lunes, 21 de agosto de 2017

ATILIO BORON: ACADÉMICOS Y PROCESOS EMANCIPATORIOS EN AMÉRICA LATINA.

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VENEZUELA INDOBLEGABLE.- Estados Unidos ha lanzado una feroz guerra no convencional contra los gobiernos revolucionarios y progresistas, y los movimientos populares de nuestra América. Añeja en la doctrina militar del Pentágono y también conocida como guerra de cuarta generación, se ha nutrido y desarrollado con recientes experiencias como las revoluciones de colores y la primavera árabe. El blanco principal del ataque es la Venezuela bolivariana, contra la que el imperio y los gobernantes de la región que le sirven, desatan su furia y frustración. Luego de una ofensiva de meses para derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro, Trump declaró que no descarta la opción militar en Venezuela, en medio de bravatas contra Corea del Norte y de haber creado un gravísimo conflicto en el área. Gracias al rapto belicista del magnate, los gobiernos que lo acompañan en la aventura anti venezolana se han visto obligados a rechazar una salida militar y a reiterarlo durante la gira del vicepresidente Mike Pence por la región. Dirigida a cerrar el cerco contra la patria de Bolívar, Pence ha tenido que dedicarla en parte al control de daños luego de la alarma originada por la declaración de su jefe. Aunque con tres días de retraso, hasta los contrarrevolucionarios de la MUD debieron barruntar una risible condena.

Maduro, buen conocedor de la prepotencia del imperio, replicó con firmeza y con una gigantesca marcha chavista por la paz y la medida de realizar un ejercicio cívico-militar armado en todas las zonas de defensa integral para los días 26 y 27 de julio. Venezuela tiene cientos de miles de combativos milicianos voluntarios, además de las bien entrenadas y armadas unidades regulares. El chavismo ha derrotado en dos décadas, uno tras otro, todos los intentos de poner fin a su experiencia de transformación, liberación nacional y social e impulso a la unidad e integración latino-caribeña. Una de las más creativas y revolucionarias que ha habido en el mundo. La paz y la observancia de la democracia participativa y protagónica es parte fundamental de su filosofía. Votos sí, balas no, su consigna.

El más reciente esfuerzo desestabilizador de la derecha endógena está encuadrado en la operación Venezuela Freedom 2 del Comando Sur de las fuerzas armadas yanquis. Tras cuatro meses de violencia fascista, de prender fuego a 29 personas, de las que murieron nueve; de la obsesiva quema de hospitales y guarderías, almacenes de alimentos y medicinas, mobiliario público, oficinas gubernamentales y cientos de negocios privados, la derecha ha sufrido una gran derrota con las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente y los decretos que ésta emite. Al lograr más de 8 millones de votos, el chavismo estuvo muy cerca de alcanzar su más alta votación histórica y la oposición quedó desmoralizada. Al extremo que, sin solución de continuidad, pasó de la violencia fascista y de afirmar que no dejaría las calles hasta la salida de Maduro, a inscribir a toda prisa 196 candidatos para las elecciones regionales. La derecha es antidemocrática por naturaleza, pero en su estrategia apela principalmente al golpismo sin dejar el camino electoral. Si pierde en las urnas, grita fraude; pero si gana, se ensoberbece y trata por todos los medios de imponer su agenda neoliberal subordinada a Washington y al capital internacional.

En un salto mortal, gira ahora hacia los comicios, pues el chavismo le arrebató la calle entrado julio, donde ya es incapaz de reunir más de cuatro gatos, como se vio en la famosa toma de Venezuela o en la hora cero, que se suponía sufriría el gobierno chavista el 30 de julio. No obstante, la operación David, desmantelada por la fuerza armada y los servicios de seguridad bolivarianos, demuestra que puede haber nuevos coletazos de violencia a la desesperada. Por mucho que Estados Unidos y las fuerzas del neoliberalismo y la anti patria insistan, a escala internacional, en el apoyo a la contrarrevolución. Por más que las corporaciones de la mafia mediática continúen vertiendo las más escandalosas y descocadas mentiras sobre la revolución bolivariana. No obstante que el capital financiero y la derecha endógena continúen la cruel guerra económica. Nada de eso podrá doblegar el apoyo del pueblo venezolano a su gobierno constitucional. Y es lo decisivo. Venezuela, además, no está sola, como demuestran la reciente visita a Cuba del presidente Maduro y las crecientes expresiones de solidaridad que recibe de pueblos y gobiernos independientes. Fuente. Ángel Guerra Cabrera,La Jornada. 

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La Revolución Bolivariana del Comandante Chávez es y será indoblegable, frente a las amenazas del Imperioy la bravata del sr. Trump y sus serviles en América.

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ACADÉMICOS Y PROCESOS EMANCIPATORIOS EN AMÉRICA LATINA.
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Atilio H. Boron.

Rebelión lunes 21 de agosto del 2017

Carta abierta a los Colegas  de CLACSO sobre la situación imperante en Venezuela.

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Buenos Aires, 20 de Agosto, 2017


Estimados colegas: días pasados llegó a mis manos una solicitud elaborada por el Grupo de Trabajo de CLACSO sobre "Ciudadanía, organizaciones populares y representación política" en donde se

"demandan a los actuales directivos de CLACSO una condena pública a la deriva dictatorial que ha tomado el régimen madurista en Venezuela, así como la exigencia del restablecimiento del Estado de Derecho, la libertad de los presos políticos, y el fin de la represión a las protestas populares." 

