&&&&&
“En otro giro no previsto, el domingo
22, el líder supremo de Irán, Alí Jamenei, habría delegado todo
su poder en la Cámara Suprema de la Guardia
Revolucionaria, la que, de confirmarse, podrá ahora tomar una decisión
nuclear sin consultarlo ni obtener una fatwa religiosa, lo
que supondría un cambio estratégico importante en la estructura del gobierno iraní. Además, esa decisión
sentaría las bases para la era post-Jamenei:
ante su eventual asesinato, la Guardia
controlaría temporalmente el país hasta que se nombre al nuevo líder, sin crear
un vacío de poder ni el colapso de la cadena de mando. En lo que podría ser el
comienzo de una nueva fase en el gran
juego geopolítico en Medio Oriente, Irán
tendría temporalmente un gobierno militar, lo que aumentará la probabilidad de
una toma de decisiones menos conciliadoras y posturas más duras hacia Israel, el Golfo, EEUU e, incluso, el
programa nuclear iraní. En ese contexto, y superando el
cinismo de Joe Biden, en su
confabulación con Netanyahu, Trump acaba de ejecutar una rutina barata del
policía bueno y el policía malo, de consecuencias imprevisibles: según
expresidente ruso, Dmitri Medvédev, una serie de países están dispuestos a
suministrar directamente armas nucleares a Irán
y, de persistir en sus propósitos bélicos, EEUU
podría ser arrastrado a una nueva guerra con perspectiva de operación terrestre.
“A manera de colofón, cabe consignar que entre los analistas
militares persisten las dudas sobre el éxito de los bombardeos de EEUU. A manera de ejemplo, el exoficial de
inteligencia del Cuerpo de Marines,
Scott Ritter, calificó los ataques del Pentágono
contra instalaciones nucleares iraníes como "maniobras para salvar las apariencias" que no lograron ningún objetivo estratégico. A su vez, como
mencionamos al principio, el martes 24,
CNN, NBC News y The New York Times,
difundieron una evaluación temprana de la Agencia de Inteligencia de Defensa y el Comando Central de EEUU
-presuntamente filtrada por Israel-,
que señala que los ataques a las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán no lograron destruir los componentes
centrales del programa atómico de Teherán y probablemente solo lo retrasaron
seis meses, lo que contradice los categóricos dichos de Trump y el Pentágono de que la operación militar tuvo un "éxito abrumador" y efectos
similares a los de las bombas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial.
/////
TRUMP SE DESDOBLA ENTRE SU
PULSIÓN EXTERMINADORA Y SU YO MESIÁNICO.
*****
El análisis de la coyuntura, tras
derrumbarse algunos mitos y mentiras, deja varias conclusiones de tipo
provisional
Carlos Fazio, La
Haine.
Fuente. Jaque al Neoliberalismo lunes 7
de julio del 2025.
En sólo tres días, del 21 y 23 de junio,
una alocada y frenética sucesión de hechos que incluyó el bombardeo de tres
centrales nucleares pacíficas iraníes, puso al mundo al borde de una gran
conflagración bélica y culminó con un inestable y transitorio cese al fuego
entre Irán y el eje EEUU/Israel que
podría derivar en una guerra de desgaste
con implicaciones geopolíticas de signo incierto. No obstante -y más allá del reality
show protagonizado urbi et
orbi por Trump, que incluyó
una histriónica campaña de intoxicación propagandística-, el análisis de la
coyuntura, tras derrumbarse algunos mitos y mentiras, deja varias conclusiones
de tipo provisional.
En particular, que Irán y el régimen de los ayatolás son un hueso duro de roer para la potencia imperial y sus vasallos; el tan cacareado Domo de Hierro que garantizaba la seguridad de Israel resultó un fiasco, y según una evaluación temprana de la Agencia de Inteligencia de Defensa y el Comando Central de EEUU -presuntamente filtrada por Israel y difundida por CNN, NBC News y The New York Times-, los ataques a las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán no lograron destruir los componentes centrales del programa atómico de Teherán y probablemente solo lo retrasaron seis meses, lo que contradice los categóricos dichos de Trump y el Pentágono de que la operación militar tuvo un "éxito abrumador" y efectos similares a los de... ¡Hiroshima y Nagasaki!
