viernes, 16 de agosto de 2024

MÁS DE 17 MILLONES DE PERUANOS SUFREN HAMBRE.

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Titular del MIDAGRI intenta desconocer gravedad a situación de hambre en el Perú, pese a demoledor estudio de la FAOYa lo había advertido el Informe del Índice Global del Hambre (IGH) presentado a fines del 2023: en Perú más de 16 millones de personas experimentaron carencias nutricionales en 2022. Datos ratificados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que situó el país con la peor situación de inseguridad alimentaria a nivel sudamericano. Desde entonces, es decir desde el año anterior la situación no deja de empeorar, así en 2021 el IGH registró 17,7 puntos y al año siguiente la situación de carencia alimentaria subió a 19,6 puntos. Esto marcó entonces la peor situación nutricional en los últimos 10 años. Recientemente la FAO ha vuelto a poner la alarma sobre la situación en nuestro país y estimó que el número de peruanas y peruanos que pasaron hambre de forma moderada a grave se había incrementado a 17 millones. Más de la mitad de la población, un 51,7% había pasado por esta situación en 2023.


Pese a ello, para el ministro de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI), Ángel Manero Campos, la cifra de que 17 millones de peruanos enfrentan hambre es una exageración y no refleja la realidad del país. Textualmente expuso: “... En Perú no se pasa hambre; en todos los rincones del país se come de manera contundente. Lo que sí podemos afirmar es que falta calidad en la alimentación, no necesariamente cantidad”. Hace pocos meses el autoproclamado líder de la derecha internacional y presidente de Argentina, Javier Millei había respondido en redes sociales al innegable aumento de la pobreza en su país y a los altos niveles de mal y desnutrición, que si la gente pasara hambre ya se estaría muriendo en la calle. Un argumento que al tenor de sus palabras interpreta el concepto de hambre del titular de la cartera del área encargada de la producción de alimentos. Ignora o no entiende que el IGH establece cuatro diferentes categorías de esta penuria extrema para quien la padece e injusticia mayor para el conjunto de la sociedad. Para llegar a este índice, la red "Alliance 2015" mide cuatro indicadores: la subalimentación (es decir, falta de nutrientes, carbohidratos o vitaminas), retraso en crecimiento infantil (desnutrición crónica), emaciación infantil (desnutrición aguda grave) y mortalidad infantil. En todas ellas el país ya en 2022 y en 2023 había mostrado un grave retroceso



Manero Campos además pretende desconocer que ya para 2022 el IGH había constatado que 13 departamentos se ubicaron en una escala de hambre moderada, mientras en 10 (ubicados principalmente en la sierra central y sur, y la selva norte) se diagnosticó una situación grave, entre ellos Apurímac, Ayacucho, Cusco, Junín, Pasco y Puno. Todos ellas aclamadas como regiones con potencial y vocación minera y pese a ello sus habitantes están cada vez peor en cuanto a poder alimentarse. En el caso de Cusco, Junín y Pasco pasaron de un diagnóstico "moderado" en el 2021 a "grave" en el 2023, de acuerdo al informe, mientras que Apurímac y Huancavelica estaban muy cerca de llegar a una situación "alarmante". Difícil saber si el alto funcionario del régimen de Dina Boluarte pretende burlarse de las evidencias de diversos actores internacionalmente reconocidos que han vuelto a constatar la grave situación de hambre en el Perú. Al menos se puede deducir que su análisis es pobre y denotan ignorancia sobre una situación que debería implementar nuevas estrategias para apoyar la soberanía alimentaria, basada en los conocimientos y saberes de las comunidades campesinas en vez de forzar el relato de "Perú, país minero". ¡Valles y ríos para la vida y no para la muerte!, debe ser el lema más urgente hoy que nunca. Fuente. Red Muqui. Agosto 2024.

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MÁS DE 17 MILLONES DE PERUANOS SUFREN HAMBRE.

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Por: Alejandro Narváez Liceras.

Otra Mirada. Lima miércoles 12 de agosto del 2024.

