domingo, 13 de abril de 2025

CONOCER EL IMPERIALISMO, TAREA INELUDIBLE.

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“Estudiar el imperialismo, sus tecnologías de la muerte, armas y argumentos, es urgente. Para ello, es necesario recurrir a nuestros clásicos. Sólo así tendremos opciones para enfrentar la lucha política y construir una alternativa. Acá algunas recomendaciones. Samir Amin, Imperialismo y desarrollo desigual, Libros de confrontación, Barcelona; Theotonio Dos Santos Imperialismo y dependencia, editorial Era; Octavio Ianni, Imperialismo y cultura de la violencia en América Latina, Siglo XXI Editores; Pablo González Casanova, Imperialismo y liberación, Siglo XXI Editores; Anouar Abdel-Malek, Sociología del imperialismo, Ediciones UNAM; Arghiri Enmanuel y otros: Imperialismo y comercio internacional; el intercambio desigual, y dos textos colectivos de Ediciones Periferia: Economía política del imperialismo y Corporaciones multinacionales en América Latina. Todos escritos en el último cuarto del siglo XX. Los afanes expansivos del conglomerado industrial, tecnológico, financiero y militar de EEUU y sus aliados, aunque Europa Occidental se sienta ninguneada, nos llevan a la guerra. Trump no es un loco, no actúa solo. Representa a los sectores más agresivos del imperialismo del siglo XXI, cuyo objetivo es controlar el mundo. Para esta labor, no dudarán en llevarse por delante todo lo que no les es rentable, democracia incluida.

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CONOCER EL IMPERIALISMO, TAREA INELUDIBLE.

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Los afanes expansivos del conglomerado industrial, tecnológico, financiero y militar de EEUU y sus aliados, aunque Europa Occidental se sienta ninguneada, nos llevan a la guerra

 

Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada. México.

Fuente. Jaque al neoliberalismo, domingo 13 de abril del 2025.

La caída de los imperios dio a luz el imperialismo. Durante el siglo XX y lo que va del XXI su estructura se ha modificado. Pero su definición sigue vigente. Si nos atenemos a la primera caracterización, Gran Bretaña se estrenaba como faro de la revolución industrial. John Hobson, un liberal educado en Oxford, profesor de secundaria, especialista en literatura clásica, escritor de artículos periodísticos, utilizó por primera vez el concepto en su ensayo Estudio del Imperialismo. Publicado en 1902, tuvo nueva versión en 1905 y la última en vida del autor, en 1938. Bajo su influencia, Lenin, en 1916, redactaría su folleto El imperialismo, fase superior del capitalismo. Le cita profusamente.


Pero Hobson sería olvidado o leído dentro de la teoría marxista del imperialismo. El británico había identificado factores que Lenin consideró el armazón del imperialismo.

1) Concentración de la producción y del capital que da origen a los monopolios;

2) fusión entre el capital bancario e industrial, base del capital financiero, y una élite especulativa;

3) aumento cualitativo en la exportación de capitales frente a la exportación de mercancías;

4) formación de los monopolios y capital multinacional, y

5) luchas entre imperialismos por repartirse y controlar el mundo.

Hoy nos enfrentamos a una situación inédita. El capitalismo ha demostrado vitalidad, ser capaz de recrearse. El poder, en manos de los magnates del big data y sus trasnacionales de la inteligencia artificial, abre un proceso cuya fuerza radica en neutralizar y anular la conciencia crítica, haciéndonos creyentes de un relato incuestionable. Creemos en el libre mercado, la democracia liberal, las leyes de la oferta y demanda, la pax americana, la malignidad del socialismo, el sí se puede, el empoderamiento, el egoísmo y la competitividad. El imperialismo se refunda bajo sus premisas iniciales.

Las declaraciones de Mao Tse-Tung concedidas a la periodista Anna Louise Strong, propias de la cultura china, en 1956, adjetivando al imperialismo estadounidense como una nación en apariencia poderosa, pero incapaz de soportar el viento y la lluvia, que vista de frente era un tigre de papel, alejada de su pueblo, se extendió entre la izquierda política y social. Esta visión ideológica sirvió para dar ánimos, pero no para entender sus dinámicas. En medio de los procesos descolonizadores en África, el apartheid, la guerra de Vietnam y los movimientos de liberación nacional en América Latina, el imperialismo parecía tener sus días contados. Pero la realidad es tozuda. No era un tigre de papel, es más una hidra de mil cabezas, como lo adjetiva el EZLN.



