domingo, 9 de marzo de 2014

EL ALCANCE DE LA CRISIS DE UCRANIA. UCRANIA, LA NUEVA PRESA DEL FMI. La economía ucraniana ante una trampa del FMI y la UE.

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Las autoridades provisionales de Ucrania solicitaron un préstamo al FMI para reembolsar la deuda del país en plazo, es decir, 13.000 millones de dólares solo para este año. El FMI respondió positivamente y decidió enviar una misión de «expertos» a Ucrania para discutir las condiciones de dicho préstamo. Mientras el país está en plena ebullición, el reembolso de la deuda pública aparece como la prioridad absoluta de Kiev y sus acreedores. Para ellos, las necesidades de la población pasan a segundo plano. La situación incluso podría deteriorarse si se llega a un acuerdo con el FMI, que se halla en una posición de fuerza para imponer una cura de austeridad al pueblo ucraniano a cambio del préstamo.  Las dificultades financieras de Ucrania sobre el telón de fondo de la revuelta política son una nueva oportunidad para el FMI de imponer una terapia de choque, como hizo en Grecia, Portugal e Irlanda, aplicando tras el estallido de la crisis violentas medidas de austeridad dictadas por la troika, compuesta por el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. 


Si Ucrania se asocia con la Unión Europea, el país definitivamente perderá su soberanía económica, la que pasará a depender en forma absoluta de la Troika y la imposición violenta y salvaje de sus políticas de austeridad y las consecuencias sociales, laborales y políticas que ya conocemos.
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En esos países, el riesgo de fallar en el pago a los acreedores (principalmente los bancos privados) fue el punto de partida de la intervención del FMI y sus acólitos europeos. Así Grecia, Portugal e Irlanda, cuando ya no tuvieron acceso a los mercados financieros debido a las tasas de interés prohibitivas, se volvieron hacia la troika, que aprovechó para proponerles préstamos, ciertamente menos onerosos, pero acompañados de programas de austeridad conocidos con el nombre de «memorandos». La lista de medidas contenidas en dichos memorandos siempre es la misma: privatización de sectores estratégicos de la economía, reducción de los salarios, de las pensiones, aumento de impuestos desiguales como el IVA, despidos masivos en la función pública, recortes drásticos en los gastos sociales, etc.  Ahora Ucrania se encuentra en una situación similar, ya que está al borde de detener los pagos y razonablemente no puede pedir prestado en los mercados financieros tras la degradación de su nota por parte de las agencias de calificación. En la actualidad, para poder pedir prestado a corto plazo, Ucrania tendría que pagar una tasa de interés desorbitada del 34,5% frente al 5% de hace solo cinco meses. Por otra parte no puede contar con Rusia, que acaba de anular la segunda entrega de un préstamo de 15.000 millones de dólares tras la destitución del presidente Víktor Yanukóvich.
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Ucrania, su capital Kiev y su ubicación geográfica con respecto a Rusia y a la Unión Europea.

EL ALCANCE DE LA CRISIS DE UCRANIA.
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Viernes 7 de marzo del 2014.

Jorge Altamira (especial para ARGENPRESS.info)

Hace una semana, en la noche del viernes 28, se creó la impresión de que se había llegado a un acuerdo para superar la crisis en Ucrania, que desde noviembre había reunido una multitud en la plaza principal de Kiev, la capital del país. “Es esto o la ley marcial”, advirtió el ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, uno de los tres miembros de la delegación de la Unión Europea. Se refería al acuerdo alcanzado con el gobierno y el parlamento de Ucrania, por un lado, y Rusia, por el otro, para formar un gobierno de unidad nacional y convocar a elecciones presidenciales para diciembre. La coincidencia debía ser rubricada por la desmovilización de la multitud.

