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“Sin embargo, ninguna sociedad puede vivir indefinidamente en la
incertidumbre estratégica. Por ello, al estupor y
desasosiego social, en algún momento le ha de seguir abruptamente,
una disponibilidad cognitiva a revocar viejas narrativas y a aferrarse a
unas nuevas, las que sean, pero con las que sea factible encontrar
soluciones a las ansiedades y necesidades que agobian. Será el momento
de la cristalización de un nuevo sistema de creencias que viene
acompañado de un nuevo modelo de acumulación económica que dé verosimilitud
a sus expectativas. La apertura cognitiva no tiene rumbo preestablecido ni
fecha anticipada. Puede tomar caminos conservadores, por ejemplo, variantes
posfascistas; o también reformistas o inclusive, revolucionarias.
La lucha política de ese momento, de cómo y con qué hayan concurrido las
fuerzas políticas y económicas a esa disponibilidad cognitiva de la
sociedad, influirá en la naturaleza del nuevo ciclo del tiempo
histórico. Mas eso, vendrá después. Por ahora, el mundo está apenas en
medio de esta vorágine liminal.
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Wall Street (Archivo -)
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¿POLICRISIS? ¿INTERREGNO? ¿TIEMPO LIMINAL?
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Por
Álvaro García Linera.
Sociólogo.
Ex vicepresidente de Bolivia.
Fuente. Página /12 domingo 21 de diciembre del 2025.
Crisis
económica. Estanflación. Fragmentación geoeconómica. Guerras arancelarias.
Desglobalización. Ocaso de la unipolaridad. Crisis climática. Desafección
democrática. Todo esto está sucediendo simultáneamente hoy en el mundo, con
distintas intensidades y combinaciones según el país que elijamos.
¿Como
entender lo que sucede? ¿Es el “fin de los tiempos”? ¿De la civilización? Para
comprender lo que sucede han surgido varios conceptos de apoyo
Uno de ellos es el de “poli crisis”.
Recuperando
un término formulado por Morin en los años 90s, el profesor A. Tooze, ha
propuesto la categoría de poli crisis para referirse al momento excepcional y
caótico que actualmente está viviendo el mundo. Posteriormente el Foro
Económico Mundial de Davos y el Banco Mundial, han adoptado el término para
hacer sus evaluaciones sobre la situación global actual.
En
su acepción simple, poli crisis hace referencia a la convergencia de muchas
crisis independientes ocurriendo simultáneamente, superponiéndose
y retroalimentándose entre ellas. En particular, es la manera de nombrar la
perplejidad general que estas perturbaciones provocan y la pérdida de confianza
en los dispositivos de conocimiento que se tienen para descifrar el porvenir.
Pero, como el propio Tooze lo reconoce, es una “teoría débil” que
no permite “especificar los factores que impulsan” las crisis ni mucho
menos “el peso específico” de cada una de ellas. Lo que a la larga
resulta “confuso e inútil” (Chartbook, # 407).
Interregno.
Fue
Gramsci quien retomó esta categoría usada para designar los
complejos e irregulares tiempos que emergen del fin de un soberano hasta la entronización
de uno nuevo (del latín “inter”, entre; “regnum” reinado), para
designar ese ínterin histórico de la “muerte de las viejas ideologías” que
mantenían el consenso social de las clases dominantes. Por ello, es el tiempo
en que esas clases dejan de ser dirigentes y quedan solo como dominantes; como
detentadoras de la “pura fuerza de la coerción” (Cuaderno 3, 34).
Si
bien es un momento de tránsito de una forma de legitimación a
otra, el interregno señala una “crisis de autoridad” pero cuya
resolución históricamente normal queda “bloqueada”. Las masas populares
se “separan” de la ideología dominante pero no para abrazar
inmediatamente otra; sino para sumergirse en un “escepticismo generalizado”
hacia todas las “teorías y fórmulas generales”. Así, en medio de esta “muerte
de las viejas ideologías”, lo que prevalece como cohesión social es el
vínculo del “puro hecho económico” y el “cinismo” descarnado en
política.
Si
bien “lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer”, es
ahí cuando surgen, necesariamente, las condiciones para la “formación de una
nueva cultura”. Y él creía que sería la socialista.
El
problema de este potente concepto es que deja de lado la economía.
Tiempo Liminal.
Inicialmente,
la liminalidad fue propuesta por los antropólogos Gennet y Turner para
estudiar el tránsito a estados estructurales de la vida de un pueblo,
como la guerra o la escasez. Es un tiempo de disolución y descomposición
de las normas prevalecientes en el que lo viejo y lo nuevo “no están ni
vivos ni muertos, por un lado, y a la vez están vivos y muertos, por otro”
(Turner, 1964).