Trump,
Netanyahu y la ruptura limpia.
El 21 de junio la guerra
infinita del Estado imperial dio un nuevo giro. Como adelantó Seymour Hersh dos días antes de los
hechos, tras sucumbir a las presiones del Estado profundo (deep state) y
ordenar atacar de manera artera e ilegal tres instalaciones nucleares pacíficas
de Irán, el presidente Donald Trump escaló la guerra de
agresión iniciada, con su consentimiento, por el subimperialismo israelí en Medio Oriente.
Ya entonces, el
canciller alemán Friedrich Merz, un
halcón y exCEO de BlackRock, había dicho sin sutilezas
que el régimen expansionista de Benjamín
Netanyahu hacía el "trabajo
sucio" (Drecksarbeit) "para
todos nosotros", en implícita alusión a las potencias del Occidente
colectivo. Y ahora, asesorado por el director de la CIA, John Ratcliffe, y el comandante general del Comando Central (CENTCOM) del Pentágono, Michael Kurilla -vehículos del
Mossad y del complejo militar-industrial de Israel, y financiados, como él,
por el Comité de Asuntos Públicos
EEUU-Israel (AIPAC), que se describe a sí mismo como un "lobby pro-israelí" ante el Congreso y la Casa Blanca-, usando como
distractor el señuelo "nuclear"
iraní, Trump repite el esquema de George
W. Bush en su ataque a Irak, en 2003.
En la agresión a Irak, Washington
esgrimió que Sadam Hussein poseía
armas de destrucción masiva, lo que en tiempo real advertimos que era falso;
ahora, Trump usó como excusa que
Irán está cerca de alcanzar el arma nuclear, otra mentira fabricada por las
usinas de propaganda de EEUU, Reino
Unido e Israel, reiterada durante 30 años una veintena de veces (la
estrategia de Goebbels de repetir la misma patraña muchas
veces) -según consignaron The
Intercept y otros medios-, por el cínicamente psicótico Netanyahu, quien ha recurrido de manera sistemática a esa
narrativa para manipular la mentalidad paranoica del fundamentalismo judío a
fin de fortalecer el ultranacionalismo del gobierno de extrema derecha que él
lidera.
Cabe remarcar que
tampoco es una guerra preventiva ni defensiva. EEUU y su proxy en Medio Oriente son dos potencias nucleares
(según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo [SIPRI],
el arsenal nuclear del régimen israelí cuenta con unas 90 ojivas en el reactor
de Dimona y un escuadrón nuclear de 125
cazas) que, al margen de la Carta de la
ONU y el derecho internacional, atacaron a un país soberano (lo que da a
Irán el derecho a la legítima defensa). Se consumó, así, la revelación del
excomandante supremo de la OTAN, el
general Wesley Clark, en 2003, poco después del 11-S: para dominar Medio Oriente, EEUU planeaba atacar y destruir
los gobiernos de siete países, empezando por Irak, luego Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán y culminando con Irán.
Con
un antecedente: en 1996, Netanyahu y sus asesores
estadounidenses (entre los que se encontraban Paul Wolfowitz, Douglas Feith, Victoria "Fuck Europe" Nuland,
Hillary Clinton, Joe Biden, Richard Perle y Elliott Abrams, entre otros),
idearon una estrategia denominada "Clean Break" (ruptura limpia),
que definía que Israel no se retiraría de los territorios palestinos
conquistados en la guerra de 1967 a
cambio de la paz en la región. En su lugar, Israel remodelaría Medio
Oriente a su antojo. En septiembre de 2023, Netanyahu presentó en la Asamblea
General de la ONU un mapa del "Nuevo
Medio Oriente" que borraba por completo el Estado palestino. Y en
septiembre de 2024 dio más detalles sobre ese plan mostrando dos mapas: una
parte de Medio Oriente era una
"bendición", y la otra, que incluía a el Líbano, Siria, Irak e Irán, una maldición. El plan abogaba por un cambio de régimen en esos últimos países, por lo que la guerra de
Israel y EEUU contra Irán es el
movimiento final de una estrategia que lleva décadas.