Pero volvamos a Hobson. Su reflexión parece no envejecer. Así se despachaba:

"Aunque el nuevo imperialismo ha sido un mal negocio para la nación británica, ha resultado rentable para ciertas clases sociales y para grupos industriales y financieros del país. Los enormes gastos de armamentos, las costosas guerras, los graves riesgos y las situaciones embarazosas de la política exterior, los impedimentos y los frenos a las reformas sociales y políticas dentro de Gran Bretaña, aunque hayan sido tan dañosos para la nación, han resultado muy provechosos para los intereses económicos de ciertos grupos industriales y profesionales. Perderemos el tiempo si nos ponemos a hablar de política sin ver con claridad este hecho fundamental y sin percatarnos de que estos intereses privados son enemigos de la seguridad y del bienestar nacional".

Su preocupación se centraba en las futuras guerras imperialistas. Definió a las empresas armamentísticas como parásitos económicos y el pilar sobre el cual se asienta el imperialismo:

“no cabe duda de que siempre que estalla una guerra […] podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que no se tiene memoria de ninguna guerra que, por evidentemente agresiva que pudiera parecer al historiador desapasionado, no se presentara ante las gentes que eran convocadas a la lucha como una política defensiva necesaria, en la que estaba en juego el honor y hasta la misma existencia del Estado”. Guerra, no paz, es la propuesta.



Estudiar el imperialismo, sus tecnologías de la muerte, armas y argumentos, es urgente. Para ello, es necesario recurrir a nuestros clásicos. Sólo así tendremos opciones para enfrentar la lucha política y construir una alternativa. Acá algunas recomendaciones. Samir Amin, Imperialismo y desarrollo desigual, Libros de confrontación, Barcelona; Theotonio Dos Santos Imperialismo y dependencia, editorial Era; Octavio Ianni, Imperialismo y cultura de la violencia en América Latina, Siglo XXI Editores; Pablo González Casanova, Imperialismo y liberación, Siglo XXI Editores; Anouar Abdel-Malek, Sociología del imperialismo, Ediciones UNAM; Arghiri Enmanuel y otros: Imperialismo y comercio internacional; el intercambio desigual, y dos textos colectivos de Ediciones Periferia: Economía política del imperialismo y Corporaciones multinacionales en América Latina. Todos escritos en el último cuarto del siglo XX.

Los afanes expansivos del conglomerado industrial, tecnológico, financiero y militar de EEUU y sus aliados, aunque Europa Occidental se sienta ninguneada, nos llevan a la guerra. Trump no es un loco, no actúa solo. Representa a los sectores más agresivos del imperialismo del siglo XXI, cuyo objetivo es controlar el mundo. Para esta labor, no dudarán en llevarse por delante todo lo que no les es rentable, democracia incluida.

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sábado, 12 de abril de 2025

ESTADOS UNIDOS VERSUS CHINA: MANOTAZO DE AHOGADO.

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“Para sostener el imperio y atenuar el ritmo de su declinación ahora Trump ha enviado al Congreso un presupuesto militar que por primera vez traspasa la barrera del billón de dólares, es decir, de un millón de millones de dólares, necesarios para sostener casi 200.000 efectivos militares en más de 800 bases dispersas por todo el planeta y que les han servido de nada para evitar que el sistema internacional se haya reconfigurado en clave multipolar. Dinero que en nada servirá para mejorar la competitividad de su economía, pero enriquecerá a los magnates que hoy pululan por la Casa Blanca. Pocos en Estados Unidos han caído en la cuenta del trascendental cambio producido en el tablero geopolítico mundial, para usar la feliz expresión de Zbigniew Brzezinski; y ninguno en el actual gobierno argentino, por eso nuestros gobernantes apuestan a ser una dócil colonia de la potencia en decadencia en lugar de, junto con otros países de la región, ocupar un lugar más productivo en ese nuevo mundo que ha nacido. Por eso, en un gesto que habla de una mediocridad en línea con la que Thomas L. Friedman percibiera en el entorno de Trump, aquí el gobierno de Javier Milei desechó la invitación que le fuera hecha a la Argentina -a nuestro país, no a su gobierno- de ingresar a los BRICS, una coalición que ya tiene un peso económico significativamente mayor que el G-7. Pagaremos muy caro semejante desplante.

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ESTADOS UNIDOS VERSUS CHINA: MANOTAZO DE AHOGADO.

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Por Dr. Atilio A. Boron.

Sociólogo. Politólogo. Dr. en Ciencia Política.

Maestro Universitario.

Fuente. Página/ 12 viernes 11 de abril del 2025.

