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“Tendencia
preocupante e imprevisible. Como enfatiza el SIPRI en su Informe 2025, ¿“todo apunta a
que se está gestando una nueva carrera armamentista que
conlleva mucho más riesgo e incertidumbre que la anterior”. En la misma
influye “el desarrollo acelerado y aplicación de una
amplia gama de tecnologías- por ejemplo, en los campos de la inteligencia
artificial (IA), las capacidades cibernéticas, los
activos espaciales, la defensa antimisiles y la
tecnología cuántica- que está redefiniendo radicalmente las capacidades nucleares” y
genera nuevos factores de inestabilidad. Por otra parte, en la medida que
la IA y otras tecnologías aceleran la toma de decisiones en
contextos de crisis, “aumenta el riesgo de que un conflicto
nuclear se desate como resultado de una mala comunicación, un
malentendido o un accidente técnico”.
“Los
conflictos bélicos se multiplican cotidianamente,
y los que han estallado apenas las últimas semanas están
generando un ambiente apocalíptico que algunos analistas
equiparan con el inicio de la Tercera Guerra Mundial.
Aun si esta lectura puede ser extrema, ¿Cómo negar que los hechos son
elocuentes y que todas las cifras certifican una escalada violenta en muchas
regiones del planeta? Planeta que ya duerme, cada
noche, sobre un inmenso arsenal nuclear suficiente
como para destruir buena parte de la civilización,
incluso la civilización entera. Mientras tanto, cada doce minutos muere una
persona no combatiente a causa de las estrategias y
los conflictos bélicos. Civiles con apellidos
propios, fundamentalmente, con nombres femeninos y de niños y niñas.
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EL COSTO HUMANO DE LAS GUERRAS.
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Víctimas de hoy y de mañana
Por
Sergio Ferrari. Periodista argentina, radicado en Suiza.
Fuente. Prensa Latina. Firmas Selectas.
Domingo 13 de julio del 2025.
En
un clima mundial de conflictos armados que se multiplican sin cesar, las
víctimas civiles tienen nombre de mujer, de niños y niñas, así como de
militantes de derechos humanos y periodistas.
En
2024
en todo el mundo, cada 12 minutos murió un civil en un conflicto armado, lo
que representó un aumento del 40 por ciento de casos con respecto al año
precedente. Los registros de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación
de Asuntos Humanitarios (OCHA,
por sus siglas en inglés) contabilizan más de 48 mil asesinatos de civiles
en el marco de conflictos bélicos. De
los cuales 21 mil 480 fueron mujeres
y 16 mil 690, niñas y niños (80 y 70 por ciento respectivamente, en Gaza) (https://news.un.org/es/story/2025/06/1539581).
Prensa
mutilada.
Según
OCHA,
estas cantidades macabras- con
cifras “conservadoras” con
respecto a otras fuentes- revelan, además, la “persistencia de ataques mortales
contra defensores de derechos humanos”. En efecto, más de 500 hombres y mujeres fueron asesinados como parte de la respuesta represiva contra su actividad humanitaria y América Latina y el Caribe fue la región donde ocurrió la mayor cantidad
de estos asesinatos. En ese mismo
periodo, otros 123 activistas
desaparecieron por la misma razón.
En
2024, cada 14 horas se
registró el asesinato o la desaparición de un periodista, sindicalista o
activista humanitario. El año pasado, OCHA contabilizó 82 muertes de comunicadores. Más del
60 por ciento de estos homicidios se
produjeron en zonas de conflicto,
la proporción más alta en más de una década.
Cifra,
sin embargo, que se encuentra
bastante por debajo de la que reconocen otras organizaciones fiables. La Federación Internacional de Periodistas
(FIP), por ejemplo, registró 122
homicidios entre sus colegas-
más de la mitad en relación al conflicto
en Palestina- y calificó el año 2024 de uno de los “más mortíferos” de las últimas décadas (https://www.ifj.org/es/sala-de-prensa/noticias/detalle/article/122-periodistas-trabajadorxs-medios-asesinadxs-2024-segun-fip).
Conflictos
bélicos al por mayor.
En
los últimos años han estallado nuevos conflictos armados que
“han hecho descarrilar los
esfuerzos mundiales hacia el desarrollo sostenible, el cual no puede prosperar
sin paz y seguridad y sin la protección de los derechos humanos”,
como señala el informe publicado por este organismo de las Naciones Unidas. Si
bien entre 2015 y 2022 la tendencia
fue decreciente, a partir del 2022
se revirtió debido a un aumento significativo de confrontaciones armadas en
diversas regiones del planeta. Entre
2015 y 2024, OCHA documentó muertes de civiles relacionadas con conflictos
bélicos en 16 países: Afganistán,
Etiopía, Filipinas, Iraq, Líbano, Libia, Malí, Myanmar, Palestina, República
Árabe Siria, República Centroafricana, República Democrática del Congo,
Somalia, Sudán del Sur, Ucrania y Yemen.