A su vez, la operación
militar-ideológica-propagandística coordinada y puesta en
marcha por el binomio Trump/Netanyahu, alegando que lo que estaba en juego era
la propia "existencia" del Estado
israelí, es deshonesta y falsa. Las negociaciones sobre el tema nuclear
propuesta por Trump a Teherán fueron
una trampa y un engaño diplomático destructivo para permitir a al régimen
israelí atacar. Además, al agitar el arma nuclear iraní como casus belli, Trump cometió perfidia, ya que al exigir negociar al régimen de los ayatolás apeló a
la buena fe del adversario con intención de traicionarlo, práctica considerada
prohibida por el derecho internacional consuetudinario y los Convenios de Ginebra de 1977, que
constituye un crimen de guerra grave en los conflictos armados internacionales.
Los informes del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no han aportado prueba alguna al respecto, con independencia de que su director, el argentino Rafael Grossi, con base en los datos del algoritmo de contrainteligencia Mosaic de Palantir (la plataforma de sofware de Peter Thiel, uno de los mecenas de Trump), había filtrado información sensible sobre las plantas nucleares iraníes al régimen de Netanyahu para facilitar los bombardeos, mancillando la neutralidad del organismo de la ONU. Así, sin mediar declaración de guerra, los ataques a las centrifugadoras nucleares iraníes por EEUU e Israel no fueron más que un pretexto. Más allá de los propios intereses expansionistas del régimen sionista de Tel Aviv, el objetivo de la guerra fue consolidar el dominio de Israel como enclave de los imperialismos occidentales en Medio Oriente, un plan indisociable de la estrategia estadunidense de mantener su hegemonía mundial frente a China y los países miembros del BRICS.
¡Es
la geopolítica, estúpido!
Según escribió Michael Hudson
sobre los motivos de Trump para
atacar a Irán, lo que está en juego
es el intento de Washington de
controlar Medio Oriente y su petróleo como piedra angular del poder
económico estadunidense durante un siglo, e impedir que otros países avancen
hacia la creación de su propia autonomía frente al orden neoliberal centrado en
la Casa Blanca, el Capitolio y el Departamento del Tesoro a través del
FMI, el Banco Mundial y otras instituciones internacionales. Hudson denunció, asimismo, que desde
mediados de los años 70s., cuando se hablaba de la creación de un Nuevo Orden Económico Internacional, la
estrategia militar del Pentágono ya contemplaba derrocar al gobierno de Irán y
dividir al país en partes étnicas, como vía para establecer una dictadura
cliente potencial, clave para remodelar la orientación política tanto iraní
como pakistaní en caso necesario (la estrategia seguida después en la ex-Yugoslavia, Afganistán, Libia y Siria).
Trump, como su antecesor, Joe Biden,
definieron a China como el enemigo principal. Desde el punto de
vista de los estrategas neoconservadores, el surgimiento del socialismo
industrial impulsado por el Partido
Comunista chino (el coloso asiático dejó de ser la fábrica barata del orbe
y la fuerza de su economía se centra hoy en la densidad tecnológica, la escala
productiva, la automatización, la eficacia logística y la capacidad de
innovación aplicada), supone un peligro existencial para el control unipolar de
EEUU, al proporcionar un modelo al
que países como Rusia, India, Irán,
Venezuela y otros han comenzado a seguir como alternativa estratégica, con
el objetivo de recuperar la soberanía nacional, desafiando la hegemonía del
dólar al utilizar sus monedas nacionales en el intercambio comercial bilateral,
evadiendo el sistema de pagos
interbancario SWIFT.
