miércoles, 31 de julio de 2024

EL AUGE DEL TECNOFEUDALISMO. Entrevista a Yanis Varoufakis.

 &&&&

“DM. En lo que refiere a alternativas, has propuesto alguna vez una suerte de sistema de billetera virtual del banco central con dividendos mensuales. ¿Cómo funcionaría?

“YV. Bueno, técnicamente es muy fácil. Se puede hacer en una semana porque es muy sencillo. Imagina algo así como un archivo Excel, guardado por la Reserva Federal, en el que en cada fila haya un único residente en Estados Unidos. Y cuando se realiza un pago, el valor correspondiente se transfiere de una celda a otra, representando al pagador y al beneficiario. Sería gratuito, instantáneo y anónimo. Creando una separación entre los operadores del software y las identidades de los individuos, identificados solo por códigos similares a las direcciones de Bitcoin, podría garantizarse la privacidad. Y podrían establecerse controles y equilibrios para garantizar que el Estado no está vigilando lo que hace todo el mundo.

Y como el dinero se distribuirá a través de la misma hoja de cálculo, nada impide que el banco central añada la misma cifra a todos cada mes. Se trata de una renta básica universal, que no se financia con impuestos, y esto es crucial. Porque el problema de la idea de la renta básica es que está sujeta a quejas como: «¿De qué estás hablando? ¿Vas a cobrarme impuestos, vas a gravar los dólares que gano, para dárselos a un vagabundo o a un surfista en California o a un drogadicto o a un rico?». Pero esta propuesta aprovecha la capacidad del banco central para generar fondos. Y no debemos dejar que nadie nos diga que sería inflacionista o que sería un problema, porque están imprimiendo billones en nombre de los inversores. ¿Por qué no imprimirlos en nombre de la gente corriente?

Ahora bien, la razón por la que no tienen este sistema en Estados Unidos y por la que están muy lejos del dólar digital es porque si alguien en la Reserva Federal se atreve a avanzar en esa dirección, será asesinado por Wall Street. Wall Street nunca lo permitirá porque significaría el fin de Wall Street. ¿Por qué querrías tener una cuenta bancaria en el Bank of America si puedes tener un monedero digital en la Fed?  Bank of America se vería obligado a justificar sus servicios y comisiones. Tendrían que venir a convencerte de que tienes que tener una cuenta con ellos porque quieren darte algo a un precio decente -como un préstamo- sin estafarte. Y no pueden hacerlo porque el objetivo central del Bank of America o del Citigroup es extorsionar mediante el monopolio de los sistemas de pago y la retención de depósitos. Mantén tu dinero alejado de ellos porque, por el momento, no hay otra solución.

/////


Fuentes . Jacobin. 

***

EL AUGE DEL TECNOFEUDALISMO.

Entrevista a Yanis Varoufakis.

*****

Por David Moscrop | 30/07/2024 | Economía

 

Fuentes. Revista rebelión martes 30 de julio del 2024.


El capitalismo tal como lo conocíamos, afirma Yanis Varoufakis, ha mutado tanto que ha dado lugar a un nuevo sistema. En el tecnofeudalismo, los usuarios contribuyen a la formación de capital con solo interactuar con las plataformas, y la burguesía de antaño está al servicio de una nueva clase dominante, aquella que es dueña de la nube.

El controvertido concepto de tecnofeudalismo sugiere que hemos pasado del capitalismo a algo aún peor: una nueva era con inquietantes características feudales. Desde esta perspectiva, los capitalistas dependen ahora principalmente del poder político establecido y de las rentas para extraer capital. De confirmarse, esta forma de extracción feudal representaría un drástico alejamiento de los mecanismos convencionales del capitalismo. Y, lo que es más importante, marcaría un alejamiento de los atributos fundacionales del capitalismo, como la competencia y la innovación.




Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia, publicó recientemente Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo, un libro en el que ofrece agudas reflexiones sobre el auge del «capital en la nube» y las transformaciones más recientes del capitalismo. Conversamos con él sobre su arriesgada teoría y sobre qué podemos esperar en el futuro inmediato.