Se habla, y se hablará por mucho tiempo, de la “guerra de los aranceles” desatada por Donald Trump (foto). Y se corre el riesgo que el tema se agote en lo comercial, en el balance de las importaciones y exportaciones de Estados Unidos y sus socios comerciales. Pero sería un grave error acotar la discusión a ese punto. La iniciativa del magnate neoyorquino es un manotazo de ahogado; una movida torpe, mal concebida que por su improvisación, avances y retrocesos no merece llamarse un “plan”. Enumerar los groseros errores del anuncio de Trump y su incomprensible improvisación, expresión del capricho que preside todos los actos de este personaje, insumiría varias páginas. Señalemos apenas un par: entre los países penalizados con su política arancelaria, ahora puesta en suspenso por 90 días, se incluyen dos pequeñas islas volcánicas deshabitadas: Heard y McDonald, ubicadas en un sector de la Antártida reclamado por Australia. O que también haya resuelto “castigar” con una suba arancelaria a Australia, ¡país con el cual Washington tiene superávit comercial de 17.300 millones de dólares! Lo mismo ocurre con otros países, entre los cuales Emiratos, Bélgica, Panamá, o el Reino Unido. ¿Cómo explicar semejante estupidez? ¿Castigar con aranceles a economías con las cuales EEUU tiene un balance comercial favorable? La respuesta la ofreció este 10 de abril el habitualmente circunspecto editorialista del New York Times. Thomas L. Friedman, cuando apropósito de tan fenomenal muestra de improvisación e ineptitud inició su artículo diciendo que

si contratas payasos, deberías esperar un circo. Y, compatriotas estadounidenses, hemos contratado a un grupo de payasos. Piensen en lo que Trump; su principal imbécil, Howard Lutnick (el secretario de Comercio); su subdirector imbécil, Scott Bessent (el secretario del Tesoro); y su subdirector imbécil, Peter Navarro (el principal asesor comercial), nos han repetido repetidamente durante las últimas semanas … Trump no cederá en estos aranceles.”

Pero cedió, capituló ignominiosamente, y tuvo que tragarse sus bravuconadas. Y China se plantó con firmeza dispuesta a no dejarse atropellar por Estados Unidos, y le sobran municiones como para hacerle pagar muy caro a ese país por las barrabasadas de su presidente. Digamos, antes de seguir, que hay un consenso difuso pero real de que en la selección de su equipo de gobiernos: secretarios, consejeros, asesores, Trump se ha permitido hacer algo que ningún jefe de estado serio puede hacer: priorizar la fidelidad personal por encima de su capacidad técnica. No es casual entonces que Friedman los trate de “payasos” o “imbéciles”. Y es por eso que pueden proponer un tsunami de aranceles sin ton ni son, ignorando, por ejemplo, que para construir un iPhone se necesitan partes, diseños y componentes aportados por 43 países, como hace años lo demostró un estudio hecho para la cadena estadounidense CNBC.



Pero supongamos que Trump insista en su política de llamar a las empresas estadounidenses para que regresen a casa. ¿Puede el país reemplazar a China en su rol de taller industrial del planeta, como en el siglo XIX lo fuera el Reino Unido? Según cifras de los últimos años China es responsable del 31.6 por ciento de la producción manufacturera mundial, seguida por EEUU con 16 por ciento, y Japón y Alemania con el 5 por ciento cada una. Además, si se tiene en cuenta que sólo el 14.1 por ciento de las exportaciones chinas se dirigen a Estados Unidos mientras que el 85.9 por ciento restante van a todo el mundo es obvio que las fanfarronadas de Trump y sus muchachos difícilmente puedan dañar a la economía china cuando casi la mitad de sus exportaciones se dirige a los países asiáticos. El mundo ha cambiado mucho, y en Washington todavía no se han dado cuenta de ello. La multipolaridad política reposa sobre un sólido policentrismo económico. La globalización neoliberal y el Consenso de Washington no sólo empobrecieron a Estados Unidos -algo que en fechas recientes ha sido denunciado por el senador por Vermont Bernie Sanders- sino que también desindustrializaron su economía Se calcula que desde los años ochenta del siglo pasado ese país fue testigo de la desaparición de unas 90.000 empresas industriales.

Si en 1950 la industria manufacturera representaba un cuarto del PIB estadounidense, en la actualidad no llega siquiera al 10 por ciento. Y su fuerza de trabajo fabril, que a mediados del siglo pasado se empinaba por encima del 30 por ciento del total en el 2020 apenas llegaba a un 8 por ciento. Es decir, para lograr que Estados Unidos se convierta en una potencia industrial se requieren empresas, que no están; capitales, que fueron premeditadamente desviados hacia la especulación financiera y no a la producción, inversamente a lo ocurrido en China; y una mano de obra calificada, que no existe en números suficientes en Estados Unidos. Téngase en cuenta que en el año 2000 ese país y China graduaban un número aproximadamente igual de estudiantes en ingeniería y en computación: una cifra cercana a los 200.000. Pero en 2020 China graduó a 1.380.000 mientras que Estados Unidos sigue estancado en la misma cifra de hace veinte años atrás: 197.000.  Contrariamente a lo que dice Trump y su inepto y reaccionario círculo de asesores, no es que “China le roba la tecnología a Estados Unidos” sino que en el gigante asiático maduró un proyecto de más de cuarenta años de fuerte inversión en formación científica y tecnológica, al revés de lo que se está haciendo ahora en Argentina. Un último dato, aportado por el atribulado Thomas L. Friedman en un reciente viaje a China: ese país, escribió,

“cuenta con 39 universidades con programas para formar ingenieros e investigadores en la industria de las tierras raras. Las universidades de Estados Unidos y Europa, en su mayoría, solo han ofrecido cursos ocasionales”. Y las tierras raras, materiales cada vez más estratégicos para la informática actual y, especialmente, en sus aplicaciones militares, tienen sus mayores depósitos precisamente en China.



