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BIENVENIDOS AL FUTURO EL NEOLIBERALISMO ES INCOMPATIBLE CON LA DEMOCRACIA.
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Ingreso en América latina – Brasil, Chile, Argentina, Uruguay – primero con dictaduras militares y en los 90 destruyó el ESTADO y las DEMOCRACIAS envenenó con la CORRUPCIÓN todas las Instituciones. El neoliberalismo nació en una dictadura, la de Pinochet, implementada por economistas de la Escuela de Chicago. Pero luego se extendió a gobiernos elegidos, en América Latina y Europa. Sin embargo, con el tiempo, el neoliberalismo ha demostrado ser incompatible con la democracia. Brasil es un buen ejemplo. El primer proyecto neoliberal en Brasil fue el del gobierno de Collor de Melo, presidente electo, en 1989 aun con las manipulaciones antidemocráticas de Globo en el debate final con Lula. Collor centró su campaña en dos temas centrales para el neoliberalismo: los funcionarios públicos serían maharajás (reyes) y los automóviles producidos en Brasil serían carrozas. Comenzó con Collor la campaña para criminalizar al Estado y abrir la economía al mercado internacional.
Derrocado por las acusaciones de corrupción, el proyecto neoliberal fue retomado en el gobierno de Itamar Franco, y después por Fernando Henrique Cardoso, quien reformuló el modelo, pero lo continuó. Fue con este proyecto que Cardoso logró ser elegido y reelegido en las elecciones del 1994 y 1998, convenciendo a la mayoría de los brasileños de que el mayor problema en Brasil sería un gasto público excesivo, lo que generaría inflación. Hasta entonces, el neoliberalismo parecía compatible con la democracia. La hegemonía neoliberal se debió a la descalificación del Estado, sus gastos, la exaltación del mercado y los empresarios. Se agotó por la crisis final del gobierno de Cardoso, y su partido nunca más pudo convencer a la mayoría de los brasileños de estas posiciones, perdió su capacidad hegemónica.
Al no hacer políticas sociales, creyendo que el control de la inflación sería suficiente para mejorar las condiciones de vida de los brasileños, el gobierno de Cardoso terminó agotado, con su imagen reducida a su nivel más bajo. Fue el último momento en que el modelo neoliberal sería puesto en práctica por un gobierno elegido en elecciones. Tras la primera victoria de Lula, en 2002, las políticas neoliberales pasaron a ser rechazadas por la mayoría de la población, lo que continuó sucediendo a lo largo otras tres elecciones: 2006, 2010 y 2014. Los gobiernos del PT consolidaron la posición de la mayoría de los brasileños, quienes prefirieron democráticamente las políticas antineoliberales a las políticas neoliberales del PSDB.
Los brasileños consagraron que la democracia era totalmente compatible con el desarrollo económico acompañado de políticas sociales para la distribución del ingreso y la inclusión social. La democracia y el antineoliberalismo se casaron, en el período más virtuoso de la historia brasileña en mucho tiempo. Los cuatro gobiernos del PT han representado y acentuado la hegemonía del modelo antiliberal. Fue necesario romper la democracia, con un golpe de estado contra Dilma, sin ninguna base legal, para que las políticas neoliberales volvieran a ser puestas en práctica, en el gobierno de Michel Temer. Un gobierno ilegítimo, no elegido por el pueblo, asumió la reanudación del modelo antidemocrático neoliberal.
El gobierno de Bolsonaro y su política ultraliberal solo fueron posibles cambiando los temas de la campaña a otros temas que no sean económicos y sociales. Pero, además, por la monstruosa manipulación electoral: impidieron a Lula, favorito para ganar las elecciones en la primera vuelta -proponiendo el modelo antineoliberal– e instrumentalizaron las fake news para falsear el proceso electoral. Muchas personas hoy están en contra de Bolsonaro –el 70%, según las encuestas-, sin estar en contra del neoliberalismo. Incluso aceptan que no vivimos una democracia plena, porque el presidente comete todos los delitos de responsabilidad, él y sus hijos están involucrados en casos de corrupción, pero las instituciones no trabajan para sacarlo de la presidencia. Los medios están frontalmente en contra de Bolsonaro, algunos incluso se pronuncian por la necesidad de sacarlo del gobierno, pero sin oponerse a la política económica neoliberal.