DM. En Tecnofeudalismo (Deusto, 2023), sostienes que el capitalismo provocó su propia desaparición, pero no en las formas que había esperado Marx. El capitalismo tiene sus contradicciones —fundamentalmente en el antagonismo entre capital y trabajo— y, sin embargo, esas contradicciones parecen haber producido una mutación quizá peor de lo que cabría esperar. ¿Cómo se suicidó el capitalismo y qué lo está sustituyendo?

YV. Este libro encaja perfectamente en la tradición político-económica marxista. Lo escribí como parte de la erudición marxista. Así que, desde mi perspectiva marxista, es un libro trágico de escribir.

Las contradicciones del capitalismo no condujeron a la resolución esperada en la que, tras todos estos siglos de estratificación de clases, la sociedad quedaría destilada en dos clases, listas para un duelo a muerte. Este enfrentamiento decisivo entre opresores y oprimidos debería haber desembocado en la liberación de la humanidad, en la emancipación de la humanidad de todo conflicto de clases. En lugar de ello, este enfrentamiento entre el capitalista —la burguesía— y el proletariado terminó en la victoria completa de la burguesía, especialmente después de 1991.

En ausencia de un contendiente como el sindicato —la clase obrera organizada—, el capitalismo entró en una evolución dinámica omnipresente que provocó esta transformación en lo que yo llamo «capital-nube». Esta transformación representa efectivamente el fin del capitalismo tradicional. Ha matado al capitalismo, una evolución que encarna una contradicción marxista-hegeliana, pero no el tipo de contradicción que hubiéramos esperado.

El capital-nube ha matado a los mercados y los ha sustituido por una especie de feudo digital en el que no solo los proletarios sino también los burgueses producen plusvalía para los capitalistas vasallos. Están produciendo rentas. Están produciendo rentas en la nube, porque el feudo es ahora un feudo en la nube, para los propietarios del capital en la nube.

El capital-nube ha creado un tipo de poder que los marxistas debemos reconocer como estructural y cualitativamente diferente del poder monopolista de gente como Henry Ford, Thomas Edison o los grandes barones merodeadores. Porque esas personas concentraban el capital, concentraban el poder, compraban gobiernos y mataban a sus competidores para vender sus cosas. Los capitalistas de la nube actuales ni siquiera se molestan en producir nada y vender sus cosas. Esto se debe a que han sustituido a los mercados, no solo los han monopolizado.



Si el capitalismo, por definición, se basa en el mercado y en los beneficios, esto ya no es capitalismo, porque no se basa en el mercado. Se basa en plataformas digitales más próximas a los feudos tecnológicos o feudos en la nube, impulsados por dos formas de liquidez. Una es la renta de la nube, que es lo contrario del beneficio, y la otra es el dinero del banco central, que financió la construcción del capital de la nube. Y eso no es capitalismo.

Puedes decidir llamarlo capitalismo si quieres, si redefines el concepto de capitalismo y si dices que todo lo que procede del poder del capital es capitalismo, pero no es el capitalismo tal como lo hemos conocido. Parafraseando a Spock en Star Trek: «Es la vida, pero no la vida tal como la hemos conocido».

Creo que es importante pasar de la palabra «capitalismo» a otra cosa, lo cual es muy difícil de hacer, porque todos estamos apegados a la idea de que luchamos contra el capitalismo. Después de todas esas décadas sintiendo que hemos venido a este planeta para derrocar al capitalismo, es realmente muy difícil para un idiota como yo venir y decir: «Pero esto ya no es capitalismo». Me responden: «Vete. Claro que es capitalismo. Si no es socialismo, debe ser capitalismo». Esto es lo que me dijo un compañero marxista. Y me morí de risa porque recuerdo lo que dijo Rosa Luxemburgo. Si no es socialismo, es barbarie.