Demasiado bueno para ser cierto, el acuerdo no sobrevivió a su sola enunciación. Sea por responsabilidad de la represión, que comenzó a meter bala a los manifestantes; sea por la acción mortal de francotiradores, que podrían obedecer a las fuerzas de seguridad o a los grupos armados de la derecha (declaradamente fascistas y antisemitas) que controlaban la plaza; sea porque el hilo del paquete tenía muchas hilachas; sea por una combinación de todos estos factores, el acuerdo capotó a la velocidad de la luz. No llegó a la madrugada del sábado. La plaza lo rechazó y lo mismo hizo el presidente en funciones, Viktor Yanukovich, que eligió repudiarlo con una huida. Enseguida el orden público pasó al control de las organizaciones establecidas en la plaza, ante el repliegue de las fuerzas de seguridad. El gobierno provisional reunido para la ocasión no tiene autoridad ni en la residencia del gobierno.

Así descriptos los hechos, no debiera sorprender que Vladimir Putin, el presidente de Rusia, pusiera en marcha el dispositivo militar de ocupación de Crimea, la península sobre el Mar Negro que alberga a la flota rusa, como consecuencia de un tratado que llega hasta 2042. Los nuevos gobernantes de Ucrania, hasta las elecciones convocadas para el 25 de mayo que viene, no ofrecían ninguna garantía de obediencia a ese acuerdo y, en todo caso, podían ser fácilmente superados por las organizaciones de la derecha de Ucrania, que ya dominan algunas regiones en el oeste del país. El ingreso militar de Rusia en Crimea; la intención de desalojar de allí a las fuerzas armadas de Ucrania; e incluso la posibilidad de ocupar alguna parte del este constituyen un golpe o acción preventiva, desde donde discutir el cuadro estratégico de Ucrania sobre nuevas bases. La restauración del capitalismo ha convertido a Rusia -no importa su extensión territorial o su arsenal nuclear- en un Estado periférico; no tiene posibilidad ni intención de oficiar de alternativa estratégica a los Estados capitalistas dominantes. Rusia podría devenir en un futuro en un Estado subordinado de una coalición de Estados capitalistas rivales -de ningún modo jugar un rol independiente-. La posibilidad de que algún Estado periférico (incluso de los de la UE) desempeñe un papel autónomo en la política mundial depende de que haya sido ganado por una revolución socialista. En esta hipótesis, su fuerza consistirá en su capacidad de convocatoria a los trabajadores del resto de los países más relevantes.


3 de marzo del 2014.- Rusia lanzó ultimátum de 12 horas a Ucrania, para rendirse en Crimea. Así lo denunció el Ministerio de  Defensa Ucraniano. “Si no hay capitulación, enfrentarán un asaltó total”, dijo el comandante de la Flota rusa en el Mar Negro.
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Las fuerzas en presencia en la crisis operan a pura improvisación. Ucrania se encuentra económicamente quebrada: no puede pagar la deuda pública, la factura de gas ni el salario de los empleados del Estado. Para mantenerla en su radio de influencia, Putin le había ofrecido un apoyo de 15 mil millones de dólares -entre créditos, subsidios a la provisión de gas y algún dinero en efectivo-. La Unión Europea, a cambio del diez por ciento de la oferta rusa, pretendía que Ucrania firmara un acuerdo de libre comercio que habría liquidado la producción interna, entregado sus activos principales a los monopolios europeos y norteamericanos, y -lo que no es menos importante- rematado las tierras más fértiles de Europa en beneficio del capital internacional. El acuerdo preveía, como ha ocurrido ya con Egipto, la eliminación de los subsidios al consumo de energía por parte de las familias, lo cual disparará, ciertamente, el levantamiento de millones de ucranianos, no de miles. Cuando la arquitectura que se improvisó para salir de la crisis se vino abajo, la UE reconoció que Ucrania necesitaba un rescate de 50 mil millones de dólares (de los cuales 20 mil millones no se recuperarían nunca), pero no adelantó ni una sola moneda. El norteamericano Obama pretende que la plata la ponga la alemana Merkel y viceversa, un litigio que zanjaría, al menos en parte, el FMI con los recursos de todos los países asociados, pero en beneficio de solamente un puñado de ellos. En medio de esta crisis, la eliminación mencionada de los subsidios, que reclama más que nadie el FMI, sería un disparate. Rusia, por su lado, luego de poner 3.000 millones de dólares, suspendió la entrega del resto de lo comprometido. Ucrania está al garete.