Sin embargo, no se dan cuenta de que solo sin democracia, solo con un estado de excepción, es posible tener un gobierno que implemente una política económica contra las necesidades de la gran mayoría de las personas. Una política económica que solo favorece a los bancos privados y al capital especulativo, promoviendo la recesión y la depresión económica, así como el desempleo y la precariedad a los que la gran mayoría de los brasileños están condenados. Solo con un retorno a la democracia será posible que la mayoría de la población exprese su voluntad mayoritaria, lo que choca directamente con el modelo neoliberal, priorizando el desarrollo económico con distribución de ingreso, luchando en contra la pobreza, la miseria, el hambre y la exclusión social, solo son posibles con el retorno a políticas antineoliberales. Emir Sader.
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LA TERCERA DÉCADA LATINOAMERICANA.
"Las Vías Abiertas de América Latina".
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Emir Sader |10/10/2020 | América latina y el Caribe.
Rebelión domingo 11 de octubre del 2020.
En este artículo Emir Sader propone elaborar un análisis de las dos últimas décadas en América Latina para construir un nuevo futuro alternativo.
El siglo XX se anunciaba como un siglo de revoluciones y contrarrevoluciones ya en su primera década, con la masacre de la Escuela de Santa María de Iquique y la Revolución Mexicana. La segunda década contó con la Reforma Universitaria de Córdoba y las movilizaciones populares que propiciaron la fundación de los Partidos Comunistas y Socialistas. La tercera década fue abierta con las sublevaciones populares lideradas por Sandino y por Farabundo Martí, en Nicaragua y en Salvador. Todo confirmaba los presagios del cambio de rumbo del siglo.
El siglo XXI comenzaba en un contexto de viraje conservador en el mundo, con sus reflejos en Latinoamérica, territorio dónde se concentra la mayor cantidad de gobiernos neoliberales, en sus modalidades más radicales. La última década del siglo XX fue la del auge de la hegemonía neoliberal en el continente, que se imponía como consenso, en el marco internacional del Consenso de Washington y del pensamiento único. El ministro de Asuntos Exteriores de Brasil, que aceptó sacar los zapatos para entrar en un aeropuerto de los EE UU [N. de ed.- en referencia a Celso Lafer, ministro de Fernando Henrique Cardoso], y el deseo de Carlos Menem de establecer “relaciones carnales” con EE UU, son símbolos de la postura de total subordinación de los gobiernos del continente con Washington en aquella década.
Pero la primera década del siglo XXI en Latinoamérica sorprendió, con una ola de reacción a los gobiernos neoliberales, cambiando radicalmente el escenario político en el continente y constituyéndose, una vez más, en el epicentro de las luchas en el plano internacional. Al solitario triunfo electoral de Hugo Chávez en Venezuela, todavía a fines del siglo, vino a sumarse la victoria de Lula en Brasil. Chávez compareció en la toma de posesión del nuevo presidente brasileño, manifestando que, finalmente, dejaría de estar solo en la lucha.
El abrazo de Lula a Néstor Kirchner, en la toma de posesión de NK, durante el transcurso del primer año del nuevo gobierno brasileño fue un hecho que marcaría la primera década del siglo en Latinoamérica. Los dos gobiernos se convertirían en el eje de los procesos de integración regional que nacían en aquel momento. Cuando los dos fueron a la toma de posesión de Tabaré Vázquez, en Uruguay, ya tenían claro que nacía un proyecto con dimensiones estratégicas para Latinoamérica. A ese proceso se sumarían después Bolivia, con el extraordinario triunfo de Evo Morales, y Ecuador, con el de Rafael Correa, quién ha manifestado que ya no se trataba de una nueva época de cambios, sino de un cambio de época.
Esos seis gobiernos han protagonizado, en la primera década del nuevo siglo, la lucha contra el neoliberalismo y la construcción de gobiernos post neoliberales. A contramano del capitalismo a escala mundial, lograron disminuir las desigualdades en esos países, fortalecieron la presencia del Estado y desarrollaron procesos de integración regional e intercambio Sur-Sur. Tuvieron un extraordinario éxito, haciendo de ésa, la década más importante de la historia de esos países.
