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La globalización ciertamente elimina fronteras, acorta distancias y aparentemente posibilita que la comunidad internacional ponga atención a situaciones conflictivas y negociaciones de paz que acontecen hasta en las localidades más lejanas. Sin embargo, subsisten los desafíos logísticos: ¿se puede llegar al lugar de los hechos físicamente? ¿Es posible reportar desde una localidad distinta a aquella en que tienen lugar los acontecimientos? ¿Es válido, por ejemplo, que un periodista comente la situación en Irak cuando reside en París –o más bien, cuando no se encuentra físicamente en Irak–? Se puede argumentar que el periodismo es una profesión peligrosa.
/////Medios e información en tiempos de guerra.
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México, abril, 2010
María Cristina Rosas.
Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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México, abril, 2010
María Cristina Rosas.
Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
La guerra y la paz acompañan a las sociedades desde sus orígenes. Sin embargo, hoy como nunca se tiene conciencia de su existencia gracias a la facilidad con la que fluye la información, aun cuando ésta se geste hasta en los lugares más recónditos. Además, en la era de la globalización, la información se genera por distintas vías y por parte de diversos actores. Éstos no se limitan a las partes antagónicas en un conflicto determinado, como tampoco a los negociadores de un proceso de paz o a los gobiernos ni organismos internacionales. Los medios son actores crecientemente importantes. Al dar cuenta de los conflictos armados y/o las negociaciones de paz en curso, libran sus propias batallas, influyendo no sólo en las percepciones del público en general, sino inclusive en la manera en que se desarrollan los sucesos que reportan.
Tras la primera Guerra del Golfo de agosto de 1990 a febrero de 1991, el papel de los medios en la cobertura del conflicto fue muy valioso. Funcionarios de alto rango en Washington reconocían que el llamado efecto CNN trabajó a su favor, al mostrar solamente las acciones de la coalición de naciones, encabezada por Estados Unidos, sin cubrir, de la misma manera, los efectos de la guerra en la sociedad iraquí. Inclusive se ha llegado a considerar que la cobertura de la CNN le permitió a Washington legitimar sus acciones sin grandes cuestionamientos de parte de su sociedad. Lo contrario ocurrió durante la operación restauración de la esperanza de Estados Unidos en Somalia, donde el efecto CNN operó en contra de la administración Clinton, cuando los estadounidenses presenciaron con horror en sus televisores el 4 de octubre de 1993 el saldo de la batalla de Mogadiscio, en la que los cuerpos de la tripulación Súper 64 del derribado Black Hawk, fueron arrastrados por las calles de la capital somalí.
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Para el momento en que se desarrolló la segunda Guerra del Golfo, a partir del 20 de marzo de 2003, el monopolio informativo del que había gozado la CNN, fue severamente cuestionado gracias a la cobertura que, desde el otro lado de la trinchera, hizo Al Jazeera –creada en 1996. Así, mientras que la CNN exaltaba los llamados “ataques quirúrgicos” destinados a deshabilitar las capacidades ofensivas de Saddam Hussein, insistiendo en la noción del “daño colateral mínimo” y de la “guerra sin muertos”, Al Jazeera presentaba las imágenes de las víctimas de los bombardeos, situación que seguramente explica por qué las tropas estadounidenses en Bagdad atacaron el 8 de abril de ese mismo año el Hotel Palestina donde se encontraba el periodista de Al Jazeera, Tareq Ayyoub, quien murió, además de que otros corresponsales y camarógrafos resultaron heridos. Dos años antes, el 13 de noviembre de 2001, un misil lanzado por las tropas estadounidenses en Afganistán, destruyó las oficinas de Al Jazeera en Kabul, posiblemente por las mismas razones.