Para concluir: en el desesperado intento de restaurar un sistema internacional que ya ha cambiado definitivamente con la sólida conformación de un mundo multipolar, las estrategias actuales de Washington sólo servirán para reforzar aún más la creciente interrelación entre los países del Sur Global. El mundo se hades-occidentalizado”, como precozmente lo advirtiera Emmanuel Todd, y Estados Unidos pugna por revertir la marcha de la historia apelando a la fuerza y tensando la cuerda con China, a quien acusan de querer ser el nuevo hegemón mundial. Quienes divulgan esas tonterías todavía no cayeron en la cuenta de que ya estamos en un escenario post-hegemónico. China ya es una gran potencia económica, igual o superior a Estados Unidos y su eficaz diplomacia está enriquecida por una práctica milenaria; está fortaleciendo su inversión en defensa, porque sabe que Washington está preparando un ataque, pero no está en los planes de su lúcida dirigencia reemplazar a Estados Unidos en el papel que éste jugara desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Saben que eso es imposible además de indeseable.

Para sostener el imperio y atenuar el ritmo de su declinación ahora Trump ha enviado al Congreso un presupuesto militar que por primera vez traspasa la barrera del billón de dólares, es decir, de un millón de millones de dólares, necesarios para sostener casi 200.000 efectivos militares en más de 800 bases dispersas por todo el planeta y que les han servido de nada para evitar que el sistema internacional se haya reconfigurado en clave multipolar. Dinero que en nada servirá para mejorar la competitividad de su economía, pero enriquecerá a los magnates que hoy pululan por la Casa Blanca. Pocos en Estados Unidos han caído en la cuenta del trascendental cambio producido en el tablero geopolítico mundial, para usar la feliz expresión de Zbigniew Brzezinski; y ninguno en el actual gobierno argentino, por eso nuestros gobernantes apuestan a ser una dócil colonia de la potencia en decadencia en lugar de, junto con otros países de la región, ocupar un lugar más productivo en ese nuevo mundo que ha nacido. Por eso, en un gesto que habla de una mediocridad en línea con la que Thomas L. Friedman percibiera en el entorno de Trump, aquí el gobierno de Javier Milei desechó la invitación que le fuera hecha a la Argentina -a nuestro país, no a su gobierno- de ingresar a los BRICS, una coalición que ya tiene un peso económico significativamente mayor que el G-7. Pagaremos muy caro semejante desplante.

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viernes, 11 de abril de 2025

EL FIN DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL.

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“Los aranceles de Trump se pueden interpretar, entonces, como un intento por recuperar esa industria norteamericana que se trasladó al exterior en los decenios neoliberales, al tiempo que se crea una burbuja proteccionista que favorezca su desarrollo a pesar de su menor competitividad con respecto a las producciones de terceros países. Un ejemplo que se ha citado mucho en análisis recientes es el de las energías renovables. Los paneles solares producidos en Estados Unidos son significativamente más caros y menos eficientes que los producidos en China. Igual pasa con un importante sector de productos tecnológicos de gama media, el rango de consumo fundamental de la clase trabajadora, donde China ha dominado por una mejor relación calidad-precio. Muchos otros productos importados verán crecer significativamente su precio en el mercado norteamericano y algunos directamente no tienen sustituto en la producción interna. Desde los vinos franceses y el aceite de oliva español, hasta una gran variedad de frutas y vegetales pasarán a estar cada vez más lejos del poder adquisitivo de la clase trabajadora, contribuyendo, sin dudas, a la dinámica inflacionaria que ya vive el país. Estos aranceles son un golpe de gracia a la Organización Mundial del Comercio y a la cacareada globalización. Están en línea con el proyecto de reconfigurar un nuevo orden mundial, sobre nuevas reglas que favorezcan la economía norteamericanaEs una reconstitución hegemónica a punta de pistola económica, que puede acabar siéndolo con armas reales, porque en procesos de crisis de hegemonía se da siempre, de forma inevitable, una agudización de las contradicciones entre las potencias. 

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Fuentes: espanol.almayadeen.net/


EL FIN DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL.

“Se aceleró la Desglobalización”

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Por José Ernesto Nováez Guerrero | 11/04/2025 | Economía

 

Fuentes. Revista Rebelión viernes 11 de abril del 2025.

