vecina Camboya también.

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Fuentes: La Jornada - El exsecretario de Estado George Shultz (derecha), empuja a manifestantes que gritan: "Arresten a Henry Kissinger por crímenes de guerra", mientras  Kissinger (izquierda) observa antes de que los dos testifiquen ante el Senado el 29 de enero de 2015 en Washington, DC. Foto: Afp

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MURIÓ KISSINGER SIN AFRONTAR SUS CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD.

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Por David BrooksJames Cason | 02/12/2023 | EE.UU.

 

Fuente- Revista Rebelión sábado 2 de diciembre del 2023.


Polémico Premio Nobel de la Paz y artífice de golpes de Estado y de las guerras de los recientes 50 años

Nueva York y Washington – Un banquillo de acusados nunca se ocupará en la Corte Penal Internacional de La Haya después de la noticia de que, con su muerte, Henry Kissinger se ha ‘‘fugado’’ para siempre. La lista de posibles acusaciones –nunca formuladas pero extensamente documentadas– abarcan su complicidad en la muerte, tortura, represión y destrucción de millones de personas desde Vietnam y el resto del sureste asiático a África y América Latina.

Tal vez el mejor epitafio debería ser el comentario del gran satirista político musical (y profesor de matemáticas en el alma mater de Kissinger, Harvard), Tom Lehrer, quien comentó en 1974:

«La sátira política se volvió obsoleta cuando a Henry Kissinger le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz».

De hecho, cuando recibió ese galardón junto con el negociador vietnamita Le Duc Tho –quien rehusó aceptarlo– por acordar el fin de la guerra de Vietnam, se estaban revelando los detalles de la campaña clandestina de bombardeo masivo de Camboya en 1969, la cual Kissinger manejó bajo órdenes del presidente Richard Nixon, episodio que duró 14 meses y costó cientos de miles de muertes y más de 2 millones de exiliados internos. Bombas que no se detonaron en ese periodo siguen explotando hoy hiriendo sobre a todo a niños.



La noticia de su muerte a los 100 años de edad en su residencia en Connecticut, anunciada la noche del miércoles, fue divulgada por los medios estadunidenses, fue noticia de primera plana y provocó un torrente esperado de elogios oficiales, críticas, condenas e intentos de los corporativos de noticias de ofrecer obituarios balanceados: un gran estratega para algunos y criminal para otros.

Pero tal vez el candidato para mejor encabezado del día fue el de la revista Rolling Stone: Henry Kissinger, criminal de guerra amado por la clase gobernante estadunidense, finalmente muere.

Aunque Kissinger sólo estuvo en altos puestos de poder por muy poco tiempo –en los gobiernos de Nixon y su sucesor Gerald Ford entre 1969 a 1977 como asesor de Seguridad Nacional y después secretario de Estado– y eso fue hace medio siglo, forjó el paradigma de la política exterior estadunidense que ha prevalecido hasta hoy.

El historiador Greg Grandin, autor del libro La sombra de Kissinger, y profesor en la Universidad de Yale, comentó en una entrevista con La Jornada:

«Kissinger ha estado formalmente fuera del poder por casi 50 años, pero su presencia está en el realineamiento estadounidense pos-Vietnam, y las secuelas de los golpes de Estado en los que estaba involucrado en la región; realmente organizando asonadas en Chile, Uruguay, Argentina y Bolivia, un país tras otro».



El arte del belicismo

Grandin señaló:

“es importante separar la culpabilidad de las situaciones en las que Kissinger es personalmente responsable, y el establecimiento de un sistema sobre el cual presidió. Por supuesto es personalmente responsable por muchas cosas, pero creo que es más importante pensar sobre cómo su vida es parte de un mapa de un periodo cuya consecuencia en la historia estadunidense es enorme. Sus decisiones y formulación de políticas abrieron puertas y ventanas que ayudan a explicar cómo este país se mueve desde (las guerras de) Vietnam a Irak, de cambios de normas de lo que es permisible.

“Hoy, es completamente parte de la sabiduría convencional que Estados Unidos tiene el derecho de actuar en países en desarrollo en nombre de lo que define ‘autodefensa y seguridad nacional’. Eso es algo que ha cambiado, y creo que es debido a las acciones que tomó Kissinger, y pienso que uno puede ver alrededor del orbe, a diferentes regiones, y observar el impacto de las políticas de Kissinger, de manera más notable en Medio Oriente.”

