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I CONGRESO MUNDIAL DE EDUCACIÓN en defensa de la EDUCACIÓN PÚBLICA y contra el neoliberalismo educativo. (25 al 27 de setiembre del 2020) Cientos de documentos de trabajo, debates previos y un centenar de exposiciones permitieron evaluar no solo la actual situación educativa mundial sino también diseñar estrategias unitarias para los próximos meses y años. Resalta la convocatoria para el 2021 para una semana de marchas a nivel mundial en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo.
El evento aprobó sendas resoluciones sobre
a) la importancia de impulsar movimientos pedagógicos y fortalecer los existentes coadyuvando a su articulación global,
b) la paz en Colombia, solidaridad con el movimiento social y magisterial de ese país amenazado por la violencia y la represión por parte del Estado,
c) Condena al bloqueo norteamericano a Cuba,
d) exigencia de continuar las investigaciones por parte del estado mexicano respecto a la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa a seis años de no saber de sus paraderos,
e) la demanda de renta básica universal para la población trabajadora de cada uno de los países,
f) la desaparición del educador popular Carlos Lanz Rodríguez demandando al gobierno venezolano que continúe y profundice las investigaciones hasta que aparezca vivo y sano,
g) la urgencia de establecer legislaciones que permitan cobrar impuestos a las grandes fortunas para que la crisis actual no recaiga sobre la clase trabajadora y los pobres,
h) sumándonos a la campaña de Fuera Bolsonaro,
i) a favor de la lucha anti racista en los Estados Unidos y el mundo,
j) sobre la universidad en crisis de pandemia,
k) condena a las medidas coercitivas unilaterales impuestas por la administración norteamericana a Venezuela que afectan fundamentalmente al pueblo venezolano, enfatizando en la necesidad de usar las divisas que actualmente se encuentran retenidas en Estados Unidos y Europa, una vez devueltas, para mejorar los salarios de les docentes y la clase trabajadora venezolana,
l) en apoyo a la agenda activa feminista mundial,
m) contra el pago de la deuda externa,
n) sobre la actual crisis ecológica,
o) sobre el derecho a la educación sin arriesgar la vida de docentes y estudiantes por la vuelta a clases en pandemia,
p) de condena al golpe militar en Bolivia
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LA EDUCACIÓN NOS HACE MEJORES.
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Por Agustín Moreno | 02/10/2020 | Cultura.
Fuentes: Cuarto poder
Rebelión viernes 2 de octubre del 2020.
Uno para todos es una película necesaria porque plantea que hay que repensar cómo educamos y la importancia de centrarnos en lo esencial»
«La película nos recuerda algo mucho más importante: no hay educación sin afecto. Del profesor hacia su alumnado, del alumnado entre sí»
«Un profesor puede cambiarte la vida y un alumno también. La escuela puede ser el lugar donde nacen los sueños, donde se aprende a convivir y donde se desarrollan valores humanos».
Acabo de ver Uno para todos, una película de David Ilundain -director de Bárcenas– protagonizada por David Verdaguer. Se basa en una historia real: un maestro interino es destinado a la escuela pública de un pueblo que no conoce, donde será tutor de una clase de sexto de primaria y tendrá que gestionar la reincorporación al aula de un alumno enfermo de leucemia y las relaciones dentro del grupo. De aquella experiencia nació el “Proyecto Guillén”, que buscaba mantener el contacto emocional entre un alumno ausente y sus compañeros a través de un blog con los contenidos que se impartían en clase y que se grababan en vídeo. Esta situación puede parecer un caso singular, pero no lo es ya que, en España, por ejemplo, se diagnostican 1.400 cánceres infantiles al año. Quizá por reflejar un hecho real y por el buen trabajo del director y los actores, la película es verosímil y logra conmover al espectador sin tirar de recursos fáciles.