La separación de Ucrania de la periferia económica y estratégica de Rusia sería un golpe potencial nada menos que a la unidad nacional de Rusia. Recorrida por numerosas nacionalidades, Rusia no es un Estado nacional, el Cáucaso vive una guerra internacional desde hace una década. Las consecuencias centrífugas de la penetración económica y del tutelaje político del capital internacional constituyen claramente una de las alternativas posibles de la restauración capitalista. Para la oligarquía que ha emergido del desmantelamiento económico de Rusia, Ucrania es un mercado vital y una vía de pasaje para el gas ruso a Europa; lo mismo ocurre, en sentido contrario, para la oligarquía de Ucrania. Pero estas mismas oligarquías, definitivamente instaladas en la City de Londres y en los paraísos fiscales, son un vehículo de la desintegración nacional.

Desde un punto de vista formal, la salida ‘pacífica’ podría estar servida; bastaría mantener el reconocimiento de las prerrogativas estratégicas de Rusia y sus nichos económicos, y acordar un rescate financiero de Ucrania. La posibilidad de este acuerdo se insinuó varias veces en estos pocos días. Los políticos locales se acomodarían a lo que se les diga. Pero se ha llegado a semejante crisis no por azar, sino por razones de peso histórico. La restauración capitalista se encuentra empantanada; Jeffrey Sachs, un economista que intervino en la fase de disolución de la URSS, acaba de reiterar que la industria de tecnología de Rusia va a la obsolescencia sin la intervención del capital extranjero y reforzaría la condición de productor primario de Rusia. El capital mundial necesita de una apertura de mucho mayor alcance de los nuevos mercados, porque lo procesado hasta ahora en China, Rusia y Europa oriental se ha agotado. No es casual que la UE no quiera admitir a Ucrania en Europa luego de haberlo hecho con los países bálticos, y que le exija un nivel de desmantelamiento económico sin precedentes: es que ya no puede sostener como método de colonización económica la igualdad formal de derechos de todas las naciones en la Unión Europea. Europa enfrenta una deflación rampante, y Estados Unidos y Japón fracasan en los intentos de evitar ese destino. Un parche en Ucrania ahora sería el anuncio de crisis más graves en un futuro inmediato. Las nuevas huelgas en Egipto, frente al deterioro implacable de la economía, son una señal contundente de que la crisis mundial avanza en amplitud y en profundidad.

Un parche diplomático tendría otro ‘inconveniente’: recentraría la crisis de Ucrania en el derrumbe interno del régimen económico y político. Se atenuarían las líneas de confrontación internacionales y la agenda pasaría a ser las condiciones de las masas. Una unidad social sobre estas bases es el terror del imperialismo y de la burocracia y oligarquía de Rusia.

Nuestra consigna es: una Ucrania unida, independiente y socialista

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La Troika. El Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi; la Directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Legarde y el Presidente de la Comisión Europea,  José Manuel Durao Barroso.
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UCRANIA, LA NUEVA PRESA DEL Fondo Monetario Internacional: FMI.
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Renaud Vivien.

Jaque al neoliberalismo.

CADTM El 26 de febrero del 2014.

Las autoridades provisionales de Ucrania solicitaron un préstamo al FMI para reembolsar la deuda del país en plazo, es decir, 13.000 millones de dólares solo para este año. El FMI respondió positivamente y decidió enviar una misión de «expertos» a Ucrania para discutir las condiciones de dicho préstamo. Mientras el país está en plena ebullición, el reembolso de la deuda pública aparece como la prioridad absoluta de Kiev y sus acreedores. Para ellos, las necesidades de la población pasan a segundo plano. La situación incluso podría deteriorarse si se llega a un acuerdo con el FMI, que se halla en una posición de fuerza para imponer una cura de austeridad al pueblo ucraniano a cambio del préstamo.

Las dificultades financieras de Ucrania sobre el telón de fondo de la revuelta política son una nueva oportunidad para el FMI de imponer una terapia de choque, como hizo en Grecia, Portugal e Irlanda, aplicando tras el estallido de la crisis violentas medidas de austeridad dictadas por la troika, compuesta por el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo.