Las
conclusiones de un reciente estudio del Instituto de Investigación para la Paz
(PRIO), de Oslo, son todavía más preocupantes: en 2024 el mundo experimentó el
mayor número de conflictos armados desde 1946,
superando a 2023, de por sí un año
récord. Nada menos que 61 conflictos en 36
países, algunos de los cuales se vieron afectados por múltiples
confrontaciones simultáneas. Realidad que llevó a Siri Aas Rustad, autora principal de este estudio de análisis de
tendencias desde 1946 a 2024, a
afirmar que no se trata de un aumento repentino, sino de un cambio estructural. Su conclusión: “El
mundo actual es mucho más violento y está mucho más fragmentado que hace una
década”.
El
estudio de PRIO además documenta que África sigue siendo el continente
más afectado, con 28 conflictos
nacionales, seguida de Asia (17), Oriente Medio (10), Europa (tres) y América (dos). Y que más de la mitad de los Estados afectados han padecido o padecen dos o más
conflictos cada uno. Tan solo el año pasado se confirmaron unas 129 mil muertes ligadas a
confrontaciones armadas, mayormente entre Rusia
y Ucrania, en la Franja de Gaza
y en la región etíope de Tigray (https://cdn.cloud.prio.org/files/31b69202-0728-4852-94e9-a08bdf662fe9/Rustad%20-%20Conflict%20Trends%201946-2024%20-%20PRIO%20Paper.pdf?inline=true).
Sobre
un tonel de dinamita… nuclear.
Los
ataques de Israel y Estados Unidos contra Irán la segunda quincena de junio,
con el pretexto de neutralizar una supuesta amenaza nuclear iraní, no hacen más que esconder la cara oculta del
“juego” geopolítico en torno al
verdadero poderío bélico en el mundo. Que se juega esencialmente en términos
del poder nuclear es decir la
capacidad máxima de destrucción de la fuerza enemiga.
Según
el reciente informe Anual 2025 del Instituto de Estudios para la Paz (SIPRI), de Estocolmo, un
inventario de enero de este año estimó en 12
mil 241 el número de ojivas nucleares en existencia, todas ellas propiedad
de nueve naciones (entre las que no se encuentra Irán): Francia,
Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China, India, Pakistán, República Popular
Democrática de Corea (Corea
del Norte) e Israel.
Notablemente, el 90 por ciento de
esta cantidad pertenece a Rusia y a
Estados Unidos, potencias embarcadas
en extensos programas de modernización de sus respectivos arsenales nucleares
con el propósito de incrementar el tamaño y la diversidad de los mismos. Según el SIPRI, los
“arsenales nucleares mundiales
se amplían y modernizan… y está emergiendo una nueva y peligrosa carrera
armamentista nuclear en un momento en que los regímenes de control de armas se
encuentran gravemente debilitados”.
De
este total de ojivas
nucleares, tres mil 912 ya están
desplegadas
en misiles o en bases con fuerzas
operativas listas para el uso y cinco
mil 702 almacenadas en reserva, lo que exigiría una cierta preparación, por
ejemplo, instalación de componentes,
transporte y carga en lanzadores
antes de su despliegue. El resto, dos
mil 627 ojivas han sido retiradas de la reserva militar, pero aún no
han sido desmanteladas.
Como
subraya el SIPRI, en caso de no lograrse un nuevo acuerdo para
limitar estos arsenales, es probable que aumente el número de ojivas desplegadas en misiles estratégicos tras la expiración
en febrero de 2026 del Tratado bilateral
de 2010 sobre Medidas para la Nueva Reducción y Limitación de Armas
Estratégicas Ofensivas (New START). Las tendencias armamentistas
siguen consolidándose y por el momento no existen señales de negociaciones para
renovar los frágiles acuerdos o bien para reemplazarlos (https://www.sipri.org/sites/default/files/WNF%202025%20PR%20ESP.pdf).
Tendencia
preocupante e imprevisible.
Como
enfatiza el SIPRI en su Informe 2025,
“todo apunta a que se está gestando una nueva carrera armamentista
que conlleva mucho más riesgo e incertidumbre que la anterior”. En la misma
influye “el desarrollo acelerado y
aplicación de una amplia gama de
tecnologías- por ejemplo, en los campos de la inteligencia artificial (IA), las capacidades cibernéticas, los activos espaciales,
la defensa antimisiles y la
tecnología cuántica- que está redefiniendo radicalmente las capacidades nucleares” y genera nuevos factores de
inestabilidad. Por otra parte, en la medida que la IA y otras tecnologías aceleran la toma de decisiones en contextos
de crisis, “aumenta el riesgo de que
un conflicto nuclear se desate como
resultado de una mala comunicación, un
malentendido o un accidente técnico”.
Los
conflictos bélicos se multiplican
cotidianamente, y los que han estallado apenas las últimas semanas están generando un ambiente apocalíptico que algunos analistas equiparan con el inicio de la Tercera Guerra Mundial. Aun si esta lectura puede ser extrema,
¿Cómo negar que los hechos son elocuentes y que todas las cifras certifican una
escalada violenta en muchas regiones del planeta? Planeta que ya duerme, cada noche,
sobre un inmenso arsenal nuclear suficiente como para destruir buena parte de la civilización,
incluso la civilización entera.
Mientras
tanto,
cada doce minutos muere una persona
no combatiente a causa de las
estrategias y los conflictos bélicos.
Civiles con apellidos propios,
fundamentalmente, con nombres femeninos
y de niños y niñas.
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