En ese sentido, no
se trata de la guerra a Irán, sino
-en una lógica geoestratégica estructural, por vía indirecta- contra China y los países del BRICS, que han venido consolidando un
orden multipolar con eje en la Carta de
la ONU y el derecho internacional. Por su ubicación geográfica y sus
materias primas (en particular el petróleo), Irán es una de las piezas críticas
del ajedrez global. De allí que no sea baladí que los primeros misiles
disparados por Israel contra el territorio iraní el 13 de junio, se hicieron
poco después de la llegada del primer tren desde Xi'an, en China, a Aprin, un centro logístico en Irán, el 25 de mayo pasado, lo que
constituye un logro geoeconómico de Pekín
en la carrera de los corredores de conectividad multimodal estratégicos del siglo XXI con EEUU y Europa.
China e Irán son dos países miembros del
BRICS, vinculados además por un Tratado de Asociación Estratégica Amplia con Rusia, e Irán es miembro de la Organización de Cooperación de Shanghai.
Así, la esencia de la nueva ruta ferroviaria entre ambos, construida desde 2021
en el marco de la iniciativa "Una
Franja y una Ruta", es simple: los productos industriales chinos
llegan ahora a Irán directamente por tierra, eludiendo todas las zonas de
influencia, bases militares y el control de las sanciones de EEUU. y la Comunidad Europea.
Pero Irán no solo recibe suministros,
sino que se convierte en un nodo logístico clave que conecta, al sur, el
corredor Norte-Sur, desde San Petersburgo en el Báltico, a través
a través de Rusia, el Mar Caspio y
la India; al oeste, el acceso terrestre a Irak, Siria, Turquía y el
Mediterráneo; al este, el acceso directo a las cadenas de suministro chinas. Además, la ruta terrestre
erosiona el monopolio del tráfico marítimo, especialmente, en condiciones donde
dos áreas clave, los estrechos de Ormuz
y Suez, están controlados y monitoreados por EEUU y sus aliados. Irán ha superado gradualmente su aislamiento
logístico, convirtiéndose en un enlace entre China, Rusia, India y Oriente Medio, y esa integración de la nación
persa en la logística trans asiática disparó el intento de la administración Trump de destruirla sistémicamente. Si EEUU logra bloquear a Irán y
convertirlo en un Estado cliente, se interrumpe el largo corredor de transporte
que China espera construir y,
también, para bloquear el desarrollo ruso a través del Caspio.
Visto así, la motivación de los ataques de EEUU e Israel no tiene nada que ver con el intento de Irán de proteger su soberanía nacional desarrollando una bomba atómica. El problema de fondo es que EEUU tomó la iniciativa intentando adelantarse a Irán y a otros países para que no rompan con la hegemonía del dólar, pero, además, en el caso iraní, Trump y Netanyahu mencionaron, explícitamente, la intención de un cambio de régimen, no necesariamente democrático secular, sino quizás una extensión de los terroristas wahabitas sirios de ISIS-Al Qaida.
¿Las
"bombas rompe búnkeres", realidad o fantasía?
Por otra parte, la táctica de
decapitación selectiva instrumentada por Israel en el
marco de la blitzkrieg del 13 de
junio, con base en la doctrina militar de Shock and awe (Conmoción y pavor) -que combinó el ataque de
saturación de 200 cazas con el accionar de agentes clandestinos de sus
servicios de espionaje (el Mossad y la Dirección
de Inteligencia Militar, incluidos elementos de la Unidad 8200) y células
dormidas de colaboracionistas iraníes diseminados en el territorio
iraní (que siguiendo la agenda terrorista del gabinete de guerra de Netanyahu, con carros bomba, sabotajes
y asesinatos callejeros, sembraron caos y destrucción en Teherán y otras
ciudades)-, estaba dirigida a
desarticular la cadena de mando y provocar confusión en sus fuerzas
armadas. Pero no dio resultado; Irán había previsto sucesivos mandos de
remplazo, y en múltiples rondas de la Operación
Promesa Verdadera III, sometió a Israel
a una destrucción con misíles balísticos y drones nunca antes vista, que,
sorteando el "impenetrable"
Domo de Hierro, impactó bases y centros de mandos militares y de inteligencia y
de varias corporaciones del complejo militar industrial en Tel Aviv, el puerto de Haifa ocupada y otras ciudades; lo que puso
al régimen de Netanyahu en un callejón sin salida y demostró que las
capacidades ofensivas iraníes no se vieron afectadas
por los ataques israelíes.