En esos países, el riesgo de fallar en el pago a los acreedores (principalmente los bancos privados) fue el punto de partida de la intervención del FMI y sus acólitos europeos. Así Grecia, Portugal e Irlanda, cuando ya no tuvieron acceso a los mercados financieros debido a las tasas de interés prohibitivas, se volvieron hacia la troika, que aprovechó para proponerles préstamos, ciertamente menos onerosos, pero acompañados de programas de austeridad conocidos con el nombre de «memorandos». La lista de medidas contenidas en dichos memorandos siempre es la misma: privatización de sectores estratégicos de la economía, reducción de los salarios, de las pensiones, aumento de impuestos desiguales como el IVA, despidos masivos en la función pública, recortes drásticos en los gastos sociales, etc.

Ahora Ucrania se encuentra en una situación similar, ya que está al borde de detener los pagos y razonablemente no puede pedir prestado en los mercados financieros tras la degradación de su nota por parte de las agencias de calificación. En la actualidad, para poder pedir prestado a corto plazo, Ucrania tendría que pagar una tasa de interés desorbitada del 34,5% frente al 5% de hace solo cinco meses. Por otra parte no puede contar con Rusia, que acaba de anular la segunda entrega de un préstamo de 15.000 millones de dólares tras la destitución del presidente Víktor Yanukóvich.

Así, actualmente Ucrania dispone de un débil margen de maniobra. Sin embargo el FMI en ningún caso puede formar parte de la solución a la vista de las dramáticas consecuencias de los programas de austeridad que impone a las poblaciones desde hace más de 30 años. Es el caso de Grecia, Irlanda y Portugal, así como de los países del Sur sometidos a los planes de ajuste estructural (PAS) desde principios de los años 80 y de los países de Europa del Este que sufrieron una terapia de choque administrada por el FMI en los años 90.

En vez de endeudarse con el FMI para regularizar sus deudas, Ucrania debería cuestionar la legalidad y la legitimidad de esas deudas que piensa pagar con el préstamo del FMI. El reembolso de las deudas públicas no es una obligación absoluta desde el punto de vista político y jurídico. No hay que olvidar que según el derecho público internacional los deberes de un Estado con respecto a su población están por encima de los compromisos adquiridos con sus acreedores y que el reembolso solo es obligatorio para las deudas «adquiridas en el marco de un acuerdo válido y legítimo» (1) como señala el experto de la ONU sobre la deuda Cepahas Lumina. Si las deudas son ilegales o ilegítimas Ucrania no tiene ninguna obligación de reembolsarlas y en consecuencia no existe ningún interés en endeudarse con el FMI.

Una auditoría de las deudas ucranianas permitiría identificar la parte ilegítima que debe anularse sin condiciones. La auditoría permite especialmente responder a estas preguntas: ¿Quién contrajo las deudas? ¿Esas personas tenían competencia jurídica para contratar esos préstamos? ¿Quién se benefició? ¿Los prestamistas pusieron condiciones al conceder los préstamos? ¿Esas condiciones violan el derecho nacional del país? ¿A cuánto se eleva el montante de los intereses acumulados por los prestamistas? ¿Cuáles son los proyectos financiados por la deuda?, etc.

A la vista de la urgencia, una respuesta inmediata podría ser la suspensión del reembolso de la deuda (con la congelación de los intereses) y la congelación de las negociaciones con el FMI a la espera (como mínimo) de los resultados de las próximas elecciones previstas para el 25 de mayo y de un auténtico debate público sobre las implicaciones de un préstamo del FMI y las alternativas al endeudamiento.

Los argumentos para decretar ese tipo de moratoria no faltan. Ucrania y sus acreedores podrían invocar «un cambio fundamental de circunstancias» tras el derrocamiento de Yanukóvich y la naturaleza provisional del gobierno establecido el 26 de febrero. Ahora solo hace falta voluntad política, tanto por parte de las autoridades provisionales de Ucrania como de la Unión Europea, que se declaren al lado del pueblo ucraniano… ______

