lunes, 15 de julio de 2024

“LO QUE QUIEREN LOS PIQUETEROS ES TRABAJAR”. Marcos Pérez, doctor en Sociología, autor de "¿Qué tienen los piqueteros en la cabeza?"

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“Desde distintos planos, la existencia de movimientos piqueteros habla de crisis económica y de sociedad civil movilizada. ¿Cuál es el aporte de estas organizaciones al fortalecimiento de la democracia? --Una de las grandes fortalezas de la democracia argentina es una sociedad civil movilizada. Está la idea de que los piqueteros son los que cortan calles, pero la mayor parte de los cortes de rutas no los hacen los piqueteros. Poco después de la crisis de 2001/2002, ya el repertorio “corte de ruta” dejó de ser mayoritariamente piquetero. Las bases de datos que existen de protestas en Argentina muestran que poco después de 2001/2002 estos cortes dejaron de ser algo piquetero. Es decir, los piqueteros los siguieron haciendo pero otros actores los adoptaron. Esto se volvió extremadamente claro en 2008 con el conflicto del campo. En una sociedad civil movilizada los distintos sectores sociales toman la calle para exigir sus derechos. A nivel barrial, a nivel de los sectores más excluidos, los grupos piqueteros cumplen dos funciones centrales para la democracia: de abajo para arriba, aglutinan demandas y por medio de esta aglutinación estas demandas logran llegar a niveles más altos de gobierno; a nivel de arriba para abajo, estas organizaciones son capilares del Estado, a través de los cuales el Estado puede distribuir recursos a nivel local y también saber qué es lo que está pasando en el territorio. Esto no solo lo hacen las organizaciones piqueteras. Las organizaciones partidarias, políticas, civiles, deportivas, religiosas, a nivel local, a nivel barrial, cumplen una función similar.

--¿Cuál es su lectura acerca de la actitud del gobierno hacia los movimientos sociales? --La idea del gobierno actual, de una sociedad de individuos, de una sociedad atomizada, no se condice con una democracia, lamentablemente. Por supuesto que hay que defender los derechos individuales, de la persona, respecto del Estado. Un buen ejemplo de esto es la violencia institucional. Esta idea de que los derechos del individuo surgen y son individuales ignora que en una democracia la gente se va a organizar para defender lo que considera sus derechos. Lo que son derechos individuales por lo general se consiguen y se defienden por medio de la movilización colectiva. Es difícil saber qué va a pasar, más en un país como Argentina. Hay que tener en cuenta, además, que hay dinámicas de corto y largo plazo.

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“LO QUE QUIEREN LOS PIQUETEROS ES TRABAJAR”.

Marcos Pérez, doctor en Sociología, autor de "¿Qué tienen los piqueteros en la cabeza?"

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Dinámicas y motivaciones de las organizaciones sociales. La búsqueda genuina de reconstruir rutinas asociadas con un mundo laboral perdido. Narrativas estigmatizantes. Sociedad civil, movilización y democracia.

Poe Bárbara Schijman.

 

Fuentes. Página /12. lunes 15 de julio del 2024.

 

¿Qué quieren los piqueteros? ¿Qué persiguen con los cortes de calles? ¿Pretenden vivir a costa del Estado? ¿Los llevan a cambio de algo? A partir de una investigación con foco en la vida cotidiana del movimiento piquetero, el sociólogo Marcos Pérez explora las motivaciones y dinámicas de uno de los actores más relevantes de la política popular en Argentina. En ¿Qué tienen los piqueteros en la cabeza? (Siglo XXI), el académico explica qué busca una persona al sumarse a un movimiento social y, sobre todo, qué la lleva a permanecer en él a largo plazo.

Marcos Pérez es profesor en el departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Washington y Lee, Estados Unidos. Obtuvo su licenciatura en Ciencia Política y Gobierno en la Universidad Di Tella, y su doctorado en Sociología en la Universidad de Texas en Austin.

--¿Cómo nace ¿Qué tienen los piqueteros en la cabeza y qué lo llevó a estudiar las dinámicas del movimiento?