DM. Si el tecnofeudalismo ha sustituido al capitalismo, como afirmas, también ha dado lugar a la aparición de «siervos de la nube» y «proletarios de la nube», equivalentes modernos de los siervos y proletarios de los que se habla en otros contextos históricos. ¿En qué se diferencian estas clases contemporáneas de sus homólogas en el modelo capitalista tradicional?

YV. Desde una perspectiva marxista, la respuesta sencilla es que los siervos de la nube producen directamente capital con su trabajo gratuito. Esto no ha ocurrido nunca antes. Los siervos del feudalismo producían mercancías agrícolas. No producían capital: este dependía de los artesanos que producían herramientas, aperos, arados y similares. En cambio, los usuarios modernos contribuyen a la formación de capital simplemente interactuando con las plataformas, ofreciendo mano de obra gratuita para aumentar el capital en nube del capitalista. Esto nunca ha ocurrido bajo el capitalismo.

El tecnofeudalismo sigue dependiendo profundamente del sector capitalista, reflejando la dependencia del capitalismo de los sectores agrícola y feudal para su sustento. Y al igual que el capitalismo necesitaba al feudalismo para asegurarse el suministro de alimentos, el tecnofeudalismo es parasitario y obtiene un apoyo esencial del sector capitalista para mantenerse.

Así pues, el sector capitalista sigue siendo esencial. Produce todo el valor: por eso este análisis es decididamente marxista. Toda la plusvalía se produce en el sector capitalista, pero luego es usurpada. Se la apropia este capital mutantela capital nube —la mayor parte del cual no es reproducido por los proletarios. Lo reproducen personas que trabajan sin remuneración en su tiempo libre. Esto nunca ha ocurrido. Por eso digo que esto no es capitalismo. Y no ayuda pensar en ello como capitalismo, porque si te aferras a la palabra capitalismo, la mente no puede comprender la gran transformación.



DM. Has dicho que el auge del tecnofeudalismo se debe a dos causas principales: el «cercamiento» y la privatización de Internet, similar a los pastos en la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX, y un flujo constante y abundante de dinero de los bancos centrales, sobre todo después de 2008. ¿Podrían haber sido diferentes las cosas?

YV. Todo podría haber sido diferente. Eso es lo que nos enseñó David Graeber, ¿verdad? Y como personas de izquierdas tenemos que creer que nada estaba planeado. De lo contrario, no creemos en la acción humana, y entonces, ¿qué sentido tiene vivir? Mejor nos convertimos en mariquitas y vemos pasar el mundo. Así que todo puede ser siempre diferente. El contrafactual histórico siempre es interesante, pero no puedo hacerlo. Realmente no puedo hacerlo. Es decir, intenté hacerlo mucho en mi libro anterior, que era una novela de ciencia ficción política llamada Otra realidad (2021). De hecho, creé otra línea temporal en la que, en 2008, con Occupy Wall Street, hicimos las cosas de otra manera y logramos la transformación socialista. Es un bonito juego mental, pero no creo que sea históricamente relevante.

¿Cómo podrían haber cambiado las cosas? Podrías decir que la privatización de Internet era inevitable porque vivimos en el capitalismo. Y que el capitalismo tiene esa capacidad de devorar e infectar toda zona libre de capitalismo. Por eso nunca podría alinearme con el socialismo utópico, como el de Robert Owen en el siglo XIX. A pesar de sus esfuerzos por crear zonas libres de capitalismo, la historia demuestra que el capitalismo inevitablemente invade y corrompe estos espacios. No es posible que bolsones de socialismo sobrevivan mucho tiempo dentro del capitalismo.



DM. Dices que el tecnofeudalismo parasita al capitalismo. Si es así, el tecnofeudalismo seguirá necesitando la existencia de la producción capitalista clásica. Amazon sigue necesitando fabricantes para construir bienes que vender en su plataforma. Uber y Tesla necesitan vehículos físicos. ¿Cómo funcionará esta relación a largo plazo en un orden tecnofeudal?