También con motivo de la invasión a Irak, la cadena Fox News contribuyó a justificar la guerra de la administración contra el país árabe. Una encuesta reveló que quienes veían Fox News, creían que Saddam Hussein era responsable de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, que el gobierno iraquí tenía relaciones estrechas con Al-Qaeda, que Irak tenía armas de destrucción en masa, y que para que Estados Unidos fuera un lugar “más seguro” era necesario deponer al régimen iraquí. A partir de esta experiencia queda claro que los medios no sólo ayudan a formar opinión, sino que inclusive permiten justificar lo injustificable en beneficio de ciertos intereses.
Operaciones de [des] información.
En 1991 se acuñó el concepto de information operations u operaciones de información, referido al desarrollo de capacidades de guerra electrónica, el uso redes de computación, operaciones sicológicas, además de acciones encaminadas a influir, distorsionar, corromper o usurpar el proceso de toma de decisiones del adversario, protegiendo el propio. En la medida en que cada vez más información estratégica está disponible en línea, se hace necesario protegerla de ataques cibernéticos, al mismo tiempo que se busca sabotear la del adversario para restarle márgenes de maniobra en la toma de decisiones.
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Lo anterior supone importantes desafíos. La globalización efectivamente posibilita que la información fluya en tiempo real y en grandes cantidades. Sin embargo, los tiempos para procesarla y tomar decisiones, se reducen. Aunado a ello figura la competencia entre los medios de información: cada medio busca ser el primero y por lo mismo debe ser veloz, pero ello muchas veces sacrifica la calidad y los márgenes de error crecen de manera exponencial.
Asimismo, la información ya no es provista sólo por los departamentos de comunicación social de los gobiernos ni de los organismos internacionales. Los organismos no gubernamentales y las personas ahora pueden procurar y distribuir información relevante ante una situación de conflicto armado o durante una negociación de paz. Parte de la explicación estriba en el abaratamiento de las tecnologías que incluyen laptops, cámaras digitales, teléfonos inteligentes, etcétera, y que ponen al alcance de la población en general la posibilidad de divulgar y acceder a la información. Una agencia como la Associated Press puede dar cuenta de un dramático suceso, pero también lo puede hacer el ciudadano de calle con una cámara digital.
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Problemas de comunicación.
La globalización ciertamente elimina fronteras, acorta distancias y aparentemente posibilita que la comunidad internacional ponga atención a situaciones conflictivas y negociaciones de paz que acontecen hasta en las localidades más lejanas. Sin embargo, subsisten los desafíos logísticos: ¿se puede llegar al lugar de los hechos físicamente? ¿Es posible reportar desde una localidad distinta a aquella en que tienen lugar los acontecimientos? ¿Es válido, por ejemplo, que un periodista comente la situación en Irak cuando reside en París –o más bien, cuando no se encuentra físicamente en Irak–? Se puede argumentar que el periodismo es una profesión peligrosa. Tan sólo en Irak, desde la invasión estadounidense, han muerto más de 200 periodistas, por lo que se podría afirmar que estar en el lugar de los hechos convierte al reportero, editorialista o camarógrafo en blanco de ataques. ¿Justifica esto que se opte por “informar” sobre el conflicto “a control remoto”? ¿Qué tan veraz es la información generada de esta forma?
El periodismo es una profesión dinámica y los periodistas deben actualizarse continuamente.
La importancia de las tareas que tienen a su cargo, lo hace indispensable. Por ejemplo, el uso de siglas de organismos internacionales, organismos no gubernamentales, acuerdos, foros, tipos de armamento, etcétera, durante sus coberturas, hace muy confusa la descripción y el análisis de los acontecimientos. Informar sobre la revisión del TNP1, o el estado que guarda el tratado START2, o la problemática de los MANPADS3, las MTA4, y/o las MDR5; o bien el AAE6 entre México y Japón, el TLCUE7, el APEC8, etcétera, puede ser una verdadera pesadilla, tanto para quienes generan la información como para quienes la consumen. Un encabezado como “la OCS9 y la PFP10 se oponen al concepto estratégico tradicional de la OTAN11”, para muchos podría resultar incomprensible.
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