Tal vez eso fue lo que obligó a Trump
ordenar el ataque contra Irán el 21
de junio. Como señaló el jefe de Estado Mayor del Pentágono, general John Daniel Caine, alrededor de las 5
p.m. ET del sábado, justo antes de que aeronaves de EEUU entraran en el espacio aéreo iraní, un submarino estadunidense
lanzó más de dos docenas de misiles de crucero Tomahawk contra objetivos dentro de Irán. A medida que las aeronaves se acercaban a sus objetivos, EEUU desplegó diversas tácticas de
engaño, incluyendo señuelos... Los bombarderos lanzaron dos bombas "rompe
búnkeres", conocidas como
Penetradores de Artillería Masiva GBU-57
(MOP), sobre el sitio de Fordo alrededor de las 6:40 p.m. ET. Durante los siguientes 25 minutos, según Caine, se lanzaron un total de 14 MOP sobre dos zonas objetivos.
Esa bomba de 13,6 toneladas de
peso se utilizó por primera vez en un ataque. Se dice que tiene la capacidad de
penetrar 60 metros en el interior de la tierra antes de explotar,
logrando así lo que los israelíes no han logrado con sus armas en los últimos
días: destruir las instalaciones nucleares
de Irán, ubicadas en las profundidades de las montañas. Según los iraníes,
eso no ha sucedido, al parecer, porque sus instalaciones nucleares están, al
menos, a 80 metros bajo la
superficie terrestre. Por el contrario,
según Trump, el ataque fue un
"éxito militar espectacular" y las tres instalaciones nucleares
atacadas fueron "completa y
totalmente destruidas".
Horas después de la represalia iraní a
la base aérea estadunidense Al Udeid en
Catar y los mensajes que transmitió
basados en el principio de "reciprocidad", Trump anunció un alto al fuego entre Irán e Israel al amanecer del martes 24 de junio, que entró en vigor a las
7:00 am. de ese mismo día. Así, la guerra iniciada por Israel, con ataques aéreos concentrados contra
instalaciones militares y estratégicas iraníes, dirigidos contra líderes
militares y científicos nucleares, fue decidida por Irán, que, según reconoció el general de reserva israelí Yom Tov Samia, fue quien controló y
determinó el momento del alto al fuego.
Algunas conclusiones
preliminares permiten aventurar que los objetivos bélicos de EEUU e Israel fracasaron. De acuerdo con un reporte de la página web
árabe Al Mayadeen, datos políticos y de campo revelaron el fracaso
de la agresión en lograr sus objetivos más importantes, en particular, el
derrocamiento del régimen del ayatolá Sayyed
Ali Khamenei; la destrucción del programa nuclear iraní, y la eliminación
de su capacidad misilística. Citado por el medio, el miembro del Likud en la Kneset, Amit Halevy,
reconoció al respecto que "el régimen iraní llegó para quedarse, y aún posee misiles y la capacidad de disparar contra Israel".
A su
vez, y más allá de la
bruma de la guerra, según publicó en su blog el analista de inteligencia
canadiense Patrick Armstrong, citado
por la página venezolana Misión Verdad,
Irán es mucho más poderoso de lo que mucha gente pensaba; los
sistemas de defensa aérea occidentales no son muy eficaces; los misiles
hipersónicos iraníes son invulnerables y muy aterradores y Teherán sabe ahora qué misiles de su arsenal son más efectivos y cuáles absorben con mayor efectividad la
defensa aérea del enemigo y construirá en consecuencia; Israel ha agotado las células durmientes y la penetración de
inteligencia que había desarrollado en Irán.