YV. Una vez más, debo aclarar este punto. El capitalismo de los siglos XVIII y XIX, cuando surgió, derrocó al feudalismo, pero necesitaba al sector feudal para seguir produciendo alimentos porque, de lo contrario, todos moriríamos. Por eso digo que el capital era parasitario del sector agrícola feudal. Por tanto, no es que uno muera y el otro viva. Lo que ocurre es que el capital asume la hegemonía del sistema, pero es parasitario del sistema anterior. Este es un análisis marxista, histórico y materialista estándar.

Ahora bien, lo que ocurre es que en el centro del tecnofeudalismo hay un sector del capital que es absolutamente necesario. El sector del capital es el único que produce valor —valor de cambio en términos marxistas—, pero los propietarios de ese capital, del capital a la antigua usanza, son vasallos de los capitalistas de la nube. Sus beneficios son esquilmados. Así que la plusvalía es sustraída del flujo circular de ingresos por los capitalistas de la nube.

Esto hace que el sistema sea aún más inestable, aún más propenso a las crisis, y aún más contradictorio e incluso menos viable de lo que era el capitalismo. Esto es lo que digo en el libro: que la toma del poder del capital-nube —la sustitución del capitalismo por el tecnofeudalismo— está haciendo que nuestras sociedades sean más conflictivas. Se están volviendo más estúpidas, más conflictivas, más envenenadas y menos capaces de dejar espacio en ellas a la socialdemocracia, al individuo liberal, a los valores que incluso la derecha amaba bajo el capitalismo.

La izquierda nunca ha estado en contra de la idea de libertad; nuestra crítica radica en la restricción de la libertad a unos pocos elegidos. Pero ahora incluso esta forma limitada de libertad está amenazada, por lo que las contradicciones se agravan. Sigo esperando que quizá estas tensiones crecientes empujen a la humanidad hacia un enfrentamiento decisivo entre el bien y el mal, entre los opresores y los oprimidos. Pero la catástrofe climática que se aproxima rápidamente conlleva el riesgo de alcanzar el punto de no retorno antes de que se produzca tal resolución. Así pues, tenemos mucho trabajo por delante, y la humanidad se enfrenta a la extinción a menos que nos arremanguemos.



DM. Dedicas mucho tiempo a argumentar que la renta usurpa el beneficio. Pero, ¿no es el sueño de todo «capitalista» vivir de rentas? ¿Qué capitalista quiere realmente ser capitalista? A mí me parece que todo capitalista quiere ser rentista.

YV. Bueno, la época en que los capitalistas querían ser capitalistas terminó hace mucho tiempo. Confío en que a Henry Ford le gustara ser capitalista de la misma manera que, de un modo extraño y completamente distorsionado, a Rupert Murdoch le gusta ser periodista, aunque haya hecho tanto por destruir los periódicos. Pero estas personas están muertas o van a ir al infierno. Así que sí, los capitalistas no quieren ser capitalistas, especialmente aquí en Europa, especialmente en mi país. Todos los capitalistas, y he conocido a bastantes, han dejado de ser capitalistas; se han convertido en rentistas.

La diferencia es que los capitalistas que se estaban convirtiendo en rentistas, hasta la aparición del capital en nube, estaban esencialmente transfiriendo su capital social a otros o posiblemente a capital privado. Estos antiguos capitalistas obtenían rentas de los beneficios monopolísticos de estas empresas capitalistas altamente concentradas.

Pero gente como Jeff Bezos y Elon Musk, realmente quieren hacer lo que están haciendo. Quieren ser capitalistas de la nube o cloudalists, como yo los llamo. Eso les gusta mucho. Estas personas, un poco como Thomas Edison, aman lo que hacen. No son como los rentistas ordinarios. No son como los feudalistas del pasado. No son como los capitalistas que ya no quieren ser capitalistas. Estas personas son entusiastas, tienen mucho talento y, por desgracia, son muy inteligentes. La combinación de su empuje y el poder exorbitante del capital en la nube que poseen crea una forma muy poderosa y concentrada de poder en la nube, que debemos tomarnos muy en serio.