 

Es una reconstitución hegemónica a punta de pistola económica, que puede acabar siéndolo con armas reales, porque en procesos de crisis de hegemonía se da siempre, de forma inevitable, una agudización de las contradicciones entre las potencias.

Donald Trump adora vivir en el filo de la noticia. El espectáculo permanente es parte de su estrategia política. Aunque no es el único presidente que adora las cámaras, su condición de presidente de los Estados Unidos y el impacto global de las medidas que desde su administración se puedan tomar, hace inevitable seguir y calibrar cada uno de sus pasos. Sobre todo, porque en este segundo mandato el magnate republicano parece dispuesto a alterar las reglas del juego político norteamericano y global. 

En menos de cien días desde que asumiera el cargo, su polémico engendro, el Departamento de Eficiencia Gubernamental, dirigido por Elon Musk, ha generado numerosas polémicas y tensiones al seno incluso del propio partido republicano, en la medida en que elimina puestos de trabajo, cierra agencias gubernamentales y mete las narices en casi todas las esferas del gobierno estadounidense.



El propio Trump ha revuelto el avispero político interno, con declaraciones que alimentan la fractura política del país y afirmaciones cada vez más explícitas sobre su posible reelección para un tercer mandato, a pesar de que una enmienda constitucional de los años 50 lo prohíbe explícitamente.

En lo internacional ha generado tensiones con sus vecinos más cercanos, Canadá y México, ha declarado su intención de hacerse con Groenlandia y el Canal de Panamá, ha arremetido contra la Unión Europea y la OTAN, ha tenido una actitud contradictoria respecto a la Guerra de Ucrania y este 2 de abril, como guinda del pastel, acaba de desatar un terremoto económico de consecuencias impredecibles. De manera expedita y prácticamente sin anuncio previo, Trump comunicó un nuevo paquete arancelario que comprende a la casi totalidad de los países del mundo actual. Para mayor rimbombancia, esta medida fue bautizada como “Liberation Day”. 

A todos los países en esa lista, considerados “infractores” por Estados Unidos, se aplica un arancel base del 10 por ciento, a lo cual se añaden tasas adicionales sobre criterios sumamente arbitrarios. Así, los montos anunciados van desde un 49 por ciento a Cambodia, 46 por ciento a Vietnam y 34 por ciento a China, pasando por un 47 por ciento a Madagascar y 50 por ciento a Lesotho hasta un 37 por ciento a la lejana isla de Reunión. “Israel”, aliado y cómplice del régimen norteamericano, recibe un 17 por ciento de aranceles y como nota ridícula, se aplica un arancel del 10 por ciento a las islas de Heard y McDonald, habitadas solo por pingüinos y fauna salvaje. Quedan fuera de este frenesí arancelario países como Cuba, Corea del Norte y Rusia, fuertemente sancionados y prácticamente sin ningún vínculo comercial con Estados Unidos en la actualidad.

Desde el día 9 de abril comenzarán a aplicarse estos aranceles, que Trump denomina como tarifas recíprocas y que, según sus propias expresiones, deben contribuir a poner fin a “décadas de abuso comercial” contra los Estados Unidos. Adicionalmente se anunció que en mayo se eliminará el tratamiento libre de impuestos para pequeños paquetes procedentes de China, lo cual afectará a gigantes del comercio electrónico chino como Shein y Temu, con fuerte presencia en el mercado norteamericanoAsimismo, entrará en vigor el arancel de un 25 por ciento a todos los automóviles fabricados fuera de los Estados Unidos. 



La Globalización neoliberal en crisis. La super concentración de la riqueza y generalización de la pobreza y extrema pobreza, lo están terminando.

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Según cálculos del asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, recogidos por BBC, estos paquetes arancelarios pueden generar ingresos en torno a los 600 mil millones de dólares, además de, hipotéticamente, estimular la industria nacional y recuperar empleos en el sector manufacturero.

Por supuesto, las reacciones internacionales no se han hecho esperar. China, principal objetivo declarado de la actual administración de la Casa Blanca, exigió la anulación de las medidas y advirtió que, de no ser así, el país tomará contramedidas para proteger sus intereses. En Europa se lamentaron profundamente por el trato aplicado por su amo y señor, en palabras de Von der Leyen “defraudados por nuestro aliado más antiguo”, a la par que anunciaron que están preparando medidas para lidiar con estos nuevos aranceles. Algo similar anunció el presidente interino de Corea del Sur.

Pero sin dudas la más impactante respuesta a los anuncios de la Casa Blanca la han protagonizado las bolsas de valores. Los mercados de Estados Unidos registraron una fuerte caída, similar a la vivida durante la pandemia de la covid- 19. El índice Dow Jones Industrial Average cayó un 2,9 por ciento y el NASDAQ un 4,5 por ciento. Las grandes tecnológicas fueron las más golpeadas. Según refiere BloombergApple tuvo pérdidas de casi 280 mil millones de dólares, Nvidia en el entorno de los 145 mil millones de dólares y Amazon unos 142 mil millones. Quizás no resulte ocioso recordar que muchos de los CEO de estas tecnológicas acompañaron a Trump el día de su toma de posesión del cargo presidencial.

