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Una iniciativa del movimiento socialista
De hecho "fue en agosto de 1910 durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague que a iniciativa de Clara Zetkin, una activista alemana, se tomó la decisión de celebrar ese día" agrega la historiadora. La fecha del 8 de marzo no es propuesta, pero el principio es admitido: movilizar a las mujeres "de acuerdo con las organizaciones políticas y sindicales del proletariado con conciencia de clase." El Día de la Mujer es la iniciativa del movimiento socialista y no del movimiento feminista todavía no muy activo en el momento. "Es precisamente para contrarrestar la influencia de los grupos feministas sobre las mujeres del pueblo que Clara Zetkin propuso ese día, dice Françoise Picq. Ella rechazó de hecho la alianza con las "feministas burguesas". "
Unos años más tarde, la tradición socialista del Día Internacional de la Mujer se ve afectada de manera adversa por el cisma los trabajadores vinculados a la Tercera Internacional, pero tuvo una reactivación en Rusia. El Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras se celebró allí en 1913 y 1914. El 8 de marzo de 1917, las trabajadoras se levantan en Petrogrado (hoy San Petersburgo) lo que luego se considera como es el primer día de la revolución rusa por los bolcheviques. Una nueva tradición nació y 8 de marzo se convirtió en una oportunidad para que los partidos comunistas movilicen a las mujeres. Desde 1945, el Día de la Mujer se celebra oficialmente en todos los países socialistas, donde ahora es tan popular como el Día de la Madre.
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8M: POR UN FEMINISMO REVOLUCIONARIO, QUE NO ES FOTO DE PORTADA SINO LUCHA CONTRA TODA EXPLOTACIÓN.
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Por Cecilia Zamudio | 06/03/2021| Feminismos.
Rebelión sábado 6 de marzo del 2021.
Marzo el día de la Mujer trabajadora y revolucionaria
El 8 de marzo se conmemora a la mujer trabajadora, revolucionaria. Las comunistas Clara Zetkin y Rosa de Luxemburgo, propusieron la conmemoración en la conferencia de mujeres socialistas de 1910, para homenajear la lucha de las mujeres contra la explotación capitalista. Se recuerda el asesinato, a manos del Gran Capital, de 129 obreras en huelga quemadas vivas en una fábrica textil en EEUU: los dueños de la fábrica cerraron las puertas con ellas dentro y le prendieron fuego para hacerlas arder (como medida de «disuasión» para evitar que otras obreras siguieran su ejemplo de lucha). Se conmemora la lucha por la justicia social, por los derechos de la clase trabajadora, la lucha contra el patriarcado y el capitalismo, cuyos mecanismos se articulan el uno al otro a la perfección.
El 8 de marzo también quedó apuntalado como fecha eminentemente
revolucionaria por los sucesos del 8 de marzo de 1917 en la Rusia tzarista:
miles de mujeres salieron a las calles clamando por sus derechos, contra la
explotación y las guerras que la burguesía imponía al pueblo: ellas
detonaron la Revolución de Octubre. Tras la Revolución de octubre las mujeres
conquistaron sus derechos económicos, sociales, sexuales y reproductivos:
derecho al voto para todas las mujeres (no solo para las propietarias como en
Gran Bretaña), derecho al divorcio, derecho al aborto, derechos plenos al
estudio y trabajo, vivienda, sanidad y educación garantizadas, etc. Todos estos
derechos todavía se siguen luchando en la inmensa mayoría de países
capitalistas.
Las mujeres somos la parte más golpeada de la clase explotada. Somos víctimas de las guerras imperialistas, del saqueo capitalista que empobrece regiones y países enteros, de las privatizaciones y la precariedad, y además somos víctimas del machismo incesantemente promovido por los medios y toda la industria cultural del capitalismo. Porque el capitalismo se sustenta fragmentando y dividiendo a la clase explotada: por ello la industria cultural del capitalismo difunde incesantemente paradigmas de discriminación como el machismo y el racismo
Somos las trabajadoras explotadas, estudiantes, artistas, paradas y jubiladas a quienes se nos está privando de una vida digna, en ocasiones hasta de la alimentación, la vivienda, el acceso a la salud, el acceso a la educación, etc. Somos privadas de condiciones de trabajo y de remuneración dignas por los capitalistas que sacan la plusvalía de nuestro trabajo. Somos las madres cuyo trabajo en el hogar no es reconocido, las que se quedan en absoluta precariedad sin pensión. Somos las mujeres migrantes empujadas a padecer las peores explotaciones: en maquilas de espanto, rociadas de veneno en el agro-industrial, abocadas a la explotación de la prostitución o a ser cosificadas y saqueadas como «vientres de alquiler». Somos las niñas violadas y forzadas a parir. Somos designadas por este sistema como la diana de las frustraciones aberrantes que este sistema causa, de la misoginia que fomenta.