El tema que nuevamente nos ocupa encoge el alma, estremece el corazón, pero al cual no podemos quedarnos ni indiferentes ni impasibles. Es el elefante en la habitación del que no quieren hablar o se habla apenas. Paradójicamente, en el mundo se producen cada vez más alimentos, sin embargo, millones de seres humanos se van a la cama con el estómago vacío. El gran escándalo del hambre, en palabras de Juan Pablo II, impide vivir dignamente a millones de hombres y mujeres que se levantan cada mañana sin saber si van a comer ese día.

Más concretamente, el último informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación de julio 2024 (FAO, por sus siglas en inglés), revela que aproximadamente el 9% de la población mundial (733 millones de seres humanos) pasaron hambre en 2023. Obviamente, la situación no es la misma en todo el mundo. África tiene el mayor porcentaje de población que se enfrenta al hambre, con un 20.4%. En Asia es del 8.1%, en Oceanía del 7.3% y en América 


Pero, ¿Qué es el hambre? 

Hambre es una palabra que significa muchas cosas al mismo tiempo y ninguna buena. Es también las ganas de comer cada cierta hora. En opinión de la FAO, el hambre

es cuando una persona no consume las calorías necesarias para sus necesidades fisiológicas, su actividad física y mental”. Una persona está en situación de hambre cuando no come lo suficiente para una vida plena y digna. Según la Real Academia Española (RAE), “Hambre es la escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizada”.

Si se relaciona con el concepto de seguridad alimentaria, el hambre entendida así es más visible, más urgente. Afecta biológica y psicológicamente a la persona y a su descendencia. Desafortunadamente, este flagelo condena a millones de personas a vivir vidas peores, a depender de otros, a enfermarse, y finalmente morir por hambre.

La gran paradoja, es que el hambre no es sólo un problema de escasez de alimentos en el mundo, si es que alguna vez pudo haber sido. La FAO estima que a nivel mundial 1300 millones de toneladas de alimentos acaban directamente en la basura cada año, lo cual representa un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano (véase el Índice de desperdicio de alimentos 2024). En dinero esto representa aproximadamente 700 mil millones de dólares en los países desarrollados y 320 mil millones en los países en desarrollo. En América Latina se desperdicia el 34 % de alimentos disponibles, lo que equivale a 130 millones de toneladas por año. Con el agravante, cuando la comida se tira a la basura, el proceso de gestión de estos residuos tiene un impacto negativo en el medio ambiente. Se estima que esta gestión es responsable del 8 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. 



Secuelas del hambre

Está demostrado que el hambre produce una serie de secuelas, muchas de ellas irreparables. La desnutrición durante los dos primeros años de vida lastra el desarrollo físico y cognitivo del niño, hipotecando su futuro y, por extensión, el de su comunidad y su país. Disminuye su capacidad física y produce un grave déficit en su aprendizaje. Los que sufren desnutrición tienen su desarrollo truncado. 

El hambre no permite concentrarse, dificulta la retención de conocimientos, debilita la memoria. Y esa dificultad para estudiar lastrará su futuro, recortando su capacidad para ganarse la vida. Es el círculo perverso de la exclusión social, la pobreza y el hambre, que no solo encadenan a quienes la sufren, sino también a las siguientes generaciones. Como bien dice el escritor argentino Martin Caparrós (2015)

“el hambre es inhumano porque le quita al hombre lo que es más suyo. Lo que le hace realmente humano. El hambre deshumaniza al hombre cuando, además de su salud, su crecimiento o su potencial desarrollo, le arrebata sus sueños”.

Las peores cifras del hambre en el Perú

El hambre en el Perú está en su punto más alto, como jamás se había visto antes. Es el país que encabeza el ranking de inseguridad alimentarita de América del Sur. El informe anual de la FAO 2024, revela que el 51.7% de la población, es decir, 17,6 millones peruanos se encuentran en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave (2022:16,600 millones). Una persona está en situación de inseguridad alimentaria moderada cuando no tiene dinero para llevar una dieta saludable, no sabe si va a comer durante el día o se queda sin comer ocasionalmente. En cambio, la inseguridad alimentaria grave o crónica, se refiere cuando una persona no consume sus alimentos durante el día o más tiempo. Estas cifras son particularmente dramáticas en las áreas rurales que alcanza al 64.1% de peruanos y en las zonas urbanas llega al 46.8%.  