También los aranceles a países como Vietnam golpean fuertemente a empresas como Apple y Nike, las cuales recolocaron sus fábricas en el país asiático al inicio de la guerra comercial con China y hoy ven fuertemente comprometidas sus líneas de suministros.

Estas medidas de Trump son su particular manera de dar respuesta a la profunda crisis de la economía norteamericana. Crisis que tiene uno de sus más claros indicadores en gigantesco déficit que arrastra la nación y que el magnate pretende revertir. Para ello, Trump ha arremetido contra el dogma neoliberal del capitalismo de libre mercado y ha vuelto a las viejas prácticas proteccionistas que están en los orígenes de la nación norteamericana.

Desde sus primeros años de independencia, Estados Unidos aplicó aranceles selectivos a un grupo de productos, con el objetivo de favorecer el desarrollo de una industria local. Era la etapa en la cual se estaba verificando el paso de la industria manufacturera a la maquinaria y la joven nación norteamericana fue capaz de alcanzar el ritmo en relación con la superpotencia británica y llegar a superarla, luego de la Primera Guerra Mundial.


El principio y el gin de la Globalización.

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La Segunda Guerra Mundial consolidó la hegemonía norteamericana sobre una Europa devastada y el mundo colonial y semicolonial. Consecuencia directa de esta dominación fueron la emergencia de una serie de organizaciones y reglas que hasta hoy han sido centrales a la vida política internacional. La promoción del neoliberalismo en contra del proteccionismo del período de entreguerras y la segunda postguerra respondía a la necesidad hegemónica del capital financiero norteamericano de moverse con la mayor libertad posible, con el fin de ampliar los mercados, acceder a nuevas fuentes de materias primas y reducir constantemente los costos de producción. Esta tendencia llega a su paroxismo en los años 80 y 90 del siglo XX, donde la desregulación incluso en las sociedades centrales del capitalismo contemporáneo, permite una masiva transferencia de capital y tecnología a países subdesarrollados, fundamentalmente en el sudeste asiático. 

Sin embargo, con el ascenso y consolidación de China primero como potencia económica y luego política y militar, las reglas del juego del orden económico neoliberal dejaron de ser tan ventajosas para el capital norteamericano. Por un lado, los chinos incorporaron los adelantos tecnológicos de Occidente y fueron capaces en un corto período de tiempo de replicarlos y superarlos, invirtiendo significativamente en el desarrollo profesional de su fuerza laboral y en la investigación. La presencia de un fuerte estado central con un claro programa de desarrollo constituía un freno contra lo que Marx denominó como “la anarquía de la producción”, al tiempo también que acotaba la penetración e incidencia del capital exterior en el mercado chino. Pronto las empresas del gigante asiático estuvieron en condiciones de competir con sus homólogas occidentales en la arena internacional y, en un corto plazo de apenas dos décadas, han desplazado a Estados Unidos como principal socio comercial de la mayor parte del globo.

La gran contradicción para Estados Unidos hoy es que, aunque tiene grandes reservas de capital financiero y la hegemonía del dólar, además de su poderío militar, no tienen una capacidad productiva real al nivel de la de China. Además, tienen dependencia estratégica de la importación de recursos claves y se han quedado rezagados en áreas tecnológicas centrales, como las comunicaciones o las energías renovables.

Los aranceles de Trump se pueden interpretar, entonces, como un intento por recuperar esa industria norteamericana que se trasladó al exterior en los decenios neoliberales, al tiempo que se crea una burbuja proteccionista que favorezca su desarrollo a pesar de su menor competitividad con respecto a las producciones de terceros países. Un ejemplo que se ha citado mucho en análisis recientes es el de las energías renovables. Los paneles solares producidos en Estados Unidos son significativamente más caros y menos eficientes que los producidos en China. Igual pasa con un importante sector de productos tecnológicos de gama media, el rango de consumo fundamental de la clase trabajadora, donde China ha dominado por una mejor relación calidad-precio.

Muchos otros productos importados verán crecer significativamente su precio en el mercado norteamericano y algunos directamente no tienen sustituto en la producción interna. Desde los vinos franceses y el aceite de oliva español, hasta una gran variedad de frutas y vegetales pasarán a estar cada vez más lejos del poder adquisitivo de la clase trabajadora, contribuyendo, sin dudas, a la dinámica inflacionaria que ya vive el país.


La rápida y "alegre" proceso arancelario, para decapitar la globalización neoliberal" que ya se encontraba en estado de crisis final.