Nota: (1) Principios directivos relativos a la deuda externa y a los derechos humanos, anexo del informe del experto independiente Cephas Lumina del 10 de abril de 2012 (A/HCR/20/23). Salvo mención contraria, las citas proceden de ese informe. - 
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Desde finales del 2013, comenzaron las protestas sociales y políticas en Ucrania. Definitivamente hubo violencia contra las protestas y no se presentó una salida política. Los poderes facticos mundiales comenzaron a mover su fichas - económico-financieras -la violencia se acentúa, la prensa internacional difunde la cantidad de muertos - Ciudadanos ucranianos que luchaban por una causa interna propia,  las condiciones económico-sociales realmente eran dramáticas. Cae el gobierno del Presidente  Viktor Yanukovich, ingresa Rusia en el problema, Estados Unidos, la Unión Europea y al final pierde el pueblo de Ucrania - los leones y buitres ingresan a su país - y su "solución final aún es un verdadero "rompe cabezas político-financiero.
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La economía ucraniana ante una trampa del FMI y la UE.
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Jaque al neoliberalismo.- Jueves 27 de febrero del 2014.

La drástica situación económica de Ucrania hace que las nuevas autoridades se encomienden a la bondad de Occidente y el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, esta parte patrocinadora condiciona la ayuda financiera con una serie de reformas que recaerán sobre la población.

Según las estimaciones del ministro interino de Finanzas, a día de hoy las arcas públicas necesitan unos 35.000 millones de dólares, una suma que espera recibir de los Gobiernos occidentales.

Pero en medio de la catastrófica situación política y económica que reina en Ucrania, Occidente reitera que no ofrecerá ninguna ayuda unilateralmente y pide a cambio algo que, al parecer, solo perjudicaría la difícil situación actual.

Así, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional está dispuesto a otorgar unos 16.000 millones de dólares con la condición de que Kiev apruebe una serie de reformas.
  1. 1. Aumentar la edad de jubilación en dos años para los hombres y en tres para las mujeres. Anular el derecho de jubilarse antes de la edad legal, así como suspender el esquema que estipula la doble cotización en los empleos que conlleven riesgo para la salud.
  2. 2. Anular el sistema que fija los pagos de pensiones especiales a científicos, funcionarios y gerentes de empresas públicas. Limitar el pago de pensiones a los empleados en edad de jubilación y fijar los 60 como edad para la jubilación de los militares.
  3. 3. Aumentar las tarifas del gas en un 50% para las empresas municipales y duplicarlas para los consumidores particulares, así como elevar las tarifas de electricidad en un 40% y autorizar el incremento de precios de acuerdo al repunte de la tarifa del gas.
Sin embargo, algunos expertos creen que las reformas impuestas desde el exterior no sirven para Ucrania y representarían un golpe para la economía y el bienestar de los ciudadanos. Según Joaquín Arriola, profesor titular de economía política de la Universidad del País Vasco, las reformas promovidas por el FMI conllevarían una pérdida de soberanía económica.

"Los programas de ajuste estructural que promueven el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea conducen en el corto plazo a un empobrecimiento de la población. La receta será la que se aplica siempre: reducción de salarios, venta de patrimonio público a empresas multinacionales… Es decir una pérdida de soberanía económica. Y, en tercer lugar, la apertura comercial, lo que supone un deterioro de la balanza comercial a corto plazo y se traduce en una intervención, más fuerte todavía de estos organismos internacionales. Es una trampa de la que es muy difícil salir, como demuestran los países de América Latina desde los años 80", recordó.

Aparte de los cambios que de poco sirven a los estándares de la economía ucraniana, según las revelaciones de WikiLeaks, las reformas fueron elaboradas con el consentimiento de EE.UU., que junto con la Unión Europea sigue insistiendo en que la única forma viable para las finanzas de Kiev es acudir al Fondo Monetario Internacional. Pero muchos destacan que a día de hoy no existen garantías de que si el pueblo no está contento con los cambios, no vaya a recurrir a los mismos métodos que ahora.

"Si la primera reacción del Gobierno es pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional, significaría que las nuevas autoridades ucranianas no pueden ejercer realmente la soberanía y el poder político. Será por tanto un Gobierno débil e incapaz de satisfacer las demandas de la población. Sin duda, la inestabilidad política será una constante en la información que vamos a recibir de Ucrania en los próximos meses y probablemente años", señaló.

De este modo, la ayuda monetaria que ofrece el FMI implicaría recortes y reformas que tienen un panorama poco alentador, frenando la euforia sobre los cambios políticos en el país.
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