Se estima que el 20% de la población peruana (alrededor de 6 millones) están crónicamente desnutridos, es decir, en situación de inseguridad alimentara grave. Es una situación que tiene consecuencias graves en términos de desnutrición y anemia, especialmente entre los grupos más vulnerables (niños y adultos mayores). Si comparamos estos datos con las cifras de pobreza y pobreza extrema, vemos que hay una correlación. La pobreza monetaria aumento de 27.5% en 2022 a 29% en 2023. Por último, uno de los indicadores de la seguridad alimentaria más alarmantes es el aumento de la anemia en los niños. Según las últimas cifras de la Encuesta Demográfica de Salud Familiar (ENDES), en el Perú aumentó su porcentaje en el 2023 a 43.1%, lo que significa que 4 de cada 10 niños y niñas menores de 3 años padecen esta terrible enfermedad.

Las causantes del hambre

Quizás podríamos encontrarlas respuestas en dos frentes. En el frente interno: las elevadas tasas de pobreza monetaria y la creciente y extrema desigualdad de ingresos. El análisis de Latinometrics, basado en el informe sobre desigualdad global 2022 del World Inequality Lab, nos advertía que el Perú era el cuarto país con más desigualdad en el mundo. También están otros factores no menos importantes que causan el hambre. Por citar algunos: el cambio climático, la recesión económica, la permanente crisis política y social, la corrupción que sustrae millones de soles anuales del presupuesto público, etc. No obstante, la ausencia de un Gobierno con sentido de país y de un Estado capaz de garantizar los mínimos derechos a sus ciudadanos es la causa fundamental de las abultadas cifras de hambre que exhibe el Perú.

Las causas en el frente externo: el control de los alimentos básicos que está en manos de monopolios y de pocos países. La seguridad alimentaria mundial no está diversificada. Y lo peor de todo esto es que no se trata de un problema nuevo. Ya lo era en 2008 (en la última crisis financiera global). Y lo sigue siendo ahora. Menos de 10 países controlan cerca del 86% de las exportaciones de trigo, el 85% del maíz, el 78% del arroz y cerca del 87% de la soja. También es preocupante la distribución de las reservas de estos alimentos. Solo cinco países tienen las tres cuartas partes de todas ellas. China y Estados Unidos concentran el 82% de las reservas de maíz en el mundo. Las sanciones impuestas a países productores de alimentos y fertilizantes, también son causantes de la crisis alimentarita.



Consideraciones finales

Estamos ante una crisis alimentaria en toda regla. Las cifras pueden seguir aumentado. Las condiciones están dadas: un país sin norte económico, crisis política permanente, corrupción generalizada, crisis de confianza, falta de políticas de Estado dirigidas a combatir realmente las causas del hambre. Los problemas estructurales (desempleo, pobreza, desigualdad, hambre, etc.) en el Perú son consecuencias de decisiones de política económica y política social equivocadas tomadas por quienes gobiernan el país desde tiempos atrás. En otras palabras, es el efecto de un modelo económico de más mercado y menos Estado, del dejar hacer y dejar pasar (Laissez faire), que sigue vigente a pesar de su evidente fracaso.

El hambre en el Perú es un problema de primera magnitud. Mitigar al menos en parte, pasa por poner en marcha medidas sencillas pero efectivas, como, por ejemplo:

a) Proteger a las familias en situación de pobreza y pobreza extrema y apoyar a la agricultura familiar,

b) Tomar medidas audaces de mitigación y adaptación al cambio climático,

c) Adoptar medidas que aseguren el buen funcionamiento de los mercados de alimentos de productos básicos y sus derivados,

d) Promover la educación alimentaria y nutricional en todos los niveles educativos,

e) Invertir en infraestructura rural, en la investigación, el desarrollo y la innovación agrícola, y

f) Perfeccionar el marco jurídico que fije políticas y estrategias que garanticen el derecho a la alimentación, la seguridad alimentaria y nutricional de todos, etc.

Todos exigimos paz y seguridad en el país. Pero, ¿cómo puede haber paz y seguridad en una nación donde más de la mitad de sus habitantes pasan hambre? Creo que no entendemos lo que realmente nos ocurre.

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