DM. El fin del sistema de Bretton Woods transformó el capitalismo global y, en última instancia, hizo posible el tecnofeudalismo, entre otras cosas. ¿Podríamos imaginar un Bretton Woods contemporáneo modelado según el molde de un multilateralismo profundamente igualitario y un sistema financiero socialista?

YV. Claro que sí. Por eso escribí mi libro anterior. Otra realidad imagina exactamente eso. Presenta un nuevo sistema de Bretton Woods inspirado en la propuesta original de John Maynard Keynes —rechazada por Harry Dexter White y la administración Roosevelt— fusionado con un marco socialista democrático. Este marco se diseñó para la redistribución continua de la renta y la riqueza del Norte al Sur, principalmente en forma de inversiones ecológicas. Así pues, he trazado todo esto y puedo responder a tu pregunta sobre cómo podrían funcionar las cosas hoy en día, con las tecnologías que tenemos, si los derechos de propiedad estuvieran distribuidos equitativamente, que es a lo que creo que deberían aspirar los socialistas. Pero esa era mi fantasía-política. En cambio, este libro trata de lo que nos ocupa.



DM. En lo que refiere a alternativas, has propuesto alguna vez una suerte de sistema de billetera virtual del banco central con dividendos mensuales. ¿Cómo funcionaría?

YV. Bueno, técnicamente es muy fácil. Se puede hacer en una semana porque es muy sencillo. Imagina algo así como un archivo Excel, guardado por la Reserva Federal, en el que en cada fila haya un único residente en Estados Unidos. Y cuando se realiza un pago, el valor correspondiente se transfiere de una celda a otra, representando al pagador y al beneficiario. Sería gratuito, instantáneo y anónimo. Creando una separación entre los operadores del software y las identidades de los individuos, identificados solo por códigos similares a las direcciones de Bitcoin, podría garantizarse la privacidad. Y podrían establecerse controles y equilibrios para garantizar que el Estado no está vigilando lo que hace todo el mundo.

Y como el dinero se distribuirá a través de la misma hoja de cálculo, nada impide que el banco central añada la misma cifra a todos cada mes. Se trata de una renta básica universal, que no se financia con impuestos, y esto es crucial. Porque el problema de la idea de la renta básica es que está sujeta a quejas como: «¿De qué estás hablando? ¿Vas a cobrarme impuestos, vas a gravar los dólares que gano, para dárselos a un vagabundo o a un surfista en California o a un drogadicto o a un rico?». Pero esta propuesta aprovecha la capacidad del banco central para generar fondos. Y no debemos dejar que nadie nos diga que sería inflacionista o que sería un problema, porque están imprimiendo billones en nombre de los inversores. ¿Por qué no imprimirlos en nombre de la gente corriente?

Ahora bien, la razón por la que no tienen este sistema en Estados Unidos y por la que están muy lejos del dólar digital es porque si alguien en la Reserva Federal se atreve a avanzar en esa dirección, será asesinado por Wall Street. Wall Street nunca lo permitirá porque significaría el fin de Wall Street. ¿Por qué querrías tener una cuenta bancaria en el Bank of America si puedes tener un monedero digital en la Fed?

Bank of America se vería obligado a justificar sus servicios y comisiones. Tendrían que venir a convencerte de que tienes que tener una cuenta con ellos porque quieren darte algo a un precio decente -como un préstamo- sin estafarte. Y no pueden hacerlo porque el objetivo central del Bank of America o del Citigroup es extorsionar mediante el monopolio de los sistemas de pago y la retención de depósitos. Mantén tu dinero alejado de ellos porque, por el momento, no hay otra solución.

Traducción: Florencia Oroz

*****

martes, 30 de julio de 2024

MÁS HAMBRE QUE ESPERANZA. Informe 2024 sobre la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo

 &&&&&

“Por su parte, la brasileña Elisabetta Recine, experta en nutrición, presidenta del Consejo Nacional Brasileño de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CONSEA) y miembro del Panel Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles, afirmó que “El aumento del hambre no es inevitable. Con las acciones “”, una profunda participación y una implementación coordinada, podemos cambiar el rumbo del hambre”. Y constata con satisfacción que en América Latina se ha podido reducirlo por segundo año consecutivo, lo que demuestra que, “con las políticas adecuadas, los gobiernos pueden mejorar el acceso a los alimentos y construir sistemas alimentarios resilientes al clima”. Recine, quien también es profesora de la Universidad de Brasilia, comentó adicionalmente que en “en Brasil, 13 millones de personas salieron del hambre el año pasado a través de programas dirigidos sistemáticamente a los hogares pobres, proporcionando alimentos escolares saludables procedentes de pequeños agricultores, apoyando la agricultura familiar y aplicando políticas alimentarias para las comunidades urbanas más pobres”.

“Concepto con el que concuerda el dirigente rural brasilero Alberto Broch, presidente de la Confederación de Organizaciones de Productores Familiares del Mercosur Ampliado (COPROFAM). Según Broch, para quien “el hambre es un problema que podemos resolver”, millones de pequeños productores de todo el mundo “están preparados y dispuestos a construir un sistema alimentario más resistente, sostenible y equitativo que pueda alimentar al mundo en un clima cambiante”. Y coincide con la FAO en el sentido de que es clave “situar a estos productores y sus prioridades en el centro de las decisiones para liberar este potencial”. Broch llama a donantes y gobiernos a “colaborar con los agricultores familiares y otras organizaciones de base para garantizar que las políticas y la financiación respondan a sus necesidades”. El hambre, la pobreza y la injusta redistribución del ingreso a nivel planetario constituyen aspectos de una misma realidad, atravesada por una desigualdad evidente: el 71,5% de la población mundial que en 2023 no pudo permitirse una dieta saludable se ubica en países de bajos ingresos. Tan solo un 6,3% de esa población abrumada por el hambre reside en naciones de altos ingresos. Las proyecciones, por otra parte, son funestas: a fines del actual decenio, casi 600 millones de personas padecerán subalimentación crónica, más de la mitad de ellas en el continente africano. Tema recurrente pero no por ello agotado: el hambre en el mundo es el triste espejo donde se mira un sistema hegemónico ilógico, injusto y perdido en su propio laberinto autodestructivo.

/////



MÁS HAMBRE QUE ESPERANZA. Informe 2024 sobre la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo.

*****

Por Sergio Ferrari | 30/07/2024 | Mundo.

Fuente- Revista Rebelión. Martes 30 de julio del 2024.

Fuentes: Rebelión.

Más de 730 millones de personas sufren hambre en el mundo. Un 36% más que diez años atrás. El mundo retrocedió quince años, con niveles de desnutrición actuales comparables a los de 2008-2009. Los objetivos para mejorar la situación programados hasta el 2030 parecen ya inalcanzables. Para contrarrestar esta tendencia negativa el presidente brasilero Lula da Silva acaba de anunciar la creación de la Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza.

Situación mundial preocupante

Un agravante adicional: a fines del año pasado, a 2.800 millones de personas –casi una cada tres a nivel planetario– les fue imposible lograr una dieta sana. Son seres humanos penalizados por ingresos excesivamente bajos o, bien, confrontados con una insuficiente protección social de parte de los Estados.  De ellos, más de 864 millones, experimentaron inseguridad alimentaria grave, pasando a veces un día entero o más sin comer.

Esta compleja realidad planetaria se describe lúcidamente en el Informe anual sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI 2024, por sus siglas en inglés), publicado el último miércoles de julio en el marco de una reunión ministerial del G20 en Río de Janeiro. Elaborado conjuntamente por cinco agencias de Naciones Unidas [la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y el Programa Mundial de Alimentos] y bajo el ojo rector de la FAO, el informe enumera las causas estructurales y los factores determinantes de este flagelo: crisis económicas, conflictos bélicos y el impacto negativo del cambio climático, que en 2023 representó el principal factor que conspiró contra la seguridad alimentaria y la malnutrición. 



Estos tres factores determinantes coinciden, inevitablemente, con elementos subyacentes, como dietas sanas inasequibles, entornos alimentarios insalubres y una desigualdad persistente. El panorama del hambre, concluye el Informe, se ve agravado por el impacto directo de

“la persistente inflación de los precios de los alimentos, que sigue erosionando los beneficios económicos de una gran cantidad de personas en muchos países”.

El Informe además puntualiza que los niveles de hambre siguen siendo catastróficamente altos por tercer año consecutivo tras un fuerte aumento entre 2019 y 2021. De mantenerse esta tendencia, la comunidad internacional no logrará alcanzar ninguno de los siete Objetivos Mundiales para la nutrición proyectados para 2030. En otras palabras: habrá que continuar esperando y esperando hasta asegurar un mundo sin hambre.

Los niveles de hambre no han sido regionalmente uniformes: aumentó en África, no varió esencialmente en Asia y disminuyó en América Latina, la única región que también experimentó una significativa reducción de inseguridad alimentaria. De mantenerse esta tendencia, hacia 2030 unos 582 millones de personas sufrirán desnutrición crónica, la mitad de ellas en África.

En el caso de Latinoamérica, la FAO destaca que esta región es un ejemplo para el resto del mundo debido a sus inversiones en programas de protección social. Brasil, Colombia, Perú y Chile cuentan con sólidos sistemas de protección social que les permiten reaccionar con rapidez a los cambios y orientar eficazmente sus recursos financieros hacia la lucha contra el hambre, fundamentalmente en sus poblaciones más vulnerables. Comparativamente, América del Sur logró una recuperación más veloz que otras regiones luego de la pandemia de COVID-19. Al momento de presentarse el informe en Río de Janeiro, Brasil fue, precisamente, el principal receptor de elogios de parte de la comunidad internacional. Con cifras sorprendentes para 2023: cerca de 80 programas específicos promovidos por 24 ministerios, lo cual le permitió reducir en un 85% la inseguridad alimentaria severa. 

 En ese contexto, y en paralelo a conocerse el SOFI 2024, el presidente brasilero Lula da Silva anticipó su propuesta de “Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza” que será lanzada internacionalmente en noviembre próximo en el marco de una conferencia ministerial del G20 (Grupo de los 20). Será financiada en parte por Brasil y con fondos internacionales existentes. No se descarta que otra parte de este nuevo mecanismo internacional pueda ser financiado con impuestos a las grandes fortunas.

Existen alternativas, falta voluntad política

SOFI 24 no se detiene en el diagnóstico. De hecho, avanza propuestas para la comunidad internacional en general y los gobiernos en particular.

Es imprescindible y urgente, sostiene, transformar los sistemas agroalimentarios para aumentar la resiliencia y hacer frente a las desigualdades. Y propone más y mejor financiamiento para garantizar que las dietas saludables sean asequibles a todos. El apoyo a grupos clave en el combate contra el hambre, como los pequeños productores, constituye una prioridad.

Según las agencias de Naciones Unidas involucradas en el Informe, un tema de central importancia es el del financiamiento.

La actual arquitectura de la financiación para la seguridad alimentaria y la nutrición”, afirman, “se encuentra muy fragmentada y debe pasar de un enfoque compartimentado a una perspectiva más integral”. E insisten en mejorar la coordinación para definir qué es esencial en función de las prioridades nacionales y locales en materia de políticas a implementar. De allí que la transparencia y la armonización en la recopilación de datos sean decisivas.

Según el Informe, los países donantes, los cuales a través de su cooperación internacional sostienen la lucha contra el hambre,

“deben aumentar su tolerancia al riesgo y participar en mayor medida en las actividades de reducción de los riesgos”. Por su parte, los Estados “deben subsanar los déficits no cubiertos por los agentes comerciales privados invirtiendo en bienes públicos, reduciendo la corrupción y la evasión fiscal, aumentando el gasto en seguridad alimentaria y nutrición, y considerando la posibilidad de reorientar el apoyo en materia de políticas”.



Un mayor financiamiento para programas de alimentación implicaría, además de más dineros, una administración más eficiente de los mismos. Así como una participación más protagónica de los actores nacionales y locales en la toma de decisiones para garantizar que los recursos beneficien a los pequeños productores. El Informe reconoce el alto costo involucrado –miles de millones de dólares más– en la promoción de políticas transformadoras, pero advierte que el costo de la inacción y la parálisis en la lucha contra el hambre será mucho mayor. La clave para un avance concreto consiste en reorientar y reestructurar la financiación existente para la alimentación y la agricultura.

Logros y desafíos

En sus comentarios sobre el Informe, Olivier De Schutter, el experto belga independiente que se desempeña como Relator Especial de las Naciones Unidas y sobre la extrema pobreza y los derechos humanos y copresidente del Grupo Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles (IPES-Food), subrayó que

“el sistema alimentario industrial mundial es desastrosamente vulnerable a las crecientes crisis climáticas, económicas y de conflictos, y el cambio climático golpea cada vez más a los agricultores”. Por lo cual propuso “construir sistemas alimentarios resistentes al clima”, pero sin olvidar que es esencial “establecer niveles mínimos de protección social y garantizar que los trabajadores cobren salarios dignos».

En declaraciones reproducidas por la Asociación Periodistas por el Planeta, De Schutter sostiene que se necesita

“desesperadamente una nueva receta para hacer frente al hambre: basada en una producción agroecológica diversificada de alimentos y en mercados de alimentos localizados en lugar de cadenas alimentarias industriales globales, y en sistemas de protección social que garanticen el derecho a la alimentación de los más pobres del mundo».

Por su parte, la brasileña Elisabetta Recine, experta en nutrición, presidenta del Consejo Nacional Brasileño de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CONSEA) y miembro del Panel Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles, afirmó que

“El aumento del hambre no es inevitable. Con las acciones adecuadas, una profunda participación y una implementación coordinada, podemos cambiar el rumbo del hambre”. Y constata con satisfacción que en América Latina se ha podido reducirlo por segundo año consecutivo, lo que demuestra que, “con las políticas adecuadas, los gobiernos pueden mejorar el acceso a los alimentos y construir sistemas alimentarios resilientes al clima”. Recine, quien también es profesora de la Universidad de Brasilia, comentó adicionalmente que en “en Brasil, 13 millones de personas salieron del hambre el año pasado a través de programas dirigidos sistemáticamente a los hogares pobres, proporcionando alimentos escolares saludables procedentes de pequeños agricultores, apoyando la agricultura familiar y aplicando políticas alimentarias para las comunidades urbanas más pobres”.



Concepto con el que concuerda el dirigente rural brasilero Alberto Broch, presidente de la Confederación de Organizaciones de Productores Familiares del Mercosur Ampliado (COPROFAM). Según Broch, para quien

el hambre es un problema que podemos resolver”, millones de pequeños productores de todo el mundo “están preparados y dispuestos a construir un sistema alimentario más resistente, sostenible y equitativo que pueda alimentar al mundo en un clima cambiante”. Y coincide con la FAO en el sentido de que es clave “situar a estos productores y sus prioridades en el centro de las decisiones para liberar este potencial”. Broch llama a donantes y gobiernos a “colaborar con los agricultores familiares y otras organizaciones de base para garantizar que las políticas y la financiación respondan a sus necesidades”.

El hambre, la pobreza y la injusta redistribución del ingreso a nivel planetario constituyen aspectos de una misma realidad, atravesada por una desigualdad evidente: el 71,5% de la población mundial que en 2023 no pudo permitirse una dieta saludable se ubica en países de bajos ingresos. Tan solo un 6,3% de esa población abrumada por el hambre reside en naciones de altos ingresos. Las proyecciones, por otra parte, son funestas: a fines del actual decenio, casi 600 millones de personas padecerán subalimentación crónica, más de la mitad de ellas en el continente africano. Tema recurrente pero no por ello agotado: el hambre en el mundo es el triste espejo donde se mira un sistema hegemónico ilógico, injusto y perdido en su propio laberinto autodestructivo.

*****