Con el tránsito hacia la segunda década del siglo XXI se empezaban a notar elementos de recuperación de la iniciativa de la derecha y algunas debilidades de esos gobiernos post neoliberales, que supusieron que la segunda década estuviese marcada por una contraofensiva de la derecha, que logró restablecer gobiernos neoliberales en países como Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia e Uruguay, desarticulando el eje de gobiernos anti neoliberales que macara la primera década.
A lo largo de la década, el neoliberalismo demostró el escaso recorrido que tienen sus políticas, hasta el punto de que, en Argentina, en las primeras elecciones presidenciales que tuvieron lugar, el neoliberalismo ha sido desplazado de nuevo del gobierno. En otros países como Ecuador y Brasil, se ha confirmado que la derecha sólo dispone del modelo neoliberal, puro y duro, que les está llevando al fracaso. Que tienden a ser derrotados en disputas electorales democráticas, frente a lo cual han puesto en práctica su estrategia de judicialización de la política, poniendo en práctica nuevas formas de golpes, como ejemplifican los casos de Brasil y de Bolivia, que muestran la debilidad de la derecha antes que su fuerza.
Cuando llegamos al final de la segunda década, hay una disputa abierta sobre el carácter que tendrá la tercera década en Latinoamérica. Las elecciones en Bolivia y Ecuador, así como el desenlace de la crisis brasileña, definirán los rasgos de esa nueva década. En caso de que la izquierda triunfe, esos nuevos gobiernos se sumarán al de Argentina, contando, en cierta medida también con el de México –limitado por los tratados de libre comercio que tiene con EE UU-, así como el de Venezuela, para recomponer el eje de gobiernos antineoliberales. En la medida que la derecha mantiene el neoliberalismo como su bandera, esos gobiernos tendrán que caracterizarse, ante todo, por su anti neoliberalismo.
Cuando surgió la crisis de esos gobiernos, hace algunos años, Rafael Correa convocó a una reunión en Guayaquil, una reunión de balance sobre los cambios que se aproximaban, en la que participaron también, entre otros, Pepe Mújica y representantes de Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay. Se tomó la decisión de publicar un libro con el balance de la situación y las perspectivas de los seis gobiernos. Yo coordiné en aquel momento la publicación del libro que tomó por título Las vías abiertas de América Latina (Octubre, 2016), publicado en Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia.
En ese libro Álvaro García Linera, Rene Ramírez, Ricardo Forster, Constanza Moreira, Alfredo Serrano, Manuel Canelas, Juan Guijaro y yo, presentamos nuestras visiones de cada país, introducidos por un análisis general de la tendencia en todo el continente. Este es el momento de hacer algo semejante, con un proyecto de investigación ambicioso, que haga el balance de la primera y la segunda décadas en esos países y proyecte la tercera década.
Es hora de convocar a los intelectuales del pensamiento crítico latinoamericano para sumarse a ese proyecto, que analice y apoye a las fuerzas políticas antineoliberales en la reconstrucción del eje de gobiernos con esa orientación, además de ofrecer análisis sobre las debilidades que han permitido la restauración de la derecha y los reveses de la izquierda, para retomar el proyecto antineoliberal con más profundidad y ampliación de sus plataformas de trasformación económica, política, social y cultural de Latinoamérica.
Un proyecto que puede tomar el libro Las vías abiertas de América Latina como referencia inicial, pero con mayor amplitud de análisis hacia atrás y hacia adelante. Que puede ser uno de los más importantes ejes de investigación en la era pos pandemia, más allá de iniciativas más concretas y puntuales, que permita además recomponer un eje del pensamiento crítico latinoamericano, que tanta falta hace a día de hoy. Un proyecto que puede desembocar en un seminario –virtual o, a lo mejor, el primer seminario de nuevo presencial– y en un libro, publicado en América Latina y en otras regiones, dado que tenemos las experiencias más importantes de lucha antineoliberal. La tercera década latinoamericana puede ser el título que defina los marcos de ese proyecto, condición esencial para que volvamos a avanzar en Latinoamérica.
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