Nosotros
utilizamos el concepto de tiempo liminal para caracterizar la manera
subjetiva y colectiva con la que todos los actores sociales experimentan
la dirección del tiempo histórico de sus vidas en momentos de transición de
un régimen mundial de acumulación económica y legitimación política, a otro.
Señala
el cierre de una época y el inicio de una nueva,
pero no como tránsito gradual, ni como una apacible mezcla anfibia; sino
como un vacío, una desesperante ausencia íntima. Es un corte abrupto en
la experiencia del sentido del tiempo y deja a las personas sin sustituto
imaginado ni premonición plausible durante varios años, quizá décadas.
Este
tiempo liminal tiene 4 componentes estructurales:
1. Crisis económica general.
No
hay crepúsculo de creencias sociales sin deterioro del soporte material
económico que lo arropó. Cuando la economía crece, los ingresos monetarios
mejoran, la movilidad social, rápida o lenta, es verificable y las
jerarquías de reconocimiento se afianzan, las adhesiones morales entre gobernantes
y gobernados son estables. Esto se diluye cuando hay una parálisis del
ascenso social, una caída del estatus, un recorte de la capacidad de
gasto o un freno a la asequibilidad a los bienes socialmente disponibles.
Es decir, cuando emerge una crisis económica.
2. Divergencia de elites.
Cuando
el estancamiento económico se prolonga, las elites empresariales y políticas
rompen sus acuerdos previos que encausaron la bonanza. Divergen en cómo
salir de la crisis, dando lugar a una mutación de los bloques de poder
con propensión hegemónica.
Las
derechas se escoran a la extrema derecha proponiendo regresar a la pura lealtad
neoliberal de los “ajustes macro” y el disciplinamiento
de las clases populares. Otras, propugnarán levantar murallas
arancelarias para recuperar protagonismo manufacturero; pero
manteniendo para adentro el uso neoliberal de los recursos públicos
estatales.
Las izquierdas y progresismos saldrán de su
marginalidad y podrán hallar oídos receptores con la aplicación de nuevos caminos
para mejorar la economía y los ingresos populares: subir impuestos a las
grandes empresas, incentivar la demanda con gasto público, desplegar políticas
neo-industrialistas, etc.
Si
los primeros fallan, las políticas de izquierda podrán llegar a los gobiernos.
Pero si la izquierda falla, la venganza será feroz y las derechas
revanchistas buscaran terminar con cualquier atisbo de
oposición popular. Por ello, lo más probable es que se asista a oleadas
y contra oleadas simultáneas de proyectos enfrentados.
3. Suspensión del tiempo histórico.
En
medio de este declive y malestar general, los viejos sistemas de legitimación
se desploman y fragmentan en cámara lenta.
Al
no haber un mañana que imaginariamente mejore el presente, tampoco hay un
camino, recto o tortuoso, mediante el cual acortar los dilemas
del presente con respecto al bienestar imaginado. Entonces el tiempo
histórico desaparece, pues este supone un flujo, turbulento o
discontinuo, pero dirigido hacia un horizonte, una meta, un destino.
Ante el vacío de porvenir, la sociedad se
sumerge en la experiencia corporal de un tiempo suspendido, carente de flujo
con respecto a fines; navegando en un presente sin sentido y dilatado hasta el
infinito.
4. Disponibilidad social.
Sin embargo, ninguna sociedad puede vivir indefinidamente en la incertidumbre estratégica.
Dr. Álvaro García Linera. ¿Policrisis? ¿Interregno? ¿Tiempo Liminal?
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Por
ello, al estupor y desasosiego social, en algún momento le ha de
seguir abruptamente, una disponibilidad cognitiva a revocar viejas
narrativas y a aferrarse a unas nuevas, las que sean, pero con las que sea factible
encontrar soluciones a las ansiedades y necesidades que agobian. Será el momento
de la cristalización de un nuevo sistema de creencias que viene
acompañado de un nuevo modelo de acumulación económica que dé verosimilitud
a sus expectativas.
La
apertura cognitiva no tiene rumbo preestablecido ni fecha anticipada.
Puede tomar caminos conservadores, por ejemplo, variantes
posfascistas; o también reformistas o inclusive, revolucionarias.
La lucha política de ese momento, de cómo y con qué hayan concurrido las
fuerzas políticas y económicas a esa disponibilidad cognitiva de la
sociedad, influirá en la naturaleza del nuevo ciclo del tiempo
histórico.
Mas
eso, vendrá después. Por ahora, el mundo está apenas en medio de esta
vorágine liminal.
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