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Estos aranceles son un golpe de gracia a la Organización Mundial del Comercio y a la cacareada globalización. Están en línea con el proyecto de reconfigurar un nuevo orden mundial, sobre nuevas reglas que favorezcan la economía norteamericanaEs una reconstitución hegemónica a punta de pistola económica, que puede acabar siéndolo con armas reales, porque en procesos de crisis de hegemonía se da siempre, de forma inevitable, una agudización de las contradicciones entre las potencias. 

José Ernesto Nováez Guerrero. Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Coordinador del capítulo cubano de la Red en Defensa de la Humanidad. Rector de la Universidad de las Artes,

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jueves, 10 de abril de 2025

LA ARIDIFICACIÓN DEL CLIMA, UNA SILENCIOSA PERO IMPLACABLE AMENAZA GLOBAL.

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“Más incendios, erosión y problemas de salud. Una atmósfera más sedienta y una vegetación más seca contribuyen asimismo a incrementar el riesgo de incendios, como tristemente se está observando en las regiones con clima mediterráneo. Un ejemplo son los devastadores incendios recientes en California. La degradación de la vegetación y los suelos incrementa su exposición a la erosión por los agentes atmosféricos, aumentando asimismo el riesgo y la peligrosidad de las inundaciones o las tormentas de arena. El descenso en la productividad afecta igualmente a los cultivos y los pastos, comprometiendo en gran medida la seguridad alimentaria de países con gran dependencia en el sector primario, e incrementando las tasas de pobreza de las poblaciones que dependen directa e indirectamente de una agricultura y ganadería basadas en escasas y erráticas precipitaciones o en sistemas de regadío poco sostenibles.

"En casos extremos la escasez de alimentos, de agua y el incremento de la pobreza contribuyen, junto a otros factores socioeconómicos, a potenciar los movimientos migratorios en masa como los que afectan desde hace décadas al Sahel. En última instancia, la escasez hídrica, la infraalimentación, el peligro de incendios o las tormentas de arena, derivados de la aridez climática, están relacionados con un incremento de la morbilidad, en un amplio rango de afecciones a la salud humana –incluyendo problemas cardiorrespiratorios, digestivos y musculoesqueléticos– o generando muertes directas e incrementando la mortalidad infantil. Todos estos impactos, que suceden de forma escalonada y con complejas interacciones, han sido documentados en el informe, y demuestran la amenaza global que supone la aridificación del clima.

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La aridificación del clima, una silenciosa pero implacable amenaza global.

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LA ARIDIFICACIÓN DEL CLIMA, UNA SILENCIOSA PERO IMPLACABLE AMENAZA GLOBAL.

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Por Enrique Morán Tejeda. Sergio Vicente Serrano. |10/04/2025/ Ecología Social.

Fuente Revista Rebelión jueves 10 de abril del 2025

Fuentes: The Conversation

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El pasado mes de diciembre se celebró en Riad (Arabia Saudí) la 16 Conferencia de las Partes (COP) de la Convención de las Naciones Unidas para la lucha contra la desertificación, en la que se presentó el informe The Global Threat of Drying Lands: Regional and Global Aridity Trends and Future Projections, en cuya elaboración participamos los firmantes de este artículo.

En el informe se analizan, por un lado, las tendencias pasadas en el índice de aridez (cómputo del ratio entre la precipitación y la evapotranspiración potencial) sobre la superficie terrestre y las proyecciones para escenarios futuros de cambio climático. Y se sintetiza, por otro lado, la literatura científica disponible hasta la fecha sobre los impactos que el incremento en la aridez climática tiene sobre los ecosistemas, las poblaciones y la sociedad en general.

Un clima se considera árido cuando la precipitación no llega al 75 % de la demanda evaporativa de la atmósfera (o evapotranspiración potencial), condiciones que limitan la disponibilidad de agua para el desarrollo de la vegetación y, por tanto, para los ecosistemas y sociedades. De ese valor para abajo se establecen diferentes niveles de aridez, hasta los climas hiperáridos, caracterizados por sus paisajes desérticos.



Un mundo cada vez más árido

Los resultados del informe indican que entre 1990 y 2020 el 70 % de las tierras emergidas experimentaron condiciones de mayor aridez que en las décadas anteriores y el 30 % restante condiciones de mayor humedad. Además, se incrementó en un 3 % (4 millones de km², el equivalente a la mitad de Australia) la extensión del territorio categorizado dentro de los tipos de clima áridos.

Las regiones que experimentaron un mayor incremento de la aridez se sitúan al oeste de los Estados Unidos, la península de Yucatán, el noreste de Brasil, la región Mediterránea, el Sahel y el Rift Valley en África, el sudeste de Australia y grandes extensiones de China y Mongolia.