Por ello el feminicidio galopa: porque los medios banalizan la tortura y toda discriminación alienante funcional al capitalismo, porque la violencia ejercida de manera estructural arrastra su odio contra nosotras. Somos víctimas del capitalismo y su barbarie, víctimas del machismo que el mismo Capital promueve; pero también somos mujeres luchadoras y revolucionarias. El 8 de marzo no es el día de las princesas, ni de las empresarias explotadoras. Las mujeres opresoras, las Cristine Lagarde, las Thatcher, las Hillary Clinton y demás… las que se lucran de devastar selvas, de oprimir poblaciones, de esclavizar en fábricas de espanto a miles de trabajadoras, las que se lucran, también, de fomentar el machismo a través de sus medios de alienación masiva, son clase explotadora, al igual que los hombres de la clase explotadora.
Al Capital le interesa mantenernos atadas a la división sexual del trabajo,
a labores de cuidado no remuneradas, a la discriminación salarial por
ser mujeres. Al Capital le interesa una clase explotada pulverizada y
golpeada, impedida de unidad por el machismo, el racismo, la xenofobia,
el individualismo y demás alienaciones que la clase explotadora se
encarga de cultivar. Frente a una realidad tan brutal, el reformismo,
siempre sirviendo a impedir cuestionamientos profundos, pretende encapsular
nuestra lucha y superficializarla, ocultando su carácter de clase,
obviando la funcionalidad que para el capitalismo tiene el
machismo. Los reformistas, que pretenden seguir engañándonos con la
cínica fábula de un supuesto e imposible “capitalismo
con rostro humano”, buscan ocultar
que no lograremos cambiar la cultura profundamente machista que impera en el
mundo entero, a menos que nos tomemos los medios de producción y por lo
tanto los de difusión y educación. En este sistema toda una artillería
de sometimiento ideológico es implementada por la clase burguesa; los
paradigmas de opresión son activamente martilleados desde múltiples
flancos: desde las instituciones religiosas históricamente funcionales a
las clases dominantes, pasando por la gran industria audiovisual, hasta los nada
‘inocuos’ videojuegos. Para contrarrestar esa alienación a gran escala, que
tanto sufrimiento causa, se necesitan obviamente medidas que subviertan el
actual orden social; abolir el patriarcado no será posible sin abolir el
capitalismo
Los caballos de Troya de la burguesía intentan hacer creer que las mujeres explotadoras son nuestras hermanas, cuando ellas también participan de perpetuar este sistema que devora a la naturaleza, explota a los seres humanos (a la clase trabajadora), y perpetúa al machismo, al racismo, al individualismo, comportamientos y discriminaciones fundamentales para el mantenimiento de este sistema putrefacto.
Las mujeres revolucionarias sabemos que la sociedad de clases se perpetúa sobre la violencia: esa violencia ejercida por la clase explotadora (la que posee los medios de producción) contra las mayorías explotadas y precarizadas, y sabemos también el lastre que significa el machismo para la unidad de la clase explotada. Luchamos también por un feminismo revolucionario, para poder oponerlo a la infame recuperación que el sistema está intentando hacer de la lucha feminista, con sus aberrantes Caballos de Troya y su discurso de “sororidad interclasista» (¡cómo si tuviéramos que tener «sororidad» con una capitalista explotadora, una proxeneta o una ficha del complejo militar-industrial por el mero hecho de ser mujer!).
Luchamos contra toda explotación, y nuestra lucha contra la opresión
de la mujer trabajadora, la adelantamos luchando día a día contra el machismo, contra la clase burguesa, contra un orden
social de explotaciones concatenadas; luchando contra la raíz que
sostiene las desigualdades sociales:
luchando contra un sistema que fomenta la opresión de la mujer porque necesita
esta opresión como mecanismo de dominación y división de la clase explotada; luchando
contra un sistema que fomenta la violencia machista a modo de control social
(como pérfida válvula de escape de las frustraciones que tal sistema crea); luchando
contra un sistema en el que un puñado de multimillonarios capitaliza
moliendo humanidades y rebanando el planeta.
El Feminicidio galopante es parte de la barbarie de un sistema económico, político, social y cultural, el capitalista, violento en esencia y perverso en su lógica. Un sistema basado en la explotación de las y los trabajadores y en el saqueo de la naturaleza, es un sistema que necesita banalizar la explotación, la injusticia social y la tortura.
La lucha por la emancipación de la mujer y la lucha contra el capitalismo son inseparables. Por un feminismo revolucionario, que no es foto de portada sino lucha cotidiana, que lucha contra toda explotación.
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