Para comprobarlo, en su declaración oficial sobre la muerte de Ki-ssinger, el actual secretario de Estado Antony Blinken afirmó:

Henry tomó muchas decisiones que fijaron la historia. Servir hoy día como el diplomático en jefe de Estados Unidos es moverse a través de un mundo que tiene la huella duradera de Henry, desde las relaciones que forjó hasta las herramientas de las que fue pionero en la arquitectura que él construyó.(El crimen oficial de millones de seres humanos en los Golpes de Estado, intervenciones militares. ¿Qué buena arquitectura?.

Los obituarios resaltan su enorme influencia y sus logros como estratega, incluyendo armar la histórica visita de Nixon a China en 1971, las negociaciones de la llamada Detente con la Unión Soviética, las cuales llevaron a los mayores acuerdos de control de armas entre los dos superpoderes, y su asesoría –no oficial– a 12 presidentes estadunidenses desde Kennedy, cuando era un académico joven en Harvard, pasando por Clinton en los años 90 (incluyendo la negociación del TLC con México), los Bush, Trump, hasta Biden. Gran parte de este trabajo durante el reciente medio siglo fue por conducto de su empresa de asesoría, Kissinger Associates.

Pero los elogios postmortem no pueden ocultar su larga historia como uno de los grandes autores intelectuales de masivas violaciones de las normas de derechos humanos, no-intervención, paz y seguridad bajo las leyes y convenios internacionales.



Entre sus frases más reveladoras de su mentalidad fue la que pronunció en torno a la decisión de intervenir en Chile para derrocar al presidente democráticamente electo Salvador Allende:

«No veo por qué necesitamos quedarnos a esperar y observar a un país volverse comunista por la irresponsabilidad de su propio pueblo». Tres años después, se llevaría a cabo el golpe militar apoyado por Washington contra Allende, evento que cumplió su 50 aniversario el pasado septiembre.

Al inicio de la guerra en Ucrania, también sorprendió a la cúpula en Washington al criticar el apoyo a Kiev, ya que Estados Unidos estaba violando el acuerdo verbal concretado entre Reagan y Gorbachov para poner fin a la guerra fría sobre que no habría una ampliación de la OTAN alrededor de Rusia, aunque cambió de posición.

Hay amplia documentación sobre la vida oficial de Kissinger, aunque menos sobre sus actividades desde que dejó el gobierno hace cinco décadas.

El National Security Archive ofrece lo que llama un obituario desclasificado que incluye los archivos oficiales previamente secretos que documentan su legado incluyendo

el derrocamiento de la democracia en Chile; su desdén por los derechos humanos y apoyo a guerras sucias, y hasta genocidas, en el extranjero; campañas de bombardeos secretos en el sureste asiático; e implicación en los abusos criminales del gobierno de Nixon, entre ellos intervenir secretamente las llamadas telefónicas de sus propios asesores” (https://bit.ly/3R4AvNp).

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KISSINGER, O LA IMPUNIDAD DE UN CRIMINAL DE GUERRA.

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POR. DR. ATILIO A. BORON.

Fuente. Página /12 sábado 2 de diciembre del 2023.

 

El demorado fallecimiento de Henry Kissinger (foto) ("Bad People Live Longer," reza un conocido aforismo en estados unidos), sin dudas uno de los mayores criminales de guerra de la segunda mitad del siglo veinte, ha puesto de relieve duplicidad ética del imperio, tanto del hegemón como de sus vasallos, y de la prensa occidental que lo han exaltado como un gran estadista y un consumado geo estratega.

Lo primero no es cierto porque quien no puede, o no quiere, discernir entre el bien y el mal o entre la ley y el crimen no merece ser llamado un estadista. El vocablo le queda grande. Podrá ser un personaje muy poderoso, dirigir, desde las sombras o a plena luz del día, un estado, pero jamás merecerá ser exaltado a la condición de estadista por lo menos entre aquellos que, inspirados en las enseñanzas de la filosofía política clásica ateniense, seguimos postulando la imprescindible unidad entre el poder, el saber y la moral. 