--Siempre estuve interesado en el movimiento piquetero. Hice la secundaria y la universidad durante el período en que el movimiento piquetero explotó, con años de mucha presencia. Hice un doctorado en sociología a partir de mi interés en los movimientos sociales en general y en entender la transformación y la trayectoria del movimiento piquetero en particular. Cuando empecé el trabajo de campo lo primero que advertí fue que estas organizaciones no estaban en declive, como muchas veces se decía, sino que había una consolidación. Después de la crisis de 2001-2002 estos movimientos habían perdido cierta presencia en las calles, pero no significaba que se hubiera desvanecido. Se veía una consolidación; movilizaban menos gente pero aun así habían consolidado un núcleo duro de militantes, de participantes, tenían conocimiento, experiencia y recursos.


--¿Cómo se dio esa consolidación?

--Esta consolidación tenía que ver con que muchos militantes, que en su momento se habían sumado por necesidad, por urgencias, con el tiempo habían desarrollado una conexión, un interés, un compromiso con el movimiento. Me interesaba entender cómo se desarrolla este compromiso. Empecé a notar también que había distintas trayectorias. La enorme mayoría se suma al movimiento piquetero por necesidad, y lo hace de un modo que la teoría de los movimientos sociales suele decir que no conduce a un activismo de largo plazo. Estas son personas que son muy pobres, totalmente desempoderadas en muchos casos, estás en la desesperación más profunda. 

Te sumás a un movimiento piquetero porque tenés que comer. Incluso muchas veces, quienes se suman, lo hacen con prejuicios acerca de las propias organizaciones a las que se suman. Uno no esperaría que estas personas desarrollen militancia a largo plazo. Muchas no lo hacen, sino que se suman, participan por un tiempo y después, en cuanto consiguen una nueva forma de obtener recursos, se van. El movimiento se vuelve un eslabón más de una larga cadena de estrategias de supervivencia. Pero hay otros que desarrollan un compromiso e incluso con el tiempo empiezan a hacer sacrificios para quedarse.

--¿Qué los lleva a permanecer más allá de la necesidad?

--Por lo general, la teoría de los movimientos sociales --aunque no exclusivamente--, explica esto en términos de conversión ideológica. Indudablemente las ideologías forman un rol, pero lo que noté y lo que era mi contribución a la teoría de los movimientos sociales, es que las prácticas eran tan importantes como las ideologías. Estos espacios permiten encontrar rutinas del mundo del trabajo, de este mundo idealizado y romantizado del trabajo fabril. Existe esta reconstrucción, este participar en las rutinas asociadas con un mundo laboral desvanecido, en extinción o percibido en riesgo: levantarse temprano, ir a un lugar, tener hacer cosas, tener que sacrificarse para obtener recursos, etc. A su vez, esto está atravesado por el género y la edad.



--¿De qué manera?

--Las personas de mayor edad en el movimiento reconstruyen un mundo laboral que llegaron a conocer. Muchas de las personas más jóvenes en la organización --al momento de mi trabajo de campo la mayoría rondaba los 40 años--, nunca conocieron el mundo de la fábrica. Los argentinos y argentinas de clase trabajadora, que se hicieron adultos más o menos en los 90/2000, no llegaron a conocer el mundo de la fábrica realmente. Es decir, se hicieron adultos en un país donde ya el trabajo manufacturero estaba completamente en repliegue. Pero el hecho de que uno no haya conocido algo no significa que ese algo no le genere un atractivo. Existe este desarrollo de rutinas que no se llegaron a conocer. La idea del trabajo genuino es un trabajo muy particular, asociado a ciertos beneficios pero también a ciertas demandas y exigencias.

--A partir de su trabajo de campo, y de acuerdo al título de la obra, ¿qué tienen los piqueteros en la cabeza?

--Trabajo... Lo que quieren los piqueteros es trabajar. El atractivo para estar en un movimiento, para aquellos que se quedan --tal vez no tanto para aquellos que se suman-- es “yo quiero trabajar”. En el movimiento piquetero el plan exige sacrificios, los beneficios exigen esfuerzos. Como me dijo mucha gente: “acá te lo ganás con el trabajo; acá nadie te regala nada. Esto no es caridad”. Entonces pasás de ser un receptor pasivo de caridad a ser un trabajador activo que mal que bien se ganó el pan. Esto explica muchas dinámicas que observé en los movimientos sociales.



--¿Cuáles, por ejemplo?

--Peleas constantes por la puntualidad, por el presentismo, por quién aparece, por quién llegó, quién no vino, etc. Son movimientos que hacen que la gente vaya porque hay un proyecto aunque el municipio no haya enviado las herramientas para empezar el proyecto todavía. Entonces, ¿qué tienen los piqueteros en la cabeza? Trabajo. Esta idea de que los piqueteros son vagos y no quieren laburar, cualquiera que haya ido a un movimiento social y pasado un tiempo ahí sabe que no es así. Es mucho más complejo que eso. 

