domingo, 30 de septiembre de 2018

NEOLIBERALISMO PROGRESISTA LATINOAMERICANO.

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NEOLIBERALISMO PROGRESISTA LATINOAMERICANO. Así como se escribe y suena, representa la ESTAFA POLÍTICA MÁS GRANDE DEL PRESENTE SIGLO.  Tiene "sabor" a POS-VERDAD - que si no aclaramos a tiempo desde el punto de vista IDEOLÓGICO-POLÍTICO este contrabando de sectores aparentemente democráticos, dialogantes de las clases dominantes y/o sí de sus Gobiernos - como el imperio y el poder de los mass-media en tanto corporaciones monopólicas - léase de la "familia" SIP – Sociedad Interamericana de Prensa -  en definitiva queda como VERDAD absoluta, lo que - en cristiano - significa que “abría”, existiría – que dentro de las clases dominantes se presentan y manifiestan SECTORES POLÍTICOS O GOBIERNOS - que reconocen Derechos Universales como el MULTICULTURALISMO, el AMBIENTALISMO, DERECHOS de las MUJERES - aborto, lucha frontal contra el MACHISMO y el ESTADO PATRIARCAL - No al FEMINICIDIO - reconocer Derechos de la "Comunidad sexual LGBTQ", etc. Políticas que en realidad, la mayoría de ellas ya son reconocidas por Naciones Unidas, situación que aparentemente va forjando "nuevos escenarios" donde algunos Gobiernos de Turno - como Clinton y Obama en EE,UU. Tony Blair en el Reino Unido o el Socialismo francés, o en América latina - casos de Uruguay y Chile  - simplemente hoy "emergen" a la palestra de la Lucha POLÍTICA con la finalidad de desvirtuar - denigrar y destruir - las POLÍTICAS - que a su tiempo desarrollaron los Gobiernos Progresistas y Democráticos de Izquierda.
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NEOLIBERALISMO PROGRESISTA LATINOAMERICANO.
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Raúl Zibechi.

La Jornada sábado 29 de setiembre del 2018.

La feminista  estadunidense Nancy Fraser viene alertando sobre los problemas derivados del neoliberalismo progresista, que identifica con los gobiernos de Bill Clinton, Tony Blair, el socialismo francés y sus sucesores como Barack Obama (goo.gl/4GGTbX). En su opinión, combina políticas económicas regresivas, liberalizantes, con políticas de reconocimiento aparentemente progresistas. Se trata del multiculturalismo, el ambientalismo, los derechos de las mujeres y LGBTQ.

El reconocimiento de estos derechos y colectivos sociales es, para Fraser, enteramente compatible con el neoliberalismo financiero, ya que bloquea el igualitarismo. El abordaje de las discriminaciones consiste en “asegurar que unos pocos individuos ‘talentosos’ de grupos ‘subrepresentados’ puedan ascender al tope de la jerarquía corporativa y alcanzar posiciones y remuneraciones paritarias con los hombres heterosexuales blancos de su propia clase”.

Mientras una minoría consigue insertarse en el capitalismo financiero, el resto continúa prisionero del capital, con lo que el sistema adquiere mayores niveles de legitimación, amplía su base de apoyo y consigue aislar a los críticos a los que, de paso, les endilga los motes de masas atrasadas e incultas. Así, el feminismo liberal, el anti-racismo liberal y el capitalismo verde son las únicas opciones críticas que el sistema legitima, calificando toda otra resistencia o rebelión como populismo.

Creo que el análisis de Fraser es adecuado y enteramente compartible para el norte del mundo, aunque creo que debe ser matizado para las regiones del sur y en particular para América Latina. Aunque sus argumentos pueden ser tomados como punto de partida, las diferencias con nuestro continente son notables.

La primera es que el progresismo (neoliberal, porque ese es modelo imperante) accede a los gobiernos como consecuencia de las luchas de los pueblos originarios, afros, sectores populares y trabajadores que resistieron la primera oleada neoliberal privatizadora y protagonizaron levantamientos, insurrecciones y amplias resistencias del más diverso tipo.

Esta es la principal diferencia con los procesos del norte. Las nuevas construcciones de poder, arriba y abajo, se bifurcan: en el sur asistimos al fin de las democracias y de la soberanía de los estados-nación, y a la neutralización de la política institucional como espacio donde se construyen sujetos colectivos y se promueven los cambios de larga duración. Pero el protagonismo popular es también una de las razones del desborde de la represión y de la violencia estatal y paraestatal.

La segunda es que ese conjunto de resistencias han abierto fisuras en la dominación, donde los de abajo estamos construyendo mundos otros por fuera del Estado y del mercado. Postulo que esos espacios son los principales obstáculos para la total implementación del neoliberalismo, tanto conservador como progresista, con sus mega-emprendimientos mineros, monocultivos y grandes obras de infraestructura.

Espacios como las 400 fábricas recuperadas en Argentina, los 100 bachilleratos populares y una red de medios antisistémicos donde se informa 15 por ciento de la población. Sumemos: 5 mil asentamientos de reforma agraria en Brasil, con 25 millones de hectáreas, habitados por 2 millones de sin tierra; 12 mil acueductos comunitarios en Colombia; decenas de miles de emprendimientos colectivos y comunitarios en toda la región; áreas enteras liberadas de mercados y estados en varios países, cuya referencia mayor son las juntas de buen gobierno zapatistas.

La tercera es que en América Latina los poderes que se reconfiguran arriba, son el resultado de una amalgama o alianza entre grandes empresas, narcotráfico y sectores del aparato estatal. Sobre esa base se van creando desde narco-estados hasta diversas formas de dominación (desde “guerras contra el narco hasta feminicidios) que a menudo cuentan con la bendición de las iglesias evangélicas y pentecostales.

El análisis y la descripción de estos nuevos poderes de arriba es necesario para comprender dónde estamos y hacia dónde vamos, mientras adjetivos como fascista o ultraderechista, aun siendo justos, no contribuyen a esclarecer la realidad. Cuánto más avanzan los movimientos anti-sistémicos, más brutal es la reconfiguración del poder de arriba, siendo México una referencia ineludible.

La cuarta es la conversión de las democracias en un sistema excluyente, que crea enemigos internos para aislar a sectores enteros de la población que perturban la lógica del capital financiero. Mientras en el norte se bautiza como populismo toda transgresión de las reglas, en el sur se emplea cada vez más una legislación antiterrorista, implementada tanto por gobiernos conservadores como progresistas,

Ante entre los que cabe destacar casos tan diferentes como los de Daniel Ortega y Dilma Rousseff.la nueva estructura del poder de arriba, los márgenes de maniobra institucionales serán cada vez menores.

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