miércoles, 28 de septiembre de 2011

ARGENTINA: Precariedad laboral, una mirada en perspectiva. Desocupación, pobreza, precariedad, ausencia de trabajo estable, expropiación de derechos..

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Tener un empleo estable se volvía así un aspecto fundamental de nuestra relación con el mundo del trabajo; porque no solamente nos permitía a los trabajadores contar con derechos básicos que antes no teníamos y poder así planificar nuestra vida cotidiana (desde pensar en ir de vacaciones hasta el sueño de la casa propia); sino también nos permitía fortalecer nuestra identidad como clase trabajadora y construir vínculos con otros compañeros a lo largo del tiempo, factor clave para la organización gremial. Las tazas de afiliación sindical más altas de la historia se registraron en esa época, y la mayor cantidad de conflictos que protagonizamos frente a los patrones también pertenecen al mismo período (del 46 al 49). Por otra parte, el resultado de esta disputa significó en términos históricos, la etapa dónde mayor distribución del ingreso hemos alcanzado a nuestro favor (en 1948 los trabajadores llegamos a percibir el 53% del total de las ganancias, intereses y rentas de la tierra).


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Argentina. Docentes solicitan una reparación a su precaria situación laboral en las Escuelas.

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ARGENTINA: Precariedad laboral, una mirada en perspectiva.


Desocupación, pobreza, precariedad, ausencia de trabajo estable, expropiación de derechos y pésimas condiciones de vida.


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ARGENPRESS.info Miércoles 28 de septiembre del 2011.


Pablo Spataro (ACTA)



Habrá que llenar el futuro de recuerdos, nos decía Alberto Morlachetti mientras nos invitaba a seguir caminando hacia una sociedad nueva sin olvidar nuestra memoria histórica. Es que los trabajadores supimos vivir otros tiempos a los que corren. Tiempos donde los derechos laborales y sociales no eran una formalidad, sino que se consolidaban en el plano de lo real.



Derechos como un salario digno, una jubilación, un sistema de salud de excelencia, un aguinaldo, un ambiente de trabajo adecuado, una vivienda, una cobertura contra accidentes laborales, una educación pública para todos y todas, por mencionar solo algunos de ellos, eran no sólo el resultado de largas luchas en nuestra historia, sino también un mundo de certezas en el que las y los trabajadores vivíamos.



El temor a perder el trabajo no tenía lugar en una sociedad donde el trabajo estable y una economía de pleno empleo aparecían como rasgos distintivos. Seguramente si hacemos memoria, aparece en los relatos de nuestras historias familiares, algún pariente cercano que nos contó como lo normal era trabajar en un mismo lugar durante 20 o 30 años.



Tener un empleo estable se volvía así un aspecto fundamental de nuestra relación con el mundo del trabajo; porque no solamente nos permitía a los trabajadores contar con derechos básicos que antes no teníamos y poder así planificar nuestra vida cotidiana (desde pensar en ir de vacaciones hasta el sueño de la casa propia); sino también nos permitía fortalecer nuestra identidad como clase trabajadora y construir vínculos con otros compañeros a lo largo del tiempo, factor clave para la organización gremial.



Las tazas de afiliación sindical más altas de la historia se registraron en esa época, y la mayor cantidad de conflictos que protagonizamos frente a los patrones también pertenecen al mismo período (del 46 al 49). Por otra parte, el resultado de esta disputa significó en términos históricos, la etapa dónde mayor distribución del ingreso hemos alcanzado a nuestro favor (en 1948 los trabajadores llegamos a percibir el 53% del total de las ganancias, intereses y rentas de la tierra).



La planificación de la expropiación de nuestras conquistas...



Y es bueno mirar hacia atrás para saber que no siempre tuvimos la realidad que se instaló en los últimos 20 años en nuestro país. La falta de trabajo y el trabajo precario es resultado de una nueva forma que asumió la economía capitalista globalizada, pero también es producto de una derrota histórica que sufrimos a manos de la última dictadura militar y del genocidio perpetrado.



Eso que Rodolfo Walsh escribió de manera tan aguda y tan dramática en la carta abierta a la Junta Militar, que además del horror por los secuestros, asesinatos y torturas que se estaban cometiendo, estaban diseñando y planificando un país para dejarnos a millones de compatriotas subsumidos en la pobreza y la exclusión, en lo que iba a representar un verdadero genocidio económico.



La llegada de gobiernos neoliberales en la década de los 90’ no hizo más que completar esa obra. La aplicación de políticas como la apertura de la economía, la primera y segunda reforma del Estado, la vuelta hacia un aparato productivo de carácter dependiente y agro-exportador, las leyes de flexibilización laboral, la subordinación del Estado a los intereses del capital trasnacional, son sólo algunas de las medidas más significativas que traerían pobreza y dolor en nuestro pueblo.



En efecto, la desocupación empezó a ser un fenómeno cada más frecuente en nuestras familias llegando a tener sus momentos más dramáticos a mediados de la década del 90, dónde trepó a un 22%, pero sigue hoy, según los dudosos números del INDEC, en una cifra que orilla los dos dígitos. Por otra parte, los trabajadores seguimos padeciendo la precarización de nuestras condiciones de trabajo: 4 de cada 10 trabajadores trabajamos bajo esas condiciones (lo que intento remarcar es un rasgo estructural que permanece más allá de las diferentes coyunturas políticas).



Las mil caras de la precariedad...



¿Pero qué entendemos cuando hablamos de precarización laboral?, ¿Estamos hablando de los derechos históricos que fuimos expropiados los trabajadores?, ¿Los salarios bajos y las magras condiciones laborales son una forma de precarización?, ¿Tendrá que ver la falta de estabilidad en el trabajo?, ¿Será acaso una estrategia del gran capital para maximizar sus ganancias?, ¿O tal vez una estrategia para disciplinar y fragmentar la organización de los trabajadores? Seguramente la suma de todas estas dimensiones nos llevaran a definir eso que a menudo nos pasa.



Efectivamente, la primera cara de la precarización laboral es la falta de trabajo estable y la sensación de incertidumbre constante. Si los trabajadores conocimos la estabilidad laboral en un momento histórico de este país, no es un rasgo común en los tiempos que corren.



Bajo la excusa que entramos para hacer un trabajo determinado o temporario, las empresas e inclusive el mismo Estado (en sus diversas dimensiones: Nacional, Provinciales y Municipales) encubren una relación laboral bajo figuras contractuales provisorias, obligándonos a firmar cada tres o seis meses el contrato, como si todo el tiempo volviéramos a empezar de cero.



Por otra parte, encubrir esa relación lleva, según el tipo de contrato al que uno acceda (monotributistas, becarios, asistentes técnicos, pasantes, contratos de aprendizajes, contratos temporarios, etc.) a negar de forma parcial o total los derechos que los trabajadores conquistamos a lo largo de nuestra historia, como son los aportes jubilatorios, la obra social, el aguinaldo, las vacaciones, cobertura contra riesgos de trabajo, estar bajo convenio colectivo, etc.



Pero la precariedad no sólo se manifiesta en la falta de estabilidad laboral y la expropiación de derechos, sino que también se observa en las condiciones de vida de un mundo que se volvió cada vez más precario y más hostil para todos los que lo habitamos.



Trabajadores precarizados sobreviviendo en un mundo dónde el acceso a educación se ha vuelto precario, dónde el acceso a la salud se ha vuelto precario, donde el acceso a la vivienda digna es un privilegio y no un derecho, y donde la lógica de extraer renta por parte del sector privado, sigue siendo un rasgo característico en todas las esferas sociales.



Y ante esto, ¿Qué hacemos los trabajadores para modificar nuestras condiciones laborales en los sectores de trabajo?, ¿Qué hacemos los trabajadores para modificar una sociedad que este más cerca de cómo la soñamos?, ¿Qué hacemos para que esos derechos que muchas veces aparecen como enunciaciones sean realmente hechos concretos?



Una respuesta organizada desde nosotros y nosotras



Si ya hay un sistema que condena a muchos de las y los nuestros a la desocupación y la precarización, también hay un modelo sindical que ha decidido darnos la espalda. El viejo modelo sindical se agrieta no sólo porque se ha convertido en sindicalismo empresarial, sino porque ha renunciado a representar a los trabajadores que están sin trabajo y a los que no están bajo relación de dependencia, excluyendo así a casi la mitad de la clase trabajadora.



La CTA, aún con todas las dificultades que estamos atravesando, aparece así como el refugio de muchos colectivos de trabajadores que venimos corridos de un modelo sindical que nos expulsa y no nos representa. El debate sobre como construimos las nuevas formas de organización de la clase trabajadora es una discusión que está abierta y que para nosotros posee un carácter estratégico.



Experiencias como la del nuevo sindicato de maestranza (SITMMA-CTA), como la de los trabajadores mineros en San Juan (OSMA-CTA), como la de los trabajadores del Subte (AGTAyP-CTA), como la de los trabajadores del azúcar en el ingenio Ledesma (CTA) o como la de los trabajadores bancarios (SITEBA-CTA), por sólo mencionar algunas, nos muestra que la construcción de un nuevo modo de organización de los trabajadores no es un enunciado romántico, sino que expresa la capacidad que tuvimos no solo de construir lo posible, sino de crear lo que era necesario para nosotros.



Más de dos mil organizaciones sindicales nuevas no pueden contar con derechos básicos como participar de los ámbitos colectivos de trabajo correspondientes, proteger a sus delegados con los fueros gremiales que establece la Ley, hacer el descuento de la cuota sindical, etc. En este marco la lucha por la libertad y democracia sindical es un reclamo sustantivo del conjunto de los trabajadores, que excede por mucho a nuestra organización.



No existe posibilidad de pelear por mejor salario y de terminar con la precarización laboral sino existe un colectivo de trabajadores que se organice para poner freno al atropello patronal. La mejora de nuestras condiciones de trabajo va a depender de nuestra capacidad para pelear de manera inteligente ante los que mandan en este país.



Por eso, este 23 de septiembre nos movilizaremos ante todas las dependencias de los ministerios de trabajo del país por libertad y democracia sindical, en una muestra más de que los trabajadores no somos espectadores sino protagonistas de esta realidad. Sólo la certeza de confiar en nuestra propia fuerza y en nuestra propia historia nos anima a transitar un camino hacia una sociedad diferente.



Pablo Spataro es Secretario Adjunto de la CTA Capital.

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martes, 27 de septiembre de 2011

Movimiento Altermundista y desafíos de Río + 20. “Desarrollo sostenible” y “resistencias socio-ambientales. El fracaso de las políticas de los ......

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La Cumbre de la Tierra celebrada en Río en 1992 dio origen a tres convenciones esenciales, que se articulan con los objetivos del “desarrollo sostenible”: - la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre cambio climático (sigla en inglés, UNFCCC) que derivó en el protocolo de Kyoto en 1997. Es el primer tratado internacional que tuvo como objetivo la reducción de las emisiones de gas con efecto invernadero; se funda, de acuerdo con la convención, en la idea de responsabilidad común pero compartida, es decir, en la idea de una responsabilidad diferenciada entre países industrializados y países del Sur. Sin embargo, como no se trata de modificar en nada la trayectoria de la globalización económica y financiera ni el crecimiento mundial, los países industrializados pueden utilizar “mecanismos de flexibilización”, es decir, el comercio de derechos de emisión.


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La conservación ambiental y el desarrollo sostenible.

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Movimiento Altermundista y desafíos de


Río + 20.


“Desarrollo sostenible” y “resistencias socio-ambientales. El fracaso de las políticas de los organismos multilaterales.


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Geneviève Azam y Michael Löwy



Rebelión. Domingo 25 de septiembre del 2011.








Traducción del francés: Susana Cohen – Argentina



Aun cuando los elementos de la raíz de la actual crisis ecológica y social se encontraban presentes en la conferencia de Río en 1992, la conciencia de un mundo finito y parcialmente destruido – a causa del carácter irreversible de algunos fenómenos (clima, biodiversidad, agotamiento de los recursos) – era por entonces relativamente marginal y circunscripta a círculos de expertos o captada por estos círculos. Además, a comienzos de los 90’, la globalización económica y financiera era todavía generosamente presentada como “el horizonte infranqueable” y el camino del progreso para toda la humanidad.


En este contexto, la conferencia de Río en 1992 reafirmó la sostenibilidad por medio del “desarrollo sostenible”. La ambigüedad de este concepto hace referencia a las tensiones que ya se hacían presentes en Río: ¿se trata de garantizar la permanencia de un modelo por demás agotado o bien de garantizar la perdurabilidad de las sociedades y de sus ecosistemas frente a la persistencia de un desarrollo depredador de los recursos naturales y humanos? Está demostrado que el “desarrollo” resulta globalmente inviable: la perdurabilidad de las sociedades es incompatible con las políticas preconizadas al unísono por el Banco Mundial y el FMI, por la OMC, y más globalmente con un modelo de sociedad centrado en la rentabilidad a corto plazo y en la expropiación masiva de los bienes comunes. Paradójicamente, la globalización económica, en su afán de expandir los límites del mundo por el libre comercio generalizado, prometiendo prosperidad y crecimiento a través de la inclusión en el mercado mundial, puso de manifiesto la finitud del planeta y profundizó sosteniblemente las desigualdades sociales. Pero para el capitalismo global, los desastres sociales o naturales, como son el cambio climático o el colapso de la biodiversidad, representan nuevas oportunidades, nuevos mercados, posibilidades para una economía y un crecimiento pretendidamente verdes. Es así que aparecen las pseudo-soluciones – como los mercados de derechos de contaminar, los mercados de la biodiversidad o incluso la promoción de agro-combustibles y proyectos de geo-ingeniería – en un postrer intento de hacer perdurar un sistema que conduce directamente al abismo .


Durante mucho tiempo, se pensó que las cuestiones ambientales concernían a los países ricos y de las clases privilegiadas de esos países: la instrumentación de la oposición entre “los pobres que hay que desarrollar” y los ecologistas se debilitó por la expresión de una ecología popular, de una “ecología de los pobres” (J. Martinez-Alier), donde las poblaciones en riesgo de perder su medio de vida ejercen la defensa de los ecosistemas y de los recursos.


1 – Balance de la Declaración de Río 1992 y de sus tres Convenciones.

La Cumbre de la Tierra celebrada en Río en 1992 dio origen a tres convenciones esenciales, que se articulan con los objetivos del “desarrollo sostenible”: - la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre cambio climático (sigla en inglés, UNFCCC) que derivó en el protocolo de Kyoto en 1997. Es el primer tratado internacional que tuvo como objetivo la reducción de las emisiones de gas con efecto invernadero; se funda, de acuerdo con la convención, en la idea de responsabilidad común pero compartida, es decir, en la idea de una responsabilidad diferenciada entre países industrializados y países del Sur. Sin embargo, como no se trata de modificar en nada la trayectoria de la globalización económica y financiera ni el crecimiento mundial, los países industrializados pueden utilizar “mecanismos de flexibilización”, es decir, el comercio de derechos de emisión.


El método utilizado – los mercados de carbono y la financiación del carbono – llevaba indefectiblemente al fracaso la reducción significativa de las emisiones. Todo indica que los países industrializados no lograrán siquiera el objetivo muy limitado y decididamente insuficiente propuesto en los acuerdos (10% entre 1990 y 2012 para esos países, 5,2% globalmente). Las emisiones globales de CO2 alcanzaron su mayor nivel histórico en 2010, superando en un 5% su anterior record registrado en 2008.


La gestión del carbono, sobre todo en lo que se refiere a bosques, permite que, en nombre de la lucha contra la deforestación y de los ingresos para distribuir “entre los pobres que hay que desarrollar”, se incluyan bosques y suelos en la financiación del carbono
. Los países industrializados que no quieren reconocer su responsabilidad histórica ponen en riesgo el Protocolo de Kyoto; aunque los mercados del carbono podrán seguir funcionando dentro del marco de la convención, con algunas modificaciones de orden institucional. - la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB) se proponía “la conservación de la diversidad biológica”, el uso sostenible de sus elementos y el reparto justo y equitativo de los beneficios que se derivaran de la explotación de los recursos genéticos, en particular gracias a un acceso satisfactorio a los recursos genéticos y a una transferencia adecuada de las técnicas pertinentes...” (CDB, 1992, Art.


1). Se trataba de conservar la biodiversidad a través de la implementación, supuestamente equitativa, de sus elementos, los “recursos genéticos”. La mercantilización de seres vivos, que cobró impulso a partir de los acuerdos ADPIC de la OMC, se logró a cambio de dos concesiones que resultaron ser meramente formales: a) el reconocimiento de la soberanía nacional sobre los “recursos biológicos” (Art. 15) para satisfacer de esta manera a los Estados del Sur, deseosos de que su biodiversidad no siga siendo considerada como un patrimonio mundial donde abrevan las empresas sin dar nada a cambio, y b) la participación en los frutos de las “innovaciones” obtenidas de los “recursos” con las comunidades locales (Art. 8j y Art. 15), compromiso que se asumió con los movimientos indígenas pero cuyas reglas de participación en los beneficios recién fueron definidas en Nagoya en 2010, las cuales aun hoy no son efectivas ni satisfactorias.


La CDB adosaba la conservación de la biodiversidad al valor de mercado (pasando por establecer derechos de propiedad) de sus elementos, los “recursos biológicos”. La idea era que los “recursos biológicos” destinados a la creación de riqueza pudieran ser patentados, riqueza que luego sería (marginalmente) redistribuida entre las poblaciones locales y la conservación. Este paradigma no funcionó, ni siquiera desde la perspectiva del mercado y tampoco desaceleró el proceso de la sexta extinción de especies que está teniendo lugar.


- la Convención sobre la Lucha Contra la Desertificación, acuerdo por demás “olvidado”. En conclusión, en nombre de la conservación o de la restauración del equilibrio ecológico, durante el período posterior a la declaración de Río hubo una intensificación sin precedentes de la privatización de los bienes naturales comunes. La crisis ecológica se profundizó en todas sus dimensiones, en tanto que las desigualdades sociales se hicieron cada vez más profundas en las sociedades y también entre distintas sociedades.


2 – Los desafíos de Río + 20 .


La Cumbre Río + 20 se ubica bajo el signo de la “economía verde”, es decir de una “gestión sostenible” de la naturaleza y de la Tierra, con una visión de la naturaleza entendida como capital que debe administrarse de manera eficaz y que debe fructificar. Esta cumbre tiene la misión de profundizar y de llevar a la realidad aquello que comenzó a gestarse en 1992


En la lógica neoliberal, la “gestión sostenible de la naturaleza” supone establecer previamente nuevos derechos de propiedad sobre los bienes naturales, ya que considera que la gestión en común es ineficiente. Se hace referencia especialmente a tres áreas: la biodiversidad, el clima, los recursos minerales y fósiles y en general, todo lo concerniente al extractivismo. Las dos primeras se relacionan estrechamente: los modelos que lleva a cabo la biodiversidad se inspiran en los modelos de “gestión sostenible” del clima.


Esta “gestión sostenible” de la naturaleza constituye un nuevo campo de expansión para el capitalismo y las finanzas mundiales. Los “servicios ecosistémicos” se están convirtiendo en nuevas mercaderías globales tan lucrativas (y comercializadas también de manera tan inequitativa) como lo fueron los productos en la época colonial, hace un siglo. Desde un punto de vista ecológico esta gestión ya ha fracasado y, por otra parte, aumenta la fragilidad de las sociedades y el proceso de generación de desigualdades y de exclusión.


La “economía verde”, en lugar de inscribir necesariamente las actividades económicas en la biosfera, incluye los elementos de la biosfera en el circuito de reproducción del capital. Ya no se trata solamente de acaparar stocks de recursos como ocurre en la actividad minera, sino de apropiarse de los flujos, los “servicios ecosistémicos” prestados por los ecosistemas. La naturaleza es una empresa cuya obra debe ser evaluada, comercializada, mercantilizada.


3 – Los desafíos para el movimiento altermundista.


En vista de esto, se están desarrollando en todo el mundo distintas formas de resistencia socio-ambientales y experiencias de transición, especialmente para la recuperación de bienes comunes y rechazando considerar los bienes naturales como recursos. Es necesario establecer nuevos derechos inalienables, que incluyan medidas para su concreción. Este es uno de los desafíos de RIO+20, que podríamos resumir como un proceso necesario de desmercantilización de la Tierra, que garantice la sustentabilidad ecológica y la justicia social.


Para ello, se construyen de manera específica coaliciones internacionales de movimientos sociales, sobre todo en la lucha contra el cambio climático, donde se reúnen ONG ecologistas como Amigos de la Tierra, y también coaliciones como Jubileo Sur, Focus on the Global South y la Vía Campesina , actores centrales del movimiento altermundista. En el corazón de estas coaliciones están los temas fundadores del movimiento altermundista: la resistencia al dogma del libre comercio, a las instituciones financieras internacionales, en contra de las maniobras de empresas transnacionales, de la globalización financiera y de la privatización de bienes comunes.


No fue por casualidad que el Foro Social Mundial de Belém en 2009 haya lanzado un llamado altermundista para salvaguardar los bienes comunes y contra su mercantilización y privatización capitalista. No es sólo un documento, es la expresión de luchas concretas, como la de los campesinos de la Vía Campesina contra la destrucción de bosques, como la “Guerra del agua” en Cochabamba, Bolivia, en contra de la privatización del agua, como los levantamientos en India contra el intento de Coca-Cola de monopolizar los recursos hidráulicos, como la resistencia contra las maniobras de Areva en Niger. El desafío es globalizar la resistencia y encontrar los puntos de ruptura. Estas luchas se llevan a cabo en todo el planeta, expresan el rechazo a lo insostenible y el deseo de liberarse de la dominación conjunta de la naturaleza y de los seres humanos.


Por tal razón, esos temas forman parte del movimiento altermundista. De ello dan testimonio los dos últimos foros sociales mundiales donde se les dio gran espacio. La implicación del movimiento en la preparación de la Cumbre de los Pueblos de Río en 2012 permitirá plantear la complejidad y la globalización de la crisis y, del mismo modo, ampliar las alianzas necesarias para emprender una transición significativa.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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Hacia una globalización socialmente sostenible. “Será posible, o sólo quedará en palabras como los acuerdos del FMI”.

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La publicación pone de relieve tres problemas con que se enfrentan quienes se encargan de formular las políticas al tratar de garantizar la sostenibilidad social de la globalización. En primer lugar, la estructura y los niveles de empleo resultantes de una mayor apertura pueden ser más o menos favorables a la población activa y al crecimiento económico. En segundo lugar, si bien la apertura ayuda a hacer frente a las dificultades internas, puede hacer que los mercados de trabajo internos sean más vulnerables a factores externos, como se observó durante la Gran Recesión. Por último, los beneficios de la globalización no se distribuyen de forma equitativa y algunos trabajadores y empresas pueden salir perdiendo a corto e incluso a mediano plazo. Los autores de esta publicación estudian respuestas normativas a estos tres problemas.


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"Una publicación conjunta de la OIT/OMC se examinan las formas de lograr que la globalización sea socialmente sostenible".

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Hacia una globalización socialmente sostenible.


“Será posible, o sólo quedará en palabras como los acuerdos del FMI”.


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Manuel Mendieta para Alianzatex


Miércoles 21 de septiembre del 2011.


Texcoco, México.- (Texcoco Mass Media).- Según una publicación presentada conjuntamente por la Oficina Internacional del Trabajo y la Secretaría de la Organización Mundial del Comercio el 20 de septiembre de 2011, la protección social, la inversión en bienes públicos y el buen funcionamiento de los mercados son fundamentales para que la globalización sea socialmente sostenible.



En la publicación Hacia una globalización socialmente sostenible se pone de relieve el potencial de la globalización para estimular la productividad y el crecimiento, pero se insiste en que para encauzar ese potencial es importante aplicar al mismo tiempo políticas comerciales, sociales y de empleo. La publicación incluye contribuciones de destacados especialistas que analizan las distintas formas en que la globalización afecta al empleo y los salarios.



En la presentación, el Director General de la OMC Pascal Lamy y el Director General de la OIT Juan Somavia dijeron que esta publicación contribuirá a que se comprenda mejor la manera en que los gobiernos pueden dar a la globalización una verdadera dimensión social.



La publicación reafirma el papel positivo que puede desempeñar la liberalización del comercio mejorando la eficacia y en consecuencia el crecimiento. Recalca la importante función que cumplen los gobiernos invirtiendo en bienes públicos y fortaleciendo el funcionamiento de los mercados, aspectos clave para que la globalización estimule el crecimiento. Se pone de relieve la importancia fundamental de la protección social, así como la necesidad de ajustar los sistemas de protección social a las condiciones locales.



El volumen gira en torno a tres temas principales a los que se ha prestado mucha atención últimamente: el empleo, la incertidumbre en el mercado de trabajo y la desigualdad. Se abordan cuestiones como los efectos a corto plazo de la globalización en las tasas de desempleo (Holger Görg) y sus efectos a largo plazo en la estructura del empleo en las economías en desarrollo (Margaret McMillan y Dani Rodrik). Los efectos que tuvo en el empleo la Gran Recesión de finales de la década de 2000 se abordan en un capítulo escrito por David N.F. Bell y David G. Blanchflower. John Haltiwanger analiza la incertidumbre en los mercados de trabajo y William Milberg y Deborah Winkler examinan la incertidumbre que perciben los trabajadores que se ven afectados por la competencia de las importaciones.



Se habla de las políticas para abordar la manera en que los factores externos afectan a los mercados de trabajo, con especial atención a la viabilidad de las políticas en los países en desarrollo (Devashish Mitra y Priya Ranjan). Se consagra un capítulo a los últimos datos disponibles sobre los efectos distributivos de la globalización (Nina Pavcnik), seguido de un análisis de la capacidad de los gobiernos nacionales para atender a las preocupaciones que suscita la distribución en un mundo globalizado (Carles Boix). La publicación termina con un capítulo sobre el papel de las políticas de educación y formación para distribuir los beneficios de la globalización (Ludger Woessmann).



La publicación pone de relieve tres problemas con que se enfrentan quienes se encargan de formular las políticas al tratar de garantizar la sostenibilidad social de la globalización. En primer lugar, la estructura y los niveles de empleo resultantes de una mayor apertura pueden ser más o menos favorables a la población activa y al crecimiento económico. En segundo lugar, si bien la apertura ayuda a hacer frente a las dificultades internas, puede hacer que los mercados de trabajo internos sean más vulnerables a factores externos, como se observó durante la Gran Recesión. Por último, los beneficios de la globalización no se distribuyen de forma equitativa y algunos trabajadores y empresas pueden salir perdiendo a corto e incluso a mediano plazo. Los autores de esta publicación estudian respuestas normativas a estos tres problemas.



Esta publicación es producto del programa conjunto de investigación de la Oficina Internacional del Trabajo y la Secretaría de la OMC, y ha recibido financiación de la Fundación para la Investigación de la Cámara de Comercio Internacional (CCI). "La Cámara de Comercio Internacional se basará en las conclusiones de este proyecto de investigación para formular recomendaciones concretas en materia de políticas a los órganos rectores mundiales", dijo el Presidente de la CCI Gérard Worms. “La Fundación para la Investigación del CCI apoya con mucho gusto este proyecto, que contribuirá a que se comprendan mejor las iniciativas encaminadas al logro de una globalización sostenible."



Fuente: Organización Internacional del Trabajo


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lunes, 26 de septiembre de 2011

Una muestra del Poder Emergente. La Conferencia de los BRIChS convocó Más público que la de Christine Lagarde.

Guido Mantega, Ministro de Hacienda de Brasil, uno de los BRIChS.

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Una muestra del Poder Emergente.


La Conferencia de los BRIChS convocó Más público que la de Christine Lagarde.


La expectativa era sobre un plan de ayuda a europeos, pero se limitaron a analizar la crisis.


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Por Fernando Krakowiak. Desde Washington.


Página /12 . Viernes 23 de septiembre del 2011.


Los países emergentes se mostraron ayer dispuestos a ayudar a estabilizar la economía mundial. Los ministros de Finanzas de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, integrantes del grupo conocido con el acrónimo Brics, ofrecieron una conferencia de prensa conjunta en la sede del FMI y dijeron que el desembolso sería canalizado a través de ese organismo multilateral u otras instituciones financieras, pero no brindaron detalles sobre el monto disponible ni su ejecución. Además, reclamaron mayor participación en la estructura de poder del Fondo y fustigaron a las principales potencias por demorar la resolución de la crisis de la deuda griega. “Si no se hace algo rápido, esta situación va a terminar afectando a otros países de-sarrollados y también a los emergentes”, sostuvo el ministro brasileño Guido Mantega, quien advirtió sobre una posible caída en el precio de las materias primas.


En las últimas semanas se había especulado con la posibilidad de que los Brics compraran títulos públicos de los países europeos en crisis. La versión cobró fuerza luego de que trascendiera que China estaba evaluando asistir a Italia. Incluso el propio Mantega había reconocido que una acción coordinada en esa dirección era posible, pero ayer el tema ni se mencionó. La propuesta es hacerlo a través del FMI, pero dieron a entender que al mismo tiempo el poder de estos países en el organismo multilateral debería aumentar. “Estamos preocupados por el avance lento de las reformas en el sistema de cuotas y gobernanza del FMI”, expresaron en un comunicado conjunto.


La conferencia de prensa de los Brics convocó más gente que la que por la mañana dio la titular del Fondo, Christine Lagarde. La sala estaba repleta y la expectativa era grande, pero finalmente el anuncio se redujo a un análisis de la crisis mundial y una promesa que no se materializará en nada concreto en el corto plazo. Dijeron que están dispuestos a jugar fuerte asumiendo su rol en el nuevo orden global, pero todavía no lo harán. Además remarcaron que seguirán fortaleciendo la integración entre ellos.


El economista de Goldman Sach, Jim O’Neill, fue el primero en utilizar el acrónimo BRIC para referirse a Brasil, Rusia, India y China. Lo hizo en un paper publicado en 2001 e insistió con el concepto dos años después. Su hipótesis principal consistió en plantear que esos países emergentes se transformarán en las nuevas potencias económicas en 2050 porque combinan una población numerosa, un extenso territorio y abundantes recursos naturales, lo que les permitió crecer a tasas altas en los últimos años. En 2001 representaban un 8 por ciento del Producto Interno Bruto y hoy ya superan el 16 por ciento. Además, concentran casi el 30 por ciento del comercio global.


Todavía es prematuro para corroborar si terminarán siendo potencias, salvo el caso de China, que ya es la segunda economía del mundo, pero lo llamativo es que los propios países asumieron ese mandato. En la cumbre del G-20 que se realizó en Londres el 2 de abril de 2009 hicieron algunos planteos conjuntos y el 16 de junio de ese mismo año se reunieron por primera vez en la ciudad rusa de Ekaterimburgo para coordinar políticas. Entonces emitieron una declaración en la que propusieron ampliar la representación de los países en desarrollo en las instituciones financieras internacionales e incluso dejaron trascender que estaban evaluando utilizar parte de sus reservas para comprar bonos entre sí.


La segunda cumbre se realizó el 15 de abril del año pasado en Brasilia. Allí insistieron con la necesidad de democratizar los sistemas de gobernanza mundial y analizaron la posibilidad de utilizar monedas locales en el intercambio comercial y crear un fondo para financiar el desarrollo. “Ha nacido una nueva geografía económica global”, declaró el entonces presidente brasileño Lula da Silva. En abril de este año se llevó a cabo la tercera cumbre en China, donde Sudáfrica se incorporó formalmente al grupo.


Cada vez que tuvo la oportunidad, este grupo fijó su posición sobre temas de la agenda financiera internacional, como, por ejemplo, la elección del nuevo titular del FMI, en la que respaldó la candidatura del mexicano Agustín Cartens. Sin embargo, en ese caso, China inicialmente jugó a dos puntas, dejando en evidencia las debilidades de un bloque muy heterogéneo, en cuanto a sus intereses. “Una razón convincente para poner en duda las posibilidades de que los BRIC cambien algo fundamental es que no tienen capacidad para ello. Carecen de coherencia. Compiten tanto entre sí como con Estados Unidos y Europa.


Parece improbable que como bloque sean compatibles con la fuerza de sus ambiciones individuales”, publicó The Economist hace pocos meses. Incluso algunos analistas consideran que, debido al peso creciente de las economías emergentes, ya no serían sólo los Brics sino un grupo mayor que los incluya y los potencie al que se denomina Eagles (Aguilas en inglés, Emerging and Growth Leading Economies). Más allá de las siglas, estos debates revelan un mayor peso de los países en desarrollo, los cuales se están haciendo sentir cada vez con más fuerza en el escenario internacional.

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domingo, 25 de septiembre de 2011

La creación del Estado Participativo. El enorme reto del proceso bolivariano. “Hacia la conquista de la “gobernabilidad revolucionaria”, donde .....

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La crisis generalizada del Estado Liberal representativo, es una realidad y su tendencia se universaliza a medida que se extiende, profundiza y es cada vez más demoledora la crisis estructural del sistema capitalista, escenario estructural donde hoy se articulan Tres Crisis Globales Multidimensionales, crisis que hoy genera un “cambio de época” en el que nos ha tocado la oportunidad de ser protagonistas de este drama y tragedia “post-moderno” de auto-destrucción, gerenciada, conducida, dirigida, liderada, por la propia clase dominante: la Gran Burguesía Transnacional GBTn, de empresarios, banqueros, administradores, inversionistas, corporaciones, mega-corporaciones y demás sectores económico-sociales fácticos mundiales. La Hora de la “insurgencia” ciudadana juvenil está trastocando todas las estructuras sociales representativas en crisis de credibilidad y confianza, así como las instituciones políticas evidencian diariamente al compás como se radicaliza la movilización y la lucha, la ausencia muy cuestionable de legitimidad y en general una Opinión Pública – la Sociedad Civil emergente, plural, participativa y democrática – y el nuevo Poder Ciudadano, han encontrado la “llave maestra” para demostrar la crisis generalizada del Estado Liberal representativo. Necesitamos construir, forjar nuevos Liderazgos y nuevas formas de organización y lucha al calor de las distintas formas de lucha de Nuestra América, luchas nacionalistas, participativas y revolucionarias – estos procesos revolucionarios, hoy no solo asumen la obligación de cambiar, reformar y modernizar al Estado - necesitan un Nuevo Estado Popular, Democrático, Participativo, Dialogante, Multicultural y Moderno. Gran tarea, responsabilidad y compromiso revolucionario que en definitiva nos garantice nuestro derecho al futuro.


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La creación del Estado Participativo. El enorme reto del proceso bolivariano.


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“Hacia la conquista de la “gobernabilidad revolucionaria”, donde el pueblo ejerza realmente su soberanía”.



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Viernes 23 de septiembre del 2011.



Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info)



Como nunca antes, los cambios estructurales esbozados por el proceso revolucionario bolivariano en Venezuela, obligan a pensar y a trabajar activamente por la sustitución -en todas sus expresiones, elementos y mecanismos- del viejo Estado legitimado por la democracia representativa. Para ello es necesario que quienes integran las filas de la revolución estén completamente dispuestos a emprender el cuestionamiento reiterado de todas las manifestaciones de este Estado y hacer posible la antigua consigna revolucionaria de darle todo el poder al pueblo. Semejante tarea exige, indudablemente, un protagonismo activo de parte de los sectores populares que ponga de relieve, en todo momento, los postulados fundamentales de la democracia participativa y protagónica como herramienta insustituible para lograr el cambio estructural que caracterice el avance y la profundización del proceso revolucionario.



Para ello es imprescindible resolver la situación paradójica que se presenta al hablar de revolución y de socialismo entretanto se mantienen en uso las mismas estructuras y relaciones de poder derivadas del modelo burgués representativo. Más grave aún es que haya “revolucionarios” que sólo se contentan con arrogarse un cargo público, a su gusto y manera, dando rienda suelta a su ideología pequeño-burguesa, sin considerar siquiera la posibilidad de concretar, mínimamente, una idea realmente revolucionaria, participativa y popular. Así, es imperiosa la conquista de espacios propios de gobernabilidad revolucionaria en los cuales efectivamente el pueblo ejerza su soberanía, permitiéndose ejercer un control más real e inmediato sobre las instancias del poder constituido, de modo que haya una gestión administrativa eficiente y transparente en beneficio de las mayorías. Quien se oponga a este escenario -apelando a unas líneas gradualistas que jamás confrontarán las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales normalmente aceptadas- simplemente está situado en el bando de la contrarrevolución. Por tanto, la coyuntura política actual propicia que se produzca una reinvención del socialismo revolucionario que rompa los paradigmas vigentes y motive una discusión amplia y profunda respecto a cuáles características definirán a ese nuevo Estado participativo.



Como lo enseñara Lenin: “si el Estado es un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la sociedad y que ‘se divorcia más y más de la sociedad’, es evidente que la liberación de la clase oprimida será imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y en el que toma cuerpo aquel “divorcio”. Tal situación está planteándose a medida que la conciencia política e ideológica de los sectores populares se fortalece cada día en Venezuela. Posiblemente para algunos revolucionarios y chavistas progresistas resulte algo demasiado osado y temprano, pero no se podrá obviar ni impedir, a pesar de los intereses en contra. Más aún: ello tiene que fomentarse sin desmayo ni sosiego, evitando repetir lo que fue común a todas las experiencias revolucionarias anteriores de la historia al perfeccionar la máquina del Estado y relegar el protagonismo popular.



Además, como lo refiriera Friedrich Engels, “cuando el Estado se convierta finalmente en representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado. El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad -la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad- es, a la par, su último acto independiente como Estado. La intervención del poder estatal en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro y se adormecerá por sí misma.



El gobierno sobre las personas será sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será ‘abolido’: se extinguirá” (Anti-Dühring o la subversión de la ciencia por el señor Eugenio Dühring). Es decir, el viejo Estado vigente. Quizás esto sea más utopista que lo escrito líneas arriba, pero no puede negarse que una acción revolucionaria con esta orientación determinaría si un proceso de cambio es o no positivamente revolucionario. No es imposible, aunque exige una alta dosis de compromiso revolucionario, así como combatir toda noción preconcebida que contraríe la comprensión acertada del hecho revolucionario y de los tremendos desafíos que éste implica.



Mientras se vea al proceso bolivariano como la oportunidad dorada para beneficiarse de forma mezquina, éste se hallará invariablemente en un atolladero de dificultades y amenazas que tienden a inmovilizarlo por completo. Sobre todo, si no se apuntala un verdadero liderazgo revolucionario colectivo, abierto siempre a las tendencias ideológicas que lo fortalezcan y lo nutran por medio de la participación y el protagonismo de los sectores populares. Por consiguiente, el proceso revolucionario bolivariano tiene ante sí el enorme reto de deslastrarse de cualquier signo de reformismo; de lo contrario, podría desvirtuarse y retroceder en sus objetivos, frustrando, una vez más, la fe popular venezolana.


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