Esto no significa que los movimientos sociales, los movimientos piqueteros, no tengan temas, asuntos, peleas. Todo movimiento social, todo movimiento comunitario, que agrupe a los más golpeados, a los más marginados, va a tener un montón de temas, ahí es donde se concentran quienes han sido más excluidos, más marginados, más golpeados, y es también ahí donde muchas veces se concentran todos los problemas sociales: la droga, la violencia, el alcoholismo, los problemas de salud mental, los problemas de violencia doméstica.

--¿Qué diferencia a las primeras organizaciones piqueteras de las actuales?

--Es interesante la tensión entre pasar de la resistencia a la construcción. El movimiento piquetero surge como una experiencia de resistencia. ¿Cómo pasar de esa resistencia a construir, a hacer algo nuevo a largo plazo? Ahí están los proyectos de la economía popular y las cooperativas. Lo que veo es una fuerte e interesante discusión acerca de si el modelo de representación laboral, asociado a los sindicatos, realmente es el modelo en el contexto actual, con una economía centrada en los servicios más que en la manufactura, en un país mucho más desigual, básicamente con un tercio de la población excluida estructuralmente. 

¿Cómo representas eso? ¿Cómo esos sectores aglutinan sus demandas? ¿Cómo presionan por sus intereses? ¿Son los sindicatos? Lo que veo es mucha discusión al respecto y mucha experimentación en cierto sentido. ¿Qué sale de ahí? No sé, porque en la dinámica entre modelos de la resistencia a la construcción de algo nuevo surgen todo tipo de complicaciones y oportunidades. Resistir es central y crucial, sobre todo, en momentos de creciente desigualdad y avance de la represión. Pero, después de la resistencia, ¿Cómo construís algo nuevo? Ahí está la gran pregunta.



--Desde distintos planos, la existencia de movimientos piqueteros habla de crisis económica y de sociedad civil movilizada. ¿Cuál es el aporte de estas organizaciones al fortalecimiento de la democracia?

--Una de las grandes fortalezas de la democracia argentina es una sociedad civil movilizada. Está la idea de que los piqueteros son los que cortan calles, pero la mayor parte de los cortes de rutas no los hacen los piqueteros. Poco después de la crisis de 2001/2002, ya el repertorio “corte de ruta” dejó de ser mayoritariamente piquetero. Las bases de datos que existen de protestas en Argentina muestran que poco después de 2001/2002 estos cortes dejaron de ser algo piquetero. Es decir, los piqueteros los siguieron haciendo pero otros actores los adoptaron. Esto se volvió extremadamente claro en 2008 con el conflicto del campo. En una sociedad civil movilizada los distintos sectores sociales toman la calle para exigir sus derechos. 

A nivel barrial, a nivel de los sectores más excluidos, los grupos piqueteros cumplen dos funciones centrales para la democracia: de abajo para arriba, aglutinan demandas y por medio de esta aglutinación estas demandas logran llegar a niveles más altos de gobierno; a nivel de arriba para abajo, estas organizaciones son capilares del Estado, a través de los cuales el Estado puede distribuir recursos a nivel local y también saber qué es lo que está pasando en el territorio. Esto no solo lo hacen las organizaciones piqueteras. Las organizaciones partidarias, políticas, civiles, deportivas, religiosas, a nivel local, a nivel barrial, cumplen una función similar.

--¿Cuál es su lectura acerca de la actitud del gobierno hacia los movimientos sociales?

--La idea del gobierno actual, de una sociedad de individuos, de una sociedad atomizada, no se condice con una democracia, lamentablemente. Por supuesto que hay que defender los derechos individuales, de la persona, respecto del Estado. Un buen ejemplo de esto es la violencia institucional. Esta idea de que los derechos del individuo surgen y son individuales ignora que en una democracia la gente se va a organizar para defender lo que considera sus derechos. Lo que son derechos individuales por lo general se consiguen y se defienden por medio de la movilización colectiva. Es difícil saber qué va a pasar, más en un país como Argentina. Hay que tener en cuenta, además, que hay dinámicas de corto y largo plazo.



--¿Qué puede suceder en el corto y largo plazo?

--Creo que, en el corto plazo, el gobierno puede reprimir, puede complicarle la vida. Ha congelado los planes sociales y hay una clara intención política de judicializar, de presionar. Pero en el largo plazo, de vuelta, si sostenés una democracia, la gente se va a organizar. Si tenés una democracia y un país con un tercio de pobres estructurales, que básicamente hace décadas que no come bien, que no tiene una buena escuela, que no tiene una buena salud, que no tiene acceso a un trabajo estable, que ha sido maltratado por el Estado en muchas formas --fallas de los distintos gobiernos de diferentes signos políticos que han gobernado Argentina en los últimos 40 años--, mientras tengas eso y tengas democracia vas a tener gente que se va a movilizar. 

Tal vez la etiqueta deje de ser “piquetero” y sea otra; tal vez las identidades políticas cambien porque las identidades políticas cambian siempre, pero mientras haya una porción enorme de la sociedad excluida y un contexto como el actual, con un gobierno que ha exacerbado la situación, va a haber movilización. Las organizaciones sociales de este tipo son una parte central de la democracia; son una fortaleza central de la democracia. Tenemos una tradición política muy fuerte de movilización en todos los niveles.

--¿Cómo suelen ser las relaciones al interior de las organizaciones sociales?

--La ciencia social existe para identificar dinámicas tal cual son y no como queremos que sean. En el caso de las organizaciones sociales existe una gran literatura a nivel internacional que demuestra que las organizaciones sociales son, por lo general, mucho más verticalistas y mucho menos transparentes de lo que por lo general se piensa. Los movimientos sociales repiten mismas dinámicas que otras instituciones y otras organizaciones a nivel local. El “clientelismo”, el asistencialismo o el verticalismo, limitaciones de las organizaciones sociales, existen, por supuesto, pero también son rasgos de todas las experiencias de acción colectiva a nivel local en todo el mundo, no solo en Argentina. Existe esta crítica, por un lado, demonizando a las organizaciones por tener las características de toda organización colectiva, pero al mismo tiempo existe una idealización de las organizaciones sociales que termina jugando el juego de aquellos que las demonizan.



--¿En qué sentido?

--Porque la respuesta ante la demonización de la acción colectiva es “no, estos problemas no existen”, en lugar de “sí, existen estos problemas, existen estos temas, porque esa es la limitación de toda asociación y esta es la forma en que las organizaciones trabajan para ser más democráticas, más transparentes, etc.”. Se le exige a las asociaciones sociales un nivel de transparencia y eficiencia que no se le exige a otros actores sociales. Esto no significa que las organizaciones sociales no tengan problemas, por supuesto que tienen limitaciones, pero no tienen más limitaciones que otros actores.

--¿Qué observó de la vida cotidiana de los militantes de base?

--Cuando uno se acerca a estas organizaciones, por lo menos desde mi experiencia, descubre que muchas de las narrativas estigmatizantes y muchas de las cosas que se dicen, por lo general, no son correctas. Estas organizaciones tienen muchas limitaciones, muchos asuntos, muchos desafíos, pero no más que otro tipo de organizaciones, otro tipo de instituciones comunitarias, civiles, políticas, partidarias, religiosas, deportivas, que están en estos territorios y que trabajan en estos barrios.

--¿Cuáles son las conclusiones centrales que arrojó la investigación?

--En términos de la teoría de movimientos sociales, si queremos entender las trayectorias de los militantes y las militantes, una de las conclusiones del libro es que es necesario prestar atención no solo a sus ideas sino a sus prácticas. Es decir, hay que prestar atención no solo lo que las personas piensan mientras se movilizan sino también a lo que las personas hacen mientras se movilizan. 

Con respecto al movimiento piquetero, un punto central es que el movimiento piquetero es el resultado, la expresión, de un legado político, de un legado asociado a 40 años de democracia, y es la expresión de un deseo de reconstruir un mundo laboral perdido, un mundo laboral comunitario, familiar, doméstico, perdido o en vías de extinción por la eliminación del tipo de trabajo que lo hacía posible. El movimiento piquetero está motivado por el deseo, al menos en aquellos que participan a largo plazo, de reconstruir, recrear, una vida asociada al trabajo manufacturero, al trabajo fabril, en un contexto de una sociedad mucho más desigual, mucho más desindustrializada, una sociedad, en fin, que ha cambiado en formas que han excluido a vastos sectores de la clase trabajadora en Argentina.

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