PERO como analista y protagonista de las artes de la geopolítica Kissinger fue un consumado “realista” en el siempre resbaladizo terreno de las relaciones internacionales. Es decir, tenía una capacidad de leer las tensiones que las surcaban, pero también las oportunidades que aparecían en los más diversos escenarios de lucha, a todo lo cual añadía una infrecuente sensibilidad para percibir el influjo de las corrientes históricas profundas sobre las cuales se montaban los conflictos del presente.

Claro que ese “realismo” estuvo invariablemente puesto al servicio de un objetivo supremo y no negociable: afianzar y, de ser posible, acrecentar la dominación de Estados Unidos sobre un orden mundial esencialmente injusto, destructor del medio ambiente y violatorio a escala masiva de los derechos humanos y la democracia. Por eso decíamos en un breve posteo del día de ayer que cuando moría este tipo de personajes le cabía lo que aconsejaba Mario Benedetti: un “obituario con hurras.”

KISSINGER fue, como decíamos al comienzo de esta breve nota, uno de los mayores criminales de guerra, pese a lo cual en 1973 fue galardonado nada menos que con el, ya desprestigiado, Premio Nobel de la Paz que le fuera concedido por su papel en lograr …. ¡que se prolongara la guerra de Vietnam durante dos años más!, condenando a centenares de miles de vietnamitas a pagar con su vida la insaciable voluntad de dominio del por entonces Secretario de Estado del bribón de Richard Nixon. Esto para no hablar de su papel en los cuatro años anteriores cuando alentó la intensificación de los bombardeos de Estados Unidos para aplastar la resistencia vietnamita, aun apelando al uso de armas químicas, el agente naranja, el napalm y cuantas atrocidades fuesen necesarias no sólo en Vietnam sino en la vecina Camboya también.



PESE a sus siniestros antecedentes, ni bien ocurrió su deceso los grandes medios de Estados Unidos y Occidente se apresuraron a exaltar su figura. En su página digital el Washington Post escribió que:

"Henry Kissinger muere a los 100 años. El destacado estadista y académico tenía un poder sin precedentes sobre la política exterior". Estadista y académico, ¡nada que ver con los crímenes que promovió o convalidó durante largos años, antes y después de ser Secretario de Estado de Richard Nixon y Gerald Ford! A su vez, la portada del New York Times describía a Kissinger como un "erudito convertido en diplomático que diseñó la apertura de Estados Unidos a China, negoció su salida de Vietnam y utilizó la astucia, la ambición y el intelecto para rehacer las relaciones de poder de Estados Unidos con la Unión Soviética en la época de la Guerra Fría, a veces pisoteando los valores democráticos para conseguirlo".

EN este caso el diario neoyorquino tuvo la honradez de puntualizar que Kissinger no dudó un instante en pisotear los valores democráticos cada vez que éstos se interponían en el gran diseño de la política exterior de Estados Unidos. En América latina sabemos muy bien el apoyo que este personaje brindó a las nefastas dictaduras del Cono Sur y a las torturas, desapariciones y asesinatos en masa del Plan Cóndor urdido por Washington con la explícita bendición de Kissinger. Su obsesión por el poder, un potente afrodisíaco tal cual él lo mencionara en más de una ocasión, lo llevó proponer nada menos que “aplastar a Castro” según revelan documentos desclasificados del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. 

EL motivo de esta renovada inquina fue la ayuda militar que Cuba le proporcionó a Angola, en 1975 y a pedido de este gobierno, para contener y finalmente derrotar a las fuerzas desestabilizadoras del gobierno socialista de Agostinho Neto que respondían a las órdenes del régimen racista sudafricano y la Casa Blanca. La propuesta de Kisinger a Ford contemplaba una invasión y ataque de espectro completo en contra de Cuba: bombardeos aéreos, movilización de todas las reservas en la base de Guantánamo, así como atentados terroristas y finalmente invasión de marines.

EL plan fue abortado por la inesperada victoria de Jimmy Carter en las elecciones presidenciales de 1976. Pero la iniciativa de Kissinger ratifica por enésima vez su condición de protagonista inescrupuloso en el tablero geopolítico mundial. Un hombre que abandonó este mundo gozando de total impunidad y rodeado de inmerecidos honores pese al tendal de centenares de miles de muertos provocados por sus expertos consejos a sucesivos gobiernos de Estados Unidos. Fuente-Página / 12 /2/12/2023/. 

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