Aunque la historia principal se produce en torno a Carlos, el niño enfermo, la película es, al tiempo, un homenaje al profesorado interino. A esos profesionales marcados por la inseguridad, por la angustia de tener que aprobar las oposiciones, por la incertidumbre de ser llamados o no para poder trabajar, por el temor de la vuelta del profesor titular. Ese profesorado empieza cada curso en un centro o localidad diferente a la que se llega con una maleta cargada de libros y, a veces, de tabaco para soportar la soledad. Son personas que se mueven en ese difícil equilibrio entre el intento de no comprometerse afectivamente con algo que es efímero y los enamoramientos y amores imposibles. Pero combinan una fértil mezcla de entusiasmo, capacidad de adaptación y supervivencia, empatía y amor a la escuela.
Aleix es muy creíble porque no es el profe superguay, sino un profesor normal, que tiene recursos como aprenderse el nombre de sus alumnos desde el minuto uno y controlar bien la clase. Que les ayuda a pensar, les hace trabajar en equipo y va mejorando el espacio físico del aula. Pero es también una persona con sus problemas familiares, con un pasado laboral de precariedad, sus miedos a no saber gestionar el conflicto y su necesidad de encontrar afecto.
El buen cine educativo no abunda en España. Es aquel que plantea la aventura de educar a partir de una situación escolar concreta y que desarrolla el juego de relaciones y emociones entre un grupo de alumnos muy diversos en un contexto determinado. Ilundain huye de ese tipo de cine que convierte a los profesores (generalmente hombres, aunque sea una profesión muy feminizada) en superhéroes que con una guitarra o siendo más macarras que los alumnos malotes se hacen con la clase. Se inserta más en la excelente tradición francesa de cine sobre educación que nos ha dejado joyas como Hoy empieza todo, Ser y tener, La clase o Los chicos del coro.
Es una película necesaria porque plantea que hay que repensar cómo educamos y la importancia de centrarnos en lo esencial (en este caso, en un conflicto que bloquea la clase). Y es más necesaria aún en estos raros tiempos de pandemia. Tiempos en los que no se garantiza la seguridad ni la presencialidad; en los que las familias se ven obligadas a elegir entre educación y seguridad, ante la caótica organización de vuelta a la escuela. Los poderes públicos tienen la obligación de intentar conseguir la máxima seguridad posible. Para ello hay que invertir lo que sea preciso. Y aunque el Gobierno central ha puesto 2.000 millones de euros a disposición de las comunidades autónomas, no es una cifra suficiente y hay que recordar que todavía se deben 9.000 millones a la educación por los recortes de la etapa Rajoy. También le ha faltado valentía del Gobierno central para fijar una ratio máxima que obligase a organizar espacios, desdoblar grupos y contratar a profesorado interino –como Aleix-, algo que han hecho masivamente países como Italia.
La película habla del uso de la tecnología (vídeo juegos) para trabajar en común, crear cohesión e integrar al alumno que no puede asistir a clase por estar hospitalizado. Pero la película nos recuerda algo mucho más importante: no hay educación sin afecto. Del profesor hacia su alumnado, del alumnado entre sí, superando los graves problemas de convivencia existentes que vuelven aflorar como todo lo que no se trata y cura. Es irrenunciable la presencialidad, porque sin afecto el proceso de educación-aprendizaje no funciona de forma óptima y porque con la educación online un tercio del alumnado se descuelga y aumentan las desigualdades educativas y sociales.
Como decía Dantón, la educación siempre debe ser lo primero. Porque se educa fundamentalmente para ser personas. Porque su finalidad es esa: acompañar a los niños y niñas y a la juventud en su proceso de convertirse en individuos formados, informados y comprometidos con la mejora de su sociedad. Porque les ayuda a crecer, a superar etapas en su desarrollo emocional y moral. Y, efectivamente, un profesor puede cambiarte la vida y un alumno también. Porque la escuela puede ser el lugar donde nacen los sueños, donde se aprende a convivir y donde se desarrollan los valores humanos.
Fuente: https://www.cuartopoder.es/ideas/2020/09/23/la-educacion-nos-hace-mejores-agustin-moreno/
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