Dada la trascendencia del tema planteado por este pedido y la muy preocupante tendencia del mundo de las ciencias sociales a adoptar cada vez con más frecuencia posturas conservadoras en relación a las luchas populares y las experiencias progresistas y de izquierda en América Latina y el Caribe es que me parece oportuno compartir estas dos breves reflexiones sobre el asunto. 
Primero, es indudable que hay una tragedia en curso en Venezuela, y que si no se detiene su dinámica -como, felizmente, está comenzando a suceder debido a la convocatoria a elecciones de gobernadores y alcaldes- la escalada de la violencia podría llegar a tener un desenlace aún más sangriento que lo que hemos visto en los últimos meses. Sin embargo, no creo que sea una contribución positiva a este fin una presentación como la que hacen los integrantes del GT en la cual se omite la imprescindible referencia a la génesis de esta desgraciada situación. Por muchas críticas que merezca el gobierno de Nicolás Maduro no fue este quien inició este horrendo espiral de violencia que hoy agobia a Venezuela. La verdad histórica es que esta fue producto de la decisión de la fracción extremista y violenta de la oposición (cuyos líderes tuvieron activa participación en el frustrado golpe de estado de Abril del 2002) de alterar por la fuerza el orden constitucional vigente en Venezuela primero en febrero del 2014 (mediante una operación sugestivamente llamada "La Salida") y más recientemente a partir de abril del corriente año con una potenciada apelación a tácticas violentas que, en su conjunto, configuran el delito de sedición que en Estados Unidos, por ejemplo, es un crimen federal purgado con largos años de cárcel e inclusive con pena de muerte. Hemos visto en ese país con asombro y consternación desmanes y atrocidades como pocas veces, si alguna, se han registrado en la historia de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, quemar vivas a personas sospechosas de simpatías chavistas. Sería largo y ocioso enumerar los crímenes en los cuales incurrió una oposición deseosa -como lo declararan una y otra vez sus líderes- de acabar con el gobierno de Maduro, a cualquier precio y sin atenerse a la normativa vigente. Tentativas que, como lo confirman sucesivas declaraciones del Director de la CIA, Mike Pompeo; el Secretario de Estado, Rex Tillerson y el propio presidente Donald Trump fueron estimuladas, amparadas y financiadas por el gobierno de Estados Unidos. Y este es un dato que debería servir para dividir claramente las aguas de la política porque, por más críticas que puedan dirigirse en contra de un gobierno democráticamente electo como el de Nicolás Maduro es éticamente inadmisible cohonestar los planes del imperio para derrocarlo. 

Hacer eso es cruzar una “línea roja” que jamás debería ser traspasada por quienes deberían saber que sin autodeterminación nacional la democracia y la soberanía popular se convierten en inocuas entelequias. Desgraciadamente, en la solicitud que el GT eleva a las autoridades de CLACSO no parece haber consciencia de este problema. Por el contrario, se perfila un sesgo muy claro que se traduce en una visión ofuscada y maniquea en donde el demiurgo de la maldad es el gobierno, mientras que la fracción terrorista de la oposición que organizó violentas “guarimbas”, saqueos, asesinatos y que propició que incendiaran maternidades y escuelas y prendieran fuego a personas ni es mencionada en su petición o se la (mal) representa como si fuera una oposición democrática respetuosa de las leyes y la institucionalidad vigentes y como si el imperialismo no tuviera nada que ver en esta situación. Coincido en que no se puede seguir ignorando la tragedia en curso en Venezuela, y también creo que sólo un planteamiento equilibrado -en donde las responsabilidades de la oposición y del gobierno sean adecuadamente sopesadas- podría ser conducente al logro de los objetivos que el GT se propone. El debate sobre la génesis, desarrollo y perspectivas de la crisis venezolana es una obligación impostergable de los científicos sociales de la región. Pero esto supone la capacidad para examinar esta delicadísima situación desde diferentes ángulos y no sólo desde una de las dos partes en conflicto, la oposición, como claramente se revela en la solicitud del GT.

Segundo, no puedo dejar de señalar que el requerimiento del GT parece ignorar que hay varias tragedias en curso en Nuestra América, y sería bueno que conscientes de la situación los colegas también exigieran una toma de posición ante ellas, cuyo costo medido en vidas humanas -si es que se acepta este criterio como uno de sus indicadores de la crisis- es muchísimo más oneroso que el que se registra en la República Bolivariana. Solicitar a las autoridades que se pronuncien sobre la situación de Venezuela está bien, si se hace con ecuanimidad; pero ¿qué decir de los 200.000 muertos ocasionados por la "guerra contra las drogas en México", los más de 28.000 desaparecidos en ese país, los ocho periodistas asesinados en lo que va del año, las fosas comunes que periódicamente aparecen ante la luz pública, la atrocidad perpetrada en Ayotzinapa, el fraude sistemático de sus procesos electorales? ¿Y qué decir de la violencia sin fin que enluta a Colombia, que en poco más de un año sufrió el asesinato de unos 150 líderes sociales sin que esta sangría mereciese una línea en los principales medios de comunicación como tampoco la mereció el desplazamiento forzado de más de siete millones de campesinos expulsados de sus tierras por el paramilitarismo? ¿O de la violencia descargada sobre los pueblos de Honduras y Paraguay luego de los "golpes blandos" perpetrados en el 2009 y 2012 respectivamente? 

 ¿O del "golpe blando" tramado por una gavilla de bandidos en el Congreso brasileño, instalando en la presidencia de ese país a uno de los personajes más corruptos y más odiados de la política brasileña? ¿O de los presos políticos que si hay en Argentina (Milagro Sala es solo la más famosa) y el caso de Santiago Maldonado, desaparecido por la Gendarmería Nacional en un ataque a una comunidad Mapuche en Esquel? Hablar sobre Venezuela y callar sobre todo lo demás es una actitud reñida con la necesaria ecuanimidad que debemos observar los científicos sociales.

Ojalá que estos comentarios sirvan para estimular un debate largamente postergado en el campo de las ciencias sociales y las humanidades.

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