Esta expansión de los climas áridos, unida al aumento demográfico, significa que en las últimas tres décadas se ha duplicado la población mundial que vive bajo condiciones de aridez, pasando de 1 200 millones en 1990 a 2 300 millones de habitantes en 2020. Las proyecciones climáticas a futuro indican que esta cifra podría subir hasta los 5 000 millones y que otro 3 % de las actuales regiones con clima húmedo pasarán a tener un clima árido a finales de siglo.



Una consecuencia del cambio climático

El cambio climático antropogénico está detrás de buena parte de esta tendencia a la aridificación del clima.

Un principio básico de la termodinámica indica que la cantidad de vapor de agua que puede contener el aire se incrementa a medida que aumenta la temperatura de este (un 7 % más por cada grado). En lenguaje técnico, se incrementa el déficit de presión de vapor, lo que en términos coloquiales equivale a decir que conforme aumenta su temperatura, más “sediento” se vuelve el aire.

Tanto las observaciones como las simulaciones climáticas sobre una atmósfera cada vez más cálida corroboran este fenómeno que hace incrementar la evaporación de las superficies, contribuyendo a aumentar la aridez de los climas terrestres, a pesar de que se estén registrando mayores precipitaciones en algunas regiones. En concreto, el informe estima que la aridificación de 1.5 millones de km² está directamente relacionada con el calentamiento global derivado del incremento de gases de efecto invernadero en la atmósfera por la actividad humana.

El incremento en la aridez climática tiene unos efectos lentos, pero sostenidos y estructurales, sobre los ecosistemas y las poblaciones humanas. El descenso en la disponibilidad de agua incrementa el estrés hídrico de las plantas, afecta al ciclo de nutrientes, al microbiota y a la fertilidad del suelo. Ello deriva en un descenso en la productividad vegetal y en la biodiversidad, contribuyendo a una degradación sistémica de la cubierta vegetal y del suelo, proceso conocido como “desertificación”.


Este es el mapa actualizado de los incendios en California. 

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Más incendios, erosión y problemas de salud

Una atmósfera más sedienta y una vegetación más seca contribuyen asimismo a incrementar el riesgo de incendios, como tristemente se está observando en las regiones con clima mediterráneo. Un ejemplo son los devastadores incendios recientes en California.

La degradación de la vegetación y los suelos incrementa su exposición a la erosión por los agentes atmosféricos, aumentando asimismo el riesgo y la peligrosidad de las inundaciones o las tormentas de arena.

El descenso en la productividad afecta igualmente a los cultivos y los pastos, comprometiendo en gran medida la seguridad alimentaria de países con gran dependencia en el sector primario, e incrementando las tasas de pobreza de las poblaciones que dependen directa e indirectamente de una agricultura y ganadería basadas en escasas y erráticas precipitaciones o en sistemas de regadío poco sostenibles.

En casos extremos la escasez de alimentos, de agua y el incremento de la pobreza contribuyen, junto a otros factores socioeconómicos, a potenciar los movimientos migratorios en masa como los que afectan desde hace décadas al Sahel.

En última instancia, la escasez hídrica, la infraalimentación, el peligro de incendios o las tormentas de arena, derivados de la aridez climática, están relacionados con un incremento de la morbilidad, en un amplio rango de afecciones a la salud humana –incluyendo problemas cardiorrespiratorios, digestivos y musculoesqueléticos– o generando muertes directas e incrementando la mortalidad infantil.

Todos estos impactos, que suceden de forma escalonada y con complejas interacciones, han sido documentados en el informe, y demuestran la amenaza global que supone la aridificación del clima.


La selva tropical recupera el 80% el carbono y la fertilidad del suelo, tras 20 años de regeneración.

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¿Qué podemos hacer?

La constatación de esta realidad climática y sus efectos urge a la implantación de medidas de mitigación, como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, aunque a corto plazo no servirían para revertir la tendencia al aumento de la aridez. Por ello, el informe recomienda fortalecer la gobernanza e impulsar políticas que favorezcan la inversión pública y privada en la implementación de medidas de adaptación.

Estas medidas deben integrar tanto el conocimiento tradicional de las poblaciones que se han adaptado históricamente a estas condiciones –por ejemplo, adecuando las técnicas y especies de cultivo o de pastoreo–, como soluciones que apliquen las nuevas tecnologías, por ejemplo, en un uso más eficiente del agua.

Se recomienda igualmente incrementar el conocimiento y la información de las poblaciones afectadas con programas educativos, con sistemas de información climática y monitoreo de la aridez, desarrollando programas de evaluación de impactos y guías de buenas prácticas e integrando a las comunidades más afectadas en los procesos de toma de decisión. Es un reto, se concluye, que debe implicar transversalmente a todos los sectores de la sociedad.

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Enrique Morán Tejeda. Profesor de Climatología, Universitat de les Illes Balears.

Sergio Vicente Serrano. Profesor de Investigación. Climatología, Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC).

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