No está de más apuntar que quien disparó
el tiro final fue Irán, que emergió de la guerra imponiendo nuevas reglas de
combate y demostrando que la disuasión no es una teoría, sino una realidad
sobre el terreno. En ese sentido, el Consejo
Supremo de Seguridad Nacional iraní
comentó que Irán había logrado una
victoria y "obligado a los enemigos a solicitar un alto al fuego". A
su vez, el periódico israelí Maariv
también reconoció que "Irán emergió de la guerra
fortalecido", y
el exministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, consideró que
"el resultado de la guerra contra
Irán fue discordante y amargo para Israel"
En otro giro no
previsto, el domingo 22, el líder supremo
de Irán, Alí Jamenei, habría delegado todo
su poder en la Cámara Suprema de la Guardia
Revolucionaria, la que, de confirmarse, podrá ahora tomar una decisión
nuclear sin consultarlo ni obtener una fatwa religiosa, lo que
supondría un cambio estratégico importante en la estructura del gobierno iraní.
Además, esa decisión sentaría las bases para la era post-Jamenei: ante su eventual asesinato, la Guardia controlaría temporalmente el país hasta que se nombre al
nuevo líder, sin crear un vacío de poder ni el colapso de la cadena de mando.
En lo que podría ser el comienzo de una
nueva fase en el gran juego geopolítico en Medio
Oriente, Irán tendría temporalmente un gobierno militar, lo que aumentará
la probabilidad de una toma de decisiones menos conciliadoras y posturas más
duras hacia Israel, el Golfo, EEUU
e, incluso, el programa nuclear iraní.
En ese contexto, y
superando el cinismo de Joe Biden,
en su confabulación con Netanyahu, Trump acaba de ejecutar
una rutina barata del policía bueno y el policía malo, de consecuencias
imprevisibles: según expresidente ruso, Dmitri
Medvédev, una serie de países están
dispuestos a suministrar directamente armas nucleares a Irán y, de persistir en sus propósitos bélicos, EEUU podría ser arrastrado a una nueva
guerra con perspectiva de operación terrestre.
A manera de colofón, cabe consignar que entre los analistas
militares persisten las dudas sobre el éxito de los bombardeos de EEUU. A manera de ejemplo, el exoficial de
inteligencia del Cuerpo de Marines,
Scott Ritter, calificó los ataques del Pentágono
contra instalaciones nucleares iraníes como "maniobras para salvar las apariencias" que no lograron ningún objetivo estratégico. A su vez, como
mencionamos al principio, el martes 24,
CNN, NBC News y The New York Times,
difundieron una evaluación temprana de la Agencia de Inteligencia de Defensa y el Comando Central de EEUU
-presuntamente filtrada por Israel-,
que señala que los ataques a las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán no lograron destruir los componentes
centrales del programa atómico de Teherán y probablemente solo lo retrasaron
seis meses, lo que contradice los categóricos dichos de Trump y el Pentágono de que la operación militar tuvo un "éxito abrumador" y efectos
similares a los de las bombas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial.
Ayer, miércoles 25, durante la cumbre de
la OTAN en La Haya, Trump dijo a los
periodistas:
"Ese golpe (a Irán) puso fin a la guerra. No quiero usar el ejemplo de Hiroshima. No quiero usar el ejemplo de
Nagasaki. Pero fue esencialmente lo
mismo. Aquel impacto acabó con aquella guerra y este con esta".
También arremetió contra los medios y periodistas que citaron la versión
preliminar del Pentágono, en
particular, citó a Allison Cooper, de
CNN; Brian L. Roberts, director de 'Con-cast' en NBC; y Johnny Karl, de la
cadena ABC. En el mismo escrito,
tachó de "tonto" a Roberts y de "perdedores" al
equipo de 'Con-cast'. Y concluyó:
"Nunca termina con los corruptos de los medios y por eso sus índices de
audiencia están en mínimos históricos: ¡cero
credibilidades!"
Al respecto, el
secretario de Defensa de EEUU, Pete
Hegseth, abrió una investigación por
el FBI sobre la filtración de ese informe confidencial.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario