domingo, 29 de mayo de 2016

FRANCIA: REBELIÓN SINDICAL POR LA REFORMA LABORAL. LA ONU ALERTA SOBRE VIOLENCIA POLICIAL.

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LA ONU ALERTA SOBRE VIOLENCIA POLICIAL.- El Comité Contra la Tortura (CAT) de las Naciones Unidas comunicó ayer a Francia su preocupación por la violencia policial en las manifestaciones de estos últimos tres meses contra la reforma laboral que impulsa el gobierno socialista galo. “El Comité está preocupado por las alegaciones e imágenes que testimonian el uso excesivo de las fuerza por parte de policías y gendarmes, en algunos casos llevando a heridas graves o muertes”, denunció el CAT en un comunicado. En una serie de observaciones publicadas ayer en su sitio web, el organismo dependiente de la ONU, criticó el accionar de las fuerzas del orden francesas en los últimos meses y recordó la muerte del militante ecologista Rémi Fraisse en octubre de 2014 en el suroeste de Francia cuando recibió el impacto de una granada lacrimógena en su rostro disparada por un policía antidisturbios a pocos metros de distancia. Asimismo, el organismo deploró los obstáculos encontrados por las victimas para denunciar la violencia policial, la ausencia de estadísticas al respecto, la falta de información detallada sobre las condenas a policías, la represión en campos de refugiados y la debilidad de las sanciones que reciben los efectivos, según reportó el diario francés Libération. El CAT, compuesto por una decena de expertos independientes, tiene como función controlar la aplicación de la Convención internacional contra la tortura, otras penas y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. Por eso, llamó a Francia a reforzar la lucha contra el uso excesivo de la fuerza en la policía y la gendarmeria. Cada cuatro años, los Estados que ratificaron el texto deben presentar un informe que es evaluado por el CAT. Otro motivo de preocupación para el CAT es la prolongación del Estado de emergencia (equivalente en Argentina al Estado de sitio), instaurado luego de los atentados extremistas del 13 de noviembre último en París (13-N). El Comité exigió a Francia que proteja a las comunidades más afectadas por la violencia social y el racismo, como los gitanos, refugiados, musulmanes y judíos, y solicitó que colabore y acelere la investigación en torno a las denuncias de abusos sexuales cometidos por las tropas francesas en misión de paz en República Centroafricana

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Francia, Presidente Hollande, "Socialista" - no creo que continúe,  aunque se inventó la estupidez más venenosa del mundo "socialismo neoliberal", Increíble, pero cierto La ONU - que muy pocas veces lo hacen llamar la atención sobre la violencia policial. Un  país del "primer mundo" como si fuera una las  dictaduras del tercer mundo.
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FRANCIA: REBELIÓN SINDICAL POR LA REFORMA LABORAL.
Hollande defiende la Reforma aprobada por decreto, pero siete de cada diez franceses la rechazan.
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Siete sindicatos franceses insistieron en multiplicar la rebelión contra esta reforma que cambia la relación de fuerzas al dejar la negociación en manos de las empresas y no de los acuerdos pactados sector por sector.

Eduardo Febbro
Desde París Página /12 domingo 29 de mayo del 2016.

El Ejecutivo francés y los sindicatos se han instalado en el surco de un conflicto de largo aliento en torno a la ley que reforma varios puntos esenciales de la regulación laboral. Siete sindicatos franceses insistieron en multiplicar la rebelión contra esta reforma que cambia la relación de fuerzas al dejar la negociación en manos de las empresas y no de los acuerdos pactados sector por sector. A su vez, el primer ministro francés, Manuel Valls, dijo al diario Le Parisien que no se cambiaría el artículo número dos de la ley, es decir, el más controvertido. Valls reiteró que habría cambios pero no se iban a substituir los aspectos “fundamentales” como “el artículo dos que apunta a descentralizar el diálogo social”. La retórica intransigente de los dos actores de esta crisis deja a uno de ellos, el gobierno, en una posición de fragilidad.
François Hollande no puede retroceder y, al mismo tiempo, si mantiene el rumbo no hará sino acrecentar la debilidad de un presidente que apenas cuenta con un respaldo del 15% y de una mayoría parlamentaria socialista fracturada por la orientación social liberal de las políticas gubernamentales. François Hollande también defendió los cambios en la ley laboral, a los que juzgó “como una buena reforma” y advirtió así mismo que podría haber variaciones cuando el texto ingrese en el senado y luego nuevamente en la Asamblea Nacional y no bajo la presión del “ultimátum”.
La opinión pública no lo entiende así porque siete de cada diez franceses la rechazan. Las declaraciones del jefe del Estado son puramente formales ya que esta ley fue aprobada mediante un decreto a fin de evitar todo debate en la Asamblea, donde un grupo consistente de diputados socialistas la impugnaba tajantemente. El gobierno evitó entonces el debate democrático entre los diputados y ahora invoca el dialogo para descalificar a los huelguistas y los sindicatos. Sin embargo, el tiempo y las acciones sindicales juegan en contra del Ejecutivo. El texto sobre la reforma laboral regresa a la Asamblea para una segunda lectura a principios de julio y ello le deja a los sindicatos un plazo muy fructuoso para desplegar las protestas.

Rebelión sindical contra la Ley de Reforma Laboral Presidente Hollande expresa "No se oye padre". Su final como político sin duda alguna irá a engrosar las filas de los políticos neoliberales.
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Simultáneamente, los diputados socialistas que, desde el principio, rechazaron la reforma continúan presionando a la presidencia. En un texto firmado por unos 50 miembros de la actual mayoría y dirigido a François Hollande, los parlamentarios escriben que
“aún queda tiempo para abandonar esas reformas que preocupan legítimamente y dividen inútilmente a la izquierda, que introducen la flexibilidad y tornan inseguros al conjunto de nuestros ciudadanos, es hora entonces de afirmar decisiones en materia de empleo y de código laboral para las cuales, en Francia, existe un Parlamento y una mayoría de izquierda”.
Pero Manuel Valls y el presidente pasaron por encima de esa “mayoría de izquierda”. Respetaron antes que las voluntades populares que los llevaron al poder las directivas liberales de la Unión Europea y cuando se enfrentaron a las quejas de sus propios parlamentarios los apartaron con un decreto. Hollande deploró hace unos días que los bloqueos hayan sido decididos por “una minoría”, a lo cual, el líder de la CGT, Philippe Martínez, le respondió con razón que el “gobierno ya no cuenta con una mayoría”.
Las autoridades intentan este fin de semana resolver el rompecabezas estratégico que le plantea los paros en los sectores del transporte y el suministro de combustible. El conflicto se ha incrustado en una agenda de plazos amplios. Los siete sindicatos convocaron para el 14 de junio a una jornada “de potente movilización nacional”. Sería la novena protesta global que acarrea esta reforma que al mismo tiempo que ha debilitado y desenmascarado a un poder que toca lo que la misma derecha no se animó a trastocar también restauró la menguante influencia sindical. Las centrales sindicales se disponen así mismo a organizar “un voto ciudadano”, o sea, una consulta nacional sobre esta ley cuyos resultados se darán a conocer en vísperas de las movilizaciones del 14 de junio.
El patronato francés perdió bastante de la decencia y del respeto que los valores de la República inculcan a los ciudadanos. Exasperado por las trabas en la distribución de combustible, el jefe del Medef, el círculo del patronato francés, Pierre Gattaz, calificó las huelgas como “métodos de voyous (delincuentes), métodos de irresponsables”.
La lógica implacable de la retórica liberal se extiende desde el Ejecutivo a la dirigencia empresarial: toda protesta social, todo reclamo, toda huelga, es más o menos un delito y sus instigadores chantajistas y delincuentes.
Si bien el fin de semana el suministro de combustible mejoró en varias regiones, seis de las ocho refinerías de Francia están paradas, aún hay depósitos de carburante bloqueados y una quinta parte de las 11.000 estaciones de servicio del país atraviesan serias carencias. Luego de que el Primer Ministro recibiera al conjunto de los actores de la industria petrolera, el Secretario de Estado para el transporte, Alain Vidalies, aseguró que “la situación está mejorando”.
La historia política ha querido que las dos figuras de la crisis, Manuel Valls, y el Secretario General de la CGT, Philippe Martínez, sean de origen español y descendientes de los trastornos que provocó el franquismo y la Guerra Civil Española. Están ahora en campos opuestos, con agendas distintas y con un actor que, al final de cuentas, decidirá el destino de la ley, de la fuerza sindical y las orientaciones políticas futuras:la opinión pública. El Ejecutivo llevó la crisis a una situación tan paradójica que termina perdiendo en todos los frentes, sea porque modifica profundamente el polémico artículo dos de la reforma laboral, sea porque lo mantiene. Brice Teinturier, Director General de la encuestadora Ipsos, recordaba en las páginas del vespertino Le Monde los fallos didácticos que cometió el poder cuando empezó a defender el texto:
”el presidente se encontró como un remolcado en una dinámica que fue activada mucho más por los sindicatos que cuestionan el proyecto que por aquellos que lo defienden”.
La mayoría de los analistas ve una derrota política ineluctable, cualquiera sea la posición de Hollande. El director de Ipsos comentó al respecto que buscar “volver a darle valor a la reforma laboral es una batalla perdida”. La opinión pública le achaca al gobierno no sólo los términos de la reforma, sino, también, su incapacidad para prever y evitar el conflicto con los sindicatos.

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sábado, 28 de mayo de 2016

BARRICADAS EN LAS CALLES DE PARÍS. CONTRA LA REFORMA LABORAL.

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"La Comuna surgió espontáneamente, nadie la preparó de modo consciente y sistemático. La desgraciada guerra con Alemania, las privaciones durante el sitio, la desocupación entre el proletariado y la ruina de la pequeña burguesía, la indignación de las masas contra las clases superiores y las autoridades, que habían demostrado una incapacidad absoluta, la sorda efervescencia en la clase obrera, descontenta de su situación y ansiosa de un nuevo régimen social; la composición reaccionaria de la Asamblea Nacional, que hacía temer por el destino de la República, todo ello y otras muchas causas se combinaron para impulsar a la población de París a la revolución del 18 de marzo, que puso inesperadamente el poder en manos de la Guardia Nacional, en manos de la clase obrera y de la pequeña burguesía, que se había unido a ella. Fue un acontecimiento histórico sin precedentes. Hasta entonces, el poder había estado, por regla general, en manos de los terratenientes y de los capitalistas, es decir, de sus apoderados, que constituían el llamado gobierno. La resistencia obrera en las calles de París estuvo presente las históricas barricadas - fronteras de lucha obrera en plena calle, con muros de piedra y pisos ) Después de la revolución del 18 de marzo, cuando el gobierno del señor Thiers huyó de París con sus tropas, su policía y sus funcionarios, el pueblo quedó dueño de la situación y el poder pasó a manos del proletariado. Pero en la sociedad moderna, el proletariado, avasallado en lo económico por el capital, no puede dominar políticamente si no rompe las cadenas que lo atan al capital. De ahí que el movimiento de la Comuna debiera adquirir inevitablemente un tinte socialista, es decir, debiera tender al derrocamiento del dominio de la burguesía, de la dominación del capital, a la destrucción de las bases mismas del régimen social contemporáneo".



“Pasaron 48 años desde que la juventud estudiantil y obrera de París impactara al mundo con las jornadas de mayo y junio de 1968. Sus barricadas de adoquines, la huelga general que paralizó esta metrópoli imperialista, la unidad obrero-estudiantil y su crítica radical y total al “aburrido” e imperialista capitalismo galo, personificado en el reaccionario general Charles De Gaulle, son referencias obligadas de todo el ascenso de la lucha obrera y popular que sacudió al imperialismo yanqui y a la burocracia estalinista en la década del ‘60. Va aquí un recuerdo militante”.
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Marx sobre la Comuna de París, de 1871.- La describió como el primer ejemplo concreto de una dictadura del proletariado. En la que el Estado es tomado por el proletariado, cuando los trabajadores “tomaron por asalto el cielo”.  Los heroicos obreros de París, Marx expresó: “¡Qué flexibilidad, que iniciativa histórica y que capacidad de sacrificio tienen estos parisienses!”. “La Historia no conoce todavía ejemplo de heroísmo semejante”. “valientes hasta la locura” y “dispuestos tomar el cielo por asalto”.


“Han pasado cuarenta años (Marzo de 1911) desde la proclamación de la Comuna de París. Según la costumbre establecida, el proletariado francés honró con mítines y manifestaciones la memoria de los hombres de la revolución del 18 de marzo de 1871. A finales de mayo volverá a llevar coronas de flores a las tumbas de los communards fusilados, víctimas de la terrible “Semana de Mayo”, y ante ellas volverá a jurar que luchará sin descanso hasta el total triunfo de sus ideas, hasta dar cabal cumplimiento a la obra que ellos le legaron”. V.I. Lenin.

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Arden las calles de París y la principales ciudades de Francia - las barricadas, símbolo de la lucha de clases, en el origen de la Revolución burguesa de 1789, como en la revolución de 1848 y en la histórica Revolución de la Comuna de París 1870 - solo como ejemplo - las calles y las plazas públicas - como en sus orígenes de las grandes jornadas revolucionarias, hoy son el centro de lucha contra la Traición Política y la imposición de la llamada Reforma laboral - el neoliberalismo en su extremo salvaje e inhumano contra los derechos sociales de los trabajadores y la juventud. El Presidente Hollande está bebiendo agua de su propia medicina contaminada de traición.
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BARRICADAS EN LAS CALLES DE PARÍS.
La resistencia a la flexibilización laboral, fortaleció  a la CGT Francesa.
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Son escenarios que parecían olvidados en el tiempo: barricadas en las calles y manifestaciones obreras. El titular de la CGT, Philippe Martínez, se fotografió prendiendo fuego una fogata en las calles.

Eduardo Febbro
Desde París viernes 29 de mayo del 2016.

Philippe Martínez, el secretario general de la CGT, logró poner contra las cuerdas al primer ministro francés, Manuel Valls. Los bloqueos en la distribución de combustibles, en las refinerías, la huelga en las centrales nucleares y las 300 mil personas que salieron ayer a la calle para exigir el retiro de la ley sobre la reforma laboral son la obra social del dirigente cegetista. Aunque debieron ser medianamente aliados, Martínez y Valls son enemigos. Ambos son de origen español pero se enfrentan en el escenario francés con uno de ellos, Philippe Martínez, como principal eje de la oposición a las políticas de orientación liberal asumidas por el presidente François Hollande y el jefe del Ejecutivo. Los dos hombres representan además una transformación de sus distintas estructuras de poder. Valls es la llamada “izquierda reformista y moderna”, Martínez es la renovación de un sindicato que fue perdiendo respaldo en la clase trabajadora y que quedó herido luego de que el anterior secretario general tuviera que salir por la puerta de atrás cuando se descubrió que había gastado una fortuna para decorar su escritorio. En este combate hispano francés el jefe cegetista consiguió no sólo movilizar a la gente o acumular adhesiones significativas dentro del movimiento social sino, sobre todo, sembrar una fuerte confusión en el seno del gobierno. Aunque insistió en que no retiraría la reforma laboral, Manuel Valls dijo este jueves que podría haber eventuales “modificaciones” o “mejorías”, aunque sin cambiar por ello “el marco” de la ley, es decir, el ojo del ciclón concentrado en el artículo número dos de la ley de reforma. Hubo miembros del Ejecutivo que ahondaron en ese sentido. Michel Sapin, ministro de Finanzas, evocó un posible cambio de “rumbo” y otros dijeron todo lo contrario. Las protestas, al menos, desencadenaron una cacofonía en el seno del Ejecutivo además de las divisiones que la reforma provocó dentro de la izquierda socialista.

La juventud francesa hoy gran protagonista de la lucha político-social contra la Ley de Reforma Laboral del Presidente Socialista (se inventó el nuevo "socialismo neoliberal” burdo y cruel) heredó las jornadas revolucionarias de la juventud del Mayo francés de 1968, extraordinaria jornada revolucionaria - La Generación del Mayo Parisino -  y en los últimos tiempos, primera década del siglo XXI y la lucha por los derechos hipotecados a los jóvenes en prácticas profesionales, sus primeros años de trabajo y los jóvenes hijos de migrantes, tiempos del gobierno conservador del presidente Sarkozy.

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El conflicto social acarreó múltiples manifestaciones y perturbaciones en los ferrocarriles, los aeropuertos, los puertos, en el sector de los camioneros y en el de energía. Como en otras ocasiones, la violencia volvió a marcar las manifestaciones en varias ciudades. La CGT sigue afirmando que no cesará su movimiento y que está lista para “bloquear el país” si fuera necesario. Fuerza Obrera, un sindicato que también se aunó a las protestas, ya no exige cambios cosméticos en la reforma sino simple y llanamente “que se retire”. La confrontación entre gobierno y sindicatos no se centra en todo el texto sino en el artículo número dos de la reforma. Este, por primera vez en la historia, cambia la jerarquía de la normativa. El artículo prevé que los acuerdos salariales pactados en el seno de la empresa estén por encima de los acuerdos negociados por los sindicatos según la rama profesional a la cual pertenece el empleado. Ello, para los sindicatos, deja sin defensa a los trabajadores, los cuales se encuentran así en las manos de la empresa que puede decidir a su antojo porque la ley no la obliga a referirse a las negociaciones oficiales. Fiel a su narrativa, el jefe del Gobierno ha puesto a los sindicatos y a los huelguistas del lado oscuro de la historia, tal como lo ha hecho con la izquierda que aún tiene hondas inclinaciones sociales y a la cual retrata como pasada de moda. Valls acusa a los sindicatos de congelar la evolución y de llevar a Francia a una suerte de muerte cuya semilla son “sus aspectos conservadores”. En el lenguaje de Manuel Valls, conservador no es alguien de derecha sino quienes rehúsan que se les saquen los derechos sociales conquistados.
Philippe Martínez volvió a instalar en la calle un escenario que la tecno modernidad había casi borrado de la vida francesa: el manifestante con antorchas en la mano, los carteles en defensa de la clase trabajadora, las calles alteradas por la confrontación con la policía, las pancartas irónicas y combativas, y, también, lo imprevisible: cuando todo parecía languidecer en la aceptación de la reforma, seis franceses de cada diez dicen que no, que la oposición a la reforma laboral es plenamente “justificada”. La fuerza que fue cobrando la rebelión social dejó en la sombra al movimiento NuitDebout que nació justamente con las primeras manifestaciones contra la ley. No por nada la prensa de derecha bautizó a Philippe Martínez con el apodo de “Mister Niet”. El líder cegetista desafió al gobierno en la calle, un terreno que parecía tragado por la historia. El mismo se escenifica allí cuando se hace fotografiar prendiendo una fogata en una barricada. 5 de las 8 refinerías del país trabajan en cámara lenta mientras que 16 de las 19 centrales de Francia aplicaron la consigna de paros parciales. En el aeropuerto de Orly, 15% de los vuelos fueron anulados o sufrieron perturbaciones al tiempo que en los transportes públicos, Metros o ferrocarriles, hubo atrasos leves. Al Ejecutivo le salió un conflicto en la calle que no esperaba. La CGT armó un contra fuego que se va tornando más denso con el correr de los días y las necesidades de cada antagonista: para la CGT se trata de restaurar la palabra sindical, para el gobierno terminar de implementar una medida que los medios más liberales de la Comisión Europea le vienen exigiendo a Francia desde hace mucho. Ambas partes se juegan el todo por el todo. En sus mejores tiempos, la CGT supo contar con más de tres millones de afiliados. Hoy le quedan 600 mil. A François Hollande le falta un año de mandato. El tiempo corre en contra de ambos. Una imagen de los manifestantes resume perfectamente la situación. Unos jóvenes salieron a la calle con un cartel donde aparece el Primer Ministro Manuel Valls con la punta de una manguera de distribución de combustible en la sien. Un letrero dice: ”si tocas a nuestros derechos, apoyamos en el gatillo”.

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viernes, 27 de mayo de 2016

NEOLIBERALES Y “PROGRESISTAS”. DISTRIBUCIÓN versus PRODUCCIÓN.

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“En el modelo neoliberal, los afanes de legitimación, se traducen en los conocidos programas de “superación de la pobreza”. Estos afanes, pueden asumir alguna importancia en tanto la capacidad para importar del país sea alta. Lo cual, va muy asociado a un eventual boom en las exportaciones de bienes primarios. Sea por el lado de las cantidades (fuerte demanda internacional, vg. impulsada por compras de China), o por el lado de los precios, lo que para Brasil sí tuvo lugar durante el gobierno de Lula. En este caso, el sector exportador, al generar las divisas que permiten importar los bienes de consumo que reclaman trabajadores y capas medias beneficiadas por los aumentos salariales, pasa a operar como si fuera un sector productor de bienes de consumo. ¿Cuánto puede durar el auge exportador? Como ya lo expusiera la antigua y clásica Cepal (Prebisch, Pinto, etc.), el que se especializa en productos primarios, más tarde o más temprano se hunde en el subdesarrollo y la dependencia estructural que lo acompaña. Esto, es algo que Dilma, la sucesora de Lula, ha empezado a pagar con creces. Y es también importante subrayar: en el Brasil de Lula, mejoró la situación de algunos grupos en extrema pobreza, pero la distribución del ingreso no se alteró. En Chile, sucede algo parecido”.


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Los "padres" Políticos del neoliberalismo. Sra, Margaret. Thatcher Primer Ministra del Reino Unido y  el Presidente Ronald Reagan de Estados Unidos. Década de los 80' del siglo XX. "El Estado no es la solución, el Estado es el problema",
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NEOLIBERALES Y “PROGRESISTAS”. DISTRIBUCIÓN versus PRODUCCIÓN.
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José Valenzuela Feijóo.

ALAI- América Latina en Movimiento.

Viernes 20 de mayo del 2016.

1.- Neoliberalismo: afanes de legitimación

El modelo neoliberal genera un impacto en la distribución del ingreso que es brutalmente regresiva: a los pobres los hace más pobres y a los ricos más ricos. Por lo mismo, no puede extrañar que su implantación vaya asociada a regímenes autoritarios o del todo dictatoriales (caso de Pinochet). Estos fenómenos obviamente no operan a favor de legitimar al sistema: muy pocos son los beneficiados y, por lo mismo, muy pocos los que pueden estar satisfechos. En consecuencia, una vez que las fuerzas de izquierda han sido aniquiladas por la represión y dejan de ser un peligro, la orden de mando ha sido la de ensayar una vuelta –bastante tímida– a los cánones de la democracia formal.

Asimismo, se empezaron a ensayar algunas políticas de gasto social con cargo a las cuales se busca suavizar la situación de los grupos más pobres. O sea, los ubicados en el escalón de la “pobreza extrema”. Se trata de apagar los posibles incendios que puede provocar la dureza neoliberal. Al final de cuentas cuando no existe ya una oposición peligrosa para la estabilidad del sistema, seguir aplicando la represión abierta, como lo dijera el astuto Talleyrand, “más que un crimen sería una estupidez”.

En cuanto a los movimientos “progresistas” y lo que antes pudo ser una izquierda política, como regla apuntaron sus críticas al aspecto distributivo del neoliberalismo. Y se olvidaron por completo del aspecto producción.

Por lo mismo, tuvo lugar una especie de convergencia entre las nuevas políticas neoliberales (recomendadas por organismos internacionales como el FMI, la OCDE, algunos segmentos de las clases dominantes y el mismo Estados Unidos) y las políticas que empezó a enarbolar y proponer la oposición. Más aún, cuando estos grupos lograron acceder al gobierno (como Lula en Brasil, Bachelet en Chile, Mujica en Uruguay), concentraron sus esfuerzos en políticas sociales de corte redistribuido.

A la vez, dejaron intocados los cimientos del modelo neoliberal: en el plano de la producción, del relacionamiento externo y de la política económica. O sea, aplican un esquema neoliberal con algunas “aspirinas” o dosis de redistribución. De fondo, lo que se ha perseguido, por la derecha y por la seudo-izquierda, ha sido la legitimación del patrón neoliberal.

2.- El gasto social.

El llamado gasto social es variado y multiforme. De él, deben restarse el gasto que se aplica en educación y salud públicas. Significativamente, este tipo de gastos, vis a vis las necesidades de la población, se han des-privilegiado cediéndole espacio al sector privado. O sea, hay un proceso de mercantilización acelerada de la educación y de la salud. En estos rubros, empieza a imperar el lucro capitalista y, por lo mismo, si el dinero no alcanza, la gente se queda sin salud y sin educación.

Los gastos que ahora nos preocupan, son de tipo diferente. Primero, son gastos que buscan apoyar a los segmentos más pobres de la población. Segundo, como regla no implican crear u ofrecer empleos productivos a esos segmentos. Tercero, no exigen contrapartida, vg. en términos de un trabajo equivalente.

Algunos gastos operan como ayuda monetaria directa a personas y familias. En otras, el apoyo se da en términos que favorecen a la llamada “micro-empresa”: semillas, fertilizantes, créditos de costo casi nulo, etc. El impacto que estos apoyos tienen en términos de producción es prácticamente nulo y lo que sí consiguen es ayudar a la subsistencia de los grupos que reciben su apoyo.

Una segunda línea de acción apunta al manejo de precios subsidiados. Es decir, se fijan precios que están incluso debajo de los costos de operación. En México, un ejemplo muy conocido es el precio del transporte por el metro de la ciudad. Aquí, el precio ha girado entre la mitad o cuarta parte del costo de operación por pasajero.

En otros rubros como electricidad, agua y otros servicios básicos, se dan situaciones parecidas. Los problemas que acarrean estas políticas son mayores: al no cubrir los costos de operación, estas empresas deben endeudarse y pasar a pagar los intereses del caso. Además, si tratan de expandirse, sólo lo pueden hacer con cargo a nuevos endeudamientos. Con todo lo cual, se va avanzando a una carga financiera que, a la larga, resulta imposible de solventar.

En este marco, surge la obvia pregunta: ¿no sería más racional generar ocupaciones productivas bien remuneradas, y aplicar una política de salarios reales crecientes que le permitan a la población trabajadora pagar los costos reales de los correspondientes servicios? En realidad, no hay que ser muy avisado para percatarse que esas políticas a la larga no se pueden mantener y sólo buscan ocultar los males que va generando una estructura económica que, por lo visto, no se puede o no se quiere modificar.

Al final de cuentas, lo que tenemos es una gran limosna estatal. En la cual se gastan fondos que no son menores y que, al final de cuentas, nada importante resuelven. Para mejor dimensionar el problema no se debe olvidar el telón que es estructural y de fondo: el estilo neoliberal no genera empleos productivos y lo que se observa es el incesante crecimiento de la población desplazada y marginal: cesantes abiertos, precarios, ambulantes, ilegales, sectas criminales, narcotraficantes, etc. Lo que antes pudo ser una mancha, ahora es un océano gigantesco que ya abarca a más de la mitad de la población económicamente activa (PEA).

El gasto estatal de marras genera otras consecuencias que se deben subrayar: a) en el personal que administra la distribución de los fondos tienden a irrumpir prácticas corruptas y clientelares. Al parecer, una parte nada despreciable de esos fondos no llega a las familias de destino sino que va a parar a los bolsillos de los funcionarios que administran la ayuda estatal; b) en los que reciben esos fondos, claramente se genera una mentalidad servil, propia de los que viven de limosnas.

En otros tiempos, el espectáculo era más visible: los domingos, al salir de misa, las señoras más empingorotadas y esposas de hacendados, lanzaban al aire una buena cantidad de monedas. Los pobres y lazaretos, arrodillados, peleaban por esas monedas y con la cabeza agachada gritaban el “dios se lo pague, buena y santa señora”. En breve, se asume la mentalidad del pordiosero y se pasa a depender de la voluntad de otros. Los cuales, además, son los mismos causantes de esa miseria de pordiosero.

La pregunta obvia es: ¿no será mejor, más eficaz y más digno, financiar desarrollos industriales que generen empleos productivos, calificados y bien pagados? Pero, ¿es posible esa reorientación del desarrollo sin alterar profundamente los parámetros centrales del estilo neoliberal? Ciertamente no se puede y el que no se siga ese camino es la confesión más prístina de que no se busca sepultar al neoliberalismo sino respetarlo y, dentro de lo poco que se puede, embellecerlo con una pequeña “manita de gato”.

En lo anotado también se expresa un error teórico mayor: pensar que se puede dar una transformación sustantiva en la distribución sin alterar el espacio de la producción. Es lo que pasamos a discutir.

Cuando el progresismo democrático en Nuestra América, llega realmente a ser una alternativa política de de gobiernos post-neoliberales.
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3.- Un alcance teórico sobre una antigua controversia.

La ignorancia esgrime frases que, a veces, tienen un eco malsano. Por ejemplo, cuando se dice, con gran desprecio, que “eso es pura teoría”. De fondo, se manifiesta aquí un rechazo por la teoría (por ende del pensamiento y la razón), que es propio de la más crasa estupidez. La discusión no va por ahí sino por el enfrentamiento entre las teorías correctas (verdaderas, profundas, verificadas empíricamente) y las teorías erróneas (lógicamente incongruentes y/o empíricamente falsas). Además, ese aserto es también reaccionario pues ninguna transformación medianamente importante puede darse sin el auxilio de una buena teoría. ¿Habrá que recordar, una vez más, eso de que sin una teoría profunda no hay revolución posible?.

En el caso que nos viene preocupando, resulta útil efectuar un breve recordatorio teórico. Concentremos la atención en el sistema económico, el que es parte del sistema social. En el sistema económico se pueden distinguir cuatro grandes subsistemas: a) la producción; b) la distribución; c) el cambio; d) el consumo personal. Entre estos cuatro grandes espacios o subsistemas, tienen lugar: i) relaciones de influencia mutua: un aspecto influye sobre los otros y viceversa; ii) tales relaciones son asimétricas: la influencia de un subsistema sobre los otros suele ser más potente que el que opera en sentido inverso. O sea, hay espacios económicos que son más importantes (poseen un poder regulador mayor) que otros; iii) en el caso que nos preocupa, que es el del sistema económico: la hipótesis más plausible y comprobable es la que sindica al espacio de la producción como el más importante y decisivo.

O sea, es el que tienen mayor poder causal. Por ejemplo, al revés de lo que sostiene la teoría neoliberal, no es el consumidor individual el que determina qué tipo de bienes se va a producir sino que, muy al contrario, son las grandes empresas de producción, las que definen qué se va a producir y luego, qué se va a consumir. La Coca-Cola, por ejemplo, se consume no por una decisión primaria de los consumidores sino por la presión de las grandes corporaciones que producen esa bebida y por la vía de una propaganda que atosiga, terminan por convencer (u “obligar”) al consumo de tal refresco.

Entre producción y distribución también existen relaciones asimétricas. Y que van, en el sentido del poder causal (o “poder de determinación”), desde el espacio de la producción al espacio de la distribución. Como bien apuntaba Marx, ““es equivocado en general, tomar como esencial la llamada distribución y hacer hincapié en ella, como si fuera lo más importante.”

Precisemos los conceptos. Por esfera de la producción entendemos el conjunto de relaciones sociales que organizan y regulan la actividad de los hombres en el proceso de producción. Por distribución se entiende la forma y proporción en que se reparten los resultados de la producción, ente los diversos grupos sociales. Más precisamente, entre las diferentes clases sociales. Por ejemplo, entre asalariados y capitalistas. Marx, en este respecto, escribía que “por relaciones de distribución se entiende aquí los distintos títulos que autorizan a percibir la parte del producto destinado al consumo individual”. Contemporáneamente, se habla de distribución del Ingreso Nacional.

Sobre las relaciones de causalidad entre producción y distribución, valga insistir sobre el punto, Marx es muy terminante. En su célebre comentario al programa de los socialistas alemanes, escribía “la distribución de los medios de consumo es, en todo momento, un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción. Y esta distribución es una característica del modo mismo de producción.

Por ejemplo, el modo capitalista de producción descansa en el hecho de que las condiciones materiales de producción le son adjudicadas a los que no trabajan bajo la forma de propiedad del capital y propiedad del suelo, mientras la masa es solo propietaria de la condición personal de producción, la fuerza de trabajo. Distribuidos de este modo los elementos de producción, la actual distribución de los medios de consumo es una consecuencia natural.


La grandeza del mensaje del Comandante Ernesto Che Guevara, para nuestra América, la Patria Grande.
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Si las condiciones materiales de producción fuesen propiedad colectiva de los propios obreros, esto determinaría, por sí solo, una distribución de los medios de consumo distinta de la actual. El socialismo vulgar (y por intermedio suyo una parte de la democracia) ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución.”

El espejismo de la distribución ha contaminado a procesos de corte más radical. En el Chile de Allende, por ejemplo, se empezó (fines de 1970 y a lo largo de 1971) con un fuerte impulso a la participación salarial (salarios sobre Ingreso Nacional) y ya hacia 1972, surgieron presiones inflacionarias y sobre el balance de pagos muy difíciles de controlar. La razón era muy clara: la oferta no respondió en la medida necesaria.

Es decir, la variable producción no se acomodó a la variable distribución y se generaron desequilibrios inmanejables. Se desató la inflación y un fuerte déficit en el balance de pagos. En este contexto, el gobierno de Allende, que en plano político no fue más allá de la ocupación del aparato estatal tradicional, no fue capaz de controlar algunos centros de producción vitales y buscando controlar la inflación, corto de cuajo la capacidad de acumulación del incipiente sector productivo estatal.

La moraleja que se pudo extraer parece nítida: la distribución se puede mover solo en la medida que lo hace la producción. Esta es la que precede y regula. Si este principio no se respeta, emerge algo parecido a un caos económico.

En otras experiencias latinoamericanas, se han observado, en mayor o menor grado, fenómenos parecidos. Señaladamente éste parece ser el caso de Venezuela, la que en los últimos años (Chávez-Maduro) viene experimentando un fuerte proceso inflacionario (que ya es hiper-inflación). En este país, las políticas de gasto social fueron muy fuertes. Pero, a la vez, se observa un fracaso total en materias de desarrollo productivo, industrial y agrario.

Al cabo, tenemos que no hubo ninguna sustitución de importaciones (no se agilizó la oferta interna), se despilfarró el excedente petrolero y hoy (mediados del 2016), el gobierno de Maduro aborda una situación económica gravísima y que lo puede llevar a su revocación. Con un más o un menos, y con los matices del caso, estos afanes se repiten en otros países y muestran a una izquierda muy contaminada por el reformismo distributivo e, incluso, con el ideario neoliberal.

En el modelo neoliberal, los afanes de legitimación, se traducen en los conocidos programas de “superación de la pobreza”. Estos afanes, pueden asumir alguna importancia en tanto la capacidad para importar del país sea alta. Lo cual, va muy asociado a un eventual boom en las exportaciones de bienes primarios.

Sea por el lado de las cantidades (fuerte demanda internacional, vg. impulsada por compras de China), o por el lado de los precios, lo que para Brasil sí tuvo lugar durante el gobierno de Lula. En este caso, el sector exportador, al generar las divisas que permiten importar los bienes de consumo que reclaman trabajadores y capas medias beneficiadas por los aumentos salariales, pasa a operar como si fuera un sector productor de bienes de consumo. ¿Cuánto puede durar el auge exportador? Como ya lo expusiera la antigua y clásica Cepal (Prebisch, Pinto, etc.), el que se especializa en productos primarios, más tarde o más temprano se hunde en el subdesarrollo y la dependencia estructural que lo acompaña.

Esto, es algo que Dilma, la sucesora de Lula, ha empezado a pagar con creces. Y es también importante subrayar: en el Brasil de Lula, mejoró la situación de algunos grupos en extrema pobreza, pero la distribución del ingreso no se alteró. En Chile, sucede algo parecido.

Conviene subrayar: cuando se elevan sustancialmente los salarios (y en general, el ingreso de los segmentos populares), no sólo se eleva la demanda en términos inusitados. También, se altera fuertemente su composición. Luego, tenemos que la respuesta de la oferta no sólo debe apuntar a fuertes y rápidos incrementos en la producción de bienes-salarios. También es necesario que opere un cambio en la composición del producto, el que debe pasar a corresponderse con la nueva composición de la demanda. Ninguna de estas exigencias es sencilla. Elevar la producción difícilmente tiene lugar de un día para el otro: requiere elevar la inversión y que esta madure, algo que es lento y difícil.

Cambiar la composición exige fuertes traslados de recursos y también un fuerte esfuerzo de acumulación. Nada que sea sencillo e inmediato.

Si la capacidad para importar (disponibilidad de divisas) se expande (vg. se dispara el precio del petróleo, suben precios de materias primas, etc.) el problema se puede suavizar o, más bien, disimular. Pero éstos no son más que cortos “veranitos de San Juan”. Las dificultades crecen si se piensa que en el marco de un gobierno popular y con masas radicalizadas, el sector privado difícilmente va a impulsar y ejecutar las inversiones adecuadas. Lo que en realidad hacen los capitalistas es incurrir en una especie de huelga productiva. O, si se quiere, paralizan la inversión.

Por lo mismo, si la dinamización de la oferta no la hace el Estado, nadie la va a hacer. Como sea, el punto a subrayar es: si la variable producción no se mueve y transforma de cuajo, todo intento por mover la distribución con un mínimo de vigor, estará fatalmente condenado al fracaso. Y claro está, los cambios estructurales apuntados sólo pueden ser impulsados si existe un vigoroso y amplio bloque popular, dirigido por la clase trabajadora. Es decir, lo que debe realizar el Estado, también exige que éste sufra un reajuste de fondo, que sea expulsado el actual bloque en el poder y que en su reemplazo, surja una nueva clase hegemónica.

¿Qué clases o fracciones de clase pueden asumir ese papel? ¿La burguesía industrial nacional y no monopólica? ¿La clase trabajadora anclada en la gran industria? ¿Otros grupos? Como vemos, esto abre una problemática bastante compleja y que aquí no vamos a abordar.

Pero hoy (2016) la situación de países como Argentina, Brasil, Chile, Venezuela y otros, pareciera que obliga a plantear una exigencia mayor: retomar el gran proyecto histórico de avanzar más allá del capitalismo.

De seguro, esto plantea otras interrogantes aún más complejas: ir más allá del capitalismo, ¿qué significa en términos del modelo socioeconómico que lo debe reemplazar? ¿Puede darse un proceso en términos “aislados”, a nivel de tal o cual país particular? ¿Se puede avanzar en el tercer mundo sin que se mueva el primero?

De momento baste decir: la profundidad de la crisis del capitalismo contemporáneo, obliga a pensar con mayor profundidad, rigor y radicalidad en los problemas de hoy y en las eventuales rutas que se pudieran seguir.

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 - José Valenzuela Feijóo, UAM-I.


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jueves, 26 de mayo de 2016

FRANCIA: LA OLA DE PROTESTAS PONE EN JAQUE A HOLLANDE.

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Presidente Hollande, tome las medicinas de su propia traición; la traición a un Pueblo a una Nación se paga muy caro, pero la TRAICIÓN a una Ideología, a una Política, a un Partido Político a una Ciudadanía que lo llevó a la Presidencia se paga con la Renuncia y es expulsado al basurero de la Historia. Usted se ha encargado de sepultar en forma definitiva al Partido Socialista que con el esfuerzo de sus militantes y la ciudadanía en general lo llevó a la Presidencia con un  Programa de Gobierno anti-austeridad – quiere decir, anti-neoliberal – pero como usted y algunos Mandatarios al llegar al gobierno se creen y consideran predestinados, ángeles salvadores, y al final representan el fracaso más estrepitoso de la historia política de un país. Usted llevó un Programa de Gobierno contrario a las políticas de la sra Ángela Merkel, la Canciller de Alemania y al final como fue el desenlace, usted como “manso corderito” cayó de rodillas ante el poder neoliberal de la mandataria alemana.
Usted como otros Presidentes traidores a una causa política, a un pueblo que confió en ustedes, muchos de ellos aquí en América Latina – traicionaron descaradamente – a sus programas de gobierno y se sometieron a los intereses del viejo neoliberalismo salvaje, cruel e inhumano e impusieron por la violencia políticas como la Reforma Laboral – la salvaje flexibilización laboral – que destruye totalmente los derechos sociales-laborales de los trabajadores y en forma definitiva los conduce al infierno de la explotación  y ser los esclavos asalariados del siglo XXI. Hoy millones en tiempos de la globalización neoliberal, ubicados principalmente en los países donde se desplazaron miles de miles de empresas de Occidente – la llamada Deslocalización Empresarial – en el sudeste asiático, centro América y el Caribe – las Maquilas – donde millones de jóvenes trabajan sin descanso jornadas de trabajo incansables para el ser humano y sin derechos sociales. Laborales. Qué triste final para un  hombre otrora Socialista, ser el liquidador de los derechos de millones de trabajadores franceses otrora símbolos de lucha y ejemplo en la vigencia de sus derechos sociales para toda la humanidad.

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Protestas masivas de todas las Centrales Sindicales, más la juventud francesa, ponen en jaque la prepotencia neoliberal del Presidente francés Hollande y su reforma laboral, de contenido total y absolutamente al servicio del neoliberalismo y las corporaciones transnacionales.
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FRANCIA: LA OLA DE PROTESTAS PONE EN JAQUE A HOLLANDE.
El repudio en las calles a la Reforma Laboral, desembocó en una crisis mayor.
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La huelga en las refinerías y las trabas a la distribución de combustible obligó al Estado a utilizar sus reservas estratégicas al tiempo que, de forma inesperada, la CGT lanzó un amplio movimiento de huelga en las centrales nucleares.

Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde París jueves 26 de mayo del 2016.
Las protestas contra la reforma de la ley laboral desembocaron en Francia en una crisis mayor que supera en mucho las manifestaciones que se vienen llevando a cabo desde el pasado 31 de marzo e, incluso, el nacimiento del movimiento de ocupación de las plazas NuitDebout. La huelga en las refinerías y las trabas a la distribución de combustible obligó al Estado a utilizar sus reservas estratégicas al tiempo que, de manera inesperada, la CGT lanzó un amplio movimiento de huelga en las centrales nucleares. Según Alain Vidalies, Secretario de Estado para los transportes, poco más de 20% de las estaciones de servicio de Francia tienen dificultades para abastecerse. Además de la distribución de carburante y la energía nuclear, los ferrocarriles, la aviación civil, el personal portuario y los conductores de camiones se sumarán en los próximos días a esta ola de huelgas convocada principalmente por la CGT y a la cual se han asociado otros sindicatos potentes.
La trama de la impugnación de la reforma de una ley que modifica algunos puntos hasta ahora intocables del mundo laboral se complicó cuando la misma CGT anunció que al menos 16 centrales nucleares de las 19 que hay en Francia habían votado a favor de una huelga que comenzará hoy 26 de mayo. La central sindical llamó a un movimiento de acción “lo más fuerte posible”.
Desde el pasado martes ya se advirtieron focos de paro en varias centrales que dejaron sin luz a tres zonas del país. El primer ministro francés, Manuel Valls, denunció en la Asamblea Nacional estos llamados a la huelga como “chantajes” y dijo que no era la CGT quien “establece las leyes en Francia”. Gobierno y sindicatos juegan en este conflicto su propia partida. Con la reforma de la ley laboral, el Ejecutivo zanja el antagonismo entre las dos izquierdas que acompañó todo el mandato del socialista François Hollande. Entre la llamada izquierda social y la izquierda reformista liberal, el jefe del Estado y su primer ministro optaron por la segunda. A su vez, los sindicatos, en plena crisis de representatividad y con un pasivo de militantes cada vez más elocuente, se meten en la pelea para demostrar que siguen vivos y con un fuerte poder de movilización.
Como lo resalta en un editorial el semanario de centro izquierda Le Nouvel Observateur, “la tasa de adhesión sindical en Francia es una de las más débiles de Europa y el patronato local sigue siendo sin dudas uno de los más arcaicos”. El Ejecutivo navega entre la debilidad de ambos y inserta su reforma en ese contexto. El mundo sindical percibe sin embargo una oportunidad de llevar la bandera opositora detrás de la cual buena parte de la sociedad cierra filas. Un sondeo realizado por la consultora Elabe indica que 69 por ciento de los franceses se pronuncia por un retiro de la reforma laboral para evitar así “un bloqueo de todo el país”. La misma encuesta aporta además un dato que los sindicatos han leído con mucha atención:59% de los franceses designan a François Hollande y a Manuel Valls como “los principales responsables de las tensiones” debido a que “rehúsan introducir nueva modificaciones al proyecto de ley”. Esta, sin embargo, ya fue aprobada de forma expeditiva por el jefe del Ejecutivo. Valls recurrió al artículo 49.3 que le permite hacer pasar una ley por decreto, es decir, sin debate parlamentario. La división en el seno de los Diputados socialistas es tal que era muy probable que la reforma de la ley no obtuviera la mayoría. De ser haber sido así, el gobierno hubiese quedado en minoría. Valls evitó la caída pero no acalló las discordias que, cuando falta un año para las elecciones presidenciales de 2017, han desfigurado a la izquierda francesa. Entre reformistas que se autocalifican de modernos y socialistas tratados por los primeros de vivir en un museo del pasado, las relaciones se han empañado.
Ahora, el conflicto ha pasado a mayores. La CGT y el otro sindicato importante que respalda las huelgas, Fuerza Obrera, afirman al unísono que no tienen la más mínima intención de “detener” el movimiento. En cuanto a Philippe Martinez, el secretario general de la CGT, éste promete que “irán hasta el final, y sin límites”, es decir, hasta que el Ejecutivo retire o modifique substancialmente la reforma laboral.
Lo cierto es que la nueva batalla entre el gobierno y los sindicatos empieza a amenazar a los sectores claves de la economía. Dos terceras partes de las poco más de 12.000 estaciones de servicio con que cuenta el país atraviesa serios problemas de suministro. El hecho de que la CGT haya logrado implicar en las protestas al personal de las centrales nucleares es tanto más decisivo cuanto que la energía nuclear cubre el 75% de las necesidades eléctricas de Francia. De las 12.000 estaciones de servicio, 4.000 han visto su aprovisionamiento perturbado y han decidido limitar la venta de combustible a 20 litros por vehículo. Hay que remontar a la reforma del sistema de jubilaciones de Francia decidida por el entonces presidente Nicolas Sarkozy (2207-2012) para encontrar una crisis semejante y, sobre todo, el hecho de que se hayan tenido que tocar las reservas estratégicas del país para cubrir las necesidades vitales. Tal y como lo hubiese hecho la derecha, Valls calificó de “ilegales” las trabas a la distribución de combustible y los paros en las refinerías. El primer ministro advirtió que el Estado actuaría con “firmeza” para estabilizar la situación. El anuncio y las medidas de fuerzas decididas para levantar las barreras en cerca de 19 refinerías y depósitos han tenido el efecto contrario. La respuesta sindical fue una insurrección aún mayor, con más problemas en la distribución. El cuadro llegó a tal extremo que las distintas patronales de Francia se dirigieron al gobierno advirtiéndole que se está llegando a un extremo inadmisible y que ya hay varias fábricas que, por falta de combustible, están “viendo su existencia amenazada”. La confrontación social ingresó en una zona muy densa. Ante un gobierno que repite que no cambiará la ley, la acción sindical hizo pasar el antagonismo desde la calle, o sea, las manifestaciones y las acciones testimoniales, a golpear con fuerza el corazón de la economía.

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